Llevamos una semana acogidos por nuestros vecinos más cercanos, antes de que acabe el mes estaremos de vuelta en Bath pero antes mis padres prometieron a nuestros anfitriones que pasaríamos tres semanas en su compañía.
Apenas los conozco de echo si vine a este viaje junto a mi familia fue solo por qué me convenía, así me ahorraba usar yo solo un carruaje.
En la cuidad me espera un acontecimiento al cuál di mi palabra de que asistiría, mis padres lo saben de echo ellos también han sido invitados.
Antes de la cena de bienvenida nos reunimos todos para hacer las presentaciones adecuadas, conocimos a la viuda del Conde Gunningwroth y a sus dos hijas.
Mis padres disfrutan merendado con nuestros invitados, en cambio yo logré llegar al jardín sin ser visto por ningún miembro de dicha familia.
O eso pensaba, hasta que veo a la señorita Rosamund Gunningworth sentada en uno de los bancos admirando la voluptuosa fuente que se encuentra en frente.
Calíope
Lord Rockesby AU
Llevamos una semana acogidos por nuestros vecinos más cercanos, antes de que acabe el mes estaremos de vuelta en Bath pero antes mis padres prometieron a nuestros anfitriones que pasaríamos tres semanas en su compañía.
Apenas los conozco de echo si vine a este viaje junto a mi familia fue solo por qué me convenía, así me ahorraba usar yo solo un carruaje.
En la cuidad me espera un acontecimiento al cuál di mi palabra de que asistiría, mis padres lo saben de echo ellos también han sido invitados.
Antes de la cena de bienvenida nos reunimos todos para hacer las presentaciones adecuadas, conocimos a la viuda del Conde Gunningwroth y a sus dos hijas.
Mis padres disfrutan merendado con nuestros invitados, en cambio yo logré llegar al jardín sin ser visto por ningún miembro de dicha familia.
O eso pensaba, hasta que veo a la señorita [Th_Gunningworth] sentada en uno de los bancos admirando la voluptuosa fuente que se encuentra en frente.
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Dos meses habían pasado desde el incendio.
La aldea era ahora un pueblo fantasma, las casas vacías crujían con el viento y las huellas de los que partieron se habían borrado con la lluvia, pero Akane... seguía ahí.
Cada mañana, Akane se levantaba antes del sol.
Caminaba entre los escombros, saludaba al silencio, y comenzaba su entrenamiento. No solo magia, también el cuerpo. Recordó las enseñanzas de su abuela Jennifer:
“El poder sin control es solo ruido. El cuerpo debe sostener lo que el alma invoca.”
Así que volvió a lo básico; Posturas, resistencia, golpes, equilibrio. Al principio, su cuerpo temblaba, pero con cada día, los músculos respondían, la agilidad regresaba. No era la fuerza que tuvo antes pero era suya, ganada con sudor, no con herencia.
Ahora que su cuerpo se habia fortalecido intento rompe de nuevo el sello de su poder. Akane apretó los dientes, recordó las enseñanzas de Jennifer, recordó el dolor, recordó la espada en su estómago y entonces lo sintió.
Una presencia, familiar, oscura pero sobre todo...
Violenta. Akane abrió los ojos, el cielo se había vuelto más gris, el aire más denso y en la distancia, lo vio.
Estaba de pie entre los árboles, observándola;
No con sorpresa sino con desprecio.
Akane se levantó, su sangre hervía pero no de miedo, sino de emoción.
-Así que viniste.- Murmuró. -Perfecto.-
Era hora de ajustar cuentas y esta vez, Akane no sangraría sola.
Parte VIII - El eco de los pasos.
Dos meses habían pasado desde el incendio.
La aldea era ahora un pueblo fantasma, las casas vacías crujían con el viento y las huellas de los que partieron se habían borrado con la lluvia, pero Akane... seguía ahí.
Cada mañana, Akane se levantaba antes del sol.
Caminaba entre los escombros, saludaba al silencio, y comenzaba su entrenamiento. No solo magia, también el cuerpo. Recordó las enseñanzas de su abuela Jennifer:
“El poder sin control es solo ruido. El cuerpo debe sostener lo que el alma invoca.”
Así que volvió a lo básico; Posturas, resistencia, golpes, equilibrio. Al principio, su cuerpo temblaba, pero con cada día, los músculos respondían, la agilidad regresaba. No era la fuerza que tuvo antes pero era suya, ganada con sudor, no con herencia.
Ahora que su cuerpo se habia fortalecido intento rompe de nuevo el sello de su poder. Akane apretó los dientes, recordó las enseñanzas de Jennifer, recordó el dolor, recordó la espada en su estómago y entonces lo sintió.
Una presencia, familiar, oscura pero sobre todo...
Violenta. Akane abrió los ojos, el cielo se había vuelto más gris, el aire más denso y en la distancia, lo vio.
Estaba de pie entre los árboles, observándola;
No con sorpresa sino con desprecio.
Akane se levantó, su sangre hervía pero no de miedo, sino de emoción.
-Así que viniste.- Murmuró. -Perfecto.-
Era hora de ajustar cuentas y esta vez, Akane no sangraría sola.
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────Vaya, esos fueron muchos dulces caídos del cielo. Bueno... de la piñata navideña de la producción, en realidad. Los dulces tienen ese algo capaz de alegrar hasta el día más gris y frío del invierno –lanzó al aire uno de los dulces que había recogido y lo atrapó con destreza– ¿Esto cuenta como botín de navidad? ¿O tengo derecho a una segunda ronda con la siguiente piñata?
────Vaya, esos fueron muchos dulces caídos del cielo. Bueno... de la piñata navideña de la producción, en realidad. Los dulces tienen ese algo capaz de alegrar hasta el día más gris y frío del invierno –lanzó al aire uno de los dulces que había recogido y lo atrapó con destreza– ¿Esto cuenta como botín de navidad? ¿O tengo derecho a una segunda ronda con la siguiente piñata?
*-los chaotix decidieron armar una fiesta por navidad; todos tocaban canciones navideñas aunque no sonaba muy bien, tocaban desafinado-*
—ta' madre vector no pegamos ni una nota.
*-los chaotix decidieron armar una fiesta por navidad; todos tocaban canciones navideñas aunque no sonaba muy bien, tocaban desafinado-*
—ta' madre vector no pegamos ni una nota.
Les deseo una Felíz Navidad! Pásenla bien con sus seres queridos, yo tengo la suerte de tener a mi hermosa compañera de vida Shinobu Kocho, y eso es lo más hermoso, pasarla con las personas más importantes en tu vida. Los quiero mucho.
Les deseo una Felíz Navidad! Pásenla bien con sus seres queridos, yo tengo la suerte de tener a mi hermosa compañera de vida [kochou_shino_bu], y eso es lo más hermoso, pasarla con las personas más importantes en tu vida. Los quiero mucho. 💖
Logra finalmente volar mejor, despegarse con menos esfuerzo, vuelos más estables con menor consumo de energía, aunque los aterrizajes siguen siendo...
Desciende precipitadamente y aunque amortigua el impacto con sus extremidades levanta mucho polvo, viendo y alguno que otro árbol o estructura vertical se ve afectado en el proceso de aterrizaje.
– ¿Como lo hacen?
Irónicamente ve como aterriza con gracia, soltura y sin ruido una lechuza que atrapó a su presa, un ratón de campo que jamás tuvo oportunidad.
Logra finalmente volar mejor, despegarse con menos esfuerzo, vuelos más estables con menor consumo de energía, aunque los aterrizajes siguen siendo...
Desciende precipitadamente y aunque amortigua el impacto con sus extremidades levanta mucho polvo, viendo y alguno que otro árbol o estructura vertical se ve afectado en el proceso de aterrizaje.
– ¿Como lo hacen?
Irónicamente ve como aterriza con gracia, soltura y sin ruido una lechuza que atrapó a su presa, un ratón de campo que jamás tuvo oportunidad.
Julie permanecía sentada en la banca de un parque, con la espalda recta y las manos delicadamente apoyadas sobre el regazo. Pensaba cómo cada diciembre era igual. Sin entender porqué, recibía los mismos regalos. Vestidos, zapatos, joyas… obsequios impecables y costosos.
Sin embargo, ese año una inquietud distinta crecía en su pecho.
¿Era correcto, se preguntaba, rechazar aquello que le ofrecían con tanta generosidad? ¿Resultaba impropio desear algo tan simple, tan humano, como una bicicleta? No era un capricho infantil, era el anhelo de avanzar por sus propios medios, más allá de sus piernas articuladas.
— Quiero una bicicleta.
Julie permanecía sentada en la banca de un parque, con la espalda recta y las manos delicadamente apoyadas sobre el regazo. Pensaba cómo cada diciembre era igual. Sin entender porqué, recibía los mismos regalos. Vestidos, zapatos, joyas… obsequios impecables y costosos.
Sin embargo, ese año una inquietud distinta crecía en su pecho.
¿Era correcto, se preguntaba, rechazar aquello que le ofrecían con tanta generosidad? ¿Resultaba impropio desear algo tan simple, tan humano, como una bicicleta? No era un capricho infantil, era el anhelo de avanzar por sus propios medios, más allá de sus piernas articuladas.