• La curiosidad mató al gato...
    Pero yo soy más de electrocutar al mensajero, estas imágenes... bueno, no sé si son pruebas o fetiches, igual, ya me metí, veamos que hay detrás de la imagen difuminada número uno (??)
    La curiosidad mató al gato... Pero yo soy más de electrocutar al mensajero, estas imágenes... bueno, no sé si son pruebas o fetiches, igual, ya me metí, veamos que hay detrás de la imagen difuminada número uno (??)
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  • Hice un cambio de imagen, pero me sigo viendo hermoso, a seguir con mis deberes escolares
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  • ༒☬𝐋𝐎𝐒𝐓 𝐆𝐀𝐌𝐄☬༒

    ── 𝐒𝐚𝐛í𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐩é𝐬𝐢𝐦𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐥𝐚𝐬 𝐜𝐚𝐫𝐭𝐚𝐬, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐧𝐨 𝐩𝐞𝐧𝐬é 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐚𝐧𝐭𝐨...



    Kiev no miró directamente a Marcos, solo alzó la ceja cuando las cartas volaron frustradas sobre la mesa. El ruso, en contraste, ni se inmutó. Dejó caer con parsimonia sus propias cartas sobre el tapete: una escalera real de corazones.

    Hubo silencio por unos segundos, hasta que el resto de hombres empujaron sus sillas hacia atrás con fastidió. Habían perdido hasta la última ficha.

    Se encontraba en uno de sus casinos. Tomándose un tiempo de relajo, aunque probablemente hubiera terminado molesto si hubiera hecho equipo con su asistente. Después de la discusión con él italiano, la mansión parecía haberse inundando de un aire totalmente pesado.

    Pero dentro de ello había recordado una conversación con una dama.

    “¿Entonces qué te gusta hacer para divertirte o entretenerte?”

    Una pregunta simple. Casi banal. Y sin embargo, había removido algo. No recordaba la última vez que se permitió relajarse desde que había despertado. Aunque cuando se había decidido por ir, recordó que normalmente solía ir a ese casino con Ryan.

    Obviamente, no iba a llamarlo.

    Por eso había traído a Marcos. Aunque, al parecer, su asistente no era bueno para mucho fuera del trabajo.

    —Recuérdame no jugar contigo en el mismo equipo. Me habrías hecho perder dinero. — Dijo desinteresado, mientras aplastaba el cigarro en el cenicero. Era el tercero de la noche. Tal vez debería dejar de fumar tanto, tal vez.

    Tomó su vaso y bebió otro sorbo de vodka, antes de posar la mirada sobre el rostro frustrado de Marcos.

    —¿Conseguiste algo sobre ese chico?

    El pelinegro tardó unos segundos en reaccionar. Aún parecía procesar la derrota cuando uno de los hombres le alcanzó una carpeta. Kiev la tomó sin miramientos.

    —Su nombre es Joon y es detective —informó Marcos, aún algo ido.

    El ceño del ruso se frunció al instante.

    ¿Un detective?

    Abrió el archivo. Fotos, informes y conexiones. No le gustaba lo que veía.

    —¿Y la mujer de la fiesta? —preguntó sin apartar la mirada del documento.

    Marcos titubeó.

    —Todavía estoy revisando la lista de invitados. Era una peliblanca, así que probablemente ya demos con su nombre. Él señor Ryan no me dejó acercarme esa vez.

    Kiev cerró el portafolio, lo dejó sobre la mesa y terminó el vodka de un solo trago.

    —Vigila a Ryan. En este punto, es en quien menos confío.

    Marcos asintió con rigidez. Pero aún intentó:

    —Señor… ¿no cree que sería mejor evitar más peleas? Quizá si hablara con él—

    La mirada que recibió bastó para que callara de inmediato.

    —Él eligió su camino. — Dirigió su vista en el vaso.

    Un destello metálico brilló en su mano: el anillo que Sky le había dado seguía ahí, frío contra su piel. Un símbolo de protección.

    —Y si se cruza en el mío... — Siguió hablando, su tono se fue apagando. — Destrozare lo mas importante para él.

    Por un instante, logro visualizar la sangre del italiano en su mano. La imagen no se le había podido sacar de la cabeza y eso le frustraba. Porque muy a pesar en un fondo. Hubiera deseado no tener aquella reunión con él.

    Sin embargo, todo estaba hecho. Ryan mencionó algo que no debía, aquella comparación había sido un golpe bajo. Y el italiano lo sabia, sabía muy bien la historia de él. Habían sido años de una gran amistad. Y cada uno conocía sus puntos débiles tanto como las fuerte, y Ryan, había tocado algo que no debió.

    Se incorporó con lentitud, recogiendo el portafolio.

    —Quédate con eso —señaló las fichas del casino—. Y no olvides liberar mi agenda para reunirme con la señorita Lancaster.

    Con ello simplemente se marchó.
    ༒☬𝐋𝐎𝐒𝐓 𝐆𝐀𝐌𝐄☬༒ ── 𝐒𝐚𝐛í𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐫𝐚𝐬 𝐩é𝐬𝐢𝐦𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐥𝐚𝐬 𝐜𝐚𝐫𝐭𝐚𝐬, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐧𝐨 𝐩𝐞𝐧𝐬é 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐚𝐧𝐭𝐨... Kiev no miró directamente a Marcos, solo alzó la ceja cuando las cartas volaron frustradas sobre la mesa. El ruso, en contraste, ni se inmutó. Dejó caer con parsimonia sus propias cartas sobre el tapete: una escalera real de corazones. Hubo silencio por unos segundos, hasta que el resto de hombres empujaron sus sillas hacia atrás con fastidió. Habían perdido hasta la última ficha. Se encontraba en uno de sus casinos. Tomándose un tiempo de relajo, aunque probablemente hubiera terminado molesto si hubiera hecho equipo con su asistente. Después de la discusión con él italiano, la mansión parecía haberse inundando de un aire totalmente pesado. Pero dentro de ello había recordado una conversación con una dama. “¿Entonces qué te gusta hacer para divertirte o entretenerte?” Una pregunta simple. Casi banal. Y sin embargo, había removido algo. No recordaba la última vez que se permitió relajarse desde que había despertado. Aunque cuando se había decidido por ir, recordó que normalmente solía ir a ese casino con Ryan. Obviamente, no iba a llamarlo. Por eso había traído a Marcos. Aunque, al parecer, su asistente no era bueno para mucho fuera del trabajo. —Recuérdame no jugar contigo en el mismo equipo. Me habrías hecho perder dinero. — Dijo desinteresado, mientras aplastaba el cigarro en el cenicero. Era el tercero de la noche. Tal vez debería dejar de fumar tanto, tal vez. Tomó su vaso y bebió otro sorbo de vodka, antes de posar la mirada sobre el rostro frustrado de Marcos. —¿Conseguiste algo sobre ese chico? El pelinegro tardó unos segundos en reaccionar. Aún parecía procesar la derrota cuando uno de los hombres le alcanzó una carpeta. Kiev la tomó sin miramientos. —Su nombre es Joon y es detective —informó Marcos, aún algo ido. El ceño del ruso se frunció al instante. ¿Un detective? Abrió el archivo. Fotos, informes y conexiones. No le gustaba lo que veía. —¿Y la mujer de la fiesta? —preguntó sin apartar la mirada del documento. Marcos titubeó. —Todavía estoy revisando la lista de invitados. Era una peliblanca, así que probablemente ya demos con su nombre. Él señor Ryan no me dejó acercarme esa vez. Kiev cerró el portafolio, lo dejó sobre la mesa y terminó el vodka de un solo trago. —Vigila a Ryan. En este punto, es en quien menos confío. Marcos asintió con rigidez. Pero aún intentó: —Señor… ¿no cree que sería mejor evitar más peleas? Quizá si hablara con él— La mirada que recibió bastó para que callara de inmediato. —Él eligió su camino. — Dirigió su vista en el vaso. Un destello metálico brilló en su mano: el anillo que Sky le había dado seguía ahí, frío contra su piel. Un símbolo de protección. —Y si se cruza en el mío... — Siguió hablando, su tono se fue apagando. — Destrozare lo mas importante para él. Por un instante, logro visualizar la sangre del italiano en su mano. La imagen no se le había podido sacar de la cabeza y eso le frustraba. Porque muy a pesar en un fondo. Hubiera deseado no tener aquella reunión con él. Sin embargo, todo estaba hecho. Ryan mencionó algo que no debía, aquella comparación había sido un golpe bajo. Y el italiano lo sabia, sabía muy bien la historia de él. Habían sido años de una gran amistad. Y cada uno conocía sus puntos débiles tanto como las fuerte, y Ryan, había tocado algo que no debió. Se incorporó con lentitud, recogiendo el portafolio. —Quédate con eso —señaló las fichas del casino—. Y no olvides liberar mi agenda para reunirme con la señorita Lancaster. Con ello simplemente se marchó.
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  • La Flor de Ébano

    Perséfone emergió del templo de Apolo con la mirada perdida entre el mármol y los ecos de la profecía. El sol brillaba alto, indiferente a su inquietud. A lo lejos, los olivos danzaban con el viento, ajenos a la sombra que se había posado sobre ella. No fue la profecía lo que la había sacudido, sino la certeza de haberla comprendido, aunque no quisiera admitirlo.

    Apolo la había recibido con su sonrisa habitual, esa mezcla de arrogancia y afecto, pero su rostro se desfiguró al recibir la visión. Sus ojos y boca se encendieron con una luz verde imposible, una claridad ajena incluso a su divinidad solar. Y entonces habló, o mejor dicho, algo habló a través de él:

    “En la era cuando el grano muera sin pena,
    y la Reina de Dos Mundos siembre sin mano,
    brotará del ébano una flor sin temblor,
    cuyo paso dará descanso a las almas sin canto.”

    La voz había sido firme, inapelable. Las palabras, poesía del destino. Apolo regresó a sí mismo con un movimiento de cabeza, sacudiéndose la tensión. Y con una mirada de resignación casi humana, le entregó la hoja escrita. “Ahí tienes tu profecía, diosa de la Primavera”, dijo.

    Pero Perséfone ya no se sentía primavera. No en ese momento.

    Mientras descendía hacia el Inframundo, su reino, pensaba en cada línea con una mezcla de temor, intuición y una tristeza difícil de nombrar. Ella conocía bien los símbolos. Los había pronunciado antes, para otros. Sabía cómo disfrazaba el destino sus designios con metáforas que, una vez cumplidas, se volvían obvias. Era el juego cruel de los oráculos.

    "Cuando el grano muera sin pena…"

    El grano. Su madre, Deméter, lo encarnaba. El alimento del mundo, el ritmo de la vida y la cosecha. Si el grano muere sin pena, ¿qué significa? ¿Una era donde ya no se valora la vida que se siembra y cosecha? ¿O una en la que la muerte ha dejado de doler?

    Perséfone sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La indiferencia era peor que la muerte. Era olvido. El mundo olvidando a Deméter… olvidándola a ella.

    "Y la Reina de Dos Mundos siembre sin mano…"

    Esa línea la dolía en lo más íntimo. Ella era esa Reina. Dividida entre la luz de la superficie y la sombra del Inframundo, sembradora de vida en un mundo condenado a morir. ¿Sembrar sin mano? ¿Una creación sin su intervención? ¿Un ser nacido de su esencia, pero no de su voluntad?

    Quizás… una hija. No una engendrada por deseo, sino por destino.

    Se detuvo en medio del corredor de obsidiana, su reflejo oscuro devolviéndole una imagen descompuesta. ¿Una hija nacida de su poder, pero sin su amor? ¿Una flor envenenada o redentora?

    "Brotará del ébano una flor sin temblor…"

    Ébano. El árbol de madera oscura, símbolo de lo oculto, lo eterno, lo duro. Una flor nacida del ébano no sería frágil. No se rompería con el viento.
    Sin temblor. Imperturbable.

    Eso la asustó más que cualquier visión. Porque Perséfone, aun en su fuerza, había temblado. Cuando fue raptada, cuando eligió quedarse, cuando sostuvo en sus brazos a las almas errantes que no querían cruzar el río. Ella había temblado, había sentido.

    Una flor que no tiembla… ¿puede amar? ¿Puede compadecerse?

    "Cuyo paso dará descanso a las almas sin canto."

    Ese último verso le pareció el más bello… y el más trágico.
    Las almas sin canto eran las que no habían sido honradas, las que murieron sin nombre, sin ritual, sin memoria. Vagaban sin rumbo, sin fuerza para cruzar al olvido. Ella las conocía bien. Las escuchaba llorar en las grietas del Hades.

    ¿Esa flor las hará descansar? ¿O las dormirá eternamente, sin redención?

    Se sentó en su trono, las manos entrelazadas, los ojos clavados en el vacío. Las sombras del Inframundo se arremolinaron a su alrededor, inquietas por su silencio.
    Ni Hades se atrevía a interrumpirla. Él conocía ese gesto: Perséfone estaba recordando el futuro.

    Sintió una punzada en el vientre. No física, no tangible. Era como un eco que aún no había nacido. Una presencia lejana, pero inevitable.

    Algo vendría. Algo o alguien crecería en ella, o a través de ella, o desde ella. Una flor sin miedo, nacida del ébano. Y esa flor no sería suya. No en el modo en que una madre posee a su hija.
    No.
    Esa flor sería del mundo.
    O del destino.

    Perséfone apretó los labios, conteniendo la oleada de emoción que pugnaba por salir. ¿Y si la profecía hablaba de una nueva era? ¿De un cambio tan grande que ni los dioses estarían preparados? ¿Y si esa flor era el final de una era donde los dioses gobernaban… y el inicio de una donde solo observarían?

    Por un instante se sintió pequeña. Pequeña ante algo inmenso, algo que se aproximaba como una ola silenciosa, pero imparable.
    Y por primera vez en siglos, no supo si debía temer… o prepararse para amar.
    Porque, aunque no lo dijera en voz alta, en lo más profundo de su pecho, ya sentía el brote.
    Y ese brote no era odio.
    Era amor.

    Silencioso, incierto, pero real.

    Una flor de ébano, nacida de la Reina de los Muertos.
    Una criatura destinada a cambiar el equilibrio, a poner fin al canto del dolor.

    Y Perséfone, con el alma dividida, entendió:
    El mayor acto de amor no es engendrar.
    Es dejar florecer lo que debe ser.
    Aunque eso signifique dejarlo ir.






    La Flor de Ébano Perséfone emergió del templo de Apolo con la mirada perdida entre el mármol y los ecos de la profecía. El sol brillaba alto, indiferente a su inquietud. A lo lejos, los olivos danzaban con el viento, ajenos a la sombra que se había posado sobre ella. No fue la profecía lo que la había sacudido, sino la certeza de haberla comprendido, aunque no quisiera admitirlo. Apolo la había recibido con su sonrisa habitual, esa mezcla de arrogancia y afecto, pero su rostro se desfiguró al recibir la visión. Sus ojos y boca se encendieron con una luz verde imposible, una claridad ajena incluso a su divinidad solar. Y entonces habló, o mejor dicho, algo habló a través de él: “En la era cuando el grano muera sin pena, y la Reina de Dos Mundos siembre sin mano, brotará del ébano una flor sin temblor, cuyo paso dará descanso a las almas sin canto.” La voz había sido firme, inapelable. Las palabras, poesía del destino. Apolo regresó a sí mismo con un movimiento de cabeza, sacudiéndose la tensión. Y con una mirada de resignación casi humana, le entregó la hoja escrita. “Ahí tienes tu profecía, diosa de la Primavera”, dijo. Pero Perséfone ya no se sentía primavera. No en ese momento. Mientras descendía hacia el Inframundo, su reino, pensaba en cada línea con una mezcla de temor, intuición y una tristeza difícil de nombrar. Ella conocía bien los símbolos. Los había pronunciado antes, para otros. Sabía cómo disfrazaba el destino sus designios con metáforas que, una vez cumplidas, se volvían obvias. Era el juego cruel de los oráculos. "Cuando el grano muera sin pena…" El grano. Su madre, Deméter, lo encarnaba. El alimento del mundo, el ritmo de la vida y la cosecha. Si el grano muere sin pena, ¿qué significa? ¿Una era donde ya no se valora la vida que se siembra y cosecha? ¿O una en la que la muerte ha dejado de doler? Perséfone sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La indiferencia era peor que la muerte. Era olvido. El mundo olvidando a Deméter… olvidándola a ella. "Y la Reina de Dos Mundos siembre sin mano…" Esa línea la dolía en lo más íntimo. Ella era esa Reina. Dividida entre la luz de la superficie y la sombra del Inframundo, sembradora de vida en un mundo condenado a morir. ¿Sembrar sin mano? ¿Una creación sin su intervención? ¿Un ser nacido de su esencia, pero no de su voluntad? Quizás… una hija. No una engendrada por deseo, sino por destino. Se detuvo en medio del corredor de obsidiana, su reflejo oscuro devolviéndole una imagen descompuesta. ¿Una hija nacida de su poder, pero sin su amor? ¿Una flor envenenada o redentora? "Brotará del ébano una flor sin temblor…" Ébano. El árbol de madera oscura, símbolo de lo oculto, lo eterno, lo duro. Una flor nacida del ébano no sería frágil. No se rompería con el viento. Sin temblor. Imperturbable. Eso la asustó más que cualquier visión. Porque Perséfone, aun en su fuerza, había temblado. Cuando fue raptada, cuando eligió quedarse, cuando sostuvo en sus brazos a las almas errantes que no querían cruzar el río. Ella había temblado, había sentido. Una flor que no tiembla… ¿puede amar? ¿Puede compadecerse? "Cuyo paso dará descanso a las almas sin canto." Ese último verso le pareció el más bello… y el más trágico. Las almas sin canto eran las que no habían sido honradas, las que murieron sin nombre, sin ritual, sin memoria. Vagaban sin rumbo, sin fuerza para cruzar al olvido. Ella las conocía bien. Las escuchaba llorar en las grietas del Hades. ¿Esa flor las hará descansar? ¿O las dormirá eternamente, sin redención? Se sentó en su trono, las manos entrelazadas, los ojos clavados en el vacío. Las sombras del Inframundo se arremolinaron a su alrededor, inquietas por su silencio. Ni Hades se atrevía a interrumpirla. Él conocía ese gesto: Perséfone estaba recordando el futuro. Sintió una punzada en el vientre. No física, no tangible. Era como un eco que aún no había nacido. Una presencia lejana, pero inevitable. Algo vendría. Algo o alguien crecería en ella, o a través de ella, o desde ella. Una flor sin miedo, nacida del ébano. Y esa flor no sería suya. No en el modo en que una madre posee a su hija. No. Esa flor sería del mundo. O del destino. Perséfone apretó los labios, conteniendo la oleada de emoción que pugnaba por salir. ¿Y si la profecía hablaba de una nueva era? ¿De un cambio tan grande que ni los dioses estarían preparados? ¿Y si esa flor era el final de una era donde los dioses gobernaban… y el inicio de una donde solo observarían? Por un instante se sintió pequeña. Pequeña ante algo inmenso, algo que se aproximaba como una ola silenciosa, pero imparable. Y por primera vez en siglos, no supo si debía temer… o prepararse para amar. Porque, aunque no lo dijera en voz alta, en lo más profundo de su pecho, ya sentía el brote. Y ese brote no era odio. Era amor. Silencioso, incierto, pero real. Una flor de ébano, nacida de la Reina de los Muertos. Una criatura destinada a cambiar el equilibrio, a poner fin al canto del dolor. Y Perséfone, con el alma dividida, entendió: El mayor acto de amor no es engendrar. Es dejar florecer lo que debe ser. Aunque eso signifique dejarlo ir.
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  • El umbral del placer...
    Categoría Original
    Christopher Baudelair

    La neblina acariciaba los adoquines mojados por la reciente lluvia. Sibiu, con su aire medieval y sus techos puntiagudos, parecía sumida en un sueño extraño, donde el tiempo no corría igual. En medio de esa quietud etérea, un afiche húmedo se deslizó con el viento y cayó justo frente a los pies de Lia.

    Era negro, con detalles en rojo carmesí y una tipografía elegante. En el centro, una silueta masculina envuelta en sombras.

    “SE BUSCA MUSA.
    Ministry Nightclub – Contratación inmediata.
    Belleza, oscuridad y deseo… sin límites.”

    La imagen era sugerente, casi perturbadora. Lia dudó. ¿Publicidad barata… o algo más? Pero no pudo ignorar la sensación que le erizó la piel al tocar el papel...una especie de pulso, casi imperceptible, vibrando en el aire.

    Sin pensarlo demasiado, caminó hacia el paradero más cercano y tomó el primer taxi que se detuvo ante su señal. Una vez dentro, las luces de la ciudad pasaban como manchas de neón sobre los cristales empañados. Lia revisaba el afiche una y otra vez. Una parte de ella gritaba que todo aquello era una mala idea… pero otra, más profunda, más insistente, ansiaba descubrir qué la llamaba desde ese lugar.

    Mientras su mente divagaba, dando vueltas sobre lo mismo, la voz del conductor la sacó de su trance.

    —¿Ministry? Hmm… lugar raro. La gente entra con una cara… y sale con otra —comentó, en un tono ambiguo, como si escondiera un significado entre líneas. Lia no supo si se trataba de una advertencia, una anécdota o un simple comentario al aire.

    —¿Qué tipo de gente va ahí? —preguntó, sintiendo que cuanto más indagaba, más crecía dentro de ella esa urgencia incontrolable.

    —Gente con hambre… pero no de comida —fue lo último que dijo el conductor antes de subir el volumen de la radio, como si quisiera cerrar el tema, o evitar decir algo de lo que pudiera arrepentirse.

    Veinte minutos después…
    https://www.youtube.com/watch?v=OlUGhOmIpOA

    El club se alzaba como una iglesia profana en medio de los edificios apagados. Columnas góticas, vitrales rojos iluminados desde dentro y un portón de hierro forjado le daban un aspecto imponente y algo inquietante.

    Cuando las puertas se abrieron, una explosión de luces intermitentes, perfumes embriagantes y música industrial la envolvió de inmediato. El aire olía a flores marchitas, cuero y humo dulce. Un portero vestido como un sacerdote del inframundo la dejó pasar sin hacer preguntas, como si ya estuvieran esperándola.

    Dentro, los cuerpos se movían como mareas humanas, entrelazados en deseo, música y delirio. Era un espectáculo entre lo tribal y lo divino, una danza donde no existía el tiempo ni la culpa. Y entonces lo vio...

    Al fondo, en un balcón alto de hierro negro, una figura observaba todo. Un hombre imponente, elegante, intocable. Vestido con la precisión de un noble en medio del pecado.

    Sus ojos grises recorrían el lugar con calma depredadora… hasta que se cruzaron con los de Lia. Fue solo un instante, pero suficiente, para que un escalofrío recorriera su espina dorsal, haciéndola temblar. Sin darse cuenta, arrugó el afiche entre sus dedos.
    [frost_topaz_hare_445] La neblina acariciaba los adoquines mojados por la reciente lluvia. Sibiu, con su aire medieval y sus techos puntiagudos, parecía sumida en un sueño extraño, donde el tiempo no corría igual. En medio de esa quietud etérea, un afiche húmedo se deslizó con el viento y cayó justo frente a los pies de Lia. Era negro, con detalles en rojo carmesí y una tipografía elegante. En el centro, una silueta masculina envuelta en sombras. “SE BUSCA MUSA. Ministry Nightclub – Contratación inmediata. Belleza, oscuridad y deseo… sin límites.” La imagen era sugerente, casi perturbadora. Lia dudó. ¿Publicidad barata… o algo más? Pero no pudo ignorar la sensación que le erizó la piel al tocar el papel...una especie de pulso, casi imperceptible, vibrando en el aire. Sin pensarlo demasiado, caminó hacia el paradero más cercano y tomó el primer taxi que se detuvo ante su señal. Una vez dentro, las luces de la ciudad pasaban como manchas de neón sobre los cristales empañados. Lia revisaba el afiche una y otra vez. Una parte de ella gritaba que todo aquello era una mala idea… pero otra, más profunda, más insistente, ansiaba descubrir qué la llamaba desde ese lugar. Mientras su mente divagaba, dando vueltas sobre lo mismo, la voz del conductor la sacó de su trance. —¿Ministry? Hmm… lugar raro. La gente entra con una cara… y sale con otra —comentó, en un tono ambiguo, como si escondiera un significado entre líneas. Lia no supo si se trataba de una advertencia, una anécdota o un simple comentario al aire. —¿Qué tipo de gente va ahí? —preguntó, sintiendo que cuanto más indagaba, más crecía dentro de ella esa urgencia incontrolable. —Gente con hambre… pero no de comida —fue lo último que dijo el conductor antes de subir el volumen de la radio, como si quisiera cerrar el tema, o evitar decir algo de lo que pudiera arrepentirse. Veinte minutos después… https://www.youtube.com/watch?v=OlUGhOmIpOA El club se alzaba como una iglesia profana en medio de los edificios apagados. Columnas góticas, vitrales rojos iluminados desde dentro y un portón de hierro forjado le daban un aspecto imponente y algo inquietante. Cuando las puertas se abrieron, una explosión de luces intermitentes, perfumes embriagantes y música industrial la envolvió de inmediato. El aire olía a flores marchitas, cuero y humo dulce. Un portero vestido como un sacerdote del inframundo la dejó pasar sin hacer preguntas, como si ya estuvieran esperándola. Dentro, los cuerpos se movían como mareas humanas, entrelazados en deseo, música y delirio. Era un espectáculo entre lo tribal y lo divino, una danza donde no existía el tiempo ni la culpa. Y entonces lo vio... Al fondo, en un balcón alto de hierro negro, una figura observaba todo. Un hombre imponente, elegante, intocable. Vestido con la precisión de un noble en medio del pecado. Sus ojos grises recorrían el lugar con calma depredadora… hasta que se cruzaron con los de Lia. Fue solo un instante, pero suficiente, para que un escalofrío recorriera su espina dorsal, haciéndola temblar. Sin darse cuenta, arrugó el afiche entre sus dedos.
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    Fandom Supernatural
    Categoría Acción
    ㅤㅤㅤㅤ𝒮𝓉𝒶𝓇𝓉ℯ𝓇 𝓅𝒶𝓇𝒶: DEAN WINCHESTER

    Tres años.
    Habían pasado tres años desde que Claire había vuelto al pasado. Tres años desde que había irrumpido en la vida de los Winchester, tres años desde que casi le provoca un infarto a su madre adoptiva al presentarse en su casa.
    Habían pasado tres años, y habían pasado demasiadas cosas en aquellos tres años. El bunker se había convertido en su hogar. Los hermanos, Castiel y Jack se habían convertido en su familia. Llevaba…. ¿podia ser cierto? Una idea frena los pensamientos de Claire, una idea que hace que todo lo demás se paralice, la mirada azul de la cazadora salta de la extraña e improvisada reunión que se estaba llevando a cabo en el bunker en aquellos momentos, a la pared del mismo, de donde colgaba un calendario realmente cutre, pero que le recordaba y le confirmaba lo que ella buscaba, en pocas horas haría tres años desde que su relación con Dean había comenzado.

    Tres años en los que había llevado a cabo su plan de mantenerlo a salvo. Con más tropiezos y vueltas de las que le gustaría, pero al fin y al cabo el mayor de los hermanos estaba allí, a su lado, respirando.
    Tenía, en todo aquello, que agradecerle a Sam su incondicional ayuda, ya que era el único que sabía la verdadera razón de su viaje, su misión, y le había prometido ayudarle a cumplirla.
    Por el momento, el más alto había cumplido su promesa, incluso cuando parecía imposible, y casi pierden a Dean por su idea de enterrarse vivo en el fondo de Pacifico.
    Si en algún momento había estado tentada de revelarle su secreto, sin duda había sido ese.
    Pero se había mantenido firme y habían superado aquella bala también, y seguía manteniendo una relación con un hombre al que le ocultaba un gran secreto.

    Pero todo aquello, en esos momentos no tenía demasiado importancia, tan solo Claire había disociado ligeramente de la situación que estaban viviendo porque… ¿Cómo no hacerlo? Tenían al puñetero Dios sentado frente a ellos, jugueteando con la radio del bunker (sin tocarla, claro) diciendo que Jack era altamente apocalíptico, y que debia de intervenir.
    Es justamente en ese punto de la conversación en el que Claire vuelve a conectar al cien por cien con la realidad. Justo cuando Chuck señala el “𝑒𝑐𝑢𝑎𝑙𝑖𝑧𝑎𝑑𝑜𝑟” el único arma, recién salida del horno de la creación capaz de matar a Jack. Pero… ¿a qué precio?

    Los ojos de Claire saltaban, como los de Sam y el mismísimo Dios, de Castiel a Dean, y de vuelta al ángel, mientras son testigos de su discusión.
    En el fondo la rubia estaba de acuerdo con Castiel. ¿Iban a matar a Jack? Había matado a Mary, eso era cierto, y sabía que el dolor y la traición que Dean sentía hablaban por él, pero… ¿no habían hecho ellos, todos los que estaban reunidos allí, cosas terribles a seres queridos en los momentos más bajos? ¿Debían abandonar a Jack de aquella manera?
    No, por mucho que le molestara (y sin contar con el hecho de que si Dean mataba a Jack, morirían ambos) aquella vez estaba del lado de Castiel, y una vez disuelta aquella reunión, va en busca del más mayor para hacerle cambiar de opinion.

    O al menos esa es su intención ya que al llegar a la puerta de la habitación de Dean esta estaba abierta y de ella salían las voces de los dos hermanos.
    Debería haberse ido, debería haber seguido su camino, pero se para justo unos centímetros antes de poder ser vista por Sam quien estaba sentado a los pies de la cama, de cara a la puerta.

    La cazadora se mantiene en silencio, mientras escucha. La salida del más alto la toma por sorpresa por lo repentina, pero de un salto se dispone a seguirlo varios metros hasta que considera que sus voces ya no se podrían escuchar y le frena posando una mano en su brazo.

    — Tienes que pararlo, tienes que quitarle la idea de la cabeza, Sam.

    — Lo dices como si fuera algo sencillo hacer eso, Claire. Conoces a Dean…

    — No se merecen esto, ninguno de los dos, y lo sabes, Jack no es culpable de sus actos, no en este estado, no cuando se sacrificó por nosotros, por Dean y me prometiste que le salvarías a toda costa…

    — ¡Nada! No hay nada que quiera hacer más que salvar a mi hermano, pero no sé cómo hacerlo.

    — La clave está en esa pistola… en el ecualizador.

    No tenía claro que Chuck, que Dios, le permitiera vivir allí, o que le permitiera vivir directamente, no sabía si ella estaba siguiendo el plan del altísimo, o si se había salido de la hoja de ruta y la eliminaría con un chasquido de dedos, al igual que había acabado con el tema de no poder mentir, así de sencillo. Quizás debería haber muerto en aquel mundo, y su escapada había torcido sus planes, hecho que, no tenía duda arreglaría muy pronto.
    Así que le daba lo mismo si se arriesgaba a hacer aquello, las personas más peligrosas eran aquellas que no tenían nada que perder.

    Robaría esa pistola y huiría con ella, sabía que la encontrarían, sabía que Chuck sabría dónde está en todo momento, pero esperaba poder tener una mínima posibilidad de poner aquella creación lejos de Dean.
    Sam estaba distrayendo a Chuck, en la biblioteca, pero cuando Claire llega hasta la sala de mandos, Dean estaba subiendo por las escaleras, y saliendo por la puerta, sin mirar atrás, con la pistola encima, y sin despedirse.

    >> — ¿Puedes ir un poco más deprisa?

    El pie derecho de Claire se hundía hacia delante, presionando un acelerador que no existía. No tenía intención de dejar que aquello pasara, no iba a perder a Jack, y por supuesto no iba a perder a Dean.

    — Voy todo lo deprisa que puedo, ya estamos llegando.

    — Joder Sam. JODER.

    La pareja sale del coche y corre a toda prisa, por la suave pradera del cementerio, gritando el nombre de Dean. Aquello era una puñetera ejecución, Jack estaba arrodillado delante del Winchester esperando su suerte, sin oponer resistencia, sin desatar el terrible apocalipsis prometido… Pero Dean estaba demasiado ciego para verlo, debían llegar antes.

    — ¡DEAN. DEAN PARA! ¡NO LO HAGAS!

    Sam se había parado, casi en seco, porque Dean se lo había pedido, pero ella no tenía intención alguna de hacerle caso, no iba a escucharlo cuando él tampoco la escuchaba a ella. Y lo hubiera conseguido si al pasar por su lado, Sam no la hubiera rodeado con el brazo, frenándola y pegándola contra él.

    — Dean…

    Claire ya no gritaba, la tensión del momento había dejado al mundo entero en silencio, Sam seguía sujetándola, al menos hasta que… hasta que Dean baja el arma, y todos (menos Chuck) parecen volver a respirar de nuevo. En ese momento Sam la libera, y Claire toma posición tras Dean, a su derecha, colocando una mano sobre el hombro masculino y casi hinchándose de orgullo al ver como Dean plantaba cara al puñetero Dios. Y de un segundo para el siguiente… se desata el caos.

    Jack estaba muriendo.
    Dean salta por los aires, aterrizando contra una lápida.
    Sam se adelanta a la idea de Claire y es él quien dispara a Chuck, hiriéndose él mismo en el proceso.
    Claire se agacha sobre Sam, comprobando su estado… y de repente…

    — 𝗕𝗶𝗲𝗻𝘃𝗲𝗻𝗶𝗱𝗼𝘀 𝗮𝗹 𝗳𝗶𝗻.

    Aquellas palabras se quedan vibrando en el ambiente. Ahora eran cuatro y un cadáver, y era noche cerrada.
    Claire ayuda a Sam a levantarse, y cuando Dean se acerca, coge la mano de este, permitiéndose aquel sencillo gesto entre ambos para confirmar que estaban bien. Algo sencillo y escueto ya que los ojos de todos los allí presentes no podían separarse de Jack y de los horribles agujeros quemados que exhibía donde antes había lucido unos precioso ojos azules.

    Claire había visto demasiadas cosas en su vida, al igual que los Winchester y sin embargo su mano libre había acudido a cubrir su boca, horrorizada ante la imagen del cuerpo de Jack, aquel muchacho que a pesar de no tener alma, había aceptado la muerte a manos de Dean, consciente de sus actos y las consecuencias que ellos acarreaban. Aún sin alma era mucho mejor, mucho más humano que demasiadas personas. No se merecía aquel final.

    — Deberíamos llevarlo a ca— La tenue voz de la rubia se apaga de golpe cuando de pronto toda la tierra comienza a temblar mientras una brecha de fuego abre el suelo en dos, dejando salir de ella almas condenadas. Ven volar unas cuantas, pero lo más preocupante, por mucho que costara creerlo no era eso, si no que las tumbas a su alrededor estaba comenzando, literalmente a explotar y de ella salían cadáveres, decenas y decenas de ellos, rodeándoles.

    Solo entonces Dean suelta su mano, para armarse a él mismo, a su hermano y a Claire con tres picas de hierro.

    Pronto la lucha se vuelve encarnizada, los zombies atacaban en masa, y ellos se esforzaban en tratar de alejarlos.
    Cada uno luchaba solo contra cuatro, cinco o más cuerpos. Claire los apartaba con asco, a base de patadas, empentones y en cuanto tenía un hueco, por pequeño que fuera, les hundía su pica con rabia. Tenía un objetivo, aparte de no morir bajo aquel asedio descompuesto, y era llegar hasta Dean para evitar que él sucumbiera también. Habían llegado hasta allí, y no iba a permitir que el jodido capricho de un mini Dios con complejo de micro pene, acabara con todo su plan.

    Mientras más y más almas seguían sobrevolando el cielo, escapando de la brecha.
    El poder de Castiel acabando con los zombies iluminaba la noche, y los gruñidos y los chasquidos de los huesos y los dientes desnudos de aquellos bichos le revolvían el estómago a Claire.
    La llamada del ángel mientras se echaba al hombro a Jack, se hace escuchar por encima de todo aquel caos, y esta vez es Dean quien quitándole un zombie de encima coge su mano y tira de ella sacándola del circulo que habían creado a su alrededor para poder correr tras Sam, Jack y Cas. “𝑆𝑢 𝑝𝑎𝑑𝑟𝑒” había liberado parcialmente el camino, y ahora empalaban muertos mientras corrían hacia lo que claramente era un mausoleo.
    Los cinco (incluyendo a Jack) se precipitan dentro, Sam y Dean cierran la puerta, atrancándola.

    — Perfecto, dos minutos de calma en un puta ratonera. Que alguien haga una marca, acabamos de romper una ley mística del universo.

    Ahí estaba el mal humor de Claire camuflado con un comentario ácido y parcialmente pasota mientras veía a Castiel depositar en el suelo a Jack con el mayor de los cuidados. Tenía las manos cerradas en dos puños, el derecho rodeando aun la pica de hierro, con tanta fuerza que tenía blancos los nudillos.
    Sam pensaba que aquella puerta iba a aguantar, pero Claire, viendo los empujones que daban desde fuera, y la forma en la que, las hojas temblaban contra los goznes, tenía serias dudas, de modo que mientras los hermanos inspeccionaban el lugar, y Castiel se ocupaba de Jack o lo que quedaba de él, ella sube los tres pequeños escalones que hay entre la puerta y ellos, y se coloca allí, como una pobre pero fiera primera línea de defensa si aquellas abominaciones conseguían entrar.


    𝐹𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑐𝑟𝑒𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑟 Hope Mikaelson ‼AU
    ㅤㅤㅤㅤ𝒮𝓉𝒶𝓇𝓉ℯ𝓇 𝓅𝒶𝓇𝒶: [JerkHuntxr] Tres años. Habían pasado tres años desde que Claire había vuelto al pasado. Tres años desde que había irrumpido en la vida de los Winchester, tres años desde que casi le provoca un infarto a su madre adoptiva al presentarse en su casa. Habían pasado tres años, y habían pasado demasiadas cosas en aquellos tres años. El bunker se había convertido en su hogar. Los hermanos, Castiel y Jack se habían convertido en su familia. Llevaba…. ¿podia ser cierto? Una idea frena los pensamientos de Claire, una idea que hace que todo lo demás se paralice, la mirada azul de la cazadora salta de la extraña e improvisada reunión que se estaba llevando a cabo en el bunker en aquellos momentos, a la pared del mismo, de donde colgaba un calendario realmente cutre, pero que le recordaba y le confirmaba lo que ella buscaba, en pocas horas haría tres años desde que su relación con Dean había comenzado. Tres años en los que había llevado a cabo su plan de mantenerlo a salvo. Con más tropiezos y vueltas de las que le gustaría, pero al fin y al cabo el mayor de los hermanos estaba allí, a su lado, respirando. Tenía, en todo aquello, que agradecerle a Sam su incondicional ayuda, ya que era el único que sabía la verdadera razón de su viaje, su misión, y le había prometido ayudarle a cumplirla. Por el momento, el más alto había cumplido su promesa, incluso cuando parecía imposible, y casi pierden a Dean por su idea de enterrarse vivo en el fondo de Pacifico. Si en algún momento había estado tentada de revelarle su secreto, sin duda había sido ese. Pero se había mantenido firme y habían superado aquella bala también, y seguía manteniendo una relación con un hombre al que le ocultaba un gran secreto. Pero todo aquello, en esos momentos no tenía demasiado importancia, tan solo Claire había disociado ligeramente de la situación que estaban viviendo porque… ¿Cómo no hacerlo? Tenían al puñetero Dios sentado frente a ellos, jugueteando con la radio del bunker (sin tocarla, claro) diciendo que Jack era altamente apocalíptico, y que debia de intervenir. Es justamente en ese punto de la conversación en el que Claire vuelve a conectar al cien por cien con la realidad. Justo cuando Chuck señala el “𝑒𝑐𝑢𝑎𝑙𝑖𝑧𝑎𝑑𝑜𝑟” el único arma, recién salida del horno de la creación capaz de matar a Jack. Pero… ¿a qué precio? Los ojos de Claire saltaban, como los de Sam y el mismísimo Dios, de Castiel a Dean, y de vuelta al ángel, mientras son testigos de su discusión. En el fondo la rubia estaba de acuerdo con Castiel. ¿Iban a matar a Jack? Había matado a Mary, eso era cierto, y sabía que el dolor y la traición que Dean sentía hablaban por él, pero… ¿no habían hecho ellos, todos los que estaban reunidos allí, cosas terribles a seres queridos en los momentos más bajos? ¿Debían abandonar a Jack de aquella manera? No, por mucho que le molestara (y sin contar con el hecho de que si Dean mataba a Jack, morirían ambos) aquella vez estaba del lado de Castiel, y una vez disuelta aquella reunión, va en busca del más mayor para hacerle cambiar de opinion. O al menos esa es su intención ya que al llegar a la puerta de la habitación de Dean esta estaba abierta y de ella salían las voces de los dos hermanos. Debería haberse ido, debería haber seguido su camino, pero se para justo unos centímetros antes de poder ser vista por Sam quien estaba sentado a los pies de la cama, de cara a la puerta. La cazadora se mantiene en silencio, mientras escucha. La salida del más alto la toma por sorpresa por lo repentina, pero de un salto se dispone a seguirlo varios metros hasta que considera que sus voces ya no se podrían escuchar y le frena posando una mano en su brazo. — Tienes que pararlo, tienes que quitarle la idea de la cabeza, Sam. — Lo dices como si fuera algo sencillo hacer eso, Claire. Conoces a Dean… — No se merecen esto, ninguno de los dos, y lo sabes, Jack no es culpable de sus actos, no en este estado, no cuando se sacrificó por nosotros, por Dean y me prometiste que le salvarías a toda costa… — ¡Nada! No hay nada que quiera hacer más que salvar a mi hermano, pero no sé cómo hacerlo. — La clave está en esa pistola… en el ecualizador. No tenía claro que Chuck, que Dios, le permitiera vivir allí, o que le permitiera vivir directamente, no sabía si ella estaba siguiendo el plan del altísimo, o si se había salido de la hoja de ruta y la eliminaría con un chasquido de dedos, al igual que había acabado con el tema de no poder mentir, así de sencillo. Quizás debería haber muerto en aquel mundo, y su escapada había torcido sus planes, hecho que, no tenía duda arreglaría muy pronto. Así que le daba lo mismo si se arriesgaba a hacer aquello, las personas más peligrosas eran aquellas que no tenían nada que perder. Robaría esa pistola y huiría con ella, sabía que la encontrarían, sabía que Chuck sabría dónde está en todo momento, pero esperaba poder tener una mínima posibilidad de poner aquella creación lejos de Dean. Sam estaba distrayendo a Chuck, en la biblioteca, pero cuando Claire llega hasta la sala de mandos, Dean estaba subiendo por las escaleras, y saliendo por la puerta, sin mirar atrás, con la pistola encima, y sin despedirse. >> — ¿Puedes ir un poco más deprisa? El pie derecho de Claire se hundía hacia delante, presionando un acelerador que no existía. No tenía intención de dejar que aquello pasara, no iba a perder a Jack, y por supuesto no iba a perder a Dean. — Voy todo lo deprisa que puedo, ya estamos llegando. — Joder Sam. JODER. La pareja sale del coche y corre a toda prisa, por la suave pradera del cementerio, gritando el nombre de Dean. Aquello era una puñetera ejecución, Jack estaba arrodillado delante del Winchester esperando su suerte, sin oponer resistencia, sin desatar el terrible apocalipsis prometido… Pero Dean estaba demasiado ciego para verlo, debían llegar antes. — ¡DEAN. DEAN PARA! ¡NO LO HAGAS! Sam se había parado, casi en seco, porque Dean se lo había pedido, pero ella no tenía intención alguna de hacerle caso, no iba a escucharlo cuando él tampoco la escuchaba a ella. Y lo hubiera conseguido si al pasar por su lado, Sam no la hubiera rodeado con el brazo, frenándola y pegándola contra él. — Dean… Claire ya no gritaba, la tensión del momento había dejado al mundo entero en silencio, Sam seguía sujetándola, al menos hasta que… hasta que Dean baja el arma, y todos (menos Chuck) parecen volver a respirar de nuevo. En ese momento Sam la libera, y Claire toma posición tras Dean, a su derecha, colocando una mano sobre el hombro masculino y casi hinchándose de orgullo al ver como Dean plantaba cara al puñetero Dios. Y de un segundo para el siguiente… se desata el caos. Jack estaba muriendo. Dean salta por los aires, aterrizando contra una lápida. Sam se adelanta a la idea de Claire y es él quien dispara a Chuck, hiriéndose él mismo en el proceso. Claire se agacha sobre Sam, comprobando su estado… y de repente… — 𝗕𝗶𝗲𝗻𝘃𝗲𝗻𝗶𝗱𝗼𝘀 𝗮𝗹 𝗳𝗶𝗻. Aquellas palabras se quedan vibrando en el ambiente. Ahora eran cuatro y un cadáver, y era noche cerrada. Claire ayuda a Sam a levantarse, y cuando Dean se acerca, coge la mano de este, permitiéndose aquel sencillo gesto entre ambos para confirmar que estaban bien. Algo sencillo y escueto ya que los ojos de todos los allí presentes no podían separarse de Jack y de los horribles agujeros quemados que exhibía donde antes había lucido unos precioso ojos azules. Claire había visto demasiadas cosas en su vida, al igual que los Winchester y sin embargo su mano libre había acudido a cubrir su boca, horrorizada ante la imagen del cuerpo de Jack, aquel muchacho que a pesar de no tener alma, había aceptado la muerte a manos de Dean, consciente de sus actos y las consecuencias que ellos acarreaban. Aún sin alma era mucho mejor, mucho más humano que demasiadas personas. No se merecía aquel final. — Deberíamos llevarlo a ca— La tenue voz de la rubia se apaga de golpe cuando de pronto toda la tierra comienza a temblar mientras una brecha de fuego abre el suelo en dos, dejando salir de ella almas condenadas. Ven volar unas cuantas, pero lo más preocupante, por mucho que costara creerlo no era eso, si no que las tumbas a su alrededor estaba comenzando, literalmente a explotar y de ella salían cadáveres, decenas y decenas de ellos, rodeándoles. Solo entonces Dean suelta su mano, para armarse a él mismo, a su hermano y a Claire con tres picas de hierro. Pronto la lucha se vuelve encarnizada, los zombies atacaban en masa, y ellos se esforzaban en tratar de alejarlos. Cada uno luchaba solo contra cuatro, cinco o más cuerpos. Claire los apartaba con asco, a base de patadas, empentones y en cuanto tenía un hueco, por pequeño que fuera, les hundía su pica con rabia. Tenía un objetivo, aparte de no morir bajo aquel asedio descompuesto, y era llegar hasta Dean para evitar que él sucumbiera también. Habían llegado hasta allí, y no iba a permitir que el jodido capricho de un mini Dios con complejo de micro pene, acabara con todo su plan. Mientras más y más almas seguían sobrevolando el cielo, escapando de la brecha. El poder de Castiel acabando con los zombies iluminaba la noche, y los gruñidos y los chasquidos de los huesos y los dientes desnudos de aquellos bichos le revolvían el estómago a Claire. La llamada del ángel mientras se echaba al hombro a Jack, se hace escuchar por encima de todo aquel caos, y esta vez es Dean quien quitándole un zombie de encima coge su mano y tira de ella sacándola del circulo que habían creado a su alrededor para poder correr tras Sam, Jack y Cas. “𝑆𝑢 𝑝𝑎𝑑𝑟𝑒” había liberado parcialmente el camino, y ahora empalaban muertos mientras corrían hacia lo que claramente era un mausoleo. Los cinco (incluyendo a Jack) se precipitan dentro, Sam y Dean cierran la puerta, atrancándola. — Perfecto, dos minutos de calma en un puta ratonera. Que alguien haga una marca, acabamos de romper una ley mística del universo. Ahí estaba el mal humor de Claire camuflado con un comentario ácido y parcialmente pasota mientras veía a Castiel depositar en el suelo a Jack con el mayor de los cuidados. Tenía las manos cerradas en dos puños, el derecho rodeando aun la pica de hierro, con tanta fuerza que tenía blancos los nudillos. Sam pensaba que aquella puerta iba a aguantar, pero Claire, viendo los empujones que daban desde fuera, y la forma en la que, las hojas temblaban contra los goznes, tenía serias dudas, de modo que mientras los hermanos inspeccionaban el lugar, y Castiel se ocupaba de Jack o lo que quedaba de él, ella sube los tres pequeños escalones que hay entre la puerta y ellos, y se coloca allí, como una pobre pero fiera primera línea de defensa si aquellas abominaciones conseguían entrar. 𝐹𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑐𝑟𝑒𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑟 [thetribrid]
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    // no saben el dolor y el sufrimiento que es editar una imagen ia, pero por fin tengo nuevo diseño, HAAAAAAA una hora más, pero por fin podré mimir porque ya me conforme con el resultado de Yoli
    // no saben el dolor y el sufrimiento que es editar una imagen ia, pero por fin tengo nuevo diseño, HAAAAAAA una hora más, pero por fin podré mimir porque ya me conforme con el resultado de Yoli :STK-12:
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  • The Bloody Coffee - The Meeting
    Fandom Jujutsu Kaisen/Original.
    Categoría Slice of Life
    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Cafetería Nébula, 2:03 a. m.
    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Colorado, USA.

    ⠀⠀Una nevada fina golpeaba los ventanales como dedos impacientes. El vapor de las tazas flotaba en el aire, trazando formas efímeras que a Tascio le resultaban... familiares.

    ⠀⠀Estaba sentado al fondo, donde la luz era más tenue y la soledad, más cómoda. Su abrigo oscuro colgaba como una sombra más de su silueta. Frente a él, un café negro apenas tocado, y un cuaderno lleno de garabatos, sellos, y palabras que no pronunciaba desde hacía semanas. Mucha simbología perdida, incluso en la portada, hasta pequeños garabatos en la mesa, mostrando lo desordenado de sus pensamientos, obsesivo de su objetivo.

    ⠀⠀La ciudad dormía. Pero él no. La noche es joven.

    ⠀⠀Sintió el cambio antes de oírlo: una presión sutil, como si el aire se doblara para no tocar algo.
    ⠀⠀El timbre de la puerta ni siquiera sonó. No se escucharon pasos, solo la tenue luz del local pudo dar la imagen que daba origen a esa atmósfera. Una mujer, de buenas proporciones, ojos cuales rubíes, y esa caballera negra lisa, con los bordados de la luz sobre ella, similar al estrellado cielo.

    ⠀⠀La vio entrar. E inmediatamente supo que lo natural había sido pateado por la puerta, el de ojos malva miró a la mujer, detenidamente. Da igual si se diera cuenta, le fascinaba y de alguna manera, quería que ella lo supiera.

    ⠀⠀El aura que emitía esa mujer era maleficio puro. Abrazaba su figura como un vestido aterciopelado, elegante, distinto a cualquier tela.

    ⠀⠀Sonrió, sin levantar la vista del cuaderno. El cual cerró.

    ⠀⠀Alzó la cabeza, y con el ánimo de alguien que invita a lo prohibido, con un temple indemne se acercó, su figura musculada entonces cortó cualquier distancia e... ¡Invadió su espacio personal!
    ⠀⠀⸻ "¿De dónde eres?¿qué eres?¿cómo te llamas?¿te gustan los wafles?" ⸻ Incluso la sacudió brevemente. Ahora, su expresión parecía la de un fanático obsesivo.

    ⠀⠀Aquella criatura de la noche había despertado algo terrorífico con su mera presencia: el fanatismo de un adicto a la mitología.

    𝙀𝙢𝙚𝙢 𝙇𝙤𝙪𝙞𝙨
    ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Cafetería Nébula, 2:03 a. m. ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀Colorado, USA. ⠀⠀Una nevada fina golpeaba los ventanales como dedos impacientes. El vapor de las tazas flotaba en el aire, trazando formas efímeras que a Tascio le resultaban... familiares. ⠀⠀Estaba sentado al fondo, donde la luz era más tenue y la soledad, más cómoda. Su abrigo oscuro colgaba como una sombra más de su silueta. Frente a él, un café negro apenas tocado, y un cuaderno lleno de garabatos, sellos, y palabras que no pronunciaba desde hacía semanas. Mucha simbología perdida, incluso en la portada, hasta pequeños garabatos en la mesa, mostrando lo desordenado de sus pensamientos, obsesivo de su objetivo. ⠀⠀La ciudad dormía. Pero él no. La noche es joven. ⠀⠀Sintió el cambio antes de oírlo: una presión sutil, como si el aire se doblara para no tocar algo. ⠀⠀El timbre de la puerta ni siquiera sonó. No se escucharon pasos, solo la tenue luz del local pudo dar la imagen que daba origen a esa atmósfera. Una mujer, de buenas proporciones, ojos cuales rubíes, y esa caballera negra lisa, con los bordados de la luz sobre ella, similar al estrellado cielo. ⠀⠀La vio entrar. E inmediatamente supo que lo natural había sido pateado por la puerta, el de ojos malva miró a la mujer, detenidamente. Da igual si se diera cuenta, le fascinaba y de alguna manera, quería que ella lo supiera. ⠀⠀El aura que emitía esa mujer era maleficio puro. Abrazaba su figura como un vestido aterciopelado, elegante, distinto a cualquier tela. ⠀⠀Sonrió, sin levantar la vista del cuaderno. El cual cerró. ⠀⠀Alzó la cabeza, y con el ánimo de alguien que invita a lo prohibido, con un temple indemne se acercó, su figura musculada entonces cortó cualquier distancia e... ¡Invadió su espacio personal! ⠀⠀⸻ "¿De dónde eres?¿qué eres?¿cómo te llamas?¿te gustan los wafles?" ⸻ Incluso la sacudió brevemente. Ahora, su expresión parecía la de un fanático obsesivo. ⠀⠀Aquella criatura de la noche había despertado algo terrorífico con su mera presencia: el fanatismo de un adicto a la mitología. ⠀ [EmemL0uis]
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  • El Laberinto de Cristal ᴸ ᴵ ᴮ ᴿ ᴱ
    Fandom Original
    Categoría Acción
    Baja del ascensor y la realidad se tambalea.

    Donde debería haber un pasillo elegante hacia la cafetería de la última planta, hay un corredor angosto, estrecho, con paredes de espejo que se estiran y retuercen hacia lo imposible. Reflejos distorsionados la miran desde ángulos que no deberían existir. Ella da un paso, y su imagen en el vidrio sonríe un segundo antes que ella. Otro paso, y el reflejo titubea.

    Algo está mal.
    Con ella.

    El aire es espeso, cargado de electricidad y perfume artificial que se descompone en algo ácido. El mármol bajo sus pies vibra, vivo, palpita bajo la suela de sus zapatos. Y aun así, Ekkora no se detiene. No duda. No teme. Camina con la tranquilidad de pertenecer, de conocer las cosas que arañan desde el otro lado del espejo.

    Ella pertenece aquí.
    Y el lugar lo sabe.

    Los espejos gotean humedad, tiemblan al paso de su sombra. En las esquinas de su visión hay movimientos, figuras que no deberían estar allí. De sí misma. De otros.

    Más pasos.
    Más reflejos.
    Todos fuera de sincronía.

    Gritos.

    Gritos quebrados, desgarrados, hechos de saliva, miedo y desesperaciónn. No provienen de adelante ni de atrás. Vienen de dentro. Como si alguien gritara atrapado entre los muros reflectantes, raspando con las uñas para salir.

    Ekkora gira la cabeza. Una sonrisa apenas visible le nace en los labios.

    — ¿Quién está ahí?

    Su reflejo se retuerce en el espejo.

    — ¿Necesitas ayuda?

    Ella sigue el sonido, sin prisa, con curiosidad. Algo antiguo latiendo en su pecho como una segunda voz, porque la realidad ha cambiado por ella y siente el eco de su propia fuerza en cada muro de cristal.
    Baja del ascensor y la realidad se tambalea. Donde debería haber un pasillo elegante hacia la cafetería de la última planta, hay un corredor angosto, estrecho, con paredes de espejo que se estiran y retuercen hacia lo imposible. Reflejos distorsionados la miran desde ángulos que no deberían existir. Ella da un paso, y su imagen en el vidrio sonríe un segundo antes que ella. Otro paso, y el reflejo titubea. Algo está mal. Con ella. El aire es espeso, cargado de electricidad y perfume artificial que se descompone en algo ácido. El mármol bajo sus pies vibra, vivo, palpita bajo la suela de sus zapatos. Y aun así, Ekkora no se detiene. No duda. No teme. Camina con la tranquilidad de pertenecer, de conocer las cosas que arañan desde el otro lado del espejo. Ella pertenece aquí. Y el lugar lo sabe. Los espejos gotean humedad, tiemblan al paso de su sombra. En las esquinas de su visión hay movimientos, figuras que no deberían estar allí. De sí misma. De otros. Más pasos. Más reflejos. Todos fuera de sincronía. Gritos. Gritos quebrados, desgarrados, hechos de saliva, miedo y desesperaciónn. No provienen de adelante ni de atrás. Vienen de dentro. Como si alguien gritara atrapado entre los muros reflectantes, raspando con las uñas para salir. Ekkora gira la cabeza. Una sonrisa apenas visible le nace en los labios. — ¿Quién está ahí? Su reflejo se retuerce en el espejo. — ¿Necesitas ayuda? Ella sigue el sonido, sin prisa, con curiosidad. Algo antiguo latiendo en su pecho como una segunda voz, porque la realidad ha cambiado por ella y siente el eco de su propia fuerza en cada muro de cristal.
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  • -Por todo lo sucedido con su hermano fue al hazbin para ver cómo estaba su hijo al entrar pudo ver cómo estaba vestido Damián descolocó un poco realmente era su viva imagen evite mirarlo por un momento para tomar aire y conponerme sabía que su hijo no tenía la culpa de nada se repetía una y otra vez en su mente esas palabras hasta que sintió como lo abrazaban al ver quien era con una sonrisa Damián se pegaba a mi dedicándome una mirada tierna lo tome en brazos cargandolo y besar sus mejillas -

    Mi dulce principe mi querida estrella dime me extrañaste ?

    Damian : si papi te extrañe mucho me porte bien mi hermanita char char me hizo este traje como me veo ?

    Te vez adorable mi niño nadie es digno de ver lo tierno que te vez

    Charlie: Alastor no sabía que venías Pero que bueno que estás aquí Damián se portó de maravilla

    Gracias Charlie no se que hubiera hecho sin ti sin tu ayuda debes tener mucho trabajo con todo esto ....

    Charlie: -tomo su mano consolandote con sinceridad -

    Ch: no te preocupes Alastor yo te entiendo no me debes explicaciones de nada te entiendo completamente

    -Sonrió abrazando a Damián con ternura y agradecido por la sinceridad de las palabras de Charlie -

    Bueno que tal si vamos a casa cariño hay algunas cosas que deberías saber Pero primero quiero consentir a mi querido y adorable príncipe

    Damian : -me brillan los ojos de la emoción -
    Encerio papi puedo pedir lo que sea?

    Claro cariño tu pide y te lo daré
    -Sonriendo anpliamente -

    Damian: mmm yo quiero visitar el mundo humano papi

    -Me descolocó el pedido de mi hijo -
    Quieres ir a la. Tierra? Porque ?

    Damian: en un libro leí que en la tierra hay muchos animales y un lugar donde el agua no tiene inicio ni fin

    Ooohh te refieres al oceano quieres conocer ese lugar ?

    Damian : si papi quiero ver cómo es y si lo que ví en los libros es verdad

    Está bien cariño se hará como tú digas

    -Nos despedimos de Charlie para luego llegar a casa -
    -Por todo lo sucedido con su hermano fue al hazbin para ver cómo estaba su hijo al entrar pudo ver cómo estaba vestido Damián descolocó un poco realmente era su viva imagen evite mirarlo por un momento para tomar aire y conponerme sabía que su hijo no tenía la culpa de nada se repetía una y otra vez en su mente esas palabras hasta que sintió como lo abrazaban al ver quien era con una sonrisa Damián se pegaba a mi dedicándome una mirada tierna lo tome en brazos cargandolo y besar sus mejillas - Mi dulce principe mi querida estrella dime me extrañaste ? Damian : si papi te extrañe mucho me porte bien mi hermanita char char me hizo este traje como me veo ? Te vez adorable mi niño nadie es digno de ver lo tierno que te vez Charlie: Alastor no sabía que venías Pero que bueno que estás aquí Damián se portó de maravilla Gracias Charlie no se que hubiera hecho sin ti sin tu ayuda debes tener mucho trabajo con todo esto .... Charlie: -tomo su mano consolandote con sinceridad - Ch: no te preocupes Alastor yo te entiendo no me debes explicaciones de nada te entiendo completamente -Sonrió abrazando a Damián con ternura y agradecido por la sinceridad de las palabras de Charlie - Bueno que tal si vamos a casa cariño hay algunas cosas que deberías saber Pero primero quiero consentir a mi querido y adorable príncipe Damian : -me brillan los ojos de la emoción - Encerio papi puedo pedir lo que sea? Claro cariño tu pide y te lo daré -Sonriendo anpliamente - Damian: mmm yo quiero visitar el mundo humano papi -Me descolocó el pedido de mi hijo - Quieres ir a la. Tierra? Porque ? Damian: en un libro leí que en la tierra hay muchos animales y un lugar donde el agua no tiene inicio ni fin :STK-9: Ooohh te refieres al oceano quieres conocer ese lugar ? Damian : si papi quiero ver cómo es y si lo que ví en los libros es verdad Está bien cariño se hará como tú digas -Nos despedimos de Charlie para luego llegar a casa -
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