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    — ​El aire de la noche sobre el Gran Santuario Narukami era fresco, pero los pétalos de cerezo que cubrían el estanque privado no se movían, inmovilizados en un silencio melancólico. Una única linterna de piedra luchaba por iluminar las sombras.

    ​La sacerdotisa se sentaba en el borde de granito pulido, un contraste de carne pálida y kimono rojo y blanco contra la oscuridad circundante. Sus pies, delicados y sin adorno, apenas rozaban la superficie del agua quieta. El reflejo de la luna en la poza se distorsionaba sutilmente con el roce de sus dedos.

    ​Llevaba un pétalo de sakura entre el pulgar y el índice, examinándolo con una intensidad inapropiada para un objeto tan efímero. Sus ojos, normalmente llenos de picardía y calculada astucia, estaban velados por una quietud que no era paz, sino represión.

    ​—Estos pétalos... se aferran a la rama hasta que el viento se los lleva—murmuró, su voz suave y plana, desprovista del habitual timbre melifluo. —Es la naturaleza de las cosas, supongo. Y sin embargo...—
    ​Ella giró el diminuto fragmento floral, la luz de la linterna capturando por un instante el brillo solitario de sus ojos. Había una punzada de amargura que apenas lograba contener.

    ​—Uno pensaría que, siendo un ser de esta longevidad y posición, estaría por encima de la simple esperanza. Una quimera, en el mejor de los casos. La certeza es una comodidad tan vulgar. Y la decepción... es simplemente la consecuencia lógica de haber albergado una fantasía, ¿no es así?—
    ​Cerró los ojos, no por consuelo, sino como si intentara bloquear una visión persistente. Cuando los abrió, su mirada se perdió en el agua, buscando sin éxito el consuelo de las estrellas. La persona que había partido no estaba aquí, pero su ausencia se sentía como un peso tangible sobre los hombros de Miko.

    ​—Me pregunto si el recuerdo de esta estúpida orilla tiene el mismo peso para ella que lo tiene para mí,—continuó, su tono volviéndose ligeramente más frío, más aislador. —Probablemente no. La distancia difumina los colores, y con el tiempo, hasta la imagen más vívida se convierte en una simple anécdota. Una lección para la zorra sabia, supongo.—

    ​Dejó caer el pétalo en el agua. La onda mínima que creó fue la única perturbación en el estanque. Miko retiró sus pies, secándolos con lentitud metódica, y luego se abrazó con un brazo, un gesto instintivo que inmediatamente corrigió, volviendo a su postura habitual de elegante desinterés. Estaba tratando de convencerse a sí misma de que su aislamiento era un acto de voluntad, no una consecuencia de un dolor.
    ​—No es tristeza. Es... una irritación calculada,— declaró al aire vacío. —Como una historia con un final que ya conocías, pero que aun así te molesta. Mi papel es aquí, inamovible, como este Santuario. El suyo es seguir. No es que esperara... otra cosa.—
    ​Se puso de pie, su vestimenta ondeando con el movimiento, y miró hacia el cielo. El cariño, para ella, era una carga, un lastre que ahora se resentía de llevar sola.
    ​—El cariño es un ancla con una cadena demasiado larga. Te crees libre hasta que el otro zarpa y sientes el tirón. Reprimida, sí. Aislada, por elección. Porque, francamente, tener un corazón que se siente... decepcionado... es una debilidad impropia de una Sacerdotisa Principal. Mañana, seré de nuevo solo la Gran Sacerdotisa Yae Miko. Ahora... solo soy yo.—
    🌸— ​El aire de la noche sobre el Gran Santuario Narukami era fresco, pero los pétalos de cerezo que cubrían el estanque privado no se movían, inmovilizados en un silencio melancólico. Una única linterna de piedra luchaba por iluminar las sombras. ​La sacerdotisa se sentaba en el borde de granito pulido, un contraste de carne pálida y kimono rojo y blanco contra la oscuridad circundante. Sus pies, delicados y sin adorno, apenas rozaban la superficie del agua quieta. El reflejo de la luna en la poza se distorsionaba sutilmente con el roce de sus dedos. ​Llevaba un pétalo de sakura entre el pulgar y el índice, examinándolo con una intensidad inapropiada para un objeto tan efímero. Sus ojos, normalmente llenos de picardía y calculada astucia, estaban velados por una quietud que no era paz, sino represión. ​—Estos pétalos... se aferran a la rama hasta que el viento se los lleva—murmuró, su voz suave y plana, desprovista del habitual timbre melifluo. —Es la naturaleza de las cosas, supongo. Y sin embargo...— ​Ella giró el diminuto fragmento floral, la luz de la linterna capturando por un instante el brillo solitario de sus ojos. Había una punzada de amargura que apenas lograba contener. ​—Uno pensaría que, siendo un ser de esta longevidad y posición, estaría por encima de la simple esperanza. Una quimera, en el mejor de los casos. La certeza es una comodidad tan vulgar. Y la decepción... es simplemente la consecuencia lógica de haber albergado una fantasía, ¿no es así?— ​Cerró los ojos, no por consuelo, sino como si intentara bloquear una visión persistente. Cuando los abrió, su mirada se perdió en el agua, buscando sin éxito el consuelo de las estrellas. La persona que había partido no estaba aquí, pero su ausencia se sentía como un peso tangible sobre los hombros de Miko. ​—Me pregunto si el recuerdo de esta estúpida orilla tiene el mismo peso para ella que lo tiene para mí,—continuó, su tono volviéndose ligeramente más frío, más aislador. —Probablemente no. La distancia difumina los colores, y con el tiempo, hasta la imagen más vívida se convierte en una simple anécdota. Una lección para la zorra sabia, supongo.— ​Dejó caer el pétalo en el agua. La onda mínima que creó fue la única perturbación en el estanque. Miko retiró sus pies, secándolos con lentitud metódica, y luego se abrazó con un brazo, un gesto instintivo que inmediatamente corrigió, volviendo a su postura habitual de elegante desinterés. Estaba tratando de convencerse a sí misma de que su aislamiento era un acto de voluntad, no una consecuencia de un dolor. ​—No es tristeza. Es... una irritación calculada,— declaró al aire vacío. —Como una historia con un final que ya conocías, pero que aun así te molesta. Mi papel es aquí, inamovible, como este Santuario. El suyo es seguir. No es que esperara... otra cosa.— ​Se puso de pie, su vestimenta ondeando con el movimiento, y miró hacia el cielo. El cariño, para ella, era una carga, un lastre que ahora se resentía de llevar sola. ​—El cariño es un ancla con una cadena demasiado larga. Te crees libre hasta que el otro zarpa y sientes el tirón. Reprimida, sí. Aislada, por elección. Porque, francamente, tener un corazón que se siente... decepcionado... es una debilidad impropia de una Sacerdotisa Principal. Mañana, seré de nuevo solo la Gran Sacerdotisa Yae Miko. Ahora... solo soy yo.—
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  • Diablo blanco

    La sangre era reconfortante; el sabor del hierro y la elasticidad del músculo le proporcionaban siempre una gran satisfacción. La neblina de calor que estas cosas le hacían sentir a Akemi era un ardor por corto tiempo, terminando siempre en una nueva caída en el frío del ambiente. Había algo extraño: tenía hambre a pesar de haber comido hace poco (algo relativo). Tenía energía, tenía el estómago lleno, pero la saciedad no llegaba a su cuerpo en ningún momento. Su haori no parecía ser suficiente para mitigar el frío que se instalaba en sus huesos. Había pasado muchos días caminando del campo hasta la ciudad, más por ocio que por otra cosa. No buscaba mezclarse mucho con la gente, después de todo, llamaba demasiado la atención al ser tan alto y usar una ropa tan formal, eso sin tener en cuenta su cabello o el uso constante de máscara. No había motivos ocultos detrás de ese tipo de cambios radicales de región; solo quería pasar un tiempo sin pensar, comer “algo” de la ciudad, quizás ver cosas lindas y devolverse al campo. No había muchas pretensiones en su viaje esporádico. Lo único malo era que sentía un hambre creciente en su cabeza y estómago.

    No supo en qué momento llegó aquel terreno baldío donde dejó en los huesos a su última víctima. Por lo general, él hace más lento el proceso de la cacería, quitando la energía de a poco, aterrorizando todo lo posible a la persona, pero esta vez solo decidió hacerlo rápido y ceder también ante la gula de tragar sangre y desgarrar la piel con su propia boca deformada. Y aunque era muy fan de usar máscara, la máscara de onna era de sus menos favoritas; sentía que tenía cierta imagen cómica que a veces le jugaba en contra. Si bien le gusta gastar bromas, quiere que en su mayoría sean para causar terror o desesperación. Además, las máscaras de teatro nōh le obligan a ver menos de lo que ya veía habitualmente; sus ojos oscuros algo grisáceos parecían ser un poco menos confiables que antes. Aun así, veía un leve brillo a la altura de sus pies, iluminando de forma tenue sus tobillos y el kimono salpicado de sangre. Debía suponer que era algo que cargaba su víctima, después de todo, recordaba que no iba a hacer nada hasta que terminó encandilado por una luz amarilla hacia su dirección. Pudo haberle obligado a olvidar lo que había visto, pero lo tomó como señal para alimentarse.

    Se acercó de forma suave y grácil a la fuente de luz mientras se colocaba la máscara sobre el rostro. De por sí, veía aquel brillo de forma tenue a pesar de la intensidad de esta. Se iba a inclinar solo para tomar la linterna, pero la verdad es que no le vio la necesidad. Eso no iba a cambiar que su vista estaba algo dañada, tampoco que sentía el frío de una próxima nevada, y mucho menos el hecho de que aún sentía un hambre que le calaba hasta lo más profundo de su ser. Se quedó parado un momento a centímetros del brillo, esperando sentir algo más allá del frío. Bajó un poco las manos, alisando como podía el kimono. Había estropeado un poco su imagen para esta cacería; lo bueno es que no se incomodaba con esos zapatos molestos que usaban los humanos, y podía sentir con sus pies lo suave de la grama junto con los parches llenos de piedras pequeñas y algo incómodas. De alguna forma, estaba contento de haber terminado en un lugar sin tanta gente y lo suficientemente oscuro para no tener que preocuparse sobre la sangre que tenía encima. Decidió caminar por un momento, paseándose por el camino empedrado con los pies descalzos, con pasos lentos, pausados, tomándose su tiempo en tratar de ver bien los detalles del lugar. Las plantas, los árboles a los que alcanzaba algunos con las ramas altas, algunas cubiertas con escarcha en las hojas blandas que aún tenía encima, tocándoles con la punta de las uñas, con una delicadeza que ni solía tener con la carne de sus víctimas.

    Pasado un tiempo de quietud, mirando (sin observar en realidad) al suelo y arreglando su cabello, comenzó a cantar con voz suave, gentil y algo aterradora para la ocasión una canción infantil: "Pyoko pyoko, pyoko pyoko, nigedasou". Saboreaba las palabras con una voz aterciopelada, esperando poder seguir disfrutando de su tiempo antes de emprender camino fuera de ese lugar para, o volver al campo, o ir a algún otro lugar remoto de la ciudad.
    Diablo blanco La sangre era reconfortante; el sabor del hierro y la elasticidad del músculo le proporcionaban siempre una gran satisfacción. La neblina de calor que estas cosas le hacían sentir a Akemi era un ardor por corto tiempo, terminando siempre en una nueva caída en el frío del ambiente. Había algo extraño: tenía hambre a pesar de haber comido hace poco (algo relativo). Tenía energía, tenía el estómago lleno, pero la saciedad no llegaba a su cuerpo en ningún momento. Su haori no parecía ser suficiente para mitigar el frío que se instalaba en sus huesos. Había pasado muchos días caminando del campo hasta la ciudad, más por ocio que por otra cosa. No buscaba mezclarse mucho con la gente, después de todo, llamaba demasiado la atención al ser tan alto y usar una ropa tan formal, eso sin tener en cuenta su cabello o el uso constante de máscara. No había motivos ocultos detrás de ese tipo de cambios radicales de región; solo quería pasar un tiempo sin pensar, comer “algo” de la ciudad, quizás ver cosas lindas y devolverse al campo. No había muchas pretensiones en su viaje esporádico. Lo único malo era que sentía un hambre creciente en su cabeza y estómago. No supo en qué momento llegó aquel terreno baldío donde dejó en los huesos a su última víctima. Por lo general, él hace más lento el proceso de la cacería, quitando la energía de a poco, aterrorizando todo lo posible a la persona, pero esta vez solo decidió hacerlo rápido y ceder también ante la gula de tragar sangre y desgarrar la piel con su propia boca deformada. Y aunque era muy fan de usar máscara, la máscara de onna era de sus menos favoritas; sentía que tenía cierta imagen cómica que a veces le jugaba en contra. Si bien le gusta gastar bromas, quiere que en su mayoría sean para causar terror o desesperación. Además, las máscaras de teatro nōh le obligan a ver menos de lo que ya veía habitualmente; sus ojos oscuros algo grisáceos parecían ser un poco menos confiables que antes. Aun así, veía un leve brillo a la altura de sus pies, iluminando de forma tenue sus tobillos y el kimono salpicado de sangre. Debía suponer que era algo que cargaba su víctima, después de todo, recordaba que no iba a hacer nada hasta que terminó encandilado por una luz amarilla hacia su dirección. Pudo haberle obligado a olvidar lo que había visto, pero lo tomó como señal para alimentarse. Se acercó de forma suave y grácil a la fuente de luz mientras se colocaba la máscara sobre el rostro. De por sí, veía aquel brillo de forma tenue a pesar de la intensidad de esta. Se iba a inclinar solo para tomar la linterna, pero la verdad es que no le vio la necesidad. Eso no iba a cambiar que su vista estaba algo dañada, tampoco que sentía el frío de una próxima nevada, y mucho menos el hecho de que aún sentía un hambre que le calaba hasta lo más profundo de su ser. Se quedó parado un momento a centímetros del brillo, esperando sentir algo más allá del frío. Bajó un poco las manos, alisando como podía el kimono. Había estropeado un poco su imagen para esta cacería; lo bueno es que no se incomodaba con esos zapatos molestos que usaban los humanos, y podía sentir con sus pies lo suave de la grama junto con los parches llenos de piedras pequeñas y algo incómodas. De alguna forma, estaba contento de haber terminado en un lugar sin tanta gente y lo suficientemente oscuro para no tener que preocuparse sobre la sangre que tenía encima. Decidió caminar por un momento, paseándose por el camino empedrado con los pies descalzos, con pasos lentos, pausados, tomándose su tiempo en tratar de ver bien los detalles del lugar. Las plantas, los árboles a los que alcanzaba algunos con las ramas altas, algunas cubiertas con escarcha en las hojas blandas que aún tenía encima, tocándoles con la punta de las uñas, con una delicadeza que ni solía tener con la carne de sus víctimas. Pasado un tiempo de quietud, mirando (sin observar en realidad) al suelo y arreglando su cabello, comenzó a cantar con voz suave, gentil y algo aterradora para la ocasión una canción infantil: "Pyoko pyoko, pyoko pyoko, nigedasou". Saboreaba las palabras con una voz aterciopelada, esperando poder seguir disfrutando de su tiempo antes de emprender camino fuera de ese lugar para, o volver al campo, o ir a algún otro lugar remoto de la ciudad.
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  • - Que es lo que viste? -

    2016 un octubre 9.. ya creo que te dije lo que pasó, Oracio...

    Dr. Oracio pero que es lo que pasó después?...

    Bueno... Lo que pasó fue.. algo intenso.

    [• El hombre empieza a contar después de los atentados:

    - El joven Koroved vería aún congelado a sus compañeras prendidos en fuego, tratando de salvarse y salir de aquella situación... Pero al llegar la segunda luz, reaccioné, logrando correr en dirección hacia un pequeño búnker creado, era técnicamente un pequeño banco, aunque al entrar, parecía hospital.
    Vería a sus compañeros siendo tratados con bastante desesperación, a su vez que venían algunos más que entraban por la puerta, algunos en pies y esos que estaban en pie cargando a los moribundos.

    Gire mi cuerpo, luego vería a través de una rendija lo que pasaba afuera, hubo un segundo bombardeado... No fue una bomba normal o gas o lo que sea... Fue una maldita sustancia, el tal "Fósforo blanco". A través de esa rendija presencié aquellos acostados en la poca nieve llegarles una repentina lluvia de fuego, también otros en pie y algunos arrastrandose más al fondo... Lo que pasó fue unas de las cosas que nunca sacaré de mi cabeza: Las personas se estaban derritiendo y gritando. Algunos quisieron apagarse con agua, otros en la nieve, con viento, con miles de cosas; pero seguía quemando, como si fuera hierro al rojo vivo que le hubiera caído encoma.
    Vi como la piel se desprendía, el músculo se derretía y la grasa se volvía líquida o en fuego.. luego vino el olor, uno a podredumbre, madera, metal... No sé que olor había, pero simplemente no hubo comparación alguna.

    Luego de la lluvia vino una tormenta acompañado de plomo, órdenes y otras cosas más... Me dio creo que un golpe de adrenalina y otras cosas más de mi cuerpo que libero mi cuerpo.

    Luego hubo una pequeña guerrilla y luego de horas finalmente terminó, ganamos pero perdimos... Vi mis amigos morir en ese momento... Uno se quemó hasta los huesos, fue consecuencias de que el fuego le llegó hasta la grasa. -

    Tras terminar de contar y que el final fue solo todo un proceso de funeral y ya. •]

    Dr. Oracio: oh... Wow... Y puedes dibujar lo que recuerdas?.. claro, si quieres.

    Está bien.. no tengo problemas.

    [• agarra papel y un kit completo de dibujos, para luego empezar a dibujar, luego de minutos, le entrega el imagen de aquel día. •]

    •|| me quedé sin ideas, entonces simplemente hice una extensión de una publicación anterior ||•
    - Que es lo que viste? - 2016 un octubre 9.. ya creo que te dije lo que pasó, Oracio... Dr. Oracio pero que es lo que pasó después?... Bueno... Lo que pasó fue.. algo intenso. [• El hombre empieza a contar después de los atentados: - El joven Koroved vería aún congelado a sus compañeras prendidos en fuego, tratando de salvarse y salir de aquella situación... Pero al llegar la segunda luz, reaccioné, logrando correr en dirección hacia un pequeño búnker creado, era técnicamente un pequeño banco, aunque al entrar, parecía hospital. Vería a sus compañeros siendo tratados con bastante desesperación, a su vez que venían algunos más que entraban por la puerta, algunos en pies y esos que estaban en pie cargando a los moribundos. Gire mi cuerpo, luego vería a través de una rendija lo que pasaba afuera, hubo un segundo bombardeado... No fue una bomba normal o gas o lo que sea... Fue una maldita sustancia, el tal "Fósforo blanco". A través de esa rendija presencié aquellos acostados en la poca nieve llegarles una repentina lluvia de fuego, también otros en pie y algunos arrastrandose más al fondo... Lo que pasó fue unas de las cosas que nunca sacaré de mi cabeza: Las personas se estaban derritiendo y gritando. Algunos quisieron apagarse con agua, otros en la nieve, con viento, con miles de cosas; pero seguía quemando, como si fuera hierro al rojo vivo que le hubiera caído encoma. Vi como la piel se desprendía, el músculo se derretía y la grasa se volvía líquida o en fuego.. luego vino el olor, uno a podredumbre, madera, metal... No sé que olor había, pero simplemente no hubo comparación alguna. Luego de la lluvia vino una tormenta acompañado de plomo, órdenes y otras cosas más... Me dio creo que un golpe de adrenalina y otras cosas más de mi cuerpo que libero mi cuerpo. Luego hubo una pequeña guerrilla y luego de horas finalmente terminó, ganamos pero perdimos... Vi mis amigos morir en ese momento... Uno se quemó hasta los huesos, fue consecuencias de que el fuego le llegó hasta la grasa. - Tras terminar de contar y que el final fue solo todo un proceso de funeral y ya. •] Dr. Oracio: oh... Wow... Y puedes dibujar lo que recuerdas?.. claro, si quieres. Está bien.. no tengo problemas. [• agarra papel y un kit completo de dibujos, para luego empezar a dibujar, luego de minutos, le entrega el imagen de aquel día. •] •|| me quedé sin ideas, entonces simplemente hice una extensión de una publicación anterior 🗣️ ||•
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  • Cuando entre hoy, realmente no esperaba nada.
    Es más, había olvidado que día era hoy por tanto trabajo y ni había tocado el móvil en absoluto.
    Entré y me dije:

    Wtf, ¿Qué pasó?, ¿Pues quién se murió?, ¿Porque tengo más mensajes de lo normal? ....

    Y ustedes me hicieron darme cuenta que fecha es...

    Me han sacado, realmente una sonrisa de corazón, algo que no esperaba en absoluto.
    Normalmente me la paso en casa a solas en mis cumples, o lo tomo como otro día más.

    Pero este año fue muy bueno gracias a ustedes.
    Los adoro mucho
    Mis bendiciones

    -inserte imagen de cumple como si fuera fiesta de disfraces improvisado y espontaneo.-
    Cuando entre hoy, realmente no esperaba nada. Es más, había olvidado que día era hoy por tanto trabajo y ni había tocado el móvil en absoluto. Entré y me dije: Wtf, ¿Qué pasó?, ¿Pues quién se murió?, ¿Porque tengo más mensajes de lo normal? .... Y ustedes me hicieron darme cuenta que fecha es... Me han sacado, realmente una sonrisa de corazón, algo que no esperaba en absoluto. Normalmente me la paso en casa a solas en mis cumples, o lo tomo como otro día más. Pero este año fue muy bueno gracias a ustedes. Los adoro mucho ❤️ Mis bendiciones ✨❤️ -inserte imagen de cumple como si fuera fiesta de disfraces improvisado y espontaneo.-
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  • Desesperación
    Categoría Drama
    Entre humos del cigarro Nadia esperaba en una esquina de aquella taberna cálida, cómoda y silenciosa. Había un tarro de cerveza frente a ella, su pierna no dejaba de temblar, ella no dejaba de fumar y un mechón de su cabello ocultaba su rostro.

    - ¿V...Vendrá? -

    Se pregunta a sí misma en voz baja, ella deseaba hablar con sus seres queridos, con todos aquellos que dejó en el campo de batalla y vio morir, una imagen que no podía borrar de su mente.

    @Morana
    Entre humos del cigarro Nadia esperaba en una esquina de aquella taberna cálida, cómoda y silenciosa. Había un tarro de cerveza frente a ella, su pierna no dejaba de temblar, ella no dejaba de fumar y un mechón de su cabello ocultaba su rostro. - ¿V...Vendrá? - Se pregunta a sí misma en voz baja, ella deseaba hablar con sus seres queridos, con todos aquellos que dejó en el campo de batalla y vio morir, una imagen que no podía borrar de su mente. @Morana
    Tipo
    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
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  • 𓂃 ִֶָ 𖤐 𓂃

    La Navidad siempre llegaba con ruido. Demasiadas luces, demasiadas voces, demasiadas manos intentando tocar lo que no entendían. Deianira Zhorkeas observaba el salón desde el borde, como si su cuerpo estuviera presente pero su mente hubiera decidido no asistir.

    El árbol era enorme, decorado con una precisión casi ofensiva. Dorados, blancos, cristales. Perfecto. Inalcanzable. Como todo lo que se suponía que debía sentirse bien en esta época.

    Sostenía una copa intacta entre los dedos. No tenía sed. Nunca la tenía en diciembre. Había aprendido a atravesar estas noches con el estómago cerrado y la expresión correcta, como si la calidez pudiera imitarse sin consecuencias.

    A su alrededor, las risas subían y bajaban en oleadas. Brindis. Abrazos. Promesas hechas con la ligereza de quien no piensa cumplirlas. Deianira no envidiaba esa felicidad: la desconfiaba.

    Se acercó a la ventana. El vidrio frío le devolvió su reflejo: maquillaje impecable, postura recta, una belleza pulida hasta borrar cualquier rastro de cansancio. Nadie habría sospechado que esa imagen se sostenía a fuerza de disciplina, no de paz.

    Pensó en la palabra hogar y no sintió nada.

    La Navidad tenía ese efecto: desarmar lo que ella había construido para mantenerse en pie. Le recordaba que sabía ser vista, admirada, deseada… pero no recordaba la última vez que alguien la hubiera esperado.

    Apoyó la frente unos segundos contra el cristal. Afuera, la ciudad seguía celebrando. Adentro, el tiempo parecía detenido en un punto incómodo entre el pasado y algo que nunca terminaba de llegar.

    Si alguien se acercaba, Deianira no lo notaría de inmediato.
    Y si no lo hacía, tampoco cambiaría nada.

    En noches así, la soledad no dolía.
    Solo se volvía más clara.

    𓂃 ִֶָ 𖤐 𓂃
    𓂃 ִֶָ 🎄 𖤐 𓂃 La Navidad siempre llegaba con ruido. Demasiadas luces, demasiadas voces, demasiadas manos intentando tocar lo que no entendían. Deianira Zhorkeas observaba el salón desde el borde, como si su cuerpo estuviera presente pero su mente hubiera decidido no asistir. El árbol era enorme, decorado con una precisión casi ofensiva. Dorados, blancos, cristales. Perfecto. Inalcanzable. Como todo lo que se suponía que debía sentirse bien en esta época. Sostenía una copa intacta entre los dedos. No tenía sed. Nunca la tenía en diciembre. Había aprendido a atravesar estas noches con el estómago cerrado y la expresión correcta, como si la calidez pudiera imitarse sin consecuencias. A su alrededor, las risas subían y bajaban en oleadas. Brindis. Abrazos. Promesas hechas con la ligereza de quien no piensa cumplirlas. Deianira no envidiaba esa felicidad: la desconfiaba. Se acercó a la ventana. El vidrio frío le devolvió su reflejo: maquillaje impecable, postura recta, una belleza pulida hasta borrar cualquier rastro de cansancio. Nadie habría sospechado que esa imagen se sostenía a fuerza de disciplina, no de paz. Pensó en la palabra hogar y no sintió nada. La Navidad tenía ese efecto: desarmar lo que ella había construido para mantenerse en pie. Le recordaba que sabía ser vista, admirada, deseada… pero no recordaba la última vez que alguien la hubiera esperado. Apoyó la frente unos segundos contra el cristal. Afuera, la ciudad seguía celebrando. Adentro, el tiempo parecía detenido en un punto incómodo entre el pasado y algo que nunca terminaba de llegar. Si alguien se acercaba, Deianira no lo notaría de inmediato. Y si no lo hacía, tampoco cambiaría nada. En noches así, la soledad no dolía. Solo se volvía más clara. 𓂃 ִֶָ 🎄 𖤐 𓂃
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  • Meredith no recordaba exactamente cuándo lo había dibujado.
    No había fecha, ni contexto, ni memoria clara del momento. Solo el trazo demasiado seguro para haber sido casual.

    Últimamente, la imagen regresaba a su mente a diario, apareciendo sin aviso en los momentos más insignificantes: mientras cerraba la heladería, mientras escuchaba la estática de la radio, mientras Hawkins fingía ser un pueblo normal.
    El dibujo le provocaba escalofríos, pero no era miedo lo que sentía… era algo peor.

    Una molestia persistente.
    Como una astilla enterrada bajo la piel.

    Había algo en esas líneas que no encajaba, algo que vibraba con la misma frecuencia incómoda que precede a las tragedias. Meredith no lo veía como una pesadilla, sino como un eco adelantado, un presagio torcido de que algo —algo realmente malo— estaba a punto de ocurrir en Hawkins.

    Y lo más inquietante no era el dibujo en sí.
    Era la certeza silenciosa de que, cuando lo hizo, sabía exactamente lo que estaba viendo.
    Meredith no recordaba exactamente cuándo lo había dibujado. No había fecha, ni contexto, ni memoria clara del momento. Solo el trazo demasiado seguro para haber sido casual. Últimamente, la imagen regresaba a su mente a diario, apareciendo sin aviso en los momentos más insignificantes: mientras cerraba la heladería, mientras escuchaba la estática de la radio, mientras Hawkins fingía ser un pueblo normal. El dibujo le provocaba escalofríos, pero no era miedo lo que sentía… era algo peor. Una molestia persistente. Como una astilla enterrada bajo la piel. Había algo en esas líneas que no encajaba, algo que vibraba con la misma frecuencia incómoda que precede a las tragedias. Meredith no lo veía como una pesadilla, sino como un eco adelantado, un presagio torcido de que algo —algo realmente malo— estaba a punto de ocurrir en Hawkins. Y lo más inquietante no era el dibujo en sí. Era la certeza silenciosa de que, cuando lo hizo, sabía exactamente lo que estaba viendo.
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  • Da un paso al centro, envuelto en un aura fría y luminosa. La imagen del chico de mirada azul cristalina —su yo más joven, su esencia pura— se proyecta detrás de él como un eco ancestral. Su tono es firme, solemne… pero con esa arrogancia elegante que sólo un descendiente de tantas líneas poderosas puede permitirse.

    Heredero del Caos Azul y Sangre de Tres Dinastías

    Mi nombre es Sting Nura Byakuren Ishtar.
    No soy un simple descendiente.
    Soy la confluencia de dos linajes que nunca debieron mezclarse…
    y aun así lo hicieron para crear algo que el mundo no podrá ignorar.

    ✦ Mi Padre:

    R𝚎𝚡 𝙷𝚒𝚛𝚘𝚜𝚑𝚒 𝙹𝚊𝚎𝚐𝚎𝚛𝚓𝚊𝚚𝚞𝚎𝚣 𝙸𝚜𝚑𝚝𝚊𝚛
    Un híbrido Arrancar/Íncubo.
    El Rey Demonio de la Luna Blanca.
    El Pilar de la Oscuridad.

    De él heredé:
    —El poder para devorar almas y sombras.
    —La sangre que no se inclina ante nadie.
    —Una herencia que ha quebrado mundos.

    Abuelos paternos:

    ⛧ Seieki Yokin – Reina demonio, la que convirtió el deseo en arma.
    ⛧ Sasha Ishtar – La Emperatriz. No se la describe: se la obedece.
    ⛧ Henry Grimmtael Jaegerjaquez Black – Rey demonio, señor de lo inevitable.

    Mi linaje por parte de mi padre no es sangre:
    es sentencia.

    ✦ Mi Madre:
    Menardi Nura Byakuren
    Híbrida de Youkai y Ángel Celestial.
    De alas blancas, de magia curativa, de alma pura.
    La luz que puede sanar cualquier herida…
    y la sombra que dejó al dividir sus poderes entre sus dos hijas.

    Ella es el equilibrio imposible entre cielo y abismo.
    La que me enseñó que un arma también puede proteger.

    Su gemela:

    Sakura – alas negras, portadora de la magia oscura.
    El reflejo perfecto y contrario de mi madre.

    Abuelos maternos:

    ⛧ Hijiri Byakuren – Sacerdotisa eterna, bendecida por la luz.
    ⛧ Sain Nura Nanao – Patriarca Youkai, señor de la metamorfosis espiritual.

    De mi madre heredé:
    —El alma que brilla incluso entre monstruos.
    —La magia blanca que cicatriza lo que otros destruyen.
    —El equilibrio entre lo que soy y lo que podría perderme.

    ✦ Yo, Sting:

    Soy el hijo de la Luna Blanca y del Cielo Dividido.
    El nieto de demonios, emperatrices, ángeles y youkai.
    Un corazón que late entre el caos y la pureza.

    El mundo no me definirá.

    Seré yo quien lo rehaga.
    Da un paso al centro, envuelto en un aura fría y luminosa. La imagen del chico de mirada azul cristalina —su yo más joven, su esencia pura— se proyecta detrás de él como un eco ancestral. Su tono es firme, solemne… pero con esa arrogancia elegante que sólo un descendiente de tantas líneas poderosas puede permitirse. Heredero del Caos Azul y Sangre de Tres Dinastías Mi nombre es Sting Nura Byakuren Ishtar. No soy un simple descendiente. Soy la confluencia de dos linajes que nunca debieron mezclarse… y aun así lo hicieron para crear algo que el mundo no podrá ignorar. ✦ Mi Padre: R𝚎𝚡 𝙷𝚒𝚛𝚘𝚜𝚑𝚒 𝙹𝚊𝚎𝚐𝚎𝚛𝚓𝚊𝚚𝚞𝚎𝚣 𝙸𝚜𝚑𝚝𝚊𝚛 Un híbrido Arrancar/Íncubo. El Rey Demonio de la Luna Blanca. El Pilar de la Oscuridad. De él heredé: —El poder para devorar almas y sombras. —La sangre que no se inclina ante nadie. —Una herencia que ha quebrado mundos. Abuelos paternos: ⛧ Seieki Yokin – Reina demonio, la que convirtió el deseo en arma. ⛧ Sasha Ishtar – La Emperatriz. No se la describe: se la obedece. ⛧ Henry Grimmtael Jaegerjaquez Black – Rey demonio, señor de lo inevitable. Mi linaje por parte de mi padre no es sangre: es sentencia. ✦ Mi Madre: Menardi Nura Byakuren Híbrida de Youkai y Ángel Celestial. De alas blancas, de magia curativa, de alma pura. La luz que puede sanar cualquier herida… y la sombra que dejó al dividir sus poderes entre sus dos hijas. Ella es el equilibrio imposible entre cielo y abismo. La que me enseñó que un arma también puede proteger. Su gemela: Sakura – alas negras, portadora de la magia oscura. El reflejo perfecto y contrario de mi madre. Abuelos maternos: ⛧ Hijiri Byakuren – Sacerdotisa eterna, bendecida por la luz. ⛧ Sain Nura Nanao – Patriarca Youkai, señor de la metamorfosis espiritual. De mi madre heredé: —El alma que brilla incluso entre monstruos. —La magia blanca que cicatriza lo que otros destruyen. —El equilibrio entre lo que soy y lo que podría perderme. ✦ Yo, Sting: Soy el hijo de la Luna Blanca y del Cielo Dividido. El nieto de demonios, emperatrices, ángeles y youkai. Un corazón que late entre el caos y la pureza. El mundo no me definirá. Seré yo quien lo rehaga.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    𝘼𝘿𝙑𝙀𝙍𝙏𝙀𝙉𝘾𝙄𝘼:𝙀𝙎𝙏𝘼𝙎 𝙂𝙊𝙍𝘿-, no espera, cartel equivocado.
    𝘼𝘿𝙑𝙀𝙍𝙏𝙀𝙉𝘾𝙄𝘼:𝙀𝙎𝙏𝙊 𝙀𝙎 𝙄𝙈𝙋𝙊𝙍𝙏𝘼𝙉𝙏𝙀, 𝙋𝙊𝙍𝙁𝘼𝙑𝙊𝙍 𝙇𝙀𝙀𝙍.

    𝘽𝙪𝙚𝙣𝙖𝙨~, esta publicacion esta hecha para dar algunas reglas y aclaraciones, tengo como 40 cuentas y en ninguna tengo uno de estos pero siento la obligación de hacerlo en esta cuenta no se porque (?), creo que es porque Abel se volvio mi favorito jaja.

    1- 𝙉𝙊 𝙃𝘼𝙂𝙊 𝙍𝙊𝙇 +18, se perfectamente que Abel es un adulto y que desde que murio seguramente tiene como mas de 200 años; pero vamos, ¿enserio alguien puede imaginar a Abel cogiendo?, porque yo no y tampoco me sentiria comodo en lo mas minimo haciendo eso asi que no.

    2- 𝙋𝙐𝘽𝙇𝙄𝘾𝘼𝘾𝙄𝙊𝙉𝙀𝙎 𝙀𝙉 𝙊𝙁𝙁, las publicaciones en off rol seran de Abel dentro del canon de la serie tal y como quedo al final de la segunda temporada, osea sin papá y lider de los exorcistas, y esas publicaciones no se consideraran canon dentro de la cuenta ya que con la usuaria de Adan llevamos las cosas un poco diferentes.

    3- 𝙉𝙊 𝙍𝙀𝘾𝙄𝘽𝙊 𝙏𝙀𝙏𝘼𝙎 𝙋𝙀𝙍𝙎𝙊𝙉𝘼𝙅𝙀𝙎, no tengo nada en contra de ellos (o bueno un poco, porque siempre me parecio muy injusto que no pelen a las publis bien trabajadas y con amor por detras y termine recibiendo mas atencion una publi sin alma con una imagen de una personaje desproporcionadamente tetona.) pero pues no siento que me puedan aportar nada ademas de que tampoco me sentiria comodo interactuando como Abel con cuentas asi.

    4- 𝘿𝙊𝙔 𝙇𝙊 𝙌𝙐𝙀 𝙍𝙀𝘾𝙄𝘽𝙊, si me das una respuesta de un parrafo, te contesto con un párrafo, si me das una respuesta de una linea, te respondo con una linea, si me das una respuesta de 20 parrafos, voy a hacerme bolita y llorar y luego voy a hacer todo lo que este en mi puto poder para intentar igualar tus 20 parrafos.

    5- 𝙐𝙎𝙀𝙍 𝘼𝙈𝙄𝙂𝘼𝘽𝙇𝙀 𝙀𝙉 𝙊𝙁𝙁, si no quieres rol y namas quieres amistar, caele, mis mensajes privados estan abiertos para propuestas de rol o solo para hablar, sin pena sin pena.

    6- 𝘼𝙑𝙄𝙎𝘼𝙍 𝙎𝙄 𝙑𝘼𝙎 𝘼 𝘼𝘽𝘼𝙉𝘿𝙊𝙉𝘼𝙍 𝙀𝙇 𝙍𝙊𝙇, porfavor PORFAVOR, si por "x" o "y" razon ya no quieres continuar un roleplay, avisame, yo se que puede dar penita a lo mejor pero porfa, me hacen menos daño avisándome la neta.

    7- 𝙇𝙇𝙀𝙑𝙊 𝘼 𝘼𝘽𝙀𝙇 𝙐𝙉 𝙋𝙊𝘾𝙊 𝙈𝘼𝙎 𝙎𝙀𝙉𝙎𝙄𝘽𝙇𝙀 𝘼 𝙇𝙊 𝙈𝙊𝙎𝙏𝙍𝘼𝘿𝙊 𝙀𝙉 𝙇𝘼 𝙎𝙀𝙍𝙄𝙀, esto debido a que al dentro de mi lore no haber pasado todavía por el tremendo desarrollo de personaje de que le mataran al papá y la tremenda domada que le dio a Lute, yo siento que seria liiigeramente más sensible/lloron/infantil.

    Yyy por ahora eso seria todo, ya vere que mas agrego a medida que avance con la cuenta.

    𝙂𝙧𝙖𝙘𝙞𝙖𝙨 𝙥𝙤𝙧 𝙡𝙚𝙚𝙧, 𝙚𝙡 𝙜𝙪𝙖𝙩ó𝙣 𝙙𝙚 𝘼𝙗𝙚𝙡 𝙩𝙚 𝙙𝙚𝙙𝙞𝙘𝙖 𝙪𝙣, 𝙨𝙚 𝙩𝙚 𝙦𝙪𝙞𝙚𝙧𝙚~
    𝘼𝘿𝙑𝙀𝙍𝙏𝙀𝙉𝘾𝙄𝘼:𝙀𝙎𝙏𝘼𝙎 𝙂𝙊𝙍𝘿-, no espera, cartel equivocado. 𝘼𝘿𝙑𝙀𝙍𝙏𝙀𝙉𝘾𝙄𝘼:𝙀𝙎𝙏𝙊 𝙀𝙎 𝙄𝙈𝙋𝙊𝙍𝙏𝘼𝙉𝙏𝙀, 𝙋𝙊𝙍𝙁𝘼𝙑𝙊𝙍 𝙇𝙀𝙀𝙍. 𝘽𝙪𝙚𝙣𝙖𝙨~, esta publicacion esta hecha para dar algunas reglas y aclaraciones, tengo como 40 cuentas y en ninguna tengo uno de estos pero siento la obligación de hacerlo en esta cuenta no se porque (?), creo que es porque Abel se volvio mi favorito jaja. 1- 𝙉𝙊 𝙃𝘼𝙂𝙊 𝙍𝙊𝙇 +18, se perfectamente que Abel es un adulto y que desde que murio seguramente tiene como mas de 200 años; pero vamos, ¿enserio alguien puede imaginar a Abel cogiendo?, porque yo no y tampoco me sentiria comodo en lo mas minimo haciendo eso asi que no. 2- 𝙋𝙐𝘽𝙇𝙄𝘾𝘼𝘾𝙄𝙊𝙉𝙀𝙎 𝙀𝙉 𝙊𝙁𝙁, las publicaciones en off rol seran de Abel dentro del canon de la serie tal y como quedo al final de la segunda temporada, osea sin papá y lider de los exorcistas, y esas publicaciones no se consideraran canon dentro de la cuenta ya que con la usuaria de Adan llevamos las cosas un poco diferentes. 3- 𝙉𝙊 𝙍𝙀𝘾𝙄𝘽𝙊 𝙏𝙀𝙏𝘼𝙎 𝙋𝙀𝙍𝙎𝙊𝙉𝘼𝙅𝙀𝙎, no tengo nada en contra de ellos (o bueno un poco, porque siempre me parecio muy injusto que no pelen a las publis bien trabajadas y con amor por detras y termine recibiendo mas atencion una publi sin alma con una imagen de una personaje desproporcionadamente tetona.) pero pues no siento que me puedan aportar nada ademas de que tampoco me sentiria comodo interactuando como Abel con cuentas asi. 4- 𝘿𝙊𝙔 𝙇𝙊 𝙌𝙐𝙀 𝙍𝙀𝘾𝙄𝘽𝙊, si me das una respuesta de un parrafo, te contesto con un párrafo, si me das una respuesta de una linea, te respondo con una linea, si me das una respuesta de 20 parrafos, voy a hacerme bolita y llorar y luego voy a hacer todo lo que este en mi puto poder para intentar igualar tus 20 parrafos. 5- 𝙐𝙎𝙀𝙍 𝘼𝙈𝙄𝙂𝘼𝘽𝙇𝙀 𝙀𝙉 𝙊𝙁𝙁, si no quieres rol y namas quieres amistar, caele, mis mensajes privados estan abiertos para propuestas de rol o solo para hablar, sin pena sin pena. 6- 𝘼𝙑𝙄𝙎𝘼𝙍 𝙎𝙄 𝙑𝘼𝙎 𝘼 𝘼𝘽𝘼𝙉𝘿𝙊𝙉𝘼𝙍 𝙀𝙇 𝙍𝙊𝙇, porfavor PORFAVOR, si por "x" o "y" razon ya no quieres continuar un roleplay, avisame, yo se que puede dar penita a lo mejor pero porfa, me hacen menos daño avisándome la neta. 7- 𝙇𝙇𝙀𝙑𝙊 𝘼 𝘼𝘽𝙀𝙇 𝙐𝙉 𝙋𝙊𝘾𝙊 𝙈𝘼𝙎 𝙎𝙀𝙉𝙎𝙄𝘽𝙇𝙀 𝘼 𝙇𝙊 𝙈𝙊𝙎𝙏𝙍𝘼𝘿𝙊 𝙀𝙉 𝙇𝘼 𝙎𝙀𝙍𝙄𝙀, esto debido a que al dentro de mi lore no haber pasado todavía por el tremendo desarrollo de personaje de que le mataran al papá y la tremenda domada que le dio a Lute, yo siento que seria liiigeramente más sensible/lloron/infantil. Yyy por ahora eso seria todo, ya vere que mas agrego a medida que avance con la cuenta. 𝙂𝙧𝙖𝙘𝙞𝙖𝙨 𝙥𝙤𝙧 𝙡𝙚𝙚𝙧, 𝙚𝙡 𝙜𝙪𝙖𝙩ó𝙣 𝙙𝙚 𝘼𝙗𝙚𝙡 𝙩𝙚 𝙙𝙚𝙙𝙞𝙘𝙖 𝙪𝙣, 𝙨𝙚 𝙩𝙚 𝙦𝙪𝙞𝙚𝙧𝙚~
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  • Evangeline se queda frente al espejo en silencio, tan quieta que la llama de las velas parece observarla.
    Inclina un poco el rostro, dejando que la luz caiga sobre sus ojos rojizos. El color resalta, intenso, casi orgulloso por sí mismo.

    Ella los mira durante un largo momento.

    Pasa un dedo por debajo de uno, como si quisiera asegurarse de que ese brillo realmente le pertenece. Respira hondo, acomodando sus manos sobre el vestido con un gesto que intenta ser seguro, pero tiene algo de búsqueda.

    La princesa mantiene la postura recta, elegante, exactamente como le enseñaron.
    Sin embargo, la manera en que su mirada se desliza hacia un lado, apenas un segundo, delata un pensamiento que no termina de asentarse.

    Evangeline vuelve a verse de frente.
    El reflejo le devuelve una imagen impecable.

    Ella levanta el mentón un poco más de lo necesario.
    Y el leve temblor en sus pestañas dice lo que sus labios nunca dirían.

    La vela chisporrotea.
    Evangeline sostiene la mirada un instante más,
    como si esperara encontrar en ella algo que todavía no encuentra.
    Evangeline se queda frente al espejo en silencio, tan quieta que la llama de las velas parece observarla. Inclina un poco el rostro, dejando que la luz caiga sobre sus ojos rojizos. El color resalta, intenso, casi orgulloso por sí mismo. Ella los mira durante un largo momento. Pasa un dedo por debajo de uno, como si quisiera asegurarse de que ese brillo realmente le pertenece. Respira hondo, acomodando sus manos sobre el vestido con un gesto que intenta ser seguro, pero tiene algo de búsqueda. La princesa mantiene la postura recta, elegante, exactamente como le enseñaron. Sin embargo, la manera en que su mirada se desliza hacia un lado, apenas un segundo, delata un pensamiento que no termina de asentarse. Evangeline vuelve a verse de frente. El reflejo le devuelve una imagen impecable. Ella levanta el mentón un poco más de lo necesario. Y el leve temblor en sus pestañas dice lo que sus labios nunca dirían. La vela chisporrotea. Evangeline sostiene la mirada un instante más, como si esperara encontrar en ella algo que todavía no encuentra.
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