𝐌𝐚𝐱𝐢𝐦𝐢𝐥𝐥𝐢𝐚𝐧... 𝐫𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐚 𝐬𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐫𝐞𝐬.
Eso fue lo último que mi abuelo me dijo, cuando aún sostenía mi mano con la suya, fuerte, curtida por el tiempo, por la sabiduría... por las batallas que nunca quiso que yo luchara.
Me vi crecer entre calles de barro y escenarios improvisados, pero fue su sombra grande, noble e inquebrantable, la que me guió hasta aquí.
Con cada títere que manipulo, con cada historia que narro, hay un eco de su voz. Y aunque el tiempo me hizo cambiar, multiplicarme, reinventarme… él sigue ahí.
A veces me detengo en el reflejo del té recién servido.
Y me pregunto...
¿Verías con orgullo al cuervo que ahora soy?
Porque yo aún soy ese niño.
Sólo que ahora, llevo el sombrero.
–Corvus.
Eso fue lo último que mi abuelo me dijo, cuando aún sostenía mi mano con la suya, fuerte, curtida por el tiempo, por la sabiduría... por las batallas que nunca quiso que yo luchara.
Me vi crecer entre calles de barro y escenarios improvisados, pero fue su sombra grande, noble e inquebrantable, la que me guió hasta aquí.
Con cada títere que manipulo, con cada historia que narro, hay un eco de su voz. Y aunque el tiempo me hizo cambiar, multiplicarme, reinventarme… él sigue ahí.
A veces me detengo en el reflejo del té recién servido.
Y me pregunto...
¿Verías con orgullo al cuervo que ahora soy?
Porque yo aún soy ese niño.
Sólo que ahora, llevo el sombrero.
–Corvus.
𝐌𝐚𝐱𝐢𝐦𝐢𝐥𝐥𝐢𝐚𝐧... 𝐫𝐞𝐜𝐮𝐞𝐫𝐝𝐚 𝐬𝐢𝐞𝐦𝐩𝐫𝐞 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐫𝐞𝐬.
Eso fue lo último que mi abuelo me dijo, cuando aún sostenía mi mano con la suya, fuerte, curtida por el tiempo, por la sabiduría... por las batallas que nunca quiso que yo luchara.
Me vi crecer entre calles de barro y escenarios improvisados, pero fue su sombra grande, noble e inquebrantable, la que me guió hasta aquí.
Con cada títere que manipulo, con cada historia que narro, hay un eco de su voz. Y aunque el tiempo me hizo cambiar, multiplicarme, reinventarme… él sigue ahí.
A veces me detengo en el reflejo del té recién servido.
Y me pregunto...
¿Verías con orgullo al cuervo que ahora soy?
Porque yo aún soy ese niño.
Sólo que ahora, llevo el sombrero.
–Corvus.
