📍 Parque del Río Han — Seúl 🕓 Viernes, 16:00 🎙️ Starter Abierto (Slice of Life, Fantasía, Romance, NSFW+18)
La brisa de la tarde movía el agua en ondas perezosas mientras el sol, aún alto, tamizaba su luz entre los sauces que bordeaban el parque. No había prisa, ni ruido excesivo, solo el murmullo suave de ciclistas y corredores esporádicos que salpicaban la calma con su paso ligero.
Haneul caminaba sin rumbo definido. Las gafas de sol ocultaban el azul translúcido de sus ojos, mientras una sonrisa casi imperceptible curvaba sus labios, como si aquella paz melancólica del lugar le hubiera arrancado, por fin, un respiro.
El vaso de café, ya frío en su mano, colgaba sin apuro.
Cerca de la orilla, sus pasos aminoraron, como empujados por algo más que el simple azar. Se detuvo un instante, observando los reflejos del agua teñidos de luz pálida, mientras la brisa jugaba con los bordes de su ropa deportiva.
Y entonces la vio. Su llegada totalmente inesperada, como todo lo que deja marca.
La reconoció sin dificultad, como si solo hubieran pasado minutos desde su primer encuentro, no días. No pronunció su nombre.
Con gesto tranquilo, se retiró las gafas y las dejó colgar en el cuello de su camiseta negra. Sus ojos, libres ahora, buscaron los de ella, atrapándolos sin imponerse, pero tampoco cediendo.
No había sorpresa en su rostro. Solo esa media sonrisa suya, perezosa y cálida, como si el reencuentro fuera algo inevitable y bienvenido.
Se acercó un paso, dejando que su sombra rozara apenas el borde de la suya sobre el suelo.
—Vaya...Parece que el río hoy ha decidido darme un motivo para quedarme un poco más
murmuró, con ese tono grave y envolvente que parecía hecho para deslizarse despacio, sin urgencias.
Haneul caminaba sin rumbo definido. Las gafas de sol ocultaban el azul translúcido de sus ojos, mientras una sonrisa casi imperceptible curvaba sus labios, como si aquella paz melancólica del lugar le hubiera arrancado, por fin, un respiro.
El vaso de café, ya frío en su mano, colgaba sin apuro.
Cerca de la orilla, sus pasos aminoraron, como empujados por algo más que el simple azar. Se detuvo un instante, observando los reflejos del agua teñidos de luz pálida, mientras la brisa jugaba con los bordes de su ropa deportiva.
Y entonces la vio. Su llegada totalmente inesperada, como todo lo que deja marca.
La reconoció sin dificultad, como si solo hubieran pasado minutos desde su primer encuentro, no días. No pronunció su nombre.
Con gesto tranquilo, se retiró las gafas y las dejó colgar en el cuello de su camiseta negra. Sus ojos, libres ahora, buscaron los de ella, atrapándolos sin imponerse, pero tampoco cediendo.
No había sorpresa en su rostro. Solo esa media sonrisa suya, perezosa y cálida, como si el reencuentro fuera algo inevitable y bienvenido.
Se acercó un paso, dejando que su sombra rozara apenas el borde de la suya sobre el suelo.
—Vaya...Parece que el río hoy ha decidido darme un motivo para quedarme un poco más
murmuró, con ese tono grave y envolvente que parecía hecho para deslizarse despacio, sin urgencias.
La brisa de la tarde movía el agua en ondas perezosas mientras el sol, aún alto, tamizaba su luz entre los sauces que bordeaban el parque. No había prisa, ni ruido excesivo, solo el murmullo suave de ciclistas y corredores esporádicos que salpicaban la calma con su paso ligero.
Haneul caminaba sin rumbo definido. Las gafas de sol ocultaban el azul translúcido de sus ojos, mientras una sonrisa casi imperceptible curvaba sus labios, como si aquella paz melancólica del lugar le hubiera arrancado, por fin, un respiro.
El vaso de café, ya frío en su mano, colgaba sin apuro.
Cerca de la orilla, sus pasos aminoraron, como empujados por algo más que el simple azar. Se detuvo un instante, observando los reflejos del agua teñidos de luz pálida, mientras la brisa jugaba con los bordes de su ropa deportiva.
Y entonces la vio. Su llegada totalmente inesperada, como todo lo que deja marca.
La reconoció sin dificultad, como si solo hubieran pasado minutos desde su primer encuentro, no días. No pronunció su nombre.
Con gesto tranquilo, se retiró las gafas y las dejó colgar en el cuello de su camiseta negra. Sus ojos, libres ahora, buscaron los de ella, atrapándolos sin imponerse, pero tampoco cediendo.
No había sorpresa en su rostro. Solo esa media sonrisa suya, perezosa y cálida, como si el reencuentro fuera algo inevitable y bienvenido.
Se acercó un paso, dejando que su sombra rozara apenas el borde de la suya sobre el suelo.
—Vaya...Parece que el río hoy ha decidido darme un motivo para quedarme un poco más
murmuró, con ese tono grave y envolvente que parecía hecho para deslizarse despacio, sin urgencias.
Tipo
Individual
Líneas
30
Estado
Disponible
