• Fumaría, mirando hacia el vacío, relajándose poco a poco de lo pesados que eran los días en los cuales tenía trabajo, intentando olvidar todo y dejar su ansiedad y pensamientos atrás. Solo quería paz y tranquilidad.
    Fumaría, mirando hacia el vacío, relajándose poco a poco de lo pesados que eran los días en los cuales tenía trabajo, intentando olvidar todo y dejar su ansiedad y pensamientos atrás. Solo quería paz y tranquilidad.
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  • La oscuridad fue mi refugio.
    Mi santuario.
    Cómoda, húmeda.
    Pero insuficiente.

    Una semana pasó desde aquel bonito vals con el padrecito fluorescente, con su sal, su cruz, su luz, y ese aroma a redención rancia que me dejó en la piel. Una semana tragando la mierda de la ciudad subterránea, entre tuberías oxidadas y secretos de alcantarilla. Hasta que decidí moverme.

    No tan cerca, no tan lejos. Lo justo. Una pizca de sensatez, no más, mezclada con kilos de hambre.

    Porque necesitaba alimento. No migajas, no un par de almas rotas goteando desesperación como grifos viejos. Necesitaba una fuente. Un río. Una tormenta emocional que me llenara hasta el último rincón.

    Y no tenía un plan. ¿Para qué? Las mentes preparadas saben improvisar.

    Allí fui.
    St. Dymphna Behavioral Health Center.
    A las afueras de Missoula, Montana.
    Pequeño. Discreto. Olvidado. Perfecto.

    Los primeros en notarme fueron, naturalmente, los que ya estaban rotos. Los locos. Los que oyen voces, ven formas y lamen paredes. Les hablé. Les susurré. Les hice reír. Les hice gritar. Uno intentó dibujarme con su mierda. Lindo detalle.

    El personal lo anotó como un “aumento moderado en los episodios alucinatorios grupales”.

    Delicioso.

    Tres días después, una enfermera “muy profesional” reportó haber visto una sombra extraña en un pasillo.

    Pobrecita.

    No supo que yo también la vi a ella. Y a lo que lloraba cuando pensaba que nadie miraba. Me la bebí despacio.

    Y ella contagió a sus compañeras. El terror empezó a fluir. Como intravenosa directa al alma.

    Silencioso, lento, espeso.

    Tres días más y yo era el secreto peor guardado del hospital. Mi nombre no se decía, pero mi silueta se garabateaba en las paredes con lápices mordidos y uñas ensangrentadas.

    Y yo, radiante. Vital. Glorioso.

    Podía haberme ido en ese mismo momento, habría sido lo usual, no necesito reflectores ni los aplausos del publico. Podía dejar que lo archivaran como un brote de histeria colectiva.

    Pero no.

    ¿Sabes por qué vine en realidad? Por él.

    Por ese santo de mirada indolente que aún paseaba por mis pensamientos. Por su fe. Por su puñetera luz.

    Me entretuvo. Me divirtió. Y eso, padrecito, tuve que honrarlo.

    Así que hice mi obra.

    Una función especial, solo por una noche.

    Maté a todos.
    A todos y cada uno.
    76 pacientes.
    28 empleados.
    No quedó uno solo con vida.
    Ni un cuerpo sin desmembrar, ni un grito sin atender, ni un ojo sin vaciar. Me tomé mi tiempo. Jugué con ellos. Adiviné sus miedos. Se los di. Y los devoré.

    Y al final…

    Al final, al fondo del pasillo de las habitaciones, donde las luces titilaban y los rezos se evaporaban, dejé mi firma, un retrato hecho con sangre, uñas, carne seca. El rostro del hombre que me hizo sonreír aquella noche, dos semanas atrás.

    ¿Ves lo que me haces hacer, padrecito?
    ¿No es hermoso?
    La oscuridad fue mi refugio. Mi santuario. Cómoda, húmeda. Pero insuficiente. Una semana pasó desde aquel bonito vals con el padrecito fluorescente, con su sal, su cruz, su luz, y ese aroma a redención rancia que me dejó en la piel. Una semana tragando la mierda de la ciudad subterránea, entre tuberías oxidadas y secretos de alcantarilla. Hasta que decidí moverme. No tan cerca, no tan lejos. Lo justo. Una pizca de sensatez, no más, mezclada con kilos de hambre. Porque necesitaba alimento. No migajas, no un par de almas rotas goteando desesperación como grifos viejos. Necesitaba una fuente. Un río. Una tormenta emocional que me llenara hasta el último rincón. Y no tenía un plan. ¿Para qué? Las mentes preparadas saben improvisar. Allí fui. St. Dymphna Behavioral Health Center. A las afueras de Missoula, Montana. Pequeño. Discreto. Olvidado. Perfecto. Los primeros en notarme fueron, naturalmente, los que ya estaban rotos. Los locos. Los que oyen voces, ven formas y lamen paredes. Les hablé. Les susurré. Les hice reír. Les hice gritar. Uno intentó dibujarme con su mierda. Lindo detalle. El personal lo anotó como un “aumento moderado en los episodios alucinatorios grupales”. Delicioso. Tres días después, una enfermera “muy profesional” reportó haber visto una sombra extraña en un pasillo. Pobrecita. No supo que yo también la vi a ella. Y a lo que lloraba cuando pensaba que nadie miraba. Me la bebí despacio. Y ella contagió a sus compañeras. El terror empezó a fluir. Como intravenosa directa al alma. Silencioso, lento, espeso. Tres días más y yo era el secreto peor guardado del hospital. Mi nombre no se decía, pero mi silueta se garabateaba en las paredes con lápices mordidos y uñas ensangrentadas. Y yo, radiante. Vital. Glorioso. Podía haberme ido en ese mismo momento, habría sido lo usual, no necesito reflectores ni los aplausos del publico. Podía dejar que lo archivaran como un brote de histeria colectiva. Pero no. ¿Sabes por qué vine en realidad? Por él. Por ese santo de mirada indolente que aún paseaba por mis pensamientos. Por su fe. Por su puñetera luz. Me entretuvo. Me divirtió. Y eso, padrecito, tuve que honrarlo. Así que hice mi obra. Una función especial, solo por una noche. Maté a todos. A todos y cada uno. 76 pacientes. 28 empleados. No quedó uno solo con vida. Ni un cuerpo sin desmembrar, ni un grito sin atender, ni un ojo sin vaciar. Me tomé mi tiempo. Jugué con ellos. Adiviné sus miedos. Se los di. Y los devoré. Y al final… Al final, al fondo del pasillo de las habitaciones, donde las luces titilaban y los rezos se evaporaban, dejé mi firma, un retrato hecho con sangre, uñas, carne seca. El rostro del hombre que me hizo sonreír aquella noche, dos semanas atrás. ¿Ves lo que me haces hacer, padrecito? ¿No es hermoso?
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  • ——— 𝙻𝚊 𝙷𝚊𝚋𝚒𝚝𝚊𝚌𝚒ó𝚗 𝙽𝚎𝚐𝚛𝚊

    Un nivel por debajo del club, oculto incluso para los ojos más curiosos, se encuentra La Habitación Negra.
    No hay acceso libre, no hay llaves visibles. Solo unos pocos conocen su existencia. Este santuario subterráneo no está destinado al placer, sino al poder.

    La Habitación Negra es el arsenal personal, meticulosamente mantenido, del ex-líder de The Animals. Un recuerdo de su reinado. Un lugar donde la violencia descansa como una bestia enjaulada, esperando ser despertada.

    Entre sus paredes reforzadas se encuentra lo último en ingeniería armamentística, tanto clásica como experimental. Cada pieza ha sido seleccionada especialmente por su letalidad contra objetivos de cualquier naturaleza.

    Entre su contenido se encuentran:

    ——— Armas de fuego modificadas (pistolas silenciadas, subfusiles compactos, rifles de precisión).
    ——— Munición de todo tipo.
    ——— Cuchillas ceremoniales y navajas de diseño personalizado.
    ——— Explosivos inteligentes y cargas controladas.
    ——— Dispositivos de rastreo y vigilancia de última generación.
    ——— Chalecos tácticos, trajes de camuflaje urbano y equipo para infiltración.
    ——— Drogas de combate, estimulantes y antídotos en cápsulas selladas.
    ——— Documentación falsificada, chips de identidad, teléfonos sin rastro.
    ——— Un espacio reservado para artefactos antiguos, algunos imposibles de catalogar.

    Kalhi NigDurgae Wolf ᴬᵁ
    ——— 𝙻𝚊 𝙷𝚊𝚋𝚒𝚝𝚊𝚌𝚒ó𝚗 𝙽𝚎𝚐𝚛𝚊 Un nivel por debajo del club, oculto incluso para los ojos más curiosos, se encuentra La Habitación Negra. No hay acceso libre, no hay llaves visibles. Solo unos pocos conocen su existencia. Este santuario subterráneo no está destinado al placer, sino al poder. La Habitación Negra es el arsenal personal, meticulosamente mantenido, del ex-líder de The Animals. Un recuerdo de su reinado. Un lugar donde la violencia descansa como una bestia enjaulada, esperando ser despertada. Entre sus paredes reforzadas se encuentra lo último en ingeniería armamentística, tanto clásica como experimental. Cada pieza ha sido seleccionada especialmente por su letalidad contra objetivos de cualquier naturaleza. Entre su contenido se encuentran: ——— Armas de fuego modificadas (pistolas silenciadas, subfusiles compactos, rifles de precisión). ——— Munición de todo tipo. ——— Cuchillas ceremoniales y navajas de diseño personalizado. ——— Explosivos inteligentes y cargas controladas. ——— Dispositivos de rastreo y vigilancia de última generación. ——— Chalecos tácticos, trajes de camuflaje urbano y equipo para infiltración. ——— Drogas de combate, estimulantes y antídotos en cápsulas selladas. ——— Documentación falsificada, chips de identidad, teléfonos sin rastro. ——— Un espacio reservado para artefactos antiguos, algunos imposibles de catalogar. [kalh1] [Wolfy]
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  • "La Casa Negra".

    Los días se están volviendo más largos y el frío se va quedando atrás, el invierno se despide poco a poco y con ello se aleja la estación del año favorita del brujo. El anochecer ha llegado más tarde, la temperatura se mantiene agradable, ni siquiera tuvo que encender la calefacción del bar.

    — Tengo que irme y puede que esté perdido por un par de días. No te comas toda la plantita, por favor...

    El bar queda en buenas manos.

    Tolek se dirige a la trastienda donde una habitación sellada por medios mágicos le espera, sólo él es capaz de abrir la puerta que le abre paso directo al único mueble en la estancia: un diván. El brujo gruñe por lo bajo antes de darle la espalda al condenado mueble y cierra la puerta antes de abrir el portal que le lleva a las coordenadas que le ha facilitado su primo.

    Aparece un bosque del otro lado, Tolek puede sentir la vibra perturbadora tan propia de Los Apalaches, pero al contrario de la mayoría, a él no le incomoda en lo más mínimo. Pero aquí, dicha vibra se siente con mayor intensidad, como si las venas mágicas que circulan en el ambiente bombearan de forma errática y distorsionada, una sensación que sólo ha sentido en las backroom.

    Recuerda las palabras de Raffaele: "es la primera vez que me enfrento a espacios liminales".

    — Van a necesitar una guía —concluye, pensando en voz alta y hablándole a la nada.

    "La nada", que en realidad es un todo y algo más. Mientras camina por los alrededores va sondeando la intensidad de la energía que dejó la brecha que trajo la casa hasta aquí en primer lugar. Tras alrededor de media hora de sólo caminar alrededor, Tolek puede establecer un epicentro que debe haber sido el núcleo de la vivienda cuando estuvo aquí, aunque ya solo quedan rastros, potentes, pero con una carga caótica mucho menos significativa.

    Observando a su alrededor, el brujo da cuenta de lo que parece un árbol más pequeño que el resto cuya apariencia le resulta tan familiar como antinatural. Mirando más de cerca, Tolek nota que se trata de un pino de plástico, un árbol de navidad sintético.

    — A Thomas no le gustaba que usáramos árboles de verdad... —murmura, mientras sus dedos acarician tiernamente las hojitas ficticias.

    Ese es el residuo liminal que estaba buscando.

    El brujo clava su bastón justo al costado del pino de plástico.

    — Muéstrame la vena que te alimenta —dice, ordenándole.

    El bastón gana temperatura, la primera señal de que se ha conectado a la fuente de magia más cercana y que, seguramente, sea la que alimenta también al pino.

    Tolek no necesita tocar el bastón para saberlo, pero sí necesita que la vena sea visible para sus ojos humanos, de alguna manera. Para ello, se lleva la mano al bolsillo para sacar un puñado de pequeñas pelotitas similares a pelusas de polvo, de color blanquecino y casi transparente, frágiles como copos de nieve, pero no se derriten. Se acerca la mano a la boca para susurrarles el conjuro que despertará a las pelusas de su letargo, con voz cálida las llama a la vida.

    Las pelusas se sacuden suave y perezosamente hasta desenrollarse como quien extiende el hilo de diminutas madejas de lana clara, van tomando forma de cientos de minúsculas criaturitas largas y aladas, como si a una lombriz le hubieran crecido una docena de pequeñas alitas.

    — Enséñenme el camino —les susurra, antes de liberarlas al viento.

    Las criaturitas, para las que la gente común ha adoptado el nombre de "rods", se dejan llevar con el soplo del aliento del brujo antes de remontar el vuelo. Se vuelven invisibles de lo rápido que son capaces de volar, así que Tolek ya sólo puede esperar a que los pequeños gusanitos con alas puedan cumplirle su petición.

    #ElBrujoCojo ꧁ঔৣ☬✞ 𝕮𝖗𝖔𝖜 ✞☬ঔৣ꧂
    "La Casa Negra". Los días se están volviendo más largos y el frío se va quedando atrás, el invierno se despide poco a poco y con ello se aleja la estación del año favorita del brujo. El anochecer ha llegado más tarde, la temperatura se mantiene agradable, ni siquiera tuvo que encender la calefacción del bar. — Tengo que irme y puede que esté perdido por un par de días. No te comas toda la plantita, por favor... El bar queda en buenas manos. Tolek se dirige a la trastienda donde una habitación sellada por medios mágicos le espera, sólo él es capaz de abrir la puerta que le abre paso directo al único mueble en la estancia: un diván. El brujo gruñe por lo bajo antes de darle la espalda al condenado mueble y cierra la puerta antes de abrir el portal que le lleva a las coordenadas que le ha facilitado su primo. Aparece un bosque del otro lado, Tolek puede sentir la vibra perturbadora tan propia de Los Apalaches, pero al contrario de la mayoría, a él no le incomoda en lo más mínimo. Pero aquí, dicha vibra se siente con mayor intensidad, como si las venas mágicas que circulan en el ambiente bombearan de forma errática y distorsionada, una sensación que sólo ha sentido en las backroom. Recuerda las palabras de Raffaele: "es la primera vez que me enfrento a espacios liminales". — Van a necesitar una guía —concluye, pensando en voz alta y hablándole a la nada. "La nada", que en realidad es un todo y algo más. Mientras camina por los alrededores va sondeando la intensidad de la energía que dejó la brecha que trajo la casa hasta aquí en primer lugar. Tras alrededor de media hora de sólo caminar alrededor, Tolek puede establecer un epicentro que debe haber sido el núcleo de la vivienda cuando estuvo aquí, aunque ya solo quedan rastros, potentes, pero con una carga caótica mucho menos significativa. Observando a su alrededor, el brujo da cuenta de lo que parece un árbol más pequeño que el resto cuya apariencia le resulta tan familiar como antinatural. Mirando más de cerca, Tolek nota que se trata de un pino de plástico, un árbol de navidad sintético. — A Thomas no le gustaba que usáramos árboles de verdad... —murmura, mientras sus dedos acarician tiernamente las hojitas ficticias. Ese es el residuo liminal que estaba buscando. El brujo clava su bastón justo al costado del pino de plástico. — Muéstrame la vena que te alimenta —dice, ordenándole. El bastón gana temperatura, la primera señal de que se ha conectado a la fuente de magia más cercana y que, seguramente, sea la que alimenta también al pino. Tolek no necesita tocar el bastón para saberlo, pero sí necesita que la vena sea visible para sus ojos humanos, de alguna manera. Para ello, se lleva la mano al bolsillo para sacar un puñado de pequeñas pelotitas similares a pelusas de polvo, de color blanquecino y casi transparente, frágiles como copos de nieve, pero no se derriten. Se acerca la mano a la boca para susurrarles el conjuro que despertará a las pelusas de su letargo, con voz cálida las llama a la vida. Las pelusas se sacuden suave y perezosamente hasta desenrollarse como quien extiende el hilo de diminutas madejas de lana clara, van tomando forma de cientos de minúsculas criaturitas largas y aladas, como si a una lombriz le hubieran crecido una docena de pequeñas alitas. — Enséñenme el camino —les susurra, antes de liberarlas al viento. Las criaturitas, para las que la gente común ha adoptado el nombre de "rods", se dejan llevar con el soplo del aliento del brujo antes de remontar el vuelo. Se vuelven invisibles de lo rápido que son capaces de volar, así que Tolek ya sólo puede esperar a que los pequeños gusanitos con alas puedan cumplirle su petición. #ElBrujoCojo [TheCrow]
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  • -Mi sombra al verme perdido en mis pensamientos ronpio el silencio haciendo ruido las otras sombras animados hicieron aparecer algunos instrumentos haciéndolos sonar viendo lo que tratan de hacer me quedo conmovido así que me animé hago aparecer mi micrófono para enpesar a cantar mientras caminaba por la habitación-

    -De la nada Mi sombra me quita el micrófono burlándose mientras canta en descontrol-

    -Viendo tal atrevimiento me enpieso a reir balanceando mi cuerpo las sombras a mi alrededor danzaban conmigo para luego adentrarse en mi interior podía sentir sus emociones desbordarse mi sonrisa se hacía más amplia colapsando en el piso tras reír a carcajadas a todo pulmón por lo que pasó -

    Cielos eso se sintió bastante bien


    https://youtu.be/BnHMuV8twj0?si=ViMdJbhaTCotroxO
    -Mi sombra al verme perdido en mis pensamientos ronpio el silencio haciendo ruido las otras sombras animados hicieron aparecer algunos instrumentos haciéndolos sonar viendo lo que tratan de hacer me quedo conmovido así que me animé hago aparecer mi micrófono para enpesar a cantar mientras caminaba por la habitación- -De la nada Mi sombra me quita el micrófono burlándose mientras canta en descontrol- -Viendo tal atrevimiento me enpieso a reir balanceando mi cuerpo las sombras a mi alrededor danzaban conmigo para luego adentrarse en mi interior podía sentir sus emociones desbordarse mi sonrisa se hacía más amplia colapsando en el piso tras reír a carcajadas a todo pulmón por lo que pasó - Cielos eso se sintió bastante bien https://youtu.be/BnHMuV8twj0?si=ViMdJbhaTCotroxO
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  • Para ti, que tratas de esconder tu falta de autoestima rodeándote de cuerpos vacíos y risas prestadas.
    Para ti, que crees que el sexo puede ser escudo, que finges seguridad con palabras vacías
    y caricias sin alma.

    Para esas mujeres tan insulsas como para acompañarte en la cama,
    y para esos hombres que sólo saben ofrecer cuerpo, como si eso bastara para llamar sabiduría.

    Por mucho que trates de fardar virilidad,
    o de usar tu sensualidad como moneda,
    lo único que haces es perder la dignidad en cada intento.
    Tu carne es ruido.
    Tu deseo, una fuga.
    Y tu mente… un eco de lo que no te atreves a construir.

    Te crees fuerte por seducir, pero solo eres débil disfrazado de deseo.
    Te crees libre por usar tu cuerpo,
    pero no eres más que esclavo de él.

    Desde aquí, donde los hilos me hablan la verdad, veo lo que intentas ocultar:
    la ausencia de pensamiento,
    la falta de esencia.
    Y créeme— ningún cuerpo puede reemplazar una mente que no existe.

    Así que baila, ríe, presume.
    Hazlo todo.
    Pero recuerda que hay ojos que no se dejan engañar.
    Y cuando el último hilo tiemble por la nada que lo sostiene…
    yo estaré lista. Tijeras en mano.
    Para ti, que tratas de esconder tu falta de autoestima rodeándote de cuerpos vacíos y risas prestadas. Para ti, que crees que el sexo puede ser escudo, que finges seguridad con palabras vacías y caricias sin alma. Para esas mujeres tan insulsas como para acompañarte en la cama, y para esos hombres que sólo saben ofrecer cuerpo, como si eso bastara para llamar sabiduría. Por mucho que trates de fardar virilidad, o de usar tu sensualidad como moneda, lo único que haces es perder la dignidad en cada intento. Tu carne es ruido. Tu deseo, una fuga. Y tu mente… un eco de lo que no te atreves a construir. Te crees fuerte por seducir, pero solo eres débil disfrazado de deseo. Te crees libre por usar tu cuerpo, pero no eres más que esclavo de él. Desde aquí, donde los hilos me hablan la verdad, veo lo que intentas ocultar: la ausencia de pensamiento, la falta de esencia. Y créeme— ningún cuerpo puede reemplazar una mente que no existe. Así que baila, ríe, presume. Hazlo todo. Pero recuerda que hay ojos que no se dejan engañar. Y cuando el último hilo tiemble por la nada que lo sostiene… yo estaré lista. Tijeras en mano.
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  • -Hoy me siento atrapada en las garras de una oscuridad insondable, un ser maligno que acecha cada rincón de mi ser sin descanso. Sus ojos invisibles parecen seguir cada uno de mis movimientos, observándome en silencio desde el rincón más sombrío de mi habitación. Cada noche, su presencia se hace más palpable, envolviéndome en un aire denso y opresivo que me obliga a obedecer sus insinuaciones de forma mecánica y temerosa.

    Cada solicitud de este ser siniestro es una orden que debo cumplir sin rechistar, consciente de que el más mínimo error desencadenará un castigo despiadado y consecuencias devastadoras para mi frágil existencia. Aunque intento encerrarlo en el laberinto de mi piel y ocultarlo en el silencio de mis pensamientos, descubro con espanto que un corazón que palpita con miedo siempre deja rastros visibles.

    Se cuela a través de las fisuras más diminutas de mi ser, manifestándose en la oscuridad de una mirada furtiva o en la sombra de un gesto apenas perceptible. Este ser de sombras parece conocer mis debilidades más íntimas, explorando mis recovecos más oscuros con una astucia diabólica que me deja indefenso ante su influencia insidiosa.

    Hoy, más que nunca, siento la presión ineludible de su presencia, envolviéndome en una telaraña de miedo y sombras que amenaza con devorar mi ser entero. ¿Cómo escapar de este ente malévolo que parece tener el control absoluto sobre mí? Mis pensamientos se agitan en un torbellino de incertidumbre y desasosiego, mientras lucho por mantener mi cordura en medio de la oscuridad que amenaza con engullirme.

    Mañana será otro día en la lucha constante contra esta fuerza desconocida que se agazapa en las sombras de mi existencia, pero por ahora, debo enfrentar la noche con valentía y resistir la tentación de sucumbir ante la oscuridad que me rodea.

    El temor se mezcla con la determinación en mi corazón, mientras la batalla interna contra este ser de sombras alcanza su punto álgido en la penumbra de mi habitación.

    Con desasosiego y determinación...
    -Hoy me siento atrapada en las garras de una oscuridad insondable, un ser maligno que acecha cada rincón de mi ser sin descanso. Sus ojos invisibles parecen seguir cada uno de mis movimientos, observándome en silencio desde el rincón más sombrío de mi habitación. Cada noche, su presencia se hace más palpable, envolviéndome en un aire denso y opresivo que me obliga a obedecer sus insinuaciones de forma mecánica y temerosa. Cada solicitud de este ser siniestro es una orden que debo cumplir sin rechistar, consciente de que el más mínimo error desencadenará un castigo despiadado y consecuencias devastadoras para mi frágil existencia. Aunque intento encerrarlo en el laberinto de mi piel y ocultarlo en el silencio de mis pensamientos, descubro con espanto que un corazón que palpita con miedo siempre deja rastros visibles. Se cuela a través de las fisuras más diminutas de mi ser, manifestándose en la oscuridad de una mirada furtiva o en la sombra de un gesto apenas perceptible. Este ser de sombras parece conocer mis debilidades más íntimas, explorando mis recovecos más oscuros con una astucia diabólica que me deja indefenso ante su influencia insidiosa. Hoy, más que nunca, siento la presión ineludible de su presencia, envolviéndome en una telaraña de miedo y sombras que amenaza con devorar mi ser entero. ¿Cómo escapar de este ente malévolo que parece tener el control absoluto sobre mí? Mis pensamientos se agitan en un torbellino de incertidumbre y desasosiego, mientras lucho por mantener mi cordura en medio de la oscuridad que amenaza con engullirme. Mañana será otro día en la lucha constante contra esta fuerza desconocida que se agazapa en las sombras de mi existencia, pero por ahora, debo enfrentar la noche con valentía y resistir la tentación de sucumbir ante la oscuridad que me rodea. El temor se mezcla con la determinación en mi corazón, mientras la batalla interna contra este ser de sombras alcanza su punto álgido en la penumbra de mi habitación. Con desasosiego y determinación...
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  • Ya nos cansamos de espiar el barrio y jugar animal crossing.
    Ahora a dormir.
    Ya nos cansamos de espiar el barrio y jugar animal crossing. Ahora a dormir.
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  • "Calor..."

    El tenno no tiene ganas de salir del cuerpo de Chroma, la temperatura está espantosamente alto, aunque existe la energía para salir de ahí, curiosamente, el cuerpo de Chroma está mejor habituado al calor, inclusive con su color carmesí actual.

    Lo que todas sus habilidades se relacionan con el fuego, un elemento primordial para Chroma, el calor, el fuego y las llamas son algo que le agradan mucho a este cuerpo, menos a su Tenno quien está acostumbrado a climas polares.

    "Tenemos un trato"

    Chroma solo asiente con la cabeza.
    "Calor..." El tenno no tiene ganas de salir del cuerpo de Chroma, la temperatura está espantosamente alto, aunque existe la energía para salir de ahí, curiosamente, el cuerpo de Chroma está mejor habituado al calor, inclusive con su color carmesí actual. Lo que todas sus habilidades se relacionan con el fuego, un elemento primordial para Chroma, el calor, el fuego y las llamas son algo que le agradan mucho a este cuerpo, menos a su Tenno quien está acostumbrado a climas polares. "Tenemos un trato" Chroma solo asiente con la cabeza.
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  • Entonces susurro el salmo de tu nombre. Me pregunto cuántas veces no te vi arrodillado ante mi tempestad hecha templo reverdecido con lo hipócrita de los santos que no son más que bufones de otras tierras que no silban al morir.

    Materializo mis manos con los estigmas del dios en el que crees; pulcritud en tus vestires, pronuncio tu nombre como el amante que reta a la vida por retener de vuelta a lo inexplorado; pero te exploro como un lienzo en filoso paganismo. Tarareo una melodía de jauría de lobos; un maullido, ronroneo a la espera de tu espuelas talladas en mi carne; porque cuando me hago corporeidad; brindo gotas de savia vitae en tu boca que se asemeja al cáliz que tanto tu religión busca con delirio.

    Pero tú, eres cáliz y mis prudencias se persignan con tu gozo. Suspiro y degollo tu cuerpo con el éxtasis al que pretendo someterte. Me hundo en tu virginidad; sé que soy el primero y el único, pero sé que te has tocado en el nombre de mi nombre.

    Me conociste como una lluvia de plata; de impura llama; llano recuerdo desde que fuiste mío bajo los árboles de cerezos donde me atreví a retarte y a emborracharte con la lumbre de mi ombligo hecho oro de pretensiones sólo nacidas de la inocencia de haberte hallado.

    Delineo el abad de tus muñecas, busco tensar la humanidad que no es tuya; porque hace mucho tiempo mi simiente te dejó fluir. Torpe alimaña que soy, te busco entre mis ritos y rasgo tu piel con sigilos prohibidos. Este no es el fin, es la mañana, la tarde y la noche hechas una y echadas a su suerte.

    Maldigo el tiempo y te hago el amor con una cadencia secreta. Abro tus puertas con una oración entre nosotros. No soy macho o hembra, soy un ser que no tiene identidad; pero me llaman el dios madre; el Silonthis Izmigoln, tatuado en tus corazones.

    Me abro ante el pasaje de la realidad y te observo, desde arriba con mis doce cabezas que perdonan el rencor de tus pecados. Puedes verme; me descompongo incorrupto; alabeo de rectitud que penetra tu garganta. Provoco que nuestras extremidades se enlacen como si fuéramos uno y una danza de brujos y cisnes, nos elevamos perennes sobre el altar en el que te desposo.

    Reparto monedas sobre tus ojos, los horado al desengañar tu cuerpo; ese sagrado como mío; y te permito vislumbrarme de porte inenarrable, como un halo de arcoíris de medianoche. Como tú, como el hombre al que besas en tus sueños sin decirlo; escuchas el tic tac de los relojes que marcan tu existencia como mía y al amarte con todos tus ruegos obscenos, me deleito y rio un río de estrellas.

    Te encandilo y pienso en morir a tu lado. Repaso el ejemplo de tu voz; disfruto modular tus ruegos, disfruto hacerte trizas sin dañarte. Susurro, ronroneo con mis dedos sobre tu estampa de dédalos de matices áureos sollozantes.

    Hablo contigo desde tus globos oculares, y rehuso el huso horario de tus denarios; me disfrazo de azucena, porte firme de camelia; hago una nada con las trincheras de tu ser siendo doncel creado por pensamientos y gozo de quebrantados huesos.

    Mi lengua se enlaza con la tuya en arropo de delicia; te ofrezco albaricoques, presas de futuros en almíbar. Ah, si te endiosara no serías capaz de retenerme porque sería tu mismo. Soy la rueda del tiempo, la rueca que hila tus hilares mudos; enarbolados como una manta que nace con el sol que eres.

    Se da un vals; se da en tu nombre y mis susurros se hacen tangibles que escuchas a mi amor desbocado en equilibrio frontal cuál mástil indecoroso. Busco que te retuerzas, las tuercas de tus relojes de tiempos, de tiempos, de tiempos. Tres veces me derramo en ti como la miel de un higo; si fueras hembra estarías preñada de mi pureza hecha calvario. Te amo tanto como adoro mi locura; renazco y tomo las hebras de tu testa y las colecciono entre mis uñas. Recorro lo silvestre que hay en ti y te llamo por tu nombre.

    El verdadero.

    "Aminthedez Polzyrio, ¿por qué te ocultaste tanto tiempo? En cada realidad tiemblo en el tiempo por soñarte; ahora que estás aquí, lo único que amanecerá en ti será el vástago sin amores; un eléboro que retoñará en este sacrificio".

    Te observo. Tu belleza es deslumbrante y lloro; con la amargura de abrazarte ya santificado.

    "Mírame sólo a mí, en esta pieza que juzga tu génesis. No hice más que soñarte hasta este momento. Escúchame. Pide. Reza por tu salvación, porque a mi lado serás el cordero de tu dios que quita el pecado del mundo".

    Verso y delineo tus labios con mis extremidades.

    "Eres tal y cómo te recuerdo; en mis memorias. Eres yo y yo soy tú. Eres mi promesa; la bruma indecorosa que me enloquece".

    Me edifico en la aurora de tu nombre; de tez y voto, de tul y gen de primaveras con aroma a sándalo; materializo mis monstruosidades y confecciono el andar de los orzuelos de mis mejillas; pronto la tinta se derrama como líneas zigzagueantes sobre ti; soberano mi sinuosidad sobre la geografía de tu cuerpo es un pecado original que no decae por más que te sorprendo con mis telares en tu son de tentarme.

    Tomo el augurio de una seda y la ato a tus tobillos para inmovilizarte; me atrevo a hacerlo porque sé que mis oraciones atraerán a las delicias de los imperios que te esconden. Delineo tu hombría con mi voz hecha céfiro; entremezclo las entrañas de las sombras en el centro de tu ombligo al que doy una caricia; y pese a que te hago el amor no me ves; aún no.

    Versa el reguero de mis besos por tu torso y no recapacito; trago y relamo la presencia de tus manualidades; mis dagas de carne te perforan y te anudan y mis alas se baten una dos y tres veces cuando empujo dentro de ti el resto de lo que poseo.

    Impregno mi aroma a limón, a miel y mandarinas sobre el tronco de tu cuello; reparo en tus lunares de tenerlos y empujo nueve veces en ondas de océanos de bruna sal; serpenteo y busco, me inmiscuyo en los cordeles que ato a tu cuello como collares.

    Me rehuso a renunciar a ti, por tu porte; tus afrentas, tu dolor hecho placeres de pura seda. Uno mis labios y aparezco como un genio de gran poder; de ojos lilas y albos cabellos que se derraman sobre ti como una cascada, una ternura que no controlo.

    Te beso al derecho y al revés, verso besos en tu abdomen y ejemplifico otros desordenes de mis memorias desde el pensamiento que te creo. Mis ojos raptan tu silueta y mis alas te protegen; escudan a tu ser, desean todo lo casto para ti como si fuese un deseo de cumpleaños. Susurro y termino de despojar del vestir a tu alma. Tejo un chal sobre tu rostro; o un velo quizá, no lo sé pero sé que te pertenece...como yo te pertenezco.

    Riego tu verdor y te digo, en vilo reestablecido:

    "Ante tu majestad, siempre puedo soñarla como mía; pero este instante es sólo nuestro; esta unión ante el altar. Ellos te entregaron y no habrá marcha atrás; Cayemnar".

    Entonces susurro el salmo de tu nombre. Me pregunto cuántas veces no te vi arrodillado ante mi tempestad hecha templo reverdecido con lo hipócrita de los santos que no son más que bufones de otras tierras que no silban al morir. Materializo mis manos con los estigmas del dios en el que crees; pulcritud en tus vestires, pronuncio tu nombre como el amante que reta a la vida por retener de vuelta a lo inexplorado; pero te exploro como un lienzo en filoso paganismo. Tarareo una melodía de jauría de lobos; un maullido, ronroneo a la espera de tu espuelas talladas en mi carne; porque cuando me hago corporeidad; brindo gotas de savia vitae en tu boca que se asemeja al cáliz que tanto tu religión busca con delirio. Pero tú, eres cáliz y mis prudencias se persignan con tu gozo. Suspiro y degollo tu cuerpo con el éxtasis al que pretendo someterte. Me hundo en tu virginidad; sé que soy el primero y el único, pero sé que te has tocado en el nombre de mi nombre. Me conociste como una lluvia de plata; de impura llama; llano recuerdo desde que fuiste mío bajo los árboles de cerezos donde me atreví a retarte y a emborracharte con la lumbre de mi ombligo hecho oro de pretensiones sólo nacidas de la inocencia de haberte hallado. Delineo el abad de tus muñecas, busco tensar la humanidad que no es tuya; porque hace mucho tiempo mi simiente te dejó fluir. Torpe alimaña que soy, te busco entre mis ritos y rasgo tu piel con sigilos prohibidos. Este no es el fin, es la mañana, la tarde y la noche hechas una y echadas a su suerte. Maldigo el tiempo y te hago el amor con una cadencia secreta. Abro tus puertas con una oración entre nosotros. No soy macho o hembra, soy un ser que no tiene identidad; pero me llaman el dios madre; el Silonthis Izmigoln, tatuado en tus corazones. Me abro ante el pasaje de la realidad y te observo, desde arriba con mis doce cabezas que perdonan el rencor de tus pecados. Puedes verme; me descompongo incorrupto; alabeo de rectitud que penetra tu garganta. Provoco que nuestras extremidades se enlacen como si fuéramos uno y una danza de brujos y cisnes, nos elevamos perennes sobre el altar en el que te desposo. Reparto monedas sobre tus ojos, los horado al desengañar tu cuerpo; ese sagrado como mío; y te permito vislumbrarme de porte inenarrable, como un halo de arcoíris de medianoche. Como tú, como el hombre al que besas en tus sueños sin decirlo; escuchas el tic tac de los relojes que marcan tu existencia como mía y al amarte con todos tus ruegos obscenos, me deleito y rio un río de estrellas. Te encandilo y pienso en morir a tu lado. Repaso el ejemplo de tu voz; disfruto modular tus ruegos, disfruto hacerte trizas sin dañarte. Susurro, ronroneo con mis dedos sobre tu estampa de dédalos de matices áureos sollozantes. Hablo contigo desde tus globos oculares, y rehuso el huso horario de tus denarios; me disfrazo de azucena, porte firme de camelia; hago una nada con las trincheras de tu ser siendo doncel creado por pensamientos y gozo de quebrantados huesos. Mi lengua se enlaza con la tuya en arropo de delicia; te ofrezco albaricoques, presas de futuros en almíbar. Ah, si te endiosara no serías capaz de retenerme porque sería tu mismo. Soy la rueda del tiempo, la rueca que hila tus hilares mudos; enarbolados como una manta que nace con el sol que eres. Se da un vals; se da en tu nombre y mis susurros se hacen tangibles que escuchas a mi amor desbocado en equilibrio frontal cuál mástil indecoroso. Busco que te retuerzas, las tuercas de tus relojes de tiempos, de tiempos, de tiempos. Tres veces me derramo en ti como la miel de un higo; si fueras hembra estarías preñada de mi pureza hecha calvario. Te amo tanto como adoro mi locura; renazco y tomo las hebras de tu testa y las colecciono entre mis uñas. Recorro lo silvestre que hay en ti y te llamo por tu nombre. El verdadero. "Aminthedez Polzyrio, ¿por qué te ocultaste tanto tiempo? En cada realidad tiemblo en el tiempo por soñarte; ahora que estás aquí, lo único que amanecerá en ti será el vástago sin amores; un eléboro que retoñará en este sacrificio". Te observo. Tu belleza es deslumbrante y lloro; con la amargura de abrazarte ya santificado. "Mírame sólo a mí, en esta pieza que juzga tu génesis. No hice más que soñarte hasta este momento. Escúchame. Pide. Reza por tu salvación, porque a mi lado serás el cordero de tu dios que quita el pecado del mundo". Verso y delineo tus labios con mis extremidades. "Eres tal y cómo te recuerdo; en mis memorias. Eres yo y yo soy tú. Eres mi promesa; la bruma indecorosa que me enloquece". Me edifico en la aurora de tu nombre; de tez y voto, de tul y gen de primaveras con aroma a sándalo; materializo mis monstruosidades y confecciono el andar de los orzuelos de mis mejillas; pronto la tinta se derrama como líneas zigzagueantes sobre ti; soberano mi sinuosidad sobre la geografía de tu cuerpo es un pecado original que no decae por más que te sorprendo con mis telares en tu son de tentarme. Tomo el augurio de una seda y la ato a tus tobillos para inmovilizarte; me atrevo a hacerlo porque sé que mis oraciones atraerán a las delicias de los imperios que te esconden. Delineo tu hombría con mi voz hecha céfiro; entremezclo las entrañas de las sombras en el centro de tu ombligo al que doy una caricia; y pese a que te hago el amor no me ves; aún no. Versa el reguero de mis besos por tu torso y no recapacito; trago y relamo la presencia de tus manualidades; mis dagas de carne te perforan y te anudan y mis alas se baten una dos y tres veces cuando empujo dentro de ti el resto de lo que poseo. Impregno mi aroma a limón, a miel y mandarinas sobre el tronco de tu cuello; reparo en tus lunares de tenerlos y empujo nueve veces en ondas de océanos de bruna sal; serpenteo y busco, me inmiscuyo en los cordeles que ato a tu cuello como collares. Me rehuso a renunciar a ti, por tu porte; tus afrentas, tu dolor hecho placeres de pura seda. Uno mis labios y aparezco como un genio de gran poder; de ojos lilas y albos cabellos que se derraman sobre ti como una cascada, una ternura que no controlo. Te beso al derecho y al revés, verso besos en tu abdomen y ejemplifico otros desordenes de mis memorias desde el pensamiento que te creo. Mis ojos raptan tu silueta y mis alas te protegen; escudan a tu ser, desean todo lo casto para ti como si fuese un deseo de cumpleaños. Susurro y termino de despojar del vestir a tu alma. Tejo un chal sobre tu rostro; o un velo quizá, no lo sé pero sé que te pertenece...como yo te pertenezco. Riego tu verdor y te digo, en vilo reestablecido: "Ante tu majestad, siempre puedo soñarla como mía; pero este instante es sólo nuestro; esta unión ante el altar. Ellos te entregaron y no habrá marcha atrás; Cayemnar".
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