🄲🄰🄿. 🄸🅅
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Pasaban los días, semanas, meses : La gloria y poder de "Ulises el Tirano" crecían al igual que la fama de la pelirroja que peleaba y dirigía su ejército en su nombre, uno que estaba compuesto por guerrilleros que eran perros falderos de Ulises igual de detestables que él, y otra gran parte esclavos como ella que peleaban para sobrevivir.
La autoridad de Elizabeth en el campo de batalla era tal que nadie cuestionaba sus estrategias marciales, su palabra era la final y se ejecutaba al pie de la letra. Pronto ese prestigio trascendió más allá de las guerras combativas, al calabozo donde ella encadenada reponía fuerzas cada noche empezaron a llegar mensajes escondidos entre el pan, debajo del plato de la cena o bien enviados con las criadas que por las mañanas a escondidas de su amo iban a bañarla y darle ropas nuevas.
Los mensajes aludían a una insurrección, el primero que llegó decía : "𝘓𝘢 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘦𝘴 𝘥𝘢𝘥𝘢; 𝘴𝘦 𝘨𝘢𝘯𝘢. 𝐸𝑠𝑡𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑔𝑜"
Por primera vez Liz entre sus planes de venganza pudo ver mas factible que se cumplieran, no estaba sola.
Desde ese evento, pacientemente esperaba que llegaran los recados, algunos con información importante, otros sólo para confirmar que la revolución seguía en pie
-"𝑆𝑜𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎"
-"𝘚𝘪 𝘯𝘰 𝘩𝘢𝘺 𝘫𝘶𝘴𝘵𝘪𝘤𝘪𝘢 𝘯𝘰 𝘩𝘢𝘺 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥"
-"𝘔á𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘪𝘵𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘤𝘳𝘪𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘦𝘴𝘵á𝘯 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘶𝘴𝘢, 𝘢𝘣𝘳𝘦 𝘣𝘪𝘦𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴, 𝘭𝘰𝘴 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘤𝘪𝘯𝘵𝘰 𝘳𝘰𝘫𝘰"
-"𝘏𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘴𝘰𝘮𝘰𝘴 164, 𝘵𝘰𝘥𝘰𝘴 𝘭𝘶𝘤𝘩𝘢𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘭𝘢 𝘓𝘭𝘢𝘮𝘢 𝘥𝘦 𝘚𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦"
-"𝘔𝘢ñ𝘢𝘯𝘢. 𝘈𝘵𝘦𝘯𝘵𝘢, 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘢𝘥𝘦𝘯𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢𝘳á𝘯 𝘢𝘣𝘪𝘦𝘳𝘵𝘢𝘴"
El día había llegado, era ahora o nunca. Luego de una contienda pequeña en el valle de Linaris, un grupo de guerreros aislaron al cazador con la lanza envenenada y lo mataron en una lucha de 5 contra 1, quedando su cuerpo perdido entre los caídos en batalla, Ulises no notaría su ausencia después de unas cuantas horas.
Tres esclavos escoltaron a Elizabeth a su mazmorra, pudo observar que dos de ellos llevaban el cinto rojo, expectante esperaba la señal para actuar, ingresaron y se disponían a preparar los grilletes para atarla, con una mirada fugaz el par de aliados asintieron y redujeron al tercer siervo, dejando libre así a la pelirroja, uno de ellos se dirige a ella y grita efusivamente
▔ Corre! y busca la venganza. Nos levantaremos en armas. Hoy la tiranía muere bajo tu mano
Liz con la adrenalina apoderándose de su cuerpo tomó su espada y se escabullía entre las tiendas que poco a poco empezaban a sumergirse en un estruendoso ruido de espadas chocando y gente gritando por muerte o victoria. En esta instancia sólo existían esas dos opciones, ella avanzaba rápido quemando todo a su paso, discerniendo entre la multitud recientemente alborotada quien era aliado y enemigo, buscaba el cinto rojo en cada uno de ellos, de inmediato su grupo se acoplaba detrás de ella luchando mano a mano con los que se levantaban en su contra, era un espectáculo digno de ver, como los esclavos en su debilidad luchaban con las fuerzas desgastadas pero con el alma hambrienta de libertad, en este punto el número había ascendido a unos cientos. El objetivo estaba claro: Ulises, quien a estas alturas ya estaba enterado del motín y se había encerrado resguardado por sus más hábiles mercenarios (alias : perros falderos) . Elizabeth no tuvo piedad y junto con los otros esclavos avasallaron el lugar dando muerte a cada uno, en el fondo se podía ver al Tirano sentado en su trono desde donde se autoproclamaba gobernador de todo los terrenos de Oriente que había "ganado". La pelirroja sin dudar lanzaba fuego al que se le interponía en su camino, mientras los demás peleaban también ferozmente con el mismo propósito.
Al estar frente a frente la pelirroja pudo ver el miedo en los ojos cobardes de Ulises, lo tomó del cuello y atravesó el cuerpo del Tirano
── Morirás bajo tu capricho, una llama de Sangre no es para tu beneficio. Tu nombre muere contigo maldito.
En las afueras, la guerra menguaba, las pérdidas humanas dieron frutos, ahora eran libres. Muchos de los partidarios de Ulises al ver que él había muerto huyeron.
▔ ¡Larga vida a la Reina Escarlata!
▔ ¡Larga vida!
▔ ¡Que viva!
La gente vitoreaba, Elizabeth completamente emocionada de por fin ser libre después de meses de calvario se sentó en el trono manchado de sangre con el cuerpo de su captor a sus pies, asimilando todo lo que había acontecido. El apodo de "La Reina Escarlata" nació ahí y se esparció por todo el continente, la guerrera esclava que fue parte de la revolución de Oriente.
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Pasaban los días, semanas, meses : La gloria y poder de "Ulises el Tirano" crecían al igual que la fama de la pelirroja que peleaba y dirigía su ejército en su nombre, uno que estaba compuesto por guerrilleros que eran perros falderos de Ulises igual de detestables que él, y otra gran parte esclavos como ella que peleaban para sobrevivir.
La autoridad de Elizabeth en el campo de batalla era tal que nadie cuestionaba sus estrategias marciales, su palabra era la final y se ejecutaba al pie de la letra. Pronto ese prestigio trascendió más allá de las guerras combativas, al calabozo donde ella encadenada reponía fuerzas cada noche empezaron a llegar mensajes escondidos entre el pan, debajo del plato de la cena o bien enviados con las criadas que por las mañanas a escondidas de su amo iban a bañarla y darle ropas nuevas.
Los mensajes aludían a una insurrección, el primero que llegó decía : "𝘓𝘢 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘦𝘴 𝘥𝘢𝘥𝘢; 𝘴𝘦 𝘨𝘢𝘯𝘢. 𝐸𝑠𝑡𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑔𝑜"
Por primera vez Liz entre sus planes de venganza pudo ver mas factible que se cumplieran, no estaba sola.
Desde ese evento, pacientemente esperaba que llegaran los recados, algunos con información importante, otros sólo para confirmar que la revolución seguía en pie
-"𝑆𝑜𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎"
-"𝘚𝘪 𝘯𝘰 𝘩𝘢𝘺 𝘫𝘶𝘴𝘵𝘪𝘤𝘪𝘢 𝘯𝘰 𝘩𝘢𝘺 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥"
-"𝘔á𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘪𝘵𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘤𝘳𝘪𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘦𝘴𝘵á𝘯 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘶𝘴𝘢, 𝘢𝘣𝘳𝘦 𝘣𝘪𝘦𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴, 𝘭𝘰𝘴 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘤𝘪𝘯𝘵𝘰 𝘳𝘰𝘫𝘰"
-"𝘏𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘴𝘰𝘮𝘰𝘴 164, 𝘵𝘰𝘥𝘰𝘴 𝘭𝘶𝘤𝘩𝘢𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘭𝘢 𝘓𝘭𝘢𝘮𝘢 𝘥𝘦 𝘚𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦"
-"𝘔𝘢ñ𝘢𝘯𝘢. 𝘈𝘵𝘦𝘯𝘵𝘢, 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘢𝘥𝘦𝘯𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢𝘳á𝘯 𝘢𝘣𝘪𝘦𝘳𝘵𝘢𝘴"
El día había llegado, era ahora o nunca. Luego de una contienda pequeña en el valle de Linaris, un grupo de guerreros aislaron al cazador con la lanza envenenada y lo mataron en una lucha de 5 contra 1, quedando su cuerpo perdido entre los caídos en batalla, Ulises no notaría su ausencia después de unas cuantas horas.
Tres esclavos escoltaron a Elizabeth a su mazmorra, pudo observar que dos de ellos llevaban el cinto rojo, expectante esperaba la señal para actuar, ingresaron y se disponían a preparar los grilletes para atarla, con una mirada fugaz el par de aliados asintieron y redujeron al tercer siervo, dejando libre así a la pelirroja, uno de ellos se dirige a ella y grita efusivamente
▔ Corre! y busca la venganza. Nos levantaremos en armas. Hoy la tiranía muere bajo tu mano
Liz con la adrenalina apoderándose de su cuerpo tomó su espada y se escabullía entre las tiendas que poco a poco empezaban a sumergirse en un estruendoso ruido de espadas chocando y gente gritando por muerte o victoria. En esta instancia sólo existían esas dos opciones, ella avanzaba rápido quemando todo a su paso, discerniendo entre la multitud recientemente alborotada quien era aliado y enemigo, buscaba el cinto rojo en cada uno de ellos, de inmediato su grupo se acoplaba detrás de ella luchando mano a mano con los que se levantaban en su contra, era un espectáculo digno de ver, como los esclavos en su debilidad luchaban con las fuerzas desgastadas pero con el alma hambrienta de libertad, en este punto el número había ascendido a unos cientos. El objetivo estaba claro: Ulises, quien a estas alturas ya estaba enterado del motín y se había encerrado resguardado por sus más hábiles mercenarios (alias : perros falderos) . Elizabeth no tuvo piedad y junto con los otros esclavos avasallaron el lugar dando muerte a cada uno, en el fondo se podía ver al Tirano sentado en su trono desde donde se autoproclamaba gobernador de todo los terrenos de Oriente que había "ganado". La pelirroja sin dudar lanzaba fuego al que se le interponía en su camino, mientras los demás peleaban también ferozmente con el mismo propósito.
Al estar frente a frente la pelirroja pudo ver el miedo en los ojos cobardes de Ulises, lo tomó del cuello y atravesó el cuerpo del Tirano
── Morirás bajo tu capricho, una llama de Sangre no es para tu beneficio. Tu nombre muere contigo maldito.
En las afueras, la guerra menguaba, las pérdidas humanas dieron frutos, ahora eran libres. Muchos de los partidarios de Ulises al ver que él había muerto huyeron.
▔ ¡Larga vida a la Reina Escarlata!
▔ ¡Larga vida!
▔ ¡Que viva!
La gente vitoreaba, Elizabeth completamente emocionada de por fin ser libre después de meses de calvario se sentó en el trono manchado de sangre con el cuerpo de su captor a sus pies, asimilando todo lo que había acontecido. El apodo de "La Reina Escarlata" nació ahí y se esparció por todo el continente, la guerrera esclava que fue parte de la revolución de Oriente.
🄲🄰🄿. 🄸🅅
≫ ──────── ≪•◦ ❈ ◦•≫──────── ≪
Pasaban los días, semanas, meses : La gloria y poder de "Ulises el Tirano" crecían al igual que la fama de la pelirroja que peleaba y dirigía su ejército en su nombre, uno que estaba compuesto por guerrilleros que eran perros falderos de Ulises igual de detestables que él, y otra gran parte esclavos como ella que peleaban para sobrevivir.
La autoridad de Elizabeth en el campo de batalla era tal que nadie cuestionaba sus estrategias marciales, su palabra era la final y se ejecutaba al pie de la letra. Pronto ese prestigio trascendió más allá de las guerras combativas, al calabozo donde ella encadenada reponía fuerzas cada noche empezaron a llegar mensajes escondidos entre el pan, debajo del plato de la cena o bien enviados con las criadas que por las mañanas a escondidas de su amo iban a bañarla y darle ropas nuevas.
Los mensajes aludían a una insurrección, el primero que llegó decía : "𝘓𝘢 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘦𝘴 𝘥𝘢𝘥𝘢; 𝘴𝘦 𝘨𝘢𝘯𝘢. 𝐸𝑠𝑡𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑔𝑜"
Por primera vez Liz entre sus planes de venganza pudo ver mas factible que se cumplieran, no estaba sola.
Desde ese evento, pacientemente esperaba que llegaran los recados, algunos con información importante, otros sólo para confirmar que la revolución seguía en pie
-"𝑆𝑜𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎"
-"𝘚𝘪 𝘯𝘰 𝘩𝘢𝘺 𝘫𝘶𝘴𝘵𝘪𝘤𝘪𝘢 𝘯𝘰 𝘩𝘢𝘺 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥"
-"𝘔á𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘪𝘵𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘤𝘳𝘪𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘦𝘴𝘵á𝘯 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘶𝘴𝘢, 𝘢𝘣𝘳𝘦 𝘣𝘪𝘦𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴, 𝘭𝘰𝘴 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘤𝘪𝘯𝘵𝘰 𝘳𝘰𝘫𝘰"
-"𝘏𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘴𝘰𝘮𝘰𝘴 164, 𝘵𝘰𝘥𝘰𝘴 𝘭𝘶𝘤𝘩𝘢𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘭𝘢 𝘓𝘭𝘢𝘮𝘢 𝘥𝘦 𝘚𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦"
-"𝘔𝘢ñ𝘢𝘯𝘢. 𝘈𝘵𝘦𝘯𝘵𝘢, 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘢𝘥𝘦𝘯𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢𝘳á𝘯 𝘢𝘣𝘪𝘦𝘳𝘵𝘢𝘴"
El día había llegado, era ahora o nunca. Luego de una contienda pequeña en el valle de Linaris, un grupo de guerreros aislaron al cazador con la lanza envenenada y lo mataron en una lucha de 5 contra 1, quedando su cuerpo perdido entre los caídos en batalla, Ulises no notaría su ausencia después de unas cuantas horas.
Tres esclavos escoltaron a Elizabeth a su mazmorra, pudo observar que dos de ellos llevaban el cinto rojo, expectante esperaba la señal para actuar, ingresaron y se disponían a preparar los grilletes para atarla, con una mirada fugaz el par de aliados asintieron y redujeron al tercer siervo, dejando libre así a la pelirroja, uno de ellos se dirige a ella y grita efusivamente
▔ Corre! y busca la venganza. Nos levantaremos en armas. Hoy la tiranía muere bajo tu mano
Liz con la adrenalina apoderándose de su cuerpo tomó su espada y se escabullía entre las tiendas que poco a poco empezaban a sumergirse en un estruendoso ruido de espadas chocando y gente gritando por muerte o victoria. En esta instancia sólo existían esas dos opciones, ella avanzaba rápido quemando todo a su paso, discerniendo entre la multitud recientemente alborotada quien era aliado y enemigo, buscaba el cinto rojo en cada uno de ellos, de inmediato su grupo se acoplaba detrás de ella luchando mano a mano con los que se levantaban en su contra, era un espectáculo digno de ver, como los esclavos en su debilidad luchaban con las fuerzas desgastadas pero con el alma hambrienta de libertad, en este punto el número había ascendido a unos cientos. El objetivo estaba claro: Ulises, quien a estas alturas ya estaba enterado del motín y se había encerrado resguardado por sus más hábiles mercenarios (alias : perros falderos) . Elizabeth no tuvo piedad y junto con los otros esclavos avasallaron el lugar dando muerte a cada uno, en el fondo se podía ver al Tirano sentado en su trono desde donde se autoproclamaba gobernador de todo los terrenos de Oriente que había "ganado". La pelirroja sin dudar lanzaba fuego al que se le interponía en su camino, mientras los demás peleaban también ferozmente con el mismo propósito.
Al estar frente a frente la pelirroja pudo ver el miedo en los ojos cobardes de Ulises, lo tomó del cuello y atravesó el cuerpo del Tirano
🌹── Morirás bajo tu capricho, una llama de Sangre no es para tu beneficio. Tu nombre muere contigo maldito.
En las afueras, la guerra menguaba, las pérdidas humanas dieron frutos, ahora eran libres. Muchos de los partidarios de Ulises al ver que él había muerto huyeron.
▔ ¡Larga vida a la Reina Escarlata!
▔ ¡Larga vida!
▔ ¡Que viva!
La gente vitoreaba, Elizabeth completamente emocionada de por fin ser libre después de meses de calvario se sentó en el trono manchado de sangre con el cuerpo de su captor a sus pies, asimilando todo lo que había acontecido. El apodo de "La Reina Escarlata" nació ahí y se esparció por todo el continente, la guerrera esclava que fue parte de la revolución de Oriente.