• «Un ciclo se cierra, otro comienza. Anunciado por el eterno pregonar de las trompetas celestiales, ¿es una bella melodía que sólo escuchan los privilegiados, o un estridente chirrido que tortura a los malditos? Cuestión de perspectiva, quizás».
    «Un ciclo se cierra, otro comienza. Anunciado por el eterno pregonar de las trompetas celestiales, ¿es una bella melodía que sólo escuchan los privilegiados, o un estridente chirrido que tortura a los malditos? Cuestión de perspectiva, quizás».
    Me gusta
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • ¿Mis planes? Quizás sea tener una buena descendencia, Pas de danger, pas de plaisir
    ¿Mis planes? Quizás sea tener una buena descendencia, Pas de danger, pas de plaisir
    Me gusta
    Me encocora
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • La casa estaba demasiado silenciosa.
    Me apoyé en la balaustrada de piedra, dejando que el frío se filtrara a través de la tela oscura de mi ropa mientras observaba el gran espacio que se abría frente a mis ojos. Las sombras se alargaban entre columnas antiguas haciendo que me pregunté si acaso viejos fantasmas se escondían entre los altos arcos.

    El eco de mis propios movimientos parecía exagerado en un lugar que normalmente estaría lleno de voces, risas y magia compartida.

    Casi todos habían salido a celebrar Yule. Fogatas, cantos, vino caliente… la vida siguiendo su curso lejos de aquí. Yo, en cambio, me había quedado atrás, custodiando una casa que parecía más un recuerdo atrapado en el tiempo que un verdadero hogar. Quién sabe, quizá esto era cosa mía: A pesar de los años que había pasado aquí aún no había podido considerar este lugar como parte de mi.

    Molesta conmigo misma dejé que el peso de mi cuerpo descansara un poco más sobre la piedra, mis dedos recorriendo distraídamente la superficie fría y gastada. Había algo hermoso en la soledad, sí, pero también un aburrimiento sutil, insistente, que se colaba entre mis pensamientos y los recuerdos de la familia que alguna vez llamé mia.

    Suspire.
    Quizá no tenía sentido recordar a mis padres o a mi hermano, no si eso desgastaba las pocas energías que tenía para salir de mi aburrimiento.

    Una voz en el fondo de mi mente susurró un nombre: "David", mi primo ¿No se suponía que esté día se celebraba el cumpleaños de su padre? Bueno, no estaba segura, con Yule encima, no sería raro que todo pasara desapercibido…
    Saqué el teléfono, girándolo lentamente entre mis dedos mientras dudaba...

    Una parte de mí solo buscaba romper el silencio; otra, una excusa para no pasar la noche sola y al mismo tiempo mi alma parecía buscar inconcientemente el lugar en el que había crecido y llamado hogar aunque ahora eso no fuera más que parte de un pasado al que ya no podía volver.

    Al final, desbloqueé la pantalla decidida a dejar de revolcarme en mi autocompasión. Total.... un mensaje no haría daño. ¿Verdad? El texto fue breve:

    David Darkness
    hey... ¿Estás haciendo algo para tu padre está noche?

    Desconfiada deje el teléfono sobre la fría piedra negándome a tener esperanza. Mi relación con ellos no era tan íntima, es más, apenas y habíamos tenido unas cuantas interacciones y aún se sentía raro...
    La casa estaba demasiado silenciosa. Me apoyé en la balaustrada de piedra, dejando que el frío se filtrara a través de la tela oscura de mi ropa mientras observaba el gran espacio que se abría frente a mis ojos. Las sombras se alargaban entre columnas antiguas haciendo que me pregunté si acaso viejos fantasmas se escondían entre los altos arcos. El eco de mis propios movimientos parecía exagerado en un lugar que normalmente estaría lleno de voces, risas y magia compartida. Casi todos habían salido a celebrar Yule. Fogatas, cantos, vino caliente… la vida siguiendo su curso lejos de aquí. Yo, en cambio, me había quedado atrás, custodiando una casa que parecía más un recuerdo atrapado en el tiempo que un verdadero hogar. Quién sabe, quizá esto era cosa mía: A pesar de los años que había pasado aquí aún no había podido considerar este lugar como parte de mi. Molesta conmigo misma dejé que el peso de mi cuerpo descansara un poco más sobre la piedra, mis dedos recorriendo distraídamente la superficie fría y gastada. Había algo hermoso en la soledad, sí, pero también un aburrimiento sutil, insistente, que se colaba entre mis pensamientos y los recuerdos de la familia que alguna vez llamé mia. Suspire. Quizá no tenía sentido recordar a mis padres o a mi hermano, no si eso desgastaba las pocas energías que tenía para salir de mi aburrimiento. Una voz en el fondo de mi mente susurró un nombre: "David", mi primo ¿No se suponía que esté día se celebraba el cumpleaños de su padre? Bueno, no estaba segura, con Yule encima, no sería raro que todo pasara desapercibido… Saqué el teléfono, girándolo lentamente entre mis dedos mientras dudaba... Una parte de mí solo buscaba romper el silencio; otra, una excusa para no pasar la noche sola y al mismo tiempo mi alma parecía buscar inconcientemente el lugar en el que había crecido y llamado hogar aunque ahora eso no fuera más que parte de un pasado al que ya no podía volver. Al final, desbloqueé la pantalla decidida a dejar de revolcarme en mi autocompasión. Total.... un mensaje no haría daño. ¿Verdad? El texto fue breve: [eclipse_pearl_ape_668] 💬 hey... ¿Estás haciendo algo para tu padre está noche? Desconfiada deje el teléfono sobre la fría piedra negándome a tener esperanza. Mi relación con ellos no era tan íntima, es más, apenas y habíamos tenido unas cuantas interacciones y aún se sentía raro...
    Me gusta
    Me encocora
    8
    1 turno 0 maullidos
  • El verdadero monstruo.
    Fandom OC
    Categoría Drama
    Caceus Mori

    Hacía siglos que Morana no sabía nada de otro nigromante, de nadie que tuviera capacidades similares a las de ella, pues, por lo que ella sabía, la nigromancia había quedado enterrada en el pasado.

    Hasta ese día.

    Había oído rumores de alguien que vivió demasiado tiempo, recluido, pero con una vitalidad que parecía no deteriorarse.

    Esto a Morana le interesaba ¿Sería otro nigromante?¿Sería un ser inmortal? De cualquier manera, le interesaba saber qué era, porque, en caso de ser nigromante, si podía aprender de sus métodos, quizás y podría seguir avanzando en su entendimiento del alma.

    Parece que la sed de poder de Morana no se había apagado por completo, solo necesitaba un incentivo.

    Era de noche, caminaba a paso calmado, pero cada paso resonaba en el callejón.

    Según le habían contado, este "ser", se había instalado en un edificio abandonado, el cual se encontraba en el borde de la ciudad.

    — Podría haber elegido un lugar más limpio. — Murmuró para si misma. Al final del callejón se encontraba una puerta, cubierta de óxido.

    Abrió la puerta y un chirrido se escuchó con el movimiento de las bisagras. — Ahí se fue todo el secretismo. — Comentó, pero poco le importaba, no pretendía ocultarse, no necesitaba hacerlo.

    Caminó hacia el interior del edificio, y, aunque no pudiera ver claramente, sus ojos estaban adaptados parcialmente a la oscuridad, que en ocasiones era iluminada levemente por las luces del exterior.

    Se inclinó hacia delante antes de alzar la voz. — ¿Dónde estás?~ Solo quiero hablar~. — Esto para ella parecía un juego.

    ¿Obtendría respuesta o tendría que buscar?
    [tempest_platinum_tiger_912] Hacía siglos que Morana no sabía nada de otro nigromante, de nadie que tuviera capacidades similares a las de ella, pues, por lo que ella sabía, la nigromancia había quedado enterrada en el pasado. Hasta ese día. Había oído rumores de alguien que vivió demasiado tiempo, recluido, pero con una vitalidad que parecía no deteriorarse. Esto a Morana le interesaba ¿Sería otro nigromante?¿Sería un ser inmortal? De cualquier manera, le interesaba saber qué era, porque, en caso de ser nigromante, si podía aprender de sus métodos, quizás y podría seguir avanzando en su entendimiento del alma. Parece que la sed de poder de Morana no se había apagado por completo, solo necesitaba un incentivo. Era de noche, caminaba a paso calmado, pero cada paso resonaba en el callejón. Según le habían contado, este "ser", se había instalado en un edificio abandonado, el cual se encontraba en el borde de la ciudad. — Podría haber elegido un lugar más limpio. — Murmuró para si misma. Al final del callejón se encontraba una puerta, cubierta de óxido. Abrió la puerta y un chirrido se escuchó con el movimiento de las bisagras. — Ahí se fue todo el secretismo. — Comentó, pero poco le importaba, no pretendía ocultarse, no necesitaba hacerlo. Caminó hacia el interior del edificio, y, aunque no pudiera ver claramente, sus ojos estaban adaptados parcialmente a la oscuridad, que en ocasiones era iluminada levemente por las luces del exterior. Se inclinó hacia delante antes de alzar la voz. — ¿Dónde estás?~ Solo quiero hablar~. — Esto para ella parecía un juego. ¿Obtendría respuesta o tendría que buscar?
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    Me encocora
    Me endiabla
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • Podía sentir como el frío mordía la punta de mi nariz mientras caminaba lentamente adentrandome entre las hileras de pinos con las manos hundidas en los bolsillos de mi abrigo.

    Suspiré dejando que el aroma verde y resinoso me llenara los pulmones, siempre había sentido algo reconfortante en este lugar: árboles reales, tierra húmeda, risas lejanas y el aroma del chocolate caliente invadiendo el aire como si me invitará secretamente a romper mis propias prohibiciones sobre el azúcar… Si, podía sentir una normalidad casi sagrada que hacía que mi corazón se llenará de calidez a pesar de que por fuera el frío estaba dejando rojas mis mejillas.

    Anoche, mientras la ciudad dormía, la nieve había aprovechado para jugar una travesura a aquellos que saldríamos al día siguiente. Silenciosa y generosa lo había cubierto todo y ahora el pasto era apenas un recuerdo bajo ese manto blanco que crujía suavemente bajo mis botas.

    Cada paso dejaba una huella que pronto desaparecería como si el lugar se resistiera a ser marcado y aún así aquí estaba yo, desafiando al viento helado con el cuerpo delgado envuelto en capas -y capas- de ropa como si eso pudiera protegerme de morir congelado. Negué con la cabeza sintiendo mi cabello despeinarse ligeramente y a pesar de todo me sentía extrañamente en paz.

    Había venido solo, decidido a cortar mi propio pino por primera vez, más por el ritual que por la tradición por qué si, los brujos también celebrabamos estás fechas. Un poco diferentes claro y con otros nombres pero el Solsticio de invierno -O Yule- no era una fiesta que pasara desapercibida para los de mi tipo.

    Fue entonces cuando lo sentí.
    Ese cosquilleo familiar en la nuca, leve pero inconfundible, como si algo hubiera despertado sin que yo lo llamara. Me detuve frente a un pino en particular, uno que parecía distinto sin una razón clara.
    Incliné la cabeza hacia atras observándolo en silencio, preguntándome si estaba a punto de elegir un árbol o si de alguna manera, había sido yo el elegido.

    Solo entonces pude notar lo alto que era. El pino se alzaba por encima de mí sin esfuerzo, sus ramas cubiertas de nieve parecían observarme con una paciencia burlona como si supiera que había ganado está batalla contra mi.

    Fruncí ligeramente el ceño, evaluándolo, y no pude evitar soltar una pequeña exhalación entre divertida y resignada. Vale, quizá había sido demasiado optimista viniendo solo.

    Saqué el teléfono del bolsillo, sopesándolo en la mano, mientras volvía a mirar el pino… ¿Llamar a alguien me hacía ver débil? Bueno ¿Que más da? De todos modos estaría poniéndome en vergüenza si intentaba cortar este pino y el maldito se me venía encima.

    Mi mirada volvió a dirigirse al teléfono entre mis manos preguntándome si ese era el momento de pedir ayuda...
    Sin pensarlo más y con un mohin en los labios escribí un rápido mensaje de auxilio con la dirección del lugar y esperé pacientemente frente al árbol.

    —Tu vendrás conmigo... —Sentencie con voz decidida al mismo tiempo que mis manos buscaban refugio en los bolsillos de mi abrigo.
    Thomas Dankworth
    Podía sentir como el frío mordía la punta de mi nariz mientras caminaba lentamente adentrandome entre las hileras de pinos con las manos hundidas en los bolsillos de mi abrigo. Suspiré dejando que el aroma verde y resinoso me llenara los pulmones, siempre había sentido algo reconfortante en este lugar: árboles reales, tierra húmeda, risas lejanas y el aroma del chocolate caliente invadiendo el aire como si me invitará secretamente a romper mis propias prohibiciones sobre el azúcar… Si, podía sentir una normalidad casi sagrada que hacía que mi corazón se llenará de calidez a pesar de que por fuera el frío estaba dejando rojas mis mejillas. Anoche, mientras la ciudad dormía, la nieve había aprovechado para jugar una travesura a aquellos que saldríamos al día siguiente. Silenciosa y generosa lo había cubierto todo y ahora el pasto era apenas un recuerdo bajo ese manto blanco que crujía suavemente bajo mis botas. Cada paso dejaba una huella que pronto desaparecería como si el lugar se resistiera a ser marcado y aún así aquí estaba yo, desafiando al viento helado con el cuerpo delgado envuelto en capas -y capas- de ropa como si eso pudiera protegerme de morir congelado. Negué con la cabeza sintiendo mi cabello despeinarse ligeramente y a pesar de todo me sentía extrañamente en paz. Había venido solo, decidido a cortar mi propio pino por primera vez, más por el ritual que por la tradición por qué si, los brujos también celebrabamos estás fechas. Un poco diferentes claro y con otros nombres pero el Solsticio de invierno -O Yule- no era una fiesta que pasara desapercibida para los de mi tipo. Fue entonces cuando lo sentí. Ese cosquilleo familiar en la nuca, leve pero inconfundible, como si algo hubiera despertado sin que yo lo llamara. Me detuve frente a un pino en particular, uno que parecía distinto sin una razón clara. Incliné la cabeza hacia atras observándolo en silencio, preguntándome si estaba a punto de elegir un árbol o si de alguna manera, había sido yo el elegido. Solo entonces pude notar lo alto que era. El pino se alzaba por encima de mí sin esfuerzo, sus ramas cubiertas de nieve parecían observarme con una paciencia burlona como si supiera que había ganado está batalla contra mi. Fruncí ligeramente el ceño, evaluándolo, y no pude evitar soltar una pequeña exhalación entre divertida y resignada. Vale, quizá había sido demasiado optimista viniendo solo. Saqué el teléfono del bolsillo, sopesándolo en la mano, mientras volvía a mirar el pino… ¿Llamar a alguien me hacía ver débil? Bueno ¿Que más da? De todos modos estaría poniéndome en vergüenza si intentaba cortar este pino y el maldito se me venía encima. Mi mirada volvió a dirigirse al teléfono entre mis manos preguntándome si ese era el momento de pedir ayuda... Sin pensarlo más y con un mohin en los labios escribí un rápido mensaje de auxilio con la dirección del lugar y esperé pacientemente frente al árbol. —Tu vendrás conmigo... —Sentencie con voz decidida al mismo tiempo que mis manos buscaban refugio en los bolsillos de mi abrigo. [zephyr_gray_magpie_670]
    Me encocora
    Me gusta
    7
    4 turnos 0 maullidos
  • ❝ Y con la muerte del vientre progenitor el mundo colorido se ha teñido de rojo. He aquí el resultado de vuestra insolencia. ❞

    Cuánto tiempo me tomaría conseguir un cuerpo físico extraordinario cuando dentro de mi están los genes de generaciones abandonadas en un oxidado sepulcro. Incluso días solo fueron días desde la muerte de esa mujer que llamaba madre desde el descenso del tirano a quien no tuve el placer de conocer para su desgracia alguien más ha hecho el sucio trabajo.

    𝐿ǣ𝑤𝑒𝑛𝑑 o maestro quizás papá me han ubicado en un lugar acogedor ayudando a qué mi cuerpo no formado en su totalidad pueda encontrar los nutrientes necesarios para establecer un cuerpo físico saludable y ha sido todo un éxito.

    Días solo días ha tomado tengo brazos y piernas músculos fuertes mi tamaño de ha disparado todo gracias a Benedic mi querido padre, maestro y tutor.

    ¿Cuál es mi misión?

    Destruir todo lo que habitantes de este mundo nos han robado durante años hacerlos sufrir en su piel todo el horror que provocaron en mi madre hacerlos pagar.

    Aún soy pequeño para entender pero mi cuerpo y mi mente tienen por naturaleza el instinto de asesinato lo he reflejado justo ahora con mis manos sedientas de sangre campirana. Con lenguaje de señas indique ** fueron ellos quien han entrado a nuestra casa ** inútiles aventureros que buscaban tesoros donde nunca debieron.
    ❝ Y con la muerte del vientre progenitor el mundo colorido se ha teñido de rojo. He aquí el resultado de vuestra insolencia. ❞ Cuánto tiempo me tomaría conseguir un cuerpo físico extraordinario cuando dentro de mi están los genes de generaciones abandonadas en un oxidado sepulcro. Incluso días solo fueron días desde la muerte de esa mujer que llamaba madre desde el descenso del tirano a quien no tuve el placer de conocer para su desgracia alguien más ha hecho el sucio trabajo. [conturbatio.0men] o maestro quizás papá me han ubicado en un lugar acogedor ayudando a qué mi cuerpo no formado en su totalidad pueda encontrar los nutrientes necesarios para establecer un cuerpo físico saludable y ha sido todo un éxito. Días solo días ha tomado tengo brazos y piernas músculos fuertes mi tamaño de ha disparado todo gracias a Benedic mi querido padre, maestro y tutor. ¿Cuál es mi misión? Destruir todo lo que habitantes de este mundo nos han robado durante años hacerlos sufrir en su piel todo el horror que provocaron en mi madre hacerlos pagar. Aún soy pequeño para entender pero mi cuerpo y mi mente tienen por naturaleza el instinto de asesinato lo he reflejado justo ahora con mis manos sedientas de sangre campirana. Con lenguaje de señas indique ** fueron ellos quien han entrado a nuestra casa ** inútiles aventureros que buscaban tesoros donde nunca debieron.
    Me gusta
    Me endiabla
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • Quizá ahora las cosas cambien un poco, solo un poco, no se emocionen
    Quizá ahora las cosas cambien un poco, solo un poco, no se emocionen
    Me endiabla
    1
    5 turnos 0 maullidos
  • No hay nada más seductor que el corazón de un hombre vulnerable, roto y sincero...

    Donde quiera que estés, quiero que sepas que nuestra cachorra está bien. Está creciendo cada día y eso debería tranquilizarme, pero a veces me rompe por dentro porque en demasiadas cosas me recuerda a ti. Tiene mi mirada, dicen, y cuando la miro siento que me observa alguien que sabe más de lo que debería. Ya empieza a preguntar por su madre y no sé qué decirle. No le miento. No le prometo nada. Solo sonrío, una sonrisa cansada, de esas que no engañan a nadie, porque no sé si volverás y no estoy dispuesto a construirle una espera que quizá nunca se cumpla.

    No sé si leerás esto, pero necesito decirlo aunque no llegue a ningún sitio. Estoy rehaciendo mi vida, o al menos lo intento. Nuestra marca ya no está. Se borró. Solo queda la cicatriz de nuestro triángulo, esa que no se ve pero pesa. No hay rastro de lo que nos unía y superarlo me ha costado mucho más de lo que jamás admitiría en voz alta. Pensé que era más fuerte. Pensé que podía con todo. Y no, no lo fui. Pero también entendí algo que me dolió todavía más aunque te amara como te amé, nunca habría podido retenerte. Y eso… eso todavía me arde.

    Dicen que amar es aprender a soltar. Yo no sé hacerlo. Nunca supe, ni sabré. Soy posesivo, soy lobo, amo desde el instinto y desde el pecho, no desde la cabeza. Por eso no puedo perdonarte. No ahora. Tal vez algún día, con el tiempo, cuando la rabia pese menos y el silencio no duela tanto. Tal vez entonces, aunque esté rehaciendo mi vida, hoy no puedo.

    No sé dónde estás ni si esta carta llegará a tus manos. Solo quería desearte una feliz Navidad. Y que sepas una cosa, aunque no sepas qué hacer con ella... los brazos de tu hija siempre estarán abiertos para ti. Los míos… va a ser que no.

    #SeductiveSunday.

    No hay nada más seductor que el corazón de un hombre vulnerable, roto y sincero... Donde quiera que estés, quiero que sepas que nuestra cachorra está bien. Está creciendo cada día y eso debería tranquilizarme, pero a veces me rompe por dentro porque en demasiadas cosas me recuerda a ti. Tiene mi mirada, dicen, y cuando la miro siento que me observa alguien que sabe más de lo que debería. Ya empieza a preguntar por su madre y no sé qué decirle. No le miento. No le prometo nada. Solo sonrío, una sonrisa cansada, de esas que no engañan a nadie, porque no sé si volverás y no estoy dispuesto a construirle una espera que quizá nunca se cumpla. No sé si leerás esto, pero necesito decirlo aunque no llegue a ningún sitio. Estoy rehaciendo mi vida, o al menos lo intento. Nuestra marca ya no está. Se borró. Solo queda la cicatriz de nuestro triángulo, esa que no se ve pero pesa. No hay rastro de lo que nos unía y superarlo me ha costado mucho más de lo que jamás admitiría en voz alta. Pensé que era más fuerte. Pensé que podía con todo. Y no, no lo fui. Pero también entendí algo que me dolió todavía más aunque te amara como te amé, nunca habría podido retenerte. Y eso… eso todavía me arde. Dicen que amar es aprender a soltar. Yo no sé hacerlo. Nunca supe, ni sabré. Soy posesivo, soy lobo, amo desde el instinto y desde el pecho, no desde la cabeza. Por eso no puedo perdonarte. No ahora. Tal vez algún día, con el tiempo, cuando la rabia pese menos y el silencio no duela tanto. Tal vez entonces, aunque esté rehaciendo mi vida, hoy no puedo. No sé dónde estás ni si esta carta llegará a tus manos. Solo quería desearte una feliz Navidad. Y que sepas una cosa, aunque no sepas qué hacer con ella... los brazos de tu hija siempre estarán abiertos para ti. Los míos… va a ser que no. #SeductiveSunday.
    Me entristece
    9
    15 turnos 0 maullidos
  • Dado la poca cooperación de quien se supone, que debe enseñar… se va a pasar las órdenes de su padre por el forro y se va a quedar durmiendo un rato más. O quizá unos días, la verdad es que estar despierto es lo último que le apetece.
    Dado la poca cooperación de quien se supone, que debe enseñar… se va a pasar las órdenes de su padre por el forro y se va a quedar durmiendo un rato más. O quizá unos días, la verdad es que estar despierto es lo último que le apetece.
    Me gusta
    Me endiabla
    2
    20 turnos 0 maullidos
  • El pelo de Morana se movía suavemente por la brisa que recorría el bosque.

    Cuantos recuerdos le traía este bosque...

    ¿Dónde estaba? Nadie lo sabía, solo ella. Cada día que venía aquí su corazón, endurecido por los años, latía con fuerza, algo que solamente una persona podía provocar.

    Él, su ya fallecido esposo, con el que seguía teniendo encuentros incluso siglos después de su muerte.

    Él, el único que miró a Morana con amor, con honestidad. Sus ojos eran el foco que iluminaba a Morana…

    Una pena que ya perdieron esa luz.

    Morana continuó caminando con una mano en su pecho, hasta que finalmente la vio, la tumba que había hecho para su esposo, cubierta en todas las flores que le trajo a lo largo de los años, y colocó las que trajo en esta visita.

    — Ahí estás. — Murmuró, nadie había perturbado su descanso...

    Esbozó una pequeña sonrisa que poco a poco se fue haciendo más amplia. — Te echo de menos. — Comentó, siempre lo decía, pero sabía bien que su Esposo no quería una segunda vida.

    Acostumbraba a venir cada cierto tiempo, no solo a verlo... Sino a tomar una nueva forma, cada visita a su esposo era un cambio en su identidad, solo venía para que él pudiera verla, para que si, desde algún lado la estaba mirando, pudiera reconocerla.

    Entonces su rostro comenzó a retorcerse.
    Su piel se desgarró, abriéndole paso a un nuevo rostro.
    Su cabello cayó para volver a crecer de forma diferente.
    Sus huesos comenzaron a crujir, rompiéndose junto con sus músculos, formando un cuerpo distinto.

    Y cuando terminó, ya no quedaba nada de la antigua Morana, solamente la sangre en el suelo.

    Miró hacia la tumba. — ¿Te gusta...? — Preguntó, pero como siempre, no tuvo respuesta, pero así estaba bien, si así lo quería él, le permitiría descansar en paz...

    Su sonrisa se desvaneció y echó una última mirada... Quizás en el fondo odiaba que no quisiera volver con ella, pero lo respetaría...

    Por ahora.
    El pelo de Morana se movía suavemente por la brisa que recorría el bosque. Cuantos recuerdos le traía este bosque... ¿Dónde estaba? Nadie lo sabía, solo ella. Cada día que venía aquí su corazón, endurecido por los años, latía con fuerza, algo que solamente una persona podía provocar. Él, su ya fallecido esposo, con el que seguía teniendo encuentros incluso siglos después de su muerte. Él, el único que miró a Morana con amor, con honestidad. Sus ojos eran el foco que iluminaba a Morana… Una pena que ya perdieron esa luz. Morana continuó caminando con una mano en su pecho, hasta que finalmente la vio, la tumba que había hecho para su esposo, cubierta en todas las flores que le trajo a lo largo de los años, y colocó las que trajo en esta visita. — Ahí estás. — Murmuró, nadie había perturbado su descanso... Esbozó una pequeña sonrisa que poco a poco se fue haciendo más amplia. — Te echo de menos. — Comentó, siempre lo decía, pero sabía bien que su Esposo no quería una segunda vida. Acostumbraba a venir cada cierto tiempo, no solo a verlo... Sino a tomar una nueva forma, cada visita a su esposo era un cambio en su identidad, solo venía para que él pudiera verla, para que si, desde algún lado la estaba mirando, pudiera reconocerla. Entonces su rostro comenzó a retorcerse. Su piel se desgarró, abriéndole paso a un nuevo rostro. Su cabello cayó para volver a crecer de forma diferente. Sus huesos comenzaron a crujir, rompiéndose junto con sus músculos, formando un cuerpo distinto. Y cuando terminó, ya no quedaba nada de la antigua Morana, solamente la sangre en el suelo. Miró hacia la tumba. — ¿Te gusta...? — Preguntó, pero como siempre, no tuvo respuesta, pero así estaba bien, si así lo quería él, le permitiría descansar en paz... Su sonrisa se desvaneció y echó una última mirada... Quizás en el fondo odiaba que no quisiera volver con ella, pero lo respetaría... Por ahora.
    Me gusta
    Me shockea
    Me entristece
    8
    5 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados