• —Observó al recién llegado. No entendía que era lo que el otro dragón pretendía abrazándolo ¿Quizá mostrarle sus respetos al gran Alduin?—

    ᴄᴀʀᴀxᴇꜱ ɢᴜɪᴠᴇʀɴᴏ ꜱᴀɴɢᴜɪɴᴇᴏ
    —Observó al recién llegado. No entendía que era lo que el otro dragón pretendía abrazándolo ¿Quizá mostrarle sus respetos al gran Alduin?— [drift_bronze_mule_765]
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    Morfeo vagó por las calles de una ciudad gris, confundido y silencioso, como un extranjero en su propia creación. La gente pasaba sin mirarlo, hasta que una niña de unos... >>no importa los años<<, de cabello desordenado y ojos grandes y vivos, se detuvo frente a él.

    —¿Estás bien? —preguntó ella.

    Morfeo la miró, sorprendido por la calidez de su voz. Nadie le había hablado sin miedo, siendo humano. 

    —No lo sé — Morfeo respondió, sinceramente.

    —Te pareces a alguien que se acaba de despertar de un sueño muy raro. Me llamo... (No recuerda su nombre)

    Morfeo inclinó la cabeza. Aprendió su nombre como si fuera una joya.

    —Yo… soy Morfeo.

    Ella se rió.

    —¡Como el de los sueños! Qué nombre más genial.

    A partir de ese día,  >ella< lo llevó consigo. Le enseñó a cruzar calles, a comer helado, a leer cómics y reírse de tonterías. Morfeo, que había creado sueños de galaxias enteras, descubría ahora la maravilla de escuchar una canción en un parque, de ver caer las hojas, de abrazar sin razón.

    Pero cada noche, Morfeo no podía dormir. Como humano, ansiaba su primer sueño real. >Ella<, al enterarse, decidió ayudarlo.

    —Si tú hacías sueños para otros, quizás necesitas que alguien te haga uno a ti.

    Esa noche, >Ella< tomó su cuaderno de dibujos y empezó a contarle una historia. Era sencilla: hablaba de un chico de ojos profundos que vivía solo en un lugar oscuro, hasta que una estrella bajaba a hacerle compañía. Le recordó a alguien o algo.

    Morfeo cerró los ojos y por primera vez, siendo humano, soñó. Soñó sin alterarlo.

    Soñó con la voz de.... >Ella< contándole historias, con el sabor de helado de fresa, con el color de los árboles en otoño, con la risa compartida.

    Y entendió.

    Soñar, como humano, no era crear mundos perfectos. Era compartir lo imperfecto, lo efímero. Era sentir...



    Morfeo vagó por las calles de una ciudad gris, confundido y silencioso, como un extranjero en su propia creación. La gente pasaba sin mirarlo, hasta que una niña de unos... >>no importa los años<<, de cabello desordenado y ojos grandes y vivos, se detuvo frente a él. —¿Estás bien? —preguntó ella. Morfeo la miró, sorprendido por la calidez de su voz. Nadie le había hablado sin miedo, siendo humano.  —No lo sé — Morfeo respondió, sinceramente. —Te pareces a alguien que se acaba de despertar de un sueño muy raro. Me llamo... (No recuerda su nombre) Morfeo inclinó la cabeza. Aprendió su nombre como si fuera una joya. —Yo… soy Morfeo. Ella se rió. —¡Como el de los sueños! Qué nombre más genial. A partir de ese día,  >ella< lo llevó consigo. Le enseñó a cruzar calles, a comer helado, a leer cómics y reírse de tonterías. Morfeo, que había creado sueños de galaxias enteras, descubría ahora la maravilla de escuchar una canción en un parque, de ver caer las hojas, de abrazar sin razón. Pero cada noche, Morfeo no podía dormir. Como humano, ansiaba su primer sueño real. >Ella<, al enterarse, decidió ayudarlo. —Si tú hacías sueños para otros, quizás necesitas que alguien te haga uno a ti. Esa noche, >Ella< tomó su cuaderno de dibujos y empezó a contarle una historia. Era sencilla: hablaba de un chico de ojos profundos que vivía solo en un lugar oscuro, hasta que una estrella bajaba a hacerle compañía. Le recordó a alguien o algo. Morfeo cerró los ojos y por primera vez, siendo humano, soñó. Soñó sin alterarlo. Soñó con la voz de.... >Ella< contándole historias, con el sabor de helado de fresa, con el color de los árboles en otoño, con la risa compartida. Y entendió. Soñar, como humano, no era crear mundos perfectos. Era compartir lo imperfecto, lo efímero. Era sentir...
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  • Cambió un poco mi estado... Quizás porque estoy conociendo personas agradables
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  • "Asi que hay una medicina para eso, no habia escuchado eso antes pero seguro es un rumor¿quizas deberia averiguar algo?."
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  • Fue a una tienda a probarse vestidos largos y elegantes, sin duda ella tenía un estilo más jovial y divertido, pero quería sorprender a Kagehiro con algo diferente, quizá en una cita para cenar en algún lado, quería verse más adulta.

    Sin darse cuenta estaba llamando la atención de las personas en aquella tienda, las mujeres la miraban con admiración pensando en si era una actriz Gaijin (pues sí, se veía demasiado extravagante) o quizá la novia de algún Yakuza, se ruborizó ligeramente, se miró a sí misma y se metió al vestidor, aún así supo que sería un modelo que dejaría a su novio sorprendido, así que decidió comprarlo.
    Fue a una tienda a probarse vestidos largos y elegantes, sin duda ella tenía un estilo más jovial y divertido, pero quería sorprender a Kagehiro con algo diferente, quizá en una cita para cenar en algún lado, quería verse más adulta. Sin darse cuenta estaba llamando la atención de las personas en aquella tienda, las mujeres la miraban con admiración pensando en si era una actriz Gaijin (pues sí, se veía demasiado extravagante) o quizá la novia de algún Yakuza, se ruborizó ligeramente, se miró a sí misma y se metió al vestidor, aún así supo que sería un modelo que dejaría a su novio sorprendido, así que decidió comprarlo.
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  • ¿Acaso mi novio no querrá que sea su profesor de entrenamiento? Como se quiere estirar... Quizás deba ayudarlo con eso~
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    Mmmmm...
    La mayor parte del tiempo busco ser amable con los demás. Quizás cuando era más joven lo hacía por querer aceptación, pero después maduré y entendí que es mejor ser sincero conmigo mismo a buscar encajar con la gente, que muchas veces es hipócrita...
    Pero ahora lo hago porque dijo un sabio: "trata a los demás como quisieras que te traten a ti"... O algo así.
    Con todo, a veces hay cosas que me desagradan... Y entonces no puedo fingir una sonrisa.
    Mmmmm... La mayor parte del tiempo busco ser amable con los demás. Quizás cuando era más joven lo hacía por querer aceptación, pero después maduré y entendí que es mejor ser sincero conmigo mismo a buscar encajar con la gente, que muchas veces es hipócrita... Pero ahora lo hago porque dijo un sabio: "trata a los demás como quisieras que te traten a ti"... O algo así. Con todo, a veces hay cosas que me desagradan... Y entonces no puedo fingir una sonrisa.
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  • Causa y efecto
    Fandom Original
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    " ¿Cuál era la necesidad de nacer?. "

    La vida era una tortura constante con más mala suerte que buenos recuerdos. Solo quizás, lo único bueno, era la libertad a medias donde los golpes en su piel se volvían rancios y la sangre se secaba.

    Recuerda un día en concreto, 27 de marzo. Era un día lluvioso, no iba a la escuela y debía - forzosamente - hacer trabajos para extranjeros. Algunos no eran dementes o criminales con sed de sangre, pero si la mayoría. Un recuerdo vago de un anciano cuya petición fue... Extraña: hacerse pasar por su nieto.

    ¿Y con qué fin?
    El pobre anciano no tenía familia y era un día especial donde celebran a los viejos. No hubo alternativa o mucho ánimo, pensaba lo peor.

    Juegos. Comida. Eventos de títeres y teatro. Manualidades. Entre otros.

    El día más normal donde el anciano agradeció y lo despidió con un abrazo, uno que le saco lágrimas. Ni sus padres tenían ese afecto con él... Preferís irse con el viejo pero, murió a los tres días por vejez.

    Y vaya que su padre armó un escándalo. Una paliza mas en su itinerario por no sacarle dinero al anciano.
    " ¿Cuál era la necesidad de nacer?. " La vida era una tortura constante con más mala suerte que buenos recuerdos. Solo quizás, lo único bueno, era la libertad a medias donde los golpes en su piel se volvían rancios y la sangre se secaba. Recuerda un día en concreto, 27 de marzo. Era un día lluvioso, no iba a la escuela y debía - forzosamente - hacer trabajos para extranjeros. Algunos no eran dementes o criminales con sed de sangre, pero si la mayoría. Un recuerdo vago de un anciano cuya petición fue... Extraña: hacerse pasar por su nieto. ¿Y con qué fin? El pobre anciano no tenía familia y era un día especial donde celebran a los viejos. No hubo alternativa o mucho ánimo, pensaba lo peor. Juegos. Comida. Eventos de títeres y teatro. Manualidades. Entre otros. El día más normal donde el anciano agradeció y lo despidió con un abrazo, uno que le saco lágrimas. Ni sus padres tenían ese afecto con él... Preferís irse con el viejo pero, murió a los tres días por vejez. Y vaya que su padre armó un escándalo. Una paliza mas en su itinerario por no sacarle dinero al anciano.
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  • Socializar con mis gatos está bien, pero quizás debería socializar mas con individuos con cuerpo/humanos/seres de este mundo que no son humanos (Como yo)
    Socializar con mis gatos está bien, pero quizás debería socializar mas con individuos con cuerpo/humanos/seres de este mundo que no son humanos (Como yo)
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  • Hen lentor se perzys, ēdruta se vestri
    Fandom HOTD
    Categoría Otros
    𓆩⟡𓆪 𝐓𝐇𝐄 𝐃𝐀𝐔𝐆𝐇𝐓𝐄𝐑 𝐎𝐅 𝐅𝐈𝐑𝐄 𝐇𝐀𝐒 𝐂𝐎𝐌𝐄 𓆩⟡𓆪

    Fortaleza Roja. Atardecer. Las sombras de dragón se arrastran sobre las piedras calientes de Desembarco del Rey.

    Primero fue el rugido.
    Luego, la sombra.
    Y por último, el silencio absoluto, como si los dioses mismos contuvieran el aliento.

    Desde las nubes descendió la criatura: un monstruo de alas extendidas, escamas como obsidiana líquida y ojos dorados, ardientes como el sol al morir. Era Maegaryon, el último susurro vivo de Valyria, comparable en tamaño al mismísimo Balerion el Terror Negro.
    Y sobre su lomo, firme, erguida como si cabalgara el mismísimo destino, venía ella.

    Seirys Ahai.
    La hija olvidada. La sangre bastarda que el fuego no quiso consumir.
    El secreto que camina con corona de humo y perfume de ceniza.

    Las calles quedaron vacías. Los comerciantes bajaron sus toldos. Las madres apretaron a sus hijos contra sus pechos. Y desde las altas torres, los ojos curiosos se asomaban, queriendo saber si era una reina o una maldición lo que caía del cielo.

    Vestía telas negras de Lys, ligeras y fluidas, dejando al descubierto vientre, brazos y piernas, como si la guerra misma hubiese decidido vestirse de mujer. Joyas rojas y doradas relucían en su piel pálida. Su cabello, blanco como la sal del Mar Angosto, caía hasta la cintura.
    Sonreía. Pero no era una sonrisa dulce. Era una línea irónica, casi cruel, como si supiera algo que el resto aún no había aprendido…
    …Pero pronto lo harían.

    Sobre su espalda, desde la nuca hasta media columna, un tatuaje escrito en alto valyrio resplandecía débilmente a la luz del atardecer:

    > “Hen lentor se perzys. Dāria se nykēla.”
    (Entre el fuego y el miedo. Reina sin corona).



    Maegaryon aterrizó en los jardines interiores del Torreón de Maegor, quebrando algunas columnas viejas y haciendo volar las hojas secas.
    Y entonces, todo se detuvo.

    El sonido. El aire. La respiración del mundo.

    Las puertas se abrieron lentamente. El sol, sangrando en el horizonte, bañaba a Seirys con un resplandor rojizo, como si el cielo también quisiera inclinarse ante ella.

    Ella descendió del dragón con calma. No había prisa en sus pasos, solo intención.
    A su alrededor, los soldados tragaban saliva. Algunos bajaban la mirada. Otros la seguían con ojos grandes, preguntándose si estaban viendo un presagio o una aparición.

    La música comenzó a sonar en alguna parte, un ritmo lejano de cuerdas orientales, de tambores antiguos… una versión oscura, solemne, de una marcha triunfal.
    No decía su nombre, pero todos sabían.
    Todos sentían.

    > Ella no vino a pedir un lugar. Vino a reclamarlo.



    Caminó entre los corredores del Torreón, los pliegues de su ropa silbando contra la piedra. Su presencia era una respuesta a preguntas que aún no se habían formulado.
    Una promesa. Una amenaza.
    Y también, una historia por escribirse.

    Seirys no buscaba presentaciones. Quien tuviese ojos, la reconocería.
    Quien tuviese miedo, la respetaría.
    Y quien tuviese el valor de acercarse, quizá... viviría para contar su versión.




    ¿La vera primero el único ojo violeta de Aemond? ¿El gesto inquisidor de Alicent? ¿La risa de Daemon desde un balcón? ¿O la sonrisa irónica de Rhaenyra desde su trono de sombras?

    El juego de tronos tiene una nueva pieza.
    Y su fuego no es un susurro.
    Es rugido.

    𓆩⟡𓆪 𝐓𝐇𝐄 𝐃𝐀𝐔𝐆𝐇𝐓𝐄𝐑 𝐎𝐅 𝐅𝐈𝐑𝐄 𝐇𝐀𝐒 𝐂𝐎𝐌𝐄 𓆩⟡𓆪 Fortaleza Roja. Atardecer. Las sombras de dragón se arrastran sobre las piedras calientes de Desembarco del Rey. Primero fue el rugido. Luego, la sombra. Y por último, el silencio absoluto, como si los dioses mismos contuvieran el aliento. Desde las nubes descendió la criatura: un monstruo de alas extendidas, escamas como obsidiana líquida y ojos dorados, ardientes como el sol al morir. Era Maegaryon, el último susurro vivo de Valyria, comparable en tamaño al mismísimo Balerion el Terror Negro. Y sobre su lomo, firme, erguida como si cabalgara el mismísimo destino, venía ella. Seirys Ahai. La hija olvidada. La sangre bastarda que el fuego no quiso consumir. El secreto que camina con corona de humo y perfume de ceniza. Las calles quedaron vacías. Los comerciantes bajaron sus toldos. Las madres apretaron a sus hijos contra sus pechos. Y desde las altas torres, los ojos curiosos se asomaban, queriendo saber si era una reina o una maldición lo que caía del cielo. Vestía telas negras de Lys, ligeras y fluidas, dejando al descubierto vientre, brazos y piernas, como si la guerra misma hubiese decidido vestirse de mujer. Joyas rojas y doradas relucían en su piel pálida. Su cabello, blanco como la sal del Mar Angosto, caía hasta la cintura. Sonreía. Pero no era una sonrisa dulce. Era una línea irónica, casi cruel, como si supiera algo que el resto aún no había aprendido… …Pero pronto lo harían. Sobre su espalda, desde la nuca hasta media columna, un tatuaje escrito en alto valyrio resplandecía débilmente a la luz del atardecer: > “Hen lentor se perzys. Dāria se nykēla.” (Entre el fuego y el miedo. Reina sin corona). Maegaryon aterrizó en los jardines interiores del Torreón de Maegor, quebrando algunas columnas viejas y haciendo volar las hojas secas. Y entonces, todo se detuvo. El sonido. El aire. La respiración del mundo. Las puertas se abrieron lentamente. El sol, sangrando en el horizonte, bañaba a Seirys con un resplandor rojizo, como si el cielo también quisiera inclinarse ante ella. Ella descendió del dragón con calma. No había prisa en sus pasos, solo intención. A su alrededor, los soldados tragaban saliva. Algunos bajaban la mirada. Otros la seguían con ojos grandes, preguntándose si estaban viendo un presagio o una aparición. La música comenzó a sonar en alguna parte, un ritmo lejano de cuerdas orientales, de tambores antiguos… una versión oscura, solemne, de una marcha triunfal. No decía su nombre, pero todos sabían. Todos sentían. > Ella no vino a pedir un lugar. Vino a reclamarlo. Caminó entre los corredores del Torreón, los pliegues de su ropa silbando contra la piedra. Su presencia era una respuesta a preguntas que aún no se habían formulado. Una promesa. Una amenaza. Y también, una historia por escribirse. Seirys no buscaba presentaciones. Quien tuviese ojos, la reconocería. Quien tuviese miedo, la respetaría. Y quien tuviese el valor de acercarse, quizá... viviría para contar su versión. ¿La vera primero el único ojo violeta de Aemond? ¿El gesto inquisidor de Alicent? ¿La risa de Daemon desde un balcón? ¿O la sonrisa irónica de Rhaenyra desde su trono de sombras? El juego de tronos tiene una nueva pieza. Y su fuego no es un susurro. Es rugido.
    Tipo
    Grupal
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