• Evangeline se queda frente al espejo en silencio, tan quieta que la llama de las velas parece observarla.
    Inclina un poco el rostro, dejando que la luz caiga sobre sus ojos rojizos. El color resalta, intenso, casi orgulloso por sí mismo.

    Ella los mira durante un largo momento.

    Pasa un dedo por debajo de uno, como si quisiera asegurarse de que ese brillo realmente le pertenece. Respira hondo, acomodando sus manos sobre el vestido con un gesto que intenta ser seguro, pero tiene algo de búsqueda.

    La princesa mantiene la postura recta, elegante, exactamente como le enseñaron.
    Sin embargo, la manera en que su mirada se desliza hacia un lado, apenas un segundo, delata un pensamiento que no termina de asentarse.

    Evangeline vuelve a verse de frente.
    El reflejo le devuelve una imagen impecable.

    Ella levanta el mentón un poco más de lo necesario.
    Y el leve temblor en sus pestañas dice lo que sus labios nunca dirían.

    La vela chisporrotea.
    Evangeline sostiene la mirada un instante más,
    como si esperara encontrar en ella algo que todavía no encuentra.
    Evangeline se queda frente al espejo en silencio, tan quieta que la llama de las velas parece observarla. Inclina un poco el rostro, dejando que la luz caiga sobre sus ojos rojizos. El color resalta, intenso, casi orgulloso por sí mismo. Ella los mira durante un largo momento. Pasa un dedo por debajo de uno, como si quisiera asegurarse de que ese brillo realmente le pertenece. Respira hondo, acomodando sus manos sobre el vestido con un gesto que intenta ser seguro, pero tiene algo de búsqueda. La princesa mantiene la postura recta, elegante, exactamente como le enseñaron. Sin embargo, la manera en que su mirada se desliza hacia un lado, apenas un segundo, delata un pensamiento que no termina de asentarse. Evangeline vuelve a verse de frente. El reflejo le devuelve una imagen impecable. Ella levanta el mentón un poco más de lo necesario. Y el leve temblor en sus pestañas dice lo que sus labios nunca dirían. La vela chisporrotea. Evangeline sostiene la mirada un instante más, como si esperara encontrar en ella algo que todavía no encuentra.
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  • Lady Céleste La Kryptoniana rubia fue a la Panadería Parisina en Francesa donde la citó su querida hermanita angelical, cuando entró al local fue recibida en un caloroso abrazo por parte de los invitados a su fiesta sorpresa de Cumpleaños. Lo más impresionante fue el exquisito pastel de donas a sabor a fresa que no se esperaba, malteadas, postres y todas las ofrendas que su hermana le ha traído, sonriendo con dulzura ante ese beso en su frente.

    -Hermanita adorada... Gracias por tu lindo gesto para mi Cumpleaños incluso por tus bellísimas palabras que me alegran mucho el corazón. Me harás llorar por todas las cosas lindas que me dices!!... Tú también, eres la mejor hermana del mundo y cómo tú, no hay ninguna más... Te amo, te quiero mucho, te adoro.

    *Responde al dulce abrazo de su hermanita, recibiendo el ramo de flores que le ha regalado. Observó el interior del cofré que le fue obsequiado, su rostro se iluminó por las luces de las diversas joyas en su interior, cuál reina fuese. Los trajes y atuendos dignos de una reina, una princesa. Calzado para cada atuendo... Gemas y piedras preciosas que no puede evitar llorar por la emoción.

    Tras escuchar las bellas palabras de su adorada hermanita, Kara se dedicó a disfrutar de su fiesta de Cumpleaños ya que este es su día donde ella es la estrella principal.

    //Gracias por la imagen, Hermanita. Es demasiado hermosa que me encanto y me hizó demasiado feliz...
    [LadyCeleste2008] La Kryptoniana rubia fue a la Panadería Parisina en Francesa donde la citó su querida hermanita angelical, cuando entró al local fue recibida en un caloroso abrazo por parte de los invitados a su fiesta sorpresa de Cumpleaños. Lo más impresionante fue el exquisito pastel de donas a sabor a fresa que no se esperaba, malteadas, postres y todas las ofrendas que su hermana le ha traído, sonriendo con dulzura ante ese beso en su frente. -Hermanita adorada... Gracias por tu lindo gesto para mi Cumpleaños incluso por tus bellísimas palabras que me alegran mucho el corazón. Me harás llorar por todas las cosas lindas que me dices!!... Tú también, eres la mejor hermana del mundo y cómo tú, no hay ninguna más... Te amo, te quiero mucho, te adoro. *Responde al dulce abrazo de su hermanita, recibiendo el ramo de flores que le ha regalado. Observó el interior del cofré que le fue obsequiado, su rostro se iluminó por las luces de las diversas joyas en su interior, cuál reina fuese. Los trajes y atuendos dignos de una reina, una princesa. Calzado para cada atuendo... Gemas y piedras preciosas que no puede evitar llorar por la emoción. Tras escuchar las bellas palabras de su adorada hermanita, Kara se dedicó a disfrutar de su fiesta de Cumpleaños ya que este es su día donde ella es la estrella principal. //Gracias por la imagen, Hermanita. Es demasiado hermosa que me encanto y me hizó demasiado feliz...
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  • Lady Céleste -La puercoespín fue invitada a la casa de su grandiosa y dulce hermana ángel Celeste. No se imaginaba que viviese en una mansión, menos que estuviese sirvientes que la trataron cómo si fuese una verdadera princesa. No estaba acostumbrada a vivir con lujos así que para ella todo una novedad cómo si se tratase de un hermoso sueño al día siguiente disfrutó de ese saludable desayuno y aprendió hacer una oración para bendecir una comida. Lo más emocionante fue salir a correr hacia el parque y luego, aprender gimnasia rítmica algo que jamás imaginó que podría aprender hacer.

    Lo más impactante para ella fue aquella sorpresa en una heladera famosa y majestuosa, cuando su hermana ángel le quita la venda que cubrió sus ojos, Flaky pegó un fuerte gritó de emoción y tantos invitados a su fiesta de Cumpleaños que simplemente lloró de felicidad.

    -Hermanita alada... no me esperaba que alguién cómo yo... Recibiese tan bello gesto por tu parte que me dan ganas de llorar tanto. ¿Yo, una bendición?.

    -Miró su delicioso pastel de helado con frutos rojos, la música agradable de fondo, al llegar el momento de recibir los regalos. Flaky recibió una pelota verde, un pijama y un hermoso peluche de un dragocito que combina con su pelaje rojo.

    //Muchas por este hermoso regalo, hermanita. Me encanta.
    [LadyCeleste2008] -La puercoespín fue invitada a la casa de su grandiosa y dulce hermana ángel Celeste. No se imaginaba que viviese en una mansión, menos que estuviese sirvientes que la trataron cómo si fuese una verdadera princesa. No estaba acostumbrada a vivir con lujos así que para ella todo una novedad cómo si se tratase de un hermoso sueño al día siguiente disfrutó de ese saludable desayuno y aprendió hacer una oración para bendecir una comida. Lo más emocionante fue salir a correr hacia el parque y luego, aprender gimnasia rítmica algo que jamás imaginó que podría aprender hacer. Lo más impactante para ella fue aquella sorpresa en una heladera famosa y majestuosa, cuando su hermana ángel le quita la venda que cubrió sus ojos, Flaky pegó un fuerte gritó de emoción y tantos invitados a su fiesta de Cumpleaños que simplemente lloró de felicidad. -Hermanita alada... no me esperaba que alguién cómo yo... Recibiese tan bello gesto por tu parte que me dan ganas de llorar tanto. ¿Yo, una bendición?. -Miró su delicioso pastel de helado con frutos rojos, la música agradable de fondo, al llegar el momento de recibir los regalos. Flaky recibió una pelota verde, un pijama y un hermoso peluche de un dragocito que combina con su pelaje rojo. //Muchas por este hermoso regalo, hermanita. Me encanta.
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  • ×Sentada al borde de aquella torre, recordé y comenzaba a recitar el inicio de aquel viejo cuento×

    Erase una vez, una hermosa princesa qué dormía en lo alto de una torre.. la torre de las rosas...
    ×Sentada al borde de aquella torre, recordé y comenzaba a recitar el inicio de aquel viejo cuento× Erase una vez, una hermosa princesa qué dormía en lo alto de una torre.. la torre de las rosas...
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  • Ni el angel más hermoso es digno de luchar contra tu belleza femenina mi hermosa mujercita

    Esa mujercita bella,
    que pasa todas las noches,
    entre fragancia de flores
    como una bella princesa;
    siempre será la primera,
    la más bella entre mil soles
    y en mi pecho, los rincones,
    solamente ella los llenas;
    son sus recuerdos bonitos
    de Caleta tropical,
    de su entrega, sus cariños;
    ese anhelo de lograr
    una casa y un chiquillo
    que nuestro amor sembrará…

    -reverencio a la mujercita reina de su corazon y todo lo que pudiera tener a su nombre -

    Lilith Magne
    Ni el angel más hermoso es digno de luchar contra tu belleza femenina mi hermosa mujercita Esa mujercita bella, que pasa todas las noches, entre fragancia de flores como una bella princesa; siempre será la primera, la más bella entre mil soles y en mi pecho, los rincones, solamente ella los llenas; son sus recuerdos bonitos de Caleta tropical, de su entrega, sus cariños; ese anhelo de lograr una casa y un chiquillo que nuestro amor sembrará… -reverencio a la mujercita reina de su corazon y todo lo que pudiera tener a su nombre - [He11greatestmom]
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    El combate de las dos hijas del Caos

    Había entrenado a solas con Arc.
    Había invocado su armadura dracónica, sentido sus escamas abrazar mis huesos, su fuego pulsar en mis venas.
    Y aún así… me acerqué a Albedo con el corazón latiendo demasiado rápido.

    Ella levantó la vista, con esa arrogancia suya que siempre roza la amenaza.

    Albedo:
    —Hola, enana. Será mejor que te apartes. Estoy entrenando y podrías lastimarte.

    La esquina de mi ojo tiembla.
    Mi orgullo también.

    Lili:
    —¿A quién llamas enana… descerebrada?

    Una vena se le marca en la frente.
    Y se ríe.
    Se ríe mientras aprieta el puño y revienta una barra de metal como si fuera papel mojado.

    Albedo:
    —¿Quieres que peleemos, enana?

    Respiro hondo y dejo que Arc tome mi piel.
    Mis huesos crujen.
    Escamas nacen.
    La armadura dracónica cubre mi cuerpo con un brillo lunar-azulado.

    Albedo no se queda atrás.
    Se transforma en la Orca Brutal, su forma de fuerza descomunal.
    Dientes afilados.
    Músculos tensos.
    Una bestia lista para destrozar.

    Dentro de mí, la dragona resopla con desdén.

    Arc (en mi interior):
    —Engreída…

    Y entonces su voz se apaga.
    Como una llama extinguida por el viento.

    “Muéstrame de qué eres capaz.”

    Y… me destransformo.

    Totalmente.
    Sin protección.
    Sin escamas.
    Sin fuego.

    Lili (murmurando en Tharésh'Kael):
    —No me hagas esto… dragona loca…

    Albedo gruñe, encantada.

    Albedo:
    —Será mejor que vayas con todo. No voy a contenerme.

    Lili:
    —No me hace falta… soy más rápida que tú.

    El aire vibra.
    Salto.
    Le pateo el cuello en un golpe limpio, certero.

    No retrocede ni un milímetro.

    Ni. Uno.

    Antes de entender qué ha pasado, me atrapa la pierna.
    La agarra como si fuera un palo de escoba.

    Y me estampa contra el suelo.

    El impacto me corta el aire.
    Las costillas crujen.

    Y sin darme un segundo, me pisa el pecho.
    Me hunde en la tierra.
    Presiona.
    Y presiona.
    Y presiona.

    Siento cómo mis costillas se rompen.
    Cómo las astillas se clavan en mis pulmones.
    La sangre sube por mi garganta.

    No puedo respirar.
    No puedo moverme.
    Los ojos se me ponen en blanco.

    Y en ese filo entre vivir y morir… la escucho.

    Por primera vez.

    La sombra.

    Veythra.

    Su voz en Tharésh'Kael me atraviesa como una columna de hielo y fuego.

    Veythra (en mi interior):
    —Levanta, princesa del Caos.
    —Hija de Jennifer… yo te mostraré el auténtico poder del Caos.

    Mi cuerpo se recompone en un latido.
    Las costillas vuelven a su sitio.
    La sangre retrocede.
    El dolor se apaga.

    Agarro el pie de Albedo con fuerza nueva… pero ella sigue siendo más fuerte. Me zafa como si fuera un insecto.

    Y entonces ocurre.

    Del costado de mi cuerpo nace una sombra.
    Una copia perfecta de Albedo.
    Una Albedo oscura, hecha de tinieblas puras.

    La sombra-orca ruge y se abalanza sobre ella.
    El choque es brutal.
    Las dos formas se despedazan.

    Pero Albedo…
    La verdadera…
    Es demasiado.

    La hace pedazos.

    La machaca.

    Y yo…

    Yo no entiendo nada.

    Lili:
    —Basta…

    Retrocedo.
    Me aparto temblando.
    Mis pies dan un paso, luego otro.

    Y echo a correr.

    Huyo.
    Del combate.
    De Albedo.
    De Arc.
    De Veythra.
    De mí misma.

    Detrás, escucho su risa ronca.

    Albedo:
    —Ahora se ponía divertido…
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 El combate de las dos hijas del Caos Había entrenado a solas con Arc. Había invocado su armadura dracónica, sentido sus escamas abrazar mis huesos, su fuego pulsar en mis venas. Y aún así… me acerqué a Albedo con el corazón latiendo demasiado rápido. Ella levantó la vista, con esa arrogancia suya que siempre roza la amenaza. Albedo: —Hola, enana. Será mejor que te apartes. Estoy entrenando y podrías lastimarte. La esquina de mi ojo tiembla. Mi orgullo también. Lili: —¿A quién llamas enana… descerebrada? Una vena se le marca en la frente. Y se ríe. Se ríe mientras aprieta el puño y revienta una barra de metal como si fuera papel mojado. Albedo: —¿Quieres que peleemos, enana? Respiro hondo y dejo que Arc tome mi piel. Mis huesos crujen. Escamas nacen. La armadura dracónica cubre mi cuerpo con un brillo lunar-azulado. Albedo no se queda atrás. Se transforma en la Orca Brutal, su forma de fuerza descomunal. Dientes afilados. Músculos tensos. Una bestia lista para destrozar. Dentro de mí, la dragona resopla con desdén. Arc (en mi interior): —Engreída… Y entonces su voz se apaga. Como una llama extinguida por el viento. “Muéstrame de qué eres capaz.” Y… me destransformo. Totalmente. Sin protección. Sin escamas. Sin fuego. Lili (murmurando en Tharésh'Kael): —No me hagas esto… dragona loca… Albedo gruñe, encantada. Albedo: —Será mejor que vayas con todo. No voy a contenerme. Lili: —No me hace falta… soy más rápida que tú. El aire vibra. Salto. Le pateo el cuello en un golpe limpio, certero. No retrocede ni un milímetro. Ni. Uno. Antes de entender qué ha pasado, me atrapa la pierna. La agarra como si fuera un palo de escoba. Y me estampa contra el suelo. El impacto me corta el aire. Las costillas crujen. Y sin darme un segundo, me pisa el pecho. Me hunde en la tierra. Presiona. Y presiona. Y presiona. Siento cómo mis costillas se rompen. Cómo las astillas se clavan en mis pulmones. La sangre sube por mi garganta. No puedo respirar. No puedo moverme. Los ojos se me ponen en blanco. Y en ese filo entre vivir y morir… la escucho. Por primera vez. La sombra. Veythra. Su voz en Tharésh'Kael me atraviesa como una columna de hielo y fuego. Veythra (en mi interior): —Levanta, princesa del Caos. —Hija de Jennifer… yo te mostraré el auténtico poder del Caos. Mi cuerpo se recompone en un latido. Las costillas vuelven a su sitio. La sangre retrocede. El dolor se apaga. Agarro el pie de Albedo con fuerza nueva… pero ella sigue siendo más fuerte. Me zafa como si fuera un insecto. Y entonces ocurre. Del costado de mi cuerpo nace una sombra. Una copia perfecta de Albedo. Una Albedo oscura, hecha de tinieblas puras. La sombra-orca ruge y se abalanza sobre ella. El choque es brutal. Las dos formas se despedazan. Pero Albedo… La verdadera… Es demasiado. La hace pedazos. La machaca. Y yo… Yo no entiendo nada. Lili: —Basta… Retrocedo. Me aparto temblando. Mis pies dan un paso, luego otro. Y echo a correr. Huyo. Del combate. De Albedo. De Arc. De Veythra. De mí misma. Detrás, escucho su risa ronca. Albedo: —Ahora se ponía divertido…
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷

    El combate de las dos hijas del Caos

    Había entrenado a solas con Arc.
    Había invocado su armadura dracónica, sentido sus escamas abrazar mis huesos, su fuego pulsar en mis venas.
    Y aún así… me acerqué a Albedo con el corazón latiendo demasiado rápido.

    Ella levantó la vista, con esa arrogancia suya que siempre roza la amenaza.

    Albedo:
    —Hola, enana. Será mejor que te apartes. Estoy entrenando y podrías lastimarte.

    La esquina de mi ojo tiembla.
    Mi orgullo también.

    Lili:
    —¿A quién llamas enana… descerebrada?

    Una vena se le marca en la frente.
    Y se ríe.
    Se ríe mientras aprieta el puño y revienta una barra de metal como si fuera papel mojado.

    Albedo:
    —¿Quieres que peleemos, enana?

    Respiro hondo y dejo que Arc tome mi piel.
    Mis huesos crujen.
    Escamas nacen.
    La armadura dracónica cubre mi cuerpo con un brillo lunar-azulado.

    Albedo no se queda atrás.
    Se transforma en la Orca Brutal, su forma de fuerza descomunal.
    Dientes afilados.
    Músculos tensos.
    Una bestia lista para destrozar.

    Dentro de mí, la dragona resopla con desdén.

    Arc (en mi interior):
    —Engreída…

    Y entonces su voz se apaga.
    Como una llama extinguida por el viento.

    “Muéstrame de qué eres capaz.”

    Y… me destransformo.

    Totalmente.
    Sin protección.
    Sin escamas.
    Sin fuego.

    Lili (murmurando en Tharésh'Kael):
    —No me hagas esto… dragona loca…

    Albedo gruñe, encantada.

    Albedo:
    —Será mejor que vayas con todo. No voy a contenerme.

    Lili:
    —No me hace falta… soy más rápida que tú.

    El aire vibra.
    Salto.
    Le pateo el cuello en un golpe limpio, certero.

    No retrocede ni un milímetro.

    Ni. Uno.

    Antes de entender qué ha pasado, me atrapa la pierna.
    La agarra como si fuera un palo de escoba.

    Y me estampa contra el suelo.

    El impacto me corta el aire.
    Las costillas crujen.

    Y sin darme un segundo, me pisa el pecho.
    Me hunde en la tierra.
    Presiona.
    Y presiona.
    Y presiona.

    Siento cómo mis costillas se rompen.
    Cómo las astillas se clavan en mis pulmones.
    La sangre sube por mi garganta.

    No puedo respirar.
    No puedo moverme.
    Los ojos se me ponen en blanco.

    Y en ese filo entre vivir y morir… la escucho.

    Por primera vez.

    La sombra.

    Veythra.

    Su voz en Tharésh'Kael me atraviesa como una columna de hielo y fuego.

    Veythra (en mi interior):
    —Levanta, princesa del Caos.
    —Hija de Jennifer… yo te mostraré el auténtico poder del Caos.

    Mi cuerpo se recompone en un latido.
    Las costillas vuelven a su sitio.
    La sangre retrocede.
    El dolor se apaga.

    Agarro el pie de Albedo con fuerza nueva… pero ella sigue siendo más fuerte. Me zafa como si fuera un insecto.

    Y entonces ocurre.

    Del costado de mi cuerpo nace una sombra.
    Una copia perfecta de Albedo.
    Una Albedo oscura, hecha de tinieblas puras.

    La sombra-orca ruge y se abalanza sobre ella.
    El choque es brutal.
    Las dos formas se despedazan.

    Pero Albedo…
    La verdadera…
    Es demasiado.

    La hace pedazos.

    La machaca.

    Y yo…

    Yo no entiendo nada.

    Lili:
    —Basta…

    Retrocedo.
    Me aparto temblando.
    Mis pies dan un paso, luego otro.

    Y echo a correr.

    Huyo.
    Del combate.
    De Albedo.
    De Arc.
    De Veythra.
    De mí misma.

    Detrás, escucho su risa ronca.

    Albedo:
    —Ahora se ponía divertido…
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    Había entrenado a solas con Arc.
    Había invocado su armadura dracónica, sentido sus escamas abrazar mis huesos, su fuego pulsar en mis venas.
    Y aún así… me acerqué a Albedo con el corazón latiendo demasiado rápido.

    Ella levantó la vista, con esa arrogancia suya que siempre roza la amenaza.

    Albedo:
    —Hola, enana. Será mejor que te apartes. Estoy entrenando y podrías lastimarte.

    La esquina de mi ojo tiembla.
    Mi orgullo también.

    Lili:
    —¿A quién llamas enana… descerebrada?

    Una vena se le marca en la frente.
    Y se ríe.
    Se ríe mientras aprieta el puño y revienta una barra de metal como si fuera papel mojado.

    Albedo:
    —¿Quieres que peleemos, enana?

    Respiro hondo y dejo que Arc tome mi piel.
    Mis huesos crujen.
    Escamas nacen.
    La armadura dracónica cubre mi cuerpo con un brillo lunar-azulado.

    Albedo no se queda atrás.
    Se transforma en la Orca Brutal, su forma de fuerza descomunal.
    Dientes afilados.
    Músculos tensos.
    Una bestia lista para destrozar.

    Dentro de mí, la dragona resopla con desdén.

    Arc (en mi interior):
    —Engreída…

    Y entonces su voz se apaga.
    Como una llama extinguida por el viento.

    “Muéstrame de qué eres capaz.”

    Y… me destransformo.

    Totalmente.
    Sin protección.
    Sin escamas.
    Sin fuego.

    Lili (murmurando en Tharésh'Kael):
    —No me hagas esto… dragona loca…

    Albedo gruñe, encantada.

    Albedo:
    —Será mejor que vayas con todo. No voy a contenerme.

    Lili:
    —No me hace falta… soy más rápida que tú.

    El aire vibra.
    Salto.
    Le pateo el cuello en un golpe limpio, certero.

    No retrocede ni un milímetro.

    Ni. Uno.

    Antes de entender qué ha pasado, me atrapa la pierna.
    La agarra como si fuera un palo de escoba.

    Y me estampa contra el suelo.

    El impacto me corta el aire.
    Las costillas crujen.

    Y sin darme un segundo, me pisa el pecho.
    Me hunde en la tierra.
    Presiona.
    Y presiona.
    Y presiona.

    Siento cómo mis costillas se rompen.
    Cómo las astillas se clavan en mis pulmones.
    La sangre sube por mi garganta.

    No puedo respirar.
    No puedo moverme.
    Los ojos se me ponen en blanco.

    Y en ese filo entre vivir y morir… la escucho.

    Por primera vez.

    La sombra.

    Veythra.

    Su voz en Tharésh'Kael me atraviesa como una columna de hielo y fuego.

    Veythra (en mi interior):
    —Levanta, princesa del Caos.
    —Hija de Jennifer… yo te mostraré el auténtico poder del Caos.

    Mi cuerpo se recompone en un latido.
    Las costillas vuelven a su sitio.
    La sangre retrocede.
    El dolor se apaga.

    Agarro el pie de Albedo con fuerza nueva… pero ella sigue siendo más fuerte. Me zafa como si fuera un insecto.

    Y entonces ocurre.

    Del costado de mi cuerpo nace una sombra.
    Una copia perfecta de Albedo.
    Una Albedo oscura, hecha de tinieblas puras.

    La sombra-orca ruge y se abalanza sobre ella.
    El choque es brutal.
    Las dos formas se despedazan.

    Pero Albedo…
    La verdadera…
    Es demasiado.

    La hace pedazos.

    La machaca.

    Y yo…

    Yo no entiendo nada.

    Lili:
    —Basta…

    Retrocedo.
    Me aparto temblando.
    Mis pies dan un paso, luego otro.

    Y echo a correr.

    Huyo.
    Del combate.
    De Albedo.
    De Arc.
    De Veythra.
    De mí misma.

    Detrás, escucho su risa ronca.

    Albedo:
    —Ahora se ponía divertido…
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 El combate de las dos hijas del Caos Había entrenado a solas con Arc. Había invocado su armadura dracónica, sentido sus escamas abrazar mis huesos, su fuego pulsar en mis venas. Y aún así… me acerqué a Albedo con el corazón latiendo demasiado rápido. Ella levantó la vista, con esa arrogancia suya que siempre roza la amenaza. Albedo: —Hola, enana. Será mejor que te apartes. Estoy entrenando y podrías lastimarte. La esquina de mi ojo tiembla. Mi orgullo también. Lili: —¿A quién llamas enana… descerebrada? Una vena se le marca en la frente. Y se ríe. Se ríe mientras aprieta el puño y revienta una barra de metal como si fuera papel mojado. Albedo: —¿Quieres que peleemos, enana? Respiro hondo y dejo que Arc tome mi piel. Mis huesos crujen. Escamas nacen. La armadura dracónica cubre mi cuerpo con un brillo lunar-azulado. Albedo no se queda atrás. Se transforma en la Orca Brutal, su forma de fuerza descomunal. Dientes afilados. Músculos tensos. Una bestia lista para destrozar. Dentro de mí, la dragona resopla con desdén. Arc (en mi interior): —Engreída… Y entonces su voz se apaga. Como una llama extinguida por el viento. “Muéstrame de qué eres capaz.” Y… me destransformo. Totalmente. Sin protección. Sin escamas. Sin fuego. Lili (murmurando en Tharésh'Kael): —No me hagas esto… dragona loca… Albedo gruñe, encantada. Albedo: —Será mejor que vayas con todo. No voy a contenerme. Lili: —No me hace falta… soy más rápida que tú. El aire vibra. Salto. Le pateo el cuello en un golpe limpio, certero. No retrocede ni un milímetro. Ni. Uno. Antes de entender qué ha pasado, me atrapa la pierna. La agarra como si fuera un palo de escoba. Y me estampa contra el suelo. El impacto me corta el aire. Las costillas crujen. Y sin darme un segundo, me pisa el pecho. Me hunde en la tierra. Presiona. Y presiona. Y presiona. Siento cómo mis costillas se rompen. Cómo las astillas se clavan en mis pulmones. La sangre sube por mi garganta. No puedo respirar. No puedo moverme. Los ojos se me ponen en blanco. Y en ese filo entre vivir y morir… la escucho. Por primera vez. La sombra. Veythra. Su voz en Tharésh'Kael me atraviesa como una columna de hielo y fuego. Veythra (en mi interior): —Levanta, princesa del Caos. —Hija de Jennifer… yo te mostraré el auténtico poder del Caos. Mi cuerpo se recompone en un latido. Las costillas vuelven a su sitio. La sangre retrocede. El dolor se apaga. Agarro el pie de Albedo con fuerza nueva… pero ella sigue siendo más fuerte. Me zafa como si fuera un insecto. Y entonces ocurre. Del costado de mi cuerpo nace una sombra. Una copia perfecta de Albedo. Una Albedo oscura, hecha de tinieblas puras. La sombra-orca ruge y se abalanza sobre ella. El choque es brutal. Las dos formas se despedazan. Pero Albedo… La verdadera… Es demasiado. La hace pedazos. La machaca. Y yo… Yo no entiendo nada. Lili: —Basta… Retrocedo. Me aparto temblando. Mis pies dan un paso, luego otro. Y echo a correr. Huyo. Del combate. De Albedo. De Arc. De Veythra. De mí misma. Detrás, escucho su risa ronca. Albedo: —Ahora se ponía divertido…
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  • Vox… mi apreciado, afeminada carcasa de metal, mi estruendoso compañero de frecuencias visuales. Desde el primer zumbido de tu voz en el infierno, supe que había encontrado a alguien que hablaba mi idioma… ¡literalmente! Tus ondas me acarician como un vinilo en reproductor musical , y tu presencia… ¡ay, tu presencia! Es como una tormenta de estática en mi alma ~

    He recorrido los rincones más oscuros del infierno, he visto reinos caer y reyes arder, pero jamás he encontrado una melodía tan embriagadora como la que emite tu chillona voz de princesa. Eres el zumbido en mi frecuencia, el eco en mi locución, el feedback que no quiero silenciar.

    -Se arrodilla, con un anillo que aún portaba el dedo de su antiguo portador -

    Así que dime, mi resonante ruiseñor de las ondas malditas y homosexual figura … ¿aceptarías ser mi eterno dúo infernal? ¿Compartirías conmigo esta sinfonía de locura, esta ópera de caos, esta emisión sin fin que llamamos existencia?

    ¡Cásate conmigo, Vox! Y juntos, haremos que el mismísimo infierno baile al ritmo de nuestra sintonía


    -era recopilar una propuesta de matrimonio que había hecho antes o herir a lucifer diciéndole que solo estaba junto a el por su poder.... Prefiere lo primero y porque el user ya tenía fresca la propuesta (?-

    Vox
    Vox… mi apreciado, afeminada carcasa de metal, mi estruendoso compañero de frecuencias visuales. Desde el primer zumbido de tu voz en el infierno, supe que había encontrado a alguien que hablaba mi idioma… ¡literalmente! Tus ondas me acarician como un vinilo en reproductor musical , y tu presencia… ¡ay, tu presencia! Es como una tormenta de estática en mi alma ~ He recorrido los rincones más oscuros del infierno, he visto reinos caer y reyes arder, pero jamás he encontrado una melodía tan embriagadora como la que emite tu chillona voz de princesa. Eres el zumbido en mi frecuencia, el eco en mi locución, el feedback que no quiero silenciar. -Se arrodilla, con un anillo que aún portaba el dedo de su antiguo portador - Así que dime, mi resonante ruiseñor de las ondas malditas y homosexual figura … ¿aceptarías ser mi eterno dúo infernal? ¿Compartirías conmigo esta sinfonía de locura, esta ópera de caos, esta emisión sin fin que llamamos existencia? ¡Cásate conmigo, Vox! Y juntos, haremos que el mismísimo infierno baile al ritmo de nuestra sintonía -era recopilar una propuesta de matrimonio que había hecho antes o herir a lucifer diciéndole que solo estaba junto a el por su poder.... Prefiere lo primero y porque el user ya tenía fresca la propuesta (?- [FuckA1astor]
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    La Torre del Olvido.

    La encontré entre las ventanas. Una realidad que no debía existir, pero existe. Una madre que no partió en busca de su alma gemela.
    Una Jennifer que no olvidó… pero que tampoco recordó lo que la hacía humana.

    Al principio, gobernó con justicia, aprendió de otros reinos, mejoró el suyo., pero sin el viaje, sin el dolor, sin el amor perdido… Algo en ella quedó incompleto Y ese vacío se disfrazó de hambre, hambre por saberlo todo.

    La Torre del Conocimiento creció como una herida que no cerraba.
    Libros, esferas, memorias robadas, personas convertidas en despojos, en bestias sin alma. Todo por llenar su hambre de conocimiento.

    Y entonces llegó Ayane. La princesa que buscaba a su madre, Sasha. Jennifer al ver a Ayane quedo cautivada, fue amor a primera vista, Ayane también lo sintió. Porque el amor no entiende de realidades, ni de advertencias.

    Estuvieron juntas, rieron, compartieron noches, Ayane creyó en ella, pero un día Ayane llegó a la torre sin que Jennifer lo supiera. El aire era espeso, como si los muros respiraran. Cada paso resonaba con ecos que no eran suyos. Tenía miedo, no por lo que sabía, sino por lo que aún no había visto.

    Mientras ascendía por los pasillos de piedra, vio por primera vez a los Despojos. Hombres bestia, deformes, con cabezas de perro y ojos apagados. Algunos arrastraban piedras. Otros simplemente deambulaban. Uno de ellos murmuraba, sin rumbo:

    —Tantos esclavos… cada vez son más esclavos… ¿cuándo terminará esta maldita torre?

    Ayane se acercó. —¿Quién eres?— Preguntó con voz temblorosa.

    El hombre la miró con ojos rotos. —Fui enviado por el reino vecino. Jennifer nos invitó. Pero atrapó a todos mis soldados. No le importó que esto iniciara una guerra.

    Luego, con voz quebrada, dijo: —Antes la llamaban la hija del monstruo. Pero cuando selló a su propio padre y tomó el reino, la llamaron Jennifer la sabia… Jennifer la maga… Jennifer la encantadora. Y todo… todo para construir esta torre. Una torre tan alta que pudiera contener todos los conocimientos. Todos los secretos, todas las leyendas, todos los recuerdos. Nada iguala a su biblioteca universal.

    —Desde el ocaso de la tierra vieja— Continuó— Los pergaminos sustituyeron las tabletas de arcilla. Los libros a los pergaminos. Y ahora, las esferas mágicas a los libros. Jennifer lo quiere todo. Y cuando un reino se acerca… ya no sale.

    —Tiene miles de sortilegios. Convierte a las personas en Despojos. Les roba sus recuerdos, su pasado. Los hace olvidar quiénes fueron. Y les obliga a poner piedra tras piedra. La torre sube. Siempre más alto. Cuando Jennifer obtenga todo el conocimiento… será más poderosa que todos los dioses juntos. Los mismos dioses que su padre eliminó… uno por uno. Todo por eso. Solo por eso.

    Ayane no respondió, el hombre transformado en Despojo cerro los ojos, acepto su realidad y el pequeño brillo que poseia en sus ojos se apago y solo siguió caminando. Ayane no pudo hacer nada por el, pero luego la vio... Sasha, su madre.

    Deambulaba sin rumbo, como los demás. Pero aún conservaba su forma humana. Sus ojos estaban vacíos, pero su cuerpo no había sido deformado. Ayane corrió hacia ella. La abrazó. Sasha no respondió. Pero algo en su piel, en su calor, le dijo que aún estaba viva. Aún estaba ahí.

    Ayane lloró, y en ese momento, supo que ya no podía confiar en Jennifer. Aunque la amara, aunque su corazón se rompiera, la verdad era más fuerte que el amor. Ayane saco a su madre de esa maldita torre, le ordeno a sus soldados que la ocultaran.

    Ayane no huyó, no la enfrentó, solo esperó a que cayera la noche, y cuando compartía el lecho con Jennifer aprovecho que esta dormía y le arrancó el corazón con lágrimas, con amor, con culpa.

    Jennifer no murió pero quedó en un sueño profundo, sellada en lo más hondo de su torre. Ayane escapó con su madre y cuando pudo regresar a su tierra natal dio a luz a Yuna. unos meses despues.
    La hija que, según la profecía, será quien enfrente a Jennifer cuando despierte, tal como está enfrento a su padre Ozma.

    Y yo… yo vi todo. Desde mi sala de espejos... Desde mi rincón fuera del tiempo. Esta vez no rei, no hice bromas, solo lloré.

    Porque amo a mis madres, Jennifer y Ayane... Y aunque estas no sean las que yo conozco… El dolor es real, el amor también.

    Esta historia no es canon en mi mundo.
    Pero lo es en otro. Y en la telaraña infinita, todo lo que duele… es verdad en algún lugar.

    Bienvenido a la Telaraña de Loki. Hoy no hay juego.
    Solo memoria.
    La Torre del Olvido. La encontré entre las ventanas. Una realidad que no debía existir, pero existe. Una madre que no partió en busca de su alma gemela. Una Jennifer que no olvidó… pero que tampoco recordó lo que la hacía humana. Al principio, gobernó con justicia, aprendió de otros reinos, mejoró el suyo., pero sin el viaje, sin el dolor, sin el amor perdido… Algo en ella quedó incompleto Y ese vacío se disfrazó de hambre, hambre por saberlo todo. La Torre del Conocimiento creció como una herida que no cerraba. Libros, esferas, memorias robadas, personas convertidas en despojos, en bestias sin alma. Todo por llenar su hambre de conocimiento. Y entonces llegó Ayane. La princesa que buscaba a su madre, Sasha. Jennifer al ver a Ayane quedo cautivada, fue amor a primera vista, Ayane también lo sintió. Porque el amor no entiende de realidades, ni de advertencias. Estuvieron juntas, rieron, compartieron noches, Ayane creyó en ella, pero un día Ayane llegó a la torre sin que Jennifer lo supiera. El aire era espeso, como si los muros respiraran. Cada paso resonaba con ecos que no eran suyos. Tenía miedo, no por lo que sabía, sino por lo que aún no había visto. Mientras ascendía por los pasillos de piedra, vio por primera vez a los Despojos. Hombres bestia, deformes, con cabezas de perro y ojos apagados. Algunos arrastraban piedras. Otros simplemente deambulaban. Uno de ellos murmuraba, sin rumbo: —Tantos esclavos… cada vez son más esclavos… ¿cuándo terminará esta maldita torre? Ayane se acercó. —¿Quién eres?— Preguntó con voz temblorosa. El hombre la miró con ojos rotos. —Fui enviado por el reino vecino. Jennifer nos invitó. Pero atrapó a todos mis soldados. No le importó que esto iniciara una guerra. Luego, con voz quebrada, dijo: —Antes la llamaban la hija del monstruo. Pero cuando selló a su propio padre y tomó el reino, la llamaron Jennifer la sabia… Jennifer la maga… Jennifer la encantadora. Y todo… todo para construir esta torre. Una torre tan alta que pudiera contener todos los conocimientos. Todos los secretos, todas las leyendas, todos los recuerdos. Nada iguala a su biblioteca universal. —Desde el ocaso de la tierra vieja— Continuó— Los pergaminos sustituyeron las tabletas de arcilla. Los libros a los pergaminos. Y ahora, las esferas mágicas a los libros. Jennifer lo quiere todo. Y cuando un reino se acerca… ya no sale. —Tiene miles de sortilegios. Convierte a las personas en Despojos. Les roba sus recuerdos, su pasado. Los hace olvidar quiénes fueron. Y les obliga a poner piedra tras piedra. La torre sube. Siempre más alto. Cuando Jennifer obtenga todo el conocimiento… será más poderosa que todos los dioses juntos. Los mismos dioses que su padre eliminó… uno por uno. Todo por eso. Solo por eso. Ayane no respondió, el hombre transformado en Despojo cerro los ojos, acepto su realidad y el pequeño brillo que poseia en sus ojos se apago y solo siguió caminando. Ayane no pudo hacer nada por el, pero luego la vio... Sasha, su madre. Deambulaba sin rumbo, como los demás. Pero aún conservaba su forma humana. Sus ojos estaban vacíos, pero su cuerpo no había sido deformado. Ayane corrió hacia ella. La abrazó. Sasha no respondió. Pero algo en su piel, en su calor, le dijo que aún estaba viva. Aún estaba ahí. Ayane lloró, y en ese momento, supo que ya no podía confiar en Jennifer. Aunque la amara, aunque su corazón se rompiera, la verdad era más fuerte que el amor. Ayane saco a su madre de esa maldita torre, le ordeno a sus soldados que la ocultaran. Ayane no huyó, no la enfrentó, solo esperó a que cayera la noche, y cuando compartía el lecho con Jennifer aprovecho que esta dormía y le arrancó el corazón con lágrimas, con amor, con culpa. Jennifer no murió pero quedó en un sueño profundo, sellada en lo más hondo de su torre. Ayane escapó con su madre y cuando pudo regresar a su tierra natal dio a luz a Yuna. unos meses despues. La hija que, según la profecía, será quien enfrente a Jennifer cuando despierte, tal como está enfrento a su padre Ozma. Y yo… yo vi todo. Desde mi sala de espejos... Desde mi rincón fuera del tiempo. Esta vez no rei, no hice bromas, solo lloré. Porque amo a mis madres, Jennifer y Ayane... Y aunque estas no sean las que yo conozco… El dolor es real, el amor también. Esta historia no es canon en mi mundo. Pero lo es en otro. Y en la telaraña infinita, todo lo que duele… es verdad en algún lugar. Bienvenido a la Telaraña de Loki. Hoy no hay juego. Solo memoria.
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    Oh… ¿ya caíste en mi telaraña?
    Qué adorable. Bienvenido, curioso imprudente: este espacio es mío, y yo soy Loki, princesa del caos y del engaño.
    No esperes solemnidad, aquí todo es un juego… y tú acabas de aceptar las reglas sin leerlas.

    Encontrarás imágenes que capturan mis reflejos, historias que forman parte del canon de nuestro legado Queen, y también relatos de universos alternos: realidades paralelas que no tocan la línea original, pero que respiran en las telarañas infinitas que sostienen el multiverso.

    ¿Confuso? Excelente. Esa es la idea.

    Cada publicación será una travesura:
    a veces un recuerdo fiel, otras veces un espejismo que te hará dudar de lo que sabes.
    Porque en mis manos, lo verdadero y lo falso son amantes inseparables.

    Así que acomódate, lector curioso.
    Yo prometo caos, enigmas y carcajadas.
    Y recuerda: si te pierdes en estas realidades, no me culpes a mí… Culpa a tu propia curiosidad por seguir a una diosa que nunca juega limpio.
    Oh… ¿ya caíste en mi telaraña? Qué adorable. Bienvenido, curioso imprudente: este espacio es mío, y yo soy Loki, princesa del caos y del engaño. No esperes solemnidad, aquí todo es un juego… y tú acabas de aceptar las reglas sin leerlas. Encontrarás imágenes que capturan mis reflejos, historias que forman parte del canon de nuestro legado Queen, y también relatos de universos alternos: realidades paralelas que no tocan la línea original, pero que respiran en las telarañas infinitas que sostienen el multiverso. ¿Confuso? Excelente. Esa es la idea. Cada publicación será una travesura: a veces un recuerdo fiel, otras veces un espejismo que te hará dudar de lo que sabes. Porque en mis manos, lo verdadero y lo falso son amantes inseparables. Así que acomódate, lector curioso. Yo prometo caos, enigmas y carcajadas. Y recuerda: si te pierdes en estas realidades, no me culpes a mí… Culpa a tu propia curiosidad por seguir a una diosa que nunca juega limpio.
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