• 🄲🄰🄿. 🄸🅅

    ≫ ──────── ≪•◦ ❈ ◦•≫──────── ≪
    Pasaban los días, semanas, meses : La gloria y poder de "Ulises el Tirano" crecían al igual que la fama de la pelirroja que peleaba y dirigía su ejército en su nombre, uno que estaba compuesto por guerrilleros que eran perros falderos de Ulises igual de detestables que él, y otra gran parte esclavos como ella que peleaban para sobrevivir.

    La autoridad de Elizabeth en el campo de batalla era tal que nadie cuestionaba sus estrategias marciales, su palabra era la final y se ejecutaba al pie de la letra. Pronto ese prestigio trascendió más allá de las guerras combativas, al calabozo donde ella encadenada reponía fuerzas cada noche empezaron a llegar mensajes escondidos entre el pan, debajo del plato de la cena o bien enviados con las criadas que por las mañanas a escondidas de su amo iban a bañarla y darle ropas nuevas.
    Los mensajes aludían a una insurrección, el primero que llegó decía : "𝘓𝘢 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘦𝘴 𝘥𝘢𝘥𝘢; 𝘴𝘦 𝘨𝘢𝘯𝘢. 𝐸𝑠𝑡𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑔𝑜"
    Por primera vez Liz entre sus planes de venganza pudo ver mas factible que se cumplieran, no estaba sola.
    Desde ese evento, pacientemente esperaba que llegaran los recados, algunos con información importante, otros sólo para confirmar que la revolución seguía en pie

    -"𝑆𝑜𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎"
    -"𝘚𝘪 𝘯𝘰 𝘩𝘢𝘺 𝘫𝘶𝘴𝘵𝘪𝘤𝘪𝘢 𝘯𝘰 𝘩𝘢𝘺 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥"
    -"𝘔á𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘪𝘵𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘤𝘳𝘪𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘦𝘴𝘵á𝘯 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘶𝘴𝘢, 𝘢𝘣𝘳𝘦 𝘣𝘪𝘦𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴, 𝘭𝘰𝘴 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘤𝘪𝘯𝘵𝘰 𝘳𝘰𝘫𝘰"
    -"𝘏𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘴𝘰𝘮𝘰𝘴 164, 𝘵𝘰𝘥𝘰𝘴 𝘭𝘶𝘤𝘩𝘢𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘭𝘢 𝘓𝘭𝘢𝘮𝘢 𝘥𝘦 𝘚𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦"

    -"𝘔𝘢ñ𝘢𝘯𝘢. 𝘈𝘵𝘦𝘯𝘵𝘢, 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘢𝘥𝘦𝘯𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢𝘳á𝘯 𝘢𝘣𝘪𝘦𝘳𝘵𝘢𝘴"
    El día había llegado, era ahora o nunca. Luego de una contienda pequeña en el valle de Linaris, un grupo de guerreros aislaron al cazador con la lanza envenenada y lo mataron en una lucha de 5 contra 1, quedando su cuerpo perdido entre los caídos en batalla, Ulises no notaría su ausencia después de unas cuantas horas.
    Tres esclavos escoltaron a Elizabeth a su mazmorra, pudo observar que dos de ellos llevaban el cinto rojo, expectante esperaba la señal para actuar, ingresaron y se disponían a preparar los grilletes para atarla, con una mirada fugaz el par de aliados asintieron y redujeron al tercer siervo, dejando libre así a la pelirroja, uno de ellos se dirige a ella y grita efusivamente

    ▔ Corre! y busca la venganza. Nos levantaremos en armas. Hoy la tiranía muere bajo tu mano

    Liz con la adrenalina apoderándose de su cuerpo tomó su espada y se escabullía entre las tiendas que poco a poco empezaban a sumergirse en un estruendoso ruido de espadas chocando y gente gritando por muerte o victoria. En esta instancia sólo existían esas dos opciones, ella avanzaba rápido quemando todo a su paso, discerniendo entre la multitud recientemente alborotada quien era aliado y enemigo, buscaba el cinto rojo en cada uno de ellos, de inmediato su grupo se acoplaba detrás de ella luchando mano a mano con los que se levantaban en su contra, era un espectáculo digno de ver, como los esclavos en su debilidad luchaban con las fuerzas desgastadas pero con el alma hambrienta de libertad, en este punto el número había ascendido a unos cientos. El objetivo estaba claro: Ulises, quien a estas alturas ya estaba enterado del motín y se había encerrado resguardado por sus más hábiles mercenarios (alias : perros falderos) . Elizabeth no tuvo piedad y junto con los otros esclavos avasallaron el lugar dando muerte a cada uno, en el fondo se podía ver al Tirano sentado en su trono desde donde se autoproclamaba gobernador de todo los terrenos de Oriente que había "ganado". La pelirroja sin dudar lanzaba fuego al que se le interponía en su camino, mientras los demás peleaban también ferozmente con el mismo propósito.
    Al estar frente a frente la pelirroja pudo ver el miedo en los ojos cobardes de Ulises, lo tomó del cuello y atravesó el cuerpo del Tirano

    ── Morirás bajo tu capricho, una llama de Sangre no es para tu beneficio. Tu nombre muere contigo maldito.

    En las afueras, la guerra menguaba, las pérdidas humanas dieron frutos, ahora eran libres. Muchos de los partidarios de Ulises al ver que él había muerto huyeron.

    ▔ ¡Larga vida a la Reina Escarlata!
    ▔ ¡Larga vida!
    ▔ ¡Que viva!

    La gente vitoreaba, Elizabeth completamente emocionada de por fin ser libre después de meses de calvario se sentó en el trono manchado de sangre con el cuerpo de su captor a sus pies, asimilando todo lo que había acontecido. El apodo de "La Reina Escarlata" nació ahí y se esparció por todo el continente, la guerrera esclava que fue parte de la revolución de Oriente.
    🄲🄰🄿. 🄸🅅 ≫ ──────── ≪•◦ ❈ ◦•≫──────── ≪ Pasaban los días, semanas, meses : La gloria y poder de "Ulises el Tirano" crecían al igual que la fama de la pelirroja que peleaba y dirigía su ejército en su nombre, uno que estaba compuesto por guerrilleros que eran perros falderos de Ulises igual de detestables que él, y otra gran parte esclavos como ella que peleaban para sobrevivir. La autoridad de Elizabeth en el campo de batalla era tal que nadie cuestionaba sus estrategias marciales, su palabra era la final y se ejecutaba al pie de la letra. Pronto ese prestigio trascendió más allá de las guerras combativas, al calabozo donde ella encadenada reponía fuerzas cada noche empezaron a llegar mensajes escondidos entre el pan, debajo del plato de la cena o bien enviados con las criadas que por las mañanas a escondidas de su amo iban a bañarla y darle ropas nuevas. Los mensajes aludían a una insurrección, el primero que llegó decía : "𝘓𝘢 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥 𝘯𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘦𝘴 𝘥𝘢𝘥𝘢; 𝘴𝘦 𝘨𝘢𝘯𝘢. 𝐸𝑠𝑡𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑔𝑜" Por primera vez Liz entre sus planes de venganza pudo ver mas factible que se cumplieran, no estaba sola. Desde ese evento, pacientemente esperaba que llegaran los recados, algunos con información importante, otros sólo para confirmar que la revolución seguía en pie -"𝑆𝑜𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑒𝑡𝑒𝑛𝑡𝑎" -"𝘚𝘪 𝘯𝘰 𝘩𝘢𝘺 𝘫𝘶𝘴𝘵𝘪𝘤𝘪𝘢 𝘯𝘰 𝘩𝘢𝘺 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥" -"𝘔á𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘪𝘵𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘤𝘳𝘪𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘦𝘴𝘵á𝘯 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘶𝘴𝘢, 𝘢𝘣𝘳𝘦 𝘣𝘪𝘦𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴, 𝘭𝘰𝘴 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘤𝘪𝘯𝘵𝘰 𝘳𝘰𝘫𝘰" -"𝘏𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘴𝘰𝘮𝘰𝘴 164, 𝘵𝘰𝘥𝘰𝘴 𝘭𝘶𝘤𝘩𝘢𝘳𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘣𝘢𝘫𝘰 𝘭𝘢 𝘓𝘭𝘢𝘮𝘢 𝘥𝘦 𝘚𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦" -"𝘔𝘢ñ𝘢𝘯𝘢. 𝘈𝘵𝘦𝘯𝘵𝘢, 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘢𝘥𝘦𝘯𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢𝘳á𝘯 𝘢𝘣𝘪𝘦𝘳𝘵𝘢𝘴" El día había llegado, era ahora o nunca. Luego de una contienda pequeña en el valle de Linaris, un grupo de guerreros aislaron al cazador con la lanza envenenada y lo mataron en una lucha de 5 contra 1, quedando su cuerpo perdido entre los caídos en batalla, Ulises no notaría su ausencia después de unas cuantas horas. Tres esclavos escoltaron a Elizabeth a su mazmorra, pudo observar que dos de ellos llevaban el cinto rojo, expectante esperaba la señal para actuar, ingresaron y se disponían a preparar los grilletes para atarla, con una mirada fugaz el par de aliados asintieron y redujeron al tercer siervo, dejando libre así a la pelirroja, uno de ellos se dirige a ella y grita efusivamente ▔ Corre! y busca la venganza. Nos levantaremos en armas. Hoy la tiranía muere bajo tu mano Liz con la adrenalina apoderándose de su cuerpo tomó su espada y se escabullía entre las tiendas que poco a poco empezaban a sumergirse en un estruendoso ruido de espadas chocando y gente gritando por muerte o victoria. En esta instancia sólo existían esas dos opciones, ella avanzaba rápido quemando todo a su paso, discerniendo entre la multitud recientemente alborotada quien era aliado y enemigo, buscaba el cinto rojo en cada uno de ellos, de inmediato su grupo se acoplaba detrás de ella luchando mano a mano con los que se levantaban en su contra, era un espectáculo digno de ver, como los esclavos en su debilidad luchaban con las fuerzas desgastadas pero con el alma hambrienta de libertad, en este punto el número había ascendido a unos cientos. El objetivo estaba claro: Ulises, quien a estas alturas ya estaba enterado del motín y se había encerrado resguardado por sus más hábiles mercenarios (alias : perros falderos) . Elizabeth no tuvo piedad y junto con los otros esclavos avasallaron el lugar dando muerte a cada uno, en el fondo se podía ver al Tirano sentado en su trono desde donde se autoproclamaba gobernador de todo los terrenos de Oriente que había "ganado". La pelirroja sin dudar lanzaba fuego al que se le interponía en su camino, mientras los demás peleaban también ferozmente con el mismo propósito. Al estar frente a frente la pelirroja pudo ver el miedo en los ojos cobardes de Ulises, lo tomó del cuello y atravesó el cuerpo del Tirano 🌹── Morirás bajo tu capricho, una llama de Sangre no es para tu beneficio. Tu nombre muere contigo maldito. En las afueras, la guerra menguaba, las pérdidas humanas dieron frutos, ahora eran libres. Muchos de los partidarios de Ulises al ver que él había muerto huyeron. ▔ ¡Larga vida a la Reina Escarlata! ▔ ¡Larga vida! ▔ ¡Que viva! La gente vitoreaba, Elizabeth completamente emocionada de por fin ser libre después de meses de calvario se sentó en el trono manchado de sangre con el cuerpo de su captor a sus pies, asimilando todo lo que había acontecido. El apodo de "La Reina Escarlata" nació ahí y se esparció por todo el continente, la guerrera esclava que fue parte de la revolución de Oriente.
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  • Preso de este verso etéreo, un paraje desierto ante mis ramas y hojas de rosadas orquídeas, arropo mi quietud instalada, acérrima, esa amante venerable ante las ilusiones del cuadro en el que me visto; libros de míseros alientos que edifiqué con las presciencias de mis solemnes dedos, los que viajaron decorosos por el conducto de tus respiraciones. Después de todo, después de nadas, la presencia de velos de seda con la que me visto en estos instantes en los que aguardo tu arribo, dista mucho del ente que amaste.

    Mis ojos lamentan tu ausencia. Mis labios tus extremidades sobre las cortinas de hebras que poblaron mi cabeza; me tendiste aquí, y desde el recuerdo renazco, para amarte como tantas veces, en el diario en el que escribo con tinta y sangre, orina y voz de fantasmales perdiciones. Ante mis abismos, ante mí morada, la quietud que nos separa como una víctima más de tus caprichos, comunica la caída del palacio de algodón de azúcar ante el que te conocí.

    Tan sólo era el espectro de tu cuento de hadas en el que te sumergías, el espectro que amaste y al que te entregaste pese a tu infertilidad. Mis alas te vistieron en la noche de bodas, mis garras propulsaron un corrupto edén en el que morarías; serías mi princesa de primigenias aladas en helado sueño, ese en el que, ante más y menos descarados, condenaron nuestra unión.

    Esta quietud, saga, este relumbre en el que me encandilo sin poderte hallar en mis memorias, me provoca el llanto. Vislumbro mis heridas, mi propia crucifixión, corona de bronce y hojalata. Soy tuyo, perenne pese a que me alzo, apenas consciente, en esta ilusión de oscuridad. La vida que me obsequiaste es una cascada seca, secas son mis hojas cada vez que mudo de piel. Encuentro tu estampa dormida en el recuadro y, ante esto, juego por unos instantes a las escondidas con la que tanto me llamas con apremio. Porque aunque estoy perdido, rezo en este sillón envuelto con la piel curtida de mi raza. Raza a la que entregaste por un puñado de salvación y pocas aparecidas monedas.
    Vislumbro tus intenciones, desde esta prisión cada vez que atardece ante lo vidente de tus ojos. Esa casa en la que resido, el espejo en el que recreo tus espejismos, la carne entre la que te escucho cantar. Trinar en el reposo de mis pisadas cada vez que me invocas con palabras que creas con tu lenguaje secreto, tus crayolas apagadas, blancos gises que recorren a tus anatomías. Después de todo entreví tu rostro, aparecido como ilusorio loto, en el lago en el que morabas, en tu ataúd, rodeada por luces de bengalas.

    A ellas las sometí a mis caprichos, salvaje doncella de revueltas y destinos. A ti te reclamé como novia, esposa, amante, musa; música de mi alma tejida con historias que no debieron ser contadas. A ti, mi elemento de la oscuridad de mi millar de corazón a corazón, ramaje risueño, a ti y ante ti, a ti princesa de perlas de luz, te ruego me des el único beso que me provoque renacer entre tus brazos, tomar el alimento que sólo contiene tu savia vitae, y no revelarte nada más, salvo mis encandilados secretos.

    Soy, después de todo el muñeco que edificaste, con uñas, huesos, dientes de leche, cordones umbilicales de las crías que tú misma pariste, con los que te apremiaste conquistar, ante estos riscos con los que me entierras tus hechizadas agujas, y, verdaderos besos de amor clandestino, al abandonado de amor por amor que, tú, olvidada Shófiyar, tú, a quién amo, aún con tus vestimentas de arrugas y acuarelas, lamenta la tormenta entre tormentas de panteones ante los que aguarda a un amor extraviado.

    Maldita vieja, vislumbra a nuestro dios astado, beso y beso en el tiempo de los tiempos, historia entre historias, Shófiyar, tú, con pago por pago, en esta, tu aprehensión primigenia.
    La ascensión de tu historia, Shófiyar, con tus ojos cargados de culpa, ya la aurora boreal se revela ante tus puertas y las preciosas piedras que manan de tus dulces labios carnosos.

    Potente entre nosotros, ante los que cuentan tus hazañas. Cada vez que hurtas una nueva víctima, con tus más visiones extremas, seduces estrellas, astros y velas negras; te instalas ante tu altar y montas a este recién universo herido. Mi música, déjalos en paz y sonríe para mí, pese a que el dolor se abre paso en tus podridas entrañas. En las orillas de un océano de sanguinolentas aparecidas. Ya no te importa que sus cuerpos sean concebidos por tu imaginación retorcida, que sea la música la que tocas con cuerdas para él, porque él te llama desde el recuerdo; a mí, que te amo con locura.
    Preso de este verso etéreo, un paraje desierto ante mis ramas y hojas de rosadas orquídeas, arropo mi quietud instalada, acérrima, esa amante venerable ante las ilusiones del cuadro en el que me visto; libros de míseros alientos que edifiqué con las presciencias de mis solemnes dedos, los que viajaron decorosos por el conducto de tus respiraciones. Después de todo, después de nadas, la presencia de velos de seda con la que me visto en estos instantes en los que aguardo tu arribo, dista mucho del ente que amaste. Mis ojos lamentan tu ausencia. Mis labios tus extremidades sobre las cortinas de hebras que poblaron mi cabeza; me tendiste aquí, y desde el recuerdo renazco, para amarte como tantas veces, en el diario en el que escribo con tinta y sangre, orina y voz de fantasmales perdiciones. Ante mis abismos, ante mí morada, la quietud que nos separa como una víctima más de tus caprichos, comunica la caída del palacio de algodón de azúcar ante el que te conocí. Tan sólo era el espectro de tu cuento de hadas en el que te sumergías, el espectro que amaste y al que te entregaste pese a tu infertilidad. Mis alas te vistieron en la noche de bodas, mis garras propulsaron un corrupto edén en el que morarías; serías mi princesa de primigenias aladas en helado sueño, ese en el que, ante más y menos descarados, condenaron nuestra unión. Esta quietud, saga, este relumbre en el que me encandilo sin poderte hallar en mis memorias, me provoca el llanto. Vislumbro mis heridas, mi propia crucifixión, corona de bronce y hojalata. Soy tuyo, perenne pese a que me alzo, apenas consciente, en esta ilusión de oscuridad. La vida que me obsequiaste es una cascada seca, secas son mis hojas cada vez que mudo de piel. Encuentro tu estampa dormida en el recuadro y, ante esto, juego por unos instantes a las escondidas con la que tanto me llamas con apremio. Porque aunque estoy perdido, rezo en este sillón envuelto con la piel curtida de mi raza. Raza a la que entregaste por un puñado de salvación y pocas aparecidas monedas. Vislumbro tus intenciones, desde esta prisión cada vez que atardece ante lo vidente de tus ojos. Esa casa en la que resido, el espejo en el que recreo tus espejismos, la carne entre la que te escucho cantar. Trinar en el reposo de mis pisadas cada vez que me invocas con palabras que creas con tu lenguaje secreto, tus crayolas apagadas, blancos gises que recorren a tus anatomías. Después de todo entreví tu rostro, aparecido como ilusorio loto, en el lago en el que morabas, en tu ataúd, rodeada por luces de bengalas. A ellas las sometí a mis caprichos, salvaje doncella de revueltas y destinos. A ti te reclamé como novia, esposa, amante, musa; música de mi alma tejida con historias que no debieron ser contadas. A ti, mi elemento de la oscuridad de mi millar de corazón a corazón, ramaje risueño, a ti y ante ti, a ti princesa de perlas de luz, te ruego me des el único beso que me provoque renacer entre tus brazos, tomar el alimento que sólo contiene tu savia vitae, y no revelarte nada más, salvo mis encandilados secretos. Soy, después de todo el muñeco que edificaste, con uñas, huesos, dientes de leche, cordones umbilicales de las crías que tú misma pariste, con los que te apremiaste conquistar, ante estos riscos con los que me entierras tus hechizadas agujas, y, verdaderos besos de amor clandestino, al abandonado de amor por amor que, tú, olvidada Shófiyar, tú, a quién amo, aún con tus vestimentas de arrugas y acuarelas, lamenta la tormenta entre tormentas de panteones ante los que aguarda a un amor extraviado. Maldita vieja, vislumbra a nuestro dios astado, beso y beso en el tiempo de los tiempos, historia entre historias, Shófiyar, tú, con pago por pago, en esta, tu aprehensión primigenia. La ascensión de tu historia, Shófiyar, con tus ojos cargados de culpa, ya la aurora boreal se revela ante tus puertas y las preciosas piedras que manan de tus dulces labios carnosos. Potente entre nosotros, ante los que cuentan tus hazañas. Cada vez que hurtas una nueva víctima, con tus más visiones extremas, seduces estrellas, astros y velas negras; te instalas ante tu altar y montas a este recién universo herido. Mi música, déjalos en paz y sonríe para mí, pese a que el dolor se abre paso en tus podridas entrañas. En las orillas de un océano de sanguinolentas aparecidas. Ya no te importa que sus cuerpos sean concebidos por tu imaginación retorcida, que sea la música la que tocas con cuerdas para él, porque él te llama desde el recuerdo; a mí, que te amo con locura.
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  • ⸻⸻𝕿𝖍𝖊 𝕷𝖆𝖘𝖙 𝕭𝖑𝖔𝖔𝖉⸻⸻


    ➤𝐶ℎ𝑎𝑝𝑡𝑒𝑟 3


    —Rumanía es preciosa— Pensaba Vicenzo Galilei mientras cotemplaba los bellos montes que se erguian como firmes baluartes naturales —Aqui fue donde conocí a mi bella Grecia... ¡Oh cuánto la extraño!— Lágrimas intentaban asomarse de entre sus ojos pero Gazú poso su mano en el hombro de Vicenzo y con voz firme recito

    ⟁No tenemos tiempo... ¿Donde esta?𓂀

    —Al otro lado de la ciudad— Vicenzo se racasba la cabeza de manera brusca y miraba a su alrededor con ojos perdidos

    ⟁Bien....𓂀 Respondió Gazú de manera precisa y continuo caminando sobre el amplio sendero donde estaban, Vicenzo se adelantó y bruscamente halo el brazo de Gazú

    —Pero antes debes prometerme una cosa—

    ⟁Soy todo oídos𓂀 Respondío Gazú inmovil como una gárgola de piedra

    —Mi Grecia.... La quiero de vuelta... Tus amos son unos perros pero se que tú tienes corazón... — Eso quería pensar Vicenzo —Por favor te llevaré allá y yo mismo fabricare el arma pero solo si me devuelves a mi Grecia— Desesperado, Vicenzo daba saltos y sacudía el brazo de Gazú.

    ⟁Bien𓂀 Gazú se soltó y continuo caminando sin ningúna expresión o palabra alguna que pueda dar por sentado algo, mas bien, Gazú es experto en el arte de la confusión el enigma y la intriga.

    En cambio Vicenzo no sabía si era un si o un no Pero le daba igual, confiaba en Gazú así que sin más ambos caminaron hasta llegar a un enorme cementerio abandonado.

    —...Y cuando ella me miró yo le dije... ¡Que hermosa te ves! Ella me sonrió porque le gustaba el vestido y yo...—

    ⟁¡Callate!𓂀 Gazú estaba harto de escuchar la misma historia de romance, Vicenzo hablaba de manera rápida y poco se le entendia pero molesto era por su cháchara intensa.

    ⟁Dime dónde esta𓂀

    —Dejame recordar— Vicenzo se agachó y bruscamente cogió hojas del suelo y las olfateaba al mismo tiempo que las saboreaba, era algo extraño pero para el tenia sentido. Gazú sabía que esto se iba a llevar un buen tiempo así que se sentó sobre una tumba que rezaba así:

    Q.D.E.P
    AQUI YACE LEGOLAS UN ARQUERO POCO CONOCIDO **

    Vicenzo recorrió todo el cementerio olfateando y besando las hojas hasta que grito saltando

    —¡Aquí! ¡Aquí!—

    Gazú se levantó y se dirigio hacia donde el estaba. Habia en el suelo una lápida común y una tumba común. Sin tiempo que perder Gazú abrió la tumba y dentro había una fosa profunda

    —¡Puack!— Vicenzo salto asqueado por el olor a cadáveres y excrementos

    Gazú enecendio un fuego en su mano y lo lanzo hacia la fosa, este fuego dió aviso de que la fosa no era profunda y no habia nada allí, solo cadáveres y restos de animales muertos.

    —No me digas que vas a entrar...—

    Gazú salto hacia la fosa y cayó dentro, la oscuridad le envolvia Pero volvió a encender una llamarada en su mano para guiarse.

    ⟁O bajas o yo mismo te bajaré 𓂀

    Vicenzo asqueado tuvo que bajar, así que sin más salto y cayó al suelo de la fosa, no de pie.

    #Monorol
    ◢✥𝐆azú✥◣
    ⸻⸻𝕿𝖍𝖊 𝕷𝖆𝖘𝖙 𝕭𝖑𝖔𝖔𝖉⸻⸻ ➤𝐶ℎ𝑎𝑝𝑡𝑒𝑟 3 —Rumanía es preciosa— Pensaba Vicenzo Galilei mientras cotemplaba los bellos montes que se erguian como firmes baluartes naturales —Aqui fue donde conocí a mi bella Grecia... ¡Oh cuánto la extraño!— Lágrimas intentaban asomarse de entre sus ojos pero Gazú poso su mano en el hombro de Vicenzo y con voz firme recito ⟁No tenemos tiempo... ¿Donde esta?𓂀 —Al otro lado de la ciudad— Vicenzo se racasba la cabeza de manera brusca y miraba a su alrededor con ojos perdidos ⟁Bien....𓂀 Respondió Gazú de manera precisa y continuo caminando sobre el amplio sendero donde estaban, Vicenzo se adelantó y bruscamente halo el brazo de Gazú —Pero antes debes prometerme una cosa— ⟁Soy todo oídos𓂀 Respondío Gazú inmovil como una gárgola de piedra —Mi Grecia.... La quiero de vuelta... Tus amos son unos perros pero se que tú tienes corazón... — Eso quería pensar Vicenzo —Por favor te llevaré allá y yo mismo fabricare el arma pero solo si me devuelves a mi Grecia— Desesperado, Vicenzo daba saltos y sacudía el brazo de Gazú. ⟁Bien𓂀 Gazú se soltó y continuo caminando sin ningúna expresión o palabra alguna que pueda dar por sentado algo, mas bien, Gazú es experto en el arte de la confusión el enigma y la intriga. En cambio Vicenzo no sabía si era un si o un no Pero le daba igual, confiaba en Gazú así que sin más ambos caminaron hasta llegar a un enorme cementerio abandonado. —...Y cuando ella me miró yo le dije... ¡Que hermosa te ves! Ella me sonrió porque le gustaba el vestido y yo...— ⟁¡Callate!𓂀 Gazú estaba harto de escuchar la misma historia de romance, Vicenzo hablaba de manera rápida y poco se le entendia pero molesto era por su cháchara intensa. ⟁Dime dónde esta𓂀 —Dejame recordar— Vicenzo se agachó y bruscamente cogió hojas del suelo y las olfateaba al mismo tiempo que las saboreaba, era algo extraño pero para el tenia sentido. Gazú sabía que esto se iba a llevar un buen tiempo así que se sentó sobre una tumba que rezaba así: Q.D.E.P AQUI YACE LEGOLAS UN ARQUERO POCO CONOCIDO ** Vicenzo recorrió todo el cementerio olfateando y besando las hojas hasta que grito saltando —¡Aquí! ¡Aquí!— Gazú se levantó y se dirigio hacia donde el estaba. Habia en el suelo una lápida común y una tumba común. Sin tiempo que perder Gazú abrió la tumba y dentro había una fosa profunda —¡Puack!— Vicenzo salto asqueado por el olor a cadáveres y excrementos Gazú enecendio un fuego en su mano y lo lanzo hacia la fosa, este fuego dió aviso de que la fosa no era profunda y no habia nada allí, solo cadáveres y restos de animales muertos. —No me digas que vas a entrar...— Gazú salto hacia la fosa y cayó dentro, la oscuridad le envolvia Pero volvió a encender una llamarada en su mano para guiarse. ⟁O bajas o yo mismo te bajaré 𓂀 Vicenzo asqueado tuvo que bajar, así que sin más salto y cayó al suelo de la fosa, no de pie. #Monorol ◢✥𝐆azú✥◣
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  • El arcángel oyó una voz, realmente eran muchas, pero no eran discordantes. Había armonía.

    <Miguel hijo mío, porque te empeñas en estar en el reino de los mortales, ¿acaso no tienes todo en el reino de los cielos?>

    —No es eso, ¿Cómo podemos juzgar sus actos sin conocer sus motivaciones? Sus sentimientos, es injusto.

    <Se les entrego un mensaje que han deformado y olvidado.>

    —¿Acaso no merecen perdón? Se supone que les enseñaste a amar al resto. Lo hiciste a tu imagen y semejanza…yo…iré con ellos tal como hizo mi hermano. Aprenderé y veré por mis ojos si tienes o no razón.

    <El viaje tiene un coste Miguel. Si vas a la tierra, no estarás libre de los sentimientos, puedes enamorarte, sentir lujuria, deseos ¿Tomaras ese riesgo por ellos?>

    Miguel se giró viendo el mundo de los humanos.

    —Sigo pensando que tienen una oportunidad…no todo está perdido.

    La voz guardo silencio meditando la ultima frase de Miguel.

    <Sea entonces, tienes mi beneplácito para ir a su mundo y experimentar tu mismo si queda esperanza. >
    El arcángel oyó una voz, realmente eran muchas, pero no eran discordantes. Había armonía. <Miguel hijo mío, porque te empeñas en estar en el reino de los mortales, ¿acaso no tienes todo en el reino de los cielos?> —No es eso, ¿Cómo podemos juzgar sus actos sin conocer sus motivaciones? Sus sentimientos, es injusto. <Se les entrego un mensaje que han deformado y olvidado.> —¿Acaso no merecen perdón? Se supone que les enseñaste a amar al resto. Lo hiciste a tu imagen y semejanza…yo…iré con ellos tal como hizo mi hermano. Aprenderé y veré por mis ojos si tienes o no razón. <El viaje tiene un coste Miguel. Si vas a la tierra, no estarás libre de los sentimientos, puedes enamorarte, sentir lujuria, deseos ¿Tomaras ese riesgo por ellos?> Miguel se giró viendo el mundo de los humanos. —Sigo pensando que tienen una oportunidad…no todo está perdido. La voz guardo silencio meditando la ultima frase de Miguel. <Sea entonces, tienes mi beneplácito para ir a su mundo y experimentar tu mismo si queda esperanza. >
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  • El trabajo estaba hecho, el objetivo cayó inerte al suelo con un agujero en la frente, ahora lo único que quedaba era salir antes de que la policía llegara. Así pasaron las horas, de callejón en callejón, oculto entre las sombras hasta dar con un lugar seguro: un bar de mala muerte, perteneciente a las personas que contrataron sus servicios como sicario. Solo tuvo que esperar un poco más para recibir la paga, contar los billetes y asegurarse de que no lo estafaran con dinero falso o algo así.

    —Todo en orden. —En contraste al crudo evento que vivió momentos atrás, donde actuó como algún psicópata de ficción, Liú tenía una mirada bastante... ¿Triste? Miraba los billetes uno por uno, pero lo hacía con un desgano totalmente opuesto a como lo haría normalmente. Algo le impedía sentirse bien tras recibir aquel pago, se trataba de algo sumamente profundo.

    Pasaron las horas, la luna llevaba rato en lo alto, hasta que el chino volvió a su morada, aquella cabaña abandonada en medio del bosque, su refugio para poder descansar de largos días de trabajo. Desde afuera se veía demacrada, sin vista al interior que era bastante distinto. Era pequeña, con apenas tres habitaciones: la sala, que se mezclaba como comedor y cocina, el baño y su habitación, que era un colchón tirado en el suelo.

    —Ya llegué... —Nadie respondió, pues él era el único en aquel lugar. Cerró la puerta tras de sí, luego apuntó directamente a irse a dormir. Entró a su habitación, donde solo había un colchón tirado en el suelo y un viejo oso de peluche. La mirada de Liú normalmente parecía la de un muerto, la de alguien carente de la energía de vivir, pero ahora parecía estar vivo, vivo por el dolor que lo estaba carcomiendo por dentro. Se dejó caer en el colchón, donde se unió en un fuerte abrazo con el oso.

    —No te preocupes, mèimei. Fue un día difícil... pero conseguí el dinero para tus libros... —Murmullos, perdidos en el silencio absoluto de la cabaña, procedentes de un recuerdo de antaño, una memoria inmortal que lo obliga a salirse de la realidad y lo mantiene preso de un delirio. Su mirada cambió nuevamente, una de mil yardas, una que vivió demasiado, una mirada vidriosa que no hacía más que perderse en el laberinto de la mente.
    El trabajo estaba hecho, el objetivo cayó inerte al suelo con un agujero en la frente, ahora lo único que quedaba era salir antes de que la policía llegara. Así pasaron las horas, de callejón en callejón, oculto entre las sombras hasta dar con un lugar seguro: un bar de mala muerte, perteneciente a las personas que contrataron sus servicios como sicario. Solo tuvo que esperar un poco más para recibir la paga, contar los billetes y asegurarse de que no lo estafaran con dinero falso o algo así. —Todo en orden. —En contraste al crudo evento que vivió momentos atrás, donde actuó como algún psicópata de ficción, Liú tenía una mirada bastante... ¿Triste? Miraba los billetes uno por uno, pero lo hacía con un desgano totalmente opuesto a como lo haría normalmente. Algo le impedía sentirse bien tras recibir aquel pago, se trataba de algo sumamente profundo. Pasaron las horas, la luna llevaba rato en lo alto, hasta que el chino volvió a su morada, aquella cabaña abandonada en medio del bosque, su refugio para poder descansar de largos días de trabajo. Desde afuera se veía demacrada, sin vista al interior que era bastante distinto. Era pequeña, con apenas tres habitaciones: la sala, que se mezclaba como comedor y cocina, el baño y su habitación, que era un colchón tirado en el suelo. —Ya llegué... —Nadie respondió, pues él era el único en aquel lugar. Cerró la puerta tras de sí, luego apuntó directamente a irse a dormir. Entró a su habitación, donde solo había un colchón tirado en el suelo y un viejo oso de peluche. La mirada de Liú normalmente parecía la de un muerto, la de alguien carente de la energía de vivir, pero ahora parecía estar vivo, vivo por el dolor que lo estaba carcomiendo por dentro. Se dejó caer en el colchón, donde se unió en un fuerte abrazo con el oso. —No te preocupes, mèimei. Fue un día difícil... pero conseguí el dinero para tus libros... —Murmullos, perdidos en el silencio absoluto de la cabaña, procedentes de un recuerdo de antaño, una memoria inmortal que lo obliga a salirse de la realidad y lo mantiene preso de un delirio. Su mirada cambió nuevamente, una de mil yardas, una que vivió demasiado, una mirada vidriosa que no hacía más que perderse en el laberinto de la mente.
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  • —¿Sí? Me he perdido un poco en el sendero de la vida.... Tantos corderos extraviados por guiar..
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  • En lo profundo del bosque
    Fandom Fantasia
    Categoría Fantasía
    ミ★ 𝘌𝘭 𝘣𝘰𝘴𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘻𝘶𝘭 ★彡

    -Era un dia soleado, de otoño, habias planeado una excursion, junto a tus amigos, llegando un punto donde te separaste del grupo, ahi, encontraste una estatua triangular, una bastante peculiar, algo en ti, decia que te acercaras a ella, una vez te acercaste leiste una pequeña placa que decia lo siguiente: "꓄ꋪꀤꍏꈤꁅꀎ꒒ꀎꂵ, ꍟꈤ꓄ꍏꈤꁅꀎ꒒ꀎꂵ. ꃴꍟꈤꍟꎇꂦꋪꀤꌗ ꀸꂦꂵꀤꈤꀎꌗ ꃴꍟꈤ꓄ꀤꀎꂵ. ꃴꍟꈤꍟꎇꂦꋪꀤꌗ ꃴꍟꈤꍟ꓄ꀤꌗꍏꋪꀤꀎꂵ!"

    parecia que no pasaba nada, te diste cuenta de un letrero 'si estas perdido, tienes miedo o estas triste, invocalo, solo ten cuidado!', pasaron unos segundos y el lugar se torno gris, tu cuerpo se siente lijero, y empieza a aparecer una figura triangular frente ati, una color azul, habias escuchado sobre leyendas, o alguno que otro rumor, de un demonio color amarillo, triangular, sombrero y moño, que, intento destruir universos, con el, la tierra, o mas que nada apoderarse de ella, la descripcion coincidia con el ente frente a ti, exeptuando el color, su color era azul, se veia algo timido-

    Ho-hola, soy Will Clave... y soy un de-demonio de los sueños... gracias por... liberarme de la estatua...
    ミ★ 𝘌𝘭 𝘣𝘰𝘴𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘻𝘶𝘭 ★彡 -Era un dia soleado, de otoño, habias planeado una excursion, junto a tus amigos, llegando un punto donde te separaste del grupo, ahi, encontraste una estatua triangular, una bastante peculiar, algo en ti, decia que te acercaras a ella, una vez te acercaste leiste una pequeña placa que decia lo siguiente: "꓄ꋪꀤꍏꈤꁅꀎ꒒ꀎꂵ, ꍟꈤ꓄ꍏꈤꁅꀎ꒒ꀎꂵ. ꃴꍟꈤꍟꎇꂦꋪꀤꌗ ꀸꂦꂵꀤꈤꀎꌗ ꃴꍟꈤ꓄ꀤꀎꂵ. ꃴꍟꈤꍟꎇꂦꋪꀤꌗ ꃴꍟꈤꍟ꓄ꀤꌗꍏꋪꀤꀎꂵ!" parecia que no pasaba nada, te diste cuenta de un letrero 'si estas perdido, tienes miedo o estas triste, invocalo, solo ten cuidado!', pasaron unos segundos y el lugar se torno gris, tu cuerpo se siente lijero, y empieza a aparecer una figura triangular frente ati, una color azul, habias escuchado sobre leyendas, o alguno que otro rumor, de un demonio color amarillo, triangular, sombrero y moño, que, intento destruir universos, con el, la tierra, o mas que nada apoderarse de ella, la descripcion coincidia con el ente frente a ti, exeptuando el color, su color era azul, se veia algo timido- Ho-hola, soy Will Clave... y soy un de-demonio de los sueños... gracias por... liberarme de la estatua...
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    Individual
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  • (Analepsis.)

    "𝑽𝒆𝒏𝒈𝒂𝒏𝒛𝒂" _ 𝑷𝒂𝒓𝒕𝒆 1

    Se había vengado. ¿Por qué entonces se sentía tan vacío?

    Aquella mañana había salido a recolectar madera, tal como su madre le había pedido; era necesaria para calentar el hogar por las noches y para preparar la comida. Su vida era sencilla; no necesitaba más. Tenía una familia que lo amaba, y para él, eso era suficiente. Lo querían como si fuera de su propia sangre. Al haberse convertido en el mayor de los cuatro hermanos, asumió la responsabilidad de cuidarlos y protegerlos de cualquier amenaza.

    Se agachaba para coger otra rama cuando lo olió. Ese olor pesado que dejaba un regusto metálico en la boca: sangre. Se incorporó y dejó caer la carga de madera que había recogido, desperdigando todo su esfuerzo por el suelo. Corrió. Corrió hasta que sus pulmones ardieron por el esfuerzo. Recordó esa misma sensación que había experimentado años atrás, cuando siendo un zorro, había huido de las llamas. El olor se hacía cada vez más intenso.

    —No, no, no... —murmuraba sin dejar de correr, sintiendo cómo su mandíbula se tensaba con cada segundo.

    Llegó al claro donde se encontraba su pequeña casa, respirando de forma irregular, con una mano en el pecho, luchando contra las náuseas. La lluvia comenzó a caer tímidamente, como si presagiara la tragedia, intensificándose a medida que pasaban los minutos.

    Caminaba apresuradamente hacia la casa, tropezando varias veces en el trayecto, mientras su mente iba más rápido de lo que su cuerpo podía seguir. Cuando llegó, la puerta estaba abierta, y el hedor de la sangre le impacto como una bofetada en la cara, haciéndole sentir que iba a devolver lo que había desayunado esa mañana. Se acercó y asomó la cabeza, encontrando una escena grotesca.

    Su respiración, agitada, se cortó de golpe, como si el filo de un cuchillo hubiese cortado el conducto que llevaba de aire sus pulmones. Su padre yacía boca abajo en el suelo, inmóvil, en un charco de sangre. En su mano sostenía una hoz impecable, lo que indicaba que ni siquiera había tenido la oportunidad de defenderse. Al fondo su madre, aferrada sobre los cuerpos de sus tres hermanos, como si hubiera intentado protegerlos a toda costa, sin éxito. Al igual que su padre, todos tenían múltiples heridas, incompatibles con la vida. Kazuo cayó de rodillas, impotente ante la escena. Un grito contenido salió de su garganta, desgarrador, sintiendo cómo su voz arañaba su traquea por dentro.

    Estaban muertos. Su amada familia estaba muerta. "¿Por qué?, ¿Por qué ellos?, ¿Qué habían hecho?". Las preguntas se agolpaban en la mente del zorro, entrando en un bucle inconexo mientras intentaba comprender lo sucedido. La tristeza se entrelazaba con una furia creciente, una furia que hacía brotar llamas azules a su alrededor mientras este se ponía en pie. Las llamas emitían un calor abrasador y voraz. La madera bajo sus pies crepitaba, y pronto la casa que había sido su hogar ardió engullida por las llamas. Kazuo caminó fuera lentamente, con el rostro empapado por la lluvia y sus lágrimas. Por primera vez, sus ojos habían perdido ese brillo característico, esa luz que los hacía tan especiales. Su cuerpo comenzó a transformarse. Las llamas danzaban por su piel, dejando una estela de pelaje color de luna, blanco y brillante. Su tamaño aumentó hasta que una criatura celestial emergió de las llamas: un gigantesco zorro blanco con dos colas oscilantes. Después tantos años su instinto lo había devuelto a su forma más primitiva, y también más poderosa.

    Olfateó el aire, y de inmediato su rostro se dirigió hacia una dirección concreta. Un gruñido gutural resonó en el bosque, proveniente de su pecho. Tras eso emprende una frenética carrera en esa dirección, donde había detectado el rastro de los culpables de tal agravio. Flanqueado por sus llamas color zafiro, este corría a través del bosque de una forma rápida y salvaje. Su juicio, nublado por la rabia, solo podía pensar en una cosa: "venganza".
    (Analepsis.) "𝑽𝒆𝒏𝒈𝒂𝒏𝒛𝒂" _ 𝑷𝒂𝒓𝒕𝒆 1 Se había vengado. ¿Por qué entonces se sentía tan vacío? Aquella mañana había salido a recolectar madera, tal como su madre le había pedido; era necesaria para calentar el hogar por las noches y para preparar la comida. Su vida era sencilla; no necesitaba más. Tenía una familia que lo amaba, y para él, eso era suficiente. Lo querían como si fuera de su propia sangre. Al haberse convertido en el mayor de los cuatro hermanos, asumió la responsabilidad de cuidarlos y protegerlos de cualquier amenaza. Se agachaba para coger otra rama cuando lo olió. Ese olor pesado que dejaba un regusto metálico en la boca: sangre. Se incorporó y dejó caer la carga de madera que había recogido, desperdigando todo su esfuerzo por el suelo. Corrió. Corrió hasta que sus pulmones ardieron por el esfuerzo. Recordó esa misma sensación que había experimentado años atrás, cuando siendo un zorro, había huido de las llamas. El olor se hacía cada vez más intenso. —No, no, no... —murmuraba sin dejar de correr, sintiendo cómo su mandíbula se tensaba con cada segundo. Llegó al claro donde se encontraba su pequeña casa, respirando de forma irregular, con una mano en el pecho, luchando contra las náuseas. La lluvia comenzó a caer tímidamente, como si presagiara la tragedia, intensificándose a medida que pasaban los minutos. Caminaba apresuradamente hacia la casa, tropezando varias veces en el trayecto, mientras su mente iba más rápido de lo que su cuerpo podía seguir. Cuando llegó, la puerta estaba abierta, y el hedor de la sangre le impacto como una bofetada en la cara, haciéndole sentir que iba a devolver lo que había desayunado esa mañana. Se acercó y asomó la cabeza, encontrando una escena grotesca. Su respiración, agitada, se cortó de golpe, como si el filo de un cuchillo hubiese cortado el conducto que llevaba de aire sus pulmones. Su padre yacía boca abajo en el suelo, inmóvil, en un charco de sangre. En su mano sostenía una hoz impecable, lo que indicaba que ni siquiera había tenido la oportunidad de defenderse. Al fondo su madre, aferrada sobre los cuerpos de sus tres hermanos, como si hubiera intentado protegerlos a toda costa, sin éxito. Al igual que su padre, todos tenían múltiples heridas, incompatibles con la vida. Kazuo cayó de rodillas, impotente ante la escena. Un grito contenido salió de su garganta, desgarrador, sintiendo cómo su voz arañaba su traquea por dentro. Estaban muertos. Su amada familia estaba muerta. "¿Por qué?, ¿Por qué ellos?, ¿Qué habían hecho?". Las preguntas se agolpaban en la mente del zorro, entrando en un bucle inconexo mientras intentaba comprender lo sucedido. La tristeza se entrelazaba con una furia creciente, una furia que hacía brotar llamas azules a su alrededor mientras este se ponía en pie. Las llamas emitían un calor abrasador y voraz. La madera bajo sus pies crepitaba, y pronto la casa que había sido su hogar ardió engullida por las llamas. Kazuo caminó fuera lentamente, con el rostro empapado por la lluvia y sus lágrimas. Por primera vez, sus ojos habían perdido ese brillo característico, esa luz que los hacía tan especiales. Su cuerpo comenzó a transformarse. Las llamas danzaban por su piel, dejando una estela de pelaje color de luna, blanco y brillante. Su tamaño aumentó hasta que una criatura celestial emergió de las llamas: un gigantesco zorro blanco con dos colas oscilantes. Después tantos años su instinto lo había devuelto a su forma más primitiva, y también más poderosa. Olfateó el aire, y de inmediato su rostro se dirigió hacia una dirección concreta. Un gruñido gutural resonó en el bosque, proveniente de su pecho. Tras eso emprende una frenética carrera en esa dirección, donde había detectado el rastro de los culpables de tal agravio. Flanqueado por sus llamas color zafiro, este corría a través del bosque de una forma rápida y salvaje. Su juicio, nublado por la rabia, solo podía pensar en una cosa: "venganza".
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    [ ¿Has oído hablar de las doncellas del Dedo? Sirven a los Dos Dedos y ofrecen enseñanzas y ayuda a los Sinluz. Sin embargo, me temo que a ti no te acompaña ninguna. Yo puedo serlo para ti. Transformaré tus runas en poder y te ayudaré a buscar el Círculo de Elden. Solo hace falta que me lleves contigo hasta el pie del Árbol Áureo.
    Melina]
    Melina es una misteriosa doncella espectral que le ofrece un pacto al Sinluz para ayudarlo en su viaje.

    Melina nació al pie del Árbol Áureo y describe a su madre como dentro del Árbol Áureo. Aunque nunca se menciona, se puede inferir que su madre es la Reina Márika la Eterna. Durante la historia de Boc, ella pregunta si "nacer de una madre" significa actuar de cierta manera,lo que hace que los detalles de sus orígenes no queden claros.

    En algún punto, el cuerpo de Melina fue quemado, acabando como un espíritu errante sin recuerdos del propósito que le había dado su madre. Y así, buscó la manera de llegar al pie del Árbol Áureo para conocer el propósito que se le había encomendado, y para poder controlar su propio movimiento, aparentemente perdido en su estado como espíritu, encontrándose y viajando con Torrentera en algún momento.-
    [ ¿Has oído hablar de las doncellas del Dedo? Sirven a los Dos Dedos y ofrecen enseñanzas y ayuda a los Sinluz. Sin embargo, me temo que a ti no te acompaña ninguna. Yo puedo serlo para ti. Transformaré tus runas en poder y te ayudaré a buscar el Círculo de Elden. Solo hace falta que me lleves contigo hasta el pie del Árbol Áureo. Melina] Melina es una misteriosa doncella espectral que le ofrece un pacto al Sinluz para ayudarlo en su viaje. Melina nació al pie del Árbol Áureo y describe a su madre como dentro del Árbol Áureo. Aunque nunca se menciona, se puede inferir que su madre es la Reina Márika la Eterna. Durante la historia de Boc, ella pregunta si "nacer de una madre" significa actuar de cierta manera,lo que hace que los detalles de sus orígenes no queden claros. En algún punto, el cuerpo de Melina fue quemado, acabando como un espíritu errante sin recuerdos del propósito que le había dado su madre. Y así, buscó la manera de llegar al pie del Árbol Áureo para conocer el propósito que se le había encomendado, y para poder controlar su propio movimiento, aparentemente perdido en su estado como espíritu, encontrándose y viajando con Torrentera en algún momento.-
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    He vuelto jejejejejee ¿que me he perdido? Espero que no hayan decidido casarme con alguno
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