La Cámara del Tercer Guardián: Nymira, la Soberana de las Mareas Emocionales
La cámara es una cúpula de cristal azul oscuro. El agua flota en el aire como si estuviera viva, formando espirales, esferas y corrientes suspendidas. El suelo refleja no solo sus cuerpos, sino sus emociones más intensas.
Sin mover un dedo, Nymira convoca esferas líquidas que rodean a Yukine y Lidica. Al tocarlas, cada esfera se convierte en una escena emocional hiperrealista:
- Yukine ve a Lidica entregándolo al enemigo. La escena es tan vívida que su corazón se acelera, su respiración se corta, y por un instante, duda de ella.
- Lidica ve a Yukine huyendo del Laberinto, dejándola atrás. Siente traición, abandono, y su cuerpo se tensa como si fuera a atacar.
Ambos están al borde de enfrentarse entre sí. Nymira no ataca directamente: los obliga a destruirse desde dentro. La cámara amplifica cada emoción, y el agua vibra con sus pensamientos. Cuanto más intensa la emoción, más agresivo se vuelve el entorno.
Yukine, con esfuerzo, lanza un hechizo de “Separación de Esencia”, que corta temporalmente los vínculos emocionales falsos. Lidica, aferrándose a un recuerdo real —la promesa que Yukine le hizo en la Sala de las Ilusiones— logra romper la ilusión. Pero ambos quedan emocionalmente drenados.
La cámara comienza a inundarse. El agua sube hasta las rodillas, luego al pecho. Corrientes invisibles arrastran objetos, y el suelo se vuelve resbaladizo. Nymira se funde con el agua, atacando desde múltiples direcciones.
- Invocando Espectros de Agua: figuras hechas de líquido que adoptan la forma de personas amadas por Yukine y Lidica.
- Yukine ve a su madre, que lo abraza mientras lo ahoga lentamente.
- Lidica ve a su hermana, que le pide ayuda mientras la arrastra al fondo.
- Yukine intenta lanzar hechizos, pero el agua distorsiona las palabras mágicas. Cada intento le cuesta energía vital.
- Lidica lucha por moverse. Sus dagas son lentas bajo el agua, y cada golpe se siente como si cortara recuerdos.
Yukine logra lanzar un hechizo de “Claridad Emocional”, que crea una burbuja de aire y lucidez. El costo es alto: su pecho se contrae, su visión se nubla.
Lidica, con un grito de dolor, destruye los espectros con una onda de energía emocional, pero queda con quemaduras internas provocadas por la presión mágica.
Para este punto la cámara se había transformado en un océano suspendido. Nymira, ahora convertida en una Serpiente Marina de Emoción Pura, giraba alrededor de Yukine y Lidica, lanzando chorros de agua cargados con recuerdos distorsionados.
Cada impacto no solo dolía, sino que desestabilizaba la mente.
Yukine y Lidica estaban al borde del colapso. Sus cuerpos temblaban, sus emociones eran un caos. Nymira se alimentaba de su vínculo, amplificando cada duda, cada herida emocional.
—“¿Creen que su conexión los salvará? Yo la romperé… y los ahogaré en ella.” —susurró Nymira, con voz líquida.
Yukine, con voz quebrada, miró a Lidica.
—“¡Tú me fallaste! ¡Siempre lo supe! ¡Tu lealtad es falsa”
Lidica, con los ojos llenos de rabia, respondió:
—“¡Y tú no eres más que un mago débil que se esconde tras una transformación! ¡Nunca confiaste en mí!”
Yukine lanzó un hechizo de impacto, que golpeó a Lidica y la arrojó contra una columna de agua.
Lidica se levantó, sangrando, y arrojó una de sus dagas, que rozó el rostro de Yukine.
Nymira se detuvo. Observaba con deleite. Las emociones eran reales. El vínculo se rompía. Su poder crecía.
—“Sí… así es como termina. El amor, la confianza… todo se disuelve.”
Pero entonces, Yukine susurró una palabra mágica que solo Lidica conocía: “Aequor.”
Lidica sonrió apenas. Era la señal.
Yukine lanzó un hechizo de protección mental, magia defensiva para liberar la mente del control enemigo, costándole una gran cantidad poder magico, tanto que lo hizo toser sangre, pero esto seria lo necesario para que LIdica, con la mente clara lanzara sus dagas que atravesaron las corrientes emocionales que protegían el núcleo de Nymira.
Nymira gritó. No entendía. El vínculo no se había roto. Había sido usado como arma.
—“¡Imposible! ¡No pueden… sentir tanto y aún luchar juntos!”
Yukine, con voz firme, respondió:
—“Sentir no es debilidad. Es estrategia.”
Lidica, con una última pirueta, atravesó el núcleo líquido de Nymira. El agua se congeló por un instante, luego explotó en una lluvia de luz azul.
La cámara se secó. Yukine y Lidica cayeron al suelo, exhaustos, heridos, pero victoriosos. La puerta final apareció, tallada en cristal y viento.
—“Nunca pensé que tendría que herirte para salvarnos.” —dijo Yukine, tocando el brazo de Lidica.
—“Y yo nunca pensé que confiaría en ti… incluso cuando me atacaras.” —respondió ella, con una sonrisa rota.
La cámara es una cúpula de cristal azul oscuro. El agua flota en el aire como si estuviera viva, formando espirales, esferas y corrientes suspendidas. El suelo refleja no solo sus cuerpos, sino sus emociones más intensas.
Sin mover un dedo, Nymira convoca esferas líquidas que rodean a Yukine y Lidica. Al tocarlas, cada esfera se convierte en una escena emocional hiperrealista:
- Yukine ve a Lidica entregándolo al enemigo. La escena es tan vívida que su corazón se acelera, su respiración se corta, y por un instante, duda de ella.
- Lidica ve a Yukine huyendo del Laberinto, dejándola atrás. Siente traición, abandono, y su cuerpo se tensa como si fuera a atacar.
Ambos están al borde de enfrentarse entre sí. Nymira no ataca directamente: los obliga a destruirse desde dentro. La cámara amplifica cada emoción, y el agua vibra con sus pensamientos. Cuanto más intensa la emoción, más agresivo se vuelve el entorno.
Yukine, con esfuerzo, lanza un hechizo de “Separación de Esencia”, que corta temporalmente los vínculos emocionales falsos. Lidica, aferrándose a un recuerdo real —la promesa que Yukine le hizo en la Sala de las Ilusiones— logra romper la ilusión. Pero ambos quedan emocionalmente drenados.
La cámara comienza a inundarse. El agua sube hasta las rodillas, luego al pecho. Corrientes invisibles arrastran objetos, y el suelo se vuelve resbaladizo. Nymira se funde con el agua, atacando desde múltiples direcciones.
- Invocando Espectros de Agua: figuras hechas de líquido que adoptan la forma de personas amadas por Yukine y Lidica.
- Yukine ve a su madre, que lo abraza mientras lo ahoga lentamente.
- Lidica ve a su hermana, que le pide ayuda mientras la arrastra al fondo.
- Yukine intenta lanzar hechizos, pero el agua distorsiona las palabras mágicas. Cada intento le cuesta energía vital.
- Lidica lucha por moverse. Sus dagas son lentas bajo el agua, y cada golpe se siente como si cortara recuerdos.
Yukine logra lanzar un hechizo de “Claridad Emocional”, que crea una burbuja de aire y lucidez. El costo es alto: su pecho se contrae, su visión se nubla.
Lidica, con un grito de dolor, destruye los espectros con una onda de energía emocional, pero queda con quemaduras internas provocadas por la presión mágica.
Para este punto la cámara se había transformado en un océano suspendido. Nymira, ahora convertida en una Serpiente Marina de Emoción Pura, giraba alrededor de Yukine y Lidica, lanzando chorros de agua cargados con recuerdos distorsionados.
Cada impacto no solo dolía, sino que desestabilizaba la mente.
Yukine y Lidica estaban al borde del colapso. Sus cuerpos temblaban, sus emociones eran un caos. Nymira se alimentaba de su vínculo, amplificando cada duda, cada herida emocional.
—“¿Creen que su conexión los salvará? Yo la romperé… y los ahogaré en ella.” —susurró Nymira, con voz líquida.
Yukine, con voz quebrada, miró a Lidica.
—“¡Tú me fallaste! ¡Siempre lo supe! ¡Tu lealtad es falsa”
Lidica, con los ojos llenos de rabia, respondió:
—“¡Y tú no eres más que un mago débil que se esconde tras una transformación! ¡Nunca confiaste en mí!”
Yukine lanzó un hechizo de impacto, que golpeó a Lidica y la arrojó contra una columna de agua.
Lidica se levantó, sangrando, y arrojó una de sus dagas, que rozó el rostro de Yukine.
Nymira se detuvo. Observaba con deleite. Las emociones eran reales. El vínculo se rompía. Su poder crecía.
—“Sí… así es como termina. El amor, la confianza… todo se disuelve.”
Pero entonces, Yukine susurró una palabra mágica que solo Lidica conocía: “Aequor.”
Lidica sonrió apenas. Era la señal.
Yukine lanzó un hechizo de protección mental, magia defensiva para liberar la mente del control enemigo, costándole una gran cantidad poder magico, tanto que lo hizo toser sangre, pero esto seria lo necesario para que LIdica, con la mente clara lanzara sus dagas que atravesaron las corrientes emocionales que protegían el núcleo de Nymira.
Nymira gritó. No entendía. El vínculo no se había roto. Había sido usado como arma.
—“¡Imposible! ¡No pueden… sentir tanto y aún luchar juntos!”
Yukine, con voz firme, respondió:
—“Sentir no es debilidad. Es estrategia.”
Lidica, con una última pirueta, atravesó el núcleo líquido de Nymira. El agua se congeló por un instante, luego explotó en una lluvia de luz azul.
La cámara se secó. Yukine y Lidica cayeron al suelo, exhaustos, heridos, pero victoriosos. La puerta final apareció, tallada en cristal y viento.
—“Nunca pensé que tendría que herirte para salvarnos.” —dijo Yukine, tocando el brazo de Lidica.
—“Y yo nunca pensé que confiaría en ti… incluso cuando me atacaras.” —respondió ella, con una sonrisa rota.
La Cámara del Tercer Guardián: Nymira, la Soberana de las Mareas Emocionales
La cámara es una cúpula de cristal azul oscuro. El agua flota en el aire como si estuviera viva, formando espirales, esferas y corrientes suspendidas. El suelo refleja no solo sus cuerpos, sino sus emociones más intensas.
Sin mover un dedo, Nymira convoca esferas líquidas que rodean a Yukine y Lidica. Al tocarlas, cada esfera se convierte en una escena emocional hiperrealista:
- Yukine ve a Lidica entregándolo al enemigo. La escena es tan vívida que su corazón se acelera, su respiración se corta, y por un instante, duda de ella.
- Lidica ve a Yukine huyendo del Laberinto, dejándola atrás. Siente traición, abandono, y su cuerpo se tensa como si fuera a atacar.
Ambos están al borde de enfrentarse entre sí. Nymira no ataca directamente: los obliga a destruirse desde dentro. La cámara amplifica cada emoción, y el agua vibra con sus pensamientos. Cuanto más intensa la emoción, más agresivo se vuelve el entorno.
Yukine, con esfuerzo, lanza un hechizo de “Separación de Esencia”, que corta temporalmente los vínculos emocionales falsos. Lidica, aferrándose a un recuerdo real —la promesa que Yukine le hizo en la Sala de las Ilusiones— logra romper la ilusión. Pero ambos quedan emocionalmente drenados.
La cámara comienza a inundarse. El agua sube hasta las rodillas, luego al pecho. Corrientes invisibles arrastran objetos, y el suelo se vuelve resbaladizo. Nymira se funde con el agua, atacando desde múltiples direcciones.
- Invocando Espectros de Agua: figuras hechas de líquido que adoptan la forma de personas amadas por Yukine y Lidica.
- Yukine ve a su madre, que lo abraza mientras lo ahoga lentamente.
- Lidica ve a su hermana, que le pide ayuda mientras la arrastra al fondo.
- Yukine intenta lanzar hechizos, pero el agua distorsiona las palabras mágicas. Cada intento le cuesta energía vital.
- Lidica lucha por moverse. Sus dagas son lentas bajo el agua, y cada golpe se siente como si cortara recuerdos.
Yukine logra lanzar un hechizo de “Claridad Emocional”, que crea una burbuja de aire y lucidez. El costo es alto: su pecho se contrae, su visión se nubla.
Lidica, con un grito de dolor, destruye los espectros con una onda de energía emocional, pero queda con quemaduras internas provocadas por la presión mágica.
Para este punto la cámara se había transformado en un océano suspendido. Nymira, ahora convertida en una Serpiente Marina de Emoción Pura, giraba alrededor de Yukine y Lidica, lanzando chorros de agua cargados con recuerdos distorsionados.
Cada impacto no solo dolía, sino que desestabilizaba la mente.
Yukine y Lidica estaban al borde del colapso. Sus cuerpos temblaban, sus emociones eran un caos. Nymira se alimentaba de su vínculo, amplificando cada duda, cada herida emocional.
—“¿Creen que su conexión los salvará? Yo la romperé… y los ahogaré en ella.” —susurró Nymira, con voz líquida.
Yukine, con voz quebrada, miró a Lidica.
—“¡Tú me fallaste! ¡Siempre lo supe! ¡Tu lealtad es falsa”
Lidica, con los ojos llenos de rabia, respondió:
—“¡Y tú no eres más que un mago débil que se esconde tras una transformación! ¡Nunca confiaste en mí!”
Yukine lanzó un hechizo de impacto, que golpeó a Lidica y la arrojó contra una columna de agua.
Lidica se levantó, sangrando, y arrojó una de sus dagas, que rozó el rostro de Yukine.
Nymira se detuvo. Observaba con deleite. Las emociones eran reales. El vínculo se rompía. Su poder crecía.
—“Sí… así es como termina. El amor, la confianza… todo se disuelve.”
Pero entonces, Yukine susurró una palabra mágica que solo Lidica conocía: “Aequor.”
Lidica sonrió apenas. Era la señal.
Yukine lanzó un hechizo de protección mental, magia defensiva para liberar la mente del control enemigo, costándole una gran cantidad poder magico, tanto que lo hizo toser sangre, pero esto seria lo necesario para que LIdica, con la mente clara lanzara sus dagas que atravesaron las corrientes emocionales que protegían el núcleo de Nymira.
Nymira gritó. No entendía. El vínculo no se había roto. Había sido usado como arma.
—“¡Imposible! ¡No pueden… sentir tanto y aún luchar juntos!”
Yukine, con voz firme, respondió:
—“Sentir no es debilidad. Es estrategia.”
Lidica, con una última pirueta, atravesó el núcleo líquido de Nymira. El agua se congeló por un instante, luego explotó en una lluvia de luz azul.
La cámara se secó. Yukine y Lidica cayeron al suelo, exhaustos, heridos, pero victoriosos. La puerta final apareció, tallada en cristal y viento.
—“Nunca pensé que tendría que herirte para salvarnos.” —dijo Yukine, tocando el brazo de Lidica.
—“Y yo nunca pensé que confiaría en ti… incluso cuando me atacaras.” —respondió ella, con una sonrisa rota.
0
turnos
0
maullidos