Aquel día llovía de una forma implacable. Derritiendo la nieve residual que se había acumulado días atrás.
A Kazuo los días así le hacían tener sentimientos encontrados. Antes los odiaba, pues bajo el manto del agua, había vivido uno de los peores momentos de su existencia. Las inocentes gotas abrian unas cicatrices que, a pesar de los siglos, seguían sin sanar, sin dejar de doler. Muerte, desesperación, rabia, tristeza... Un cúmulo de hechos y sentimientos que se agolpaban uno detrás de otro sin dar opción a desconexión.
Pero entonces; ¿Por qué veía algo de luz en aquellos días sombríos?.
Era por qué en estos había forjados nuevos recuerdos; Amor, pasión, felicidad plena y real. Unos recuerdos que contrastaban con con otros que parecían pertenecer a otra vida totalmente distinta.
Este recibida bajo el torrente aquella vorágine de sentimientos. Sus lágrimas eran camufladas por las cristalinas gotas, y sus suspiros enmudecidos por los truenos que reverberaba sin cesar; ahogando cualquier indicio de su mal estar.
Al zorro seguía sin gustarle los días de lluvia. Pero esto quizás podría cambiar con el paso del tiempo. Ahora, más que nunca, sentía que comenzaba a vivir.
A Kazuo los días así le hacían tener sentimientos encontrados. Antes los odiaba, pues bajo el manto del agua, había vivido uno de los peores momentos de su existencia. Las inocentes gotas abrian unas cicatrices que, a pesar de los siglos, seguían sin sanar, sin dejar de doler. Muerte, desesperación, rabia, tristeza... Un cúmulo de hechos y sentimientos que se agolpaban uno detrás de otro sin dar opción a desconexión.
Pero entonces; ¿Por qué veía algo de luz en aquellos días sombríos?.
Era por qué en estos había forjados nuevos recuerdos; Amor, pasión, felicidad plena y real. Unos recuerdos que contrastaban con con otros que parecían pertenecer a otra vida totalmente distinta.
Este recibida bajo el torrente aquella vorágine de sentimientos. Sus lágrimas eran camufladas por las cristalinas gotas, y sus suspiros enmudecidos por los truenos que reverberaba sin cesar; ahogando cualquier indicio de su mal estar.
Al zorro seguía sin gustarle los días de lluvia. Pero esto quizás podría cambiar con el paso del tiempo. Ahora, más que nunca, sentía que comenzaba a vivir.
Aquel día llovía de una forma implacable. Derritiendo la nieve residual que se había acumulado días atrás.
A Kazuo los días así le hacían tener sentimientos encontrados. Antes los odiaba, pues bajo el manto del agua, había vivido uno de los peores momentos de su existencia. Las inocentes gotas abrian unas cicatrices que, a pesar de los siglos, seguían sin sanar, sin dejar de doler. Muerte, desesperación, rabia, tristeza... Un cúmulo de hechos y sentimientos que se agolpaban uno detrás de otro sin dar opción a desconexión.
Pero entonces; ¿Por qué veía algo de luz en aquellos días sombríos?.
Era por qué en estos había forjados nuevos recuerdos; Amor, pasión, felicidad plena y real. Unos recuerdos que contrastaban con con otros que parecían pertenecer a otra vida totalmente distinta.
Este recibida bajo el torrente aquella vorágine de sentimientos. Sus lágrimas eran camufladas por las cristalinas gotas, y sus suspiros enmudecidos por los truenos que reverberaba sin cesar; ahogando cualquier indicio de su mal estar.
Al zorro seguía sin gustarle los días de lluvia. Pero esto quizás podría cambiar con el paso del tiempo. Ahora, más que nunca, sentía que comenzaba a vivir.
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