• 𝚄𝚗𝚊 𝚌𝚎𝚗𝚊 𝚊 𝚙𝚞𝚎𝚛𝚝𝚊𝚜 𝚊𝚋𝚒𝚎𝚛𝚝𝚊𝚜
    Categoría Crossover
    La oscuridad del bosque envolvía mi casa, pero por primera vez en mucho tiempo, no me sentía solo. Hoy sería diferente. Había invitado a varios visitantes a compartir una cena, algo que no solía hacer. El simple pensamiento de tener compañía me llenaba de una mezcla de nervios y emoción, casi infantil.

    La mesa estaba impecable, cada detalle cuidadosamente seleccionado. Desde los candelabros antiguos del siglo XVI hasta la vajilla con toques más modernos del siglo XX y la música clásica sonando de fondo. La luz de las velas llenaba la sala con un brillo cálido, casi acogedor. El aroma de la cena recién preparada se mezclaba con la leña que crepitaba en la chimenea. Era una bienvenida tangible a quienes cruzaran la puerta.

    Me aseguré una y otra vez de que cada lugar estuviera perfectamente alineado, las sillas colocadas con precisión. ¿Estaba siendo demasiado meticuloso? Tal vez, pero la emoción de recibir visitas después de tanto tiempo hacía que quisiera que todo fuera perfecto.

    La cena está servida, y las puertas están abiertas. ¿Quién será el primero en llegar?

    La oscuridad del bosque envolvía mi casa, pero por primera vez en mucho tiempo, no me sentía solo. Hoy sería diferente. Había invitado a varios visitantes a compartir una cena, algo que no solía hacer. El simple pensamiento de tener compañía me llenaba de una mezcla de nervios y emoción, casi infantil. La mesa estaba impecable, cada detalle cuidadosamente seleccionado. Desde los candelabros antiguos del siglo XVI hasta la vajilla con toques más modernos del siglo XX y la música clásica sonando de fondo. La luz de las velas llenaba la sala con un brillo cálido, casi acogedor. El aroma de la cena recién preparada se mezclaba con la leña que crepitaba en la chimenea. Era una bienvenida tangible a quienes cruzaran la puerta. Me aseguré una y otra vez de que cada lugar estuviera perfectamente alineado, las sillas colocadas con precisión. ¿Estaba siendo demasiado meticuloso? Tal vez, pero la emoción de recibir visitas después de tanto tiempo hacía que quisiera que todo fuera perfecto. La cena está servida, y las puertas están abiertas. ¿Quién será el primero en llegar?
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  • Las leyes de conducto del robot moderno... Regla nº8: El robot moderno no habla a menos de le haya hablado un humano.
    Las leyes de conducto del robot moderno... Regla nº8: El robot moderno no habla a menos de le haya hablado un humano.
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  • —El País de las Maravillas estaba, como siempre, en su caótica gloria: flores que cantaban desafinadas, setas que crecían y encogían al ritmo de un viento inexistente, y árboles que parecían retorcerse con vida propia. Damon flotaba sobre todo este panorama, aburrido y juguetón, su mirada viajaba de un lado a otro en busca de algo… o de alguien.—

    "¿Dónde podría encontrar una Alicia…? Mi padre siempre dijo que las Alicias son agradables. Aunque claro, también dijo que sólo existe una".

    —Frunció el ceño, flotando boca abajo y girando en el aire con un gesto de desdén—.

    "¿Cómo puede haber solo una Alicia? ¡En un lugar donde nada tiene sentido, lo más lógico sería que hubiera muchas Alicias!"

    —Se detuvo y se cruzó de brazos, haciendo una mueca de impaciencia, pero claro, aquí todo tiene que ser complicado, ¿no? Mi querido padre, el Gato de Cheshire, hablaba maravillas de ella.—

    "Alicia es agradable"

    Decía, pero... ¿dónde está ahora? ¿Por qué no puedo simplemente invocar a una Alicia cuando la necesito?

    —Damon flotó hacia una rama retorcida y se sentó, balanceando sus piernas, claramente aburrido de no tener éxito en su búsqueda.—

    —Me pregunto si todas las Alicias son tan agradables o si solo esa Alicia era especial. Aunque, siendo sincero… ni siquiera sé cómo luce una Alicia. ¿Rubia? ¿Con un vestido azul? O tal vez usa algo más moderno ahora, algo con estilo. Rió entre dientes, imaginando a Alicia con diferentes atuendos extravagantes—.

    "Seguro que se pondría de moda en el País de las Maravillas".

    —Bajó de la rama, caminando sobre el aire como si fuera una acera invisible.—

    "Y aquí estoy, en busca de una Alicia que tal vez ni siquiera quiera ser encontrada. Pero mi padre dijo que ella siempre termina apareciendo cuando más se la necesita, ¿no? O tal vez… cuando menos la esperan".

    —Se rascó la cabeza, como si el concepto lo confundiera por un momento—.

    "¿Eso significa que si la busco no la encontraré? ¡Qué lío!"

    —Damon de repente se detuvo en seco, sus ojos brillando con una idea.—

    "¡Ah, ya sé! Si no puedo encontrarla, haré que ella me encuentre a mí".

    —Levantó las manos al aire, como si convocara algo místico—.

    "¡Oh, Alicia! ¡Si estás por ahí, ven hacia mí! Yo soy mucho más divertido que cualquier conejo blanco, ¡te lo prometo!"

    —El viento pareció susurrar en respuesta, y Damon, siempre alerta a las señales más sutiles del País de las Maravillas, alzó una ceja.—

    "¿Lo ven? ¡El País de las Maravillas nunca decepciona! Algo siempre está a punto de suceder... o al menos eso espero".

    —Rió con suavidad, haciéndose el misterioso—.

    "A veces me pregunto si Alicia se siente tan perdida aquí como nosotros. Aunque, ¿quién podría culparla? Este lugar es tan caótico que hasta yo me pierdo de vez en cuando."

    —Damon comenzó a flotar de nuevo, esta vez trazando círculos en el aire, y se encogió de hombros.—

    "En fin, si alguna Alicia aparece, ya le diré que la estuve buscando… aunque no sé exactamente para qué. Tal vez solo para confirmar si es tan agradable como dijo mi padre. O tal vez simplemente porque estoy aburrido y quiero ver qué tal se divierte una Alicia".

    —Hizo una pausa dramática y luego se rió, bajando el tono de su voz—.

    "Aunque, siendo sincero, lo más probable es que yo me divierta más con ella".

    —Con un último giro elegante en el aire, Damon desapareció entre las ramas, dejando su característica sonrisa flotando por unos instantes más.—
    —El País de las Maravillas estaba, como siempre, en su caótica gloria: flores que cantaban desafinadas, setas que crecían y encogían al ritmo de un viento inexistente, y árboles que parecían retorcerse con vida propia. Damon flotaba sobre todo este panorama, aburrido y juguetón, su mirada viajaba de un lado a otro en busca de algo… o de alguien.— "¿Dónde podría encontrar una Alicia…? Mi padre siempre dijo que las Alicias son agradables. Aunque claro, también dijo que sólo existe una". —Frunció el ceño, flotando boca abajo y girando en el aire con un gesto de desdén—. "¿Cómo puede haber solo una Alicia? ¡En un lugar donde nada tiene sentido, lo más lógico sería que hubiera muchas Alicias!" —Se detuvo y se cruzó de brazos, haciendo una mueca de impaciencia, pero claro, aquí todo tiene que ser complicado, ¿no? Mi querido padre, el Gato de Cheshire, hablaba maravillas de ella.— "Alicia es agradable" Decía, pero... ¿dónde está ahora? ¿Por qué no puedo simplemente invocar a una Alicia cuando la necesito? —Damon flotó hacia una rama retorcida y se sentó, balanceando sus piernas, claramente aburrido de no tener éxito en su búsqueda.— —Me pregunto si todas las Alicias son tan agradables o si solo esa Alicia era especial. Aunque, siendo sincero… ni siquiera sé cómo luce una Alicia. ¿Rubia? ¿Con un vestido azul? O tal vez usa algo más moderno ahora, algo con estilo. Rió entre dientes, imaginando a Alicia con diferentes atuendos extravagantes—. "Seguro que se pondría de moda en el País de las Maravillas". —Bajó de la rama, caminando sobre el aire como si fuera una acera invisible.— "Y aquí estoy, en busca de una Alicia que tal vez ni siquiera quiera ser encontrada. Pero mi padre dijo que ella siempre termina apareciendo cuando más se la necesita, ¿no? O tal vez… cuando menos la esperan". —Se rascó la cabeza, como si el concepto lo confundiera por un momento—. "¿Eso significa que si la busco no la encontraré? ¡Qué lío!" —Damon de repente se detuvo en seco, sus ojos brillando con una idea.— "¡Ah, ya sé! Si no puedo encontrarla, haré que ella me encuentre a mí". —Levantó las manos al aire, como si convocara algo místico—. "¡Oh, Alicia! ¡Si estás por ahí, ven hacia mí! Yo soy mucho más divertido que cualquier conejo blanco, ¡te lo prometo!" —El viento pareció susurrar en respuesta, y Damon, siempre alerta a las señales más sutiles del País de las Maravillas, alzó una ceja.— "¿Lo ven? ¡El País de las Maravillas nunca decepciona! Algo siempre está a punto de suceder... o al menos eso espero". —Rió con suavidad, haciéndose el misterioso—. "A veces me pregunto si Alicia se siente tan perdida aquí como nosotros. Aunque, ¿quién podría culparla? Este lugar es tan caótico que hasta yo me pierdo de vez en cuando." —Damon comenzó a flotar de nuevo, esta vez trazando círculos en el aire, y se encogió de hombros.— "En fin, si alguna Alicia aparece, ya le diré que la estuve buscando… aunque no sé exactamente para qué. Tal vez solo para confirmar si es tan agradable como dijo mi padre. O tal vez simplemente porque estoy aburrido y quiero ver qué tal se divierte una Alicia". —Hizo una pausa dramática y luego se rió, bajando el tono de su voz—. "Aunque, siendo sincero, lo más probable es que yo me divierta más con ella". —Con un último giro elegante en el aire, Damon desapareció entre las ramas, dejando su característica sonrisa flotando por unos instantes más.—
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  • La joven pelirroja se paró frente al espejo de cuerpo entero, observándose con detenimiento. Había desempolvado uno de los antiguos vestidos de su abuela, guardado con esmero en una vieja caja de madera que solía reposar en el ático. El vestido era una obra de arte, un delicado diseño de otra época que hablaba de elegancia y sofisticación. La tela, aunque un poco desgastada por el tiempo, seguía siendo suave al tacto, y los intrincados bordados a mano aún brillaban con un tenue resplandor dorado bajo la luz tenue de la habitación.

    Se giró ligeramente, admirando cómo la falda se movía con ella, dibujando suaves pliegues que caían hasta el suelo. Era un estilo clásico, con una cintura ajustada y una falda amplia, adornada con encajes y pequeños detalles florales que le daban un aire romántico y nostálgico. Mientras se miraba, Carmina no podía evitar imaginar cómo habría sido llevar un vestido así en la época en la que su abuela, Lucia, lo usaba, cuando las cosas parecían más simples y las mujeres se vestían con un cuidado y una elegancia que hoy se veían tan raramente.

    Con un gesto casi reverencial, alisó la falda con las manos, recorriendo con los dedos los delicados bordados. En el espejo, su reflejo le devolvía una imagen que le resultaba extrañamente familiar y, al mismo tiempo, distante. Era como si pudiera ver un pedazo del pasado superpuesto con el presente, una mezcla de ella misma y de su abuela, cuyos recuerdos estaban cosidos en cada hilo de ese vestido.

    Su mirada se detuvo en el escote cuadrado y los sutiles encajes que adornaban los hombros. La prenda, aunque antigua, le quedaba sorprendentemente bien, como si hubiera sido hecho a su medida. Carmina no era de las que solían vestirse de manera tan elegante; su estilo cotidiano era mucho más práctico y moderno. Pero hoy, al usar este vestido, sentía una conexión con el pasado, con la mujer que había sido su abuela y todo lo que ella representaba.

    Carmina levantó la cabeza y se observó directamente a los ojos, buscando algún rastro de la mujer que había usado ese vestido antes que ella. En la mirada de su reflejo, creyó ver un atisbo de la misma fortaleza y gracia que siempre había asociado con Lucia, una mujer que ha vivido intensamente y ha amado con todo su corazón. Había algo reconfortante en esa sensación, como si, al usar ese vestido, pudiera llevar consigo un poco de la esencia de su abuela, de su historia y sus vivencias.

    Suspiró, dejando que sus manos cayeran a los costados, y dio un último vistazo al espejo. El vestido le quedaba un poco largo, y los zapatos que llevaba no eran precisamente los adecuados, pero nada de eso importaba. Lo que realmente importaba era cómo se sentía al llevarlo: como si, por un breve momento, pudiera caminar en los zapatos de su abuela y experimentar la vida a través de sus ojos.

    Carmina esbozó una suave sonrisa, casi como un tributo silencioso a la mujer que había sido su inspiración. Mientras se alejaba del espejo, no pudo evitar sentir una calidez en el pecho, un lazo invisible que la conectaba con su pasado, con las historias y recuerdos que la habían moldeado. Y aunque no podía quedarse todo el día en ese vestido, sabía que, de alguna manera, siempre llevaría consigo una parte de esa elegancia y fortaleza que su abuela le ha legado.
    La joven pelirroja se paró frente al espejo de cuerpo entero, observándose con detenimiento. Había desempolvado uno de los antiguos vestidos de su abuela, guardado con esmero en una vieja caja de madera que solía reposar en el ático. El vestido era una obra de arte, un delicado diseño de otra época que hablaba de elegancia y sofisticación. La tela, aunque un poco desgastada por el tiempo, seguía siendo suave al tacto, y los intrincados bordados a mano aún brillaban con un tenue resplandor dorado bajo la luz tenue de la habitación. Se giró ligeramente, admirando cómo la falda se movía con ella, dibujando suaves pliegues que caían hasta el suelo. Era un estilo clásico, con una cintura ajustada y una falda amplia, adornada con encajes y pequeños detalles florales que le daban un aire romántico y nostálgico. Mientras se miraba, Carmina no podía evitar imaginar cómo habría sido llevar un vestido así en la época en la que su abuela, Lucia, lo usaba, cuando las cosas parecían más simples y las mujeres se vestían con un cuidado y una elegancia que hoy se veían tan raramente. Con un gesto casi reverencial, alisó la falda con las manos, recorriendo con los dedos los delicados bordados. En el espejo, su reflejo le devolvía una imagen que le resultaba extrañamente familiar y, al mismo tiempo, distante. Era como si pudiera ver un pedazo del pasado superpuesto con el presente, una mezcla de ella misma y de su abuela, cuyos recuerdos estaban cosidos en cada hilo de ese vestido. Su mirada se detuvo en el escote cuadrado y los sutiles encajes que adornaban los hombros. La prenda, aunque antigua, le quedaba sorprendentemente bien, como si hubiera sido hecho a su medida. Carmina no era de las que solían vestirse de manera tan elegante; su estilo cotidiano era mucho más práctico y moderno. Pero hoy, al usar este vestido, sentía una conexión con el pasado, con la mujer que había sido su abuela y todo lo que ella representaba. Carmina levantó la cabeza y se observó directamente a los ojos, buscando algún rastro de la mujer que había usado ese vestido antes que ella. En la mirada de su reflejo, creyó ver un atisbo de la misma fortaleza y gracia que siempre había asociado con Lucia, una mujer que ha vivido intensamente y ha amado con todo su corazón. Había algo reconfortante en esa sensación, como si, al usar ese vestido, pudiera llevar consigo un poco de la esencia de su abuela, de su historia y sus vivencias. Suspiró, dejando que sus manos cayeran a los costados, y dio un último vistazo al espejo. El vestido le quedaba un poco largo, y los zapatos que llevaba no eran precisamente los adecuados, pero nada de eso importaba. Lo que realmente importaba era cómo se sentía al llevarlo: como si, por un breve momento, pudiera caminar en los zapatos de su abuela y experimentar la vida a través de sus ojos. Carmina esbozó una suave sonrisa, casi como un tributo silencioso a la mujer que había sido su inspiración. Mientras se alejaba del espejo, no pudo evitar sentir una calidez en el pecho, un lazo invisible que la conectaba con su pasado, con las historias y recuerdos que la habían moldeado. Y aunque no podía quedarse todo el día en ese vestido, sabía que, de alguna manera, siempre llevaría consigo una parte de esa elegancia y fortaleza que su abuela le ha legado.
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  • Carmina estaba detrás del mostrador de su pequeña tienda de conveniencia, revisando las fechas de caducidad de los productos en los estantes. Era una mañana tranquila, y el suave zumbido de las luces fluorescentes llenaba el espacio con un ruido de fondo constante. La mayoría de los clientes aún no llegaban, lo que le daba tiempo para organizar y limpiar.

    Mientras acomodaba los frascos de café instantáneo, un recuerdo cálido se abrió paso en su mente. La cocina de su abuelo Pietro siempre olía a café recién molido. Incluso en esta época, cuando las máquinas de cápsulas y los baristas dominaban el panorama, él insistía en usar su viejo molinillo manual cada mañana. "El café sabe mejor cuando lo haces con tus propias manos," solía decirle, con una sonrisa llena de sabiduría. Carmina podía casi escuchar el sonido del molinillo y ver la expresión de concentración en su rostro mientras giraba la manivela con calma.

    Se dirigió al área de productos frescos, donde empezó a revisar la sección de frutas y verduras. Mientras elegía cuáles desechar, recordó cómo Pietro la llevaba al mercado los fines de semana. Siempre seleccionaba las hierbas y especias con cuidado, diciendo que cada ingrediente tenía una historia y un propósito. "Tienes que saber escuchar lo que la tierra te ofrece," le explicaba mientras le mostraba cómo diferenciar el romero fresco del que había perdido su fragancia. Aunque ahora Carmina no vendía hierbas en su tienda, esa lección se quedó con ella, enseñándole a valorar la calidad y la esencia de las cosas, incluso en un lugar tan moderno y ajetreado como su tienda.

    Pasó un paño por las superficies del mostrador, sus pensamientos aún sumidos en esos días. Aunque la tienda estaba lejos de la acogedora botica de su abuelo, donde las plantas secas colgaban del techo y el olor a hierbas impregnaba el aire, ella había intentado conservar algo de esa calidez. Pietro siempre decía que un negocio era más que una transacción; era un intercambio de energía y un lugar donde las personas se encontraban para conectar, aunque solo fuera por un breve momento.

    Carmina ajustó la pequeña planta de lavanda que tenía junto a la caja registradora, un guiño a los días pasados. Pietro solía tener plantas por toda la casa, cada una con un propósito. La lavanda, decía, era para la calma y el equilibrio. "Las personas están tan ocupadas hoy en día que a veces se olvidan de respirar," le había dicho una vez mientras arreglaba unas macetas en la ventana. "Pero un pequeño toque de naturaleza siempre puede ayudar."

    El sonido de la puerta automática interrumpió sus pensamientos cuando un cliente entró. Carmina saludó con una sonrisa y lo ayudó a encontrar lo que buscaba. Al finalizar la transacción, el cliente se marchó con un agradecimiento, y Carmina se quedó un momento mirando la puerta cerrarse. Quizás su tienda no tenía la magia antigua de la botica de Pietro, pero aún era un lugar donde podía poner en práctica lo que él le había enseñado: la importancia de los pequeños gestos y de hacer sentir a las personas bienvenidas.

    Terminó de acomodar la caja de barras energéticas en el estante y se permitió una pequeña sonrisa. Su abuelo le había dejado más que recuerdos; le había dejado un legado de conexión y cuidado, algo que intentaba honrar cada día, incluso en una simple tienda de conveniencia en plena ciudad.

    Carmina estaba detrás del mostrador de su pequeña tienda de conveniencia, revisando las fechas de caducidad de los productos en los estantes. Era una mañana tranquila, y el suave zumbido de las luces fluorescentes llenaba el espacio con un ruido de fondo constante. La mayoría de los clientes aún no llegaban, lo que le daba tiempo para organizar y limpiar. Mientras acomodaba los frascos de café instantáneo, un recuerdo cálido se abrió paso en su mente. La cocina de su abuelo Pietro siempre olía a café recién molido. Incluso en esta época, cuando las máquinas de cápsulas y los baristas dominaban el panorama, él insistía en usar su viejo molinillo manual cada mañana. "El café sabe mejor cuando lo haces con tus propias manos," solía decirle, con una sonrisa llena de sabiduría. Carmina podía casi escuchar el sonido del molinillo y ver la expresión de concentración en su rostro mientras giraba la manivela con calma. Se dirigió al área de productos frescos, donde empezó a revisar la sección de frutas y verduras. Mientras elegía cuáles desechar, recordó cómo Pietro la llevaba al mercado los fines de semana. Siempre seleccionaba las hierbas y especias con cuidado, diciendo que cada ingrediente tenía una historia y un propósito. "Tienes que saber escuchar lo que la tierra te ofrece," le explicaba mientras le mostraba cómo diferenciar el romero fresco del que había perdido su fragancia. Aunque ahora Carmina no vendía hierbas en su tienda, esa lección se quedó con ella, enseñándole a valorar la calidad y la esencia de las cosas, incluso en un lugar tan moderno y ajetreado como su tienda. Pasó un paño por las superficies del mostrador, sus pensamientos aún sumidos en esos días. Aunque la tienda estaba lejos de la acogedora botica de su abuelo, donde las plantas secas colgaban del techo y el olor a hierbas impregnaba el aire, ella había intentado conservar algo de esa calidez. Pietro siempre decía que un negocio era más que una transacción; era un intercambio de energía y un lugar donde las personas se encontraban para conectar, aunque solo fuera por un breve momento. Carmina ajustó la pequeña planta de lavanda que tenía junto a la caja registradora, un guiño a los días pasados. Pietro solía tener plantas por toda la casa, cada una con un propósito. La lavanda, decía, era para la calma y el equilibrio. "Las personas están tan ocupadas hoy en día que a veces se olvidan de respirar," le había dicho una vez mientras arreglaba unas macetas en la ventana. "Pero un pequeño toque de naturaleza siempre puede ayudar." El sonido de la puerta automática interrumpió sus pensamientos cuando un cliente entró. Carmina saludó con una sonrisa y lo ayudó a encontrar lo que buscaba. Al finalizar la transacción, el cliente se marchó con un agradecimiento, y Carmina se quedó un momento mirando la puerta cerrarse. Quizás su tienda no tenía la magia antigua de la botica de Pietro, pero aún era un lugar donde podía poner en práctica lo que él le había enseñado: la importancia de los pequeños gestos y de hacer sentir a las personas bienvenidas. Terminó de acomodar la caja de barras energéticas en el estante y se permitió una pequeña sonrisa. Su abuelo le había dejado más que recuerdos; le había dejado un legado de conexión y cuidado, algo que intentaba honrar cada día, incluso en una simple tienda de conveniencia en plena ciudad.
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  • ❥Creo que lo estoy haciendo bien...

    -La chica estaba sentada en la sala de escritura en su hogar, sostenía un pincel colorido con el cual escribía con alguno que otro error al no ser el estilo tradicional chino con el que usualmente escribía sus cartas. Ahora escribía algo parecido a una invitación-

    ๑⁠˙⁠❥ Querido Señor Gazú Bonetti, estoy practicando el estilo moderno de caligrafía así que pido disculpas si hay algo mal. Me gustaría saber más sobre otros lugares, ¿Podríamos reunirnos y compartir el conocimiento?.

    ~ Atte: Mishikatari.
    ❥Creo que lo estoy haciendo bien... -La chica estaba sentada en la sala de escritura en su hogar, sostenía un pincel colorido con el cual escribía con alguno que otro error al no ser el estilo tradicional chino con el que usualmente escribía sus cartas. Ahora escribía algo parecido a una invitación- ๑⁠˙⁠❥ Querido Señor [Gazu122101], estoy practicando el estilo moderno de caligrafía así que pido disculpas si hay algo mal. Me gustaría saber más sobre otros lugares, ¿Podríamos reunirnos y compartir el conocimiento?. ~ Atte: Mishikatari.
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  • ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎— Hay mas de una cosa que aprendí del mundo moderno y que me hace querer volver en el tiempo y quedarme en casa esa noche:

    • Uno, el mundo ahora es una habitación con eco ruidoso que no para junto con esas espantosas luces que no me dejan dormir.

    • Dos, La clave sigue siendo un montón de problemas con nombre de "La ley es inútil pero es la ley"

    • Tres, no confíes en un Blackthorn para guardar secretos. Maldición, Arthur era solo una maldita semana.

    • Cuatro, la gente se viste con tan poco estilo en esta época, cada mundano tiene un cacahuate de cerebro para la moda, aghh.
    ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎— Hay mas de una cosa que aprendí del mundo moderno y que me hace querer volver en el tiempo y quedarme en casa esa noche: • Uno, el mundo ahora es una habitación con eco ruidoso que no para junto con esas espantosas luces que no me dejan dormir. • Dos, La clave sigue siendo un montón de problemas con nombre de "La ley es inútil pero es la ley" • Tres, no confíes en un Blackthorn para guardar secretos. Maldición, Arthur era solo una maldita semana. • Cuatro, la gente se viste con tan poco estilo en esta época, cada mundano tiene un cacahuate de cerebro para la moda, aghh.
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  • —Ahm... Dije que deseaba actualizar mi traje a algo más moderno pero... ¿Qué demonios es esto?
    ¡No dejaré que todo el infierno me vea así!



    #SeductiveSunday
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  • -Rhett caminaba por aquel hospital que, apesar de ser uno moderno y de buen parecer, no había ni un alma en aquel lugar, y el unico sonido disponible, er el que emanaba de sus zapatos al caminar por aquellos pasillos esterilizados. No sabía quien lo llevó a este lugar, pero debía encontrar la forma de salir-

    Hmmmm...Quien sea quien se le ocurriese traerme a esta dimensión extraña...definitivamente esta jugando conmigo o busca que estemos solamente los dos...

    No se cual de esas dos opciones es peor.
    -Rhett caminaba por aquel hospital que, apesar de ser uno moderno y de buen parecer, no había ni un alma en aquel lugar, y el unico sonido disponible, er el que emanaba de sus zapatos al caminar por aquellos pasillos esterilizados. No sabía quien lo llevó a este lugar, pero debía encontrar la forma de salir- Hmmmm...Quien sea quien se le ocurriese traerme a esta dimensión extraña...definitivamente esta jugando conmigo o busca que estemos solamente los dos... No se cual de esas dos opciones es peor.
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  • -La tienda donde se encuentra Star es un espacio moderno y acogedor, tiene un aire elegante pero relajado, con estantes bien organizados que exhiben prendas de diferentes estilos, colores y texturas. Los maniquíes en la entrada llevan atuendos que van desde conjuntos casuales hasta opciones más audaces, captando la atención de cualquiera que pase por allí. Se adentra más en la tienda, pasando por los pasillos-

    Star: Me pregunto si podré encontrar algo que combine con mi estilo. Estos conjuntos son realmente interesan-

    -Star se quedaría viendo un maniquí en especifico; un body de látex verde corte en V, un tipo de Jardinera el cual la chica podría acomodar para darle su toque-

    Star: Hmmm.... Podría darle una oportunidad.

    -Después de unos minutos dentro de un vestidor, saldría a verse a un espejo. Posaria unas cuantas veces y se quedaría analizando se de arriba abajo-

    Star: Es... Llamativo.

    -baja su mirada a su escote-

    Star: Demasiado-.....Peero... Supongo que un cambio no viene mal.

    // Si, especialmente porque lo más seguro es que con el tiempo le vuelva a cambiar la ropa. LOL. Fue interesante intentar hacer latex xd
    AMIGOS AL FINAL SI ERA EL CARGADOR LO QUE ESTABA MALO. Soy feliz. QvQ)
    -La tienda donde se encuentra Star es un espacio moderno y acogedor, tiene un aire elegante pero relajado, con estantes bien organizados que exhiben prendas de diferentes estilos, colores y texturas. Los maniquíes en la entrada llevan atuendos que van desde conjuntos casuales hasta opciones más audaces, captando la atención de cualquiera que pase por allí. Se adentra más en la tienda, pasando por los pasillos- Star: Me pregunto si podré encontrar algo que combine con mi estilo. Estos conjuntos son realmente interesan- -Star se quedaría viendo un maniquí en especifico; un body de látex verde corte en V, un tipo de Jardinera el cual la chica podría acomodar para darle su toque- Star: Hmmm.... Podría darle una oportunidad. -Después de unos minutos dentro de un vestidor, saldría a verse a un espejo. Posaria unas cuantas veces y se quedaría analizando se de arriba abajo- Star: Es... Llamativo. -baja su mirada a su escote- Star: Demasiado-.....Peero... Supongo que un cambio no viene mal. // Si, especialmente porque lo más seguro es que con el tiempo le vuelva a cambiar la ropa. LOL. Fue interesante intentar hacer latex xd AMIGOS AL FINAL SI ERA EL CARGADOR LO QUE ESTABA MALO. Soy feliz. QvQ)
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