El amanecer tiñe de rojo los muros de Noxus. Me visto en silencio, el cuero y el metal deslizándose sobre mi piel como una segunda sombra. No necesito descanso; solo propósito. Hoy, las dagas hablarán por mí.
Salto desde los tejados, el viento cortando mi rostro. Un grupo de espías enemigos se mueve entre los callejones, creyendo pasar desapercibidos. Pobres ilusos.
Aparezco entre ellos antes de que puedan reaccionar. Una daga, dos… el acero canta, la sangre responde. En segundos, solo queda el eco del acero y el silencio de los caídos.
Otro amanecer, otro recordatorio: en Noxus, la debilidad no tiene lugar.
Salto desde los tejados, el viento cortando mi rostro. Un grupo de espías enemigos se mueve entre los callejones, creyendo pasar desapercibidos. Pobres ilusos.
Aparezco entre ellos antes de que puedan reaccionar. Una daga, dos… el acero canta, la sangre responde. En segundos, solo queda el eco del acero y el silencio de los caídos.
Otro amanecer, otro recordatorio: en Noxus, la debilidad no tiene lugar.
El amanecer tiñe de rojo los muros de Noxus. Me visto en silencio, el cuero y el metal deslizándose sobre mi piel como una segunda sombra. No necesito descanso; solo propósito. Hoy, las dagas hablarán por mí.
Salto desde los tejados, el viento cortando mi rostro. Un grupo de espías enemigos se mueve entre los callejones, creyendo pasar desapercibidos. Pobres ilusos.
Aparezco entre ellos antes de que puedan reaccionar. Una daga, dos… el acero canta, la sangre responde. En segundos, solo queda el eco del acero y el silencio de los caídos.
Otro amanecer, otro recordatorio: en Noxus, la debilidad no tiene lugar.