• Reunión de Negocios
    Fandom OC
    Categoría Contemporáneo


    El aire olía una mezcla pérfida de óxido, nicotina, sangre y encierro. Las paredes de hormigón, desnudas y sudorosas temblaban ocasionalmente ante las vibraciones de la estruendosa música y las zancadas de los bailarines que se encontraban por sobre ellos, reflejaban el temblor de la única bombilla que colgaba del techo, oscilando como un péndulo maldito. En el centro, una silla de metal, maltratada y torcida, sostenía a un hombre desnudo, constreñido de brazos y piernas a través de esposas de acero. Su cuerpo maltrecho, ya víctima de horas de una labor espeluznante, seguía siendo mancillado por el autor del dolor que le padece. - “No sabes lo feliz que soy… Siempre quise cumplir esta fantasía.” murmuró, acariciando la mejilla del prisionero con el filo de una cuchilla—. "Y tú, amigo mío, tú y yo, nos divertiremos tanto..."

    Tras él, Christopher avanzo despacio hacia el torturador, cuál artista contempla un lienzo de un cuadro sin terminar, sus zapatos resonando en el silencio. Llevaba un traje negro, impecable, como si el horror fuera solo un formalismo más a la velada. Extendió la mano tocando el hombro del degenerado que suponía uno de sus tantos clientes. – “Recuerda, tómate tu tiempo, no debes matarle de inmediato… Déjalo marinar en el dolor y en tres días más, puedes llegar a tu tan ansiado clímax.” -Dijo el ángel caído, su voz era almíbar a los oídos, como una caricia de seda auditiva, le acompañaba un aire que, a la vez de cautivador, cargaban un dejo de malicia inhumana. – “No antes y si llegas a desobedecerme, serás tú quién esté sentado en la silla. Recuerda, no eres la única alma con este tipo de deseos.” Agregó último, un mensaje disonante de la dulzura de su tono al hablar, cargado de una autoridad y tensión astronómicas. El enfermo mental le respondió de vuelta, asintiendo en silencio, mudo del nerviosismo que le provocaba la presencia del Demonio. Sin más que hacer, se dio media vuelta y se alejó caminando, subiendo por las escaleras y abriendo la puerta que daba salida del sótano. Una vez afuera, en uno de los pasillos interiores exclusivos para empleados, extrajo de su bolsillo el teléfono móvil que había extraído de su traicionero cliente y lo usó para enviar un mensaje de texto a la prestadora de servicios, aquella que, según su confesión, podía hacer los sueños realidad.

    Este reza: “No lo puedo creer, se hizo realidad, gané la lotería y ahora soy rico, gracias, gracias, muchísimas gracias, realmente todo lo que dijiste era cierto. Mira, conversé con un amigo, él no me creía hasta que saqué el premio gordo, ahora se está muriendo por conocerte y pedirte tus servicios ya que desea encontrar su alma gemela, el amor verdadero y todas esas cosas cursis. Su nombre es Christopher. Dijo que te esperaría mañana al medio día aparcado en un automóvil en el Downtown de Los Ángeles, California, frente al parque Gloria Molina, no creo que te cueste encontrarlo, maneja un auto muy costoso.”

    Una vez apretado el botón de envío, dejó caer el dispositivo al suelo para rematarlo con un pisotón que lo desquebrajó bajo el peso de su suela. - “Esto será interesante.” Musitó para si mismo con una sonrisa dibujada en su pálido rostro y prosiguió con sus tareas nocturnas, atendiendo los quehaceres de la fiesta desenfrenada que se viven rutinariamente en local; Simplemente otra noche más en “The Ministry” Nightclub.

    Al día siguiente a las 12 del día.

    Un Bugatti Veyron descansaba junto al parque Gloria Molina como un felino exótico dormido sobre el asfalto. Su carrocería negra bruñida, un abismo con reflejos de obsidiana que absorbía la luz del mediodía, devolviéndola en destellos que dibujan sus curvas perfectas. Para algunos, símbolo de poder y riqueza, para otros, envidia y de sobrecompensación. Una cosa es cierta, la desfachatez de que estuviera en público robaba numerosas miradas de los transeúntes, quienes se preguntarían, “¿Quién moraría en su interior?”, más los vidrios polarizados no dejarían que ningún ojo intrusivo descubriera secreto alguno. Mientras tanto en la cercanía los niños corrían en el parque, las risas flotando en el aire como globos desatados, pero sus ojos se volvían una y otra vez hacia aquella bestia mecánica. Y el Veyron respondía a sus ojos, no con ruido, no lo necesitaba, su mera presencia era un estandarte de opulencia contenida.


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    Starter dirigido a Svetla Le’ron
    El aire olía una mezcla pérfida de óxido, nicotina, sangre y encierro. Las paredes de hormigón, desnudas y sudorosas temblaban ocasionalmente ante las vibraciones de la estruendosa música y las zancadas de los bailarines que se encontraban por sobre ellos, reflejaban el temblor de la única bombilla que colgaba del techo, oscilando como un péndulo maldito. En el centro, una silla de metal, maltratada y torcida, sostenía a un hombre desnudo, constreñido de brazos y piernas a través de esposas de acero. Su cuerpo maltrecho, ya víctima de horas de una labor espeluznante, seguía siendo mancillado por el autor del dolor que le padece. - “No sabes lo feliz que soy… Siempre quise cumplir esta fantasía.” murmuró, acariciando la mejilla del prisionero con el filo de una cuchilla—. "Y tú, amigo mío, tú y yo, nos divertiremos tanto..." Tras él, Christopher avanzo despacio hacia el torturador, cuál artista contempla un lienzo de un cuadro sin terminar, sus zapatos resonando en el silencio. Llevaba un traje negro, impecable, como si el horror fuera solo un formalismo más a la velada. Extendió la mano tocando el hombro del degenerado que suponía uno de sus tantos clientes. – “Recuerda, tómate tu tiempo, no debes matarle de inmediato… Déjalo marinar en el dolor y en tres días más, puedes llegar a tu tan ansiado clímax.” -Dijo el ángel caído, su voz era almíbar a los oídos, como una caricia de seda auditiva, le acompañaba un aire que, a la vez de cautivador, cargaban un dejo de malicia inhumana. – “No antes y si llegas a desobedecerme, serás tú quién esté sentado en la silla. Recuerda, no eres la única alma con este tipo de deseos.” Agregó último, un mensaje disonante de la dulzura de su tono al hablar, cargado de una autoridad y tensión astronómicas. El enfermo mental le respondió de vuelta, asintiendo en silencio, mudo del nerviosismo que le provocaba la presencia del Demonio. Sin más que hacer, se dio media vuelta y se alejó caminando, subiendo por las escaleras y abriendo la puerta que daba salida del sótano. Una vez afuera, en uno de los pasillos interiores exclusivos para empleados, extrajo de su bolsillo el teléfono móvil que había extraído de su traicionero cliente y lo usó para enviar un mensaje de texto a la prestadora de servicios, aquella que, según su confesión, podía hacer los sueños realidad. Este reza: “No lo puedo creer, se hizo realidad, gané la lotería y ahora soy rico, gracias, gracias, muchísimas gracias, realmente todo lo que dijiste era cierto. Mira, conversé con un amigo, él no me creía hasta que saqué el premio gordo, ahora se está muriendo por conocerte y pedirte tus servicios ya que desea encontrar su alma gemela, el amor verdadero y todas esas cosas cursis. Su nombre es Christopher. Dijo que te esperaría mañana al medio día aparcado en un automóvil en el Downtown de Los Ángeles, California, frente al parque Gloria Molina, no creo que te cueste encontrarlo, maneja un auto muy costoso.” Una vez apretado el botón de envío, dejó caer el dispositivo al suelo para rematarlo con un pisotón que lo desquebrajó bajo el peso de su suela. - “Esto será interesante.” Musitó para si mismo con una sonrisa dibujada en su pálido rostro y prosiguió con sus tareas nocturnas, atendiendo los quehaceres de la fiesta desenfrenada que se viven rutinariamente en local; Simplemente otra noche más en “The Ministry” Nightclub. Al día siguiente a las 12 del día. Un Bugatti Veyron descansaba junto al parque Gloria Molina como un felino exótico dormido sobre el asfalto. Su carrocería negra bruñida, un abismo con reflejos de obsidiana que absorbía la luz del mediodía, devolviéndola en destellos que dibujan sus curvas perfectas. Para algunos, símbolo de poder y riqueza, para otros, envidia y de sobrecompensación. Una cosa es cierta, la desfachatez de que estuviera en público robaba numerosas miradas de los transeúntes, quienes se preguntarían, “¿Quién moraría en su interior?”, más los vidrios polarizados no dejarían que ningún ojo intrusivo descubriera secreto alguno. Mientras tanto en la cercanía los niños corrían en el parque, las risas flotando en el aire como globos desatados, pero sus ojos se volvían una y otra vez hacia aquella bestia mecánica. Y el Veyron respondía a sus ojos, no con ruido, no lo necesitaba, su mera presencia era un estandarte de opulencia contenida. - Starter dirigido a [Svetlaler0n]
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  • El Olimpo se erguía como la cúspide del poder divino, un reino de esplendor inconmensurable donde el tiempo fluía distinto, como un río que nunca se detenía. Sus columnas doradas resplandecían con la luz eterna del cielo, y los caminos de mármol se extendían en un laberinto de belleza imposible, adornados con jardines colgantes donde crecían flores que nunca marchitaban. Allí, entre dioses y semidioses que vivían en un goce sin fin, Artemisa caminaba con paso firme, indiferente a la opulencia que la rodeaba.

    Para ella, el Olimpo no era un refugio ni un hogar; era solo el punto de partida antes de regresar a donde realmente pertenecía. Sus dominios no estaban entre los banquetes de néctar y ambrosía, ni en las asambleas de los dioses donde Zeus imponía su autoridad. Su reino era el viento que corría libre por los montes, el crujir de las hojas bajo las patas de los ciervos, el aullido lejano de los lobos en la espesura. Allí estaba su verdadera esencia, en la naturaleza indómita que regía con justicia, no con dominio.

    A su alrededor, el Olimpo vibraba con la actividad incansable de los dioses en sus respectivas ocupaciones. Atenea meditaba en lo alto de su templo, sus pensamientos forjando planes que decidirían el destino de reinos enteros. Afrodita reía entre sus doncellas, perfumada con el aroma de mil flores, mientras tejía con hilos invisibles el destino de los corazones mortales. Hermes se deslizaba como un rayo entre los pasillos, dejando tras de sí un eco de palabras ininteligibles. Incluso Ares, impetuoso y fiero, entrenaba en su colosal campo de batalla, golpeando contra el aire en una guerra eterna que nunca conocería fin.

    Pero Artemisa no se detenía a contemplar nada de eso. Su atención estaba en otra parte, en el mundo más allá de las nubes divinas. Su oído percibía lo que otros ignoraban: las súplicas que se alzaban desde la tierra, débiles como un murmullo, pero inconfundibles para ella. Un llamado se filtró a través del velo de los cielos, una voz trémula que pronunciaba su nombre en medio del bosque. Era un ruego de protección, un grito silencioso de auxilio que no necesitaba ser más fuerte para ser escuchado.

    El mármol del Olimpo resplandecía bajo la luz plateada de la luna, mientras una brisa fresca serpenteaba entre las columnas altísimas del palacio de los dioses. Artemisa caminaba con paso firme, la mirada afilada y los labios tensos. Su túnica corta, ceñida con un cinturón de plata, ondeaba con cada movimiento, y su carcaj lleno de flechas silbaba levemente con el roce del cuero.

    Las obligaciones nunca cesaban en el Olimpo. No importaba que estuviera en la morada de los dioses, su mente siempre estaba en el mundo mortal, en los bosques y montañas que protegía. Mientras los demás se regocijaban en banquetes y alabanzas, ella permanecía alerta. Sus dominios no eran los salones dorados ni los festines del Olimpo, sino los bosques sombríos y las montañas indómitas del mundo mortal.

    Los susurros de una súplica llegaron a sus oídos como el aullido de un lobo en la distancia. Una joven pedía protección, su voz trémula perdida en la vastedad del cosmos. Artemisa no dudó. Su existencia no era de descanso ni de indulgencia, sino de vigilancia y acción. Sin un instante de vacilación, se encaminó hacia la gran escalinata, su silueta perdiéndose entre la bruma dorada del Olimpo, lista para cumplir con su deber una vez más.

    Sus dedos se cerraron sobre su arco con naturalidad, como si la madera y la cuerda fueran una extensión de su propio ser. La cacería no era solo un acto de supervivencia, sino un equilibrio que debía preservarse. Y así como ella cazaba, también protegía. No permitiría que la injusticia corriera libre por la tierra como una bestia sin cadenas. No mientras ella existiera.

    Sin mirar atrás, comenzó su descenso. El Olimpo, con toda su gloria imperecedera, se desdibujó tras de ella, reemplazado por el resplandor frío de la luna que la acompañaba siempre. Su labor nunca cesaba, y jamás buscaría que lo hiciera. La noche era su aliada, y en su abrazo, cumplía su eterno deber.
    El Olimpo se erguía como la cúspide del poder divino, un reino de esplendor inconmensurable donde el tiempo fluía distinto, como un río que nunca se detenía. Sus columnas doradas resplandecían con la luz eterna del cielo, y los caminos de mármol se extendían en un laberinto de belleza imposible, adornados con jardines colgantes donde crecían flores que nunca marchitaban. Allí, entre dioses y semidioses que vivían en un goce sin fin, Artemisa caminaba con paso firme, indiferente a la opulencia que la rodeaba. Para ella, el Olimpo no era un refugio ni un hogar; era solo el punto de partida antes de regresar a donde realmente pertenecía. Sus dominios no estaban entre los banquetes de néctar y ambrosía, ni en las asambleas de los dioses donde Zeus imponía su autoridad. Su reino era el viento que corría libre por los montes, el crujir de las hojas bajo las patas de los ciervos, el aullido lejano de los lobos en la espesura. Allí estaba su verdadera esencia, en la naturaleza indómita que regía con justicia, no con dominio. A su alrededor, el Olimpo vibraba con la actividad incansable de los dioses en sus respectivas ocupaciones. Atenea meditaba en lo alto de su templo, sus pensamientos forjando planes que decidirían el destino de reinos enteros. Afrodita reía entre sus doncellas, perfumada con el aroma de mil flores, mientras tejía con hilos invisibles el destino de los corazones mortales. Hermes se deslizaba como un rayo entre los pasillos, dejando tras de sí un eco de palabras ininteligibles. Incluso Ares, impetuoso y fiero, entrenaba en su colosal campo de batalla, golpeando contra el aire en una guerra eterna que nunca conocería fin. Pero Artemisa no se detenía a contemplar nada de eso. Su atención estaba en otra parte, en el mundo más allá de las nubes divinas. Su oído percibía lo que otros ignoraban: las súplicas que se alzaban desde la tierra, débiles como un murmullo, pero inconfundibles para ella. Un llamado se filtró a través del velo de los cielos, una voz trémula que pronunciaba su nombre en medio del bosque. Era un ruego de protección, un grito silencioso de auxilio que no necesitaba ser más fuerte para ser escuchado. El mármol del Olimpo resplandecía bajo la luz plateada de la luna, mientras una brisa fresca serpenteaba entre las columnas altísimas del palacio de los dioses. Artemisa caminaba con paso firme, la mirada afilada y los labios tensos. Su túnica corta, ceñida con un cinturón de plata, ondeaba con cada movimiento, y su carcaj lleno de flechas silbaba levemente con el roce del cuero. Las obligaciones nunca cesaban en el Olimpo. No importaba que estuviera en la morada de los dioses, su mente siempre estaba en el mundo mortal, en los bosques y montañas que protegía. Mientras los demás se regocijaban en banquetes y alabanzas, ella permanecía alerta. Sus dominios no eran los salones dorados ni los festines del Olimpo, sino los bosques sombríos y las montañas indómitas del mundo mortal. Los susurros de una súplica llegaron a sus oídos como el aullido de un lobo en la distancia. Una joven pedía protección, su voz trémula perdida en la vastedad del cosmos. Artemisa no dudó. Su existencia no era de descanso ni de indulgencia, sino de vigilancia y acción. Sin un instante de vacilación, se encaminó hacia la gran escalinata, su silueta perdiéndose entre la bruma dorada del Olimpo, lista para cumplir con su deber una vez más. Sus dedos se cerraron sobre su arco con naturalidad, como si la madera y la cuerda fueran una extensión de su propio ser. La cacería no era solo un acto de supervivencia, sino un equilibrio que debía preservarse. Y así como ella cazaba, también protegía. No permitiría que la injusticia corriera libre por la tierra como una bestia sin cadenas. No mientras ella existiera. Sin mirar atrás, comenzó su descenso. El Olimpo, con toda su gloria imperecedera, se desdibujó tras de ella, reemplazado por el resplandor frío de la luna que la acompañaba siempre. Su labor nunca cesaba, y jamás buscaría que lo hiciera. La noche era su aliada, y en su abrazo, cumplía su eterno deber.
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  • — no más moñitos! los lobos no son accesorios de bolso, y mucho menos si fuera un perrito, pero no lo soy!
    — no más moñitos! los lobos no son accesorios de bolso, y mucho menos si fuera un perrito, pero no lo soy!
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  • No parece haber muchos lobos, mas los de la manada Valiere, ningún Barrow.
    No parece haber muchos lobos, mas los de la manada Valiere, ningún Barrow.
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  • El lobo camina solo, pero su sombra cubre todo su territorio, en lo más profundo de los bosques canadienses, donde la luna ilumina la nieve y el viento lleva secretos antiguos, un nombre resuena entre los susurros de la noche, Anthork. Un Alpha nacido del rechazo, forjado en la soledad y temido por quienes han intentado desafiarlo. Su dominio no se basa en la clemencia, sino en la fuerza, en la mirada afilada de un depredador que no perdona debilidades.

    Dicen que su sangre lleva la herencia de los antiguos lobos, aquellos que cazaban bajo el manto de la luna roja. Que su instinto es letal, su juicio inquebrantable, y su furia… incontrolable. Pero en su interior arde un dilema más feroz que cualquier batalla, la lucha entre la bestia y el hombre. Porque aunque su esencia es salvaje, su alma todavía recuerda lo que significa proteger.

    No es un héroe. No es un villano. Es el equilibrio entre la oscuridad y la luz.
    Y si decides cruzarte en su camino, más te vale saber en qué lado quieres estar, por las buenas puede ser muy bueno, pero por las malas.. es aún peor.

    ¿Qué decides?
    ➰El lobo camina solo, pero su sombra cubre todo su territorio, en lo más profundo de los bosques canadienses, donde la luna ilumina la nieve y el viento lleva secretos antiguos, un nombre resuena entre los susurros de la noche, Anthork. Un Alpha nacido del rechazo, forjado en la soledad y temido por quienes han intentado desafiarlo. Su dominio no se basa en la clemencia, sino en la fuerza, en la mirada afilada de un depredador que no perdona debilidades. Dicen que su sangre lleva la herencia de los antiguos lobos, aquellos que cazaban bajo el manto de la luna roja. Que su instinto es letal, su juicio inquebrantable, y su furia… incontrolable. Pero en su interior arde un dilema más feroz que cualquier batalla, la lucha entre la bestia y el hombre. Porque aunque su esencia es salvaje, su alma todavía recuerda lo que significa proteger. No es un héroe. No es un villano. Es el equilibrio entre la oscuridad y la luz. Y si decides cruzarte en su camino, más te vale saber en qué lado quieres estar, por las buenas puede ser muy bueno, pero por las malas.. es aún peor. ¿Qué decides?
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  • Los ojos plateados de Anthork no son solo un rasgo físico, son el reflejo de su poder, su linaje y su destino. En su manada, los Alphas no se eligen solo por la fuerza bruta, sino por una combinación de ferocidad, instinto y dominio absoluto sobre su esencia sobrenatural. Su mirada plateada es el sello de su supremacía, un brillo que emana de su propia naturaleza indomable.

    Desde su nacimiento, sus ojos fueron distintos, un presagio de grandeza y un recordatorio de su singularidad, tal vez por esa razón fue abandonado nada más nacer.
    Se dice que los lobos con ojos plateados llevan la esencia de la luna misma, bendecidos por los ancestros para liderar con fuerza y sabiduría. En la penumbra, su mirada resplandece como el acero bajo la luz, intimidante para sus enemigos y reconfortante para su manada.

    Más allá de su significado simbólico, sus ojos también le otorgan una percepción única. Puede ver más allá de lo evidente, captar los matices de las emociones y los cambios en la energía de su entorno con una precisión aterradora. Es un don y una maldición, pues nada escapa a su mirada afilada, ni la mentira ni la traición.

    Los ojos de Anthork no son solo su marca de Alpha, son su legado, su identidad y su advertencia silenciosa a cualquiera que ose desafiarlo.

    En su forma lobuna, el rojo en sus ojos no solo es un símbolo de furia, sino un instinto primitivo despertando. Es la señal de que la caza ha comenzado, de que su control se transforma en una violencia calculada, en la ira de un líder que no permitirá que su manada, su territorio o aquello que es suyo, sea arrebatado.

    Cuando sus ojos arden como brasas, no hay marcha atrás. Anthork no solo lucha, arrasa.
    Los ojos plateados de Anthork no son solo un rasgo físico, son el reflejo de su poder, su linaje y su destino. En su manada, los Alphas no se eligen solo por la fuerza bruta, sino por una combinación de ferocidad, instinto y dominio absoluto sobre su esencia sobrenatural. Su mirada plateada es el sello de su supremacía, un brillo que emana de su propia naturaleza indomable. Desde su nacimiento, sus ojos fueron distintos, un presagio de grandeza y un recordatorio de su singularidad, tal vez por esa razón fue abandonado nada más nacer. Se dice que los lobos con ojos plateados llevan la esencia de la luna misma, bendecidos por los ancestros para liderar con fuerza y sabiduría. En la penumbra, su mirada resplandece como el acero bajo la luz, intimidante para sus enemigos y reconfortante para su manada. Más allá de su significado simbólico, sus ojos también le otorgan una percepción única. Puede ver más allá de lo evidente, captar los matices de las emociones y los cambios en la energía de su entorno con una precisión aterradora. Es un don y una maldición, pues nada escapa a su mirada afilada, ni la mentira ni la traición. Los ojos de Anthork no son solo su marca de Alpha, son su legado, su identidad y su advertencia silenciosa a cualquiera que ose desafiarlo. En su forma lobuna, el rojo en sus ojos no solo es un símbolo de furia, sino un instinto primitivo despertando. Es la señal de que la caza ha comenzado, de que su control se transforma en una violencia calculada, en la ira de un líder que no permitirá que su manada, su territorio o aquello que es suyo, sea arrebatado. Cuando sus ojos arden como brasas, no hay marcha atrás. Anthork no solo lucha, arrasa.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    Sáquenme de este mundo y llévenme a un mundo lleno de vampiros y lobos, donde viva en un castillo en medio del bosque con murciélagos y no vea la luz del sol.
    Sáquenme de este mundo y llévenme a un mundo lleno de vampiros y lobos, donde viva en un castillo en medio del bosque con murciélagos y no vea la luz del sol. 👌😔
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  • ¿Sera muy apresurado pedirle matrimonio a Arian?

    ¿Los vampiros aceptan casarse con otros? ¿Los vampiros aceptaran casarse con lobos?
    ¿Sera muy apresurado pedirle matrimonio a Arian? ¿Los vampiros aceptan casarse con otros? ¿Los vampiros aceptaran casarse con lobos?
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  • El reloj marcaba las 7:15 a.m., y la estación ya estaba inundada por un murmullo inquieto de reporteros. Joon ajustó su corbata mientras se detenía frente a la puerta principal, respirando profundamente antes de abrirla. El flash de las cámaras fue inmediato, cegador, y el bullicio lo recibió como una manada de lobos ansiosos por un trozo de carne.

    “Detective Bokkel, ¿es cierto que no tienen pistas sólidas después de todo este tiempo?”

    “¿Qué hay de los rumores sobre negligencia en el caso?”

    “¿Es verdad que la familia está perdiendo la paciencia?”

    Joon levantó una mano, exigiendo silencio. Comenzaba a cansarse con que la prensa fuera demasiado insistente en cuanto a esta clase de casos se tratase, ¿acaso no dormían? Con una expresión estoica pero cansada, barrió con la mirada a la multitud.

    ⸻ El caso sigue abierto, y estamos trabajando sin descanso para encontrar respuestas. Entendemos su frustración, pero les aseguro que no descansaremos hasta resolverlo ⸻dijo con una voz firme que no dejaba espacio para interrupciones.⸻ Ahora, les pido que permitan al equipo hacer su trabajo. No habrá más comentarios hasta que tengamos algo concreto que compartir.

    Sin esperar más, dio media vuelta. Debían cerrar las puertas y dejar fuera las quejas de la prensa, y si fuera necesario mandar a cerrar las persianas de todas las ventanas. No quería interrupciones, y mucho menos algún fisgón.

    Apoyó la espalda contra la puerta por un momento, soltando un suspiro pesado. Adentro de la estación nadie parecía contrnto tampoco por la inesperada visita, pero era lo que podían hacer. Solo quedaba revisar que cualquier punto de la estación estuviera fuera del alcance de ellos.


    #nightfallrevenge
    El reloj marcaba las 7:15 a.m., y la estación ya estaba inundada por un murmullo inquieto de reporteros. Joon ajustó su corbata mientras se detenía frente a la puerta principal, respirando profundamente antes de abrirla. El flash de las cámaras fue inmediato, cegador, y el bullicio lo recibió como una manada de lobos ansiosos por un trozo de carne. “Detective Bokkel, ¿es cierto que no tienen pistas sólidas después de todo este tiempo?” “¿Qué hay de los rumores sobre negligencia en el caso?” “¿Es verdad que la familia está perdiendo la paciencia?” Joon levantó una mano, exigiendo silencio. Comenzaba a cansarse con que la prensa fuera demasiado insistente en cuanto a esta clase de casos se tratase, ¿acaso no dormían? Con una expresión estoica pero cansada, barrió con la mirada a la multitud. ⸻ El caso sigue abierto, y estamos trabajando sin descanso para encontrar respuestas. Entendemos su frustración, pero les aseguro que no descansaremos hasta resolverlo ⸻dijo con una voz firme que no dejaba espacio para interrupciones.⸻ Ahora, les pido que permitan al equipo hacer su trabajo. No habrá más comentarios hasta que tengamos algo concreto que compartir. Sin esperar más, dio media vuelta. Debían cerrar las puertas y dejar fuera las quejas de la prensa, y si fuera necesario mandar a cerrar las persianas de todas las ventanas. No quería interrupciones, y mucho menos algún fisgón. Apoyó la espalda contra la puerta por un momento, soltando un suspiro pesado. Adentro de la estación nadie parecía contrnto tampoco por la inesperada visita, pero era lo que podían hacer. Solo quedaba revisar que cualquier punto de la estación estuviera fuera del alcance de ellos. #nightfallrevenge
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  • ¡Atención enamorados!

    El 14 de Febrero estaré libre por si alguien necesita que sostengan su cartulina de propuesta, flores, globos, etc.
    Excepto chocolates porque me los puedo comer, jajaja.

    Más información por inbox
    ¡Atención enamorados! 💕 El 14 de Febrero estaré libre por si alguien necesita que sostengan su cartulina de propuesta, flores, globos, etc. Excepto chocolates porque me los puedo comer, jajaja. Más información por inbox 😉
    Me enjaja
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