• La luna llena bañaba los muros del castillo de Styria con su pálida luz. Las sombras de las torres se alargaban en el suelo, frías y distantes, como si reflejaran el estado de ánimo de la vampira que acababa de cruzar las puertas principales. Lenore, con su cabello rojo deslumbrante y su habitual porte elegante, estaba lejos de lucir satisfecha. Su ceño fruncido y los pasos firmes que resonaban en el pasillo daban una clara advertencia a cualquiera que intentara cruzarse en su camino.

    Había pasado tres días fuera del castillo, negociando con un anciano vampiro de una nación cercana, uno cuya importancia era inversamente proporcional a su decoro. Lord Gavrus, un viejo que hacía gala de una cortesía falsa y una obsesión por recordarle sus "gloriosos días". Durante las interminables horas de negociaciones, no había desperdiciado la oportunidad de lanzarle comentarios condescendientes, insinuando que la "tierna juventud" de Lenore hacía de ella una elección cuestionable como diplomática de las hermanas de Styria.

    Aunque había mantenido su compostura, la paciencia de Lenore se había puesto a prueba en cada intercambio. Logró su cometido, claro: Gavrus había aceptado abrir rutas seguras para el transporte de sangre desde su territorio a cambio de una alianza comercial limitada. Sin embargo, el precio de su éxito había sido soportar su rancia compañía y sus risas cargadas de superioridad.

    Cuando llegó al gran salón del castillo, Lenore dejó caer su capa de terciopelo sobre un sillón cercano. Un leve suspiro escapó de sus labios antes de que se desplomara elegantemente en una silla junto a una de las mesas largas. Carmilla, como siempre, estaba atenta desde el otro lado del salón, observando con una ceja arqueada.

    —¿Todo en orden, Lenore? —preguntó Carmilla, aunque su tono sugería que ya sabía la respuesta.

    —Sí, Gavrus aceptó los términos —respondió Lenore, con un brillo de triunfo en los ojos que pronto se apagó—. Pero no sin hacérmelo difícil. Ese viejo es insoportable.

    Carmilla se acercó lentamente, con una leve sonrisa que no llegaba a sus ojos. Se sentó frente a Lenore y apoyó las manos sobre la mesa.

    —Lo lograste, como siempre. Esa es tu fortaleza, Lenore. Pero... —hizo una pausa, evaluando el rostro cansado de su hermana de armas—, supongo que no fue agradable.

    Lenore dejó escapar una risa seca.

    —Carmilla, si ese hombre me hubiera contado una vez más cómo "las cosas eran mejores en sus tiempos", creo que habría terminado con este tratado de forma menos diplomática.

    Carmilla soltó una carcajada breve, más sincera de lo que Lenore esperaba.

    —Es por eso que lo haces tú, Lenore. Yo lo habría matado a la primera mención de algo así.

    —Créeme, la idea cruzó mi mente más veces de las que puedo admitir. Pero me gusta mi trabajo. Aunque eso no significa que disfrute de este tipo de... compañía.

    Carmilla se inclinó hacia atrás, cruzando los brazos.

    —Has hecho lo que debías. Ahora ve y descansa. Aunque si necesitas liberar tensión, sabes que siempre puedes visitar a Striga en el campo de entrenamiento. Estoy segura de que te dejará destrozar un par de muñecos de práctica.

    Lenore sonrió levemente, su mal humor disipándose poco a poco.

    —Tal vez lo haga. Aunque primero me tomaré una copa de sangre. Lo merezco.

    Carmilla asintió, y Lenore se levantó con su gracia habitual, dirigiéndose hacia sus aposentos. A pesar del día que había tenido, sabía que su rol era esencial, y lo aceptaba con orgullo. Sin embargo, no podía evitar pensar que preferiría mil veces tratar con humanos tercos antes que con otro vampiro como Gavrus.

    #monorol
    La luna llena bañaba los muros del castillo de Styria con su pálida luz. Las sombras de las torres se alargaban en el suelo, frías y distantes, como si reflejaran el estado de ánimo de la vampira que acababa de cruzar las puertas principales. Lenore, con su cabello rojo deslumbrante y su habitual porte elegante, estaba lejos de lucir satisfecha. Su ceño fruncido y los pasos firmes que resonaban en el pasillo daban una clara advertencia a cualquiera que intentara cruzarse en su camino. Había pasado tres días fuera del castillo, negociando con un anciano vampiro de una nación cercana, uno cuya importancia era inversamente proporcional a su decoro. Lord Gavrus, un viejo que hacía gala de una cortesía falsa y una obsesión por recordarle sus "gloriosos días". Durante las interminables horas de negociaciones, no había desperdiciado la oportunidad de lanzarle comentarios condescendientes, insinuando que la "tierna juventud" de Lenore hacía de ella una elección cuestionable como diplomática de las hermanas de Styria. Aunque había mantenido su compostura, la paciencia de Lenore se había puesto a prueba en cada intercambio. Logró su cometido, claro: Gavrus había aceptado abrir rutas seguras para el transporte de sangre desde su territorio a cambio de una alianza comercial limitada. Sin embargo, el precio de su éxito había sido soportar su rancia compañía y sus risas cargadas de superioridad. Cuando llegó al gran salón del castillo, Lenore dejó caer su capa de terciopelo sobre un sillón cercano. Un leve suspiro escapó de sus labios antes de que se desplomara elegantemente en una silla junto a una de las mesas largas. Carmilla, como siempre, estaba atenta desde el otro lado del salón, observando con una ceja arqueada. —¿Todo en orden, Lenore? —preguntó Carmilla, aunque su tono sugería que ya sabía la respuesta. —Sí, Gavrus aceptó los términos —respondió Lenore, con un brillo de triunfo en los ojos que pronto se apagó—. Pero no sin hacérmelo difícil. Ese viejo es insoportable. Carmilla se acercó lentamente, con una leve sonrisa que no llegaba a sus ojos. Se sentó frente a Lenore y apoyó las manos sobre la mesa. —Lo lograste, como siempre. Esa es tu fortaleza, Lenore. Pero... —hizo una pausa, evaluando el rostro cansado de su hermana de armas—, supongo que no fue agradable. Lenore dejó escapar una risa seca. —Carmilla, si ese hombre me hubiera contado una vez más cómo "las cosas eran mejores en sus tiempos", creo que habría terminado con este tratado de forma menos diplomática. Carmilla soltó una carcajada breve, más sincera de lo que Lenore esperaba. —Es por eso que lo haces tú, Lenore. Yo lo habría matado a la primera mención de algo así. —Créeme, la idea cruzó mi mente más veces de las que puedo admitir. Pero me gusta mi trabajo. Aunque eso no significa que disfrute de este tipo de... compañía. Carmilla se inclinó hacia atrás, cruzando los brazos. —Has hecho lo que debías. Ahora ve y descansa. Aunque si necesitas liberar tensión, sabes que siempre puedes visitar a Striga en el campo de entrenamiento. Estoy segura de que te dejará destrozar un par de muñecos de práctica. Lenore sonrió levemente, su mal humor disipándose poco a poco. —Tal vez lo haga. Aunque primero me tomaré una copa de sangre. Lo merezco. Carmilla asintió, y Lenore se levantó con su gracia habitual, dirigiéndose hacia sus aposentos. A pesar del día que había tenido, sabía que su rol era esencial, y lo aceptaba con orgullo. Sin embargo, no podía evitar pensar que preferiría mil veces tratar con humanos tercos antes que con otro vampiro como Gavrus. #monorol
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    ⠀⠀⠀⠀⠀ 𝚂𝙾𝙲𝙸𝙰𝙻 𝙼𝙴𝙳𝙸𝙰
    ⠀⠀⠀⠀⠀⊹⠀⠀﹫ellie
    Hoy estoy con mejor humor. ¿Por qué será?
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    || Yo en mi vida diaria cuando estoy de buen humor jxjxjxjxjx



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  • *A causa de la multa, estaba en la biblioteca leyendo sin poder hacer préstamo a domicilio del libro que leía. Pero al llegar a este punto de la historia de Emma, empecé a sentirme... Molesto. Mientras más leía más me molestaba, al grado que en algún momento sentí mi sangre hervir, y un impulso de tener mi arma para matarlos a todos...*

    —Todo... Es culpa de Emma... Pero también Elios... Él pensaba en ella...

    *Dije en voz baja. Sólo apreté los dientes quedándome inmóvil... Para no externar la ira que sentía.*

    —Me niego a creer todo está determinado por el destino, o por un ser "superior"... Nada de esa mierda existe... Mi futuro lo decidiré yo...

    *Todavía de muy, muy mal humor me quedé en silencio porque sabía que el bibliotecario en turno me miraba. Alcé la vista sólo un segundo hacia él para que supiera tácitamente que me callaría, pero mejor que no se acercara.*
    *A causa de la multa, estaba en la biblioteca leyendo sin poder hacer préstamo a domicilio del libro que leía. Pero al llegar a este punto de la historia de Emma, empecé a sentirme... Molesto. Mientras más leía más me molestaba, al grado que en algún momento sentí mi sangre hervir, y un impulso de tener mi arma para matarlos a todos...* —Todo... Es culpa de Emma... Pero también Elios... Él pensaba en ella... *Dije en voz baja. Sólo apreté los dientes quedándome inmóvil... Para no externar la ira que sentía.* —Me niego a creer todo está determinado por el destino, o por un ser "superior"... Nada de esa mierda existe... Mi futuro lo decidiré yo... *Todavía de muy, muy mal humor me quedé en silencio porque sabía que el bibliotecario en turno me miraba. Alcé la vista sólo un segundo hacia él para que supiera tácitamente que me callaría, pero mejor que no se acercara.*
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  • Bueno es la verdad y yo les daré mucha controversia HAHAHAHA HAHAHAHA!!!! realmente estoy de muy buen humor y no hay nada en este mundo que me lo arruine HAHAHAHA HAHAHAHA!!



    https://vm.tiktok.com/ZMkQfeaUK/
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    A veces no se despierta con el humor para soportar tonterías, hoy es uno de esos días, aunque espero que su mañana sea mejor que la mía.
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  • #BitchLife #FreeRol #LoIntentoPeroNadieRespondeEstasShitys

    Camina por el callejón con el ceño fruncido, sus altísimos tacones traquetean contra el asfalto mojado como un metrónomo de su mal humor. Refunfuña entre dientes, lanzando una que otra maldición en voz baja.

    Cada cosa parece molestarle: la luminaria parpadeando, una gotera que le salpica el borde de la falda, incluso el tintineo de sus pulseras le parece irritante. La gota que colma el vaso es el viento removiendo su cabello, causando que un mechón se peque en el lipstick de sus labios.

    --- Holly shit! ¡Qué noche de mierda! ---se queja para sí, mientras ajusta su abrigo con un tirón brusco.

    Al llegar a la tienda, apenas una ventana en la oscura pared, lanza una mirada impaciente hacia el encargado, cruzando los brazos con teatralidad. Su humor está lejos de mejorar, pero la promesa de un poco de "polvo mágico" parece ser su único refugio.
    #BitchLife #FreeRol #LoIntentoPeroNadieRespondeEstasShitys Camina por el callejón con el ceño fruncido, sus altísimos tacones traquetean contra el asfalto mojado como un metrónomo de su mal humor. Refunfuña entre dientes, lanzando una que otra maldición en voz baja. Cada cosa parece molestarle: la luminaria parpadeando, una gotera que le salpica el borde de la falda, incluso el tintineo de sus pulseras le parece irritante. La gota que colma el vaso es el viento removiendo su cabello, causando que un mechón se peque en el lipstick de sus labios. --- Holly shit! ¡Qué noche de mierda! ---se queja para sí, mientras ajusta su abrigo con un tirón brusco. Al llegar a la tienda, apenas una ventana en la oscura pared, lanza una mirada impaciente hacia el encargado, cruzando los brazos con teatralidad. Su humor está lejos de mejorar, pero la promesa de un poco de "polvo mágico" parece ser su único refugio.
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    Necesito un psicólogo....

    -lleva media hora riéndose del chiste por culpa de alastor -

    Maldito humor tercermundista!! Por eso siguen viviendo de la basura del primer mundo !!
    Necesito un psicólogo.... -lleva media hora riéndose del chiste por culpa de alastor - Maldito humor tercermundista!! Por eso siguen viviendo de la basura del primer mundo !!
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    Y este es el gran motivo de risa del dragón hydro.
    Si, su humor está tan roto como un parapente en picada.
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  • 𝐸𝑠𝑒 𝑚𝑢𝑟𝑜, 𝑛𝑜 𝑑𝑢𝑟𝑎𝑟𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒
    Fandom Castle
    Categoría Acción
    · 🇸​🇹​🇦​🇷​🇹​🇪​🇷​ 🇹​🇴​...
    ㅤㅤ⤹ Kate Beckett


    La realidad supera a la ficción.
    A él cómo escritor de misterio esa frase nunca le había hecho especial gracia. Y hasta ese momento había mantenido sin mucho problema si teoría de que a pesar de que todo escritor necesitaba de una inspiración para llevar sus historias a término, el toque que su imaginación les daba a los libros no era algo que se pudiera conseguir en la aleatoriedad del universo.
    Y sin embargo, en los últimos tiempos… todo aquello había cambiado.

    Cualquiera diría que estaba viviendo una trama de sus novelas. Pero aquello era la vida real y sin embargo había arrastrado fuera de hangar a Kate, habían matado a Montgomery, habían disparado a la inspectora, había eludido la muerte…
    Ante el miedo de perderla Castle le había confesado lo que casi no había aceptado ni ante sí mismo.
    No… aquello no estaba guionizado, ni si quiera se le podría haber ocurrido a la mente más aguda del mejor escritor del mundo…

    Y allí estaba él, en medio de toda aquella vorágine, investigando a escondidas, tratando de encontrar el culpable, de saber quién había contratado aquel francotirador para acabar con la vida de Kate, luchando contra ella y su obsesión por encontrar al asesino su madre. Debia mantenerla lejos de todo aquello, no porque el escritor no quisiera que descubrir aquello y darle a Kate la paz y la justicia que ansiaba, sino porque era la única forma de mantenerla a salvo.

    Como guinda de todo aquello, Richard Castle, un hombre intrínsecamente irónico, el cual usaba el humor como escape, arma y escudo, había pasado a lidiar con la decepción ante la falta de recuerdos de Kate en todo lo referente a su ataque, y por consiguiente a su estúpida y ridícula declaración.
    No ponía en duda en ningún momento la veracidad de todo aquello, pero si sabía, y así se lo había dicho porque no era capaz de guardárselo más, que Kate se refugiaba en su obsesión, y en relaciones con hombres que realmente no amaba.
    No estaba diciendo con todo aquello que le amara a él…
    No, no era tan ingenuo, aunque mentiría si dijera que en ocasiones no le era difícil imaginarse que era verdad. Aquellas miradas de la inspectora, sus gestos, sus palabras, la complicidad más que patente entre ellos… no estaban solo en su cabeza, todo aquello existía de verdad y daba alas a su prolífica mente.

    Sabía que aquel muro tras el que se protegía Kate no duraría para siempre, tan solo necesitaba ser lo suficientemente paciente, y por el momento parecía valerle ser el único en aquella relación.
    Parecía valerle hasta tal punto que aquella mañana había cambiado su “𝑚𝑜𝑑𝑢𝑠 𝑜𝑝𝑒𝑟𝑎𝑛𝑑𝑖” había pasado por la misma cafetería de siempre donde ya le tenían preparados los dos cafés de todas las mañanas.
    Había sacado su móvil y lo había pasado por el datafono que le tendía la dependienta mientras le miraba directamente a los ojos con una enorme sonrisa y se despedía con un travieso guiño de ojos.

    De camino hasta su meta le habían pedido un par de fotos, había saludado a un grupo de turistas asiáticos en la acera de enfrente… Nada fuera de lo común, nada a excepción de su destino. En aquella mañana no era la comisaria, si no…

    Su dedo índice derecho busca por unos segundos, revoloteando sobre la tabla con la lista de los pisos y sus respectivos botones.
    Cuando encuentra el que busca hunde el dedo y espera unos segundos antes de escuchar la voz femenina.

    — Su pedido de 𝑉𝑒𝑛𝑖𝑒𝑟𝑜'𝑠 𝑃𝑎𝑠𝑡𝑖𝑐𝑐𝑒𝑟𝑖𝑎 & 𝐶𝑎𝑓𝑓𝑒 ha llegado, ¿sería tan amable de permitirnos la entrada?
    · 🇸​🇹​🇦​🇷​🇹​🇪​🇷​ 🇹​🇴​... ㅤㅤ⤹ [D0ntCallMeMuse] La realidad supera a la ficción. A él cómo escritor de misterio esa frase nunca le había hecho especial gracia. Y hasta ese momento había mantenido sin mucho problema si teoría de que a pesar de que todo escritor necesitaba de una inspiración para llevar sus historias a término, el toque que su imaginación les daba a los libros no era algo que se pudiera conseguir en la aleatoriedad del universo. Y sin embargo, en los últimos tiempos… todo aquello había cambiado. Cualquiera diría que estaba viviendo una trama de sus novelas. Pero aquello era la vida real y sin embargo había arrastrado fuera de hangar a Kate, habían matado a Montgomery, habían disparado a la inspectora, había eludido la muerte… Ante el miedo de perderla Castle le había confesado lo que casi no había aceptado ni ante sí mismo. No… aquello no estaba guionizado, ni si quiera se le podría haber ocurrido a la mente más aguda del mejor escritor del mundo… Y allí estaba él, en medio de toda aquella vorágine, investigando a escondidas, tratando de encontrar el culpable, de saber quién había contratado aquel francotirador para acabar con la vida de Kate, luchando contra ella y su obsesión por encontrar al asesino su madre. Debia mantenerla lejos de todo aquello, no porque el escritor no quisiera que descubrir aquello y darle a Kate la paz y la justicia que ansiaba, sino porque era la única forma de mantenerla a salvo. Como guinda de todo aquello, Richard Castle, un hombre intrínsecamente irónico, el cual usaba el humor como escape, arma y escudo, había pasado a lidiar con la decepción ante la falta de recuerdos de Kate en todo lo referente a su ataque, y por consiguiente a su estúpida y ridícula declaración. No ponía en duda en ningún momento la veracidad de todo aquello, pero si sabía, y así se lo había dicho porque no era capaz de guardárselo más, que Kate se refugiaba en su obsesión, y en relaciones con hombres que realmente no amaba. No estaba diciendo con todo aquello que le amara a él… No, no era tan ingenuo, aunque mentiría si dijera que en ocasiones no le era difícil imaginarse que era verdad. Aquellas miradas de la inspectora, sus gestos, sus palabras, la complicidad más que patente entre ellos… no estaban solo en su cabeza, todo aquello existía de verdad y daba alas a su prolífica mente. Sabía que aquel muro tras el que se protegía Kate no duraría para siempre, tan solo necesitaba ser lo suficientemente paciente, y por el momento parecía valerle ser el único en aquella relación. Parecía valerle hasta tal punto que aquella mañana había cambiado su “𝑚𝑜𝑑𝑢𝑠 𝑜𝑝𝑒𝑟𝑎𝑛𝑑𝑖” había pasado por la misma cafetería de siempre donde ya le tenían preparados los dos cafés de todas las mañanas. Había sacado su móvil y lo había pasado por el datafono que le tendía la dependienta mientras le miraba directamente a los ojos con una enorme sonrisa y se despedía con un travieso guiño de ojos. De camino hasta su meta le habían pedido un par de fotos, había saludado a un grupo de turistas asiáticos en la acera de enfrente… Nada fuera de lo común, nada a excepción de su destino. En aquella mañana no era la comisaria, si no… Su dedo índice derecho busca por unos segundos, revoloteando sobre la tabla con la lista de los pisos y sus respectivos botones. Cuando encuentra el que busca hunde el dedo y espera unos segundos antes de escuchar la voz femenina. — Su pedido de 𝑉𝑒𝑛𝑖𝑒𝑟𝑜'𝑠 𝑃𝑎𝑠𝑡𝑖𝑐𝑐𝑒𝑟𝑖𝑎 & 𝐶𝑎𝑓𝑓𝑒 ha llegado, ¿sería tan amable de permitirnos la entrada?
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