• En el corazón de la espesura, un roble se erguía entre los demás como un guardián olvidado, adornado con cientos de listones rojos que pendían de sus ramas desnudas. Bajo él, una espada antigua, oscura y manchada por los años, descansaba flotante al ras de la tierra. Se decía que eran sellos de una prisión destinada a contener una criatura antigua, cuyo poder se rumoreaba devastador, pero hacía siglos que nadie había osado acercarse para confirmar las leyendas.

    Hace una semana, sin previo aviso, un incendio comenzó a arrasar el bosque con una furia desmedida. Las llamas, como bestias salvajes, devoraban todo a su paso mientras el cielo se oscurecía bajo una capa plomiza de ceniza. El viento traía consigo el olor de la destrucción, y los reinos circundantes comenzaron a alarmarse al ver cómo las partículas de ceniza cubrían sus campos y aldeas. Pero algo extraño ocurrió cuando el fuego alcanzó el epicentro: una luz dorada brilló momentáneamente debajo de la espada, y las llamas, voraces en todo lo demás, se detuvieron.

    En las próximas horas y días, los aldeanos lejanos comenzaron a hablar en susurros, sus historias llenas de miedo y advertencias. Decían que la criatura encerrada había despertado lo suficiente para proteger su prisión de ser destruida. Nadie sabía si aquello era un simple rumor o una advertencia verdadera de que el sello comenzaba a debilitarse. Entretanto, los gobernantes de los reinos, viendo las señales de destrucción desde la distancia, enviaron a sus mejores soldados a investigar. Los guerreros avanzaron cubiertos por una capa de ceniza, esperando encontrar un volcán o un pirómano que explicara el desastre, pero lo que hallaron fue algo mucho más inquietante.

    Se toparon con el árbol ancestral y solitario en medio de la desolación. El aire alrededor del árbol era denso, pesado, como si algo invisible estuviera observando desde las sombras. Ninguno de ellos había visto algo igual: Permanecía ileso, protegido por una fuerza misteriosa, mientras el resto del bosque había sido reducido a cenizas.

    Uno de los soldados, joven e imprudente, se adelantó hacia la espada misteriosa. Al extender su mano, una ráfaga de viento súbito lo hizo retroceder, moviendo los listones con una furia que no parecía natural. El capitán del grupo, más sabio y experimentado, ordenó detenerse. Comprendía que lo que enfrentaban no era un simple fenómeno natural, sino algo mucho más antiguo y peligroso. Las llamas habían respetado aquel lugar por una razón, y lo que yacía bajo la espada no debía ser despertado.

    Mientras los guerreros montaban guardia a gran distancia, esperando instrucciones de sus reinos, los rumores de la criatura aprisionada comenzaron a extenderse como la ceniza que aún flotaba en el aire. Los reyes y señores de las tierras cercanas deliberaban, divididos entre el temor y la ambición. Algunos creían que debían dejar el sello intacto, temerosos de desatar un mal imposible de controlar. Otros, seducidos por el poder que podría esconderse bajo el árbol, pensaban que era hora de tomar la espada y enfrentar el misterio que había permanecido oculto por tanto tiempo. El destino del reino pendía de un hilo, mientras la sombra de la criatura permanecía al acecho.

    En el corazón de la espesura, un roble se erguía entre los demás como un guardián olvidado, adornado con cientos de listones rojos que pendían de sus ramas desnudas. Bajo él, una espada antigua, oscura y manchada por los años, descansaba flotante al ras de la tierra. Se decía que eran sellos de una prisión destinada a contener una criatura antigua, cuyo poder se rumoreaba devastador, pero hacía siglos que nadie había osado acercarse para confirmar las leyendas. Hace una semana, sin previo aviso, un incendio comenzó a arrasar el bosque con una furia desmedida. Las llamas, como bestias salvajes, devoraban todo a su paso mientras el cielo se oscurecía bajo una capa plomiza de ceniza. El viento traía consigo el olor de la destrucción, y los reinos circundantes comenzaron a alarmarse al ver cómo las partículas de ceniza cubrían sus campos y aldeas. Pero algo extraño ocurrió cuando el fuego alcanzó el epicentro: una luz dorada brilló momentáneamente debajo de la espada, y las llamas, voraces en todo lo demás, se detuvieron. En las próximas horas y días, los aldeanos lejanos comenzaron a hablar en susurros, sus historias llenas de miedo y advertencias. Decían que la criatura encerrada había despertado lo suficiente para proteger su prisión de ser destruida. Nadie sabía si aquello era un simple rumor o una advertencia verdadera de que el sello comenzaba a debilitarse. Entretanto, los gobernantes de los reinos, viendo las señales de destrucción desde la distancia, enviaron a sus mejores soldados a investigar. Los guerreros avanzaron cubiertos por una capa de ceniza, esperando encontrar un volcán o un pirómano que explicara el desastre, pero lo que hallaron fue algo mucho más inquietante. Se toparon con el árbol ancestral y solitario en medio de la desolación. El aire alrededor del árbol era denso, pesado, como si algo invisible estuviera observando desde las sombras. Ninguno de ellos había visto algo igual: Permanecía ileso, protegido por una fuerza misteriosa, mientras el resto del bosque había sido reducido a cenizas. Uno de los soldados, joven e imprudente, se adelantó hacia la espada misteriosa. Al extender su mano, una ráfaga de viento súbito lo hizo retroceder, moviendo los listones con una furia que no parecía natural. El capitán del grupo, más sabio y experimentado, ordenó detenerse. Comprendía que lo que enfrentaban no era un simple fenómeno natural, sino algo mucho más antiguo y peligroso. Las llamas habían respetado aquel lugar por una razón, y lo que yacía bajo la espada no debía ser despertado. Mientras los guerreros montaban guardia a gran distancia, esperando instrucciones de sus reinos, los rumores de la criatura aprisionada comenzaron a extenderse como la ceniza que aún flotaba en el aire. Los reyes y señores de las tierras cercanas deliberaban, divididos entre el temor y la ambición. Algunos creían que debían dejar el sello intacto, temerosos de desatar un mal imposible de controlar. Otros, seducidos por el poder que podría esconderse bajo el árbol, pensaban que era hora de tomar la espada y enfrentar el misterio que había permanecido oculto por tanto tiempo. El destino del reino pendía de un hilo, mientras la sombra de la criatura permanecía al acecho.
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    La user de Sophie y yo hemos hablado, vamos a volver a escribir desde el principio toda la historia de amor y drama, entre Sophie Beckett y Benedict Bridgerton.
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  • Nuestra Historia



    𝑆𝑒 𝑚𝑖́𝑎 𝑎ℎ𝑜𝑟𝑎 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜. 𝑆𝑒 𝑚𝑖́𝑎 𝑒𝑡𝑒𝑟𝑛𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒, 𝑡𝑒 𝑑𝑎𝑟𝑒́ 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑒𝑒𝑠, 𝑙𝑜 𝑢́𝑛𝑖𝑐𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑎 𝑐𝑎𝑚𝑏𝑖𝑜, 𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑎𝑠 𝑚𝑖́𝑎

    Sophie Beckett

    Nuestra Historia 🤍💙 “ 𝑆𝑒 𝑚𝑖́𝑎 𝑎ℎ𝑜𝑟𝑎 𝑚𝑖𝑠𝑚𝑜. 𝑆𝑒 𝑚𝑖́𝑎 𝑒𝑡𝑒𝑟𝑛𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒, 𝑡𝑒 𝑑𝑎𝑟𝑒́ 𝑡𝑜𝑑𝑜 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑑𝑒𝑠𝑒𝑒𝑠, 𝑙𝑜 𝑢́𝑛𝑖𝑐𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑎 𝑐𝑎𝑚𝑏𝑖𝑜, 𝑒𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒𝑎𝑠 𝑚𝑖́𝑎 [Cinderella]
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  • La noche ha caído sobre el bosque, y mi cabaña está envuelta en silencio. Solo el crepitar suave del fuego y la luz tenue de la lámpara de aceite me acompañan mientras me acomodo en mi sillón favorito. Un libro descansa en mis manos, y cada página que paso me transporta a otro lugar, a otro tiempo.

    Alguna noche me gustaría compartir estas historias con alguien mas
    La noche ha caído sobre el bosque, y mi cabaña está envuelta en silencio. Solo el crepitar suave del fuego y la luz tenue de la lámpara de aceite me acompañan mientras me acomodo en mi sillón favorito. Un libro descansa en mis manos, y cada página que paso me transporta a otro lugar, a otro tiempo. Alguna noche me gustaría compartir estas historias con alguien mas
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    "La confianza que nace cuando alguien roto te entrega sus pedazos es un lazo invisible, tejido con dolor, pero también con la esperanza de que, en tus manos, su historia encontrará refugio y la promesa de que no caminará solo en su oscuridad."

    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ SOLDIER BOY


    ㅤㅤㅤㅤㅤ #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    "La confianza que nace cuando alguien roto te entrega sus pedazos es un lazo invisible, tejido con dolor, pero también con la esperanza de que, en tus manos, su historia encontrará refugio y la promesa de que no caminará solo en su oscuridad." ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ [D0NTUSEDRUGS] ㅤㅤㅤㅤㅤ #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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  • "Esta rosa del desierto llama a la lluvia. Quién venera su presencia; acude como un condenado a sus melodías. Cada uno de los pasos que lo acercan a mí es una llamada de paraísos primigenios pese a que desconozco si lograré encontrarlo entre mis brazos para siempre. Aún perdura su estampa en este corazón que arrastra todas mis ilusiones. Mis huellas a ópera silente; porque no hay espíritu que lo pueda invocar y traerlo hasta mí".

    Sus palabras susurran delineados a sol de invierno y nieve de verano. La habitación produce que su corazón latiera y lagrimeara, sin derramar una lágrima alguna. Reparte una caricia entre los barrotes; la jaula no está oxidada pero reposa en matiz bronce. Ahí perduran sus memorias. El cofre en que las ha sepultado resuena música. Melodías que silban una La crecida, que delinean un Re escrito con hilares de lana. Las Mi que hechizan los dedos que tocan sus hoscos rostros; esos revestidos con vidrioso orégano y laureles circunspectos. Delimita una forma de prestarle los ojos de sus manos. Vislumbra las alineaciones de los astros que pecan de inocentes.

    El abrigo de sus rezos calma los sollozos del genuino imberbe con aroma a condenado; él matiza la arena con la que le calienta los pies. El orgullo de sus crímenes, signos de bosques y triadas de metal, esos que esgrimen una venía a sus denarios de dientes de leche y huesos de cimitarras; pigmentados con tinta indeleble para siempre en un pozo de ríos de paraísos sin final.

    Él presta a callar sus sentires; él imprime sus huellas dactilares en un esbozo que musita un esgrimido de hazañas y recodos de piedras en el centro de su vesícula. Tiene hambre y viste de espejismos y cayenas. Ofrece café de uvas; pastel de zanahorias y ciruelas pasas que pastan con el rencor de las palabras mudas que se elevan, se elevan, se elevan con el futuro de los céfiros y el humo de adviento que hace el Amor con sus delicadas promesas.

    Él abre la jaula. No persiste el juicio que lo condenó a vagar en la realidad sin siquiera moverse. Sus dedos se mueven, tejen un lagrimeo de lilas y árboles de lima. Las naranjas que crecen en su interior, que pare de vez en vez, de vez en vez, de vez en vez retienen los rostros infantiles de sus vástagos. Edifican pilares, consciencia con aroma a popurrí. Seda de huesos de besos. Desde el secuestro escriben una historia interminable; venenos y antídotos han trinado y sesgado a sus dominios; derrite a la razón de sus suspiros. Retira la sentencia en las nocturnas haladas que pregonan juntos; cada vez que abren las alas. Cada vez que fotografía su anatomía y la borda en el centro de su ombligo.

    Cada tanto que cuenta el tiempo que anda y, con anhelantes rezos, describe a la fantasía justo a su sangre y altares. A él acude cada vez que se equivoca en las lecciones. A él confiesa sus dolencias; la magia punza y retiene lo poco de cordura que les queda. Comparten el lecho de plumas y piojos de ganso. Sobre ellos crecen flores cristalinas; la fiereza de sus voces al llamarse sin palabras hiere a sus engaños. Jamás se abandonarán el uno al otro, el otro al uno, el uno al dos.

    Ambos son prisioneros y verdugos de su Amor, melodía decorosa que viste a la tumba de sus hilos rojos del Destino y muñecas con aroma a Sol. El otoño crece entre sus ramas: un firmamento anhelante de sal de mar. Un sueño que repite su ciclo de principio a fin con vestigios de cisnes y cigüeñas hechas de tejidos de papel. Hiela una brizna y recita la buena nueva de su historia en estos aquí y estos ahora.

    Amor y dolor. Duermen y sueñan con ellos mismos; sueños de dulces cunas. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Un lamento de sus ecos alcanza a rasgar el silencio que escuda sus penas que aguardan ante como monolitos colgantes de pies descalzos; ellos se abrazan, aún en la distancia. Ellos hacen el Amor siempre entre desnudadas pérdidas y reencuentros de crueldades magnánimas, tan sólo son dos soñadores radicales que se anhelan; tan sólo el firmamento y el mar que se llaman entre los bordes del tiempo. Están ahí, y se desmoronan, similares a un leve susurro; a un encanto. Un sagrado sueño que los unifica y en el que se buscan sin siquiera conocer sus nombres verdaderos.


    "Esta rosa del desierto llama a la lluvia. Quién venera su presencia; acude como un condenado a sus melodías. Cada uno de los pasos que lo acercan a mí es una llamada de paraísos primigenios pese a que desconozco si lograré encontrarlo entre mis brazos para siempre. Aún perdura su estampa en este corazón que arrastra todas mis ilusiones. Mis huellas a ópera silente; porque no hay espíritu que lo pueda invocar y traerlo hasta mí". Sus palabras susurran delineados a sol de invierno y nieve de verano. La habitación produce que su corazón latiera y lagrimeara, sin derramar una lágrima alguna. Reparte una caricia entre los barrotes; la jaula no está oxidada pero reposa en matiz bronce. Ahí perduran sus memorias. El cofre en que las ha sepultado resuena música. Melodías que silban una La crecida, que delinean un Re escrito con hilares de lana. Las Mi que hechizan los dedos que tocan sus hoscos rostros; esos revestidos con vidrioso orégano y laureles circunspectos. Delimita una forma de prestarle los ojos de sus manos. Vislumbra las alineaciones de los astros que pecan de inocentes. El abrigo de sus rezos calma los sollozos del genuino imberbe con aroma a condenado; él matiza la arena con la que le calienta los pies. El orgullo de sus crímenes, signos de bosques y triadas de metal, esos que esgrimen una venía a sus denarios de dientes de leche y huesos de cimitarras; pigmentados con tinta indeleble para siempre en un pozo de ríos de paraísos sin final. Él presta a callar sus sentires; él imprime sus huellas dactilares en un esbozo que musita un esgrimido de hazañas y recodos de piedras en el centro de su vesícula. Tiene hambre y viste de espejismos y cayenas. Ofrece café de uvas; pastel de zanahorias y ciruelas pasas que pastan con el rencor de las palabras mudas que se elevan, se elevan, se elevan con el futuro de los céfiros y el humo de adviento que hace el Amor con sus delicadas promesas. Él abre la jaula. No persiste el juicio que lo condenó a vagar en la realidad sin siquiera moverse. Sus dedos se mueven, tejen un lagrimeo de lilas y árboles de lima. Las naranjas que crecen en su interior, que pare de vez en vez, de vez en vez, de vez en vez retienen los rostros infantiles de sus vástagos. Edifican pilares, consciencia con aroma a popurrí. Seda de huesos de besos. Desde el secuestro escriben una historia interminable; venenos y antídotos han trinado y sesgado a sus dominios; derrite a la razón de sus suspiros. Retira la sentencia en las nocturnas haladas que pregonan juntos; cada vez que abren las alas. Cada vez que fotografía su anatomía y la borda en el centro de su ombligo. Cada tanto que cuenta el tiempo que anda y, con anhelantes rezos, describe a la fantasía justo a su sangre y altares. A él acude cada vez que se equivoca en las lecciones. A él confiesa sus dolencias; la magia punza y retiene lo poco de cordura que les queda. Comparten el lecho de plumas y piojos de ganso. Sobre ellos crecen flores cristalinas; la fiereza de sus voces al llamarse sin palabras hiere a sus engaños. Jamás se abandonarán el uno al otro, el otro al uno, el uno al dos. Ambos son prisioneros y verdugos de su Amor, melodía decorosa que viste a la tumba de sus hilos rojos del Destino y muñecas con aroma a Sol. El otoño crece entre sus ramas: un firmamento anhelante de sal de mar. Un sueño que repite su ciclo de principio a fin con vestigios de cisnes y cigüeñas hechas de tejidos de papel. Hiela una brizna y recita la buena nueva de su historia en estos aquí y estos ahora. Amor y dolor. Duermen y sueñan con ellos mismos; sueños de dulces cunas. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Se anhelan, se quieren, con etéreo valor. Un lamento de sus ecos alcanza a rasgar el silencio que escuda sus penas que aguardan ante como monolitos colgantes de pies descalzos; ellos se abrazan, aún en la distancia. Ellos hacen el Amor siempre entre desnudadas pérdidas y reencuentros de crueldades magnánimas, tan sólo son dos soñadores radicales que se anhelan; tan sólo el firmamento y el mar que se llaman entre los bordes del tiempo. Están ahí, y se desmoronan, similares a un leve susurro; a un encanto. Un sagrado sueño que los unifica y en el que se buscan sin siquiera conocer sus nombres verdaderos.
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  • Se sentia ,sola decepcionada ,incluso ya se lo esperaba. Era la historia de su vida. Estar sola deambulando y por si acaso que al fijarse en alguien ese ya tuviera pareja,hijos,esposa,novia,amamte,aventura,amiga free (todas las posibilidades donde ya hubiese un interes) decidio sonreir y olvidarse de el
    //Si lo lees no regreses//
    Pensaba mientras suspiraba al aire
    Se sentia ,sola decepcionada ,incluso ya se lo esperaba. Era la historia de su vida. Estar sola deambulando y por si acaso que al fijarse en alguien ese ya tuviera pareja,hijos,esposa,novia,amamte,aventura,amiga free (todas las posibilidades donde ya hubiese un interes) decidio sonreir y olvidarse de el 🌑 //Si lo lees no regreses// Pensaba mientras suspiraba al aire
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  • Iona, bajo su identidad como Lepus, se sienta en el rincón de su pequeña y oscura habitación, el aire denso y cálido apenas iluminado por la luz de una vela. La llama parpadea en su máscara de conejo, creando sombras danzantes en las paredes. La ciudad afuera bulle de vida, pero dentro de este espacio, el silencio es casi tangible. Es en momentos como este que su mente vuelve a la sociedad de Luminarias.

    Piensa en Destino, esa presencia enigmática cuya voz ha resonado en su mente como un eco lejano, siempre presente y a la vez inalcanzable. La imagen de la primera vez que escuchó aquella voz vuelve a ella. Despertó en medio de aquella fiesta del té, rodeada de las demás entidades, como si siempre hubiera estado ahí. Una bienvenida sin palabras, solo miradas y gestos que sugerían comprensión y, tal vez, un rastro de curiosidad. No era la primera Lepus, lo supo desde el primer instante, pero era como si la sociedad la hubiera estado esperando, o tal vez, como si Destino hubiera decidido que era el momento adecuado para su aparición.

    Los miembros de Luminarias, todos seres de antiguos planos, con sus nombres tomados de constelaciones y sus formas adoptadas de animales. Hay una sensación de seguridad entre ellos, una certeza de que cada uno tiene su propósito, aunque la forma en que lo cumplan sea única. Iona se pregunta a menudo qué habrá sido del Lepus anterior. Nadie habla de él, o de ella, y ella ha aprendido a no preguntar. Tal vez el misterio es parte de la magia de la sociedad, ese constante recordar que nada es permanente, que incluso ellos, entidades de la sombra y la luz, pueden desaparecer sin dejar rastro.

    El Fénix es una presencia que trae consuelo a sus pensamientos. Su figura se alza en su mente, medio humano, medio pájaro, siempre rodeado de un resplandor cálido. Él la trata con cariño, casi como si fuera una hermana menor. Los dulces que le ofrece en cada encuentro son un recordatorio de que, aunque sea la más joven, es aceptada. La idea de la resurrección que él representa la ha hecho reflexionar más de una vez. ¿Qué significa realmente renacer? ¿Es posible que ella misma esté en un proceso de constante renacimiento, aprendiendo de cada encuentro, de cada alma que asiste?

    Iona se pregunta si alguna vez llegará a ser como ellos, si con el tiempo perderá esa sensibilidad que la hace tambalear en sus decisiones, que la llena de dudas cuando se enfrenta a los humanos. Los otros la tranquilizan, le dicen que con el tiempo aprenderá a desligarse, a ser más eficiente en su labor. Sin embargo, una parte de ella teme ese cambio. Su empatía, su capacidad de sentir lo que sienten los demás, es lo que la hace quien es, lo que la conecta con el mundo humano que tanto le fascina y desconcierta.

    Los recuerdos de las reuniones la envuelven. Escuchar las historias de los demás es su forma de aprender, de prepararse para lo que pueda venir. Cada anécdota es una lección, un fragmento de sabiduría que atesora en su mente. A veces, desearía poder hablar más, compartir sus propios miedos y preguntas, pero se contiene. La percepción de los otros hacia ella, como si fuera una infante entre gigantes, la hace dudar. Aun así, el apoyo silencioso de sus compañeros le da la fortaleza que necesita para seguir adelante.

    En el fondo, Iona sabe que la sociedad de Luminarias es más que una reunión de entidades poderosas. Es una familia disfuncional, un grupo de seres que, a pesar de sus diferencias y orígenes, se unen por un propósito mayor. Cada uno cumple un rol, una función en el gran entramado de la existencia, y aunque sus caminos a veces se crucen solo en esos extraños y oníricos encuentros, hay un lazo inquebrantable que los mantiene unidos.

    Con un suspiro, Iona se levanta y apaga la vela. El cuarto queda sumido en la oscuridad, pero no es una oscuridad que la asuste. Es la oscuridad de la reflexión, de la conexión con lo que es y lo que será. Las Luminarias están con ella, incluso en este pequeño rincón del mundo humano, y esa certeza le da la calma para continuar.

    Iona, bajo su identidad como Lepus, se sienta en el rincón de su pequeña y oscura habitación, el aire denso y cálido apenas iluminado por la luz de una vela. La llama parpadea en su máscara de conejo, creando sombras danzantes en las paredes. La ciudad afuera bulle de vida, pero dentro de este espacio, el silencio es casi tangible. Es en momentos como este que su mente vuelve a la sociedad de Luminarias. Piensa en Destino, esa presencia enigmática cuya voz ha resonado en su mente como un eco lejano, siempre presente y a la vez inalcanzable. La imagen de la primera vez que escuchó aquella voz vuelve a ella. Despertó en medio de aquella fiesta del té, rodeada de las demás entidades, como si siempre hubiera estado ahí. Una bienvenida sin palabras, solo miradas y gestos que sugerían comprensión y, tal vez, un rastro de curiosidad. No era la primera Lepus, lo supo desde el primer instante, pero era como si la sociedad la hubiera estado esperando, o tal vez, como si Destino hubiera decidido que era el momento adecuado para su aparición. Los miembros de Luminarias, todos seres de antiguos planos, con sus nombres tomados de constelaciones y sus formas adoptadas de animales. Hay una sensación de seguridad entre ellos, una certeza de que cada uno tiene su propósito, aunque la forma en que lo cumplan sea única. Iona se pregunta a menudo qué habrá sido del Lepus anterior. Nadie habla de él, o de ella, y ella ha aprendido a no preguntar. Tal vez el misterio es parte de la magia de la sociedad, ese constante recordar que nada es permanente, que incluso ellos, entidades de la sombra y la luz, pueden desaparecer sin dejar rastro. El Fénix es una presencia que trae consuelo a sus pensamientos. Su figura se alza en su mente, medio humano, medio pájaro, siempre rodeado de un resplandor cálido. Él la trata con cariño, casi como si fuera una hermana menor. Los dulces que le ofrece en cada encuentro son un recordatorio de que, aunque sea la más joven, es aceptada. La idea de la resurrección que él representa la ha hecho reflexionar más de una vez. ¿Qué significa realmente renacer? ¿Es posible que ella misma esté en un proceso de constante renacimiento, aprendiendo de cada encuentro, de cada alma que asiste? Iona se pregunta si alguna vez llegará a ser como ellos, si con el tiempo perderá esa sensibilidad que la hace tambalear en sus decisiones, que la llena de dudas cuando se enfrenta a los humanos. Los otros la tranquilizan, le dicen que con el tiempo aprenderá a desligarse, a ser más eficiente en su labor. Sin embargo, una parte de ella teme ese cambio. Su empatía, su capacidad de sentir lo que sienten los demás, es lo que la hace quien es, lo que la conecta con el mundo humano que tanto le fascina y desconcierta. Los recuerdos de las reuniones la envuelven. Escuchar las historias de los demás es su forma de aprender, de prepararse para lo que pueda venir. Cada anécdota es una lección, un fragmento de sabiduría que atesora en su mente. A veces, desearía poder hablar más, compartir sus propios miedos y preguntas, pero se contiene. La percepción de los otros hacia ella, como si fuera una infante entre gigantes, la hace dudar. Aun así, el apoyo silencioso de sus compañeros le da la fortaleza que necesita para seguir adelante. En el fondo, Iona sabe que la sociedad de Luminarias es más que una reunión de entidades poderosas. Es una familia disfuncional, un grupo de seres que, a pesar de sus diferencias y orígenes, se unen por un propósito mayor. Cada uno cumple un rol, una función en el gran entramado de la existencia, y aunque sus caminos a veces se crucen solo en esos extraños y oníricos encuentros, hay un lazo inquebrantable que los mantiene unidos. Con un suspiro, Iona se levanta y apaga la vela. El cuarto queda sumido en la oscuridad, pero no es una oscuridad que la asuste. Es la oscuridad de la reflexión, de la conexión con lo que es y lo que será. Las Luminarias están con ella, incluso en este pequeño rincón del mundo humano, y esa certeza le da la calma para continuar.
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  • ; 𝓟𝓻𝓮𝓼𝓮𝓷𝓽𝓪𝓬𝓲𝓸́𝓷 ——¨✦
    OC / Original Character

    𝐎𝐫𝐢𝐠𝐢𝐧𝐚𝐥 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐚𝐜𝐭𝐞𝐫

    Nombre: Hoshi Kaminari.
    Edad: Desconocida.
    Sexo: Hombre
    Ocupación: Samurai Vagabundo.

    Resumen de su historia:

    Hoshi fue un humano durante el periodo Sengoku que creó un vinculó con un ser astral conocido como Ayoris de forma accidental; al destruir el meteorito del cual provino para forjar su katana. Lo cual lo obligó a firmar un pacto con este ser para garantizar la supervivencia de ambos. Pues al destruir aquella roca espacial también destruyó la capsula del alojamiento del "alma" de Ayoris.

    ***

    Su vida cambió al partir entonces a través de diversos cambios físicos. Su cuerpo experimentó alteraciones desde
    sus cabellos; cubiertos de un matiz platinado que recuerda a la luna. Sus ojos; dos destellos celestes con reflejos carmesí que se aprecían si se observa con detalle. Mientras que su cuerpo; se regenera con velocidad y nunca envejece, nutrido por la esencia astral de su huesped.

    Su personalidad, siendo siempre un guerrero caracterizado por preferir la paz antes que el combate, aun con decenas de años a su espaldas siempre preferirá el camino del dialogo y la unidad antes de desenvaindar el enigmático "acero" de su katana meteorica. Aunque también ha aprendido que cuando es necesario, cortar la causa del problema raíz deberá de ser la prioridad antes de el caos crezca sobre la tierra que juró proteger.

    Aчorıs ✦
    Es un ente intagible que se materializa en el ambiente con la forma de una joven espectral de color azulado. Puede canalizar poderes telequinéticos dentro de un rango cercano a Hoshi. Así mismo le ofrece habilidades sobrehumanadas a su huésped para sortear a los enemigos que tengan delante. Aunque la mayor parte del tiempo prefiere esconderse en la hoja de su katana.

    A diferencia de Hoshi; ella odia a los humanos y los conisdera una raza imperfecta, carente de un uso adecuado de sus emociones y con ambiciones que terminan acabando con el propio mundo que les rodea. Su misión en el planeta era despojar de la tierra a los humanos y comenzar la colonización de su raza lentamente, siendo ella el organismo fundador. No obstante, no pudo madurar a tiempo su cuerpo dado la intercepción del herrero quien destruyó el meteorito y su núcleo forjando su katana. Para poder salvarse a sí misma, se introdujo en el cuerpo de Hoshi y le obligó a cumplir con su misión, pero este último se resistió tomando la batuta y al mismo tiempo poniendo sus propias conclusiones. Sin embargo, al final ambos se vieron a la necesidad de cooperar bajo una conversación breve pero clave el futuro de ambos acompañantes:

    𝓗𝓸𝓼𝓱𝓲
    Te mostraré que la humanidad merece ser salvada. Entonces encontraré la manera de devolverte tu cuerpo y abandonarás tu idea de colonizar esta tierra que no les pertenece.

    𝓐𝔂𝓸𝓻𝓲𝓼
    No hay forma de salvar el corazón del humano, nacen podridos y mueren en la tierra, absorbidos hasta ser simples restos de huesos. Cuando acaben con la mayor parte de esta tierra, te verás obligado a ceder a mí y abandonar la idea de salvar una causa perdida.
    ; 𝓟𝓻𝓮𝓼𝓮𝓷𝓽𝓪𝓬𝓲𝓸́𝓷 ——¨✦ OC / Original Character 𝐎𝐫𝐢𝐠𝐢𝐧𝐚𝐥 𝐂𝐡𝐚𝐫𝐚𝐜𝐭𝐞𝐫 Nombre: Hoshi Kaminari. Edad: Desconocida. Sexo: Hombre Ocupación: Samurai Vagabundo. Resumen de su historia: Hoshi fue un humano durante el periodo Sengoku que creó un vinculó con un ser astral conocido como Ayoris de forma accidental; al destruir el meteorito del cual provino para forjar su katana. Lo cual lo obligó a firmar un pacto con este ser para garantizar la supervivencia de ambos. Pues al destruir aquella roca espacial también destruyó la capsula del alojamiento del "alma" de Ayoris. *** Su vida cambió al partir entonces a través de diversos cambios físicos. Su cuerpo experimentó alteraciones desde sus cabellos; cubiertos de un matiz platinado que recuerda a la luna. Sus ojos; dos destellos celestes con reflejos carmesí que se aprecían si se observa con detalle. Mientras que su cuerpo; se regenera con velocidad y nunca envejece, nutrido por la esencia astral de su huesped. Su personalidad, siendo siempre un guerrero caracterizado por preferir la paz antes que el combate, aun con decenas de años a su espaldas siempre preferirá el camino del dialogo y la unidad antes de desenvaindar el enigmático "acero" de su katana meteorica. Aunque también ha aprendido que cuando es necesario, cortar la causa del problema raíz deberá de ser la prioridad antes de el caos crezca sobre la tierra que juró proteger. Aчorıs ✦ Es un ente intagible que se materializa en el ambiente con la forma de una joven espectral de color azulado. Puede canalizar poderes telequinéticos dentro de un rango cercano a Hoshi. Así mismo le ofrece habilidades sobrehumanadas a su huésped para sortear a los enemigos que tengan delante. Aunque la mayor parte del tiempo prefiere esconderse en la hoja de su katana. A diferencia de Hoshi; ella odia a los humanos y los conisdera una raza imperfecta, carente de un uso adecuado de sus emociones y con ambiciones que terminan acabando con el propio mundo que les rodea. Su misión en el planeta era despojar de la tierra a los humanos y comenzar la colonización de su raza lentamente, siendo ella el organismo fundador. No obstante, no pudo madurar a tiempo su cuerpo dado la intercepción del herrero quien destruyó el meteorito y su núcleo forjando su katana. Para poder salvarse a sí misma, se introdujo en el cuerpo de Hoshi y le obligó a cumplir con su misión, pero este último se resistió tomando la batuta y al mismo tiempo poniendo sus propias conclusiones. Sin embargo, al final ambos se vieron a la necesidad de cooperar bajo una conversación breve pero clave el futuro de ambos acompañantes: 𝓗𝓸𝓼𝓱𝓲 Te mostraré que la humanidad merece ser salvada. Entonces encontraré la manera de devolverte tu cuerpo y abandonarás tu idea de colonizar esta tierra que no les pertenece. 𝓐𝔂𝓸𝓻𝓲𝓼 No hay forma de salvar el corazón del humano, nacen podridos y mueren en la tierra, absorbidos hasta ser simples restos de huesos. Cuando acaben con la mayor parte de esta tierra, te verás obligado a ceder a mí y abandonar la idea de salvar una causa perdida.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Perdonen si aún no he iniciado ninguna historia, como postear este.. estado con la cabeza en otro lado.\\
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