• Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    //La buena noticia es que los dos gatos ya está. Acostumbrados al peque, la mala es que Mushu (el perro) está muy pesado ladrando constantemente y si lo entro no me hace ni caso por que está el peque al que tengo que acostumbrarlo. Creo que es hora de llamar a mis padres.(¿)
    //La buena noticia es que los dos gatos ya está. Acostumbrados al peque, la mala es que Mushu (el perro) está muy pesado ladrando constantemente y si lo entro no me hace ni caso por que está el peque al que tengo que acostumbrarlo. Creo que es hora de llamar a mis padres.(¿)
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  • *En Halloween descubrí algo que me aterró demasiado.
    Y es que mi vecina 𝐴𝑟𝑎𝑛𝑡 ☄ 𝐿𝑣𝑔𝑣𝑠⭑ es un monstruo. O algo así.
    Cierto que tras llegar a este país encontré un montón de criaturas peculiares: gatos que hablaban, chicas kitsune con enormes senos, personas que decían ser demonios, personas con ojos extraños... Pero con ninguno de esos entes traté demasiado. Salvo ella.
    Resultó que el lugar que el gobierno de este país me asignó para vivir estaba casi deshabitado. Sólo estaba yo, algún vecino por ahí, y la chica que vivía al lado, 𝐴𝑟𝑎𝑛𝑡 ☄ 𝐿𝑣𝑔𝑣𝑠⭑ .
    Me parecía una chica rara, además que su cabello blanco... Bueno, la hacían parecerse a uno de esos cerdos blancos de mi país, pero tras examinarla un poco supe que no era un alba, por fortuna. Aunque no sé qué hubiera hecho si lo fuera.
    El caso es que las pocas veces que traté con ella me parecía algo rara, pero nada fuera de lo normal. Todas aquellas criaturas que había encontrado antes eran más raras, hasta antes de Halloween.
    En realidad no había tratado mucho con ella, sólo una vez me despertó para pedirme una taza de azúcar, y en otra ocasión encontré un libro de hechizos envuelto con una nota de ella, diciendo que era un regalo. Y entonces llegó Halloween.
    Esa noche fue difícil para mí porque las voces aumentaban significativamente. Estaban en todos lados, y hablaban mucho más, y con más fuerza... Y resultó que una de las voces era de ella. Pero entonces ella apareció de la nada ante mí, y mostró unos espantosos colmillos que a la vez me asustaron y me recordaron por qué los vampiros me causan repulsión... Y así supe que ella era un monstruo.
    Con el tiempo empezó a atravesar las paredes y aparecer en este departamento que ocupo, y a reírse de mí. También de alguna manera podía saber mis pensamientos, y confirmé con cada uno de esos encuentros no muy gratos que ella era un monstruo, o alguna especie de ente sobrenatural.
    Pensé solicitar al gobierno algún cambio de domicilio porque vivir al lado de ella me incomodaba demasiado. Ciertamente no era agradable escucharla responder a lo que estoy pensando, verla atravesar las paredes o que aparezca de la nada frente a mí, aunque mi solicitud estaba tomando demasiado tiempo.
    Por eso empecé a pasar más tiempo en la biblioteca, y volvía a casa sólo a descansar esperando que ella no apareciera.
    Por esas fechas de Halloween encontré en la biblioteca un libro sobre monstruos que había leído hace tiempo en el campo de batalla, y decidí volver a leerlo. La lectura era agradable, pero me hizo cuestionarme por la naturaleza de los monstruos. Aunque tenía nociones, creo que las más firmes eran que los monstruos producen miedo. O al menos son intimidantes. Y si todo eso falla, al final son una especie de existencia que rompe con aquello a lo que estamos acostumbrados... Al menos a lo que los humanos lo estamos.
    Estaba en la biblioteca leyendo sobre los monstruos, y pensando que en la biblioteca ella no aparecía. Así que consideré que era un lugar seguro... O eso creía.*
    *En Halloween descubrí algo que me aterró demasiado. Y es que mi vecina [Arantxza.lvgvs] es un monstruo. O algo así. Cierto que tras llegar a este país encontré un montón de criaturas peculiares: gatos que hablaban, chicas kitsune con enormes senos, personas que decían ser demonios, personas con ojos extraños... Pero con ninguno de esos entes traté demasiado. Salvo ella. Resultó que el lugar que el gobierno de este país me asignó para vivir estaba casi deshabitado. Sólo estaba yo, algún vecino por ahí, y la chica que vivía al lado, [Arantxza.lvgvs] . Me parecía una chica rara, además que su cabello blanco... Bueno, la hacían parecerse a uno de esos cerdos blancos de mi país, pero tras examinarla un poco supe que no era un alba, por fortuna. Aunque no sé qué hubiera hecho si lo fuera. El caso es que las pocas veces que traté con ella me parecía algo rara, pero nada fuera de lo normal. Todas aquellas criaturas que había encontrado antes eran más raras, hasta antes de Halloween. En realidad no había tratado mucho con ella, sólo una vez me despertó para pedirme una taza de azúcar, y en otra ocasión encontré un libro de hechizos envuelto con una nota de ella, diciendo que era un regalo. Y entonces llegó Halloween. Esa noche fue difícil para mí porque las voces aumentaban significativamente. Estaban en todos lados, y hablaban mucho más, y con más fuerza... Y resultó que una de las voces era de ella. Pero entonces ella apareció de la nada ante mí, y mostró unos espantosos colmillos que a la vez me asustaron y me recordaron por qué los vampiros me causan repulsión... Y así supe que ella era un monstruo. Con el tiempo empezó a atravesar las paredes y aparecer en este departamento que ocupo, y a reírse de mí. También de alguna manera podía saber mis pensamientos, y confirmé con cada uno de esos encuentros no muy gratos que ella era un monstruo, o alguna especie de ente sobrenatural. Pensé solicitar al gobierno algún cambio de domicilio porque vivir al lado de ella me incomodaba demasiado. Ciertamente no era agradable escucharla responder a lo que estoy pensando, verla atravesar las paredes o que aparezca de la nada frente a mí, aunque mi solicitud estaba tomando demasiado tiempo. Por eso empecé a pasar más tiempo en la biblioteca, y volvía a casa sólo a descansar esperando que ella no apareciera. Por esas fechas de Halloween encontré en la biblioteca un libro sobre monstruos que había leído hace tiempo en el campo de batalla, y decidí volver a leerlo. La lectura era agradable, pero me hizo cuestionarme por la naturaleza de los monstruos. Aunque tenía nociones, creo que las más firmes eran que los monstruos producen miedo. O al menos son intimidantes. Y si todo eso falla, al final son una especie de existencia que rompe con aquello a lo que estamos acostumbrados... Al menos a lo que los humanos lo estamos. Estaba en la biblioteca leyendo sobre los monstruos, y pensando que en la biblioteca ella no aparecía. Así que consideré que era un lugar seguro... O eso creía.*
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  • — Sólo puedo disfrutar la compañía de los gatos. Odio a los humanos. Mi odio es algo similar a un instinto demoniaco.

    Pero, no odio a los humanos por sus defectos, me resulta divertido controlarlos. ♡

    La emoción no es lo que me impulsa; el propósito lo hace.
    — Sólo puedo disfrutar la compañía de los gatos. Odio a los humanos. Mi odio es algo similar a un instinto demoniaco. Pero, no odio a los humanos por sus defectos, me resulta divertido controlarlos. ♡ La emoción no es lo que me impulsa; el propósito lo hace.
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  • ─ Una cosa que he aprendido, es que a los gatos no les importa si eres o no una persona que le gusten los gatos.
    A mi no me agradan los gatos por el pelo. Pero parece que a ellos si les agrado.

    ─ Una cosa que he aprendido, es que a los gatos no les importa si eres o no una persona que le gusten los gatos. A mi no me agradan los gatos por el pelo. Pero parece que a ellos si les agrado.
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  • Me encantan los gatos, son tan pequeños y peluditos, además que vibran.
    Me encantan los gatos, son tan pequeños y peluditos, además que vibran.
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  • ... Y así, el emperador de todo este lugar volvió en forma de un ser superior y su nombre es...

    *Hola. Seguramente te estás preguntando cómo fue que el gran y poderoso dios de los guardianes, Arataki Itto se convirtió en un gato peludo y panzón. Bien, solo les diré que no se metan con una bruja después de haberle robado joyas preciosas por montones, suelen enojarse mucho*

    ¡GAT-ITTO!
    ¡EL SOBERANO DE LOS GATOS GUARDIANES
    ... Y así, el emperador de todo este lugar volvió en forma de un ser superior y su nombre es... *Hola. Seguramente te estás preguntando cómo fue que el gran y poderoso dios de los guardianes, Arataki Itto se convirtió en un gato peludo y panzón. Bien, solo les diré que no se metan con una bruja después de haberle robado joyas preciosas por montones, suelen enojarse mucho* ¡GAT-ITTO! ¡EL SOBERANO DE LOS GATOS GUARDIANES
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  • A sus veintipocos, Carmina siempre responde lo mismo cuando alguien le pregunta si ha estado enamorada: "No, nunca. Nunca me ha pasado." Lo dice con una sonrisa y el tono de quien ha olvidado el sabor de ese sentimiento o de quien, simplemente, jamás lo ha probado. Y cualquiera podría creerle. Al menos hasta que Carmina se queda en silencio, y sus ojos, por unos instantes, parecen viajar a otro tiempo, a otras tardes donde el sol era más cálido y el aire olía a pan fresco.

    Cuando tenía diecisiete años, Carmina se enamoró de Nicolás, su vecino. Era el hijo mayor de la familia que administraba la panadería del vecindario, un lugar al que todos iban en busca de pan recién horneado y, para algunos, de una charla amable. Nicolás era un joven alto, de piel bronceada por el sol, con el cabello castaño largo y despeinado, y unos ojos negros que parecían guardar secretos y sueños. Él cuidaba de los gatos callejeros, que lo seguían por las calles como si fuera uno de ellos. Carmina, intrigada por su forma serena y bondadosa, se había acercado al principio por curiosidad, y luego por una conexión que no entendía del todo.

    Siempre se limitó a ser su amiga, a escucharle con atención cuando él hablaba de lo orgulloso que estaba de su familia o de sus planes para ayudar más en la panadería. Jamás confesó el cariño inmenso que sentía por él. ¿Para qué decirlo?, pensaba. Bastaba con estar cerca y compartir momentos sencillos, con esa paz que le traía el sonido de su voz o la risa que le escapaba cuando un gato le subía al hombro.

    Sin embargo, había momentos en que Nicolás parecía sentir lo mismo. A veces, él dejaba caer palabras tímidas o miradas que parecían decir más de lo que ella estaba dispuesta a aceptar. Como aquella vez, tras una tarde cuidando gatos, cuando se quedaron en silencio y Nicolás, con las mejillas levemente sonrojadas, le confesó que le gustaba estar cerca de ella. Carmina había desviado la mirada, riendo con nerviosismo, hablando de otra cosa, como si esas palabras no hubieran sido lo que realmente eran: una confesión disfrazada.

    La noche antes de que Nicolás desapareciera, él le había propuesto ir a tomar un café juntos el fin de semana. Carmina, con el corazón en la garganta, apenas pudo asentir, pensando que tal vez ese sería el momento en que ambos dejarían de esconder sus sentimientos. Pero el destino tenía otros planes.

    A la mañana siguiente, Nicolás ya no estaba. Desapareció sin dejar rastro, y aunque nadie sabía qué le había ocurrido exactamente, el vecindario asumió lo peor, al tratarse de un asunto que involucraba problemas con la mafia. Se decía que, sin tener culpa, se había visto atrapado en problemas por culpa de amigos que lo arrastraron sin quererlo a asuntos oscuros. Nicolás siempre fue un joven honesto y trabajador, alguien que quería ayudar a su familia, nada más. Carmina, al enterarse, sintió cómo su mundo se volvía gris. Las palabras de él, su invitación, resonaron en su mente como una broma amarga. Aquel café, aquella posibilidad, se desvaneció antes de poder ser real.

    La noticia le trajo también un eco doloroso del pasado. Recordó cómo su madre, años atrás, había arruinado la vida de su familia al involucrarse con un hombre que estaba ligado a la mafia. Carmina había crecido con el miedo constante de perderlo todo, de que el caos de esa vida secreta estallara un día y los devorara. Ahora, el ciclo parecía repetirse de un modo cruel, llevándose a Nicolás, otro inocente atrapado en una red de la que no pudo escapar.

    En las semanas que siguieron, Carmina visitaba la panadería en silencio, intentando mantenerse fuerte mientras veía a la familia de Nicolás seguir adelante con tristeza en los ojos. A veces, se acercaba a los gatos, los mismos que él había cuidado, como si en ellos pudiera encontrar algo de él, un último vestigio de aquel amor que guardó en silencio.

    Ahora, cuando alguien le pregunta si alguna vez se ha enamorado, Carmina recuerda el brillo de los ojos de Nicolás, sus palabras temblorosas y su invitación. Pero sigue negándolo, porque hablar de ese amor es como abrir una herida que aún no sana, una herida marcada por una promesa rota y una vida truncada por los errores de otros. Así, aquel amor permanece escondido entre las sombras de los años y en la fragancia del pan recién horneado que aún flota en su memoria.

    Sin embargo, guarda dos tesoros que no ha dejado que el tiempo borre: una de las pocas fotos que se tomaron juntos, donde él sonríe y la mira de reojo, y los gatos del vecindario, a quienes cuida como una promesa silenciosa, una manera de mantener vivo el recuerdo de aquel primer y único amor.
    A sus veintipocos, Carmina siempre responde lo mismo cuando alguien le pregunta si ha estado enamorada: "No, nunca. Nunca me ha pasado." Lo dice con una sonrisa y el tono de quien ha olvidado el sabor de ese sentimiento o de quien, simplemente, jamás lo ha probado. Y cualquiera podría creerle. Al menos hasta que Carmina se queda en silencio, y sus ojos, por unos instantes, parecen viajar a otro tiempo, a otras tardes donde el sol era más cálido y el aire olía a pan fresco. Cuando tenía diecisiete años, Carmina se enamoró de Nicolás, su vecino. Era el hijo mayor de la familia que administraba la panadería del vecindario, un lugar al que todos iban en busca de pan recién horneado y, para algunos, de una charla amable. Nicolás era un joven alto, de piel bronceada por el sol, con el cabello castaño largo y despeinado, y unos ojos negros que parecían guardar secretos y sueños. Él cuidaba de los gatos callejeros, que lo seguían por las calles como si fuera uno de ellos. Carmina, intrigada por su forma serena y bondadosa, se había acercado al principio por curiosidad, y luego por una conexión que no entendía del todo. Siempre se limitó a ser su amiga, a escucharle con atención cuando él hablaba de lo orgulloso que estaba de su familia o de sus planes para ayudar más en la panadería. Jamás confesó el cariño inmenso que sentía por él. ¿Para qué decirlo?, pensaba. Bastaba con estar cerca y compartir momentos sencillos, con esa paz que le traía el sonido de su voz o la risa que le escapaba cuando un gato le subía al hombro. Sin embargo, había momentos en que Nicolás parecía sentir lo mismo. A veces, él dejaba caer palabras tímidas o miradas que parecían decir más de lo que ella estaba dispuesta a aceptar. Como aquella vez, tras una tarde cuidando gatos, cuando se quedaron en silencio y Nicolás, con las mejillas levemente sonrojadas, le confesó que le gustaba estar cerca de ella. Carmina había desviado la mirada, riendo con nerviosismo, hablando de otra cosa, como si esas palabras no hubieran sido lo que realmente eran: una confesión disfrazada. La noche antes de que Nicolás desapareciera, él le había propuesto ir a tomar un café juntos el fin de semana. Carmina, con el corazón en la garganta, apenas pudo asentir, pensando que tal vez ese sería el momento en que ambos dejarían de esconder sus sentimientos. Pero el destino tenía otros planes. A la mañana siguiente, Nicolás ya no estaba. Desapareció sin dejar rastro, y aunque nadie sabía qué le había ocurrido exactamente, el vecindario asumió lo peor, al tratarse de un asunto que involucraba problemas con la mafia. Se decía que, sin tener culpa, se había visto atrapado en problemas por culpa de amigos que lo arrastraron sin quererlo a asuntos oscuros. Nicolás siempre fue un joven honesto y trabajador, alguien que quería ayudar a su familia, nada más. Carmina, al enterarse, sintió cómo su mundo se volvía gris. Las palabras de él, su invitación, resonaron en su mente como una broma amarga. Aquel café, aquella posibilidad, se desvaneció antes de poder ser real. La noticia le trajo también un eco doloroso del pasado. Recordó cómo su madre, años atrás, había arruinado la vida de su familia al involucrarse con un hombre que estaba ligado a la mafia. Carmina había crecido con el miedo constante de perderlo todo, de que el caos de esa vida secreta estallara un día y los devorara. Ahora, el ciclo parecía repetirse de un modo cruel, llevándose a Nicolás, otro inocente atrapado en una red de la que no pudo escapar. En las semanas que siguieron, Carmina visitaba la panadería en silencio, intentando mantenerse fuerte mientras veía a la familia de Nicolás seguir adelante con tristeza en los ojos. A veces, se acercaba a los gatos, los mismos que él había cuidado, como si en ellos pudiera encontrar algo de él, un último vestigio de aquel amor que guardó en silencio. Ahora, cuando alguien le pregunta si alguna vez se ha enamorado, Carmina recuerda el brillo de los ojos de Nicolás, sus palabras temblorosas y su invitación. Pero sigue negándolo, porque hablar de ese amor es como abrir una herida que aún no sana, una herida marcada por una promesa rota y una vida truncada por los errores de otros. Así, aquel amor permanece escondido entre las sombras de los años y en la fragancia del pan recién horneado que aún flota en su memoria. Sin embargo, guarda dos tesoros que no ha dejado que el tiempo borre: una de las pocas fotos que se tomaron juntos, donde él sonríe y la mira de reojo, y los gatos del vecindario, a quienes cuida como una promesa silenciosa, una manera de mantener vivo el recuerdo de aquel primer y único amor.
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  • 𝓤𝒏 𝒆𝒗𝒆𝒏𝒕𝒐 𝒅𝒆𝒍 𝒔𝒐𝒍𝒔𝒕𝒊𝒄𝒊𝒐 𝒅𝒆 𝓞𝒕𝒐𝒏̃𝒐
    Fandom ACOTAR
    Categoría Acción
    — Invitados: 𝕮assian  ︎ ︎ ︎ ︎, 𝕸orrigɑn  ︎ ︎ ︎ ︎, 𝐑𝐡𝐲𝐬𝐚𝐧𝐝 , 𝕬𝖟𝖗𝖎𝖊𝖑 , 𝐅𝐞𝐲𝐫𝐞 𝐀𝐫𝐜𝐡𝐞𝐫𝐨𝐧, [fire_maroon_bull_588], 𝐆𝐚𝐬𝐭𝐨́𝐧 , 𝕾𝖚𝖗𝖎𝖊𝖑 , 𝑇𝘢𝘮𝘭𝘪𝘯​ 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝐶𝘰𝘳𝘵𝘦 𝑃​𝘳𝘪𝘮𝘢𝘷𝘦𝘳𝘢, 𝕷𝘂𝗰𝗶𝗲𝗻 𝗩𝗮𝗻𝘀𝗲𝗿𝗿𝗮, 𝑨𝙢𝙧𝙚𝙣 & 𝕹𝐞𝐬𝐭𝐚 𝕬𝐫𝐜𝐡𝐞𝐫𝐨𝐧

    — Nota: No establecemos orden de rol de momento por que no sé cuantos participaremos al final. He creado esto para que socialicemos entre nosotros y podamos unir a la Corte Noche, aunque sea por un día, jeje.

    — Trasfondo:

    Velaris se prepara para las fiestas del solsticio de otoño, el aroma a calabaza, canela y vainilla recorren las calles de la Ciudad. Aquel aroma que hace sentir a cualquier como en casa. Se celebra el fin de la primavera, el fin de las épocas de siega y se da la bienvenida al invierno.

    Guirnaldas anaranjadas y farolillos cuelgan de las calles, de punta a punta de estas, las casas se llenan de decoraciones en forma de calabaza, gatos negros y murciélagos. Parece que en esa pequeña fiesta hasta se le rinde culto a las brujas y lo que algún día fueron. Casi parece hasta una fiesta honorífica para la Corte de las Pesadillas, já.

    La Corte Noche tiene preparada una gran sala de baile para ellos, su alto lord les ha preparado una sorpresa para que su familia disfrute y se olviden de los horrores de la guerra por unas horas.

    A este baile hay que asistir siguiendo una rigurosa etiqueta: Máscaras, es un baile de máscaras y disfraces.

    ¡Bienvenidos al baile de Samhain, Corte Noche!

    — Fecha limite: Empieza el evento el viernes 8 de Noviembre y termina el domingo 17 Noviembre, así tenemos oportunidad todos de participar.
    — Invitados: [twilight_gold_mule_929], [Third.1n.Command], [high.lord] , [spirit_lime_fox_273], [high1ady], [fire_maroon_bull_588], [Ilyrian.boy], [The_Suriel], [Spring_HighLord], [glimmer_turquoise_monkey_752], [Second_in_Command] & [THE_VALKYRIE] — Nota: No establecemos orden de rol de momento por que no sé cuantos participaremos al final. He creado esto para que socialicemos entre nosotros y podamos unir a la Corte Noche, aunque sea por un día, jeje. — Trasfondo: Velaris se prepara para las fiestas del solsticio de otoño, el aroma a calabaza, canela y vainilla recorren las calles de la Ciudad. Aquel aroma que hace sentir a cualquier como en casa. Se celebra el fin de la primavera, el fin de las épocas de siega y se da la bienvenida al invierno. Guirnaldas anaranjadas y farolillos cuelgan de las calles, de punta a punta de estas, las casas se llenan de decoraciones en forma de calabaza, gatos negros y murciélagos. Parece que en esa pequeña fiesta hasta se le rinde culto a las brujas y lo que algún día fueron. Casi parece hasta una fiesta honorífica para la Corte de las Pesadillas, já. La Corte Noche tiene preparada una gran sala de baile para ellos, su alto lord les ha preparado una sorpresa para que su familia disfrute y se olviden de los horrores de la guerra por unas horas. A este baile hay que asistir siguiendo una rigurosa etiqueta: Máscaras, es un baile de máscaras y disfraces. ¡Bienvenidos al baile de Samhain, Corte Noche! — Fecha limite: Empieza el evento el viernes 8 de Noviembre y termina el domingo 17 Noviembre, así tenemos oportunidad todos de participar.
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  • — Amo a los gatos jejeje—
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  • Carmina salió de su tienda de conveniencia al atardecer, con una bolsa de croquetas y un par de latas de atún en la mano. El callejón al lado de su local era el refugio de varios gatos callejeros, y cada tarde, al cerrar, se aseguraba de que tuvieran algo que comer.

    Se agachó junto a una caja vieja de cartón y vertió las croquetas en varios platitos. Los gatos comenzaron a acercarse, algunos tímidos, otros más confiados. Uno de ellos, un pequeño de pelaje anaranjado, maulló ansiosamente. "Tranquilo, aquí tienes", murmuró Carmina, sonriendo débilmente.

    El aire fresco acariciaba su rostro mientras observaba a los gatos comer. Acarició distraídamente a Gris, el más grande del grupo, que ronroneaba bajo su mano. Pero hoy, a pesar de la compañía de los felinos, la tristeza seguía presente. Aún recordaba la conversación con su abuela el otro día, cuando se desahogó sobre todo lo que sentía. Lucia la había consolado, diciéndole que las cosas mejorarían, que no estaba sola.

    "Quizá solo es cuestión de tiempo", pensó mientras colocaba un cuenco de agua junto a la caja. Se levantó lentamente y suspiró. "Nos vemos mañana", les dijo en voz baja, cerrando la puerta de la tienda tras de sí, con una sensación de nostalgia en el corazón.

    Carmina salió de su tienda de conveniencia al atardecer, con una bolsa de croquetas y un par de latas de atún en la mano. El callejón al lado de su local era el refugio de varios gatos callejeros, y cada tarde, al cerrar, se aseguraba de que tuvieran algo que comer. Se agachó junto a una caja vieja de cartón y vertió las croquetas en varios platitos. Los gatos comenzaron a acercarse, algunos tímidos, otros más confiados. Uno de ellos, un pequeño de pelaje anaranjado, maulló ansiosamente. "Tranquilo, aquí tienes", murmuró Carmina, sonriendo débilmente. El aire fresco acariciaba su rostro mientras observaba a los gatos comer. Acarició distraídamente a Gris, el más grande del grupo, que ronroneaba bajo su mano. Pero hoy, a pesar de la compañía de los felinos, la tristeza seguía presente. Aún recordaba la conversación con su abuela el otro día, cuando se desahogó sobre todo lo que sentía. Lucia la había consolado, diciéndole que las cosas mejorarían, que no estaba sola. "Quizá solo es cuestión de tiempo", pensó mientras colocaba un cuenco de agua junto a la caja. Se levantó lentamente y suspiró. "Nos vemos mañana", les dijo en voz baja, cerrando la puerta de la tienda tras de sí, con una sensación de nostalgia en el corazón.
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