• — No se ven tan mal las orejas de gato y no pueden decir que no son sexys.—

    #seductivesunday
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  • Jeje gato de nieve!!! O nieve de gato!!!!
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Paso a advertir que hare a otro personaje que dejé de rolear por cuestiones personales.

    Mientras que Cedric es el gato gruñón.
    Este personaje será un solecito cálido.
    Si pudiera resumirlos seria así:


    Cedric es la frase:
    " Bien, hazme el villano, el antagonista, pero no olvides que tu me creaste y forzaste mi sufrimiento."

    Este nuevo mago es la frase:
    "El ciclo de sufrimiento acaba conmigo, y yo me encargaré de cuidarte, amarte y ser tu guardián con mi vida."
    Paso a advertir que hare a otro personaje que dejé de rolear por cuestiones personales. Mientras que Cedric es el gato gruñón. Este personaje será un solecito cálido. Si pudiera resumirlos seria así: Cedric es la frase: " Bien, hazme el villano, el antagonista, pero no olvides que tu me creaste y forzaste mi sufrimiento." Este nuevo mago es la frase: "El ciclo de sufrimiento acaba conmigo, y yo me encargaré de cuidarte, amarte y ser tu guardián con mi vida."
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    ¿Que tienen en común Cedric y los gatos negros?
    Ambos son gruñones, ambos son los más rechazados, pero si les dan la oportunidad, serán leales, cariñosos (a su manera) y compañeros de por vida.

    // Gracias por la foto Hiroko ♦
    ¿Que tienen en común Cedric y los gatos negros? Ambos son gruñones, ambos son los más rechazados, pero si les dan la oportunidad, serán leales, cariñosos (a su manera) y compañeros de por vida. // Gracias por la foto Hiroko ♦
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  • Me llevo bien con los gatos, adivinen por que.♡
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  • — Los gatos son una buena compañía, creo que seré el señor de los gatos.—
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  • — Lev. —La voz de Irisha, firme como siempre, captó su atención al punto en que se vio obligado a bajar la revista que leía para mirarla. La gemela le sonrió, cómplice, mientras que se arrodillaba frente al sofá y se apoyaba contra el descansa brazos. Por otro lado, Irina se quedó de pie, detrás del sofá, y terminó inclinando el cuerpo hacia el frente para mirar por sobre el hombro de su hermano a su gemela. Casi parecía que, por primera vez, ninguna entendía lo que pasaba por la cabeza de la otra.—¿Recuerdas la última vez que fuiste feliz?

    Ese era un buen anzuelo. Irina solía ser así cuando tenía curiosidad o cuando algo la abrumaba; siempre hacía preguntas de manera sutil, aunque las sacara de la nada, pero siempre le seguía una explicación bien justificada de sus abruptas preguntas. Sólo que en esta ocasión no hubo ningún intento de justificación y, al mirar en sus ojos, pudo notar que su pregunta era seria. No era algo que se podía tomar a la ligera, tampoco algo que ignorar tan fácilmente o para lo que tuviese el corazón de cortar de tajo sus dudas.

    Nikolay se llevó la mano a la boca, pensativo, y detrás de aquel gesto maldijo en silencio cuando frunció los labios. Odiaba tocar el tema de la felicidad que no sentía y, también, odiaba que se hiciera presente el pasado. Cerró los ojos, y en sus adentros se repitió que ellas no eran culpables, que no lo hacían con malas intenciones y tampoco era un intento de sus otros familiares para sacarle algo de información. Luego de pensárselo, como por dos minutos, negó con lentitud. Incluso su mano izquierda se movió para decir que no con señas. Irina pareció molesta, se le notaba en la cara con ese ceño fruncido y esos ojos furiosos que no iba a aceptar esa respuesta.

    — ¿Cómo que no? Debe existir algo. La última vez que sentía felicidad fue durante nuestras vacaciones en Seúl. La cantidad de skin care y maquillaje que compré con el dinero de papá me hizo feliz. Ya sabes que él nunca quiere gastar dinero en esas cosas porque es una pérdida de tiempo y estoy muy joven. Pero fue un buen momento. ¿Cuál fue el tuyo, Irisha?

    Tanto Lev como Irina miraron a la menor de las gemelas. La rubia no pudo hacer nada más que sobresaltarse, detestaba cada vez que su hermana la arrastraba en sus planes sin decírselo, pero, en el fondo, también quería saber más sobre su hermano. Las manos de la chiquilla se aferraron al cuero del sofá mientras que pensaba. Cada instante las miradas de sus hermanos eran más y más insistentes, haciendo que con ello sus mejillas se pusieran más y más rojas por la vergüenza de ser el centro de atención. No había duda que esas dos, aunque parecían idénticas, se trataba de polos opuestos.

    — Fue... Fue durante el concierto sinfónico de hace unos meses. ¿Recuerdan?

    Aunque el rostro de Irisha demostraba que no. Lev hizo un puño su mano y movió de arriba bajo para decir que sí. Lo recordaba bien, su hermana participaba en el violín, justo en la orilla de la segunda fila, había elegido un vestido negro con mangas largas y una falda amplia, llevaba botas negras que habían hecho rabiar a su madre durante todo el trayecto porque "no era adecuado vestir algo así" en un día tan importante. Entonces se sonrió, conteniéndose una risa pequeña y la incitó a que continuara hablando con un pequeño movimiento de su mano donde la invitó a sentarse en el asiento vacío a su lado. Su hermana asintió, y se apresuró a sentarse antes de volver a hablar con calma.

    — Ese día, desde el escenario, parecían una familia feliz. Podía ver cómo mamá tomaba la mano de papá y se le notaba el amor a ambos. Aleksandr no se veía tan molesto y parecía no importarle estar sentado junto a Niko y... Tú también te veías muy feliz. —Habló, una sonrisa tímida y divertida se asomó en sus labios cuando observó a su hermano. Sus miradas se cruzaron: Una estaba llena de alegría y la otra de confusión.— Aunque fue solo un poco, me dio mucha alegría verlos a todos juntos. Me sentí muy feliz... Y guardo ese recuerdo con mucho amor. —Con ambas manos en el pecho, Irina suspiró antes de tomar valor. Relamió sus labios, nerviosa, y dirigió la mirada a su hermano.— ¿Y tú? Como dijo Irisha. Debes tener alguno. Y nuestro nacimiento no cuenta, Lev, tampoco las tonterías que hacíamos de niñas. Debes tener algo. Lo que sea, no puedes estar triste todo el tiempo... En algún momento debes sentir algo más.

    « Dolor. » Lev no habló, pero sí lo pensó y se le notó en el rostro que no estaba dispuesto en hablar. Siempre había sentido dolor desde que Sasha muriera, desde que lo señalaran como el único culpable y... Desde que se había sentido abandonado por las únicas personas que debían procurarlo. No era su culpa, estaba seguro de que él no había tenido nada que ver con el accidente y que las cosas, desafortunadamente, solo habían sucedido. Sasha había dejado de respirar y... Ya, eso era todo lo que sucediera. Luego todo era borroso y difuso para él. Sin embargo, dentro de esa nube gris de pensamientos, se asomó un momento que brilló con fuerza sobre los demás. Era trivial, algo tonto para muchos, pero de gran valor para él. « Perro. » Movió sus manos con cuidado, poco después buscó su teléfono celular, el cual sacó del bolsillo, y comenzó a escribir un montón de cosas. Probablemente le tomó algunos minutos, pero cuando finalmente acabó, presionó el botón para reproducir el audio con esa voz robotizada del traductor.

    "Fue cuando llegó Boris. Nuestro perro. Fue hace dos años. Aún no puedo creer que Aleksandr aceptara que se quedara, especialmente por ser un perro tan peludo cuando odia que suelten pelo. Cuando Boris llegó a casa, me sentí muy feliz. Siempre había querido tener un perro, pero Aleksandr no quería y Sasha era alérgico."

    Ah, Boris, el adorable golden retriever de la familia. La única razón por la que valía la pena levantarse cada mañana con la intención de acicalarlo y verle traer las pelotas de tenis en el hocico, todo el día, de un lado a otro de la casa. Lev se rió solo de recordarlo, fue una risa extraña, porque movía los labios y los sonidos que emitía eran raros. No parecían risas, pues solo era su nariz resoplando una y otra vez al intentar contenerse mientras que escribía de nuevo.

    " Recuerdo que ese día le destrozó la billetera a Aleksandr. Se puso furioso, amenazó con echar al perro, lo maldijo hasta el cansancio, y al final mamá dijo que iba a quedarse porque yo lo necesitaba".

    Porque lo necesitaba. Aquellas palabras se repitieron una y otra vez en su cabeza, ¿realmente necesitaba del perro? Sí, pero no tanto como de sus padres. Suspiró, luego levantó los hombros para restarle interés al asunto y en su lugar encendió el televisor.

    — Oye, no es justo, yo quería continuar mi serie de ayer. Ese k-drama se quedó buenísimo, ¿por qué tenemos que ver otra vez Los Aristogatos? —Replicó Irisha mientras que se sentaba entre sus hermanos, obligándoles a hacerle espacio.— Es la tercera vez esta semana, ya estoy harta.

    « Porque soy el mayor, y porque yo pago. Ya elegirás cuando seas grande. Además, a nosotros dos no nos gusta Love Alarm. Es aburrida. »
    — Lev. —La voz de Irisha, firme como siempre, captó su atención al punto en que se vio obligado a bajar la revista que leía para mirarla. La gemela le sonrió, cómplice, mientras que se arrodillaba frente al sofá y se apoyaba contra el descansa brazos. Por otro lado, Irina se quedó de pie, detrás del sofá, y terminó inclinando el cuerpo hacia el frente para mirar por sobre el hombro de su hermano a su gemela. Casi parecía que, por primera vez, ninguna entendía lo que pasaba por la cabeza de la otra.—¿Recuerdas la última vez que fuiste feliz? Ese era un buen anzuelo. Irina solía ser así cuando tenía curiosidad o cuando algo la abrumaba; siempre hacía preguntas de manera sutil, aunque las sacara de la nada, pero siempre le seguía una explicación bien justificada de sus abruptas preguntas. Sólo que en esta ocasión no hubo ningún intento de justificación y, al mirar en sus ojos, pudo notar que su pregunta era seria. No era algo que se podía tomar a la ligera, tampoco algo que ignorar tan fácilmente o para lo que tuviese el corazón de cortar de tajo sus dudas. Nikolay se llevó la mano a la boca, pensativo, y detrás de aquel gesto maldijo en silencio cuando frunció los labios. Odiaba tocar el tema de la felicidad que no sentía y, también, odiaba que se hiciera presente el pasado. Cerró los ojos, y en sus adentros se repitió que ellas no eran culpables, que no lo hacían con malas intenciones y tampoco era un intento de sus otros familiares para sacarle algo de información. Luego de pensárselo, como por dos minutos, negó con lentitud. Incluso su mano izquierda se movió para decir que no con señas. Irina pareció molesta, se le notaba en la cara con ese ceño fruncido y esos ojos furiosos que no iba a aceptar esa respuesta. — ¿Cómo que no? Debe existir algo. La última vez que sentía felicidad fue durante nuestras vacaciones en Seúl. La cantidad de skin care y maquillaje que compré con el dinero de papá me hizo feliz. Ya sabes que él nunca quiere gastar dinero en esas cosas porque es una pérdida de tiempo y estoy muy joven. Pero fue un buen momento. ¿Cuál fue el tuyo, Irisha? Tanto Lev como Irina miraron a la menor de las gemelas. La rubia no pudo hacer nada más que sobresaltarse, detestaba cada vez que su hermana la arrastraba en sus planes sin decírselo, pero, en el fondo, también quería saber más sobre su hermano. Las manos de la chiquilla se aferraron al cuero del sofá mientras que pensaba. Cada instante las miradas de sus hermanos eran más y más insistentes, haciendo que con ello sus mejillas se pusieran más y más rojas por la vergüenza de ser el centro de atención. No había duda que esas dos, aunque parecían idénticas, se trataba de polos opuestos. — Fue... Fue durante el concierto sinfónico de hace unos meses. ¿Recuerdan? Aunque el rostro de Irisha demostraba que no. Lev hizo un puño su mano y movió de arriba bajo para decir que sí. Lo recordaba bien, su hermana participaba en el violín, justo en la orilla de la segunda fila, había elegido un vestido negro con mangas largas y una falda amplia, llevaba botas negras que habían hecho rabiar a su madre durante todo el trayecto porque "no era adecuado vestir algo así" en un día tan importante. Entonces se sonrió, conteniéndose una risa pequeña y la incitó a que continuara hablando con un pequeño movimiento de su mano donde la invitó a sentarse en el asiento vacío a su lado. Su hermana asintió, y se apresuró a sentarse antes de volver a hablar con calma. — Ese día, desde el escenario, parecían una familia feliz. Podía ver cómo mamá tomaba la mano de papá y se le notaba el amor a ambos. Aleksandr no se veía tan molesto y parecía no importarle estar sentado junto a Niko y... Tú también te veías muy feliz. —Habló, una sonrisa tímida y divertida se asomó en sus labios cuando observó a su hermano. Sus miradas se cruzaron: Una estaba llena de alegría y la otra de confusión.— Aunque fue solo un poco, me dio mucha alegría verlos a todos juntos. Me sentí muy feliz... Y guardo ese recuerdo con mucho amor. —Con ambas manos en el pecho, Irina suspiró antes de tomar valor. Relamió sus labios, nerviosa, y dirigió la mirada a su hermano.— ¿Y tú? Como dijo Irisha. Debes tener alguno. Y nuestro nacimiento no cuenta, Lev, tampoco las tonterías que hacíamos de niñas. Debes tener algo. Lo que sea, no puedes estar triste todo el tiempo... En algún momento debes sentir algo más. « Dolor. » Lev no habló, pero sí lo pensó y se le notó en el rostro que no estaba dispuesto en hablar. Siempre había sentido dolor desde que Sasha muriera, desde que lo señalaran como el único culpable y... Desde que se había sentido abandonado por las únicas personas que debían procurarlo. No era su culpa, estaba seguro de que él no había tenido nada que ver con el accidente y que las cosas, desafortunadamente, solo habían sucedido. Sasha había dejado de respirar y... Ya, eso era todo lo que sucediera. Luego todo era borroso y difuso para él. Sin embargo, dentro de esa nube gris de pensamientos, se asomó un momento que brilló con fuerza sobre los demás. Era trivial, algo tonto para muchos, pero de gran valor para él. « Perro. » Movió sus manos con cuidado, poco después buscó su teléfono celular, el cual sacó del bolsillo, y comenzó a escribir un montón de cosas. Probablemente le tomó algunos minutos, pero cuando finalmente acabó, presionó el botón para reproducir el audio con esa voz robotizada del traductor. "Fue cuando llegó Boris. Nuestro perro. Fue hace dos años. Aún no puedo creer que Aleksandr aceptara que se quedara, especialmente por ser un perro tan peludo cuando odia que suelten pelo. Cuando Boris llegó a casa, me sentí muy feliz. Siempre había querido tener un perro, pero Aleksandr no quería y Sasha era alérgico." Ah, Boris, el adorable golden retriever de la familia. La única razón por la que valía la pena levantarse cada mañana con la intención de acicalarlo y verle traer las pelotas de tenis en el hocico, todo el día, de un lado a otro de la casa. Lev se rió solo de recordarlo, fue una risa extraña, porque movía los labios y los sonidos que emitía eran raros. No parecían risas, pues solo era su nariz resoplando una y otra vez al intentar contenerse mientras que escribía de nuevo. " Recuerdo que ese día le destrozó la billetera a Aleksandr. Se puso furioso, amenazó con echar al perro, lo maldijo hasta el cansancio, y al final mamá dijo que iba a quedarse porque yo lo necesitaba". Porque lo necesitaba. Aquellas palabras se repitieron una y otra vez en su cabeza, ¿realmente necesitaba del perro? Sí, pero no tanto como de sus padres. Suspiró, luego levantó los hombros para restarle interés al asunto y en su lugar encendió el televisor. — Oye, no es justo, yo quería continuar mi serie de ayer. Ese k-drama se quedó buenísimo, ¿por qué tenemos que ver otra vez Los Aristogatos? —Replicó Irisha mientras que se sentaba entre sus hermanos, obligándoles a hacerle espacio.— Es la tercera vez esta semana, ya estoy harta. « Porque soy el mayor, y porque yo pago. Ya elegirás cuando seas grande. Además, a nosotros dos no nos gusta Love Alarm. Es aburrida. »
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  • Es impresionante lo que la gente tira a la basura, de seguro habia una rama policial dedicada expresamente a investigar ese tipo de cosas, porque se pueden saber muchas cosas sobre alguien, solo revisando sus desperdicios.
    Jipy lo sabe muy bien, porque esta en una misión.
    Le robó un chaleco refractario a uno de los oficiales de transito mientras bebian café y se fue directo a la zona de containers de basura, correspondiente a un edificio de departamentos pequeño. Queria saber si los inquilinos eran gentes robables y para eso, con guantes que tambien le robó al oficial, se dedicó a hurgar con sumo cuidado los desperdicios.
    Nada fuera de lo normal: envoltorios de galletas baratas, basura orgánica fresca, mas plastico, latas, un feto, frituras resecas y cajas de pizza. Nope, ese no era un buen área para meterse, parecia que ahí habia poco dinero, a juzgar por la cantidad de envoltorios de comida chatarra y las pocas sobras de comida rancia, no se comía bien ahi y no se desperdiciaba porque no alcanzaba. Ademas no encontró basura de electrodomesticos rotos o partes plasticas de vehiculos, asi que no hay dinero para enseres domésticos. Sí encontró muchos móviles rotos o discontinuados, demasiados para un container y un edificio, señal de que tal vez ahi habia droga.
    Estaba por retirarse cuando encontró un acompañante, un michi.
    Jean lo observa y sonríe, tiene un collsr con placa y un lindo pelaje, está gordito y parece muy confiado.
    —¿Y tu a que vienes? ¿También vienes a abortar? -
    Le mira entre las patas, ve dos coquitos.
    —Ah bueno, descuida, si eres padre puedes abortar en cualquier momento a tus michijos, no importa si son grandes.-
    El gato se habia acercado, buscando compañía humana.

    Estaba por irse, pero ver al michi ahí le dió inseguridad. Se notaba que no era de por ahí ¿Sería de algún lugar aledaño?
    Tenia placa, pero no queria arriesgarse a llamar a un desonocido en ese callejón, asi que se llevó al gato a su depto ocupado clandestinamente, y en la tranquilidad de su hogar, decidió marcar al número. No habia nombre ni direccion, solo un teléfono.

    //Libreee para quien quiera responder~
    Es impresionante lo que la gente tira a la basura, de seguro habia una rama policial dedicada expresamente a investigar ese tipo de cosas, porque se pueden saber muchas cosas sobre alguien, solo revisando sus desperdicios. Jipy lo sabe muy bien, porque esta en una misión. Le robó un chaleco refractario a uno de los oficiales de transito mientras bebian café y se fue directo a la zona de containers de basura, correspondiente a un edificio de departamentos pequeño. Queria saber si los inquilinos eran gentes robables y para eso, con guantes que tambien le robó al oficial, se dedicó a hurgar con sumo cuidado los desperdicios. Nada fuera de lo normal: envoltorios de galletas baratas, basura orgánica fresca, mas plastico, latas, un feto, frituras resecas y cajas de pizza. Nope, ese no era un buen área para meterse, parecia que ahí habia poco dinero, a juzgar por la cantidad de envoltorios de comida chatarra y las pocas sobras de comida rancia, no se comía bien ahi y no se desperdiciaba porque no alcanzaba. Ademas no encontró basura de electrodomesticos rotos o partes plasticas de vehiculos, asi que no hay dinero para enseres domésticos. Sí encontró muchos móviles rotos o discontinuados, demasiados para un container y un edificio, señal de que tal vez ahi habia droga. Estaba por retirarse cuando encontró un acompañante, un michi. Jean lo observa y sonríe, tiene un collsr con placa y un lindo pelaje, está gordito y parece muy confiado. —¿Y tu a que vienes? ¿También vienes a abortar? - Le mira entre las patas, ve dos coquitos. —Ah bueno, descuida, si eres padre puedes abortar en cualquier momento a tus michijos, no importa si son grandes.- El gato se habia acercado, buscando compañía humana. Estaba por irse, pero ver al michi ahí le dió inseguridad. Se notaba que no era de por ahí ¿Sería de algún lugar aledaño? Tenia placa, pero no queria arriesgarse a llamar a un desonocido en ese callejón, asi que se llevó al gato a su depto ocupado clandestinamente, y en la tranquilidad de su hogar, decidió marcar al número. No habia nombre ni direccion, solo un teléfono. //Libreee para quien quiera responder~
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  • —Puede que no se lleve mucho con los demás pero si puede decir que los gatos son la mejor compañía para una persona solitaria como ella.—
    —Puede que no se lleve mucho con los demás pero si puede decir que los gatos son la mejor compañía para una persona solitaria como ella.—
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  • Primero no se podía dormir y ahora no se quería levantar, estirándose como gato pero volviendo a acurrucarse en la cama, suspirando.

    —Hace frío...

    Se quedó relajado, aunque pensándolo mejor, no era normal sentir frío estando en el infierno, abriendo un ojo y levantándose.

    —¿Frío?
    Primero no se podía dormir y ahora no se quería levantar, estirándose como gato pero volviendo a acurrucarse en la cama, suspirando. —Hace frío... Se quedó relajado, aunque pensándolo mejor, no era normal sentir frío estando en el infierno, abriendo un ojo y levantándose. —¿Frío?
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