• En mi imaginación solamente.

    Pronto se cumplirán tres meses desde la partida de ***** y otro año más del fallecimiento de +++++ .

    Lo sé, debería guardar cierta calma, cierta reserva, como quien dejó a las flores marchitar, el polvo juntarse y las arañas hacer nidos.

    Pero últimamente he sentido algo extraño, como un eco de mis años de estudiante. No es nostalgia, no exactamente...

    Es más bien una vibración leve, como el sonido de un tren que pasa a lo lejos en la madrugada.
    Camino por la ciudad y pienso en ello. Las luces de los semáforos cambian sin prisa, los gatos cruzan las calles como si supieran secretos que yo nunca entenderé. Y en medio de todo, aparece este muchach....hombre..-

    Sus palabras son simples, pero hay algo en su voz, en la manera en que se detiene antes de hablar, que me hace sentir que el mundo no es tan solitario como parece.

    Quizá no se trata de olvidar ni de recordar. Si no de vivir la vida que me resta.

    Quizá todo esto ocurre solo en mi imaginación.
    Pero incluso en la imaginación, las cosas tienen peso. Y ese peso, por alguna razón, me mantiene despierto cuando la noche se vuelve demasiado silenciosa.

    ¿Debería acercarme?
    No.
    En mi imaginación solamente.
    En mi imaginación solamente. Pronto se cumplirán tres meses desde la partida de ***** y otro año más del fallecimiento de +++++ . Lo sé, debería guardar cierta calma, cierta reserva, como quien dejó a las flores marchitar, el polvo juntarse y las arañas hacer nidos. Pero últimamente he sentido algo extraño, como un eco de mis años de estudiante. No es nostalgia, no exactamente... Es más bien una vibración leve, como el sonido de un tren que pasa a lo lejos en la madrugada. Camino por la ciudad y pienso en ello. Las luces de los semáforos cambian sin prisa, los gatos cruzan las calles como si supieran secretos que yo nunca entenderé. Y en medio de todo, aparece este muchach....hombre..- Sus palabras son simples, pero hay algo en su voz, en la manera en que se detiene antes de hablar, que me hace sentir que el mundo no es tan solitario como parece. Quizá no se trata de olvidar ni de recordar. Si no de vivir la vida que me resta. Quizá todo esto ocurre solo en mi imaginación. Pero incluso en la imaginación, las cosas tienen peso. Y ese peso, por alguna razón, me mantiene despierto cuando la noche se vuelve demasiado silenciosa. ¿Debería acercarme? No. En mi imaginación solamente.
    Me gusta
    Me entristece
    Me shockea
    5
    0 turnos 0 maullidos
  • Ahora que estás aquí quiero que lo repitas... Dilo... O que? Te comió la lengua el gato?...
    Ahora que estás aquí quiero que lo repitas... Dilo... O que? Te comió la lengua el gato?...
    Me gusta
    Me encocora
    3
    4 turnos 0 maullidos
  • Qué agradable es la vida de un gato. Me despierta a la hora de cenar.
    Qué agradable es la vida de un gato. Me despierta a la hora de cenar.
    Me enjaja
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • A Dream... I remember my Dream...
    Fandom Stranger Things
    Categoría Romance
    STARTER PARA Eddie Munson

    Hubiera jurado y proclamado a los cuatro vientos que ella, Allyson Johnson, jamás podría fijarse en un tipo como él.

    Tal vez, si hubiera podido anticiparse, si aquello no hubiera sucedido de la noche a la mañana, habría hecho algo para impedirlo. Porque sí, Ally era de esas personas convencidas de que los sentimientos sí podían controlarse. Más aún si eras plenamente consciente de los tuyos. Y ella lo era. O le gustaba creer que lo era.

    Ally había tenido que crecer demasiado pronto. Su cabeza corría siempre un par de pasos por delante del resto: pensaba demasiado, analizaba todo, le dedicaba tiempo a cada gesto, a cada palabra, a cada silencio incómodo. Necesitaba comprenderlo todo, tenerlo bajo control, ordenar el mundo en cajitas mentales donde nada se saliera del guion.

    Pero una cosa había aprendido con los años —a fuerza de golpes que aún le dolían en rincones de la memoria que prefería no mirar—: no se puede tener todo bajo control.

    Y, mucho menos, los sueños.

    ________________________________________

    Había visto a ese tío, Eddie Munson, subido sobre una mesa del comedor del instituto, desgañitándose delante de todo el mundo como si la cafetería fuera su maldito escenario privado. Recorría los tablones con las botas mientras gritaba algo sobre ovejas, ovejeros y Hellfire, ganándose miradas de asco, risas y un par de “otra vez el puto Munson” susurrados entre bandejas grasientas.

    Ally recordaba haber rodado los ojos, apoyando el codo en la mesa.

    "¿Qué demonios hace? Menudo ridículo."

    Su ceño se arrugó, el labio se le frunció con esa expresión suya de juicio silencioso. Todo en su cuerpo decía “qué vergüenza ajena”. Y sin embargo, no consiguió apartar la mirada. Se quedó mirándolo, atrapada en una mezcla rara de rechazo y fascinación, como cuando no puedes dejar de mirar un accidente aunque sepas que te va a impresionar.

    El resto del día transcurrió con normalidad. Quedó con Ashley Thompson, su mejor amiga, hablaron de tonterías y deberes, y luego se fue a casa a estudiar. O a intentarlo.
    Nada fuera de lo habitual.

    ¿Quién iba a decirle que esa misma noche soñaría con el tipo que había caminado sobre la mesa como si fuera suya?
    ¿Y que al despertar, algo en ella ya no estaría en el mismo sitio?

    ________________________________________

    Al principio no entendió qué pasaba.

    Lo supo de verdad al volver a verlo, a la mañana siguiente, en clase de ciencias.
    Él llegó tarde, cómo no: la puerta se abrió con un golpe seco, el profesor hizo ese suspiro de resignación de siempre, y el murmullo de la clase se cortó un segundo.

    Allí estaba otra vez. Chaqueta de cuero, parches, pelo rizado cayéndole por la cara, el walkman colgando, esa sonrisa que siempre parecía ir a decir algo que no tocaba. El maldito Eddie Munson.

    El corazón de Ally reaccionó antes que su cabeza. Un latido seco, distinto, como si hubiera un eco. Como si algo se hubiera movido dentro de ella la noche anterior y solo ahora se estuviera despertando. Hubo un momento en el que sintió que se le aflojaban los dedos del bolígrafo. Y entonces, como un flash, como una diapositiva, el sueño regresó de golpe.

    Eddie.

    El mismo Eddie que en la vida real era exactamente el tipo de tío que Ally decía detestar: ruidoso, caótico, sin filtro, con fama de rarito y de fracasado repetidor. Todo lo que ella había aprendido a evitar.

    ¿Entonces por qué se le calentaban las mejillas ahora, sentada en su pupitre, cuando él cruzó la clase con total descaro?

    ¿Por qué sus piernas, siempre cruzadas bajo la mesa, se descruzaron inquietas, los pies tamborileando contra el suelo?

    Se apartó el pelo de la oreja en un gesto automático y dejó caer la melena rubia hacia delante, ocultando parte de su rostro, en un intento desesperado por esconderse. Desde allí, donde él estaba, si se giraba, podría verla de perfil. Y ella no estaba preparada para sostenerle la mirada sabiendo lo que había soñado.

    ________________________________________

    Ally no era una chica cualquiera. Al menos no por dentro.

    A simple vista, en Hawkins, era una buena alumna, pocas palabras, mirada que lo observa todo. El tipo de chica a la que nadie se atrevería a llamar friki, pero que tampoco encajaba con las animadoras. Un punto medio.

    Lo que nadie allí sabía es que aquel no era el único lugar raro en el que ella había estado.

    Antes de Hawkins hubo otro sitio.

    Derry, Maine.

    Un nombre que a veces le venía a la cabeza como una mancha y del que enseguida se olvidaba, como cuando intentabas recordar una palabra en otro idioma y se escapaba justo en el último segundo. Sabía que había vivido allí. Sabía que algo importante había pasado. Pero cuanto más intentaba reconstruirlo, más se desdibujaban los recuerdos.

    Recordaba cosas sueltas, fragmentos, sensaciones que no encajaban con nada que pudiera llamar “normal”.

    Un payaso en un desagüe, la voz de alguien susurrándole que fuera a bailar, el olor a óxido y alcantarilla mezclado con algo dulzón y nauseabundo.

    Flashes: Un globo rojo flotando donde no debería, una escalera hacia un sótano…

    Y luego estaban ellos.

    Un grupo de chicos y una chica pelirroja.

    Bicicletas. Un pequeño claro en el bosque que olía a verano, a barro y a sangre seca. Una caseta improvisada bajo tierra, llena de cómics, revistas viejas y botellas de refresco vacías…

    “Beep beep, Richie.”

    Recordaba una voz concreta, aguda y rápida, disparando chistes. Unas gafas enormes. Una camiseta siempre arrugada.

    Pero nunca conseguía ver bien su cara. Cuando intentaba enfocarla, el recuerdo se difuminaba. Solo quedaba la sensación: aquel cosquilleo caliente en el estómago, la mezcla rara entre el miedo, el deseo y la seguridad.

    Pero Ally decidió que todo aquello solo fueron pesadillas de cría y una imaginación demasiado activa. Era más fácil así. Más cómodo.

    Todo eso… había quedado atrás…

    ________________________________________

    Ahora, sentada en aquel pupitre, podía escuchar cómo el profesor empezaba a escribir fórmulas en la pizarra, agradeciendo que nadie pudiera escuchar sus pensamientos.

    Se obligó a mirar al frente. A copiar el título en el cuaderno. A tomar apuntes como si todo fuera normal. Como si el corazón no le estuviera golpeando las costillas cada vez que él se movía, cada vez que sus botas chocaban contra la pata de su silla.

    Intentó convencerse:
    Es solo un chico. Un chico que no te gusta. Alguien que representa todo lo que no quieres en tu vida. Punto.

    Pero el sueño volvía. Cada noche. Cada día.

    ________________________________________

    Al día siguiente, ella volvía a estar sentada en aquel pupitre.

    El profesor llegó, dejó la carpeta sobre la mesa y saludó a los alumnos.

    —Muy bien, clase. Antes de empezar —anunció, ajustándose las gafas—, os recuerdo que hoy se publican las parejas para el trabajo trimestral. Como sabéis, es obligatorio, cuenta el treinta por ciento de la nota final y tendrá que entregarse en dos semanas.

    Quejas, risas… Todos sabían que aquel trabajo era un suplicio.

    Ally sintió un nudo en el estómago.

    No era buena trabajando con otros. Nunca lo había sido. Prefería controlar cada detalle, cada página, cada palabra. Y la idea de depender de alguien le incomodaba más que cualquier examen.

    El profesor empezó a leer la lista.

    Apellidos, nombres. Alumnos que chocaban las manos cuando les tocaban con sus amigos. Otros que resoplaban resignados…

    Y entonces, llegó el momento.

    —Munson, Edward.

    Ally no respiró.

    —Johnson, Allyson.

    Lo escuchó antes de procesarlo.

    Su primera reacción fue automática: apretar los muslos bajo la mesa, esconder la cara tras el pelo, bajar la vista a la madera gastada del pupitre.

    Pero el profesor continuó, sin detenerse. Sin darles opción a negarse.

    —Los trabajos deberán tener una parte teórica y otra práctica. Podéis elegir temática dentro del temario de este trimestre. No se permiten cambios de pareja. Y, por favor… evitad copiaros entre vosotros; lo sabré.

    Hubo risas por detrás. Alguno soltó un comentario que no alcanzó a escuchar.

    —Al igual que sabré si el trabajo sólo lo hace uno de vosotros. ¿Entendido?

    Ella seguía petrificada. No quería mirarlo, pero acabó haciéndolo, y se encontró que él… ya la estaba mirando.

    Ally tragó saliva.

    Toda la sangre derramándosele a los pies.

    El sueño volvió como un latigazo.

    La sensación de haber cruzado un límite que ni siquiera comprendía.

    El profesor siguió hablando, dando instrucciones, detallando fechas, insistiendo en la importancia del trabajo. Pero ella apenas oía nada.

    “Trabajo en pareja.”
    “Dos semanas.”
    “Munson y Johnson.”

    Cuando por fin llegó el momento, cuando los demás empezaron a moverse para buscar a sus compañeros, Ally permaneció quieta, como si el asiento la estuviera aprisionando.

    Supo que debía mirarlo, que tarde o temprano tendría que hacerlo, pero fue incapaz.

    Giró la cabeza apenas unos centímetros.
    Y lo encontró. Ahí.
    Codo apoyado en la mesa, cuerpo ladeado hacia ella, mirada paciente. Como si estuviera esperando que reaccionara.

    STARTER PARA [eclipse_platinum_elephant_535] Hubiera jurado y proclamado a los cuatro vientos que ella, Allyson Johnson, jamás podría fijarse en un tipo como él. Tal vez, si hubiera podido anticiparse, si aquello no hubiera sucedido de la noche a la mañana, habría hecho algo para impedirlo. Porque sí, Ally era de esas personas convencidas de que los sentimientos sí podían controlarse. Más aún si eras plenamente consciente de los tuyos. Y ella lo era. O le gustaba creer que lo era. Ally había tenido que crecer demasiado pronto. Su cabeza corría siempre un par de pasos por delante del resto: pensaba demasiado, analizaba todo, le dedicaba tiempo a cada gesto, a cada palabra, a cada silencio incómodo. Necesitaba comprenderlo todo, tenerlo bajo control, ordenar el mundo en cajitas mentales donde nada se saliera del guion. Pero una cosa había aprendido con los años —a fuerza de golpes que aún le dolían en rincones de la memoria que prefería no mirar—: no se puede tener todo bajo control. Y, mucho menos, los sueños. ________________________________________ Había visto a ese tío, Eddie Munson, subido sobre una mesa del comedor del instituto, desgañitándose delante de todo el mundo como si la cafetería fuera su maldito escenario privado. Recorría los tablones con las botas mientras gritaba algo sobre ovejas, ovejeros y Hellfire, ganándose miradas de asco, risas y un par de “otra vez el puto Munson” susurrados entre bandejas grasientas. Ally recordaba haber rodado los ojos, apoyando el codo en la mesa. "¿Qué demonios hace? Menudo ridículo." Su ceño se arrugó, el labio se le frunció con esa expresión suya de juicio silencioso. Todo en su cuerpo decía “qué vergüenza ajena”. Y sin embargo, no consiguió apartar la mirada. Se quedó mirándolo, atrapada en una mezcla rara de rechazo y fascinación, como cuando no puedes dejar de mirar un accidente aunque sepas que te va a impresionar. El resto del día transcurrió con normalidad. Quedó con Ashley Thompson, su mejor amiga, hablaron de tonterías y deberes, y luego se fue a casa a estudiar. O a intentarlo. Nada fuera de lo habitual. ¿Quién iba a decirle que esa misma noche soñaría con el tipo que había caminado sobre la mesa como si fuera suya? ¿Y que al despertar, algo en ella ya no estaría en el mismo sitio? ________________________________________ Al principio no entendió qué pasaba. Lo supo de verdad al volver a verlo, a la mañana siguiente, en clase de ciencias. Él llegó tarde, cómo no: la puerta se abrió con un golpe seco, el profesor hizo ese suspiro de resignación de siempre, y el murmullo de la clase se cortó un segundo. Allí estaba otra vez. Chaqueta de cuero, parches, pelo rizado cayéndole por la cara, el walkman colgando, esa sonrisa que siempre parecía ir a decir algo que no tocaba. El maldito Eddie Munson. El corazón de Ally reaccionó antes que su cabeza. Un latido seco, distinto, como si hubiera un eco. Como si algo se hubiera movido dentro de ella la noche anterior y solo ahora se estuviera despertando. Hubo un momento en el que sintió que se le aflojaban los dedos del bolígrafo. Y entonces, como un flash, como una diapositiva, el sueño regresó de golpe. Eddie. El mismo Eddie que en la vida real era exactamente el tipo de tío que Ally decía detestar: ruidoso, caótico, sin filtro, con fama de rarito y de fracasado repetidor. Todo lo que ella había aprendido a evitar. ¿Entonces por qué se le calentaban las mejillas ahora, sentada en su pupitre, cuando él cruzó la clase con total descaro? ¿Por qué sus piernas, siempre cruzadas bajo la mesa, se descruzaron inquietas, los pies tamborileando contra el suelo? Se apartó el pelo de la oreja en un gesto automático y dejó caer la melena rubia hacia delante, ocultando parte de su rostro, en un intento desesperado por esconderse. Desde allí, donde él estaba, si se giraba, podría verla de perfil. Y ella no estaba preparada para sostenerle la mirada sabiendo lo que había soñado. ________________________________________ Ally no era una chica cualquiera. Al menos no por dentro. A simple vista, en Hawkins, era una buena alumna, pocas palabras, mirada que lo observa todo. El tipo de chica a la que nadie se atrevería a llamar friki, pero que tampoco encajaba con las animadoras. Un punto medio. Lo que nadie allí sabía es que aquel no era el único lugar raro en el que ella había estado. Antes de Hawkins hubo otro sitio. Derry, Maine. Un nombre que a veces le venía a la cabeza como una mancha y del que enseguida se olvidaba, como cuando intentabas recordar una palabra en otro idioma y se escapaba justo en el último segundo. Sabía que había vivido allí. Sabía que algo importante había pasado. Pero cuanto más intentaba reconstruirlo, más se desdibujaban los recuerdos. Recordaba cosas sueltas, fragmentos, sensaciones que no encajaban con nada que pudiera llamar “normal”. Un payaso en un desagüe, la voz de alguien susurrándole que fuera a bailar, el olor a óxido y alcantarilla mezclado con algo dulzón y nauseabundo. Flashes: Un globo rojo flotando donde no debería, una escalera hacia un sótano… Y luego estaban ellos. Un grupo de chicos y una chica pelirroja. Bicicletas. Un pequeño claro en el bosque que olía a verano, a barro y a sangre seca. Una caseta improvisada bajo tierra, llena de cómics, revistas viejas y botellas de refresco vacías… “Beep beep, Richie.” Recordaba una voz concreta, aguda y rápida, disparando chistes. Unas gafas enormes. Una camiseta siempre arrugada. Pero nunca conseguía ver bien su cara. Cuando intentaba enfocarla, el recuerdo se difuminaba. Solo quedaba la sensación: aquel cosquilleo caliente en el estómago, la mezcla rara entre el miedo, el deseo y la seguridad. Pero Ally decidió que todo aquello solo fueron pesadillas de cría y una imaginación demasiado activa. Era más fácil así. Más cómodo. Todo eso… había quedado atrás… ________________________________________ Ahora, sentada en aquel pupitre, podía escuchar cómo el profesor empezaba a escribir fórmulas en la pizarra, agradeciendo que nadie pudiera escuchar sus pensamientos. Se obligó a mirar al frente. A copiar el título en el cuaderno. A tomar apuntes como si todo fuera normal. Como si el corazón no le estuviera golpeando las costillas cada vez que él se movía, cada vez que sus botas chocaban contra la pata de su silla. Intentó convencerse: Es solo un chico. Un chico que no te gusta. Alguien que representa todo lo que no quieres en tu vida. Punto. Pero el sueño volvía. Cada noche. Cada día. ________________________________________ Al día siguiente, ella volvía a estar sentada en aquel pupitre. El profesor llegó, dejó la carpeta sobre la mesa y saludó a los alumnos. —Muy bien, clase. Antes de empezar —anunció, ajustándose las gafas—, os recuerdo que hoy se publican las parejas para el trabajo trimestral. Como sabéis, es obligatorio, cuenta el treinta por ciento de la nota final y tendrá que entregarse en dos semanas. Quejas, risas… Todos sabían que aquel trabajo era un suplicio. Ally sintió un nudo en el estómago. No era buena trabajando con otros. Nunca lo había sido. Prefería controlar cada detalle, cada página, cada palabra. Y la idea de depender de alguien le incomodaba más que cualquier examen. El profesor empezó a leer la lista. Apellidos, nombres. Alumnos que chocaban las manos cuando les tocaban con sus amigos. Otros que resoplaban resignados… Y entonces, llegó el momento. —Munson, Edward. Ally no respiró. —Johnson, Allyson. Lo escuchó antes de procesarlo. Su primera reacción fue automática: apretar los muslos bajo la mesa, esconder la cara tras el pelo, bajar la vista a la madera gastada del pupitre. Pero el profesor continuó, sin detenerse. Sin darles opción a negarse. —Los trabajos deberán tener una parte teórica y otra práctica. Podéis elegir temática dentro del temario de este trimestre. No se permiten cambios de pareja. Y, por favor… evitad copiaros entre vosotros; lo sabré. Hubo risas por detrás. Alguno soltó un comentario que no alcanzó a escuchar. —Al igual que sabré si el trabajo sólo lo hace uno de vosotros. ¿Entendido? Ella seguía petrificada. No quería mirarlo, pero acabó haciéndolo, y se encontró que él… ya la estaba mirando. Ally tragó saliva. Toda la sangre derramándosele a los pies. El sueño volvió como un latigazo. La sensación de haber cruzado un límite que ni siquiera comprendía. El profesor siguió hablando, dando instrucciones, detallando fechas, insistiendo en la importancia del trabajo. Pero ella apenas oía nada. “Trabajo en pareja.” “Dos semanas.” “Munson y Johnson.” Cuando por fin llegó el momento, cuando los demás empezaron a moverse para buscar a sus compañeros, Ally permaneció quieta, como si el asiento la estuviera aprisionando. Supo que debía mirarlo, que tarde o temprano tendría que hacerlo, pero fue incapaz. Giró la cabeza apenas unos centímetros. Y lo encontró. Ahí. Codo apoyado en la mesa, cuerpo ladeado hacia ella, mirada paciente. Como si estuviera esperando que reaccionara.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    2
    7 turnos 0 maullidos
  • Un hechicero lo ha transformado en un gato con problemas de identidad.

    Ni modos, le toca expresarse en el vocabulario felino. — MEOW MEOW MEOW MEEEOOW 祟 𝑯𝒊𝒎𝒂𝒓𝒊 — Ha dicho "vamos a buscar al asesino de ese cuerpo, en este aspecto nadie jamás se dará cuenta ni sospechara, bonitos y gorditos."
    Un hechicero lo ha transformado en un gato con problemas de identidad. Ni modos, le toca expresarse en el vocabulario felino. — MEOW MEOW MEOW MEEEOOW [black.cat] — Ha dicho "vamos a buscar al asesino de ese cuerpo, en este aspecto nadie jamás se dará cuenta ni sospechara, bonitos y gorditos."
    Me enjaja
    Me gusta
    Me endiabla
    4
    1 turno 0 maullidos
  • "Cariño, estaré ocupado haciendo trámites de mi residencia permanente y documentación de la casa de campo y venta de las propiedades. Estaré fuera, te amo."

    "Perdón mamá, estoy en época de exámenes, el trabajo también me absorbe y he estado apoyando a Mika, pero en cuanto podamos, vamos a visitarlos. Los quiero!'

    "Lo siento mamá, estoy en temporada alta, hay muchos turistas, muchos oficinistas, el lugar siempre esta lleno, pero apenas baje la temporada, los visitaré"

    "Hola mamá!!! Estamos en Paris! Es una semana de moda alternativa y estoy tan feliz! Comiendo tantos bocadillos que ya tengo una maleta llena de souvenirs para ustedes!! Agh!!! Debo irme! Kyo ya vino a decirme que vamos tarde, los amo, bye~bye♡≽^•⩊•^≼ ₊˚⊹♡"

    "Hola mamá! Probablemente Kenzō ya te mandó mensajes, estamos en París, estamos comiendo bien, abrigados y seguros. No puedo esperar a volver y verlos a ustedes y los gatos. Debo irme, es tarde y Kenzō no deja de comer dulces, dice que lleva solo los mejores para ustedes. Los quiero y los extraño.- Kyo"

    Okiko entendió, todos estaban ocupados y ella dejó de mandar mensajes o llamar. Se puso linda, tomó sus cosas; salió a caminar, a comprarse cosas de su gusto personal.

    Le haría bien, salir de casa, no llorar en silencio, conocer mas de la ciudad, hacer amigos, tener hobbies.

    "Cariño, estaré ocupado haciendo trámites de mi residencia permanente y documentación de la casa de campo y venta de las propiedades. Estaré fuera, te amo." "Perdón mamá, estoy en época de exámenes, el trabajo también me absorbe y he estado apoyando a Mika, pero en cuanto podamos, vamos a visitarlos. Los quiero!' "Lo siento mamá, estoy en temporada alta, hay muchos turistas, muchos oficinistas, el lugar siempre esta lleno, pero apenas baje la temporada, los visitaré" "Hola mamá!!! Estamos en Paris! Es una semana de moda alternativa y estoy tan feliz! Comiendo tantos bocadillos que ya tengo una maleta llena de souvenirs para ustedes!! Agh!!! Debo irme! Kyo ya vino a decirme que vamos tarde, los amo, bye~bye♡≽^•⩊•^≼ ₊˚⊹♡" "Hola mamá! Probablemente Kenzō ya te mandó mensajes, estamos en París, estamos comiendo bien, abrigados y seguros. No puedo esperar a volver y verlos a ustedes y los gatos. Debo irme, es tarde y Kenzō no deja de comer dulces, dice que lleva solo los mejores para ustedes. Los quiero y los extraño.- Kyo" Okiko entendió, todos estaban ocupados y ella dejó de mandar mensajes o llamar. Se puso linda, tomó sus cosas; salió a caminar, a comprarse cosas de su gusto personal. Le haría bien, salir de casa, no llorar en silencio, conocer mas de la ciudad, hacer amigos, tener hobbies. ♡
    Me gusta
    Me encocora
    Me entristece
    3
    3 turnos 0 maullidos
  • ¿Un gato y un ratón? El universo estaba jugando con la lógica. El caos solo disfrutaba deseando que esté momento durará para siempre
    ¿Un gato y un ratón? El universo estaba jugando con la lógica. El caos solo disfrutaba deseando que esté momento durará para siempre
    Me encocora
    Me gusta
    Me enjaja
    Me shockea
    11
    3 turnos 0 maullidos
  • "— Para los que se pregunten cual es mi mayor debilidad, soy tan vergas que lo voy a decir públicamente: No tengo, aun que supongo que podrían ser los seres multiversalmente conocidos como los furros, tambien los gatos pues el mero hecho de tener un gato cerca hace que todo mis sistema se descontrole... Uy, que pasaria si existiera un furro que sea un gato a la vez, seria como un gran gato, creo que seria incapaz de luchar contra algo asi... Como sea, esas cosas solo existen en mis mas profundas pesadillas, creo..."
    "— Para los que se pregunten cual es mi mayor debilidad, soy tan vergas que lo voy a decir públicamente: No tengo, aun que supongo que podrían ser los seres multiversalmente conocidos como los furros, tambien los gatos pues el mero hecho de tener un gato cerca hace que todo mis sistema se descontrole... Uy, que pasaria si existiera un furro que sea un gato a la vez, seria como un gran gato, creo que seria incapaz de luchar contra algo asi... Como sea, esas cosas solo existen en mis mas profundas pesadillas, creo..."
    Me enjaja
    4
    66 turnos 0 maullidos
  • El regreso a casa
    Categoría Acción
    *El salón del Equipo Justice respiraba un lujo oscuro: alfombras carmesí, sillones que parecían recién abandonados por jueces de otro tiempo, lámparas encendidas como ojos vigilantes… y, al centro, el portal metálico aún vibrando con el residuo de la energía usada para traerla. Me dejó caer en el sofá más cercano con un suspiro lleno de triunfo y cansancio. La verdad quería relajarme un rato todo paso tan rapido*

    -Bueno…

    *Frotó sus manos, dejando un sonido seco, casi chispeante*

    -…la ardillita cósmica ya está en la jaula.

    *Su mirada, afilada y burlona, se desplaza hacia la cámara sellada al fondo, cerrada con un zumbido grave. Dentro, el contenedor reforzado donde Hakos Baelz se retorcía, aún confundida, aún furiosa, pero definitivamente capturada.*

    *Estira las piernas, cruzándolas con elegancia insolente.*

    -Saben… pensé que iba a correr más. O a morder. O a… no sé, invocar caos, portales, un ejército de ratas demoníacas. Pero que bien, se entrometieron otras dos más que buscabamos...

    *Me encogía de hombros, divertida*

    -Pero resultó que sólo necesitaba un poquito de convicción.

    *Chasquea los dedos y una llama tenue aparece en la punta, danzando.*

    -Ahora que la tenemos… ¿qué sigue, equipo?. Porque si quieren interrogatorio, bienvenida tortura psicológica. Si quieren custodia, puedo hacer turnos.
    Y si quieren espectáculo…

    *La llama se vuelve un aro carmesí que gira entre sus dedos*

    - …también puedo entretenerme un rato.

    *Ella mira a Raora, a Cecilia, y Gigi que ahora ya regresaba. Con una sonrisa ladeada, peligrosa y satisfecha.*

    -Al fin estamos reunidos.
    Y nuestra primera presa ya está asegurada. ¿Quién quiere hablar primero?

    *Después de éso me dirigí a raora mirándola sus ojos básicamente en un daño, por lo que suspiré levantándome en ese momento y acercándome a ella*

    - Hay raora... Lamentó no haber podido intervenir, la verdad me culpó por éso no pensé que él plan se fuese a descontrolar de ésa manera. Pero te juró que esa maldita pagará totalmente el daño que te provocó.

    *Fue lo que mencionó en el momento después de acariciarle la cabeza la verdad por dentro su irresponsabilidad la carcomía por completo, en cuanto se dirigió a cecilia*

    - Podrías tratarla ceci por favor...

    *Luego mi vista se dirigía a Gigi*

    - Con qué apareciste, te perdiste completamente el show.
    *El salón del Equipo Justice respiraba un lujo oscuro: alfombras carmesí, sillones que parecían recién abandonados por jueces de otro tiempo, lámparas encendidas como ojos vigilantes… y, al centro, el portal metálico aún vibrando con el residuo de la energía usada para traerla. Me dejó caer en el sofá más cercano con un suspiro lleno de triunfo y cansancio. La verdad quería relajarme un rato todo paso tan rapido* -Bueno… *Frotó sus manos, dejando un sonido seco, casi chispeante* -…la ardillita cósmica ya está en la jaula. *Su mirada, afilada y burlona, se desplaza hacia la cámara sellada al fondo, cerrada con un zumbido grave. Dentro, el contenedor reforzado donde Hakos Baelz se retorcía, aún confundida, aún furiosa, pero definitivamente capturada.* *Estira las piernas, cruzándolas con elegancia insolente.* -Saben… pensé que iba a correr más. O a morder. O a… no sé, invocar caos, portales, un ejército de ratas demoníacas. Pero que bien, se entrometieron otras dos más que buscabamos... *Me encogía de hombros, divertida* -Pero resultó que sólo necesitaba un poquito de convicción. *Chasquea los dedos y una llama tenue aparece en la punta, danzando.* -Ahora que la tenemos… ¿qué sigue, equipo?. Porque si quieren interrogatorio, bienvenida tortura psicológica. Si quieren custodia, puedo hacer turnos. Y si quieren espectáculo… *La llama se vuelve un aro carmesí que gira entre sus dedos* - …también puedo entretenerme un rato. *Ella mira a Raora, a Cecilia, y Gigi que ahora ya regresaba. Con una sonrisa ladeada, peligrosa y satisfecha.* -Al fin estamos reunidos. Y nuestra primera presa ya está asegurada. ¿Quién quiere hablar primero? *Después de éso me dirigí a raora mirándola sus ojos básicamente en un daño, por lo que suspiré levantándome en ese momento y acercándome a ella* - Hay raora... Lamentó no haber podido intervenir, la verdad me culpó por éso no pensé que él plan se fuese a descontrolar de ésa manera. Pero te juró que esa maldita pagará totalmente el daño que te provocó. *Fue lo que mencionó en el momento después de acariciarle la cabeza la verdad por dentro su irresponsabilidad la carcomía por completo, en cuanto se dirigió a cecilia* - Podrías tratarla ceci por favor... *Luego mi vista se dirigía a Gigi* - Con qué apareciste, te perdiste completamente el show.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    20
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    Me shockea
    3
    22 turnos 0 maullidos
  • Los gatos >>> Perros
    Tengo un gato llamado Azazel,es gruñón,debe haberlo heredado de mi,talvez debo dejar de darle ceniza con sus croquetas..
    #debate
    Los gatos >>> Perros Tengo un gato llamado Azazel,es gruñón,debe haberlo heredado de mi,talvez debo dejar de darle ceniza con sus croquetas.. #debate
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados