• Estaba gruñendo un poco. No quería ir a la escuela, pero hoy habían actividades divertidas así que las quería probar

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  • Se había dado cuenta últimamente que el horario de Utahime era un poco apretado, así que decidió hacer algo para que ella se estrese menos con su vida

    — ¿Hola, si?, Si no me equivoco hablo con los superiores de Utahime...

    Se le ocurrió llamar a esas personas tan fastidiosas, no le importa la diferencia de escuelas o el resto de esas idioteces, va a reducir su horario
    Se había dado cuenta últimamente que el horario de Utahime era un poco apretado, así que decidió hacer algo para que ella se estrese menos con su vida — ¿Hola, si?, Si no me equivoco hablo con los superiores de Utahime... Se le ocurrió llamar a esas personas tan fastidiosas, no le importa la diferencia de escuelas o el resto de esas idioteces, va a reducir su horario
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    || Debo admitir que eso de probar cosas nuevas no es lo mío sigo siendo de la vieja escuela, bueno solecitos mañana respondo mis roles pendientes, estuve un poco enferma el día de hoy y no me concentré. También daré por terminados otros y “renovaré” a mi pequeñita. Hasta mañana solecitos
    || Debo admitir que eso de probar cosas nuevas no es lo mío sigo siendo de la vieja escuela, bueno solecitos mañana respondo mis roles pendientes, estuve un poco enferma el día de hoy y no me concentré. También daré por terminados otros y “renovaré” a mi pequeñita. Hasta mañana solecitos ☀️
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  • La luz del mediodía se colaba entre las persianas torcidas de la oficina de Shoko, iluminando partículas de polvo que flotaban perezosamente en el aire. Con los pies descalzos y un cigarrillo apagado entre los labios, observó el desastre a su alrededor: papeles desparramados, cajas de medicamentos mal apiladas y una taza con algo que había dejado de ser café hacía días.

    — Bueno, esto es deprimente. — murmuró, soltando el cigarrillo en un cenicero ya colmado.

    Abrió una ventana para dejar entrar el aire fresco y, tras un suspiro resignado, se ató el cabello en un moño desordenado. En un acto más de aburrimiento que de convicción, comenzó a recoger hojas sueltas, tarareando una melodía que poco a poco se convirtió en una canción.

    “ Ah ~ poison on the inside, I could be your antidote tonight. "

    Su voz resonaba en el espacio vacío mientras apilaba los papeles en una esquina de su escritorio. De vez en cuando, movía las caderas al ritmo de la canción, levantando una ceja al encontrar un paquete de cigarrillos vacío bajo un montón de revistas médicas.

    Agarró un trapo húmedo y empezó a limpiar las superficies, cantando ahora a todo pulmón.

    “I could play the doctor, I can cure your disease. If you were a sinner, I could make you believe."

    Con cada verso, sus movimientos se hacían más exagerados, como si estuviera en un escenario. Limpió la mesa, la lámpara, incluso el marco torcido de una vieja fotografía de su grupo de amigos de la escuela. Una leve sonrisa se asomó al ver la cara de uno de ellos, pero rápidamente la ocultó sacudiendo la cabeza.

    “I can smell your sickness, I can cure ya, cure your disease."

    En un giro particularmente entusiasta, tropezó con una pila de revistas y cayó sentada al suelo con un estruendo. Soltó una carcajada al verse rodeada de desorden nuevamente.

    — Bueno, al menos me queda la música,— dijo en voz alta, retomando la canción desde donde la había dejado, sin intención alguna de parar.
    La luz del mediodía se colaba entre las persianas torcidas de la oficina de Shoko, iluminando partículas de polvo que flotaban perezosamente en el aire. Con los pies descalzos y un cigarrillo apagado entre los labios, observó el desastre a su alrededor: papeles desparramados, cajas de medicamentos mal apiladas y una taza con algo que había dejado de ser café hacía días. — Bueno, esto es deprimente. — murmuró, soltando el cigarrillo en un cenicero ya colmado. Abrió una ventana para dejar entrar el aire fresco y, tras un suspiro resignado, se ató el cabello en un moño desordenado. En un acto más de aburrimiento que de convicción, comenzó a recoger hojas sueltas, tarareando una melodía que poco a poco se convirtió en una canción. “ Ah ~ poison on the inside, I could be your antidote tonight. " Su voz resonaba en el espacio vacío mientras apilaba los papeles en una esquina de su escritorio. De vez en cuando, movía las caderas al ritmo de la canción, levantando una ceja al encontrar un paquete de cigarrillos vacío bajo un montón de revistas médicas. Agarró un trapo húmedo y empezó a limpiar las superficies, cantando ahora a todo pulmón. “I could play the doctor, I can cure your disease. If you were a sinner, I could make you believe." Con cada verso, sus movimientos se hacían más exagerados, como si estuviera en un escenario. Limpió la mesa, la lámpara, incluso el marco torcido de una vieja fotografía de su grupo de amigos de la escuela. Una leve sonrisa se asomó al ver la cara de uno de ellos, pero rápidamente la ocultó sacudiendo la cabeza. “I can smell your sickness, I can cure ya, cure your disease." En un giro particularmente entusiasta, tropezó con una pila de revistas y cayó sentada al suelo con un estruendo. Soltó una carcajada al verse rodeada de desorden nuevamente. — Bueno, al menos me queda la música,— dijo en voz alta, retomando la canción desde donde la había dejado, sin intención alguna de parar.
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  • —Con tanta tecnología e información disponible para que luego escriban: "voztezo". Por favor, hagan más escuelas.
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  • Si, la escuela es muy díficil últimamente, me alegro que saldré pronto
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    ⤷ La  Escuela de Guerra de Basgiath busca a su líder de ala para cumplir sus obligaciones con Navarre, bajo los acuerdos dados a los hijos rebeldes.


    Requisitos
     ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎⭑Conocer al personaje
     ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎⭑Preferiblemente haber leído ambos libros. (No obligatorio)
     ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎⭑Actividad y compromiso, no es obligatorio 24/7.
     ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎⭑Ganas de comenzar una rebelión en pro de todos los habitantes de Poromiel y Navarre.
     ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎⭑PERONAJES 3D, aqune es posible usar fanarts.
     ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎⭑FC recomendado: Matthew Daddario

    ⤷ La  Escuela de Guerra de Basgiath busca a su líder de ala para cumplir sus obligaciones con Navarre, bajo los acuerdos dados a los hijos rebeldes. Requisitos  ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎⭑Conocer al personaje  ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎⭑Preferiblemente haber leído ambos libros. (No obligatorio)  ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎⭑Actividad y compromiso, no es obligatorio 24/7.  ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎⭑Ganas de comenzar una rebelión en pro de todos los habitantes de Poromiel y Navarre.  ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎⭑PERONAJES 3D, aqune es posible usar fanarts.  ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎ ︎⭑FC recomendado: Matthew Daddario
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  • *Jormun tiene el semblante serio. Fumando en pipa, observaba junto a la ventana, como fuera llovía. El otoño avanzaba. Ate había llevado a los niños a la escuela y nada más llegar a casa, Jormun dice*

    Tenemos que hablar.

    *Sentados en el sofá, uno junto al otro, se miraban. Ate permanece en silencio, a la espera de que su esposo hablase*

    ¿Qué hay entre tu primo y tú?

    *Ate coge aire antes de contestar*

    Si te refieres si nos hemos acostado, no, no lo hemos hecho y ni lo haremos. Ya te explique todo, mi amor.

    Confío en ti, cariño, pero no a él. A fín de cuentas es tu primo, debería hablar con él y dejar las cosas claras.

    *Ate agarra las manos de su esposo y se las aprieta en señal de preocupación *

    Te cuidado, amado mío, te la tiene jurada. No quiero que nada malo os pase a los dos.

    *Jormun abraza a su esposa, dándole un beso en la frente*

    Lo tendré, amor mio, lo tendré.

    *Contesta Jormun sacando su lado más fiero*
    *Jormun tiene el semblante serio. Fumando en pipa, observaba junto a la ventana, como fuera llovía. El otoño avanzaba. Ate había llevado a los niños a la escuela y nada más llegar a casa, Jormun dice* Tenemos que hablar. *Sentados en el sofá, uno junto al otro, se miraban. Ate permanece en silencio, a la espera de que su esposo hablase* ¿Qué hay entre tu primo y tú? *Ate coge aire antes de contestar* Si te refieres si nos hemos acostado, no, no lo hemos hecho y ni lo haremos. Ya te explique todo, mi amor. Confío en ti, cariño, pero no a él. A fín de cuentas es tu primo, debería hablar con él y dejar las cosas claras. *Ate agarra las manos de su esposo y se las aprieta en señal de preocupación * Te cuidado, amado mío, te la tiene jurada. No quiero que nada malo os pase a los dos. *Jormun abraza a su esposa, dándole un beso en la frente* Lo tendré, amor mio, lo tendré. *Contesta Jormun sacando su lado más fiero*
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  • Hmmm, se enojo por mensaje conmigo porque no me habia bañado y ya va 10 minutos tarde, apenas la vea la matare...

    -exclamaba frustrado viendo si su chica contestaba el telefono revisando si ya llegaba pues ya iban tarde para la fiesta de Halooween que habian organizado en su escuela-
    Hmmm, se enojo por mensaje conmigo porque no me habia bañado y ya va 10 minutos tarde, apenas la vea la matare... -exclamaba frustrado viendo si su chica contestaba el telefono revisando si ya llegaba pues ya iban tarde para la fiesta de Halooween que habian organizado en su escuela-
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  • En una noche particularmente silenciosa, Shoko Ieiri se encontraba sola en la sala de descanso de la escuela técnica, con una taza de café humeante entre las manos. El frío de la madrugada se colaba por las ventanas, cubriéndolo todo con una capa de calma gélida, ideal para sumergirse en pensamientos que no siempre tenía tiempo de abordar.

    La pregunta del origen de las maldiciones flotaba en su mente como el vapor de su café, difuso pero constante. Había visto de todo: maldiciones originadas de emociones brutales, de miedos profundos y odios silenciosos. Sabía que las maldiciones no eran otra cosa que el reflejo más oscuro de la humanidad, pero a veces se preguntaba si había algo más allá de eso. Algo que estuviera ahí desde el inicio, algo que existía incluso antes de que la humanidad se diera cuenta de su propio sufrimiento.

    Apoyó la cabeza en una mano, perdida en sus pensamientos, mientras observaba cómo el líquido oscuro en su taza se movía con cada mínimo movimiento. "Las maldiciones no son solo el producto de emociones", pensó, "son recuerdos, fragmentos de algo que intentamos enterrar y que siempre encuentra una forma de regresar". Para alguien como ella, acostumbrada a tratar con la vida y la muerte de una forma pragmática, este tipo de cuestionamientos eran como espinas que se clavaban de vez en cuando, inquietándola en silencio.

    Le vino a la mente una conversación que tuvo años atrás con Geto. Él, con su obsesión por proteger a los hechiceros de las maldiciones, defendía que estas eran simplemente "parásitos", un subproducto de la naturaleza humana que debía ser erradicado. Pero Shoko no estaba tan segura de eso. Para ella, una maldición era tan natural como cualquier otro ser vivo, una existencia extraña pero, en cierto modo, genuina. ¿No eran también las maldiciones una manifestación de lo humano? ¿Y si, en el fondo, eran el precio que pagaban por existir en un mundo lleno de contradicciones?

    Suspiró, tomando un sorbo de café, y un ligero sabor amargo la hizo volver al presente. Sentía que nunca tendría una respuesta clara, y tal vez nunca la necesitaba. Quizás solo era su propia mente jugando, tratando de encontrar un sentido en un mundo donde las cosas simplemente eran como eran.
    En una noche particularmente silenciosa, Shoko Ieiri se encontraba sola en la sala de descanso de la escuela técnica, con una taza de café humeante entre las manos. El frío de la madrugada se colaba por las ventanas, cubriéndolo todo con una capa de calma gélida, ideal para sumergirse en pensamientos que no siempre tenía tiempo de abordar. La pregunta del origen de las maldiciones flotaba en su mente como el vapor de su café, difuso pero constante. Había visto de todo: maldiciones originadas de emociones brutales, de miedos profundos y odios silenciosos. Sabía que las maldiciones no eran otra cosa que el reflejo más oscuro de la humanidad, pero a veces se preguntaba si había algo más allá de eso. Algo que estuviera ahí desde el inicio, algo que existía incluso antes de que la humanidad se diera cuenta de su propio sufrimiento. Apoyó la cabeza en una mano, perdida en sus pensamientos, mientras observaba cómo el líquido oscuro en su taza se movía con cada mínimo movimiento. "Las maldiciones no son solo el producto de emociones", pensó, "son recuerdos, fragmentos de algo que intentamos enterrar y que siempre encuentra una forma de regresar". Para alguien como ella, acostumbrada a tratar con la vida y la muerte de una forma pragmática, este tipo de cuestionamientos eran como espinas que se clavaban de vez en cuando, inquietándola en silencio. Le vino a la mente una conversación que tuvo años atrás con Geto. Él, con su obsesión por proteger a los hechiceros de las maldiciones, defendía que estas eran simplemente "parásitos", un subproducto de la naturaleza humana que debía ser erradicado. Pero Shoko no estaba tan segura de eso. Para ella, una maldición era tan natural como cualquier otro ser vivo, una existencia extraña pero, en cierto modo, genuina. ¿No eran también las maldiciones una manifestación de lo humano? ¿Y si, en el fondo, eran el precio que pagaban por existir en un mundo lleno de contradicciones? Suspiró, tomando un sorbo de café, y un ligero sabor amargo la hizo volver al presente. Sentía que nunca tendría una respuesta clara, y tal vez nunca la necesitaba. Quizás solo era su propia mente jugando, tratando de encontrar un sentido en un mundo donde las cosas simplemente eran como eran.
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