No le extrañaba que aún los niños continuasen apagados, pero eso no quitaba el hecho de que le partiera el corazón verlos de aquella manera. Incluso, admitía, extrañaba esos estridentes chillidos de Lottery que le aturdían los oídos al punto de dejarlo sordo durante varios minutos. El ruido de pequeñas pisadas correteando por los pasillos del hotel o las risas en la mañana temprano provenientes de su habitación mientras intentaban ocultar, de forma pésima, que estaban "dormidos".
Y es que dudaba que hasta Nuggets no extrañara ser correteado o vestido por los menores (aunque esto último era debatible). Suspiró con las orejas abajo mientras cambiaba el vendaje de Lottery. Rummy recostado a su lado.
Intentó pensar, así sea paso a paso debía lograr sacarlos de aquel trance oscuro en el que se encontraban. Finalmente, alzó las orejas ante una idea.
— Hey ¿Quieren ayudarme hoy? —
Una propuesta que, con un poco de suerte, emocionaría un poco a sus hijos.
Hacía ya bastante tiempo le había propuesto matrimonio a quien tanto amaba pero ninguno de los dos había contado con el tiempo libre suficiente para comenzar los preparativos. ¿Y qué mejor que ahora para animar a los menores, dejándoles ayudarios en las preparaciones? Las más pequeños, claro, como escoger la ropa a usar.
Sí, su viejo traje de overlord no era ni de cerca una opción. Y realmente no tenía demasiada variedad de ropa para elegir, una nueva era indispensable... Y la idea de elegir algo más "moderno" pareció emocionar, principalmente, a Rummy.
Al menos había logrado su objetivo y, aunque con cierta inseguridad, los niños habían accedido a salir del hotel. Juntos pasearon por las calles infernales hasta llegar con un sastre que, le constaba, confeccionaba la ropa de Alastor. Claro, que él no compartiera el gusto del demonio no quería decir que el sastre fuese malo.
Y así fue como se encontró a sí mismo probándose un traje, observando con ceño fruncido mientras intentaba anudar la corbata en su cuello. Delante, sus hijos sentados cómodamente en un sofá mientras con ojitos brillantes observaban a su padre probarse el posible traje para su boda.
No le extrañaba que aún los niños continuasen apagados, pero eso no quitaba el hecho de que le partiera el corazón verlos de aquella manera. Incluso, admitía, extrañaba esos estridentes chillidos de Lottery que le aturdían los oídos al punto de dejarlo sordo durante varios minutos. El ruido de pequeñas pisadas correteando por los pasillos del hotel o las risas en la mañana temprano provenientes de su habitación mientras intentaban ocultar, de forma pésima, que estaban "dormidos".
Y es que dudaba que hasta Nuggets no extrañara ser correteado o vestido por los menores (aunque esto último era debatible). Suspiró con las orejas abajo mientras cambiaba el vendaje de Lottery. Rummy recostado a su lado.
Intentó pensar, así sea paso a paso debía lograr sacarlos de aquel trance oscuro en el que se encontraban. Finalmente, alzó las orejas ante una idea.
— Hey ¿Quieren ayudarme hoy? —
Una propuesta que, con un poco de suerte, emocionaría un poco a sus hijos.
Hacía ya bastante tiempo le había propuesto matrimonio a quien tanto amaba pero ninguno de los dos había contado con el tiempo libre suficiente para comenzar los preparativos. ¿Y qué mejor que ahora para animar a los menores, dejándoles ayudarios en las preparaciones? Las más pequeños, claro, como escoger la ropa a usar.
Sí, su viejo traje de overlord no era ni de cerca una opción. Y realmente no tenía demasiada variedad de ropa para elegir, una nueva era indispensable... Y la idea de elegir algo más "moderno" pareció emocionar, principalmente, a Rummy.
Al menos había logrado su objetivo y, aunque con cierta inseguridad, los niños habían accedido a salir del hotel. Juntos pasearon por las calles infernales hasta llegar con un sastre que, le constaba, confeccionaba la ropa de Alastor. Claro, que él no compartiera el gusto del demonio no quería decir que el sastre fuese malo.
Y así fue como se encontró a sí mismo probándose un traje, observando con ceño fruncido mientras intentaba anudar la corbata en su cuello. Delante, sus hijos sentados cómodamente en un sofá mientras con ojitos brillantes observaban a su padre probarse el posible traje para su boda.