mi abuelo amó a mi abuela una mujer mortal.... mi padre amó a mi madre una mujer mortal.... ¿Es mi destino amar a una mujer que no sea una diosa?
mi abuelo amó a mi abuela una mujer mortal.... mi padre amó a mi madre una mujer mortal.... ¿Es mi destino amar a una mujer que no sea una diosa? :STK-31:
*El Hazbin Hotel estaba tranquilo por la noche sin muchos huéspedes yendo de aquí para allá, aprovechando ese momento para hacer una de mis apariciones extravagantes delante de la barra del bar donde estaría Husk trabajando, una baraja de cartas del tamaño humano apareció junto con dos guantes gigantes comenzaron a barajar rápidamente haciendo algún que otro juego de manos mostrando alguna que otra carta como si hicieran un truco de magia, hasta que finalmente “repartieron” una carta en concreto clavándose en una de sus esquinas de la carta en el suelo mostrando que era la carta del Joker, segundos después comenzó a moverse para salir de la carta y colocarme bien el cuello de la chaqueta junto con el sombrero de copa, esbozando una amplia sonrisa como de costumbre me acerque a la barra escuchándose los golpecitos de mi bastón mientras caminaba, una vez frente a la barra apoye mi brazo en horizontal dejando la mano colgando en el borde y mirando a Husk*
- Hola hola mi gatito favorito~, tengo una propuesta para ti que sé que no podrás rechazar… *desaparecí del sitio para aparecer a su lado rodeando mi brazo por su cuello y le di un toquecito en la nariz* Vengo a ofrecerte una oportunidad de librarte de esas cadenas que te atan durante *sacando mi reloj de bolsillo mirando el tiempo y guardándolo de nuevo* unas horas o minutos, depende de si la diosa fortuna esta de tu parte~.
*Me separe de él para dar un leve brinco en la barra y pasar al otro lado estando de espaldas, apuntando con mi bastón en vertical hacia arriba y haciendo aparecer una ilusión donde se veía un casino*
- ¿Qué me dices campeón? ¿Quieres volverte el Rey… o mejor aún el Dios de la Fortuna en el mejor casino de todos llamado Bellagio o prefieres seguir amargándote detrás de esta barra haciéndole caso a un cervatillo?
*Dándome de nuevo la vuelta apoyando ambas manos en el basto inclinándome hacia adelante para apoyar mi barbilla sobre mis manos mirándole*
- ¿Cuál es tu respuesta~? Y no te preocupes por los detalles de “Soy un pecador, no puedo salir del infierno”, si he podido hacer que un pecador saliese del círculo del orgullo… ¿Quién dice que no puedo sacar a uno del infierno? Ah y obviamente te hare un cambio de imagen, a no ser que quieras ir tal cual y decir que estas haciendo un cosplay de furro~.
*Riendo a carcajadas poniéndome recto dándole vueltas al bastón para volverlo a colocar en el suelo*
- Sera nuestro pequeño secretito, salimos de este antro para pasarlo bien juntos, tú te desahogas un rato y estrechamos lazos~.
*El Hazbin Hotel estaba tranquilo por la noche sin muchos huéspedes yendo de aquí para allá, aprovechando ese momento para hacer una de mis apariciones extravagantes delante de la barra del bar donde estaría [barcat75] trabajando, una baraja de cartas del tamaño humano apareció junto con dos guantes gigantes comenzaron a barajar rápidamente haciendo algún que otro juego de manos mostrando alguna que otra carta como si hicieran un truco de magia, hasta que finalmente “repartieron” una carta en concreto clavándose en una de sus esquinas de la carta en el suelo mostrando que era la carta del Joker, segundos después comenzó a moverse para salir de la carta y colocarme bien el cuello de la chaqueta junto con el sombrero de copa, esbozando una amplia sonrisa como de costumbre me acerque a la barra escuchándose los golpecitos de mi bastón mientras caminaba, una vez frente a la barra apoye mi brazo en horizontal dejando la mano colgando en el borde y mirando a Husk*
- Hola hola mi gatito favorito~, tengo una propuesta para ti que sé que no podrás rechazar… *desaparecí del sitio para aparecer a su lado rodeando mi brazo por su cuello y le di un toquecito en la nariz* Vengo a ofrecerte una oportunidad de librarte de esas cadenas que te atan durante *sacando mi reloj de bolsillo mirando el tiempo y guardándolo de nuevo* unas horas o minutos, depende de si la diosa fortuna esta de tu parte~.
*Me separe de él para dar un leve brinco en la barra y pasar al otro lado estando de espaldas, apuntando con mi bastón en vertical hacia arriba y haciendo aparecer una ilusión donde se veía un casino*
- ¿Qué me dices campeón? ¿Quieres volverte el Rey… o mejor aún el Dios de la Fortuna en el mejor casino de todos llamado Bellagio o prefieres seguir amargándote detrás de esta barra haciéndole caso a un cervatillo?
*Dándome de nuevo la vuelta apoyando ambas manos en el basto inclinándome hacia adelante para apoyar mi barbilla sobre mis manos mirándole*
- ¿Cuál es tu respuesta~? Y no te preocupes por los detalles de “Soy un pecador, no puedo salir del infierno”, si he podido hacer que un pecador saliese del círculo del orgullo… ¿Quién dice que no puedo sacar a uno del infierno? Ah y obviamente te hare un cambio de imagen, a no ser que quieras ir tal cual y decir que estas haciendo un cosplay de furro~.
*Riendo a carcajadas poniéndome recto dándole vueltas al bastón para volverlo a colocar en el suelo*
- Sera nuestro pequeño secretito, salimos de este antro para pasarlo bien juntos, tú te desahogas un rato y estrechamos lazos~.
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Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
Akane camina a mi lado, pero algo en su postura no es la Akane que yo conozco.
Se mueve como alguien que pisa recuerdos.
Que pisa ruinas que le hablan.
—¿Sabes por qué este templo está así? —me pregunta mientras cruzamos un pasillo donde las columnas están abiertas como costillas quebradas.
Niego con la cabeza.
Ella continúa, con una voz que parece más vieja que su cuerpo:
—Fue después de la muerte de Selin… cuando Oz perdió la cordura.
Cuando decidió destruir no solo a los que se la arrebataron… sino a todo lo que tocara la luna.
La imagen se forma sola en mi mente.
Selin cayendo.
Oz gritando.
El caos quebrando el cielo.
—Los Custodios, los Serafín y los rebeldes del falso Rey Iam se enfrentaron… pero el miedo a la estirpe del Caos los unió.
Su unión… fue su propia sentencia.
Se enfrentaron a Oz… a Ozma, como empezaron a llamarlo.
—¿Ozma…? —susurro.
—El destructor de mundos.
Siempre llevaba una máscara de metal, para ocultar el rostro que perdió cuando el dolor lo arrancó de sí mismo.
Cuando la luna misma lo rechazó.
Ese ser… fue quien destruyó este templo.
Con el poder del Caos… y con algo peor que el Caos.
Trago saliva.
—¿Peor…?
Akane me mira fijamente.
—La certeza de que ya no tenía nada que perder.
El templo tiembla como si recordara.
---
El Páramo Carmesí
Al final del corredor destruido, una luz se abre paso.
Pasamos bajo un arco derruido y llegamos a un lugar que corta la respiración.
Un páramo amplio, una llanura inmensa cubierta de flores blancas… pero todas ellas tiñéndose de rojo desde un punto exacto:
El centro.
Y allí, tendida en medio del círculo sangrante…
Yuna.
Dormida.
Quietecita.
Como si la luna la estuviera respirando.
Solo que su respiración no es suya.
Lo siento.
Lo percibo.
Un manto invisible envuelve su cuerpo —no lo vemos, pero está ahí— como una piel que no pertenece a este mundo.
Doy un paso…
Y entonces se materializa.
---
El Yokai del Eclipse
Una figura surge entre las flores que se marchitan bajo sus pies.
Larga.
Oscura.
Delgada.
La piel es más sombra que carne.
La voz, más eco que sonido.
Y porta una máscara.
Una máscara idéntica a la de Ozma.
No.
No idéntica.
Deformada.
Retorcida.
Como si fuera una burla.
Una imitación grotesca del rey del Caos.
El Yokai ladea la cabeza.
Sus ojos se encienden detrás de las cuencas metálicas.
—Ni un paso más…
Su voz es suave, casi amable.
Peor que un grito.
—…o acabaré con vuestra preciada “Escudo de Elune”.
—murmura pasando un dedo irreal por el aire encima de Yuna—
La niña ha sido escogida por la diosa… pero también por nosotros.
Akane da un paso adelante, el poder tensándose en sus manos.
—Déjala. Ahora.
El Yokai ríe.
Una risa hueca.
Una risa que suena como metal doblándose.
—Pensé que tardaríais más.
La sangre de la luna ya canta.
Y ella…
ella ya me escucha.
Yar.
Mi corazón se comprime.
Porque veo a Yuna.
Y su pecho se eleva.
Pero no con un sueño tranquilo.
Sino con la respiración de alguien
que está siendo llamado
desde otro lado.
Relato en Post y comentario de la imagen 🩷
La verdad enterrada bajo la Luna
Akane camina a mi lado, pero algo en su postura no es la Akane que yo conozco.
Se mueve como alguien que pisa recuerdos.
Que pisa ruinas que le hablan.
—¿Sabes por qué este templo está así? —me pregunta mientras cruzamos un pasillo donde las columnas están abiertas como costillas quebradas.
Niego con la cabeza.
Ella continúa, con una voz que parece más vieja que su cuerpo:
—Fue después de la muerte de Selin… cuando Oz perdió la cordura.
Cuando decidió destruir no solo a los que se la arrebataron… sino a todo lo que tocara la luna.
La imagen se forma sola en mi mente.
Selin cayendo.
Oz gritando.
El caos quebrando el cielo.
—Los Custodios, los Serafín y los rebeldes del falso Rey Iam se enfrentaron… pero el miedo a la estirpe del Caos los unió.
Su unión… fue su propia sentencia.
Se enfrentaron a Oz… a Ozma, como empezaron a llamarlo.
—¿Ozma…? —susurro.
—El destructor de mundos.
Siempre llevaba una máscara de metal, para ocultar el rostro que perdió cuando el dolor lo arrancó de sí mismo.
Cuando la luna misma lo rechazó.
Ese ser… fue quien destruyó este templo.
Con el poder del Caos… y con algo peor que el Caos.
Trago saliva.
—¿Peor…?
Akane me mira fijamente.
—La certeza de que ya no tenía nada que perder.
El templo tiembla como si recordara.
---
El Páramo Carmesí
Al final del corredor destruido, una luz se abre paso.
Pasamos bajo un arco derruido y llegamos a un lugar que corta la respiración.
Un páramo amplio, una llanura inmensa cubierta de flores blancas… pero todas ellas tiñéndose de rojo desde un punto exacto:
El centro.
Y allí, tendida en medio del círculo sangrante…
Yuna.
Dormida.
Quietecita.
Como si la luna la estuviera respirando.
Solo que su respiración no es suya.
Lo siento.
Lo percibo.
Un manto invisible envuelve su cuerpo —no lo vemos, pero está ahí— como una piel que no pertenece a este mundo.
Doy un paso…
Y entonces se materializa.
---
El Yokai del Eclipse
Una figura surge entre las flores que se marchitan bajo sus pies.
Larga.
Oscura.
Delgada.
La piel es más sombra que carne.
La voz, más eco que sonido.
Y porta una máscara.
Una máscara idéntica a la de Ozma.
No.
No idéntica.
Deformada.
Retorcida.
Como si fuera una burla.
Una imitación grotesca del rey del Caos.
El Yokai ladea la cabeza.
Sus ojos se encienden detrás de las cuencas metálicas.
—Ni un paso más…
Su voz es suave, casi amable.
Peor que un grito.
—…o acabaré con vuestra preciada “Escudo de Elune”.
—murmura pasando un dedo irreal por el aire encima de Yuna—
La niña ha sido escogida por la diosa… pero también por nosotros.
Akane da un paso adelante, el poder tensándose en sus manos.
—Déjala. Ahora.
El Yokai ríe.
Una risa hueca.
Una risa que suena como metal doblándose.
—Pensé que tardaríais más.
La sangre de la luna ya canta.
Y ella…
ella ya me escucha.
Yar.
Mi corazón se comprime.
Porque veo a Yuna.
Y su pecho se eleva.
Pero no con un sueño tranquilo.
Sino con la respiración de alguien
que está siendo llamado
desde otro lado.
Akane camina a mi lado, pero algo en su postura no es la Akane que yo conozco.
Se mueve como alguien que pisa recuerdos.
Que pisa ruinas que le hablan.
—¿Sabes por qué este templo está así? —me pregunta mientras cruzamos un pasillo donde las columnas están abiertas como costillas quebradas.
Niego con la cabeza.
Ella continúa, con una voz que parece más vieja que su cuerpo:
—Fue después de la muerte de Selin… cuando Oz perdió la cordura.
Cuando decidió destruir no solo a los que se la arrebataron… sino a todo lo que tocara la luna.
La imagen se forma sola en mi mente.
Selin cayendo.
Oz gritando.
El caos quebrando el cielo.
—Los Custodios, los Serafín y los rebeldes del falso Rey Iam se enfrentaron… pero el miedo a la estirpe del Caos los unió.
Su unión… fue su propia sentencia.
Se enfrentaron a Oz… a Ozma, como empezaron a llamarlo.
—¿Ozma…? —susurro.
—El destructor de mundos.
Siempre llevaba una máscara de metal, para ocultar el rostro que perdió cuando el dolor lo arrancó de sí mismo.
Cuando la luna misma lo rechazó.
Ese ser… fue quien destruyó este templo.
Con el poder del Caos… y con algo peor que el Caos.
Trago saliva.
—¿Peor…?
Akane me mira fijamente.
—La certeza de que ya no tenía nada que perder.
El templo tiembla como si recordara.
---
El Páramo Carmesí
Al final del corredor destruido, una luz se abre paso.
Pasamos bajo un arco derruido y llegamos a un lugar que corta la respiración.
Un páramo amplio, una llanura inmensa cubierta de flores blancas… pero todas ellas tiñéndose de rojo desde un punto exacto:
El centro.
Y allí, tendida en medio del círculo sangrante…
Yuna.
Dormida.
Quietecita.
Como si la luna la estuviera respirando.
Solo que su respiración no es suya.
Lo siento.
Lo percibo.
Un manto invisible envuelve su cuerpo —no lo vemos, pero está ahí— como una piel que no pertenece a este mundo.
Doy un paso…
Y entonces se materializa.
---
El Yokai del Eclipse
Una figura surge entre las flores que se marchitan bajo sus pies.
Larga.
Oscura.
Delgada.
La piel es más sombra que carne.
La voz, más eco que sonido.
Y porta una máscara.
Una máscara idéntica a la de Ozma.
No.
No idéntica.
Deformada.
Retorcida.
Como si fuera una burla.
Una imitación grotesca del rey del Caos.
El Yokai ladea la cabeza.
Sus ojos se encienden detrás de las cuencas metálicas.
—Ni un paso más…
Su voz es suave, casi amable.
Peor que un grito.
—…o acabaré con vuestra preciada “Escudo de Elune”.
—murmura pasando un dedo irreal por el aire encima de Yuna—
La niña ha sido escogida por la diosa… pero también por nosotros.
Akane da un paso adelante, el poder tensándose en sus manos.
—Déjala. Ahora.
El Yokai ríe.
Una risa hueca.
Una risa que suena como metal doblándose.
—Pensé que tardaríais más.
La sangre de la luna ya canta.
Y ella…
ella ya me escucha.
Yar.
Mi corazón se comprime.
Porque veo a Yuna.
Y su pecho se eleva.
Pero no con un sueño tranquilo.
Sino con la respiración de alguien
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Akane camina a mi lado, pero algo en su postura no es la Akane que yo conozco.
Se mueve como alguien que pisa recuerdos.
Que pisa ruinas que le hablan.
—¿Sabes por qué este templo está así? —me pregunta mientras cruzamos un pasillo donde las columnas están abiertas como costillas quebradas.
Niego con la cabeza.
Ella continúa, con una voz que parece más vieja que su cuerpo:
—Fue después de la muerte de Selin… cuando Oz perdió la cordura.
Cuando decidió destruir no solo a los que se la arrebataron… sino a todo lo que tocara la luna.
La imagen se forma sola en mi mente.
Selin cayendo.
Oz gritando.
El caos quebrando el cielo.
—Los Custodios, los Serafín y los rebeldes del falso Rey Iam se enfrentaron… pero el miedo a la estirpe del Caos los unió.
Su unión… fue su propia sentencia.
Se enfrentaron a Oz… a Ozma, como empezaron a llamarlo.
—¿Ozma…? —susurro.
—El destructor de mundos.
Siempre llevaba una máscara de metal, para ocultar el rostro que perdió cuando el dolor lo arrancó de sí mismo.
Cuando la luna misma lo rechazó.
Ese ser… fue quien destruyó este templo.
Con el poder del Caos… y con algo peor que el Caos.
Trago saliva.
—¿Peor…?
Akane me mira fijamente.
—La certeza de que ya no tenía nada que perder.
El templo tiembla como si recordara.
---
El Páramo Carmesí
Al final del corredor destruido, una luz se abre paso.
Pasamos bajo un arco derruido y llegamos a un lugar que corta la respiración.
Un páramo amplio, una llanura inmensa cubierta de flores blancas… pero todas ellas tiñéndose de rojo desde un punto exacto:
El centro.
Y allí, tendida en medio del círculo sangrante…
Yuna.
Dormida.
Quietecita.
Como si la luna la estuviera respirando.
Solo que su respiración no es suya.
Lo siento.
Lo percibo.
Un manto invisible envuelve su cuerpo —no lo vemos, pero está ahí— como una piel que no pertenece a este mundo.
Doy un paso…
Y entonces se materializa.
---
El Yokai del Eclipse
Una figura surge entre las flores que se marchitan bajo sus pies.
Larga.
Oscura.
Delgada.
La piel es más sombra que carne.
La voz, más eco que sonido.
Y porta una máscara.
Una máscara idéntica a la de Ozma.
No.
No idéntica.
Deformada.
Retorcida.
Como si fuera una burla.
Una imitación grotesca del rey del Caos.
El Yokai ladea la cabeza.
Sus ojos se encienden detrás de las cuencas metálicas.
—Ni un paso más…
Su voz es suave, casi amable.
Peor que un grito.
—…o acabaré con vuestra preciada “Escudo de Elune”.
—murmura pasando un dedo irreal por el aire encima de Yuna—
La niña ha sido escogida por la diosa… pero también por nosotros.
Akane da un paso adelante, el poder tensándose en sus manos.
—Déjala. Ahora.
El Yokai ríe.
Una risa hueca.
Una risa que suena como metal doblándose.
—Pensé que tardaríais más.
La sangre de la luna ya canta.
Y ella…
ella ya me escucha.
Yar.
Mi corazón se comprime.
Porque veo a Yuna.
Y su pecho se eleva.
Pero no con un sueño tranquilo.
Sino con la respiración de alguien
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La verdad enterrada bajo la Luna
Akane camina a mi lado, pero algo en su postura no es la Akane que yo conozco.
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Que pisa ruinas que le hablan.
—¿Sabes por qué este templo está así? —me pregunta mientras cruzamos un pasillo donde las columnas están abiertas como costillas quebradas.
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—Fue después de la muerte de Selin… cuando Oz perdió la cordura.
Cuando decidió destruir no solo a los que se la arrebataron… sino a todo lo que tocara la luna.
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Su unión… fue su propia sentencia.
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Siempre llevaba una máscara de metal, para ocultar el rostro que perdió cuando el dolor lo arrancó de sí mismo.
Cuando la luna misma lo rechazó.
Ese ser… fue quien destruyó este templo.
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Delgada.
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La niña ha sido escogida por la diosa… pero también por nosotros.
Akane da un paso adelante, el poder tensándose en sus manos.
—Déjala. Ahora.
El Yokai ríe.
Una risa hueca.
Una risa que suena como metal doblándose.
—Pensé que tardaríais más.
La sangre de la luna ya canta.
Y ella…
ella ya me escucha.
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¡HEY, FICROLERS 3D!
¡Un nuevo personaje 3D viene pisando fuerte!
Hoy damos la bienvenida a...
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ¡[shade_red_pigeon_989]!
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ Raza: Diosa
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤFandom: Multi fandom
ㅤㅤㅤㅤㅤㅤ Estudiante
¡Bienvenid@ a FicRol! Nos alegra tenerte entre nosotros y esperamos que disfrutes mucho explorando historias, creando conexiones y dando vida a tu personaje en este rincón tan creativo.
Yo soy Caroline, tu RolSage, algo así como tu guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada!
Antes de lanzarte de lleno, te dejo algunos recursos que te pueden venir de maravilla para empezar con buen pie:
✨ ¡HEY, FICROLERS 3D! ✨
¡Un nuevo personaje 3D viene pisando fuerte!
🎉 Hoy damos la bienvenida a...
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👋 ¡Bienvenid@ a FicRol! Nos alegra tenerte entre nosotros y esperamos que disfrutes mucho explorando historias, creando conexiones y dando vida a tu personaje en este rincón tan creativo.
🧙♀️ Yo soy Caroline, tu RolSage, algo así como tu guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada!
🧭 Antes de lanzarte de lleno, te dejo algunos recursos que te pueden venir de maravilla para empezar con buen pie:
📌 Normas básicas del de la plataforma:
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👩🏫 Guías detalladas sobre cómo funciona todo por aquí:
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Caigo en la cama antes de que la noche termine de asentarse.
No quiero dormir.
Necesito hacerlo.
La perturbación en la Luna sigue latiendo en mi nuca como un tambor antiguo,
y solo Selin puede decirme qué está temblando allá arriba.
El sueño me toma de la muñeca y me arrastra con la suavidad de un recuerdo.
Y allí está ella, Selin, con su luz blanca y sus ojos de niebla.
Su canto vuelve, ese canto que parece deshacer el tiempo.
—Deja que te cuente… —
Y todo el mundo se derrite en una claridad azulada.
---
La leyenda de Yue
Selin me muestra un universo antiguo, sin eclipses, sin guerras, sin custodios.
Solo vacío… y criaturas hambrientas.
—Yue no siempre fue santa del Templo Elunai, hija mía —dice Selin, su voz empapada de luna—. Antes fue un parásito del espacio entre espacios.
Veo a Yue antes de ser sagrada:
un ser hermoso, frío, nacida del hambre absoluta.
Su raza devoraba estrellas, bebía la luz de planetas puros
hasta dejarlos como cáscaras muertas.
Y entonces la Luna aparece.
Blanca, gigante, perfecta.
Yue cae sobre ella… buscando pureza.
Y la encuentra.
Elune.
La Diosa Lunar no la destruye.
No lucha.
Solo extiende un sueño.
Y Yue queda atrapada.
Un sueño para ella…
pero mil años para su alma.
Mil años con la Diosa.
Mil años aprendiendo de los espíritus.
Mil años enamorándose de la luz más pura del cosmos.
Cuando despierta, para Yue solo ha pasado una noche.
Pero en su corazón ha pasado una vida entera.
Una vida que cambió su especie.
Una vida que la hizo elegir.
Decidió proteger lo que por primera vez había amado.
Con Elune a su lado, Yue advirtió a los Elunai del peligro.
Eligió a los más poderosos entre ellos
y los sumergió en un sueño sagrado de mil años.
Selin estaba entre ellos.
Mi abuela.
La madre de Jennifer.
De ese sueño nació lo imposible:
la magia más poderosa que los Elunai jamás tocaron.
La magia de protección lunar.
La magia de los Custodios.
---
Cuando los parásitos de la raza de Yue invadieron la Luna,
la guerra fue brutal.
Entonces Yue, en un acto que Selin describe con lágrimas que no existen,
arrancó de su propio corazón una espada de luz.
Esa espada la condenó y la liberó.
La espada de Elune.
Se convirtió en Espada y Escudo de Elune.
Aniquiló a su raza entera.
Y murió en el mismo acto.
Su alma se fragmentó.
La del Espada.
La del Escudo.
Ambas quedaron dispersas en el cosmos,
esperando a sus portadores.
—Tú, hija mía… —Selin coloca un beso frío en mi frente—
eres la Espada de Elune.
Veythra.
Tu sombra lo sabe.
Siento mi sombra palpitar detrás de mí, orgullosa, viva, como si hubiera esperado siglos ese nombre.
Pero Selin continúa, y la luz se vuelve más dura.
—El Escudo de Elune, el poder más puro entre los puros…
siempre ha pertenecido a la primogénita de Jennifer.
A Yuna.
Veo a Yuna bebé, envuelta en luz.
Veo el escudo elegirla, no por fuerza, sino por inocencia.
Por pureza absoluta.
—Ella jamás lo usaría… salvo que no hubiera otra opción. —
La voz de Selin se quiebra.
—Ese poder está en peligro. —
---
El despertar
Despierto violentamente.
El corazón me explota en el pecho.
La sombra se contrae.
La Luna vibra.
—¡YUNA! —grito incorporándome.
La habitación parece más pequeña.
Más oscura.
—¡Yuna está en peligro! —
Y por primera vez en mucho tiempo…
la Luna no responde.
Relato en Post y comentario de la imagen 🩷
La Leyenda de Yue
Caigo en la cama antes de que la noche termine de asentarse.
No quiero dormir.
Necesito hacerlo.
La perturbación en la Luna sigue latiendo en mi nuca como un tambor antiguo,
y solo Selin puede decirme qué está temblando allá arriba.
El sueño me toma de la muñeca y me arrastra con la suavidad de un recuerdo.
Y allí está ella, Selin, con su luz blanca y sus ojos de niebla.
Su canto vuelve, ese canto que parece deshacer el tiempo.
—Deja que te cuente… —
Y todo el mundo se derrite en una claridad azulada.
---
La leyenda de Yue
Selin me muestra un universo antiguo, sin eclipses, sin guerras, sin custodios.
Solo vacío… y criaturas hambrientas.
—Yue no siempre fue santa del Templo Elunai, hija mía —dice Selin, su voz empapada de luna—. Antes fue un parásito del espacio entre espacios.
Veo a Yue antes de ser sagrada:
un ser hermoso, frío, nacida del hambre absoluta.
Su raza devoraba estrellas, bebía la luz de planetas puros
hasta dejarlos como cáscaras muertas.
Y entonces la Luna aparece.
Blanca, gigante, perfecta.
Yue cae sobre ella… buscando pureza.
Y la encuentra.
Elune.
La Diosa Lunar no la destruye.
No lucha.
Solo extiende un sueño.
Y Yue queda atrapada.
Un sueño para ella…
pero mil años para su alma.
Mil años con la Diosa.
Mil años aprendiendo de los espíritus.
Mil años enamorándose de la luz más pura del cosmos.
Cuando despierta, para Yue solo ha pasado una noche.
Pero en su corazón ha pasado una vida entera.
Una vida que cambió su especie.
Una vida que la hizo elegir.
Decidió proteger lo que por primera vez había amado.
Con Elune a su lado, Yue advirtió a los Elunai del peligro.
Eligió a los más poderosos entre ellos
y los sumergió en un sueño sagrado de mil años.
Selin estaba entre ellos.
Mi abuela.
La madre de Jennifer.
De ese sueño nació lo imposible:
la magia más poderosa que los Elunai jamás tocaron.
La magia de protección lunar.
La magia de los Custodios.
---
Cuando los parásitos de la raza de Yue invadieron la Luna,
la guerra fue brutal.
Entonces Yue, en un acto que Selin describe con lágrimas que no existen,
arrancó de su propio corazón una espada de luz.
Esa espada la condenó y la liberó.
La espada de Elune.
Se convirtió en Espada y Escudo de Elune.
Aniquiló a su raza entera.
Y murió en el mismo acto.
Su alma se fragmentó.
La del Espada.
La del Escudo.
Ambas quedaron dispersas en el cosmos,
esperando a sus portadores.
—Tú, hija mía… —Selin coloca un beso frío en mi frente—
eres la Espada de Elune.
Veythra.
Tu sombra lo sabe.
Siento mi sombra palpitar detrás de mí, orgullosa, viva, como si hubiera esperado siglos ese nombre.
Pero Selin continúa, y la luz se vuelve más dura.
—El Escudo de Elune, el poder más puro entre los puros…
siempre ha pertenecido a la primogénita de Jennifer.
A Yuna.
Veo a Yuna bebé, envuelta en luz.
Veo el escudo elegirla, no por fuerza, sino por inocencia.
Por pureza absoluta.
—Ella jamás lo usaría… salvo que no hubiera otra opción. —
La voz de Selin se quiebra.
—Ese poder está en peligro. —
---
El despertar
Despierto violentamente.
El corazón me explota en el pecho.
La sombra se contrae.
La Luna vibra.
—¡YUNA! —grito incorporándome.
La habitación parece más pequeña.
Más oscura.
—¡Yuna está en peligro! —
Y por primera vez en mucho tiempo…
la Luna no responde.
Caigo en la cama antes de que la noche termine de asentarse.
No quiero dormir.
Necesito hacerlo.
La perturbación en la Luna sigue latiendo en mi nuca como un tambor antiguo,
y solo Selin puede decirme qué está temblando allá arriba.
El sueño me toma de la muñeca y me arrastra con la suavidad de un recuerdo.
Y allí está ella, Selin, con su luz blanca y sus ojos de niebla.
Su canto vuelve, ese canto que parece deshacer el tiempo.
—Deja que te cuente… —
Y todo el mundo se derrite en una claridad azulada.
---
La leyenda de Yue
Selin me muestra un universo antiguo, sin eclipses, sin guerras, sin custodios.
Solo vacío… y criaturas hambrientas.
—Yue no siempre fue santa del Templo Elunai, hija mía —dice Selin, su voz empapada de luna—. Antes fue un parásito del espacio entre espacios.
Veo a Yue antes de ser sagrada:
un ser hermoso, frío, nacida del hambre absoluta.
Su raza devoraba estrellas, bebía la luz de planetas puros
hasta dejarlos como cáscaras muertas.
Y entonces la Luna aparece.
Blanca, gigante, perfecta.
Yue cae sobre ella… buscando pureza.
Y la encuentra.
Elune.
La Diosa Lunar no la destruye.
No lucha.
Solo extiende un sueño.
Y Yue queda atrapada.
Un sueño para ella…
pero mil años para su alma.
Mil años con la Diosa.
Mil años aprendiendo de los espíritus.
Mil años enamorándose de la luz más pura del cosmos.
Cuando despierta, para Yue solo ha pasado una noche.
Pero en su corazón ha pasado una vida entera.
Una vida que cambió su especie.
Una vida que la hizo elegir.
Decidió proteger lo que por primera vez había amado.
Con Elune a su lado, Yue advirtió a los Elunai del peligro.
Eligió a los más poderosos entre ellos
y los sumergió en un sueño sagrado de mil años.
Selin estaba entre ellos.
Mi abuela.
La madre de Jennifer.
De ese sueño nació lo imposible:
la magia más poderosa que los Elunai jamás tocaron.
La magia de protección lunar.
La magia de los Custodios.
---
Cuando los parásitos de la raza de Yue invadieron la Luna,
la guerra fue brutal.
Entonces Yue, en un acto que Selin describe con lágrimas que no existen,
arrancó de su propio corazón una espada de luz.
Esa espada la condenó y la liberó.
La espada de Elune.
Se convirtió en Espada y Escudo de Elune.
Aniquiló a su raza entera.
Y murió en el mismo acto.
Su alma se fragmentó.
La del Espada.
La del Escudo.
Ambas quedaron dispersas en el cosmos,
esperando a sus portadores.
—Tú, hija mía… —Selin coloca un beso frío en mi frente—
eres la Espada de Elune.
Veythra.
Tu sombra lo sabe.
Siento mi sombra palpitar detrás de mí, orgullosa, viva, como si hubiera esperado siglos ese nombre.
Pero Selin continúa, y la luz se vuelve más dura.
—El Escudo de Elune, el poder más puro entre los puros…
siempre ha pertenecido a la primogénita de Jennifer.
A Yuna.
Veo a Yuna bebé, envuelta en luz.
Veo el escudo elegirla, no por fuerza, sino por inocencia.
Por pureza absoluta.
—Ella jamás lo usaría… salvo que no hubiera otra opción. —
La voz de Selin se quiebra.
—Ese poder está en peligro. —
---
El despertar
Despierto violentamente.
El corazón me explota en el pecho.
La sombra se contrae.
La Luna vibra.
—¡YUNA! —grito incorporándome.
La habitación parece más pequeña.
Más oscura.
—¡Yuna está en peligro! —
Y por primera vez en mucho tiempo…
la Luna no responde.
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Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
Caigo en la cama antes de que la noche termine de asentarse.
No quiero dormir.
Necesito hacerlo.
La perturbación en la Luna sigue latiendo en mi nuca como un tambor antiguo,
y solo Selin puede decirme qué está temblando allá arriba.
El sueño me toma de la muñeca y me arrastra con la suavidad de un recuerdo.
Y allí está ella, Selin, con su luz blanca y sus ojos de niebla.
Su canto vuelve, ese canto que parece deshacer el tiempo.
—Deja que te cuente… —
Y todo el mundo se derrite en una claridad azulada.
---
La leyenda de Yue
Selin me muestra un universo antiguo, sin eclipses, sin guerras, sin custodios.
Solo vacío… y criaturas hambrientas.
—Yue no siempre fue santa del Templo Elunai, hija mía —dice Selin, su voz empapada de luna—. Antes fue un parásito del espacio entre espacios.
Veo a Yue antes de ser sagrada:
un ser hermoso, frío, nacida del hambre absoluta.
Su raza devoraba estrellas, bebía la luz de planetas puros
hasta dejarlos como cáscaras muertas.
Y entonces la Luna aparece.
Blanca, gigante, perfecta.
Yue cae sobre ella… buscando pureza.
Y la encuentra.
Elune.
La Diosa Lunar no la destruye.
No lucha.
Solo extiende un sueño.
Y Yue queda atrapada.
Un sueño para ella…
pero mil años para su alma.
Mil años con la Diosa.
Mil años aprendiendo de los espíritus.
Mil años enamorándose de la luz más pura del cosmos.
Cuando despierta, para Yue solo ha pasado una noche.
Pero en su corazón ha pasado una vida entera.
Una vida que cambió su especie.
Una vida que la hizo elegir.
Decidió proteger lo que por primera vez había amado.
Con Elune a su lado, Yue advirtió a los Elunai del peligro.
Eligió a los más poderosos entre ellos
y los sumergió en un sueño sagrado de mil años.
Selin estaba entre ellos.
Mi abuela.
La madre de Jennifer.
De ese sueño nació lo imposible:
la magia más poderosa que los Elunai jamás tocaron.
La magia de protección lunar.
La magia de los Custodios.
---
Cuando los parásitos de la raza de Yue invadieron la Luna,
la guerra fue brutal.
Entonces Yue, en un acto que Selin describe con lágrimas que no existen,
arrancó de su propio corazón una espada de luz.
Esa espada la condenó y la liberó.
La espada de Elune.
Se convirtió en Espada y Escudo de Elune.
Aniquiló a su raza entera.
Y murió en el mismo acto.
Su alma se fragmentó.
La del Espada.
La del Escudo.
Ambas quedaron dispersas en el cosmos,
esperando a sus portadores.
—Tú, hija mía… —Selin coloca un beso frío en mi frente—
eres la Espada de Elune.
Veythra.
Tu sombra lo sabe.
Siento mi sombra palpitar detrás de mí, orgullosa, viva, como si hubiera esperado siglos ese nombre.
Pero Selin continúa, y la luz se vuelve más dura.
—El Escudo de Elune, el poder más puro entre los puros…
siempre ha pertenecido a la primogénita de Jennifer.
A Yuna.
Veo a Yuna bebé, envuelta en luz.
Veo el escudo elegirla, no por fuerza, sino por inocencia.
Por pureza absoluta.
—Ella jamás lo usaría… salvo que no hubiera otra opción. —
La voz de Selin se quiebra.
—Ese poder está en peligro. —
---
El despertar
Despierto violentamente.
El corazón me explota en el pecho.
La sombra se contrae.
La Luna vibra.
—¡YUNA! —grito incorporándome.
La habitación parece más pequeña.
Más oscura.
—¡Yuna está en peligro! —
Y por primera vez en mucho tiempo…
la Luna no responde.
Relato en Post y comentario de la imagen 🩷
La Leyenda de Yue
Caigo en la cama antes de que la noche termine de asentarse.
No quiero dormir.
Necesito hacerlo.
La perturbación en la Luna sigue latiendo en mi nuca como un tambor antiguo,
y solo Selin puede decirme qué está temblando allá arriba.
El sueño me toma de la muñeca y me arrastra con la suavidad de un recuerdo.
Y allí está ella, Selin, con su luz blanca y sus ojos de niebla.
Su canto vuelve, ese canto que parece deshacer el tiempo.
—Deja que te cuente… —
Y todo el mundo se derrite en una claridad azulada.
---
La leyenda de Yue
Selin me muestra un universo antiguo, sin eclipses, sin guerras, sin custodios.
Solo vacío… y criaturas hambrientas.
—Yue no siempre fue santa del Templo Elunai, hija mía —dice Selin, su voz empapada de luna—. Antes fue un parásito del espacio entre espacios.
Veo a Yue antes de ser sagrada:
un ser hermoso, frío, nacida del hambre absoluta.
Su raza devoraba estrellas, bebía la luz de planetas puros
hasta dejarlos como cáscaras muertas.
Y entonces la Luna aparece.
Blanca, gigante, perfecta.
Yue cae sobre ella… buscando pureza.
Y la encuentra.
Elune.
La Diosa Lunar no la destruye.
No lucha.
Solo extiende un sueño.
Y Yue queda atrapada.
Un sueño para ella…
pero mil años para su alma.
Mil años con la Diosa.
Mil años aprendiendo de los espíritus.
Mil años enamorándose de la luz más pura del cosmos.
Cuando despierta, para Yue solo ha pasado una noche.
Pero en su corazón ha pasado una vida entera.
Una vida que cambió su especie.
Una vida que la hizo elegir.
Decidió proteger lo que por primera vez había amado.
Con Elune a su lado, Yue advirtió a los Elunai del peligro.
Eligió a los más poderosos entre ellos
y los sumergió en un sueño sagrado de mil años.
Selin estaba entre ellos.
Mi abuela.
La madre de Jennifer.
De ese sueño nació lo imposible:
la magia más poderosa que los Elunai jamás tocaron.
La magia de protección lunar.
La magia de los Custodios.
---
Cuando los parásitos de la raza de Yue invadieron la Luna,
la guerra fue brutal.
Entonces Yue, en un acto que Selin describe con lágrimas que no existen,
arrancó de su propio corazón una espada de luz.
Esa espada la condenó y la liberó.
La espada de Elune.
Se convirtió en Espada y Escudo de Elune.
Aniquiló a su raza entera.
Y murió en el mismo acto.
Su alma se fragmentó.
La del Espada.
La del Escudo.
Ambas quedaron dispersas en el cosmos,
esperando a sus portadores.
—Tú, hija mía… —Selin coloca un beso frío en mi frente—
eres la Espada de Elune.
Veythra.
Tu sombra lo sabe.
Siento mi sombra palpitar detrás de mí, orgullosa, viva, como si hubiera esperado siglos ese nombre.
Pero Selin continúa, y la luz se vuelve más dura.
—El Escudo de Elune, el poder más puro entre los puros…
siempre ha pertenecido a la primogénita de Jennifer.
A Yuna.
Veo a Yuna bebé, envuelta en luz.
Veo el escudo elegirla, no por fuerza, sino por inocencia.
Por pureza absoluta.
—Ella jamás lo usaría… salvo que no hubiera otra opción. —
La voz de Selin se quiebra.
—Ese poder está en peligro. —
---
El despertar
Despierto violentamente.
El corazón me explota en el pecho.
La sombra se contrae.
La Luna vibra.
—¡YUNA! —grito incorporándome.
La habitación parece más pequeña.
Más oscura.
—¡Yuna está en peligro! —
Y por primera vez en mucho tiempo…
la Luna no responde.
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Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
El mirador se alzaba desde el punto más alto de la colina. A sus pies, el mundo se extendía en una vista increíblemente preciosa: una ciudad agradable y hermosa, rodeada en la distancia por montañas escarpadas cubiertas de bruma, esa que descendía tranquila entre los árboles, silenciosa, espectral. Las luces de la ciudad titilaban como un mar de luceros que parecían un reflejo terrenal de las estrellas plateadas que brillaban en el firmamento. Afro cerró los ojos y sonrió.
No era una sorpresa que hubiese elegido aquel lugar como residencia tras su exilio del reino de los inmortales. Como todo, no era perfecta, también tenía su cuota de defectos y contras, pero a pesar de ello, entre la rapidez de la vida urbana, el tráfico incesante, era una ciudad en donde se podía vivir cómodamente. No era una sorpresa que allí fuera el lugar en donde comenzó una nueva vida… como una humana más.
O, al menos, lo más cercano a ello que podía permitirse una deidad mayor.
El mirador estaba solitario y el único sonido audible era el del viento susurrando entre las hojas de los árboles. Afro apoyó los brazos sobre el barandal, el frio del metal le caló en los huesos, pero no borró esa expresión meditativa en su rostro. Desde hacía unos días algo la mantenía inquieta: tenía sueños extraños que la despertaban a mitad de la noche, cuyos significados no conseguía descifrar. Afro no era una deidad profética; no tenía esa clase de poderes que le permitían adentrarse entre las sombras y vislumbrar el destino en los hilos de las Moiras. Sin embargo, cuando "Él" necesitaba algo de ella, le mostraba esa clase de señales. Y por algún motivo todas la habían guiado hasta ese lugar.
Quería que la diosa fuese encontrada en ese sitio.
────¿Me has estado buscando? —una pregunta suave, como si hablara con el aire. Pero que quizás hubiera alguien quién pudiera responderla.
El mirador se alzaba desde el punto más alto de la colina. A sus pies, el mundo se extendía en una vista increíblemente preciosa: una ciudad agradable y hermosa, rodeada en la distancia por montañas escarpadas cubiertas de bruma, esa que descendía tranquila entre los árboles, silenciosa, espectral. Las luces de la ciudad titilaban como un mar de luceros que parecían un reflejo terrenal de las estrellas plateadas que brillaban en el firmamento. Afro cerró los ojos y sonrió.
No era una sorpresa que hubiese elegido aquel lugar como residencia tras su exilio del reino de los inmortales. Como todo, no era perfecta, también tenía su cuota de defectos y contras, pero a pesar de ello, entre la rapidez de la vida urbana, el tráfico incesante, era una ciudad en donde se podía vivir cómodamente. No era una sorpresa que allí fuera el lugar en donde comenzó una nueva vida… como una humana más.
O, al menos, lo más cercano a ello que podía permitirse una deidad mayor.
El mirador estaba solitario y el único sonido audible era el del viento susurrando entre las hojas de los árboles. Afro apoyó los brazos sobre el barandal, el frio del metal le caló en los huesos, pero no borró esa expresión meditativa en su rostro. Desde hacía unos días algo la mantenía inquieta: tenía sueños extraños que la despertaban a mitad de la noche, cuyos significados no conseguía descifrar. Afro no era una deidad profética; no tenía esa clase de poderes que le permitían adentrarse entre las sombras y vislumbrar el destino en los hilos de las Moiras. Sin embargo, cuando "Él" necesitaba algo de ella, le mostraba esa clase de señales. Y por algún motivo todas la habían guiado hasta ese lugar.
Quería que la diosa fuese encontrada en ese sitio.
────¿Me has estado buscando? —una pregunta suave, como si hablara con el aire. Pero que quizás hubiera alguien quién pudiera responderla.
[Mercenary1x]
Amelia es tu pareja, la contrataste por los servicios de la iglesia del placer que adoran a una diosa de la lujuria
Ella está para satisfacerte y (si tú personaje es masculino) dar a luz a tus hijos
[Inicio personalizado por cada quien como quieran, solo hablé me por Priv y lo arreglamos]
Amelia es tu pareja, la contrataste por los servicios de la iglesia del placer que adoran a una diosa de la lujuria
Ella está para satisfacerte y (si tú personaje es masculino) dar a luz a tus hijos
[Inicio personalizado por cada quien como quieran, solo hablé me por Priv y lo arreglamos]