• Desde otro punto de vista
    Fandom Criminal Minds (Mentes Criminales)
    Categoría Acción
    ㅤㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ⎤⎤⎤⃟ 𝑛𝑒𝑤
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝐬𝐭𝐚𝐫𝐭𝐞𝐫
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤSean Wesson

    Cuando el equipo B de la UAC regresó de Pensacola eran pasadas las nueve y media de la noche. Casi al mismo tiempo que regresaba el equipo de Hotchner. Un hito para recordar, pues no solían coincidir nada más que algunas mañanas en horario de oficina… Y la realidad era que todos se llevaban bastante bien. Lauren solía quedar a menudo con Prentiss, JJ y García. Wesson salía a entrenar con Derek Morgan de tanto en tanto. Y se había ofrecido a ayudar a Dave Rossi con la reconstrucción de uno de sus coches de época, además de debatir sobre cualquier cosa con Spencer Reid.

    La conversacion se había tornado tan animada entre los equipos de camino al ascensor para subir a la planta de su departamento donde poder recoger sus efectos personales en la oficina y marcharse a casa que, cuando Dave Rossi había propuesto ir a tomar una copa a uno de los establecimientos de confianza del equipo, nadie pudo negarse. Bueno, nadie salvo JT. Ese hombre vivía por y para el trabajo y declinó la oferta poniendo una excusa demasiado pobre que nadie se creyó. Lauren no recordaba haberlo visto divertirse. Nunca. Nunca en los tres años que hacía que trabajaban juntos. Conocía su trágica historia, por supuesto. Pero era muy triste y casi desolador ver como parecía haber dejado toda su existencia en pausa. Jack solamente vivía para el trabajo…

    Aunque Lauren no hizo nada por invitarle a ir con ellos, ya que sabía la respuesta que obtendría, sí que esa pequeña espina se quedó clavada en ella de un modo algo molesto. Y, si bien no pensó en ello en toda la velada que pasó con sus amigos y compañeros de trabajo, ya que estuvo demasiado ocupada bailando con Wesson y las chicas del equipo de Hotch, sí se atrevió a verbalizarlo cuando entró en su casa.

    -Deberíamos insistirle más para que saliera con nosotros, ¿no te parece? -preguntó quitándose los tacones y dejándolos a un lado del sofá- Quiero decir… parece que vive como un ermitaño.

    Se giró hacia su compañero, Sean Wesson y su rostro fue iluminado por una enorme sonrisa.

    -Debería empezar a traer mi ropa a esta casa poco a poco, ¿no te parece? Prácticamente parece que vivo aquí -rio y alargó una mano para agarrar a Sean por la camisa y acercarlo a ella- Ven aquí…- dijo, y no estaba muy segura de haberlo terminado la frase antes de fundirse en un cálido beso con él. Por supuesto ese era el primer beso que le daba desde la mañana. Por supuesto nadie en la oficina sabía nada de su affaire romántico con Wesson. Por supuesto que este había empezado casi tres años atrás.
    ㅤㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ⎤⎤⎤⃟ 𝑛𝑒𝑤 ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ𝐬𝐭𝐚𝐫𝐭𝐞𝐫 ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ[WESS0N] Cuando el equipo B de la UAC regresó de Pensacola eran pasadas las nueve y media de la noche. Casi al mismo tiempo que regresaba el equipo de Hotchner. Un hito para recordar, pues no solían coincidir nada más que algunas mañanas en horario de oficina… Y la realidad era que todos se llevaban bastante bien. Lauren solía quedar a menudo con Prentiss, JJ y García. Wesson salía a entrenar con Derek Morgan de tanto en tanto. Y se había ofrecido a ayudar a Dave Rossi con la reconstrucción de uno de sus coches de época, además de debatir sobre cualquier cosa con Spencer Reid. La conversacion se había tornado tan animada entre los equipos de camino al ascensor para subir a la planta de su departamento donde poder recoger sus efectos personales en la oficina y marcharse a casa que, cuando Dave Rossi había propuesto ir a tomar una copa a uno de los establecimientos de confianza del equipo, nadie pudo negarse. Bueno, nadie salvo JT. Ese hombre vivía por y para el trabajo y declinó la oferta poniendo una excusa demasiado pobre que nadie se creyó. Lauren no recordaba haberlo visto divertirse. Nunca. Nunca en los tres años que hacía que trabajaban juntos. Conocía su trágica historia, por supuesto. Pero era muy triste y casi desolador ver como parecía haber dejado toda su existencia en pausa. Jack solamente vivía para el trabajo… Aunque Lauren no hizo nada por invitarle a ir con ellos, ya que sabía la respuesta que obtendría, sí que esa pequeña espina se quedó clavada en ella de un modo algo molesto. Y, si bien no pensó en ello en toda la velada que pasó con sus amigos y compañeros de trabajo, ya que estuvo demasiado ocupada bailando con Wesson y las chicas del equipo de Hotch, sí se atrevió a verbalizarlo cuando entró en su casa. -Deberíamos insistirle más para que saliera con nosotros, ¿no te parece? -preguntó quitándose los tacones y dejándolos a un lado del sofá- Quiero decir… parece que vive como un ermitaño. Se giró hacia su compañero, Sean Wesson y su rostro fue iluminado por una enorme sonrisa. -Debería empezar a traer mi ropa a esta casa poco a poco, ¿no te parece? Prácticamente parece que vivo aquí -rio y alargó una mano para agarrar a Sean por la camisa y acercarlo a ella- Ven aquí…- dijo, y no estaba muy segura de haberlo terminado la frase antes de fundirse en un cálido beso con él. Por supuesto ese era el primer beso que le daba desde la mañana. Por supuesto nadie en la oficina sabía nada de su affaire romántico con Wesson. Por supuesto que este había empezado casi tres años atrás.
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  • "Han pasado veinte ciclos desde aquel suceso que aún tiembla en la médula del tiempo, veinte giros de un sol que parece más viejo y más doliente con cada amanecer, veinte respiraciones del mundo en cuyo pulso se entrelazan las memorias de los caídos. Sobre mis hombros recayó el peso del deber compartido, ese yugo invisible que arde como hierro sobre la carne del alma, marcado por la ausencia de mis hermanos, aquellos que abrazaron el frío eterno con la resignación de un cometa que se entrega al vacío, besando con su luz moribunda la superficie de un planeta que apenas osa exhalar su primer suspiro.

    Veinte largos ciclos... y aún ellos, los espectros del deber, no se detienen. Jamás lo harán. Y en esa perpetuidad funesta se justifica mi presencia, mi condena y mi propósito: detener aquello que los hombres, al mirar, son incapaces de comprender antes de ser devorados por las fauces abisales de las blasfemias vivientes. Seres cuyo origen se enreda en los hilos que los dioses, crueles artesanos, tejieron sobre los cadáveres de estrellas putrefactas, deleitándose en su propia creación como niños que juegan con las sombras de un fuego que no entienden. Pensaron, en su arrogancia, que sus engendros jamás se alzarían contra ellos; pero el eco del sufrimiento también aprende a respirar.

    Ahora esas criaturas respiran, y su hálito pestilente se esparce más allá del circo moribundo donde fueron gestadas. Se revuelven en la carne de los hombres, reclamando su libertad con el aliento de los condenados. Y, como ironía de las divinidades, su quietud sólo encuentra reposo en el filo de mi espada, en la responsabilidad que me fue otorgada como una sentencia, no como un honor. Pues allí, donde ninguna lengua osa pronunciar nombre, debo recorrer los senderos olvidados por los bardos, caminos que duermen bajo siglos de silencio y sangre. En esos parajes prohibidos, las palabras se derriten como cera, y la fe se pudre en los labios de los más devotos del Sagrado Cónclave de la Llama Inmaculada, cuyos clérigos hierven su alma en rezos estériles, clamando por una paz que ellos mismos negaron al crear monstruos con las manos ensangrentadas de su dios.

    Hipócritas... todos ellos.

    Y sin embargo, aquí me encuentro. Tras escuchar, entre los ecos apagados de una taberna olvidada, el rumor de una entidad que acecha en las entrañas de una vieja taiga donde el invierno sepulta los secretos de épocas que ya nadie recuerda. Allí, donde los árboles se inclinan como testigos petrificados ante el peso de las historias no contadas. Aquí estoy, tras haber visto cómo las espadas yacen clavadas en la tierra, cual rosas fúnebres nacidas del hierro y la desesperación, entrelazadas en los brazos de los árboles que ya las reclamaron como parte de su osario natural. Las armaduras, desprovistas de propósito, se erigen ahora como tumbas sin nombre de quienes osaron caminar más allá del límite de la razón: valientes, insensatos, o simplemente avariciosos... todos unidos por el mismo destino.

    Y aquí permanezco, comprendiendo lo que ellos no alcanzaron a entender: que, en ocasiones, el monstruo no se elige. Se esculpe, poco a poco, en el silencio de la culpa, en el frío que persiste incluso cuando el fuego se extingue. Que a veces... uno no decide ser un monstruo; simplemente se despierta un día y descubre que el reflejo en la oscuridad lo ha estado observando desde siempre."
    "Han pasado veinte ciclos desde aquel suceso que aún tiembla en la médula del tiempo, veinte giros de un sol que parece más viejo y más doliente con cada amanecer, veinte respiraciones del mundo en cuyo pulso se entrelazan las memorias de los caídos. Sobre mis hombros recayó el peso del deber compartido, ese yugo invisible que arde como hierro sobre la carne del alma, marcado por la ausencia de mis hermanos, aquellos que abrazaron el frío eterno con la resignación de un cometa que se entrega al vacío, besando con su luz moribunda la superficie de un planeta que apenas osa exhalar su primer suspiro. Veinte largos ciclos... y aún ellos, los espectros del deber, no se detienen. Jamás lo harán. Y en esa perpetuidad funesta se justifica mi presencia, mi condena y mi propósito: detener aquello que los hombres, al mirar, son incapaces de comprender antes de ser devorados por las fauces abisales de las blasfemias vivientes. Seres cuyo origen se enreda en los hilos que los dioses, crueles artesanos, tejieron sobre los cadáveres de estrellas putrefactas, deleitándose en su propia creación como niños que juegan con las sombras de un fuego que no entienden. Pensaron, en su arrogancia, que sus engendros jamás se alzarían contra ellos; pero el eco del sufrimiento también aprende a respirar. Ahora esas criaturas respiran, y su hálito pestilente se esparce más allá del circo moribundo donde fueron gestadas. Se revuelven en la carne de los hombres, reclamando su libertad con el aliento de los condenados. Y, como ironía de las divinidades, su quietud sólo encuentra reposo en el filo de mi espada, en la responsabilidad que me fue otorgada como una sentencia, no como un honor. Pues allí, donde ninguna lengua osa pronunciar nombre, debo recorrer los senderos olvidados por los bardos, caminos que duermen bajo siglos de silencio y sangre. En esos parajes prohibidos, las palabras se derriten como cera, y la fe se pudre en los labios de los más devotos del Sagrado Cónclave de la Llama Inmaculada, cuyos clérigos hierven su alma en rezos estériles, clamando por una paz que ellos mismos negaron al crear monstruos con las manos ensangrentadas de su dios. Hipócritas... todos ellos. Y sin embargo, aquí me encuentro. Tras escuchar, entre los ecos apagados de una taberna olvidada, el rumor de una entidad que acecha en las entrañas de una vieja taiga donde el invierno sepulta los secretos de épocas que ya nadie recuerda. Allí, donde los árboles se inclinan como testigos petrificados ante el peso de las historias no contadas. Aquí estoy, tras haber visto cómo las espadas yacen clavadas en la tierra, cual rosas fúnebres nacidas del hierro y la desesperación, entrelazadas en los brazos de los árboles que ya las reclamaron como parte de su osario natural. Las armaduras, desprovistas de propósito, se erigen ahora como tumbas sin nombre de quienes osaron caminar más allá del límite de la razón: valientes, insensatos, o simplemente avariciosos... todos unidos por el mismo destino. Y aquí permanezco, comprendiendo lo que ellos no alcanzaron a entender: que, en ocasiones, el monstruo no se elige. Se esculpe, poco a poco, en el silencio de la culpa, en el frío que persiste incluso cuando el fuego se extingue. Que a veces... uno no decide ser un monstruo; simplemente se despierta un día y descubre que el reflejo en la oscuridad lo ha estado observando desde siempre."
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  • Melodia radiofónica
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    -Se escucha un eco distante de estática, un sonido proveniente de aquel hotel de viejas glorias, una melodía suave resuena tímidamente hasta sonar melodiosa como si de una serenata se tratar. En la calle, bajo el resplandor rojo de un letrero de neón, Alastor levanta su micrófono de época hacia el balcón del gran hotel infernal en dónde sabía que se encontraba cierto rey infernal-

    ¡Ah, qué noche tan espléndidamente demoníaca para un número musical improvisado! Digo.... Completamente planeado

    ¡Lu-ci-fer~!
    ¡Oh brillante señor del pecado y la elegancia eterna!
    Mi voz viaja por las ondas
    del aire solo para ti esta noche… ¡en exclusiva transmisión desde mi corazón hasta tu balcón!
    -Hace una reverencia exagerada casi dándose en la frente con el piso-

    He venido con melodía y arrepentimiento en partes iguales, mi radiante antagonista, mi antiguo compañero del caos. Mi curiosa pareja demoníaca
    ¿Recuerdas nuestras sinfonías conjuntas cuando yo tenía vida?

    Y sin embargo.... cuando el silencio te envolvía, yo no estaba allí.
    Preferí el eco de mi propia risa… antes que el timbre quebrado de tu tristeza.

    -Alza la vista, su sonrisa se suaviza observando el balcón -

    Perdóname por haber sintonizado otras frecuencias cuando la tuya clamaba por compañía.
    Perdóname por las veces en que tu furia no fue más que soledad con disfraz de soberbia…
    y yo, en mi soberbia, no lo supe escuchar.

    -Da un paso adelante. La música se intensifica-

    Pero esta noche, ¡ah, esta noche!, he venido a componer la canción que nunca quise admitir:
    un bolero de redención, una confesión emitida en vivo…
    ¡para el mismísimo Lucifer, mi inspiración prohibida!

    -Se lleva una mano al pecho y canta unos segundos sin palabras, solo en tarareo de radio distorsionada antes de que la música lo acompañará en su canto -

    https://youtu.be/p_1Osm5xE5Y?si=olFI142QaNs5Pqhy
    -Se escucha un eco distante de estática, un sonido proveniente de aquel hotel de viejas glorias, una melodía suave resuena tímidamente hasta sonar melodiosa como si de una serenata se tratar. En la calle, bajo el resplandor rojo de un letrero de neón, Alastor levanta su micrófono de época hacia el balcón del gran hotel infernal en dónde sabía que se encontraba cierto rey infernal- ¡Ah, qué noche tan espléndidamente demoníaca para un número musical improvisado! Digo.... Completamente planeado ¡Lu-ci-fer~! ¡Oh brillante señor del pecado y la elegancia eterna! Mi voz viaja por las ondas del aire solo para ti esta noche… ¡en exclusiva transmisión desde mi corazón hasta tu balcón! -Hace una reverencia exagerada casi dándose en la frente con el piso- He venido con melodía y arrepentimiento en partes iguales, mi radiante antagonista, mi antiguo compañero del caos. Mi curiosa pareja demoníaca ¿Recuerdas nuestras sinfonías conjuntas cuando yo tenía vida? Y sin embargo.... cuando el silencio te envolvía, yo no estaba allí. Preferí el eco de mi propia risa… antes que el timbre quebrado de tu tristeza. -Alza la vista, su sonrisa se suaviza observando el balcón - Perdóname por haber sintonizado otras frecuencias cuando la tuya clamaba por compañía. Perdóname por las veces en que tu furia no fue más que soledad con disfraz de soberbia… y yo, en mi soberbia, no lo supe escuchar. -Da un paso adelante. La música se intensifica- Pero esta noche, ¡ah, esta noche!, he venido a componer la canción que nunca quise admitir: un bolero de redención, una confesión emitida en vivo… ¡para el mismísimo Lucifer, mi inspiración prohibida! -Se lleva una mano al pecho y canta unos segundos sin palabras, solo en tarareo de radio distorsionada antes de que la música lo acompañará en su canto - https://youtu.be/p_1Osm5xE5Y?si=olFI142QaNs5Pqhy
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    ooc. Me estan dando ganas de un rol de época, tipo Victoriano pero con personajes sobrenaturales, tipo Kuroshitsuji pero 3d.
    ooc. Me estan dando ganas de un rol de época, tipo Victoriano pero con personajes sobrenaturales, tipo Kuroshitsuji pero 3d.
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  • '╭❥ Me encantan los vestidos de época, me siento como una noble.~
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  • El lenguaje de los dragones.

    Creado desde épocas muy antiguas mucho antes de que los reinos se alzaran, cuando el ser humano comenzaba a abrir los ojos.

    Almenos, es lo que decían los antiguos textos . porque si, aunque suene extraño, existió un reino habitado por dragones .

    La clave para aprenderlo es tener unos pulmones muy sanos porque si, vas a tener que expulsar bastante aire para poder ser entendido.
    El lenguaje de los dragones. Creado desde épocas muy antiguas mucho antes de que los reinos se alzaran, cuando el ser humano comenzaba a abrir los ojos. Almenos, es lo que decían los antiguos textos . porque si, aunque suene extraño, existió un reino habitado por dragones . La clave para aprenderlo es tener unos pulmones muy sanos porque si, vas a tener que expulsar bastante aire para poder ser entendido.
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  • "¡No debes ir entre dimensiones!
    ¡Esta prohibido viajar asi!"
    "No debes cambiar de épocas!"

    Bah mírame hacerlo ~ ♥
    "¡No debes ir entre dimensiones! ¡Esta prohibido viajar asi!" "No debes cambiar de épocas!" Bah mírame hacerlo ~ ♥
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  • Recuerdo perfectamente el maravilloso día que pasamos juntas en compañía de otras amigas con las que nos vestimos de época.

    Muchísimas felicidades

    [Abbey_Thc]
    Recuerdo perfectamente el maravilloso día que pasamos juntas en compañía de otras amigas con las que nos vestimos de época. Muchísimas felicidades 🎂 [Abbey_Thc]
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  • ❝ Ah, el reino del norte, ¡muy bello en el pasado! Todo gracias a la mano de la bondadosa reina, aquella que decidió dar lo que su esposo arrebataba, cuentan las leyendas que fue encerrada por la eternidad, otros más dicen que un guardián traicionó a su rey por salvarla ¿ustedes que creen? ❞

    Juntó a un montón de gente cerca suyo, todos en aquella hermosa fuente de mármol ubicada justo en el centro de aquella ciudad voladora a la cuál se coló con ayuda de algunos negocios con gente espuria. Las personas no tenían idea, pensaban que aquel bardo nada más contaba las historias que había escuchado, pero no tenían idea que todas aquellas las había vivido.

    Las monedas caían a cuenta gotas, aquellos habitantes de aquella ciudad creada por la innovación poco interés tenían en creer en cuentos de época de magia y pobreza, poco importaba para el bardo. Su misión ahí era otra cosa, necesitaba recabar información sobre aquella ciudad, actividad, seguridad, negocios, todo aquello podía venderse a un alto precio.

    Así es la vida para él, un negociante de información, que se mueve entre las sombras para obtener lo que quiere y así tener una mayor cantidad de información.
    ❝ Ah, el reino del norte, ¡muy bello en el pasado! Todo gracias a la mano de la bondadosa reina, aquella que decidió dar lo que su esposo arrebataba, cuentan las leyendas que fue encerrada por la eternidad, otros más dicen que un guardián traicionó a su rey por salvarla ¿ustedes que creen? ❞ Juntó a un montón de gente cerca suyo, todos en aquella hermosa fuente de mármol ubicada justo en el centro de aquella ciudad voladora a la cuál se coló con ayuda de algunos negocios con gente espuria. Las personas no tenían idea, pensaban que aquel bardo nada más contaba las historias que había escuchado, pero no tenían idea que todas aquellas las había vivido. Las monedas caían a cuenta gotas, aquellos habitantes de aquella ciudad creada por la innovación poco interés tenían en creer en cuentos de época de magia y pobreza, poco importaba para el bardo. Su misión ahí era otra cosa, necesitaba recabar información sobre aquella ciudad, actividad, seguridad, negocios, todo aquello podía venderse a un alto precio. Así es la vida para él, un negociante de información, que se mueve entre las sombras para obtener lo que quiere y así tener una mayor cantidad de información.
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  • Tregua Fugaz: La Cena en la Casa
    Categoría Otros
    La noche en el bosque era fría, pero la calidez de la casa de Heinrich prometía un contraste reconfortante. Tras varias noches inquietas, sintió que finalmente tenía un respiro, una tregua que le permitió volver a centrarse en aquello que alguna vez disfrutaba: la compañía, la conversación y las cenas bien servidas. La idea de abrir las puertas de su hogar a algunos invitados le parecía un buen paso para salir del aislamiento en el que había estado.

    El aroma a hierbas y especias se mezclaba con el inconfundible olor a madera antigua de la casa, decorada con un estilo que atravesaba los siglos, desde el XVI hasta el XX. Heinrich había pasado la tarde preparando cada detalle, asegurándose de que el salón estuviera impecable, las velas encendidas iluminando los cuadros antiguos, y una mesa dispuesta con copas de cristal y vajilla de época.

    Para él, esta cena era más que una simple reunión. Era una manera de probarse a sí mismo que podía controlar esa oscuridad, que podría volver a disfrutar de momentos tranquilos sin sentir la amenaza constante en su mente. Mientras disponía el último plato sobre la mesa, se detuvo por un momento, contemplando el reflejo de la luz sobre las paredes.

    "Tal vez esto me devuelva un poco de la paz que he perdido," pensó, inhalando profundamente para tranquilizarse.

    Las horas avanzaban, y la noche se asentaba con su manto estrellado, mientras Heinrich esperaba la llegada de sus invitados, con una sonrisa suave y un toque de nerviosismo en los labios. Había dejado la puerta entreabierta para que no tuvieran que golpear, y el fuego de la chimenea proyectaba sombras danzantes en el salón, brindando una atmósfera acogedora
    La noche en el bosque era fría, pero la calidez de la casa de Heinrich prometía un contraste reconfortante. Tras varias noches inquietas, sintió que finalmente tenía un respiro, una tregua que le permitió volver a centrarse en aquello que alguna vez disfrutaba: la compañía, la conversación y las cenas bien servidas. La idea de abrir las puertas de su hogar a algunos invitados le parecía un buen paso para salir del aislamiento en el que había estado. El aroma a hierbas y especias se mezclaba con el inconfundible olor a madera antigua de la casa, decorada con un estilo que atravesaba los siglos, desde el XVI hasta el XX. Heinrich había pasado la tarde preparando cada detalle, asegurándose de que el salón estuviera impecable, las velas encendidas iluminando los cuadros antiguos, y una mesa dispuesta con copas de cristal y vajilla de época. Para él, esta cena era más que una simple reunión. Era una manera de probarse a sí mismo que podía controlar esa oscuridad, que podría volver a disfrutar de momentos tranquilos sin sentir la amenaza constante en su mente. Mientras disponía el último plato sobre la mesa, se detuvo por un momento, contemplando el reflejo de la luz sobre las paredes. "Tal vez esto me devuelva un poco de la paz que he perdido," pensó, inhalando profundamente para tranquilizarse. Las horas avanzaban, y la noche se asentaba con su manto estrellado, mientras Heinrich esperaba la llegada de sus invitados, con una sonrisa suave y un toque de nerviosismo en los labios. Había dejado la puerta entreabierta para que no tuvieran que golpear, y el fuego de la chimenea proyectaba sombras danzantes en el salón, brindando una atmósfera acogedora
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