⠀⠀ʜᴀʙíᴀ ᴍáꜱ ᴅᴇ 𝟣
✴ ───────────
Se alistó para poder bajar al poblado y cumplir con su deber, alimentar a un convaleciente Kazuo con comida que no sea cocinada por ella.
Porque, en honor a la verdad, para preparar platos era un fiasco, lo había intentado pero había fracasado estrepitosamente.
El triste esfuerzo de sopa de verduras había quedado como agua de calcetín, incomible.
La primavera había llegado y con ella tibios rayos de sol se asomaban . Por esto Liz no necesitaba de mucho para abrigarse y lo agradecía, ya que las unicas prendas que le quedaban eran los kimonos que Kazuo le había obsequiado.
Se vistió con uno negro y sobre el, su capa holgada para cubrir el bulto de su vientre. No quería que nadie en el pueblo supiera aún de su estado.
Debido a los últimos ataques de entes ponzoñosos, Elizabeth había decidido volver a sus antiguos hábitos: cargar su espada a donde quiera que vaya, sin importar qué. La amenaza estaba latente.
Con su arma en la espalda emprendió camino.
Llegando al poblado se dirigió sin dudarlo al puesto de ramén para pedir el delicioso udón de miso, la comida favorita de su prometido.
Era costumbre que las personas se quedasen viéndola por sus rasgos tan distintivos, a fin de cuentas era una extranjera y eso no cambiaría.
Pero esta vez había algo diferente... se sentía asediada mas de lo normal, en cada paso que daba parecía que alguien lo daba con ella.
Elizabeth se giraba cada cierto tiempo buscando algun indicio, pero nada.
Terminó convenciéndose que estaba con paranoia por los eventos recientes asi que el resto de compras y paseos por el mercado hizo caso omiso a ese presentimiento que le erizaba la piel cada tanto.
El retorno fue rápido, ya deseaba encontrarse con Kazuo y ver como disfrutaría de su plato favorito.
Elizabeth daba paso largos atravesando los toris desgastados que anunciaban la llegada al templo .
── Lee-zy. ──
Una voz grave certera como lanza atravesó los oídos de Elizabeth quien estaba a metros de entrar a su hogar.
Liz en un letal y agresivo movimiento desenfundó su espada girando sobre sus talones dejando caer la afilada hoja de esta sobre la garganta de quien se había atrevido a seguirla hasta ahí.
Al verlo se soprendió, esperaba que el hombre tuviera ojos rasgados y piel pálida, pero no. Era un pelirrojo alto,fornido, con la piel encurtida por la batalla y esos ojos... ese par de ojos carmesí.
── ¡¿QUIEN ERES?! ¿Quien te envía? Responde de inmediato si no quieres perder tu vida como la miserable rata acosadora que haz sido siguiéndome hasta aquí. - Espetó con un tono amenazante que rayaba lo colérico.
── No haz cambiado nada Leezy - dijo con una sonrisa burlesca, mientras su temple parecía inmutable, estaba en calma a pesar de tener la espada en su garganta ── ...Tan temperamental como siempre, desde pequeña tenías esa voz de mando, nadie era capaz de ganarte.
Elizabeth no entendía nada ¿De que hablaba? ¿Como se atrevía a hablar de su infancia? ¿Quien era este cretino y por qué tenía esos ojos... ese pelo ?
Furiosa ejerce una presión contenida, la hoja de su espada se encrusta en la piel ajena generando un corte superficial sobre la vena yugular. Haciendo que de la herida fluya un hilo delgado de sangre que se deslizaba manchando de rojo lentamente toda su garganta
── Responde.
── Uuff - levantó sus manos como señal de que su intención no era atacar── Soy Elías, nadie me mandó. Te conozco desde siempre porque... - dudó en seguir hablando.
── ¿Porque qué? No juegues conmigo, paciencia no tengo - dijo elvando aún más su espada cambiando el ángulo de esta a uno mortal
── Soy tu hermano.
⋮||⋮ Continuación de
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Se alistó para poder bajar al poblado y cumplir con su deber, alimentar a un convaleciente Kazuo con comida que no sea cocinada por ella.
Porque, en honor a la verdad, para preparar platos era un fiasco, lo había intentado pero había fracasado estrepitosamente.
El triste esfuerzo de sopa de verduras había quedado como agua de calcetín, incomible.
La primavera había llegado y con ella tibios rayos de sol se asomaban . Por esto Liz no necesitaba de mucho para abrigarse y lo agradecía, ya que las unicas prendas que le quedaban eran los kimonos que Kazuo le había obsequiado.
Se vistió con uno negro y sobre el, su capa holgada para cubrir el bulto de su vientre. No quería que nadie en el pueblo supiera aún de su estado.
Debido a los últimos ataques de entes ponzoñosos, Elizabeth había decidido volver a sus antiguos hábitos: cargar su espada a donde quiera que vaya, sin importar qué. La amenaza estaba latente.
Con su arma en la espalda emprendió camino.
Llegando al poblado se dirigió sin dudarlo al puesto de ramén para pedir el delicioso udón de miso, la comida favorita de su prometido.
Era costumbre que las personas se quedasen viéndola por sus rasgos tan distintivos, a fin de cuentas era una extranjera y eso no cambiaría.
Pero esta vez había algo diferente... se sentía asediada mas de lo normal, en cada paso que daba parecía que alguien lo daba con ella.
Elizabeth se giraba cada cierto tiempo buscando algun indicio, pero nada.
Terminó convenciéndose que estaba con paranoia por los eventos recientes asi que el resto de compras y paseos por el mercado hizo caso omiso a ese presentimiento que le erizaba la piel cada tanto.
El retorno fue rápido, ya deseaba encontrarse con Kazuo y ver como disfrutaría de su plato favorito.
Elizabeth daba paso largos atravesando los toris desgastados que anunciaban la llegada al templo .
── Lee-zy. ──
Una voz grave certera como lanza atravesó los oídos de Elizabeth quien estaba a metros de entrar a su hogar.
Liz en un letal y agresivo movimiento desenfundó su espada girando sobre sus talones dejando caer la afilada hoja de esta sobre la garganta de quien se había atrevido a seguirla hasta ahí.
Al verlo se soprendió, esperaba que el hombre tuviera ojos rasgados y piel pálida, pero no. Era un pelirrojo alto,fornido, con la piel encurtida por la batalla y esos ojos... ese par de ojos carmesí.
🌹── ¡¿QUIEN ERES?! ¿Quien te envía? Responde de inmediato si no quieres perder tu vida como la miserable rata acosadora que haz sido siguiéndome hasta aquí. - Espetó con un tono amenazante que rayaba lo colérico.
── No haz cambiado nada Leezy - dijo con una sonrisa burlesca, mientras su temple parecía inmutable, estaba en calma a pesar de tener la espada en su garganta ── ...Tan temperamental como siempre, desde pequeña tenías esa voz de mando, nadie era capaz de ganarte.
Elizabeth no entendía nada ¿De que hablaba? ¿Como se atrevía a hablar de su infancia? ¿Quien era este cretino y por qué tenía esos ojos... ese pelo ?
Furiosa ejerce una presión contenida, la hoja de su espada se encrusta en la piel ajena generando un corte superficial sobre la vena yugular. Haciendo que de la herida fluya un hilo delgado de sangre que se deslizaba manchando de rojo lentamente toda su garganta
🌹── Responde.
── Uuff - levantó sus manos como señal de que su intención no era atacar── Soy Elías, nadie me mandó. Te conozco desde siempre porque... - dudó en seguir hablando.
🌹── ¿Porque qué? No juegues conmigo, paciencia no tengo - dijo elvando aún más su espada cambiando el ángulo de esta a uno mortal
── Soy tu hermano.
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