• Aquí con mi niña y compañera de rumba Aurora Cupper
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    "Cómo domar a tu Monstruo (sin darte cuenta)"

    Akane escuchaba atenta mientras sus ojos se llenaban de emoción al escuchar el relato de su compañera del kinder, con graan dramatismo digno de una pelicula palomera de horror. La niña juraba que había visto un monstruo aterrador en el bosque durante un campamento con su familia. La pequeña mitad ogresa y demonio sintió que algo en esa historia hacia que le picara la curiosidad. ¿Y si no era un monstruo, sino otro ser especial como ella? ¡Tenía que averiguarlo!

    Esperó pacientemente el día perfecto para su aventura: sus madres no estarían en casa por la tarde, así que podría darse el lujo de escaparse un rato. Cuando finalmente llegó el momento, fingió entrar a casa como toda niña responsable y en cuanto el autobús escolar desapareció de vista, ¡pum! Se acomodo su mochila amarilla en la espalda, partió al bosque con la emoción zumbándole en el pecho.

    El lugar era más grande de lo que imaginaba, pero ella se sentía una exploradora experta. Caminó y caminó, revisando cada rincón con sus pequeños ojos astutos, hasta que empezó a dudar ¿Y si su amiga se había confundido? Justo en ese instante, un ruido extraño rompió el silencio. Akane pegó un salto, tragó saliva y miró hacia lo más profundo del bosque. Ahí estaba. Una enorme criatura la observaba, inmóvil.

    "¡Era real!" Sin dudar, corrió hacia el supuesto monstruo, pero algo extraño pasó. La criatura, un majestuoso lobo de pelaje castaño, abrió los ojos con terror y salió corriendo como si hubiera visto a algo más aterrador que un monstruo. “¡Espera, no corras!”, gritó Akane, pero el lobo no escuchó. Así que ella aceleró, sin notar que ahora corría más rápido de lo que cualquier niña humana podría. Antes de darse cuenta, lo alcanzó.

    El lobo temblaba. ¿Le tenía miedo? Akane inclinó la cabeza, confundida, y luego decidió hacer lo más lógico para una niña de seis años: se acercó con calma y lo abrazó. “Tranquilo, ya somos amigos,” murmuró con dulzura. El lobo dejó escapar un respiro largo y, sin darse cuenta, Akane había domado a la gran bestia.
    Ahora solo quedaba un pequeño problema. Si lo llevaba a casa… ¿qué dirían sus madres?
    "Cómo domar a tu Monstruo (sin darte cuenta)" Akane escuchaba atenta mientras sus ojos se llenaban de emoción al escuchar el relato de su compañera del kinder, con graan dramatismo digno de una pelicula palomera de horror. La niña juraba que había visto un monstruo aterrador en el bosque durante un campamento con su familia. La pequeña mitad ogresa y demonio sintió que algo en esa historia hacia que le picara la curiosidad. ¿Y si no era un monstruo, sino otro ser especial como ella? ¡Tenía que averiguarlo! Esperó pacientemente el día perfecto para su aventura: sus madres no estarían en casa por la tarde, así que podría darse el lujo de escaparse un rato. Cuando finalmente llegó el momento, fingió entrar a casa como toda niña responsable y en cuanto el autobús escolar desapareció de vista, ¡pum! Se acomodo su mochila amarilla en la espalda, partió al bosque con la emoción zumbándole en el pecho. El lugar era más grande de lo que imaginaba, pero ella se sentía una exploradora experta. Caminó y caminó, revisando cada rincón con sus pequeños ojos astutos, hasta que empezó a dudar ¿Y si su amiga se había confundido? Justo en ese instante, un ruido extraño rompió el silencio. Akane pegó un salto, tragó saliva y miró hacia lo más profundo del bosque. Ahí estaba. Una enorme criatura la observaba, inmóvil. "¡Era real!" Sin dudar, corrió hacia el supuesto monstruo, pero algo extraño pasó. La criatura, un majestuoso lobo de pelaje castaño, abrió los ojos con terror y salió corriendo como si hubiera visto a algo más aterrador que un monstruo. “¡Espera, no corras!”, gritó Akane, pero el lobo no escuchó. Así que ella aceleró, sin notar que ahora corría más rápido de lo que cualquier niña humana podría. Antes de darse cuenta, lo alcanzó. El lobo temblaba. ¿Le tenía miedo? Akane inclinó la cabeza, confundida, y luego decidió hacer lo más lógico para una niña de seis años: se acercó con calma y lo abrazó. “Tranquilo, ya somos amigos,” murmuró con dulzura. El lobo dejó escapar un respiro largo y, sin darse cuenta, Akane había domado a la gran bestia. Ahora solo quedaba un pequeño problema. Si lo llevaba a casa… ¿qué dirían sus madres?
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  • ¡I Demon Ninja!

    En el patio del kinder, mientras sus compañeras corren y jugar, Akane se acomoda debajo de un árbol con su libreta y sus lápices de colores. La pequeña prodigio del dibujo, con la lengua apenas asomando de concentración, empieza a dibujar su yo adulta, una demonio de piel verde, cuernos puntiagudos, cola ondulante y un traje ninja que haría orgullosa a su madre Yuna. "Soy la reina ninja del inframundo."

    Pronto, sus compañeras se acercan curiosas, hasta que ven el dibujo. “¡Qué miedo! ¿Esa eres tú?” dice una de ellas con ojos abiertos como platos. Akane pone su mejor cara seria y responde con voz grave: “Sí... Y si me enojan, me transformo en esto. Así que mejor no me hagan enfadar.” Sus compañeras gritan y salen corriendo en desbandada mientras Akane suelta una carcajada que hace eco por todo el patio.
    Momentos después, la profesora, con el rostro lleno de una mezcla de indignación y confusión, llega junto a Akane.

    Akane, con su pequeño cuerpo tambaleándose por el corredor del kinder, sigue a la profesora mientras observa que la llevan a la oficina del director. Al cruzar la puerta y ver a su madre Sasha Ishtar esperando, Akane frena por un instante, pero no porque tenga miedo, en realidad es mucho más divertida en su mente de niña traviesa.

    “Esto es peor de lo que pensaba,” piensa, tragándose una sonrisa. “Mami Sasha está aquí. Seguro que el director ya está temblando porque somos una familia de demonios. ¡Apuesto a que cree que, si me porto mal, Mami se transforma en un dragón gigante! ¿O será que él cree que yo ya tengo poderes mágicos?”


    la profesora y Akane entran a la oficina, esta no es la primera vez, por lo que Sasha, con los brazos cruzados pero una leve sonrisa que no logra ocultar. “Akane,” dice con voz solemne, “¿qué hiciste ahora?”

    Akane, sin poder contener la risa, responde: “¡Madre, creo que le tienen miedo a mi transformación!” Sasha niega con la cabeza mientras trata de no reírse, sabiendo que su hija había heredado su chispa y travesura. Y mientras la profesora intenta explicar la situación, Sasha le responde con calma: “No se preocupe, ella solo está... explorando su creatividad.”

    Mientras los adultos hablan, Akane siente que su imaginación vuela más alto, y para mantener su compostura, juega con sus manos, fingiendo estar pensativa. Pero cuando Sasha gira para mirarla con un ligero levantamiento de ceja, ella suelta una risita apenas audible.

    “Si Mamá supiera que el director cree que somos como los monstruos de las películas…” piensa mientras se muerde el labio para no estallar en carcajadas.




    ¡I Demon Ninja! En el patio del kinder, mientras sus compañeras corren y jugar, Akane se acomoda debajo de un árbol con su libreta y sus lápices de colores. La pequeña prodigio del dibujo, con la lengua apenas asomando de concentración, empieza a dibujar su yo adulta, una demonio de piel verde, cuernos puntiagudos, cola ondulante y un traje ninja que haría orgullosa a su madre Yuna. "Soy la reina ninja del inframundo." Pronto, sus compañeras se acercan curiosas, hasta que ven el dibujo. “¡Qué miedo! ¿Esa eres tú?” dice una de ellas con ojos abiertos como platos. Akane pone su mejor cara seria y responde con voz grave: “Sí... Y si me enojan, me transformo en esto. Así que mejor no me hagan enfadar.” Sus compañeras gritan y salen corriendo en desbandada mientras Akane suelta una carcajada que hace eco por todo el patio. Momentos después, la profesora, con el rostro lleno de una mezcla de indignación y confusión, llega junto a Akane. Akane, con su pequeño cuerpo tambaleándose por el corredor del kinder, sigue a la profesora mientras observa que la llevan a la oficina del director. Al cruzar la puerta y ver a su madre [SashaIshtar] esperando, Akane frena por un instante, pero no porque tenga miedo, en realidad es mucho más divertida en su mente de niña traviesa. “Esto es peor de lo que pensaba,” piensa, tragándose una sonrisa. “Mami Sasha está aquí. Seguro que el director ya está temblando porque somos una familia de demonios. ¡Apuesto a que cree que, si me porto mal, Mami se transforma en un dragón gigante! ¿O será que él cree que yo ya tengo poderes mágicos?” la profesora y Akane entran a la oficina, esta no es la primera vez, por lo que Sasha, con los brazos cruzados pero una leve sonrisa que no logra ocultar. “Akane,” dice con voz solemne, “¿qué hiciste ahora?” Akane, sin poder contener la risa, responde: “¡Madre, creo que le tienen miedo a mi transformación!” Sasha niega con la cabeza mientras trata de no reírse, sabiendo que su hija había heredado su chispa y travesura. Y mientras la profesora intenta explicar la situación, Sasha le responde con calma: “No se preocupe, ella solo está... explorando su creatividad.” Mientras los adultos hablan, Akane siente que su imaginación vuela más alto, y para mantener su compostura, juega con sus manos, fingiendo estar pensativa. Pero cuando Sasha gira para mirarla con un ligero levantamiento de ceja, ella suelta una risita apenas audible. “Si Mamá supiera que el director cree que somos como los monstruos de las películas…” piensa mientras se muerde el labio para no estallar en carcajadas.
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  • El Encanto de lo Inesperado
    Fandom Harry Potter
    Categoría Fantasía
    Starter Balthazar Octavius Blythe


    Cazador de Secretos, guardiana de criaturas.


    “Ella protege lo indomable. Él desentierra lo oculto. Juntos, descubrirán que algunas verdades no quieren ser halladas.”



    >>>>Marcaban las 10:05 en el reloj de pared que colgaba sobre la cabeza de Riley. Era ya el segundo café que se tomaba, y sentía que le había sabido a poco. De nuevo, un bostezo la atacaba sin poder contenerlo.

    – Por Dios, Riley, ¿Saliste anoche? – le preguntó Susie, su compañera de trabajo.

    – Podría decirse que sí… – respondió, sin dar mayores explicaciones y dejando a su compañera, que la miraba por encima de la montura de gafas, con ganas de escuchar alguna de sus fugaces historias amorosas. La verdad era que, definitivamente, el amor se le resistía a esa muchacha.

    En cuánto al tema de salir, aquel podría decirse era un “salí, pero no a lo que crees”. Y es que la joven Riley no podía contarle a su compañera que tenía una vida secreta. No siempre se trataba de chicos o… a no ser que ese chico pudiera definirse por un animal fantástico de morro largo, ancho y achatado, con pelo y cuatro patas como un Niffler.

    Y los lugares que esa chica frecuentaba para salir, de manera clásica, solían ser restaurantes de clase media, el cine, centros comerciales, picnic al aire libre o cualquier otro plan muggle. Porque había descubierto que pasar por una muggle era mucho más divertido de lo que esperaba, y lejos estaba de echar de menos el mundo mágico. Al menos con su nombre real, y dentro de la sociedad mágica dado que tenía que esconderse de su padre.

    Al final, después de más de 13 años de mantenerse oculta, parecía que su vida actual era mucho más satisfactoria de lo nunca hubiera creído.
    Disfrutaba del día a día, de perderse entre las páginas de los libros, entre las estanterías de libros que tan bien conocía, y sintiendo el firme suelo de mármol bajo sus pies con los techos abovedados sobre su cabeza.
    Si echaba la vista atrás, aquella biblioteca donde trabajaba era lo más parecido al mundo mágico. Tenía cierto aire a la biblioteca de Hogwarts. Tal vez, y no era algo en lo que solía pensar, por lo que tan a gusto se sentía en esa biblioteca. Sentirse cómoda en su trabajo era un hecho que no hubiera esperado.



    Y en cuanto a lo de secreta, Susie, esa mujer de 44 años y dulce expresión tras sus gafas de pasta rosa, que solía vestir con blusa y vestidos dándole un toque rebelde y desenfadado a su estilo con alguna mecha rosada escondida, se caería de culo si supiera que Riley era una bruja que se había escapado de casa con 17 años. Por no hablar del Obscuro que le había robado a su padre. Claro que, si se ponía en esas, tendría que comenzar con que su nombre real era Anna Barrow.
    Partiendo de esos “pequeños” detalles, existía todo un mundo mágico que Susie desconocía. Al que Riley ya apenas pertenecía más que para intentar alimentar con migajas el sueño que una vez tuvo que era estudiar magizoología. Ahora, lo que quedaba de eso era, tirando de un viejo contacto, Sharon, se dedicaba a investigar y parar la compraventa, o el mercado negro, de criaturas mágicas.

    Por suerte para el corazón de Susie, la joven bruja escondida en el mundo muggle, seguiría manteniendo aquel secretito para ella. Y, además, a su compañera solo le interesaba darle cierto toque de emoción a su vida escuchando las idas y venidas de la joven Riley.

    El carraspeo de Susie llamó la atención de Riley que, siendo ya algo habitual en ella, se había perdido entre sus pensamientos. La joven castaña ladeó la cabeza y se encogió de hombros a modo de un “¿Qué?”.

    – ¿Solo vas a decirme eso? – soltó la mujer de mediana edad colocando las gafas correctamente en la nariz mientras revisaba algunos libros devueltos del día anterior para colocarlos en el carrito de la biblioteca.

    – Salí a tomarme algo para no quedarme sola en casa… fue… aburrido – respondió con aburrimiento la joven Riley, quién decidió unirse a su compañera en colocar los libros en el carrito en el orden correcto para llevarlo a la sección que les correspondía.

    – ¿Sola? – soltó Susie, dejando un libro titulado “Guerra y paz” dentro del carrito para su posterior colocación en la estantería que le correspondía .

    – ¡¿Quién leerá esta clase de libros?! – se preguntó a sí misma en voz alta mientras sostenía uno de los libros – ¿Ehm? Sí, sola… Necesitaba salir y despejarme. No siempre tienes que quedar con alguien para tomarte algo, Susie, a veces es necesario una cita con uno mismo… – comentó la joven Riley, quitándole importancia y dándose aires de una chica con un amor propio en pleno crecimiento.

    Riley desvió su mirada hacia Susie, quien había permanecido demasiado callada, encontrando que su compañera tenía la vista fija en dirección a la puerta. La joven miró en la misma dirección que Susie y observó lo que llamaba la atención de Susie. Y cómo para no llamarle la atención. Era esa clase de chico guapo que llamaba la atención con su sola presencia, alto y delgado, de buen vestir y mejor andar.

    – ¡Ay, madre! – soltó Susie, que comenzó a airearse con un pequeño libro.

    – Sí que es guapo… Es nuevo – confirmó Riley. A lo que Susie siguió, y reafirmó – Es nuevo –.

    Y eso significaba que tenían la oportunidad de darle la bienvenida, de forma no descarada, al hombre que acaba de entrar. Ahora todo era cuestión de quién de las dos sería la más rápida.

    En ese momento, un chico joven se acercaba a la recepción para preguntar por un libro, y Riley mostrándose interesada en atender al joven dijo - Sí, claro… mi compañera estará encantada de indicar dónde se encuentra el libro… – dicho eso, recibió un sutil toque de la pierna de Susie contra la propia.

    Riley, siendo clara ganadora, salió de la recepción atusándose su traje semi formal con el carrito para colocar los libros. Era la excusa perfecta. Caminó por entre las mesas de estudio, y pasó por la primera estantería hasta llegar al segundo pasillo donde había visto que había girado el hombre.

    Allí estaba, definitivamente era mucho más guapo que en la primera impresión, y claramente mayor que ella, lo que no supondría ningún problema para Riley. No tenía intención de encontrar en ese hombre al amor de su vida, aquello no era más que un juego con el que darle diversión a su día. Y, si surgía, quién sabía lo que podría pasar; un par de citas, alguna alocada noche, ir al cine… Estaba yendo demasiado rápido, y eso que solo había caminado unos pasos hacía él con una profesional sonrisa fingiendo que el libro que iba a colocar en la estantería debía estar ahí. Obviamente no, ya lo colocaría correctamente, pero ya estaba a solo unos pocos pasos de él. Del nuevo.

    No tenía mucha idea de cómo entrarle ahora al hombre, y sin pensar demasiado, decidió improvisar.

    – Buenos días. Si necesitas algo, aquí estoy –.

    Definitivamente, podía haber sido mejor, pero ya iría tirando de ingenio y simpatía.

    Starter [B0BProphet] Cazador de Secretos, guardiana de criaturas. “Ella protege lo indomable. Él desentierra lo oculto. Juntos, descubrirán que algunas verdades no quieren ser halladas.” >>>>Marcaban las 10:05 en el reloj de pared que colgaba sobre la cabeza de Riley. Era ya el segundo café que se tomaba, y sentía que le había sabido a poco. De nuevo, un bostezo la atacaba sin poder contenerlo. – Por Dios, Riley, ¿Saliste anoche? – le preguntó Susie, su compañera de trabajo. – Podría decirse que sí… – respondió, sin dar mayores explicaciones y dejando a su compañera, que la miraba por encima de la montura de gafas, con ganas de escuchar alguna de sus fugaces historias amorosas. La verdad era que, definitivamente, el amor se le resistía a esa muchacha. En cuánto al tema de salir, aquel podría decirse era un “salí, pero no a lo que crees”. Y es que la joven Riley no podía contarle a su compañera que tenía una vida secreta. No siempre se trataba de chicos o… a no ser que ese chico pudiera definirse por un animal fantástico de morro largo, ancho y achatado, con pelo y cuatro patas como un Niffler. Y los lugares que esa chica frecuentaba para salir, de manera clásica, solían ser restaurantes de clase media, el cine, centros comerciales, picnic al aire libre o cualquier otro plan muggle. Porque había descubierto que pasar por una muggle era mucho más divertido de lo que esperaba, y lejos estaba de echar de menos el mundo mágico. Al menos con su nombre real, y dentro de la sociedad mágica dado que tenía que esconderse de su padre. Al final, después de más de 13 años de mantenerse oculta, parecía que su vida actual era mucho más satisfactoria de lo nunca hubiera creído. Disfrutaba del día a día, de perderse entre las páginas de los libros, entre las estanterías de libros que tan bien conocía, y sintiendo el firme suelo de mármol bajo sus pies con los techos abovedados sobre su cabeza. Si echaba la vista atrás, aquella biblioteca donde trabajaba era lo más parecido al mundo mágico. Tenía cierto aire a la biblioteca de Hogwarts. Tal vez, y no era algo en lo que solía pensar, por lo que tan a gusto se sentía en esa biblioteca. Sentirse cómoda en su trabajo era un hecho que no hubiera esperado. Y en cuanto a lo de secreta, Susie, esa mujer de 44 años y dulce expresión tras sus gafas de pasta rosa, que solía vestir con blusa y vestidos dándole un toque rebelde y desenfadado a su estilo con alguna mecha rosada escondida, se caería de culo si supiera que Riley era una bruja que se había escapado de casa con 17 años. Por no hablar del Obscuro que le había robado a su padre. Claro que, si se ponía en esas, tendría que comenzar con que su nombre real era Anna Barrow. Partiendo de esos “pequeños” detalles, existía todo un mundo mágico que Susie desconocía. Al que Riley ya apenas pertenecía más que para intentar alimentar con migajas el sueño que una vez tuvo que era estudiar magizoología. Ahora, lo que quedaba de eso era, tirando de un viejo contacto, Sharon, se dedicaba a investigar y parar la compraventa, o el mercado negro, de criaturas mágicas. Por suerte para el corazón de Susie, la joven bruja escondida en el mundo muggle, seguiría manteniendo aquel secretito para ella. Y, además, a su compañera solo le interesaba darle cierto toque de emoción a su vida escuchando las idas y venidas de la joven Riley. El carraspeo de Susie llamó la atención de Riley que, siendo ya algo habitual en ella, se había perdido entre sus pensamientos. La joven castaña ladeó la cabeza y se encogió de hombros a modo de un “¿Qué?”. – ¿Solo vas a decirme eso? – soltó la mujer de mediana edad colocando las gafas correctamente en la nariz mientras revisaba algunos libros devueltos del día anterior para colocarlos en el carrito de la biblioteca. – Salí a tomarme algo para no quedarme sola en casa… fue… aburrido – respondió con aburrimiento la joven Riley, quién decidió unirse a su compañera en colocar los libros en el carrito en el orden correcto para llevarlo a la sección que les correspondía. – ¿Sola? – soltó Susie, dejando un libro titulado “Guerra y paz” dentro del carrito para su posterior colocación en la estantería que le correspondía . – ¡¿Quién leerá esta clase de libros?! – se preguntó a sí misma en voz alta mientras sostenía uno de los libros – ¿Ehm? Sí, sola… Necesitaba salir y despejarme. No siempre tienes que quedar con alguien para tomarte algo, Susie, a veces es necesario una cita con uno mismo… – comentó la joven Riley, quitándole importancia y dándose aires de una chica con un amor propio en pleno crecimiento. Riley desvió su mirada hacia Susie, quien había permanecido demasiado callada, encontrando que su compañera tenía la vista fija en dirección a la puerta. La joven miró en la misma dirección que Susie y observó lo que llamaba la atención de Susie. Y cómo para no llamarle la atención. Era esa clase de chico guapo que llamaba la atención con su sola presencia, alto y delgado, de buen vestir y mejor andar. – ¡Ay, madre! – soltó Susie, que comenzó a airearse con un pequeño libro. – Sí que es guapo… Es nuevo – confirmó Riley. A lo que Susie siguió, y reafirmó – Es nuevo –. Y eso significaba que tenían la oportunidad de darle la bienvenida, de forma no descarada, al hombre que acaba de entrar. Ahora todo era cuestión de quién de las dos sería la más rápida. En ese momento, un chico joven se acercaba a la recepción para preguntar por un libro, y Riley mostrándose interesada en atender al joven dijo - Sí, claro… mi compañera estará encantada de indicar dónde se encuentra el libro… – dicho eso, recibió un sutil toque de la pierna de Susie contra la propia. Riley, siendo clara ganadora, salió de la recepción atusándose su traje semi formal con el carrito para colocar los libros. Era la excusa perfecta. Caminó por entre las mesas de estudio, y pasó por la primera estantería hasta llegar al segundo pasillo donde había visto que había girado el hombre. Allí estaba, definitivamente era mucho más guapo que en la primera impresión, y claramente mayor que ella, lo que no supondría ningún problema para Riley. No tenía intención de encontrar en ese hombre al amor de su vida, aquello no era más que un juego con el que darle diversión a su día. Y, si surgía, quién sabía lo que podría pasar; un par de citas, alguna alocada noche, ir al cine… Estaba yendo demasiado rápido, y eso que solo había caminado unos pasos hacía él con una profesional sonrisa fingiendo que el libro que iba a colocar en la estantería debía estar ahí. Obviamente no, ya lo colocaría correctamente, pero ya estaba a solo unos pocos pasos de él. Del nuevo. No tenía mucha idea de cómo entrarle ahora al hombre, y sin pensar demasiado, decidió improvisar. – Buenos días. Si necesitas algo, aquí estoy –. Definitivamente, podía haber sido mejor, pero ya iría tirando de ingenio y simpatía.
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  • Después de un día colmado de pequeños placeres —tan sencillos como respirar sin preocupaciones o reírse al ver la forma absurda en que caen los pétalos del almendro—, la diosa se recostó al fin en el mundo que más le pertenecía: los sueños. No los de los mortales, no los impuestos por los dioses... sino aquellos que brotaban de su corazón eterno, que brillaban con el mismo color dorado del néctar que solía servir en los banquetes del Olimpo.

    Sus pies apenas rozaban la nada. Una nube dorada le sirvió de trono, mullida y tibia, mientras los dados de Hermes danzaban a su alrededor como luciérnagas juguetonas, lanzando destellos de buena suerte, de infancia, de travesura divina.

    Con una sonrisa suave, casi traviesa, invocó a su compañera más leal: la pequeña lira, que apareció entre sus manos como si hubiera estado esperándola. Sus dedos tocaron las cuerdas con ternura, y el sonido que brotó no fue nota ni palabra. Fue una brisa de luz rozando campanillas de cristal en descenso, un saludo cálido desde el alma misma del amanecer.

    Inspiró hondo, y el tamborileo de su corazón marcó el compás como golpecitos en la superficie de un estanque dormido.

    «Dices que nadie te sueña~ Dices que nadie te adora~ mmm~ Entonces me pregunto: ¿Qué soy yo entonces?»

    Su voz no era de este mundo. Tenía la textura del azúcar derretida bajo el sol, la resonancia de un recuerdo que siempre hace sonreír.

    Las cuerdas respondieron a su canto con un juego encantado: sonaron como el tintinear de cucharas de plata chocando suavemente en una cocina celestial, curiosas, como niños que observan al dios solitario desde la distancia.

    «Dices que no puedes soñar~ entonces te invito hoy, a soñar conmigo, querido Morfeo~»

    Aquel nombre fue pronunciado como si fuera un regalo envuelto en cintas de luz. Y la lira se volvió puro murmullo: el suspiro de una estrella cayendo al mar, una brizna de viento que pasa entre cortinas de lino en una siesta de verano. Los sonidos se enroscaban como humo dorado, ascendiendo y envolviendo el firmamento con una dulzura tan pura que rompía.

    «Gracias por tanto, yo~ quisiera darte mil oportunidades de soñar, soña-ar ar~»

    Sus dedos no tocaban cuerdas: acariciaban cuencos de cristal flotando sobre agua tibia, cada vibración una ofrenda de esperanza, cada acorde un pétalo lanzado al altar invisible de un dios olvidado.

    Pensó en él: en su sombra distante, en su andar sereno, en ese peso de eternidad que a veces ella podía ver en sus ojos —cuando nadie lo notaba—. Y al recordar su infancia, cuando Morfeo era un dios lejano y silencioso, las notas se volvieron más íntimas: como el crujido de una caja de música olvidada, como la risa que no se escucha pero se intuye en el eco de un sueño.

    «Ahora ya no soy tan pequeña, y creo que entiendo que la eternidad que padeces no es tan divertida como la mía...»

    Las cuerdas respondieron como cintas de seda que se desenrollan en el aire, girando suaves sobre columnas de luz.

    «…así que~ te propongo disfrutar de mi lugar para intentar ir un poco en contra de las reglas, sé rebelde, sé libre y disfruta de mi luz...»

    El ritmo cambió, y por un instante, fue el galopar lento de un unicornio sobre campos de algodón, tan suave como la risa de un ser amado al volver del olvido.

    El manto de Morfeo que la había cubierto todo su sueño diurno y actual, aunque ausente aun sin el presente, se sentía cerca. Como si su presencia se moldeara entre cada acorde, cada respiro, cada palabra.

    «Disfruta la canción, mi lira y la sensación, que hoy te toca soñar despierto a ti, protector de ensueño~»

    Y al final, su voz se volvió plegaria:
    una gota de miel cayendo sobre la herida más escondida,
    un beso sin labios,
    una estrella que no muere,
    una caricia que no pide nada.

    «Tal vez no sea un sueño físico... Tal vez~ no es lo que pensabas...
    Pero... aunque sea déjame soñar contigo, y soñar que te dejas querer un poquito más~»

    La última nota no se oyó. SE SINTIÓ.
    Como si el universo contuviera el aliento por un instante.
    Esperaba que pudiera siquiera conseguir ser un dios dormido, y que aunque, le hubiese causado motivos para sonreír, en un tiempo ya finalizando el día cotidiano.
    Después de un día colmado de pequeños placeres —tan sencillos como respirar sin preocupaciones o reírse al ver la forma absurda en que caen los pétalos del almendro—, la diosa se recostó al fin en el mundo que más le pertenecía: los sueños. No los de los mortales, no los impuestos por los dioses... sino aquellos que brotaban de su corazón eterno, que brillaban con el mismo color dorado del néctar que solía servir en los banquetes del Olimpo. Sus pies apenas rozaban la nada. Una nube dorada le sirvió de trono, mullida y tibia, mientras los dados de Hermes danzaban a su alrededor como luciérnagas juguetonas, lanzando destellos de buena suerte, de infancia, de travesura divina. Con una sonrisa suave, casi traviesa, invocó a su compañera más leal: la pequeña lira, que apareció entre sus manos como si hubiera estado esperándola. Sus dedos tocaron las cuerdas con ternura, y el sonido que brotó no fue nota ni palabra. Fue una brisa de luz rozando campanillas de cristal en descenso, un saludo cálido desde el alma misma del amanecer. Inspiró hondo, y el tamborileo de su corazón marcó el compás como golpecitos en la superficie de un estanque dormido. «Dices que nadie te sueña~ Dices que nadie te adora~ mmm~ Entonces me pregunto: ¿Qué soy yo entonces?» Su voz no era de este mundo. Tenía la textura del azúcar derretida bajo el sol, la resonancia de un recuerdo que siempre hace sonreír. Las cuerdas respondieron a su canto con un juego encantado: sonaron como el tintinear de cucharas de plata chocando suavemente en una cocina celestial, curiosas, como niños que observan al dios solitario desde la distancia. «Dices que no puedes soñar~ entonces te invito hoy, a soñar conmigo, querido Morfeo~» Aquel nombre fue pronunciado como si fuera un regalo envuelto en cintas de luz. Y la lira se volvió puro murmullo: el suspiro de una estrella cayendo al mar, una brizna de viento que pasa entre cortinas de lino en una siesta de verano. Los sonidos se enroscaban como humo dorado, ascendiendo y envolviendo el firmamento con una dulzura tan pura que rompía. «Gracias por tanto, yo~ quisiera darte mil oportunidades de soñar, soña-ar ar~» Sus dedos no tocaban cuerdas: acariciaban cuencos de cristal flotando sobre agua tibia, cada vibración una ofrenda de esperanza, cada acorde un pétalo lanzado al altar invisible de un dios olvidado. Pensó en él: en su sombra distante, en su andar sereno, en ese peso de eternidad que a veces ella podía ver en sus ojos —cuando nadie lo notaba—. Y al recordar su infancia, cuando Morfeo era un dios lejano y silencioso, las notas se volvieron más íntimas: como el crujido de una caja de música olvidada, como la risa que no se escucha pero se intuye en el eco de un sueño. «Ahora ya no soy tan pequeña, y creo que entiendo que la eternidad que padeces no es tan divertida como la mía...» Las cuerdas respondieron como cintas de seda que se desenrollan en el aire, girando suaves sobre columnas de luz. «…así que~ te propongo disfrutar de mi lugar para intentar ir un poco en contra de las reglas, sé rebelde, sé libre y disfruta de mi luz...» El ritmo cambió, y por un instante, fue el galopar lento de un unicornio sobre campos de algodón, tan suave como la risa de un ser amado al volver del olvido. El manto de Morfeo que la había cubierto todo su sueño diurno y actual, aunque ausente aun sin el presente, se sentía cerca. Como si su presencia se moldeara entre cada acorde, cada respiro, cada palabra. «Disfruta la canción, mi lira y la sensación, que hoy te toca soñar despierto a ti, protector de ensueño~» Y al final, su voz se volvió plegaria: una gota de miel cayendo sobre la herida más escondida, un beso sin labios, una estrella que no muere, una caricia que no pide nada. «Tal vez no sea un sueño físico... Tal vez~ no es lo que pensabas... Pero... aunque sea déjame soñar contigo, y soñar que te dejas querer un poquito más~» La última nota no se oyó. SE SINTIÓ. Como si el universo contuviera el aliento por un instante. Esperaba que pudiera siquiera conseguir ser un dios dormido, y que aunque, le hubiese causado motivos para sonreír, en un tiempo ya finalizando el día cotidiano.
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  • Recuerdo del ayer
    Categoría Slice of Life
    Consideración: No se mencionara el nombre de la persona de la historia, por lo que se utilizará el apodo "luciérnaga".

    7 am

    Ni siquiera sabía el porque ponía la alarma si de por sí me despertaba antes de que sonará, llevaba un par de meses así, me estaba costando conciliar el sueño de forma seguida que incluso a veces llegaba a perder la noción del tiempo, sentía que poco a poco todo me iba consumiendo lentamente.

    Sumándole a eso que constantemente estaba pendiente al celular, mis razones tenía aunque mi alrededor no parecía entenderlo.

    Con el cuerpo cansado me levante de la cama para realizar mi rutina, hoy tenia un evento en el Victoria Secret, algunas entrevistas que dar junto con el elenco y para ser sinceros mis ánimos no eran los mejores, pero tenía que...

    https://youtu.be/iy4mXZN1Zzk?si=71tAbdmdzjYfQi29

    1 pm

    Me encontraba sentada en el escenario junto con mis compañeras hablando con los reporteros, todos parecían estar fascinados por lo que se iba a realizar, se escuchaban muchas risas, música, flashes de todo un poco. Por mi parte atinaba a sonreír y responder una que otra pregunta, tenía otra vez esa sensación extraña en el pecho, pero en esta ocasión era más fuerte.

    -Lia...pss- escuche que me llamaban desde las cortinas, gire mi rostro hacia el lugar y ahí estaba una de las maquillistas con mi celular en la mano, su cara reflejaba preocupación y ¿compasión...?, no quería imaginarme lo peor, aunque en el fondo sabía que lo era. Trate de ignorarlo, pensando que podría ser otra situación. Pero supe que no era así, cuando la encargada entró al escenario disculpándose por la interrupción y sacándome de ese bullicio.

    -Lía...- hizo una breve pausa, esa voz "no, por favor"- Lucía esta reventando tu teléfono de llamadas, al ver que no contestabas me llamo a mí...tienes que ir al hospital ahora mismo, no creo que Luciérnaga pase de esta noche- susurro, todo se congelo en ese momento, en mi cabeza solo escuchaba "No pasa de esta noche", con la mayor rapidez posible tome mis cosas y salí corriendo del lugar para agarrar el primer taxi al hospital, escuche los gritos de la encargada llamándome, pero no me importo, simplemente me fui.

    En el taxi mi cabeza no paraba de recrear recuerdos de Luciérnaga, "No puede ser cierto, quizás...quizás solo sea una breve caída", trataba de justificar el que no se podía ir aquel día, no podía dejarme aquí sola, sin darme cuenta me había empezado a morder el pulgar para controlar el manojo de emociones que llevaba encima. Apenas vi la fachada del hospital, me apresure a pagar y correr por los pasillos hasta que los vi...

    Estaban todos reunidos en la sala, sus caras solo me confirmaban lo que me estaba negando a creer.

    -Lia- dijo Lucía al verme, sus ojos estaban rojos- tienes que despedirte de luciérnaga mientras sus signos vitales aún le permitan- todo dio vueltas a mi alrededor, su voz se escuho lejana, quería pensar que era una pesadilla, pero no era así, volví a la realidad cuando escuche el llanto de Martha.

    Trate de tranquilizarme, aunque sentía que todo mi cuerpo temblaba, me dirigí a una de las habitaciones para ponerme las batas quirúrgicas y seguí al doctor hasta la habitación de Luciérnaga, ahí estaba, con todos los cables alrededor de su cuerpo, la máquina de signos no paraba de subir y bajar, podía escuchar los latidos de mi propio corazón, golpeaba fuerte en mi pecho.

    -Tienes que despedirte mientras la máquina siga sonando- comentó el doctor mientras su vista pasaba de Luciérnaga a mí- te dejo sola- fue lo último que dijo antes de desaparecer del lugar.

    Me acerque a paso lento y no lo pude evitar, un sollozo escapó de mis labios, mis manos temblorosas se acercaron a las suyas.

    -Lle...llegué- tartamudee un poco- pensé que volverías a casa a comer la pizza que dejaste a medias- una pequeña sonrisa se asomo por mis labios- dijiste que volverías, que no me dejarías aquí sola - susurre mientras las lágrimas caían por mis mejillas- pero se, que esto no es vida para ti, vives por estos cables conectados...- "Vamos Lía, dilo...se tiene que ir en paz"- así que te dejo ir- susurre y por alguna razón el monitor aumento el ritmo cardíaco a estabilidad cuando dije aquella frase, sin embargo, volvió a bajar de nuevo- visitame en sueños Luciérnaga, te quiero mucho- con el último aliento que sentí que me podía dar, le di un abrazo fuerte, era la despedida...

    Aunque no quería separarme lo tuve que hacerlo, la máquina comenzó a sonar fuerte, dando a entender que sus signos iban decayendo cada vez más rápido, los doctores entraron y a mí me tuvieron que sacar de la sala, prefería quedarme con los momentos felices y la despedida.

    Me quite todo y me fui al mar, era su lugar favorito después de todo, los siguientes días fueron tan grises, una parte de mí se fue con luciérnaga aquel día, el velorio fue rápido pero tan deprimente para mí que no pude ir a casa en varios días por los recuerdos que atormentaban mi cabeza, tenía que tomarme un tiempo definitivamente.

    Consideración: No se mencionara el nombre de la persona de la historia, por lo que se utilizará el apodo "luciérnaga". 7 am Ni siquiera sabía el porque ponía la alarma si de por sí me despertaba antes de que sonará, llevaba un par de meses así, me estaba costando conciliar el sueño de forma seguida que incluso a veces llegaba a perder la noción del tiempo, sentía que poco a poco todo me iba consumiendo lentamente. Sumándole a eso que constantemente estaba pendiente al celular, mis razones tenía aunque mi alrededor no parecía entenderlo. Con el cuerpo cansado me levante de la cama para realizar mi rutina, hoy tenia un evento en el Victoria Secret, algunas entrevistas que dar junto con el elenco y para ser sinceros mis ánimos no eran los mejores, pero tenía que... https://youtu.be/iy4mXZN1Zzk?si=71tAbdmdzjYfQi29 1 pm Me encontraba sentada en el escenario junto con mis compañeras hablando con los reporteros, todos parecían estar fascinados por lo que se iba a realizar, se escuchaban muchas risas, música, flashes de todo un poco. Por mi parte atinaba a sonreír y responder una que otra pregunta, tenía otra vez esa sensación extraña en el pecho, pero en esta ocasión era más fuerte. -Lia...pss- escuche que me llamaban desde las cortinas, gire mi rostro hacia el lugar y ahí estaba una de las maquillistas con mi celular en la mano, su cara reflejaba preocupación y ¿compasión...?, no quería imaginarme lo peor, aunque en el fondo sabía que lo era. Trate de ignorarlo, pensando que podría ser otra situación. Pero supe que no era así, cuando la encargada entró al escenario disculpándose por la interrupción y sacándome de ese bullicio. -Lía...- hizo una breve pausa, esa voz "no, por favor"- Lucía esta reventando tu teléfono de llamadas, al ver que no contestabas me llamo a mí...tienes que ir al hospital ahora mismo, no creo que Luciérnaga pase de esta noche- susurro, todo se congelo en ese momento, en mi cabeza solo escuchaba "No pasa de esta noche", con la mayor rapidez posible tome mis cosas y salí corriendo del lugar para agarrar el primer taxi al hospital, escuche los gritos de la encargada llamándome, pero no me importo, simplemente me fui. En el taxi mi cabeza no paraba de recrear recuerdos de Luciérnaga, "No puede ser cierto, quizás...quizás solo sea una breve caída", trataba de justificar el que no se podía ir aquel día, no podía dejarme aquí sola, sin darme cuenta me había empezado a morder el pulgar para controlar el manojo de emociones que llevaba encima. Apenas vi la fachada del hospital, me apresure a pagar y correr por los pasillos hasta que los vi... Estaban todos reunidos en la sala, sus caras solo me confirmaban lo que me estaba negando a creer. -Lia- dijo Lucía al verme, sus ojos estaban rojos- tienes que despedirte de luciérnaga mientras sus signos vitales aún le permitan- todo dio vueltas a mi alrededor, su voz se escuho lejana, quería pensar que era una pesadilla, pero no era así, volví a la realidad cuando escuche el llanto de Martha. Trate de tranquilizarme, aunque sentía que todo mi cuerpo temblaba, me dirigí a una de las habitaciones para ponerme las batas quirúrgicas y seguí al doctor hasta la habitación de Luciérnaga, ahí estaba, con todos los cables alrededor de su cuerpo, la máquina de signos no paraba de subir y bajar, podía escuchar los latidos de mi propio corazón, golpeaba fuerte en mi pecho. -Tienes que despedirte mientras la máquina siga sonando- comentó el doctor mientras su vista pasaba de Luciérnaga a mí- te dejo sola- fue lo último que dijo antes de desaparecer del lugar. Me acerque a paso lento y no lo pude evitar, un sollozo escapó de mis labios, mis manos temblorosas se acercaron a las suyas. -Lle...llegué- tartamudee un poco- pensé que volverías a casa a comer la pizza que dejaste a medias- una pequeña sonrisa se asomo por mis labios- dijiste que volverías, que no me dejarías aquí sola - susurre mientras las lágrimas caían por mis mejillas- pero se, que esto no es vida para ti, vives por estos cables conectados...- "Vamos Lía, dilo...se tiene que ir en paz"- así que te dejo ir- susurre y por alguna razón el monitor aumento el ritmo cardíaco a estabilidad cuando dije aquella frase, sin embargo, volvió a bajar de nuevo- visitame en sueños Luciérnaga, te quiero mucho- con el último aliento que sentí que me podía dar, le di un abrazo fuerte, era la despedida... Aunque no quería separarme lo tuve que hacerlo, la máquina comenzó a sonar fuerte, dando a entender que sus signos iban decayendo cada vez más rápido, los doctores entraron y a mí me tuvieron que sacar de la sala, prefería quedarme con los momentos felices y la despedida. Me quite todo y me fui al mar, era su lugar favorito después de todo, los siguientes días fueron tan grises, una parte de mí se fue con luciérnaga aquel día, el velorio fue rápido pero tan deprimente para mí que no pude ir a casa en varios días por los recuerdos que atormentaban mi cabeza, tenía que tomarme un tiempo definitivamente.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    //Aquí subiré una imagen referencia de cada uno de los NPC que aparecen comúnmente alrededor de Dante, los de más relevancia.
    El estilo no es el mismo que el de las imágenes de Dante ya que estas las he generado yo con IA para que se aproximen lo más posible a las apariencias.

    Por orden de imagen son:
    1- Lucan (líder de los guerreros y mejor amigo de Dante)
    2- Rio
    3- Nikolai (solo que este tiene una cicatriz enorme en su cara que le recorre desde la parte baja del ojo izquierdo, pasando por el labio, hasta llegar al mentón)
    4- Tegan
    5- Kade
    6- Starling (no es un guerrero)
    7- Gabrielle (compañera de sangre de Lucan)
    8- Elise (compañera de sangre de Tegan)
    9- Alexander (compañero de sangre de Kade)

    Para cualquier duda preguntad sin problema.
    //Aquí subiré una imagen referencia de cada uno de los NPC que aparecen comúnmente alrededor de Dante, los de más relevancia. El estilo no es el mismo que el de las imágenes de Dante ya que estas las he generado yo con IA para que se aproximen lo más posible a las apariencias. Por orden de imagen son: 1- Lucan (líder de los guerreros y mejor amigo de Dante) 2- Rio 3- Nikolai (solo que este tiene una cicatriz enorme en su cara que le recorre desde la parte baja del ojo izquierdo, pasando por el labio, hasta llegar al mentón) 4- Tegan 5- Kade 6- Starling (no es un guerrero) 7- Gabrielle (compañera de sangre de Lucan) 8- Elise (compañera de sangre de Tegan) 9- Alexander (compañero de sangre de Kade) Para cualquier duda preguntad sin problema.
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  • El cielo estaba despejado, y el viento cálido acariciaba su rostro mientras la **nube voladora** se deslizaba suavemente entre las nubes.

    Jimoto, ahora con una **nueva chaqueta marrón** que se ajustaba perfectamente a su figura, se mantenía erguido sobre la nube, con los brazos abiertos y los ojos cerrados, como si respirara la paz que durante años se le había escapado.

    Ya no llevaba el ceño fruncido ni la expresión de un guerrero endurecido por el combate. Ahora, su sonrisa era sincera, ligera, como la brisa que lo acompañaba.

    Abriendo los ojos, observó el horizonte y rió con alegría.

    ★—¡Hace mucho que no me sentía tan... libre!

    La nube giró suavemente, como si compartiera la emoción de su jinete.

    ★—¡Vamos, compañera! ¡A donde el viento nos lleve!

    Y así, entre risas y cielos infinitos, Jimoto se perdió en el azul, no como un guerrero… sino como un alma feliz.
    El cielo estaba despejado, y el viento cálido acariciaba su rostro mientras la **nube voladora** se deslizaba suavemente entre las nubes. Jimoto, ahora con una **nueva chaqueta marrón** que se ajustaba perfectamente a su figura, se mantenía erguido sobre la nube, con los brazos abiertos y los ojos cerrados, como si respirara la paz que durante años se le había escapado. Ya no llevaba el ceño fruncido ni la expresión de un guerrero endurecido por el combate. Ahora, su sonrisa era sincera, ligera, como la brisa que lo acompañaba. Abriendo los ojos, observó el horizonte y rió con alegría. ★—¡Hace mucho que no me sentía tan... libre! La nube giró suavemente, como si compartiera la emoción de su jinete. ★—¡Vamos, compañera! ¡A donde el viento nos lleve! Y así, entre risas y cielos infinitos, Jimoto se perdió en el azul, no como un guerrero… sino como un alma feliz.
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  • Compañeras de piso
    Fandom Free rol
    Categoría Comedia
    Hace pocos días regresé junto a Mitsurur de la semana de la moda que se celebró en Milán. Es la primera vez que viaje a Italia y me he enamorado de cualquier rincón de la ciudad, de echo compré dos billetes de avión para volver esta vez con mi sexy novio.

    Mientras espero a que mi compañera de piso termine de ducharse, preparo una rueda con diferentes embutidos, quesos y también abrí un vino blanco.
    Hoy la entregaré su regalo, me va a adorar.

    Anne Halliwell
    Hace pocos días regresé junto a Mitsurur de la semana de la moda que se celebró en Milán. Es la primera vez que viaje a Italia y me he enamorado de cualquier rincón de la ciudad, de echo compré dos billetes de avión para volver esta vez con mi sexy novio. Mientras espero a que mi compañera de piso termine de ducharse, preparo una rueda con diferentes embutidos, quesos y también abrí un vino blanco. Hoy la entregaré su regalo, me va a adorar. [Featherington_cx]
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  • El primer día de instituto en Ciudad Domino
    Fandom YuGiOh! Duel Monsters
    Categoría Acción
    Rol cerrado con Atem

    -----------------------------

    El vuelo JL003 que procedía de Nueva York en dirección a Tokio aterrizó cerca de las dos y media de la madrugada. Takara viajaba con su madre para establecerse en Domino, una pequeña ciudad costera que se encontraba en la prefectura de Chiba, al sur de Tateyama. Había llegado a un punto en el que ni siquiera se cuestionaba ya por qué sus padres hacían las cosas, pero sabiendo que siempre estaban de un lado a otro por negocios y que no tenía nunca un lugar fijo para vivir...

    ―Mamá, aún no me has contado por qué me has traído al otro lado del mundo.―le preguntó Takara a su madre Yushiko, mientras metía su equipaje en el maletero del taxi que les llevaría hasta el puerto desde el que tomarían el ferry a Domino.

    ―Verás cariño...―Yushiko exhaló un respingo por la nariz.―Estás cerca de cumplir los diecisiete y estamos un poco preocupados porque siempre has recibido educación en casa debido a nuestros empleos... Y eso no puede ser. No sales, no tienes amigos, ni siquiera llevas la vida que debe llevar una adolescente. Así que te he traído a donde yo nací para que...Bueno, cariño, para que inicies tu vida, tengas amigos, ¡y acabes el instituto de una vez!

    ―¿Y no podéis quedaros a vivir conmigo como unos padres normales?―replicó Takara.―Mamá, en serio, me estás soltando sin supervisión, en una ciudad que no conozco, con una cuenta bancaria que tiene más ceros que decimales el número pi. ¿De verdad crees que nada puede salir mal?

    ―Takara, ya hemos mantenido esta conversación.―Yushiko exhaló un respingo pesado.―No vas a estar sola, tu primo Mahito vive en Domino y estará más que encantado de echarte una mano si lo necesitas.

    ―Mahito vive con su novia, no puedo irrumpir en su vida así como así.―Takara torció los labios haciendo un mohín.

    Yushiko tocó el hombro de su hija con cariño. No podía decirle la verdadera razón por la que la escondía en un lugar tan recóndito. No por el momento.

    ╟ Varios días después. Lunes por la mañana.╣

    El GPS de su móvil había fallado tres veces en lo que trataba de llegar al Instituto Domino, donde se iba a iniciar el segundo trimestre de clase... y donde ella iba a "iniciar" la secundaria, pese a haber superado ese curso.

    Llegó temprano, por suerte. Queriendo pasar desapercibida, se sentó en el pupitre más escondido que había en el aula, en la esquina cercana a la ventana. Parecía que nadie había notado su presencia conforme el resto de alumnos iba llegando. Imitó a sus compañeros cuando éstos se levantaron para saludar a su profesor, que con educación les dio los buenos días a todos. Acto seguido, el profesor revisó el listado de alumnos... y vio el nombre de Takara.

    ―¡Ah, sí!―sonrió alegre.―Queridos alumnos, tenemos una compañera nueva que va a terminar el curso con nosotros. Señorita Wilde, por favor, ¿puede salir al estrado y presentarse?

    Horror. La piel suavemente tostada de Takara perdió el color y el hipo nervioso que aparecía en situaciones de estrés amenazaba con salir a la luz. Sin embargo, Takara se levantó de la silla, caminó con paso firme hasta la plataforma que estaba delante de la pizarra de tiza y observó a la clase. En particular... sus ojos malva se detuvieron en un muchacho con pelo de pincho que llevaba pendiendo de su cuello un extraño colgante con forma de pirámide invertida..,y un símbolo egipcio en la cara frontal.

    ―B-Buenos días.―titubeó.―Y-Yo soy Kara Wilde. Muchas gracias por recibirme.
    Rol cerrado con [Atem0] ----------------------------- El vuelo JL003 que procedía de Nueva York en dirección a Tokio aterrizó cerca de las dos y media de la madrugada. Takara viajaba con su madre para establecerse en Domino, una pequeña ciudad costera que se encontraba en la prefectura de Chiba, al sur de Tateyama. Había llegado a un punto en el que ni siquiera se cuestionaba ya por qué sus padres hacían las cosas, pero sabiendo que siempre estaban de un lado a otro por negocios y que no tenía nunca un lugar fijo para vivir... ―Mamá, aún no me has contado por qué me has traído al otro lado del mundo.―le preguntó Takara a su madre Yushiko, mientras metía su equipaje en el maletero del taxi que les llevaría hasta el puerto desde el que tomarían el ferry a Domino. ―Verás cariño...―Yushiko exhaló un respingo por la nariz.―Estás cerca de cumplir los diecisiete y estamos un poco preocupados porque siempre has recibido educación en casa debido a nuestros empleos... Y eso no puede ser. No sales, no tienes amigos, ni siquiera llevas la vida que debe llevar una adolescente. Así que te he traído a donde yo nací para que...Bueno, cariño, para que inicies tu vida, tengas amigos, ¡y acabes el instituto de una vez! ―¿Y no podéis quedaros a vivir conmigo como unos padres normales?―replicó Takara.―Mamá, en serio, me estás soltando sin supervisión, en una ciudad que no conozco, con una cuenta bancaria que tiene más ceros que decimales el número pi. ¿De verdad crees que nada puede salir mal? ―Takara, ya hemos mantenido esta conversación.―Yushiko exhaló un respingo pesado.―No vas a estar sola, tu primo Mahito vive en Domino y estará más que encantado de echarte una mano si lo necesitas. ―Mahito vive con su novia, no puedo irrumpir en su vida así como así.―Takara torció los labios haciendo un mohín. Yushiko tocó el hombro de su hija con cariño. No podía decirle la verdadera razón por la que la escondía en un lugar tan recóndito. No por el momento. ╟ Varios días después. Lunes por la mañana.╣ El GPS de su móvil había fallado tres veces en lo que trataba de llegar al Instituto Domino, donde se iba a iniciar el segundo trimestre de clase... y donde ella iba a "iniciar" la secundaria, pese a haber superado ese curso. Llegó temprano, por suerte. Queriendo pasar desapercibida, se sentó en el pupitre más escondido que había en el aula, en la esquina cercana a la ventana. Parecía que nadie había notado su presencia conforme el resto de alumnos iba llegando. Imitó a sus compañeros cuando éstos se levantaron para saludar a su profesor, que con educación les dio los buenos días a todos. Acto seguido, el profesor revisó el listado de alumnos... y vio el nombre de Takara. ―¡Ah, sí!―sonrió alegre.―Queridos alumnos, tenemos una compañera nueva que va a terminar el curso con nosotros. Señorita Wilde, por favor, ¿puede salir al estrado y presentarse? Horror. La piel suavemente tostada de Takara perdió el color y el hipo nervioso que aparecía en situaciones de estrés amenazaba con salir a la luz. Sin embargo, Takara se levantó de la silla, caminó con paso firme hasta la plataforma que estaba delante de la pizarra de tiza y observó a la clase. En particular... sus ojos malva se detuvieron en un muchacho con pelo de pincho que llevaba pendiendo de su cuello un extraño colgante con forma de pirámide invertida..,y un símbolo egipcio en la cara frontal. ―B-Buenos días.―titubeó.―Y-Yo soy Kara Wilde. Muchas gracias por recibirme.
    Tipo
    Grupal
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    Cualquier línea
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