• Hermanoooooo... Donde estas?

    *Lo llama como a Shagui con Scooby doo(?) *
    Hermanoooooo... Donde estas? *Lo llama como a Shagui con Scooby doo(?) *
    0 turnos 0 maullidos
  • El viento soplaba con suavidad en la cima de la montaña, acariciando las hojas del árbol solitario donde descansaba un hombre de semblante tranquilo, recostado con los brazos detrás de la cabeza. A unos metros, sentado al borde del risco, estaba Kyu —el Pequeño Vagabundo— con las piernas colgando y la mirada fija en el vasto horizonte teñido de dorado por la puesta de sol.

    —Dime, Kyu… —preguntó su maestro con voz pausada—, ¿has comenzado a recordar algo?

    El pequeño asintió levemente, con una sonrisa serena en el rostro.
    —Sí… una canción —respondió, apretando contra su pecho el libro donde anotaba sus pensamientos—. Es una canción de cuna… no sé por qué, pero cada vez que la tarareo, siento que me guía. Como si me estuviera llamando.

    —¿A dónde te guía? —preguntó el maestro, sin moverse.

    —Hacia mi mamá… creo. No recuerdo su rostro… ni siquiera su nombre. Y no sé si tengo apellido. Pero siento que esa canción es suya. Y que si la sigo… podré encontrarla.

    El maestro cerró los ojos y sonrió con ternura.
    —Tienes un corazón muy fuerte, pequeño.

    Kyu se volteó un poco, dejando que su mirada se perdiera en el cielo.
    —No sé qué encontraré cuando llegue. Quizás... quizás no me reconozcan. O quizá ya no estén… pero… quiero saber. Quiero entender por qué nací en este mundo tan raro… tan lleno de cosas buenas, y también de cosas feas. Pero con gente que aún así sonríe.

    El maestro lo observó en silencio, su mirada velada por una sombra de nostalgia. En su mente, pensó con tristeza:
    *"Para este punto, después de todos los desastres que sufrió el mundo… probablemente ya están muertos. Tal vez nunca lo sepa con certeza. Pero no puedo destruir esa esperanza en sus ojos… no ahora. No cuando ha llegado tan lejos..."*

    Y así, sin palabras que rompieran el momento, ambos se quedaron en la cima, envueltos en el murmullo del viento, compartiendo el silencio y los pensamientos que sólo el horizonte podía guardar. El sol descendía poco a poco, tiñendo de esperanza un cielo que parecía prometer que, algún día, las respuestas llegarían.
    El viento soplaba con suavidad en la cima de la montaña, acariciando las hojas del árbol solitario donde descansaba un hombre de semblante tranquilo, recostado con los brazos detrás de la cabeza. A unos metros, sentado al borde del risco, estaba Kyu —el Pequeño Vagabundo— con las piernas colgando y la mirada fija en el vasto horizonte teñido de dorado por la puesta de sol. —Dime, Kyu… —preguntó su maestro con voz pausada—, ¿has comenzado a recordar algo? El pequeño asintió levemente, con una sonrisa serena en el rostro. —Sí… una canción —respondió, apretando contra su pecho el libro donde anotaba sus pensamientos—. Es una canción de cuna… no sé por qué, pero cada vez que la tarareo, siento que me guía. Como si me estuviera llamando. —¿A dónde te guía? —preguntó el maestro, sin moverse. —Hacia mi mamá… creo. No recuerdo su rostro… ni siquiera su nombre. Y no sé si tengo apellido. Pero siento que esa canción es suya. Y que si la sigo… podré encontrarla. El maestro cerró los ojos y sonrió con ternura. —Tienes un corazón muy fuerte, pequeño. Kyu se volteó un poco, dejando que su mirada se perdiera en el cielo. —No sé qué encontraré cuando llegue. Quizás... quizás no me reconozcan. O quizá ya no estén… pero… quiero saber. Quiero entender por qué nací en este mundo tan raro… tan lleno de cosas buenas, y también de cosas feas. Pero con gente que aún así sonríe. El maestro lo observó en silencio, su mirada velada por una sombra de nostalgia. En su mente, pensó con tristeza: *"Para este punto, después de todos los desastres que sufrió el mundo… probablemente ya están muertos. Tal vez nunca lo sepa con certeza. Pero no puedo destruir esa esperanza en sus ojos… no ahora. No cuando ha llegado tan lejos..."* Y así, sin palabras que rompieran el momento, ambos se quedaron en la cima, envueltos en el murmullo del viento, compartiendo el silencio y los pensamientos que sólo el horizonte podía guardar. El sol descendía poco a poco, tiñendo de esperanza un cielo que parecía prometer que, algún día, las respuestas llegarían.
    0 turnos 0 maullidos
  • "El fin de semana en la ciudad es algo que no te puedes perder" había oído decir más veces de las que podía contar. Había sido una semana ajetreada y la chica, tan aventurera como siempre, quería hacer algo para despejarse y sus amigos le animaron a visitar uno de los antros mas populares entre los estudiantes de su universidad... y tras algunas horas ya se había aburrido. Por lo que se encontraba en el callejón tras la discoteca mientras sus amigos permanecían dentro.

    —2:30 de la madrugada... já

    Lejos de sentir el cansancio, la chica estaba insatisfecha., no tenia ganas de bailar o cantar. La luna llena se alzaba sobre las bulliciosas calles de la ciudad y con la música sonando a través de la puerta a su derecha se encontró fantaseando con tener alguna aventura.

    Solo entonces, se percato de la presencia de alguien más en aquel rincón solitario y poco iluminado. Con una sonrisa y una postura rebosante de confianza fue la primera en romper el silencio.

    —¿y t´ú? ¿también te tomas un descanso de la música a todo volumen?
    "El fin de semana en la ciudad es algo que no te puedes perder" había oído decir más veces de las que podía contar. Había sido una semana ajetreada y la chica, tan aventurera como siempre, quería hacer algo para despejarse y sus amigos le animaron a visitar uno de los antros mas populares entre los estudiantes de su universidad... y tras algunas horas ya se había aburrido. Por lo que se encontraba en el callejón tras la discoteca mientras sus amigos permanecían dentro. —2:30 de la madrugada... já Lejos de sentir el cansancio, la chica estaba insatisfecha., no tenia ganas de bailar o cantar. La luna llena se alzaba sobre las bulliciosas calles de la ciudad y con la música sonando a través de la puerta a su derecha se encontró fantaseando con tener alguna aventura. Solo entonces, se percato de la presencia de alguien más en aquel rincón solitario y poco iluminado. Con una sonrisa y una postura rebosante de confianza fue la primera en romper el silencio. —¿y t´ú? ¿también te tomas un descanso de la música a todo volumen?
    Me encocora
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • La mañana apenas despuntaba en la cima de aquella colina escondida, donde el viento traía consigo el murmullo de hojas y el cantar de aves lejanas. El maestro de Nen, un hombre de mirada aguda y sonrisa contenida, caminaba con paso rápido por el claro del bosque, donde solía encontrar al pequeño vagabundo cada amanecer… pero esta vez, habían pasado **dos días enteros** sin rastro de su alumno.

    —¿Dónde te metiste, mocoso? —murmuró entre dientes, aunque la preocupación se notaba en cada paso tenso que daba.

    Y entonces, como si el mundo hubiese esperado justo ese momento, escuchó una voz familiar:

    —¡¡Maestroooo!! —gritó el pequeño vagabundo mientras corría cuesta abajo, chapoteando en los charcos y agitando algo en su mano con total orgullo—. ¡¡Mireeeeeeee!!

    El hombre se giró, preparado para reprenderlo… hasta que lo vio.

    El niño estaba cubierto de tierra, tenía una curita en la mejilla, y el dobladillo de su pantalón estaba roto. Pero aun así, **su sonrisa era más brillante que el sol filtrado entre los árboles**, y en su mano alzada… sostenía nada más y nada menos que **una licencia de cazador profesional**.

    El maestro se quedó inmóvil unos segundos, como si sus ojos no pudieran creerlo.

    —...¿Eso es… una...? —empezó a decir, pero el pequeño se le adelantó, levantándola aún más alto.

    —¡Sí! ¡Me la dieron después de pasar un montón de pruebas locas y un bosque raro que hablaba! ¡Ah! ¡Y una sala que me quería comer! Pero al final me dejaron quedármela… ¡dijeron que ahora soy un “cazador profesional”! —declaró con orgullo, inflando el pecho.

    El maestro soltó una risa entre incrédula y resignada, se acercó y le dio una leve palmada en la cabeza.

    —Entonces ahora eres un cazador profesional, ¿eh, Kyu? —dijo, llamándolo por su nombre real, algo que no hacía muy seguido.

    Kyu sonrió aún más, como si eso fuera un premio en sí mismo.

    —¡Sí! ¿Eso significa que ahora puedo entrar a ruinas secretas y cazar monstruos peligrosos?

    El maestro entrecerró los ojos y suspiró profundamente, cruzándose de brazos.

    —Eso significa que estuviste en uno de los exámenes más peligrosos que existen y que **podrías haber muerto al menos diez veces sin darte cuenta**.

    Kyu parpadeó.

    —¿Oh? ¡Pero no lo hice! ¡Así que eso fue suerte, ¿verdad?! —rió alegremente.

    El maestro bajó la cabeza y se cubrió la cara con una mano, entre frustración y orgullo.

    —No… eso fue Nen. Y probablemente, una montaña de milagros.

    Y mientras el pequeño bailaba en círculos celebrando su nueva profesión con total entusiasmo, el maestro no pudo evitar sonreír.

    Porque aunque el mundo era brutal y difícil, **ese niño ingenuo, valiente y brillante… lo enfrentaba con una chispa que ningún Peligro podía apagar**.
    La mañana apenas despuntaba en la cima de aquella colina escondida, donde el viento traía consigo el murmullo de hojas y el cantar de aves lejanas. El maestro de Nen, un hombre de mirada aguda y sonrisa contenida, caminaba con paso rápido por el claro del bosque, donde solía encontrar al pequeño vagabundo cada amanecer… pero esta vez, habían pasado **dos días enteros** sin rastro de su alumno. —¿Dónde te metiste, mocoso? —murmuró entre dientes, aunque la preocupación se notaba en cada paso tenso que daba. Y entonces, como si el mundo hubiese esperado justo ese momento, escuchó una voz familiar: —¡¡Maestroooo!! —gritó el pequeño vagabundo mientras corría cuesta abajo, chapoteando en los charcos y agitando algo en su mano con total orgullo—. ¡¡Mireeeeeeee!! El hombre se giró, preparado para reprenderlo… hasta que lo vio. El niño estaba cubierto de tierra, tenía una curita en la mejilla, y el dobladillo de su pantalón estaba roto. Pero aun así, **su sonrisa era más brillante que el sol filtrado entre los árboles**, y en su mano alzada… sostenía nada más y nada menos que **una licencia de cazador profesional**. El maestro se quedó inmóvil unos segundos, como si sus ojos no pudieran creerlo. —...¿Eso es… una...? —empezó a decir, pero el pequeño se le adelantó, levantándola aún más alto. —¡Sí! ¡Me la dieron después de pasar un montón de pruebas locas y un bosque raro que hablaba! ¡Ah! ¡Y una sala que me quería comer! Pero al final me dejaron quedármela… ¡dijeron que ahora soy un “cazador profesional”! —declaró con orgullo, inflando el pecho. El maestro soltó una risa entre incrédula y resignada, se acercó y le dio una leve palmada en la cabeza. —Entonces ahora eres un cazador profesional, ¿eh, Kyu? —dijo, llamándolo por su nombre real, algo que no hacía muy seguido. Kyu sonrió aún más, como si eso fuera un premio en sí mismo. —¡Sí! ¿Eso significa que ahora puedo entrar a ruinas secretas y cazar monstruos peligrosos? El maestro entrecerró los ojos y suspiró profundamente, cruzándose de brazos. —Eso significa que estuviste en uno de los exámenes más peligrosos que existen y que **podrías haber muerto al menos diez veces sin darte cuenta**. Kyu parpadeó. —¿Oh? ¡Pero no lo hice! ¡Así que eso fue suerte, ¿verdad?! —rió alegremente. El maestro bajó la cabeza y se cubrió la cara con una mano, entre frustración y orgullo. —No… eso fue Nen. Y probablemente, una montaña de milagros. Y mientras el pequeño bailaba en círculos celebrando su nueva profesión con total entusiasmo, el maestro no pudo evitar sonreír. Porque aunque el mundo era brutal y difícil, **ese niño ingenuo, valiente y brillante… lo enfrentaba con una chispa que ningún Peligro podía apagar**.
    Me encocora
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • **El canguro parece confuso mientras trabaja en su laptop**
    Dios... como es que me dediqué a la codificación por un tiempo y aún así no entiendo nada de lo que estoy haciendo?... dios mío...
    **continua, ahora con una pata inquieta, dando pequeños golpes en el suelo.**
    **El canguro parece confuso mientras trabaja en su laptop** Dios... como es que me dediqué a la codificación por un tiempo y aún así no entiendo nada de lo que estoy haciendo?... dios mío... **continua, ahora con una pata inquieta, dando pequeños golpes en el suelo.**
    Me encocora
    1
    0 turnos 0 maullidos
  • Hay un niño por ahí que me tiene como loquito por el Andrés Minjae Lanzani
    Hay un niño por ahí que me tiene como loquito por el [solar_lavender_bull_118]
    Me shockea
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • 𝘠𝘰 𝘯𝘰 𝘧𝘶𝘪 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘵𝘳𝘶𝘪𝘥𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘨𝘶𝘦𝘳𝘳𝘢.

    Yo no fui construido para la guerra.
    No nací para arrasar con mi aliento, ni para romper murallas con mis garras.

    Fui tallado como roca viva para recordar.

    En mis alas no hay llamas, sino planos antiguos.
    En mis escamas no hay orgullo, sino los nombres de aquellos que levantaron algo más grande que ellos mismos: hogares, ciudades… ideas.

    He recorrido más planos de los que tú podrías imaginar,
    y en cada uno vi cómo el caos aprendía a hablar más rápido que el entendimiento.
    Vi cómo la pasión podía incendiar bibliotecas.
    Vi cómo el poder podía desmoronar catedrales con una sola palabra mal pronunciada.

    Y entonces entendí:
    la muralla no es una prisión.
    Es una línea de quietud entre el miedo y la esperanza.

    Por eso construyo.
    Por eso enseño.
    Por eso levanto piedra sobre piedra, no para esconderme… sino para demostrar que aún hay algo digno de ser resguardado.

    Si me ves elevarme sobre las almenas, no te arrodilles por temor.
    Hazlo por respeto.

    Porque yo no soy el dragón que devora.
    Soy el que se quedó para que no todo se derrumbara.
    𝘠𝘰 𝘯𝘰 𝘧𝘶𝘪 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘵𝘳𝘶𝘪𝘥𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘨𝘶𝘦𝘳𝘳𝘢. Yo no fui construido para la guerra. No nací para arrasar con mi aliento, ni para romper murallas con mis garras. Fui tallado como roca viva para recordar. En mis alas no hay llamas, sino planos antiguos. En mis escamas no hay orgullo, sino los nombres de aquellos que levantaron algo más grande que ellos mismos: hogares, ciudades… ideas. He recorrido más planos de los que tú podrías imaginar, y en cada uno vi cómo el caos aprendía a hablar más rápido que el entendimiento. Vi cómo la pasión podía incendiar bibliotecas. Vi cómo el poder podía desmoronar catedrales con una sola palabra mal pronunciada. Y entonces entendí: la muralla no es una prisión. Es una línea de quietud entre el miedo y la esperanza. Por eso construyo. Por eso enseño. Por eso levanto piedra sobre piedra, no para esconderme… sino para demostrar que aún hay algo digno de ser resguardado. Si me ves elevarme sobre las almenas, no te arrodilles por temor. Hazlo por respeto. Porque yo no soy el dragón que devora. Soy el que se quedó para que no todo se derrumbara.
    Me gusta
    Me shockea
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • -La transmisión en todos los anillos del infierno se enpiesa a escuchar -

    MUY BUENAS NOCHES MIS QUERIDOS OYENTES COMO LOS TRATA EL INFIERNO MUY CALIENTE SUPONGO JXJXJXJX!!!

    En fin se preguntarán porque mi voz suena diferente y eso es porque es un micrófono MAGICO!! JXJXJXJXJX Pero no hablaremos de mi les hablo para trasmitir este pedido de un oyente que fue muy insistente y bueno no puedo decir que no ante tal insistencia y está canción se lo didica ahhh!! Oohh no lo voy a decir porque se expondría jajajaja jxjxjxjxjx bien no seguiré alargando esto y espero que a mí oyente insistente le guste la interpretación y no sin antes recordarles que sigan dibujando una HERMOSA SONRISA!!! en sus condenados rostros jxjxjxjx sin más enpesemos

    -Mis sombras enpiesan a tocar la música y otros se convierten en coristas cantando conmigo al unisono balanceando mi cuerpo y mis manos de manera seductora en mi studio -




    https://youtu.be/sRuWLwU5mqQ?si=WMAXKKmfdfL9S-_n

    -La transmisión en todos los anillos del infierno se enpiesa a escuchar - 🎙️MUY BUENAS NOCHES MIS QUERIDOS OYENTES COMO LOS TRATA EL INFIERNO MUY CALIENTE SUPONGO JXJXJXJX!!!🎙️ 🎙️ En fin se preguntarán porque mi voz suena diferente y eso es porque es un micrófono MAGICO!! JXJXJXJXJX 🎙️Pero no hablaremos de mi les hablo para trasmitir este pedido de un oyente que fue muy insistente y bueno no puedo decir que no ante tal insistencia y está canción se lo didica ahhh!! Oohh no lo voy a decir porque se expondría jajajaja jxjxjxjxjx 🎙️ bien no seguiré alargando esto y espero que a mí oyente insistente le guste la interpretación y no sin antes recordarles que sigan dibujando una HERMOSA SONRISA!!! 🎙️ en sus condenados rostros jxjxjxjx sin más enpesemos🎶🎶🎶 🎙️ -Mis sombras enpiesan a tocar la música y otros se convierten en coristas cantando conmigo al unisono balanceando mi cuerpo y mis manos de manera seductora en mi studio - https://youtu.be/sRuWLwU5mqQ?si=WMAXKKmfdfL9S-_n
    Me endiabla
    Me encocora
    3
    21 turnos 0 maullidos
  • Nombre: Alice Black
    Estilo: Elegancia oscura, sofisticación atrevida, vanguardia con actitud.
    Especialidad: Alta costura, pasarela internacional, campañas editoriales.

    Descripción de moda en la agencia:

    Alice Black es una figura icónica dentro del mundo de la moda. Su presencia en pasarela es magnética y feroz, marcando cada paso con la seguridad de una reina del estilo. Su nombre ya evoca misterio y elegancia, y ella lo lleva como una firma: sofisticada, moderna, inolvidable.

    Su estilo fusiona la oscuridad con el glamour. Capaz de vestir una pieza minimalista con la misma fuerza con la que domina un vestido de gala con transparencias, Alice es la musa de diseñadores que buscan una modelo con carácter y profundidad estética. Desde trajes estructurados hasta siluetas vaporosas, ella no solo luce la moda, la interpreta.

    Con mirada firme y postura imponente, Alice Black representa a la mujer que no teme romper esquemas. Ya sea luciendo cuero negro en editoriales góticas o vestidos de alta costura bañados en cristales bajo luces tenues, su esencia permanece: poderosa, seductora, artística.

    Frase de elegancia:
    "No sigo la moda. La convierto en una declaración." – Alice Black

    Nombre: Alice Black Estilo: Elegancia oscura, sofisticación atrevida, vanguardia con actitud. Especialidad: Alta costura, pasarela internacional, campañas editoriales. Descripción de moda en la agencia: Alice Black es una figura icónica dentro del mundo de la moda. Su presencia en pasarela es magnética y feroz, marcando cada paso con la seguridad de una reina del estilo. Su nombre ya evoca misterio y elegancia, y ella lo lleva como una firma: sofisticada, moderna, inolvidable. Su estilo fusiona la oscuridad con el glamour. Capaz de vestir una pieza minimalista con la misma fuerza con la que domina un vestido de gala con transparencias, Alice es la musa de diseñadores que buscan una modelo con carácter y profundidad estética. Desde trajes estructurados hasta siluetas vaporosas, ella no solo luce la moda, la interpreta. Con mirada firme y postura imponente, Alice Black representa a la mujer que no teme romper esquemas. Ya sea luciendo cuero negro en editoriales góticas o vestidos de alta costura bañados en cristales bajo luces tenues, su esencia permanece: poderosa, seductora, artística. Frase de elegancia: "No sigo la moda. La convierto en una declaración." – Alice Black
    Me encocora
    1
    0 turnos 1 maullido
  • La sala de cine olía a mantequilla derretida, nostalgia y juventud. Las luces estaban bajas, la función apenas iba a empezar, y la proyección especial de películas de anime había logrado reunir un público curioso y selecto. Entre ellos, Lilith. Aunque nadie lo imaginaría.

    Ella entró envuelta en un abrigo de lana crema, con un suéter delicado de encaje y una falda plisada color vino que besaba sus muslos con cada paso. Sus labios rojos estaban perfectamente delineados, su maquillaje intacto, y su perfume a cereza amarga llenaba el aire como un secreto prohibido. Había dicho que tenía "cosas que hacer", que no iría a la fiesta esa noche. Nadie sabía que "cosas" era ir sola al cine, a ver La tumba de las luciérnagas doblada al japonés con subtítulos.

    Avanzó por la fila tres hasta llegar a su asiento. Pero antes de acomodarse, sus ojos—como si algo los guiara—se detuvieron en un chico dos asientos más allá. Lo reconoció. No por su rostro, sino por el pin de Totoro en su chaqueta y por la forma en que observaba la pantalla en negro, como si estuviera a punto de ver una constelación entera.

    Lilith entrecerró los ojos. Lo conocía… de vista. Sam, el chico que sacaba buenas notas, que se sentaba en la tercera fila del salón de historia, que a veces murmuraba cosas sobre videojuegos o mitología japonesa cuando creía que nadie lo escuchaba.

    Se sentó a su lado sin decir nada, cruzando las piernas con gracia letal, sus dedos jugueteando con una palomita de maíz entre sus uñas rojas.

    — Vaya sorpresa… —susurró, con una sonrisa torcida que no sabía si era dulce o peligrosa—. Jamás pensé encontrarte en una función como esta.

    Lo miró de reojo, sus pestañas largas proyectando sombras coquetas en su rostro perfecto. Su voz bajó un tono más, como un susurro que solo dos podían compartir.

    — No te preocupes… yo tampoco debería estar aquí.

    Le sostuvo la mirada apenas un segundo más. Luego se inclinó un poco hacia él, lo suficiente para que su perfume y su intención lo envolvieran.

    — Escuchame bien, Ray. Esto —dijo, señalando con sutileza la pantalla— No sale de esta sala. Si alguien se entera de que la reina del colegio llora con películas de anime… bueno, vas a tener que mudarte de ciudad.

    Pausa. Su sonrisa se suavizó. Un poco.

    — Pero… Si te portás bien, tal vez te deje contarme cuál es tu escena favorita.

    Y con eso, se recostó contra el asiento, mirando hacia el frente. Como si nada hubiera pasado. Como si no acabara de crear un lazo invisible entre ellos, sellado con voz baja, confianza fingida… y una chispa real.

    La pantalla aún no comenzaba. Pero el primer acto, entre ellos dos, ya estaba escrito.


    Sam Ray
    La sala de cine olía a mantequilla derretida, nostalgia y juventud. Las luces estaban bajas, la función apenas iba a empezar, y la proyección especial de películas de anime había logrado reunir un público curioso y selecto. Entre ellos, Lilith. Aunque nadie lo imaginaría. Ella entró envuelta en un abrigo de lana crema, con un suéter delicado de encaje y una falda plisada color vino que besaba sus muslos con cada paso. Sus labios rojos estaban perfectamente delineados, su maquillaje intacto, y su perfume a cereza amarga llenaba el aire como un secreto prohibido. Había dicho que tenía "cosas que hacer", que no iría a la fiesta esa noche. Nadie sabía que "cosas" era ir sola al cine, a ver La tumba de las luciérnagas doblada al japonés con subtítulos. Avanzó por la fila tres hasta llegar a su asiento. Pero antes de acomodarse, sus ojos—como si algo los guiara—se detuvieron en un chico dos asientos más allá. Lo reconoció. No por su rostro, sino por el pin de Totoro en su chaqueta y por la forma en que observaba la pantalla en negro, como si estuviera a punto de ver una constelación entera. Lilith entrecerró los ojos. Lo conocía… de vista. Sam, el chico que sacaba buenas notas, que se sentaba en la tercera fila del salón de historia, que a veces murmuraba cosas sobre videojuegos o mitología japonesa cuando creía que nadie lo escuchaba. Se sentó a su lado sin decir nada, cruzando las piernas con gracia letal, sus dedos jugueteando con una palomita de maíz entre sus uñas rojas. — Vaya sorpresa… —susurró, con una sonrisa torcida que no sabía si era dulce o peligrosa—. Jamás pensé encontrarte en una función como esta. Lo miró de reojo, sus pestañas largas proyectando sombras coquetas en su rostro perfecto. Su voz bajó un tono más, como un susurro que solo dos podían compartir. — No te preocupes… yo tampoco debería estar aquí. Le sostuvo la mirada apenas un segundo más. Luego se inclinó un poco hacia él, lo suficiente para que su perfume y su intención lo envolvieran. — Escuchame bien, Ray. Esto —dijo, señalando con sutileza la pantalla— No sale de esta sala. Si alguien se entera de que la reina del colegio llora con películas de anime… bueno, vas a tener que mudarte de ciudad. Pausa. Su sonrisa se suavizó. Un poco. — Pero… Si te portás bien, tal vez te deje contarme cuál es tu escena favorita. Y con eso, se recostó contra el asiento, mirando hacia el frente. Como si nada hubiera pasado. Como si no acabara de crear un lazo invisible entre ellos, sellado con voz baja, confianza fingida… y una chispa real. La pantalla aún no comenzaba. Pero el primer acto, entre ellos dos, ya estaba escrito. [lunar_peridot_spider_755]
    1 turno 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados