• Escrito en las paredes
    Fandom Hellaverse/Hazbin Hotel
    Categoría Otros
    Habían pasado ya algunos días y el cruce de palabras o siquiera miradas entre el rey y quien más estuviera en el hotel era mínimo, por no decir inexistente.
    Era evidente que de nuevo sus pensamientos lo estaban consumiendo y, sumado a ello, evitaba especialmente a cierto molesto botones que parecía haberle dado al menos un poco de paz mientras tanto, pero el gusto era extraño.

    Mientras más pasaba hundido en su propia mente y menos en las discusiones, de nuevo los pensamientos intrusivos se iban acumulando y fue entonces cuando recordó aquellas palabras, como un eco distante, pero llegó a su cabeza la imagen distorsionada y su voz.

    Su canto... era verdad que podía expresar mucho con la voz y lo había dejado de hacer hace tanto tiempo que incluso le costaba, pero volvía entonces a recordar esa tarde, un par de minutos apenas, pero que dejaron huella.
    Tomando un respiro profundo, caminó hacia el ventanal, observando desde su torre la ciudad, oscura y poco apoco en ruinas, pero no siempre fue de esa manera.

    Pasando la mano por el cristal como si de limpiar la mugre se tratara, fue entonces que lo vio, un espejismo del pasado mostrando cada edificio en su antigua gloria, cuando recién construyó todo desde la nada misma, piedra por piedra, a mano, pues no tenía a Keekee como ahora formaba parte del hotel y menos mano de obra.
    Abriendo las puertas, caminó por el balcón, tomando aire y comenzando a cantar suavemente, apenas dejando que su voz fuera llevada con el viento pero, al paso de los compases, era cada vez más audible, con más sentimiento, extendiendo las alas para arrojarse al vacío y, al poco de tocar el suelo, volver a elevarse, dejando que una estela dorada proyectara la misma imagen que él veía en su cabeza a quien fuera capaz de distinguirlo.

    Los años no solo habían sido crueles con las construcciones, también con él que había dejado partes de sí en todo lo que ahora veían los pecadores con desprecio, como si no fuera más que escombro, sin saber que era el mismo Lucifer quien buscó erguir un infierno majestuoso en el cual recibir a todos los pecadores, darles un segundo hogar tras la muerte y perder todo lo que en vida conocían, pisoteándolo.

    https://www.youtube.com/watch?v=jJD-UIB60vs&list=RDjJD-UIB60vs&start_radio=1
    Habían pasado ya algunos días y el cruce de palabras o siquiera miradas entre el rey y quien más estuviera en el hotel era mínimo, por no decir inexistente. Era evidente que de nuevo sus pensamientos lo estaban consumiendo y, sumado a ello, evitaba especialmente a cierto molesto botones que parecía haberle dado al menos un poco de paz mientras tanto, pero el gusto era extraño. Mientras más pasaba hundido en su propia mente y menos en las discusiones, de nuevo los pensamientos intrusivos se iban acumulando y fue entonces cuando recordó aquellas palabras, como un eco distante, pero llegó a su cabeza la imagen distorsionada y su voz. Su canto... era verdad que podía expresar mucho con la voz y lo había dejado de hacer hace tanto tiempo que incluso le costaba, pero volvía entonces a recordar esa tarde, un par de minutos apenas, pero que dejaron huella. Tomando un respiro profundo, caminó hacia el ventanal, observando desde su torre la ciudad, oscura y poco apoco en ruinas, pero no siempre fue de esa manera. Pasando la mano por el cristal como si de limpiar la mugre se tratara, fue entonces que lo vio, un espejismo del pasado mostrando cada edificio en su antigua gloria, cuando recién construyó todo desde la nada misma, piedra por piedra, a mano, pues no tenía a Keekee como ahora formaba parte del hotel y menos mano de obra. Abriendo las puertas, caminó por el balcón, tomando aire y comenzando a cantar suavemente, apenas dejando que su voz fuera llevada con el viento pero, al paso de los compases, era cada vez más audible, con más sentimiento, extendiendo las alas para arrojarse al vacío y, al poco de tocar el suelo, volver a elevarse, dejando que una estela dorada proyectara la misma imagen que él veía en su cabeza a quien fuera capaz de distinguirlo. Los años no solo habían sido crueles con las construcciones, también con él que había dejado partes de sí en todo lo que ahora veían los pecadores con desprecio, como si no fuera más que escombro, sin saber que era el mismo Lucifer quien buscó erguir un infierno majestuoso en el cual recibir a todos los pecadores, darles un segundo hogar tras la muerte y perder todo lo que en vida conocían, pisoteándolo. https://www.youtube.com/watch?v=jJD-UIB60vs&list=RDjJD-UIB60vs&start_radio=1
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  • El bar, al igual que el hall del hotel, quedaron en absoluto silencio tras la partida de Lucifer. Sólo el tintinear de los hielos contra el vidrio del vaso era audible cuando él jugaba con el mismo entre sus manos.
    Aún sentado en el taburete de aquel bar tan desolado como el hotel, había su brazo libre en la barra y recargado su rostro en su mano mientras, distraídamente, observaba el licor a medio beber en el vaso. El líquido ondeaba en círculos paralelos a los movimientos que él hacía con el recipiente en su mano. Suspiró sin darse cuenta. Su mente divagando más allá del presente. Hacia el pasado, pero no uno muy lejano. Tan solo hacía unos minutos atrás ¿Quién sabía si menos?
    Sin embargo, pronto su mente terminó recordando la melodía de un violín. El canto angelical que acompañaba una suave melodía tocada a dueto por dos armoniosos instrumentos. Un brillo dorado que había acabado por iluminar el ambiente incluso más que cualquier luz que pudo alguna vez haber visto.

    — Mmm mmm... — Pronto se encontró a sí mismo tarareando, aunque tal vez no fue del todo consciente que lo hacía. Su sombra bajo sus pies, escurriéndose en la pared a su lado, observándolo con expresión confundida y ladeando la cabeza. Intentando verle a los ojos pero él no parecía notario. Su mirada en el licor que todavía hacía girar en su vaso mientras observaba sin mirar. Su mente divagando más allá.
    La sombra insistió, pasando a estar frente a él, incluso una mano agitó en sus narices pero, otra vez él no lo notó. O tal vez sí esta segunda vez pero no le importó. Apoyó el vaso en la barra y, sin levantarse, le dio la espalda para apoyarse sutilmente en la misma. Su mirada ahora perdida en el piano y sus oídos parecieron reproducir la suave melodía. Por un momento incluso sus ojos lo engañaron con la ilusión de la magia sucedida alrededor del instrumento.

    Apoyando un brazo en la barra y recargando su rostro en el piano, volvió a pensar en silencio.
    Volvió a recordar y, poco después, dejó escapar una suave risa silenciosa.

    — My radiant beam in the night
    I don't need no light to see you
    Shine
    It's your golden hour (oh)
    You slow down tiilime
    In your golden hour (oh) —

    Comenzó a tararear en voz baja de forma distraída con suave sonrisa.
    El bar, al igual que el hall del hotel, quedaron en absoluto silencio tras la partida de Lucifer. Sólo el tintinear de los hielos contra el vidrio del vaso era audible cuando él jugaba con el mismo entre sus manos. Aún sentado en el taburete de aquel bar tan desolado como el hotel, había su brazo libre en la barra y recargado su rostro en su mano mientras, distraídamente, observaba el licor a medio beber en el vaso. El líquido ondeaba en círculos paralelos a los movimientos que él hacía con el recipiente en su mano. Suspiró sin darse cuenta. Su mente divagando más allá del presente. Hacia el pasado, pero no uno muy lejano. Tan solo hacía unos minutos atrás ¿Quién sabía si menos? Sin embargo, pronto su mente terminó recordando la melodía de un violín. El canto angelical que acompañaba una suave melodía tocada a dueto por dos armoniosos instrumentos. Un brillo dorado que había acabado por iluminar el ambiente incluso más que cualquier luz que pudo alguna vez haber visto. — Mmm mmm... — Pronto se encontró a sí mismo tarareando, aunque tal vez no fue del todo consciente que lo hacía. Su sombra bajo sus pies, escurriéndose en la pared a su lado, observándolo con expresión confundida y ladeando la cabeza. Intentando verle a los ojos pero él no parecía notario. Su mirada en el licor que todavía hacía girar en su vaso mientras observaba sin mirar. Su mente divagando más allá. La sombra insistió, pasando a estar frente a él, incluso una mano agitó en sus narices pero, otra vez él no lo notó. O tal vez sí esta segunda vez pero no le importó. Apoyó el vaso en la barra y, sin levantarse, le dio la espalda para apoyarse sutilmente en la misma. Su mirada ahora perdida en el piano y sus oídos parecieron reproducir la suave melodía. Por un momento incluso sus ojos lo engañaron con la ilusión de la magia sucedida alrededor del instrumento. Apoyando un brazo en la barra y recargando su rostro en el piano, volvió a pensar en silencio. Volvió a recordar y, poco después, dejó escapar una suave risa silenciosa. — My radiant beam in the night I don't need no light to see you Shine It's your golden hour (oh) You slow down tiilime In your golden hour (oh) — Comenzó a tararear en voz baja de forma distraída con suave sonrisa.
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  • En estas fechas me vuelvo más consciente de mi propio peso. Del cuerpo en la silla, del la taza de cafe soltando su vapor, del reloj que avanza aunque nadie se lo haya pedido. La paz no llega como un milagro, llega como cansancio: cuando dejo de pelear conmigo mismo.

    La depresión no es un monstruo en estas fechas, es algo más doméstico. Se parece a olvidar comprar pan, a no tener a quién escribirle, a pensar en alguien mientras lavo un plato que no necesitaba usar. Veo las luces navideñas desde mi hogar, las compras de pánico, todas esas costumbres de extranjeros en su búsqueda de calidez humana y no me molestan; me recuerdan que la vida sigue ocurriendo en otros pisos, en otros cuerpos.

    A veces creo que la Navidad exige una versión de mí que ya no existe. Pero también trae pequeñas treguas: el vapor del arroz recién hecho, una frase que funciona al escribirla, la certeza de que no estoy roto, solo cansado. Y en ese cansancio; breve, honesto, humano,.encuentro una paz modesta, suficiente para pasar la noche.
    En estas fechas me vuelvo más consciente de mi propio peso. Del cuerpo en la silla, del la taza de cafe soltando su vapor, del reloj que avanza aunque nadie se lo haya pedido. La paz no llega como un milagro, llega como cansancio: cuando dejo de pelear conmigo mismo. La depresión no es un monstruo en estas fechas, es algo más doméstico. Se parece a olvidar comprar pan, a no tener a quién escribirle, a pensar en alguien mientras lavo un plato que no necesitaba usar. Veo las luces navideñas desde mi hogar, las compras de pánico, todas esas costumbres de extranjeros en su búsqueda de calidez humana y no me molestan; me recuerdan que la vida sigue ocurriendo en otros pisos, en otros cuerpos. A veces creo que la Navidad exige una versión de mí que ya no existe. Pero también trae pequeñas treguas: el vapor del arroz recién hecho, una frase que funciona al escribirla, la certeza de que no estoy roto, solo cansado. Y en ese cansancio; breve, honesto, humano,.encuentro una paz modesta, suficiente para pasar la noche.
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  • — Se habían quedado dormidos, cuando finalmente el trabajo les había dado un descanso, al instante se organizaron para pasar todo el día juntos. Salieron, cenaron, hicieron alguna tontería y terminaron en casa de Daniel, como ya se estaba haciendo casi costumbre. Como era de esperarse, una vez puertas adentro, la desesperación por el cuerpo del otro floreció en un instante, empujándolos a la acción sin tenerle el más mínimo cuidado a lo demás.
    Se les fue el tiempo, siempre les pasaba cuando estaban juntos haciendo cualquier cosa, a Daniel no le importaba, sentía que últimamente podría dedicarle cada instante de su tiempo sin ningún remordimiento, era perfecto.

    Eventualmente se quedaron dormidos, pretendieron ver una película, pero el cansancio de sus cuerpos los derrotó en minutos. Estaban cansados por el largo día, pero no parecían cansarse de estar juntos, por eso, al despertar después de un rato, ya con los brazos adormecidos por la posición incómoda en el sofá, el más jóven murmuró algo sobre que se quedara esa noche, mientras se ponía de pie —aún adormilado— y se dirigía a la habitación tomándolo torpemente se la mano.

    Una vez allí ocurrieron dos cosas, que por separado no hubieran tenido ningún efecto, pero que juntas podían desatar unas cuantas intrigas en el mayor y un problema para Daniel.
    Dejó la luz encendida, a veces lo hacia, una tenue luz fría que armonizaba la habitación y, aún entre su sueño, se quitó la camiseta que llevaba — probablemente por el calor, una costumbre que ya tenía al dormir — y así se acostó al lado de su novio, quedando dormido al instante.

    Daniel dormía profundamente, tenía el sueño muy pesado y había que sacudirlo un poco para despertarlo, se encontraba boca abajo, con sus brazos debajo de la cabeza y el cuerpo semi destapado. Fue en esa posición, bajo la luz débil, que en la espalda del modelo podía distinguirse algo peculiar: dos marcas perfectamente simétricas, arriba y al centro, a ambos lados de la columna, allí parecían hacerse espejo y no se veían como manchas en la piel, tenían un ligero relieve, como cicatrices.

    Al ver eso cualquiera podría conectar un par de cables y entender porque Daniel siempre ocultaba su espalda, lo hacía de forma sutil, pero lo hacía. Restricciones en la ropa que modelaba, rechazos a sesiones en la playa, evitar en encaje y las aberturas, en la intimidad la luz siempre apagada, jamás le daba la espalda a Eunwoo cuando lo tenía muy cerca. Todo eso parecian pequeños descuidos o coincidencias, pero bajo análisis tenía sentido y es que no era algo fácil de ignorar si se veía, sobre todo en un modelo.

    El jóven y su novio nunca habían dormido juntos hasta entonces, al menos no se habían quedado a dormir juntos por las noches, por lo que tal descuido no sería posible hasta entonces, donde el jóven dormía tranquilamente, sin advertir nada de lo que pasaba en el mundo real.—

    Eunwoo Kim
    — Se habían quedado dormidos, cuando finalmente el trabajo les había dado un descanso, al instante se organizaron para pasar todo el día juntos. Salieron, cenaron, hicieron alguna tontería y terminaron en casa de Daniel, como ya se estaba haciendo casi costumbre. Como era de esperarse, una vez puertas adentro, la desesperación por el cuerpo del otro floreció en un instante, empujándolos a la acción sin tenerle el más mínimo cuidado a lo demás. Se les fue el tiempo, siempre les pasaba cuando estaban juntos haciendo cualquier cosa, a Daniel no le importaba, sentía que últimamente podría dedicarle cada instante de su tiempo sin ningún remordimiento, era perfecto. Eventualmente se quedaron dormidos, pretendieron ver una película, pero el cansancio de sus cuerpos los derrotó en minutos. Estaban cansados por el largo día, pero no parecían cansarse de estar juntos, por eso, al despertar después de un rato, ya con los brazos adormecidos por la posición incómoda en el sofá, el más jóven murmuró algo sobre que se quedara esa noche, mientras se ponía de pie —aún adormilado— y se dirigía a la habitación tomándolo torpemente se la mano. Una vez allí ocurrieron dos cosas, que por separado no hubieran tenido ningún efecto, pero que juntas podían desatar unas cuantas intrigas en el mayor y un problema para Daniel. Dejó la luz encendida, a veces lo hacia, una tenue luz fría que armonizaba la habitación y, aún entre su sueño, se quitó la camiseta que llevaba — probablemente por el calor, una costumbre que ya tenía al dormir — y así se acostó al lado de su novio, quedando dormido al instante. Daniel dormía profundamente, tenía el sueño muy pesado y había que sacudirlo un poco para despertarlo, se encontraba boca abajo, con sus brazos debajo de la cabeza y el cuerpo semi destapado. Fue en esa posición, bajo la luz débil, que en la espalda del modelo podía distinguirse algo peculiar: dos marcas perfectamente simétricas, arriba y al centro, a ambos lados de la columna, allí parecían hacerse espejo y no se veían como manchas en la piel, tenían un ligero relieve, como cicatrices. Al ver eso cualquiera podría conectar un par de cables y entender porque Daniel siempre ocultaba su espalda, lo hacía de forma sutil, pero lo hacía. Restricciones en la ropa que modelaba, rechazos a sesiones en la playa, evitar en encaje y las aberturas, en la intimidad la luz siempre apagada, jamás le daba la espalda a Eunwoo cuando lo tenía muy cerca. Todo eso parecian pequeños descuidos o coincidencias, pero bajo análisis tenía sentido y es que no era algo fácil de ignorar si se veía, sobre todo en un modelo. El jóven y su novio nunca habían dormido juntos hasta entonces, al menos no se habían quedado a dormir juntos por las noches, por lo que tal descuido no sería posible hasta entonces, donde el jóven dormía tranquilamente, sin advertir nada de lo que pasaba en el mundo real.— [whisper_scarlet_hawk_977]
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  • La noche caía con un velo negro pintado con estrellas que invisibles por la contaminación visual de New York, aires que olían a alcohol y vino y calles que se llenaban de la ansiosa vida juvenil en busca de adrenalina nocturna.

    Y apesar de que no era su ambiente, sus rumbos o si quiera algo que ella buscará sola, la semana había sido pesada, cansada y la verdad, solitaria.

    Quería compañía humana junto a el calor de su cuerpo llegando al límite de tanto bailar, soltar su cabello y dejarse llevar por una vez, sola, sin compañía, cuidándose sola o almenos intentarlo.

    No supo en que momento paso, cuando tomo la decisión de tomar una botella de cerveza, que poco a poco se volvieron 3, 4 casi 6. Y mientras la noche avanzaba ella se volvía el alma de la fiesta como quien deja ver un lado que desconocía de ella misma pero que mientras sujetaba el micrófono disfrutaba con cada centímetro de su alma.

    — 𝘋𝘰𝘯'𝘵 𝘸𝘢𝘯𝘯𝘢 𝘭𝘪𝘷𝘦 𝘢𝘴 𝘢𝘯 𝘶𝘯𝘵𝘰𝘭𝘥 𝘴𝘵𝘰𝘳𝘺
    𝘙𝘢𝘵𝘩𝘦𝘳 𝘨𝘰 𝘰𝘶𝘵 𝘪𝘯 𝘢 𝘣𝘭𝘢𝘻𝘦 𝘰𝘧 𝘨𝘭𝘰𝘳𝘺
    𝘐 𝘤𝘢𝘯'𝘵 𝘩𝘦𝘢𝘳 𝘺𝘰𝘶,
    𝘐 𝘥𝘰𝘯'𝘵 𝘧𝘦𝘢𝘳 𝘺𝘰𝘶 𝘐'𝘭𝘭 𝘭𝘪𝘷𝘦 𝘯𝘰𝘸 '𝘤𝘢𝘶𝘴𝘦 𝘵𝘩𝘦 𝘣𝘢𝘥 𝘥𝘪𝘦 𝘭𝘢𝘴𝘵 𝘋𝘰𝘥𝘨𝘪𝘯𝘨 𝘣𝘶𝘭𝘭𝘦𝘵𝘴 𝘸𝘪𝘵𝘩 𝘺𝘰𝘶𝘳 𝘣𝘳𝘰𝘬𝘦𝘯 𝘱𝘢𝘴𝘵
    𝘐 𝘤𝘢𝘯'𝘵 𝘩𝘦𝘢𝘳 𝘺𝘰𝘶, 𝘐 𝘥𝘰𝘯'𝘵 𝘧𝘦𝘢𝘳 𝘺𝘰𝘶 𝘯𝘰𝘸 𝘞𝘳𝘢𝘱𝘱𝘦𝘥 𝘪𝘯 𝘺𝘰𝘶𝘳 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘵 𝘞𝘩𝘢𝘵 𝘢 𝘸𝘢𝘴𝘵𝘦 𝘰𝘧 𝘣𝘭𝘰𝘰𝘥 𝘢𝘯𝘥 𝘴𝘸𝘦𝘢𝘵
    𝘖𝘩, 𝘰𝘩, 𝘰𝘩
    𝘐 𝘸𝘢𝘯𝘯𝘢 𝘵𝘢𝘴𝘵𝘦 𝘭𝘰𝘷𝘦 𝘢𝘯𝘥 𝘱𝘢𝘪𝘯
    𝘞𝘢𝘯𝘯𝘢 𝘧𝘦𝘦𝘭 𝘱𝘳𝘪𝘥𝘦 𝘢𝘯𝘥 𝘴𝘩𝘢𝘮𝘦
    𝘐 𝘥𝘰𝘯'𝘵 𝘸𝘢𝘯𝘯𝘢 𝘵𝘢𝘬𝘦 𝘮𝘺 𝘵𝘪𝘮𝘦
    𝘋𝘰𝘯'𝘵 𝘸𝘢𝘯𝘯𝘢 𝘸𝘢𝘴𝘵𝘦 𝘰𝘯𝘦 𝘭𝘪𝘯𝘦
    𝘐 𝘸𝘢𝘯𝘯𝘢 𝘭𝘪𝘷𝘦 𝘣𝘦𝘵𝘵𝘦𝘳 𝘥𝘢𝘺𝘴 𝘕𝘦𝘷𝘦𝘳 𝘭𝘰𝘰𝘬 𝘣𝘢𝘤𝘬 𝘢𝘯𝘥 𝘴𝘢𝘺
    𝘐𝘵 𝘤𝘰𝘶𝘭𝘥 𝘩𝘢𝘷𝘦 𝘣𝘦𝘦𝘯 𝘮𝘦
    𝘐𝘵 𝘤𝘰𝘶𝘭𝘥 𝘩𝘢𝘷𝘦 𝘣𝘦𝘦𝘯 𝘮𝘦 𝘠𝘦𝘢𝘩~
    La noche caía con un velo negro pintado con estrellas que invisibles por la contaminación visual de New York, aires que olían a alcohol y vino y calles que se llenaban de la ansiosa vida juvenil en busca de adrenalina nocturna. Y apesar de que no era su ambiente, sus rumbos o si quiera algo que ella buscará sola, la semana había sido pesada, cansada y la verdad, solitaria. Quería compañía humana junto a el calor de su cuerpo llegando al límite de tanto bailar, soltar su cabello y dejarse llevar por una vez, sola, sin compañía, cuidándose sola o almenos intentarlo. No supo en que momento paso, cuando tomo la decisión de tomar una botella de cerveza, que poco a poco se volvieron 3, 4 casi 6. Y mientras la noche avanzaba ella se volvía el alma de la fiesta como quien deja ver un lado que desconocía de ella misma pero que mientras sujetaba el micrófono disfrutaba con cada centímetro de su alma. — 𝘋𝘰𝘯'𝘵 𝘸𝘢𝘯𝘯𝘢 𝘭𝘪𝘷𝘦 𝘢𝘴 𝘢𝘯 𝘶𝘯𝘵𝘰𝘭𝘥 𝘴𝘵𝘰𝘳𝘺 𝘙𝘢𝘵𝘩𝘦𝘳 𝘨𝘰 𝘰𝘶𝘵 𝘪𝘯 𝘢 𝘣𝘭𝘢𝘻𝘦 𝘰𝘧 𝘨𝘭𝘰𝘳𝘺 𝘐 𝘤𝘢𝘯'𝘵 𝘩𝘦𝘢𝘳 𝘺𝘰𝘶, 𝘐 𝘥𝘰𝘯'𝘵 𝘧𝘦𝘢𝘳 𝘺𝘰𝘶 𝘐'𝘭𝘭 𝘭𝘪𝘷𝘦 𝘯𝘰𝘸 '𝘤𝘢𝘶𝘴𝘦 𝘵𝘩𝘦 𝘣𝘢𝘥 𝘥𝘪𝘦 𝘭𝘢𝘴𝘵 𝘋𝘰𝘥𝘨𝘪𝘯𝘨 𝘣𝘶𝘭𝘭𝘦𝘵𝘴 𝘸𝘪𝘵𝘩 𝘺𝘰𝘶𝘳 𝘣𝘳𝘰𝘬𝘦𝘯 𝘱𝘢𝘴𝘵 𝘐 𝘤𝘢𝘯'𝘵 𝘩𝘦𝘢𝘳 𝘺𝘰𝘶, 𝘐 𝘥𝘰𝘯'𝘵 𝘧𝘦𝘢𝘳 𝘺𝘰𝘶 𝘯𝘰𝘸 𝘞𝘳𝘢𝘱𝘱𝘦𝘥 𝘪𝘯 𝘺𝘰𝘶𝘳 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘵 𝘞𝘩𝘢𝘵 𝘢 𝘸𝘢𝘴𝘵𝘦 𝘰𝘧 𝘣𝘭𝘰𝘰𝘥 𝘢𝘯𝘥 𝘴𝘸𝘦𝘢𝘵 𝘖𝘩, 𝘰𝘩, 𝘰𝘩 𝘐 𝘸𝘢𝘯𝘯𝘢 𝘵𝘢𝘴𝘵𝘦 𝘭𝘰𝘷𝘦 𝘢𝘯𝘥 𝘱𝘢𝘪𝘯 𝘞𝘢𝘯𝘯𝘢 𝘧𝘦𝘦𝘭 𝘱𝘳𝘪𝘥𝘦 𝘢𝘯𝘥 𝘴𝘩𝘢𝘮𝘦 𝘐 𝘥𝘰𝘯'𝘵 𝘸𝘢𝘯𝘯𝘢 𝘵𝘢𝘬𝘦 𝘮𝘺 𝘵𝘪𝘮𝘦 𝘋𝘰𝘯'𝘵 𝘸𝘢𝘯𝘯𝘢 𝘸𝘢𝘴𝘵𝘦 𝘰𝘯𝘦 𝘭𝘪𝘯𝘦 𝘐 𝘸𝘢𝘯𝘯𝘢 𝘭𝘪𝘷𝘦 𝘣𝘦𝘵𝘵𝘦𝘳 𝘥𝘢𝘺𝘴 𝘕𝘦𝘷𝘦𝘳 𝘭𝘰𝘰𝘬 𝘣𝘢𝘤𝘬 𝘢𝘯𝘥 𝘴𝘢𝘺 𝘐𝘵 𝘤𝘰𝘶𝘭𝘥 𝘩𝘢𝘷𝘦 𝘣𝘦𝘦𝘯 𝘮𝘦 𝘐𝘵 𝘤𝘰𝘶𝘭𝘥 𝘩𝘢𝘷𝘦 𝘣𝘦𝘦𝘯 𝘮𝘦 𝘠𝘦𝘢𝘩~
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  • Estoy seguro que no lo vas a recordar

    -comento terminando de doblar el cuello de su camisa observando el reflejo en el espejo, sacudió sus alas antes de esconderlas lo mejor que pudo tras su espalda, se sentó sobre la mesa poniéndose la exagerada cantidad de anillos, cadenas y demás decoraciones. Una a una con extremo cuidado de que cada objeto quedará en su lugar.

    Le costó , más de unos minutos, Quizás unas horas pero al fin había logrado vestirse para la ocasión . Se recostó sobre la cama esperando a que su invitado ¿Quizás cliente? No..... Algo más.....

    Trago saliva ¿A esas alturas que son? Socios, amigos, ,camaradas... Quizás pa...parej.... No eso último jamás pasaría, solo es un puto más nadie, ni siquiera esa persona lo vería más que como la puta que era...

    Tomo la copa de licor que su robot le ofrecía para relajar los nervios de su amo, miro la puerta esperando a que apareciera aquel ser . Es conciente de que es extremadamente poco probable de que el entienda porque está vestido así y no con menos ropa para lo que estaba por pasar, pero al menos en su mente no se olvida cuando conoció por primera vez a Vox el usaba esa misma ropa, aún sin aquel sombrero que nunca se quitaba ya que meses después sería un regalo de su parte. Miro de reojo a su sirviente robot. Esa ropa significaba mucho para el, fue el inicio de lo que realmente pudo llamar vida -

    Me veo bien ?
    Estoy seguro que no lo vas a recordar -comento terminando de doblar el cuello de su camisa observando el reflejo en el espejo, sacudió sus alas antes de esconderlas lo mejor que pudo tras su espalda, se sentó sobre la mesa poniéndose la exagerada cantidad de anillos, cadenas y demás decoraciones. Una a una con extremo cuidado de que cada objeto quedará en su lugar. Le costó , más de unos minutos, Quizás unas horas pero al fin había logrado vestirse para la ocasión . Se recostó sobre la cama esperando a que su invitado ¿Quizás cliente? No..... Algo más..... Trago saliva ¿A esas alturas que son? Socios, amigos, ,camaradas... Quizás pa...parej.... No eso último jamás pasaría, solo es un puto más nadie, ni siquiera esa persona lo vería más que como la puta que era... Tomo la copa de licor que su robot le ofrecía para relajar los nervios de su amo, miro la puerta esperando a que apareciera aquel ser . Es conciente de que es extremadamente poco probable de que el entienda porque está vestido así y no con menos ropa para lo que estaba por pasar, pero al menos en su mente no se olvida cuando conoció por primera vez a [FuckA1astor] el usaba esa misma ropa, aún sin aquel sombrero que nunca se quitaba ya que meses después sería un regalo de su parte. Miro de reojo a su sirviente robot. Esa ropa significaba mucho para el, fue el inicio de lo que realmente pudo llamar vida - Me veo bien ?
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    //Nunca pensé que una ship rara como arackniss y striker estarían tan divertidos. La verdad que me daba pereza traerme a Arackniss por llevar a Ángel pero no me arrepiento si es que todo lo que hacemos acaba siendo cine Husk
    //Nunca pensé que una ship rara como arackniss y striker estarían tan divertidos. La verdad que me daba pereza traerme a Arackniss por llevar a Ángel pero no me arrepiento si es que todo lo que hacemos acaba siendo cine [barcat75] :STK-13:
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  • Ok, ya entedimos porque lyra y yo tenemos el pelo castaño........pero alguien exoliqueme como mamá se veia asi de joven!!

    -miraba la foto, con la boca abierta, pensando como mamá antes se veia asi de joven, y como ah cambiado tanto-

    Papá, enserio mamá era asi de adolescente antes de conocerte?

    Viktor Kaelith Veyrith
    Ok, ya entedimos porque lyra y yo tenemos el pelo castaño........pero alguien exoliqueme como mamá se veia asi de joven!! -miraba la foto, con la boca abierta, pensando como mamá antes se veia asi de joven, y como ah cambiado tanto- Papá, enserio mamá era asi de adolescente antes de conocerte? [fusion_pearl_frog_373] :STK-98:
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    — ​El aire de la noche sobre el Gran Santuario Narukami era fresco, pero los pétalos de cerezo que cubrían el estanque privado no se movían, inmovilizados en un silencio melancólico. Una única linterna de piedra luchaba por iluminar las sombras.

    ​La sacerdotisa se sentaba en el borde de granito pulido, un contraste de carne pálida y kimono rojo y blanco contra la oscuridad circundante. Sus pies, delicados y sin adorno, apenas rozaban la superficie del agua quieta. El reflejo de la luna en la poza se distorsionaba sutilmente con el roce de sus dedos.

    ​Llevaba un pétalo de sakura entre el pulgar y el índice, examinándolo con una intensidad inapropiada para un objeto tan efímero. Sus ojos, normalmente llenos de picardía y calculada astucia, estaban velados por una quietud que no era paz, sino represión.

    ​—Estos pétalos... se aferran a la rama hasta que el viento se los lleva—murmuró, su voz suave y plana, desprovista del habitual timbre melifluo. —Es la naturaleza de las cosas, supongo. Y sin embargo...—
    ​Ella giró el diminuto fragmento floral, la luz de la linterna capturando por un instante el brillo solitario de sus ojos. Había una punzada de amargura que apenas lograba contener.

    ​—Uno pensaría que, siendo un ser de esta longevidad y posición, estaría por encima de la simple esperanza. Una quimera, en el mejor de los casos. La certeza es una comodidad tan vulgar. Y la decepción... es simplemente la consecuencia lógica de haber albergado una fantasía, ¿no es así?—
    ​Cerró los ojos, no por consuelo, sino como si intentara bloquear una visión persistente. Cuando los abrió, su mirada se perdió en el agua, buscando sin éxito el consuelo de las estrellas. La persona que había partido no estaba aquí, pero su ausencia se sentía como un peso tangible sobre los hombros de Miko.

    ​—Me pregunto si el recuerdo de esta estúpida orilla tiene el mismo peso para ella que lo tiene para mí,—continuó, su tono volviéndose ligeramente más frío, más aislador. —Probablemente no. La distancia difumina los colores, y con el tiempo, hasta la imagen más vívida se convierte en una simple anécdota. Una lección para la zorra sabia, supongo.—

    ​Dejó caer el pétalo en el agua. La onda mínima que creó fue la única perturbación en el estanque. Miko retiró sus pies, secándolos con lentitud metódica, y luego se abrazó con un brazo, un gesto instintivo que inmediatamente corrigió, volviendo a su postura habitual de elegante desinterés. Estaba tratando de convencerse a sí misma de que su aislamiento era un acto de voluntad, no una consecuencia de un dolor.
    ​—No es tristeza. Es... una irritación calculada,— declaró al aire vacío. —Como una historia con un final que ya conocías, pero que aun así te molesta. Mi papel es aquí, inamovible, como este Santuario. El suyo es seguir. No es que esperara... otra cosa.—
    ​Se puso de pie, su vestimenta ondeando con el movimiento, y miró hacia el cielo. El cariño, para ella, era una carga, un lastre que ahora se resentía de llevar sola.
    ​—El cariño es un ancla con una cadena demasiado larga. Te crees libre hasta que el otro zarpa y sientes el tirón. Reprimida, sí. Aislada, por elección. Porque, francamente, tener un corazón que se siente... decepcionado... es una debilidad impropia de una Sacerdotisa Principal. Mañana, seré de nuevo solo la Gran Sacerdotisa Yae Miko. Ahora... solo soy yo.—
    🌸— ​El aire de la noche sobre el Gran Santuario Narukami era fresco, pero los pétalos de cerezo que cubrían el estanque privado no se movían, inmovilizados en un silencio melancólico. Una única linterna de piedra luchaba por iluminar las sombras. ​La sacerdotisa se sentaba en el borde de granito pulido, un contraste de carne pálida y kimono rojo y blanco contra la oscuridad circundante. Sus pies, delicados y sin adorno, apenas rozaban la superficie del agua quieta. El reflejo de la luna en la poza se distorsionaba sutilmente con el roce de sus dedos. ​Llevaba un pétalo de sakura entre el pulgar y el índice, examinándolo con una intensidad inapropiada para un objeto tan efímero. Sus ojos, normalmente llenos de picardía y calculada astucia, estaban velados por una quietud que no era paz, sino represión. ​—Estos pétalos... se aferran a la rama hasta que el viento se los lleva—murmuró, su voz suave y plana, desprovista del habitual timbre melifluo. —Es la naturaleza de las cosas, supongo. Y sin embargo...— ​Ella giró el diminuto fragmento floral, la luz de la linterna capturando por un instante el brillo solitario de sus ojos. Había una punzada de amargura que apenas lograba contener. ​—Uno pensaría que, siendo un ser de esta longevidad y posición, estaría por encima de la simple esperanza. Una quimera, en el mejor de los casos. La certeza es una comodidad tan vulgar. Y la decepción... es simplemente la consecuencia lógica de haber albergado una fantasía, ¿no es así?— ​Cerró los ojos, no por consuelo, sino como si intentara bloquear una visión persistente. Cuando los abrió, su mirada se perdió en el agua, buscando sin éxito el consuelo de las estrellas. La persona que había partido no estaba aquí, pero su ausencia se sentía como un peso tangible sobre los hombros de Miko. ​—Me pregunto si el recuerdo de esta estúpida orilla tiene el mismo peso para ella que lo tiene para mí,—continuó, su tono volviéndose ligeramente más frío, más aislador. —Probablemente no. La distancia difumina los colores, y con el tiempo, hasta la imagen más vívida se convierte en una simple anécdota. Una lección para la zorra sabia, supongo.— ​Dejó caer el pétalo en el agua. La onda mínima que creó fue la única perturbación en el estanque. Miko retiró sus pies, secándolos con lentitud metódica, y luego se abrazó con un brazo, un gesto instintivo que inmediatamente corrigió, volviendo a su postura habitual de elegante desinterés. Estaba tratando de convencerse a sí misma de que su aislamiento era un acto de voluntad, no una consecuencia de un dolor. ​—No es tristeza. Es... una irritación calculada,— declaró al aire vacío. —Como una historia con un final que ya conocías, pero que aun así te molesta. Mi papel es aquí, inamovible, como este Santuario. El suyo es seguir. No es que esperara... otra cosa.— ​Se puso de pie, su vestimenta ondeando con el movimiento, y miró hacia el cielo. El cariño, para ella, era una carga, un lastre que ahora se resentía de llevar sola. ​—El cariño es un ancla con una cadena demasiado larga. Te crees libre hasta que el otro zarpa y sientes el tirón. Reprimida, sí. Aislada, por elección. Porque, francamente, tener un corazón que se siente... decepcionado... es una debilidad impropia de una Sacerdotisa Principal. Mañana, seré de nuevo solo la Gran Sacerdotisa Yae Miko. Ahora... solo soy yo.—
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  • #SeductiveSunday

    -habia hido de vijae con alessandro, sus padre pensaron que era algo para romper el hielo, y afirmar mas cercania, lo que no sabian es que yo me llevaba muy biencon Alessandro-

    Ale, como sali en la foto?

    -me acerque suavemente, recostandome suavemente en tu hombro dandote un suave beso en la mejilla-

    Tus papas, se lucieron me encanta este lugar, es tan tranquilo, y huele tan bien a pino

    Alessandro Scarlatti
    #SeductiveSunday -habia hido de vijae con alessandro, sus padre pensaron que era algo para romper el hielo, y afirmar mas cercania, lo que no sabian es que yo me llevaba muy biencon Alessandro- Ale, como sali en la foto? -me acerque suavemente, recostandome suavemente en tu hombro dandote un suave beso en la mejilla- Tus papas, se lucieron me encanta este lugar, es tan tranquilo, y huele tan bien a pino [shade_magenta_hare_445]
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