• Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Quiero unirme al fandom de Stranger Things ¿alguien más que se quiera unir como OC's? (Para hacernos compañía y no morir ignorados)(no he visto la nueva temporada, NO SPOILERS!!!!)

    Potenciales ideas de personajes que podría hacer.
    - Chico adolescente de mamá coreana y papá americano, muy noble y amante del dibujo y fotografía.
    - Chico adolescente mega nerd de closet, sus papás son muy nerds pero él lo oculta y practica futbol americano
    - Chica adolescente parte del equipo de esgrima, muy seria y hermética, su debilidad es my little pony y Madonna


    Quiero unirme al fandom de Stranger Things ¿alguien más que se quiera unir como OC's? (Para hacernos compañía y no morir ignorados)(no he visto la nueva temporada, NO SPOILERS!!!!) Potenciales ideas de personajes que podría hacer. - Chico adolescente de mamá coreana y papá americano, muy noble y amante del dibujo y fotografía. - Chico adolescente mega nerd de closet, sus papás son muy nerds pero él lo oculta y practica futbol americano - Chica adolescente parte del equipo de esgrima, muy seria y hermética, su debilidad es my little pony y Madonna :STK-93:
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  • A Dream... I remember my Dream...
    Fandom Stranger Things
    Categoría Romance
    STARTER PARA Eddie Munson

    Hubiera jurado y proclamado a los cuatro vientos que ella, Allyson Johnson, jamás podría fijarse en un tipo como él.

    Tal vez, si hubiera podido anticiparse, si aquello no hubiera sucedido de la noche a la mañana, habría hecho algo para impedirlo. Porque sí, Ally era de esas personas convencidas de que los sentimientos sí podían controlarse. Más aún si eras plenamente consciente de los tuyos. Y ella lo era. O le gustaba creer que lo era.

    Ally había tenido que crecer demasiado pronto. Su cabeza corría siempre un par de pasos por delante del resto: pensaba demasiado, analizaba todo, le dedicaba tiempo a cada gesto, a cada palabra, a cada silencio incómodo. Necesitaba comprenderlo todo, tenerlo bajo control, ordenar el mundo en cajitas mentales donde nada se saliera del guion.

    Pero una cosa había aprendido con los años —a fuerza de golpes que aún le dolían en rincones de la memoria que prefería no mirar—: no se puede tener todo bajo control.

    Y, mucho menos, los sueños.

    ________________________________________

    Había visto a ese tío, Eddie Munson, subido sobre una mesa del comedor del instituto, desgañitándose delante de todo el mundo como si la cafetería fuera su maldito escenario privado. Recorría los tablones con las botas mientras gritaba algo sobre ovejas, ovejeros y Hellfire, ganándose miradas de asco, risas y un par de “otra vez el puto Munson” susurrados entre bandejas grasientas.

    Ally recordaba haber rodado los ojos, apoyando el codo en la mesa.

    "¿Qué demonios hace? Menudo ridículo."

    Su ceño se arrugó, el labio se le frunció con esa expresión suya de juicio silencioso. Todo en su cuerpo decía “qué vergüenza ajena”. Y sin embargo, no consiguió apartar la mirada. Se quedó mirándolo, atrapada en una mezcla rara de rechazo y fascinación, como cuando no puedes dejar de mirar un accidente aunque sepas que te va a impresionar.

    El resto del día transcurrió con normalidad. Quedó con Ashley Thompson, su mejor amiga, hablaron de tonterías y deberes, y luego se fue a casa a estudiar. O a intentarlo.
    Nada fuera de lo habitual.

    ¿Quién iba a decirle que esa misma noche soñaría con el tipo que había caminado sobre la mesa como si fuera suya?
    ¿Y que al despertar, algo en ella ya no estaría en el mismo sitio?

    ________________________________________

    Al principio no entendió qué pasaba.

    Lo supo de verdad al volver a verlo, a la mañana siguiente, en clase de ciencias.
    Él llegó tarde, cómo no: la puerta se abrió con un golpe seco, el profesor hizo ese suspiro de resignación de siempre, y el murmullo de la clase se cortó un segundo.

    Allí estaba otra vez. Chaqueta de cuero, parches, pelo rizado cayéndole por la cara, el walkman colgando, esa sonrisa que siempre parecía ir a decir algo que no tocaba. El maldito Eddie Munson.

    El corazón de Ally reaccionó antes que su cabeza. Un latido seco, distinto, como si hubiera un eco. Como si algo se hubiera movido dentro de ella la noche anterior y solo ahora se estuviera despertando. Hubo un momento en el que sintió que se le aflojaban los dedos del bolígrafo. Y entonces, como un flash, como una diapositiva, el sueño regresó de golpe.

    Eddie.

    El mismo Eddie que en la vida real era exactamente el tipo de tío que Ally decía detestar: ruidoso, caótico, sin filtro, con fama de rarito y de fracasado repetidor. Todo lo que ella había aprendido a evitar.

    ¿Entonces por qué se le calentaban las mejillas ahora, sentada en su pupitre, cuando él cruzó la clase con total descaro?

    ¿Por qué sus piernas, siempre cruzadas bajo la mesa, se descruzaron inquietas, los pies tamborileando contra el suelo?

    Se apartó el pelo de la oreja en un gesto automático y dejó caer la melena rubia hacia delante, ocultando parte de su rostro, en un intento desesperado por esconderse. Desde allí, donde él estaba, si se giraba, podría verla de perfil. Y ella no estaba preparada para sostenerle la mirada sabiendo lo que había soñado.

    ________________________________________

    Ally no era una chica cualquiera. Al menos no por dentro.

    A simple vista, en Hawkins, era una buena alumna, pocas palabras, mirada que lo observa todo. El tipo de chica a la que nadie se atrevería a llamar friki, pero que tampoco encajaba con las animadoras. Un punto medio.

    Lo que nadie allí sabía es que aquel no era el único lugar raro en el que ella había estado.

    Antes de Hawkins hubo otro sitio.

    Derry, Maine.

    Un nombre que a veces le venía a la cabeza como una mancha y del que enseguida se olvidaba, como cuando intentabas recordar una palabra en otro idioma y se escapaba justo en el último segundo. Sabía que había vivido allí. Sabía que algo importante había pasado. Pero cuanto más intentaba reconstruirlo, más se desdibujaban los recuerdos.

    Recordaba cosas sueltas, fragmentos, sensaciones que no encajaban con nada que pudiera llamar “normal”.

    Un payaso en un desagüe, la voz de alguien susurrándole que fuera a bailar, el olor a óxido y alcantarilla mezclado con algo dulzón y nauseabundo.

    Flashes: Un globo rojo flotando donde no debería, una escalera hacia un sótano…

    Y luego estaban ellos.

    Un grupo de chicos y una chica pelirroja.

    Bicicletas. Un pequeño claro en el bosque que olía a verano, a barro y a sangre seca. Una caseta improvisada bajo tierra, llena de cómics, revistas viejas y botellas de refresco vacías…

    “Beep beep, Richie.”

    Recordaba una voz concreta, aguda y rápida, disparando chistes. Unas gafas enormes. Una camiseta siempre arrugada.

    Pero nunca conseguía ver bien su cara. Cuando intentaba enfocarla, el recuerdo se difuminaba. Solo quedaba la sensación: aquel cosquilleo caliente en el estómago, la mezcla rara entre el miedo, el deseo y la seguridad.

    Pero Ally decidió que todo aquello solo fueron pesadillas de cría y una imaginación demasiado activa. Era más fácil así. Más cómodo.

    Todo eso… había quedado atrás…

    ________________________________________

    Ahora, sentada en aquel pupitre, podía escuchar cómo el profesor empezaba a escribir fórmulas en la pizarra, agradeciendo que nadie pudiera escuchar sus pensamientos.

    Se obligó a mirar al frente. A copiar el título en el cuaderno. A tomar apuntes como si todo fuera normal. Como si el corazón no le estuviera golpeando las costillas cada vez que él se movía, cada vez que sus botas chocaban contra la pata de su silla.

    Intentó convencerse:
    Es solo un chico. Un chico que no te gusta. Alguien que representa todo lo que no quieres en tu vida. Punto.

    Pero el sueño volvía. Cada noche. Cada día.

    ________________________________________

    Al día siguiente, ella volvía a estar sentada en aquel pupitre.

    El profesor llegó, dejó la carpeta sobre la mesa y saludó a los alumnos.

    —Muy bien, clase. Antes de empezar —anunció, ajustándose las gafas—, os recuerdo que hoy se publican las parejas para el trabajo trimestral. Como sabéis, es obligatorio, cuenta el treinta por ciento de la nota final y tendrá que entregarse en dos semanas.

    Quejas, risas… Todos sabían que aquel trabajo era un suplicio.

    Ally sintió un nudo en el estómago.

    No era buena trabajando con otros. Nunca lo había sido. Prefería controlar cada detalle, cada página, cada palabra. Y la idea de depender de alguien le incomodaba más que cualquier examen.

    El profesor empezó a leer la lista.

    Apellidos, nombres. Alumnos que chocaban las manos cuando les tocaban con sus amigos. Otros que resoplaban resignados…

    Y entonces, llegó el momento.

    —Munson, Edward.

    Ally no respiró.

    —Johnson, Allyson.

    Lo escuchó antes de procesarlo.

    Su primera reacción fue automática: apretar los muslos bajo la mesa, esconder la cara tras el pelo, bajar la vista a la madera gastada del pupitre.

    Pero el profesor continuó, sin detenerse. Sin darles opción a negarse.

    —Los trabajos deberán tener una parte teórica y otra práctica. Podéis elegir temática dentro del temario de este trimestre. No se permiten cambios de pareja. Y, por favor… evitad copiaros entre vosotros; lo sabré.

    Hubo risas por detrás. Alguno soltó un comentario que no alcanzó a escuchar.

    —Al igual que sabré si el trabajo sólo lo hace uno de vosotros. ¿Entendido?

    Ella seguía petrificada. No quería mirarlo, pero acabó haciéndolo, y se encontró que él… ya la estaba mirando.

    Ally tragó saliva.

    Toda la sangre derramándosele a los pies.

    El sueño volvió como un latigazo.

    La sensación de haber cruzado un límite que ni siquiera comprendía.

    El profesor siguió hablando, dando instrucciones, detallando fechas, insistiendo en la importancia del trabajo. Pero ella apenas oía nada.

    “Trabajo en pareja.”
    “Dos semanas.”
    “Munson y Johnson.”

    Cuando por fin llegó el momento, cuando los demás empezaron a moverse para buscar a sus compañeros, Ally permaneció quieta, como si el asiento la estuviera aprisionando.

    Supo que debía mirarlo, que tarde o temprano tendría que hacerlo, pero fue incapaz.

    Giró la cabeza apenas unos centímetros.
    Y lo encontró. Ahí.
    Codo apoyado en la mesa, cuerpo ladeado hacia ella, mirada paciente. Como si estuviera esperando que reaccionara.

    STARTER PARA [eclipse_platinum_elephant_535] Hubiera jurado y proclamado a los cuatro vientos que ella, Allyson Johnson, jamás podría fijarse en un tipo como él. Tal vez, si hubiera podido anticiparse, si aquello no hubiera sucedido de la noche a la mañana, habría hecho algo para impedirlo. Porque sí, Ally era de esas personas convencidas de que los sentimientos sí podían controlarse. Más aún si eras plenamente consciente de los tuyos. Y ella lo era. O le gustaba creer que lo era. Ally había tenido que crecer demasiado pronto. Su cabeza corría siempre un par de pasos por delante del resto: pensaba demasiado, analizaba todo, le dedicaba tiempo a cada gesto, a cada palabra, a cada silencio incómodo. Necesitaba comprenderlo todo, tenerlo bajo control, ordenar el mundo en cajitas mentales donde nada se saliera del guion. Pero una cosa había aprendido con los años —a fuerza de golpes que aún le dolían en rincones de la memoria que prefería no mirar—: no se puede tener todo bajo control. Y, mucho menos, los sueños. ________________________________________ Había visto a ese tío, Eddie Munson, subido sobre una mesa del comedor del instituto, desgañitándose delante de todo el mundo como si la cafetería fuera su maldito escenario privado. Recorría los tablones con las botas mientras gritaba algo sobre ovejas, ovejeros y Hellfire, ganándose miradas de asco, risas y un par de “otra vez el puto Munson” susurrados entre bandejas grasientas. Ally recordaba haber rodado los ojos, apoyando el codo en la mesa. "¿Qué demonios hace? Menudo ridículo." Su ceño se arrugó, el labio se le frunció con esa expresión suya de juicio silencioso. Todo en su cuerpo decía “qué vergüenza ajena”. Y sin embargo, no consiguió apartar la mirada. Se quedó mirándolo, atrapada en una mezcla rara de rechazo y fascinación, como cuando no puedes dejar de mirar un accidente aunque sepas que te va a impresionar. El resto del día transcurrió con normalidad. Quedó con Ashley Thompson, su mejor amiga, hablaron de tonterías y deberes, y luego se fue a casa a estudiar. O a intentarlo. Nada fuera de lo habitual. ¿Quién iba a decirle que esa misma noche soñaría con el tipo que había caminado sobre la mesa como si fuera suya? ¿Y que al despertar, algo en ella ya no estaría en el mismo sitio? ________________________________________ Al principio no entendió qué pasaba. Lo supo de verdad al volver a verlo, a la mañana siguiente, en clase de ciencias. Él llegó tarde, cómo no: la puerta se abrió con un golpe seco, el profesor hizo ese suspiro de resignación de siempre, y el murmullo de la clase se cortó un segundo. Allí estaba otra vez. Chaqueta de cuero, parches, pelo rizado cayéndole por la cara, el walkman colgando, esa sonrisa que siempre parecía ir a decir algo que no tocaba. El maldito Eddie Munson. El corazón de Ally reaccionó antes que su cabeza. Un latido seco, distinto, como si hubiera un eco. Como si algo se hubiera movido dentro de ella la noche anterior y solo ahora se estuviera despertando. Hubo un momento en el que sintió que se le aflojaban los dedos del bolígrafo. Y entonces, como un flash, como una diapositiva, el sueño regresó de golpe. Eddie. El mismo Eddie que en la vida real era exactamente el tipo de tío que Ally decía detestar: ruidoso, caótico, sin filtro, con fama de rarito y de fracasado repetidor. Todo lo que ella había aprendido a evitar. ¿Entonces por qué se le calentaban las mejillas ahora, sentada en su pupitre, cuando él cruzó la clase con total descaro? ¿Por qué sus piernas, siempre cruzadas bajo la mesa, se descruzaron inquietas, los pies tamborileando contra el suelo? Se apartó el pelo de la oreja en un gesto automático y dejó caer la melena rubia hacia delante, ocultando parte de su rostro, en un intento desesperado por esconderse. Desde allí, donde él estaba, si se giraba, podría verla de perfil. Y ella no estaba preparada para sostenerle la mirada sabiendo lo que había soñado. ________________________________________ Ally no era una chica cualquiera. Al menos no por dentro. A simple vista, en Hawkins, era una buena alumna, pocas palabras, mirada que lo observa todo. El tipo de chica a la que nadie se atrevería a llamar friki, pero que tampoco encajaba con las animadoras. Un punto medio. Lo que nadie allí sabía es que aquel no era el único lugar raro en el que ella había estado. Antes de Hawkins hubo otro sitio. Derry, Maine. Un nombre que a veces le venía a la cabeza como una mancha y del que enseguida se olvidaba, como cuando intentabas recordar una palabra en otro idioma y se escapaba justo en el último segundo. Sabía que había vivido allí. Sabía que algo importante había pasado. Pero cuanto más intentaba reconstruirlo, más se desdibujaban los recuerdos. Recordaba cosas sueltas, fragmentos, sensaciones que no encajaban con nada que pudiera llamar “normal”. Un payaso en un desagüe, la voz de alguien susurrándole que fuera a bailar, el olor a óxido y alcantarilla mezclado con algo dulzón y nauseabundo. Flashes: Un globo rojo flotando donde no debería, una escalera hacia un sótano… Y luego estaban ellos. Un grupo de chicos y una chica pelirroja. Bicicletas. Un pequeño claro en el bosque que olía a verano, a barro y a sangre seca. Una caseta improvisada bajo tierra, llena de cómics, revistas viejas y botellas de refresco vacías… “Beep beep, Richie.” Recordaba una voz concreta, aguda y rápida, disparando chistes. Unas gafas enormes. Una camiseta siempre arrugada. Pero nunca conseguía ver bien su cara. Cuando intentaba enfocarla, el recuerdo se difuminaba. Solo quedaba la sensación: aquel cosquilleo caliente en el estómago, la mezcla rara entre el miedo, el deseo y la seguridad. Pero Ally decidió que todo aquello solo fueron pesadillas de cría y una imaginación demasiado activa. Era más fácil así. Más cómodo. Todo eso… había quedado atrás… ________________________________________ Ahora, sentada en aquel pupitre, podía escuchar cómo el profesor empezaba a escribir fórmulas en la pizarra, agradeciendo que nadie pudiera escuchar sus pensamientos. Se obligó a mirar al frente. A copiar el título en el cuaderno. A tomar apuntes como si todo fuera normal. Como si el corazón no le estuviera golpeando las costillas cada vez que él se movía, cada vez que sus botas chocaban contra la pata de su silla. Intentó convencerse: Es solo un chico. Un chico que no te gusta. Alguien que representa todo lo que no quieres en tu vida. Punto. Pero el sueño volvía. Cada noche. Cada día. ________________________________________ Al día siguiente, ella volvía a estar sentada en aquel pupitre. El profesor llegó, dejó la carpeta sobre la mesa y saludó a los alumnos. —Muy bien, clase. Antes de empezar —anunció, ajustándose las gafas—, os recuerdo que hoy se publican las parejas para el trabajo trimestral. Como sabéis, es obligatorio, cuenta el treinta por ciento de la nota final y tendrá que entregarse en dos semanas. Quejas, risas… Todos sabían que aquel trabajo era un suplicio. Ally sintió un nudo en el estómago. No era buena trabajando con otros. Nunca lo había sido. Prefería controlar cada detalle, cada página, cada palabra. Y la idea de depender de alguien le incomodaba más que cualquier examen. El profesor empezó a leer la lista. Apellidos, nombres. Alumnos que chocaban las manos cuando les tocaban con sus amigos. Otros que resoplaban resignados… Y entonces, llegó el momento. —Munson, Edward. Ally no respiró. —Johnson, Allyson. Lo escuchó antes de procesarlo. Su primera reacción fue automática: apretar los muslos bajo la mesa, esconder la cara tras el pelo, bajar la vista a la madera gastada del pupitre. Pero el profesor continuó, sin detenerse. Sin darles opción a negarse. —Los trabajos deberán tener una parte teórica y otra práctica. Podéis elegir temática dentro del temario de este trimestre. No se permiten cambios de pareja. Y, por favor… evitad copiaros entre vosotros; lo sabré. Hubo risas por detrás. Alguno soltó un comentario que no alcanzó a escuchar. —Al igual que sabré si el trabajo sólo lo hace uno de vosotros. ¿Entendido? Ella seguía petrificada. No quería mirarlo, pero acabó haciéndolo, y se encontró que él… ya la estaba mirando. Ally tragó saliva. Toda la sangre derramándosele a los pies. El sueño volvió como un latigazo. La sensación de haber cruzado un límite que ni siquiera comprendía. El profesor siguió hablando, dando instrucciones, detallando fechas, insistiendo en la importancia del trabajo. Pero ella apenas oía nada. “Trabajo en pareja.” “Dos semanas.” “Munson y Johnson.” Cuando por fin llegó el momento, cuando los demás empezaron a moverse para buscar a sus compañeros, Ally permaneció quieta, como si el asiento la estuviera aprisionando. Supo que debía mirarlo, que tarde o temprano tendría que hacerlo, pero fue incapaz. Giró la cabeza apenas unos centímetros. Y lo encontró. Ahí. Codo apoyado en la mesa, cuerpo ladeado hacia ella, mirada paciente. Como si estuviera esperando que reaccionara.
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  • -krunk- entonce... vienes realmente por la ducha...o por querer verme asi. pequeño pervertido... no sabia que el hermano menor de la horda, estuviera en estos patios de guerra sin... "proteccion"...

    -daakuh- aj.h....b..bueno yo... n..no queria.. ehm... esto... *el rubor del chico era amplio y su una timida risita elevaba la situacion erotica accidental*

    -krunk- ... lo que entra en mi territorio. jamas sale a la luz... entiendes pequeña mariposa?... de aqui se hace ahora lo que yo diga... seras mio cuando te tome ahora mismo... *se habia relamido los colmillos con picardia. el semi cyborg orco sonrió con desden disfrutando la mirada tan timida del chico. con un hambre que incluso a travez de sus ojos atravesarian el alma de el-
    -krunk- entonce... vienes realmente por la ducha...o por querer verme asi. pequeño pervertido... no sabia que el hermano menor de la horda, estuviera en estos patios de guerra sin... "proteccion"... -daakuh- aj.h....b..bueno yo... n..no queria.. ehm... esto... *el rubor del chico era amplio y su una timida risita elevaba la situacion erotica accidental* -krunk- ... lo que entra en mi territorio. jamas sale a la luz... entiendes pequeña mariposa?... de aqui se hace ahora lo que yo diga... seras mio cuando te tome ahora mismo... *se habia relamido los colmillos con picardia. el semi cyborg orco sonrió con desden disfrutando la mirada tan timida del chico. con un hambre que incluso a travez de sus ojos atravesarian el alma de el-
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  • Cap: 01

    Intentó abrir los párpados, pero enseguida arrugó el rostro al ser recibido por los azotes de los rayos del sol. Otra vez tuvo que frotarse con el dorso de las manos, solo que esta vez tendría una molestia mayor; ardor, el ardor provocado por el agua salada que se filtra entre los párpados y llega hasta los ojos.

    Varios fueron los minutos de rodar y patalear, entre gruñidos y gimoteos. No fue hasta que la arena entró en sus narices que se levantó del suelo, tan fuerte como la tos que hacía doler su garganta.
    ¿Lágrimas? Si, deslizándose lentamente por las esquinas de aquellos dorados ojos. Respiró profundo hasta que sus jadeos lograron penetrar muy levemente el agua que tapaba sus alargadas orejas.

    Decir que se veía deplorable era poco; su rostro pálido llevaba un tono rojizo por la agitación y su largo cabello lacio estaba despeinado, enredado y reseco por las sales del mar que lo arrastró hasta aquella orilla, y en su espalda yacen extendidas las heridas de su violento aterrizaje. Sanó lesiones a velocidades vertiginosa para un humano ordinario, pero para él se sintió lento y horrible ¿Por qué? Porque cada segundo parecía eterno por culpa de las partículas que la carne creciente arrastra sobre sus nervios expuestos. Las sintió salir una por una.

    Descansó de rodillas, con los antebrazos sobre la arena. Los jadeos seguían saliendo de sus labios, pero poco a poco la respiración fue tomando un ritmo apropiado. Los ojos los tenía rojos, culpa de la sal y las lágrimas producidas por el dolor. Al rato tomó una postura erguida, con la cabeza tirada hacia atrás, y respiró profundo. Se sentía mejor, el alivio había tomado asiló en su cuerpo. Su recuperación estaba completa, y fue un total éxito; ni una marca, ni siquiera una costra que pudiera servir de recuerdo.

    El sol ya avanzó más allá de su punto más alto, anunciando así su intención de perderse en el horizonte. Así que el chico de cabello rojo decidió ponerse de pie para emprender su camino a... A ningún lado en particular. Es incapaz de ubicar el área de donde proviene, mucho menos reconoce su paradero actual. Su única opción es seguir al gigante dorado, aquel que avanza sin esperar a nadie, ese que toma asiento en su trono en el punto más alto del firmamento.

    Dejó atrás las arenas y se adentró en la hierba, plantas tan altas que acarician sus piernas hasta producirle comezón. Podría haber avanzado más pero cada tantos pasos se detenía a rascarse pies, rodillas y gemelos.

    Un viaje sin destino u origen. Incierto, pero era suyo. Solo debía de seguir la guía del sol y consultar al viento cuando sienta inseguridad.
    Cap: 01 Intentó abrir los párpados, pero enseguida arrugó el rostro al ser recibido por los azotes de los rayos del sol. Otra vez tuvo que frotarse con el dorso de las manos, solo que esta vez tendría una molestia mayor; ardor, el ardor provocado por el agua salada que se filtra entre los párpados y llega hasta los ojos. Varios fueron los minutos de rodar y patalear, entre gruñidos y gimoteos. No fue hasta que la arena entró en sus narices que se levantó del suelo, tan fuerte como la tos que hacía doler su garganta. ¿Lágrimas? Si, deslizándose lentamente por las esquinas de aquellos dorados ojos. Respiró profundo hasta que sus jadeos lograron penetrar muy levemente el agua que tapaba sus alargadas orejas. Decir que se veía deplorable era poco; su rostro pálido llevaba un tono rojizo por la agitación y su largo cabello lacio estaba despeinado, enredado y reseco por las sales del mar que lo arrastró hasta aquella orilla, y en su espalda yacen extendidas las heridas de su violento aterrizaje. Sanó lesiones a velocidades vertiginosa para un humano ordinario, pero para él se sintió lento y horrible ¿Por qué? Porque cada segundo parecía eterno por culpa de las partículas que la carne creciente arrastra sobre sus nervios expuestos. Las sintió salir una por una. Descansó de rodillas, con los antebrazos sobre la arena. Los jadeos seguían saliendo de sus labios, pero poco a poco la respiración fue tomando un ritmo apropiado. Los ojos los tenía rojos, culpa de la sal y las lágrimas producidas por el dolor. Al rato tomó una postura erguida, con la cabeza tirada hacia atrás, y respiró profundo. Se sentía mejor, el alivio había tomado asiló en su cuerpo. Su recuperación estaba completa, y fue un total éxito; ni una marca, ni siquiera una costra que pudiera servir de recuerdo. El sol ya avanzó más allá de su punto más alto, anunciando así su intención de perderse en el horizonte. Así que el chico de cabello rojo decidió ponerse de pie para emprender su camino a... A ningún lado en particular. Es incapaz de ubicar el área de donde proviene, mucho menos reconoce su paradero actual. Su única opción es seguir al gigante dorado, aquel que avanza sin esperar a nadie, ese que toma asiento en su trono en el punto más alto del firmamento. Dejó atrás las arenas y se adentró en la hierba, plantas tan altas que acarician sus piernas hasta producirle comezón. Podría haber avanzado más pero cada tantos pasos se detenía a rascarse pies, rodillas y gemelos. Un viaje sin destino u origen. Incierto, pero era suyo. Solo debía de seguir la guía del sol y consultar al viento cuando sienta inseguridad.
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  • Coloco el plato de pasta delante de mi chico antes de sentirme en frente suya. Luego tengo que vestirme para ir al trabajo.
    Sergio Williams
    Coloco el plato de pasta delante de mi chico antes de sentirme en frente suya. Luego tengo que vestirme para ir al trabajo. [Thx_Snow]
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  • Si me dejo el cabello así mi chico se pondrá celoso? Hmmm aunque no quisiera eso, pero creo que me veo muy bien ¿Que opinas amor @𝕬𝖗𝖎𝖊𝖑𝖑𝖊 𝕿𝖍𝖔𝖗𝖓?
    Si me dejo el cabello así mi chico se pondrá celoso? Hmmm aunque no quisiera eso, pero creo que me veo muy bien ¿Que opinas amor @[spark_salmon_ape_945]?
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  • Me dejé crecer mucho el pelo. . . ¿Me lo corto o lo dejo así? Debería de pedirle opinión a mi chico, aunque con los calores que hacen el pelo estorba
    Me dejé crecer mucho el pelo. . . ¿Me lo corto o lo dejo así? Debería de pedirle opinión a mi chico, aunque con los calores que hacen el pelo estorba
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  • Estaba escribiendo una canción y todo el tiempo pensaba en mi chico, creo que será de él y me encanta que sea así
    Estaba escribiendo una canción y todo el tiempo pensaba en mi chico, creo que será de él y me encanta que sea así
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  • "Todo lo que mal empieza, mal acaba, y tu hiciste las cosas muy mal, tan mal que jodiste tu propia existencia"

    Eso le decía a un violador hace unos días ¿Sigue existiendo? Hmmm. . . Digamos que eso es muy obvio de responder

    Ahora iré a visitar a mi chico para llenarlo de amor
    "Todo lo que mal empieza, mal acaba, y tu hiciste las cosas muy mal, tan mal que jodiste tu propia existencia" Eso le decía a un violador hace unos días ¿Sigue existiendo? Hmmm. . . Digamos que eso es muy obvio de responder Ahora iré a visitar a mi chico para llenarlo de amor
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  • Mi vestimenta de trabajo de hoy fue esta, me encantó ¿Como reaccionará mi chico al verme así?
    Mi vestimenta de trabajo de hoy fue esta, me encantó ¿Como reaccionará mi chico al verme así?
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