El atardecer teñía de ámbar las calles de South Town mientras Terry observaba desde una azotea, apoyado contra el borde con los brazos cruzados. Más abajo, en una cancha vacía, Rock entrenaba solo.
Pies firmes, postura perfecta, técnica afilada.
El muchacho ya no era un niño.
*“Mira nomás…”*
Terry exhaló con una sonrisa suave, sin esconder el orgullo.
*“Cada día es más rápido. Más preciso. Más fuerte.”*
Recordaba cuando Rock no podía lanzar un Rising Tackle sin caer de espaldas.
Recordaba cómo le temblaban las manos la primera vez que soltó un Reppuken.
Ahora… el aire cortaba cuando movía los brazos.
*“Si sigue a este ritmo… pronto no voy a poder seguirle el paso.”*
No lo decía con tristeza. Lo decía con respeto.
Terry había enfrentado a campeones, criminales, monstruos y dioses. Pero criar a Rock había sido su pelea más importante. Enseñarle a no odiar su sangre, a escoger su camino, a ser un hombre antes que un guerrero.
Y lo había hecho. Lo estaba haciendo.
*“No lleva mi apellido, pero ese chico es mi legado.”*
A veces se preguntaba si lo había guiado bien. Si le había dado las herramientas para ser algo más que "el hijo de Geese". Algo más que un luchador.
Pero verlo moverse así —con decisión, con su propia esencia— le respondía cada duda.
Terry se quitó la gorra, dejó que el viento le despeinara un poco el cabello, y murmuró:
—Vas a llegar muy lejos, Rock… y si algún día me alcanzas y me superas, voy a ser el hombre más feliz de este mundo.
Una pausa.
—Solo prométeme una cosa... no pierdas el corazón en el camino.
Y con eso, volvió a colocarse la gorra, mientras su sombra se alargaba bajo la luz del sol que moría.
Aquel joven allá abajo…
**no era solo el futuro.**
Era el sueño de un lobo que decidió proteger a un cachorro herido… y que ahora lo veía volverse leyenda,
Y lo demostraría.
https://youtu.be/IyGXYVXVWjQ?si=QJpBkXpDelGIFswa
El atardecer teñía de ámbar las calles de South Town mientras Terry observaba desde una azotea, apoyado contra el borde con los brazos cruzados. Más abajo, en una cancha vacía, Rock entrenaba solo.
Pies firmes, postura perfecta, técnica afilada.
El muchacho ya no era un niño.
*“Mira nomás…”*
Terry exhaló con una sonrisa suave, sin esconder el orgullo.
*“Cada día es más rápido. Más preciso. Más fuerte.”*
Recordaba cuando Rock no podía lanzar un Rising Tackle sin caer de espaldas.
Recordaba cómo le temblaban las manos la primera vez que soltó un Reppuken.
Ahora… el aire cortaba cuando movía los brazos.
*“Si sigue a este ritmo… pronto no voy a poder seguirle el paso.”*
No lo decía con tristeza. Lo decía con respeto.
Terry había enfrentado a campeones, criminales, monstruos y dioses. Pero criar a Rock había sido su pelea más importante. Enseñarle a no odiar su sangre, a escoger su camino, a ser un hombre antes que un guerrero.
Y lo había hecho. Lo estaba haciendo.
*“No lleva mi apellido, pero ese chico es mi legado.”*
A veces se preguntaba si lo había guiado bien. Si le había dado las herramientas para ser algo más que "el hijo de Geese". Algo más que un luchador.
Pero verlo moverse así —con decisión, con su propia esencia— le respondía cada duda.
Terry se quitó la gorra, dejó que el viento le despeinara un poco el cabello, y murmuró:
—Vas a llegar muy lejos, Rock… y si algún día me alcanzas y me superas, voy a ser el hombre más feliz de este mundo.
Una pausa.
—Solo prométeme una cosa... no pierdas el corazón en el camino.
Y con eso, volvió a colocarse la gorra, mientras su sombra se alargaba bajo la luz del sol que moría.
Aquel joven allá abajo…
**no era solo el futuro.**
Era el sueño de un lobo que decidió proteger a un cachorro herido… y que ahora lo veía volverse leyenda,
Y lo demostraría.
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