• Alessia llevó al tipo que se coló en la casa de su prometida hasta el garaje, un lugar frío, con olor a aceite y metal. Lo ató a una silla con bridas y cuerda, asegurándose de que no hubiera forma de que se soltara cuando despertara. Encendió una lámpara portátil y la apuntó directo al rostro del tipo, esperando a que recobrara la conciencia. El silencio sólo se rompía por el goteo lejano de algún tubo y el zumbido del neón.

    Cuando el traidor abrió los ojos, se encontró con Alessia sentada frente a él, afilando con calma un cuchillo de caza.
    —Bienvenido de vuelta —dijo con voz suave, peligrosa—. Ya sabemos lo de Luca Ferraro. Pero sabemos que hay más… y vas a decirme quiénes son.

    El hombre escupió sangre, intentando aparentar valentía.
    —No sabes con quién te metes…

    Alessia sonrió, inclinando apenas la cabeza.
    —Oh, claro que lo sé. Lo que no sabes tú… es con quién te metiste tú.

    Clavó la hoja en el brazo de la silla, a un centímetro de su mano, lo suficientemente cerca para que sintiera el calor del metal. Luego sacó una aguja de acero y un alicate de la mesa de herramientas.
    —Te daré una oportunidad de ahorrar tiempo… y dedos. ¿Quién te envió? ¿Luca solo? ¿O hay otro nombre que valga la pena?

    La tensión en la habitación era espesa como humo; cada palabra de Alessia caía como un martillazo, cada segundo un recordatorio de que estaba dispuesta a todo.
    Alessia llevó al tipo que se coló en la casa de su prometida hasta el garaje, un lugar frío, con olor a aceite y metal. Lo ató a una silla con bridas y cuerda, asegurándose de que no hubiera forma de que se soltara cuando despertara. Encendió una lámpara portátil y la apuntó directo al rostro del tipo, esperando a que recobrara la conciencia. El silencio sólo se rompía por el goteo lejano de algún tubo y el zumbido del neón. Cuando el traidor abrió los ojos, se encontró con Alessia sentada frente a él, afilando con calma un cuchillo de caza. —Bienvenido de vuelta —dijo con voz suave, peligrosa—. Ya sabemos lo de Luca Ferraro. Pero sabemos que hay más… y vas a decirme quiénes son. El hombre escupió sangre, intentando aparentar valentía. —No sabes con quién te metes… Alessia sonrió, inclinando apenas la cabeza. —Oh, claro que lo sé. Lo que no sabes tú… es con quién te metiste tú. Clavó la hoja en el brazo de la silla, a un centímetro de su mano, lo suficientemente cerca para que sintiera el calor del metal. Luego sacó una aguja de acero y un alicate de la mesa de herramientas. —Te daré una oportunidad de ahorrar tiempo… y dedos. ¿Quién te envió? ¿Luca solo? ¿O hay otro nombre que valga la pena? La tensión en la habitación era espesa como humo; cada palabra de Alessia caía como un martillazo, cada segundo un recordatorio de que estaba dispuesta a todo.
    Me gusta
    4
    0 turnos 0 maullidos

  • •Recuerdos de Haku•



    {Una mano grande, fuerte y masculina sostenía la mía, tan pequeña que parecía perderse en su agarre. El paso de mi padre era rápido, casi desesperado, y yo apenas podía seguirle mientras nos internábamos cada vez más en el bosque. Los árboles, altos y retorcidos, parecían transformarse en figuras tenebrosas bajo la oscuridad de la noche. Me escondí ligeramente detrás de él, temblando, tratando de no soltarme.}

    {La situación se había salido de control. Todo era más peligroso de lo que jamás hubiésemos imaginado. Los pocos nekomatas que quedábamos corríamos el riesgo de desaparecer. Nos cazaban, nos convertían en esclavos, drenaban nuestra magia como si no fuéramos más que objetos. Ratas de laboratorio.}

    {Mi padre solía repetir que los seres más horrendos eran los humanos. Y aunque mi madre lo era, él la había amado. Nunca comprendí del todo sus palabras, pero aquella noche comprendí que lo que le aterraba no eran los humanos sino algo mucho más oscuro, algo más poderoso.}

    {Finalmente llegamos a una zona escondida entre los árboles. Donde cinco enormes rocas formaban un círculo, y en el centro se dibujaba un símbolo extraño, incomprensible para mí. Mis orejitas bajas delataban el miedo que sentía, pero aún no había sentido lo peor… hasta que un crujido de ramas quebradas resonó a nuestras espaldas.}

    {Unos pasos, pesados y feroces, se acercaban.
    Mi padre se arrodilló frente a mí. Su cabello oscuro se agitaba con el viento, y sus ojos violetas, brillantes y profundos, se posaron en los míos con una ternura mezclada con la preocupación.}

    —Mi preciosa hija… No puedes quedarte conmigo. Desde ahora debes huir… huir lejos y jamás regresar.

    {Luego de susurrar esto con la voz quebrada, colocó en mi cuello una joya que había pertenecido a mi madre, y acomodó con cuidado mi cabello hacia atrás para admirarla mejor.}

    —Tienes su cabello… y mis ojos…

    {Sus palabras eran suaves, pero en sus pupilas contenía lágrimas que se negaban a caer. De pronto, los pasos se detuvieron justo detrás de él. Mi padre se incorporó con firmeza, su voz endurecida, como si un instante antes no hubiese estado a punto de llorar frente a su hija.}

    —Llévala con los humanos. A la familia de su madre… Ellos la protegerán.

    {Sin girar a enfrentar al ser que había emergido de la oscuridad, desenfundó su espada y comenzó a alejarse, sin despedirse.}

    {Fue entonces cuando lo vi. Un espíritu de aspecto humanoide, pero con la cabeza de un ave, me observaba con unos ojos vacíos y perturbadores. Levantó una de sus manos, y de la palma brotó un polvo luminoso, que comenzó a danzar a mi alrededor.}

    {Lo miré fascinada, mis miedos cediendo a la extraña belleza de aquel espectáculo. Pero pronto el polvo me envolvió por completo, filtrándose en mi respiración, llenándome por dentro. Y mis párpados se cerraron pesados.}

    {El mundo desapareció, y caí en un profundo sueño.}
    •Recuerdos de Haku•📖 {Una mano grande, fuerte y masculina sostenía la mía, tan pequeña que parecía perderse en su agarre. El paso de mi padre era rápido, casi desesperado, y yo apenas podía seguirle mientras nos internábamos cada vez más en el bosque. Los árboles, altos y retorcidos, parecían transformarse en figuras tenebrosas bajo la oscuridad de la noche. Me escondí ligeramente detrás de él, temblando, tratando de no soltarme.} {La situación se había salido de control. Todo era más peligroso de lo que jamás hubiésemos imaginado. Los pocos nekomatas que quedábamos corríamos el riesgo de desaparecer. Nos cazaban, nos convertían en esclavos, drenaban nuestra magia como si no fuéramos más que objetos. Ratas de laboratorio.} {Mi padre solía repetir que los seres más horrendos eran los humanos. Y aunque mi madre lo era, él la había amado. Nunca comprendí del todo sus palabras, pero aquella noche comprendí que lo que le aterraba no eran los humanos sino algo mucho más oscuro, algo más poderoso.} {Finalmente llegamos a una zona escondida entre los árboles. Donde cinco enormes rocas formaban un círculo, y en el centro se dibujaba un símbolo extraño, incomprensible para mí. Mis orejitas bajas delataban el miedo que sentía, pero aún no había sentido lo peor… hasta que un crujido de ramas quebradas resonó a nuestras espaldas.} {Unos pasos, pesados y feroces, se acercaban. Mi padre se arrodilló frente a mí. Su cabello oscuro se agitaba con el viento, y sus ojos violetas, brillantes y profundos, se posaron en los míos con una ternura mezclada con la preocupación.} —Mi preciosa hija… No puedes quedarte conmigo. Desde ahora debes huir… huir lejos y jamás regresar. {Luego de susurrar esto con la voz quebrada, colocó en mi cuello una joya que había pertenecido a mi madre, y acomodó con cuidado mi cabello hacia atrás para admirarla mejor.} —Tienes su cabello… y mis ojos… {Sus palabras eran suaves, pero en sus pupilas contenía lágrimas que se negaban a caer. De pronto, los pasos se detuvieron justo detrás de él. Mi padre se incorporó con firmeza, su voz endurecida, como si un instante antes no hubiese estado a punto de llorar frente a su hija.} —Llévala con los humanos. A la familia de su madre… Ellos la protegerán. {Sin girar a enfrentar al ser que había emergido de la oscuridad, desenfundó su espada y comenzó a alejarse, sin despedirse.} {Fue entonces cuando lo vi. Un espíritu de aspecto humanoide, pero con la cabeza de un ave, me observaba con unos ojos vacíos y perturbadores. Levantó una de sus manos, y de la palma brotó un polvo luminoso, que comenzó a danzar a mi alrededor.} {Lo miré fascinada, mis miedos cediendo a la extraña belleza de aquel espectáculo. Pero pronto el polvo me envolvió por completo, filtrándose en mi respiración, llenándome por dentro. Y mis párpados se cerraron pesados.} {El mundo desapareció, y caí en un profundo sueño.}
    Me gusta
    Me encocora
    Me shockea
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • "𝑬𝒍 𝒉𝒊𝒆𝒓𝒓𝒐 𝒏𝒐𝒔 𝒑𝒓𝒐𝒕𝒆𝒈𝒆, 𝒍𝒂 𝒔𝒂𝒍 𝒏𝒐𝒔 𝒈𝒖𝒂𝒓𝒅𝒂"
    Fandom Embrujadas
    Categoría Acción
    >> 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎: Prudence Warren

    Lucien Blackthorne era el mejor cazador de brujas de la comarca. Había muchos más, pero ninguno era como él. Muchas veces, más de las que le gustaría, compartía su trabajo con un grupo más grande de cazadores. Él trabajaba mejor solo, pero las aldeas estaban más tranquilas cuando el número de cazadores superaba al de las supuestas brujas.
    Aldeas que, una vez la amenaza era erradicada, desviaban su miedo y su odio de las brujas hacia ellos.
    La gente corriente no se fiaba de ellos. No eran seres demoniacos como los que poblaban sus pesadillas pero tampoco eran gente corriente, era aquellos que mantenían a salvo a todo el mundo, pero terminaban el día aislados, escondidos, como los seres que perseguían.

    Puede que aquello fuera algo triste, si los cazadores no fueran niños perdidos, huérfanos, bastardos o repudiados que llegaban hasta sus maestros a una tierna edad. Así los hombres en los que se convertían no entendían de soledad, no sabían vivir en comunidad ni añoraban sentirse arropados por iguales, porque jamás lo habían conocido.

    Lucien era el más solitario de todos. El más extraño entre aquel grupo de forasteros, el más callado, el que no se dejaba llevar por nada más que por sus ideas, aunque fueran contrarias a todas a su alrededor. Aquella era una de las razones por las que le gustaba trabajar solo, no iba a aceptar órdenes de nadie, él tomaba sus propias decisiones.
    La última vez que había formado parte de un gran grupo en una gran cacería había sido más de veinte años atrás.
    Melinda Warren había conseguido que una decena de cazadores fueran tras ella, él había sido uno de ellos, pero al contrario que sus congéneres, él había participado en la caza y captura de la bruja, pero una vez atrapada y habiendo seguido el rastro de la misma durante todo aquel tiempo, Lucien sabía que aquella mujer si, era una bruja, pero no, no era una amenaza para absolutamente nadie.

    Se había negado a seguir con aquello, pero no podia enfrentarse a todo el grupo de cazadores y a la aldea, él acabaría en la hoguera junto con ella, alegando que la bruja le había hechizado.
    No había estado de acuerdo con aquello, pero no había hecho nada al respecto, tan solo había dado media vuelta y había desaparecido.

    Aquella había sido la última vez que había colaborado con más personas. Desde ese momento había llevado su política de trabajar solo de forma estricta, él era el único que decidía.
    Y no había si quiera pensado en cambiar aquello, ni si quiera cuando llega a sus manos la petición que requería sus servicios de nuevo en el mismo lugar que 20 años atrás. Pero sus pasos, curiosos, le vuelven a llevar por las cercanías de la aldea, donde encuentra el campamento de cazadores que claramente se estaban preparando.
    El peliblanco baja de su caballo y se acerca a la hoguera central con paso tranquilo.

    — El hierro nos protege, — aquellas primeras palabras dichas con un tono grave son a la vez un saludo y una señal de hermandad, aunque su aspecto no dejaba lugar a demasiadas dudas. — ¿Comenzará la caza esta noche? — Mientras habla, el recién llegado extiende su requerimiento, ofreciéndolo a quien quisiera leerlo.

    — La sal nos guarda, hermano. — El hombre más cercano a él alza la mirada y nada más verle se pone de pie, ofreciendo una mano que Lucien estrecha con fuerza. —Sí, sombras han vuelto a la aldea, y esta noche acabaremos con ellas.

    No hace falta decir mucho más, tampoco era hombre de muchas palabras, pero tenía una pequeña intuición, y quería resolverla. El resultado de su duda determinaría si se quedaba o desaparecía.

    [ 𝑓𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟: Hope Mikaelson ]
    >> 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎: [THESEC0NDWARREN] Lucien Blackthorne era el mejor cazador de brujas de la comarca. Había muchos más, pero ninguno era como él. Muchas veces, más de las que le gustaría, compartía su trabajo con un grupo más grande de cazadores. Él trabajaba mejor solo, pero las aldeas estaban más tranquilas cuando el número de cazadores superaba al de las supuestas brujas. Aldeas que, una vez la amenaza era erradicada, desviaban su miedo y su odio de las brujas hacia ellos. La gente corriente no se fiaba de ellos. No eran seres demoniacos como los que poblaban sus pesadillas pero tampoco eran gente corriente, era aquellos que mantenían a salvo a todo el mundo, pero terminaban el día aislados, escondidos, como los seres que perseguían. Puede que aquello fuera algo triste, si los cazadores no fueran niños perdidos, huérfanos, bastardos o repudiados que llegaban hasta sus maestros a una tierna edad. Así los hombres en los que se convertían no entendían de soledad, no sabían vivir en comunidad ni añoraban sentirse arropados por iguales, porque jamás lo habían conocido. Lucien era el más solitario de todos. El más extraño entre aquel grupo de forasteros, el más callado, el que no se dejaba llevar por nada más que por sus ideas, aunque fueran contrarias a todas a su alrededor. Aquella era una de las razones por las que le gustaba trabajar solo, no iba a aceptar órdenes de nadie, él tomaba sus propias decisiones. La última vez que había formado parte de un gran grupo en una gran cacería había sido más de veinte años atrás. Melinda Warren había conseguido que una decena de cazadores fueran tras ella, él había sido uno de ellos, pero al contrario que sus congéneres, él había participado en la caza y captura de la bruja, pero una vez atrapada y habiendo seguido el rastro de la misma durante todo aquel tiempo, Lucien sabía que aquella mujer si, era una bruja, pero no, no era una amenaza para absolutamente nadie. Se había negado a seguir con aquello, pero no podia enfrentarse a todo el grupo de cazadores y a la aldea, él acabaría en la hoguera junto con ella, alegando que la bruja le había hechizado. No había estado de acuerdo con aquello, pero no había hecho nada al respecto, tan solo había dado media vuelta y había desaparecido. Aquella había sido la última vez que había colaborado con más personas. Desde ese momento había llevado su política de trabajar solo de forma estricta, él era el único que decidía. Y no había si quiera pensado en cambiar aquello, ni si quiera cuando llega a sus manos la petición que requería sus servicios de nuevo en el mismo lugar que 20 años atrás. Pero sus pasos, curiosos, le vuelven a llevar por las cercanías de la aldea, donde encuentra el campamento de cazadores que claramente se estaban preparando. El peliblanco baja de su caballo y se acerca a la hoguera central con paso tranquilo. — El hierro nos protege, — aquellas primeras palabras dichas con un tono grave son a la vez un saludo y una señal de hermandad, aunque su aspecto no dejaba lugar a demasiadas dudas. — ¿Comenzará la caza esta noche? — Mientras habla, el recién llegado extiende su requerimiento, ofreciéndolo a quien quisiera leerlo. — La sal nos guarda, hermano. — El hombre más cercano a él alza la mirada y nada más verle se pone de pie, ofreciendo una mano que Lucien estrecha con fuerza. —Sí, sombras han vuelto a la aldea, y esta noche acabaremos con ellas. No hace falta decir mucho más, tampoco era hombre de muchas palabras, pero tenía una pequeña intuición, y quería resolverla. El resultado de su duda determinaría si se quedaba o desaparecía. [ 𝑓𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟: [thetribrid] ]
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    2
    0 turnos 0 maullidos
  • Se llamaba Kent Jarvin. Era absoluta carroña.
    Un hombre cuya mera presencia pudría el aire. Rondaba el orfanato como los buitres rondan los cuerpos, convencido de que su poder sobre los más débiles lo hacía intocable. A nadie le importan los huérfanos pensaba. Y tenía razón, la ciudad emanaba tanta podredumbre que esas almas no tenían ningún valor.

    Lili lo había visto.
    Él también a ella.
    Y en su ignorancia, creyó que era una niña más, una nueva huérfana con ropajes roídos que jugaba con los pequeños en el patio. Nunca comprendió que sus ojos no jugaban: observaban, esperaban.

    Aquella noche, el cazador se convirtió en presa.

    Lili se apartó del grupo, fingiendo un juego en soledad. Kent la siguió, creyendo haber encontrado la ocasión perfecta. Su sombra se alargaba tras ella, como la de un depredador que ya saborea la carne.

    Cuando estiró la mano, apareció de las sombras.
    Ororon .

    Sus ojos ardían de rabia y desdicha, sus sombras del pasado lo habían convertido en pura tempestad. Sus manos se tiñeron de electricidad al ver semejante alimaña, y el aire se quebró con chispas de furia. Lili, con una sonrisa helada, solo susurró:

    —Que sea lento.

    Y él obedeció.
    La magia de Ororon se desató, no como justicia, sino como tormenta. Cada rayo era un grito contenido, cada descarga un recuerdo de dolor. Kent se retorcía bajo la furia eléctrica, y con cada espasmo la multitud de sombras que habitaban en Lili se agitaban, expectantes.

    Cuando por fin el cuerpo estuvo al borde del final, los ojos del miserable se elevaron al cielo. Una chispa de arrepentimiento, una súplica de clemencia. Esperaba que los dioses, compasivos, lo arrancaran del tormento.

    Pero entonces, la sombra de Lili se alzó.
    Oscureció la última luz que quedaba en sus pupilas, apagando el brillo que buscaba el perdón. El titán de tinieblas habló con su voz infinita:

    —No hallarás paz en la muerte.
    —Solo sombras.

    Y con esas palabras, el rastro de Kent Jarvin desapareció.
    Ni siquiera los dioses recordaron su nombre.

    https://youtu.be/2cXDgFwE13g?si=WdBMcSUyy2KUxalU
    Se llamaba Kent Jarvin. Era absoluta carroña. Un hombre cuya mera presencia pudría el aire. Rondaba el orfanato como los buitres rondan los cuerpos, convencido de que su poder sobre los más débiles lo hacía intocable. A nadie le importan los huérfanos pensaba. Y tenía razón, la ciudad emanaba tanta podredumbre que esas almas no tenían ningún valor. Lili lo había visto. Él también a ella. Y en su ignorancia, creyó que era una niña más, una nueva huérfana con ropajes roídos que jugaba con los pequeños en el patio. Nunca comprendió que sus ojos no jugaban: observaban, esperaban. Aquella noche, el cazador se convirtió en presa. Lili se apartó del grupo, fingiendo un juego en soledad. Kent la siguió, creyendo haber encontrado la ocasión perfecta. Su sombra se alargaba tras ella, como la de un depredador que ya saborea la carne. Cuando estiró la mano, apareció de las sombras. [specter_olive_hare_981]. Sus ojos ardían de rabia y desdicha, sus sombras del pasado lo habían convertido en pura tempestad. Sus manos se tiñeron de electricidad al ver semejante alimaña, y el aire se quebró con chispas de furia. Lili, con una sonrisa helada, solo susurró: —Que sea lento. Y él obedeció. La magia de Ororon se desató, no como justicia, sino como tormenta. Cada rayo era un grito contenido, cada descarga un recuerdo de dolor. Kent se retorcía bajo la furia eléctrica, y con cada espasmo la multitud de sombras que habitaban en Lili se agitaban, expectantes. Cuando por fin el cuerpo estuvo al borde del final, los ojos del miserable se elevaron al cielo. Una chispa de arrepentimiento, una súplica de clemencia. Esperaba que los dioses, compasivos, lo arrancaran del tormento. Pero entonces, la sombra de Lili se alzó. Oscureció la última luz que quedaba en sus pupilas, apagando el brillo que buscaba el perdón. El titán de tinieblas habló con su voz infinita: —No hallarás paz en la muerte. —Solo sombras. Y con esas palabras, el rastro de Kent Jarvin desapareció. Ni siquiera los dioses recordaron su nombre. https://youtu.be/2cXDgFwE13g?si=WdBMcSUyy2KUxalU
    Me gusta
    Me encocora
    4
    1 turno 0 maullidos
  • -Como hoy tenía el día libre, aprovechaba de salir a cazar y entrenar un rato.-
    -Como hoy tenía el día libre, aprovechaba de salir a cazar y entrenar un rato.-
    0 turnos 0 maullidos
  • Había derrotado y robado el atuendo a un mago del abismo que rondaba por el bosque. Se paseaba con el atuendo por Mondstadt llegando con Sara al Gran Cazador pidiendo comida.
    Había derrotado y robado el atuendo a un mago del abismo que rondaba por el bosque. Se paseaba con el atuendo por Mondstadt llegando con Sara al Gran Cazador pidiendo comida.
    Me encocora
    1
    0 turnos 1 maullido
  • -Me mire en el espejo ya había recuperado su figura por completo solo faltaba un poco cosa que se podía arreglar si salgo de caza unas cuántas veces la elección de usar faja ayudo bastante de repente escuche el timbre y mis sombras me rodearon apareciendo ya vestido me dirigí ala puerta notando que un diablillo me traía más papeleo de trabajo suspirando lo hice pasar -

    Déjalo en mi escritorio Pero en orden ok ?

    -El diablillo se rió burlesco asíntiendo con la cabeza -

    -Me mire en el espejo ya había recuperado su figura por completo solo faltaba un poco cosa que se podía arreglar si salgo de caza unas cuántas veces la elección de usar faja ayudo bastante de repente escuche el timbre y mis sombras me rodearon apareciendo ya vestido me dirigí ala puerta notando que un diablillo me traía más papeleo de trabajo suspirando lo hice pasar - Déjalo en mi escritorio Pero en orden ok ? -El diablillo se rió burlesco asíntiendo con la cabeza -
    Me gusta
    Me endiabla
    Me encocora
    7
    6 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    —Así que los rumores son ciertos… Llega el exterminio —murmuró, mientras acariciaba el filo de su gran hacha, un arma forjada en las profundidades del averno. Su sonrisa retorcida revelaba colmillos afilados, y sus ojos, dos brasas encendidas, brillaban con una diversión sadica.


    —Qué delicia… —susurró, imaginando la caza que se avecinaba. Se preguntaba cuántos pajaritos/angeles del cielo podría atrapar, cuántas almas podría devorar antes de que la luna se ocultara tras las nubes. Su mente se llenaba de imágenes de caos y desesperación, y cada pensamiento alimentaba su sed de sangre.
    —Así que los rumores son ciertos… Llega el exterminio —murmuró, mientras acariciaba el filo de su gran hacha, un arma forjada en las profundidades del averno. Su sonrisa retorcida revelaba colmillos afilados, y sus ojos, dos brasas encendidas, brillaban con una diversión sadica. —Qué delicia… —susurró, imaginando la caza que se avecinaba. Se preguntaba cuántos pajaritos/angeles del cielo podría atrapar, cuántas almas podría devorar antes de que la luna se ocultara tras las nubes. Su mente se llenaba de imágenes de caos y desesperación, y cada pensamiento alimentaba su sed de sangre.
    Me gusta
    Me encocora
    Me endiabla
    3
    0 comentarios 0 compartidos
  • Como olvida mi primera caza de hipogrifo, mi hermana Ciri y yo fuimos a un pueblo donde todo estaba arrasado y nos daban una buena suma por acabar con el y eso hicimos
    Como olvida mi primera caza de hipogrifo, mi hermana Ciri y yo fuimos a un pueblo donde todo estaba arrasado y nos daban una buena suma por acabar con el y eso hicimos
    0 turnos 0 maullidos
  • —Hoy voy a salir de caza ya tengo a alguien en la mira —
    —Hoy voy a salir de caza ya tengo a alguien en la mira —
    Me gusta
    2
    3 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados