• Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    Nada es casualidad, todo siempre ocurre por algo.
    El porque no lo sabemos,, toca averiguarlo siempre dando lo mejor de uno mismo.

    Gracias por permitirme estar aquí para hacer algo por los demás.

    Daozhang Xiao Xingchen
    Nada es casualidad, todo siempre ocurre por algo. El porque no lo sabemos,, toca averiguarlo siempre dando lo mejor de uno mismo. Gracias por permitirme estar aquí para hacer algo por los demás. Daozhang Xiao Xingchen
    Me gusta
    1
    0 comentarios 0 compartidos
  • —¿Los de las reparaciones? —suelta un bufido de indignación— los despedí a todos. ¿Sabes lo que hizo el último? Vino a arreglar una gotera y termino diciéndome que "la estructura de la casa es un desastre" —imita una voz grave y exsgerada— "Señorita, esto es un riesgo" ¡Pues claro que es un riesgo! La mansión tiene goteras, tiene madera podrida, y un sistema eléctrico que casualmente parpadea cada que tengo un arranque emocional... Y todavía tienen el descaro de enviarme facturas por sus diagnósticos —arruga el papel en forma de pelota y lo lanza al aire— ¿Acaso esperan que les pague por decirme lo que ya se? ¡Ja!
    —¿Los de las reparaciones? —suelta un bufido de indignación— los despedí a todos. ¿Sabes lo que hizo el último? Vino a arreglar una gotera y termino diciéndome que "la estructura de la casa es un desastre" —imita una voz grave y exsgerada— "Señorita, esto es un riesgo" ¡Pues claro que es un riesgo! La mansión tiene goteras, tiene madera podrida, y un sistema eléctrico que casualmente parpadea cada que tengo un arranque emocional... Y todavía tienen el descaro de enviarme facturas por sus diagnósticos —arruga el papel en forma de pelota y lo lanza al aire— ¿Acaso esperan que les pague por decirme lo que ya se? ¡Ja!
    Me gusta
    Me encocora
    Me enjaja
    6
    0 turnos 0 maullidos
  • No acostumbro ponerme esta clase de ropa pero el día de hoy decidí llevar algo más casual y mundano, tal vez así pase desapercibido...
    No acostumbro ponerme esta clase de ropa pero el día de hoy decidí llevar algo más casual y mundano, tal vez así pase desapercibido...
    Me encocora
    Me gusta
    3
    32 turnos 0 maullidos
  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    // La ficha estará cuando termine de afinar unos detallitos, pero Delilah se presta para rolear~.
    Se acepta desde una conversación casual a tiroteos en caída libre sin paracaídas.(?)
    // La ficha estará cuando termine de afinar unos detallitos, pero Delilah se presta para rolear~. Se acepta desde una conversación casual a tiroteos en caída libre sin paracaídas.(?)
    Me enjaja
    2
    4 comentarios 0 compartidos
  • ────¿Té o café, señorita? Yo recomiendo el té de manzanilla y lavanda, calma hasta los nervios más inquietos. ¿Sabe? En esta cafetería solemos bromear diciendo que cada taza tiene su propio carácter. Es como si pudieran leer el corazón de quienes las beben. Hoy la mía me susurró que a usted le vendría mejor algo más dulce. Y ahora déjeme adivinar; son tres cucharaditas de azúcar, justo cómo le gusta. Tranquila, no me lo ha dicho, lo he adivinado por mera casualidad.

    La chica de largo delantal sonrió. Ay, como disfrutaba de interpretar esa clase de papeles frente a las cámaras: la maid linda y misteriosa, en la cafetería más antigua de la ciudad. ¿Qué secretos se ocultaban dentro de sus muros?
    ────¿Té o café, señorita? Yo recomiendo el té de manzanilla y lavanda, calma hasta los nervios más inquietos. ¿Sabe? En esta cafetería solemos bromear diciendo que cada taza tiene su propio carácter. Es como si pudieran leer el corazón de quienes las beben. Hoy la mía me susurró que a usted le vendría mejor algo más dulce. Y ahora déjeme adivinar; son tres cucharaditas de azúcar, justo cómo le gusta. Tranquila, no me lo ha dicho, lo he adivinado por mera casualidad. La chica de largo delantal sonrió. Ay, como disfrutaba de interpretar esa clase de papeles frente a las cámaras: la maid linda y misteriosa, en la cafetería más antigua de la ciudad. ¿Qué secretos se ocultaban dentro de sus muros?
    Me encocora
    Me gusta
    6
    7 turnos 0 maullidos
  • 🎮 One, Two, Three, Four, I Declare a Thumb War
    Categoría Original
    𝐏 𝐀 𝐑 𝐀 𝐍 𝐎 𝐗

    Toc, toc, toc. "¡Vamos, vamos, solo un nivel más! " Yuzu murmuró para sí misma, con la cara iluminada debido al resplandor azul de la pantalla. Estaba sentada en su silla favorita con las piernas cruzadas y una bolsa de galletas medio vacía a su lado.

    Sus dedos se movían más qhe veloces sobre el teclado enfrentando un minijuego infantil que había encontrado por casualidad mientras navegaba sin rumbo por una página de juegos antiguos:Thumb War 2003. Aunque la idea era simple (un duelo de pulgares virtuales con otros jugadores) algo en la torpeza pixelada del mismo la había atrapado de forma inexplicable.

    Cada victoria desbloqueaba una rima nueva, cada derrota venía acompañada de un sonido ridículo que la hacía reír como una tonta.
    Hasta que…

    ¡BRRRZ!

    La pantalla parpadeó. Yuzu dejó de masticar.

    Un mensaje en letras rojas apareció sobre el fondo del juego:
    ¿Buscas algo más divertido, Yuzuha?
    One, Two, Three, Four... I Declare a Thumb War… Real Edition.
    Escanea el código y acepta el desafío.
    Solo jugadores valientes.
    Un código QR vibraba suavemente en el centro de la pantalla como si latiera a ritmo de su corazón. Yuzu parpadeó, confundida pensando que se trataba de alguna codifícación extraordinaria ¿Un ARG oculto? ¿Una broma? Pero sinadie más sabía que estaba jugando este juego… ¿cierto?

    "Real edition" se repitió en voz baja, con una ceja arqueada y una sonrisa crecientepor la emoción de algo nuevo. Suena justo como mi tipo de aventura.

    Cinco minutos después ya tenía su mochila lista una linterna, una libreta, algunos bocadillos, su navaja multiusos y el colgante de la suerte que siempre llevaba en aventuras raras.

    Escaneó el código con su celular y un mapa se desplegó en su pantalla que la llevaría hacia un edificio abandonado a las afueras del pueblo.

    Antes de salir, se detuvo un segundo frente al espejo. "¿Qué es lo peor que le podría pasar a alguien que solo intenta morir?" dijo entre dientes, sonriendo con emoción mientras salía corriendo por la puerta.

    Lo que Yuzuha aún no sabía es que este juego no se jugaba con botones. Ni con pulgares. Y que no todos los jugadores que aceptaban la invitación volvían a casa.
    [P4ranox] Toc, toc, toc. "¡Vamos, vamos, solo un nivel más! " Yuzu murmuró para sí misma, con la cara iluminada debido al resplandor azul de la pantalla. Estaba sentada en su silla favorita con las piernas cruzadas y una bolsa de galletas medio vacía a su lado. Sus dedos se movían más qhe veloces sobre el teclado enfrentando un minijuego infantil que había encontrado por casualidad mientras navegaba sin rumbo por una página de juegos antiguos:Thumb War 2003. Aunque la idea era simple (un duelo de pulgares virtuales con otros jugadores) algo en la torpeza pixelada del mismo la había atrapado de forma inexplicable. Cada victoria desbloqueaba una rima nueva, cada derrota venía acompañada de un sonido ridículo que la hacía reír como una tonta. Hasta que… ¡BRRRZ! La pantalla parpadeó. Yuzu dejó de masticar. Un mensaje en letras rojas apareció sobre el fondo del juego: 🎲 ¿Buscas algo más divertido, Yuzuha? 💀 One, Two, Three, Four... I Declare a Thumb War… Real Edition. 🕹️ Escanea el código y acepta el desafío. ⚠️ Solo jugadores valientes. Un código QR vibraba suavemente en el centro de la pantalla como si latiera a ritmo de su corazón. Yuzu parpadeó, confundida pensando que se trataba de alguna codifícación extraordinaria ¿Un ARG oculto? ¿Una broma? Pero sinadie más sabía que estaba jugando este juego… ¿cierto? "Real edition" se repitió en voz baja, con una ceja arqueada y una sonrisa crecientepor la emoción de algo nuevo. Suena justo como mi tipo de aventura. Cinco minutos después ya tenía su mochila lista una linterna, una libreta, algunos bocadillos, su navaja multiusos y el colgante de la suerte que siempre llevaba en aventuras raras. Escaneó el código con su celular y un mapa se desplegó en su pantalla que la llevaría hacia un edificio abandonado a las afueras del pueblo. Antes de salir, se detuvo un segundo frente al espejo. "¿Qué es lo peor que le podría pasar a alguien que solo intenta morir?" dijo entre dientes, sonriendo con emoción mientras salía corriendo por la puerta. Lo que Yuzuha aún no sabía es que este juego no se jugaba con botones. Ni con pulgares. Y que no todos los jugadores que aceptaban la invitación volvían a casa.
    Tipo
    Grupal
    Líneas
    20
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    Me endiabla
    3
    10 turnos 0 maullidos
  • 𝟓 𝐟𝐨𝐭𝐨𝐬
    Fandom OC/El tuyo
    Categoría Original
    —¡Sea bienvenido a nuestra empresa "5F"! Agradecemos que haya venido de manera voluntaria y si no fue así, lamentamos si nuestro personal ha sido muy rudo. A continuación, le acompañará el fotógrafo asignado, su nombre es Nain Sademetrio, aunque es mejor llamarle Nabro. Él será su guía en todo el recorrido, esperemos que esta experiencia le cambie la vida... o al menos que haga que no se arrepienta de vivirla.— Dijo una voz un poco chillona, pero no tan desagradable por medio de una de las bocinas que estaban en la sala.

    Esta era completamente blanca. Tanto las paredes como el suelo era de un mármol blanco y en medio de la sala estaba una silla. Poco después, por medio de una puerta que por el momento había parecido no haber estado ahí se abrió y dentro de esta salió un hombre. Sus ropas eran una combinación perfecta entre casual y elegante, combinándolo con un toque desaliñado por cabello un poco largo. Su mirar era tranquilo, ya curtido por su trabajo.

    —Buen día.— Su voz no era grave, pero tampoco dulce. Era un término medio que se quedaba muy en medio, como si buscara no destacar. —Bien, te diré las reglas de nuevo. No sé si viniste aquí de mala gana o porque nos buscaste, pero ya estás aquí y ahora la única forma de salir de aquí es tomándote cinco fotos. Lamentablemente, en cada una de estas debe predominar una emoción. Felicidad, ira, deseo, miedo y... la última es sorpresa. Siéntate en la silla de ahí, por favor...— Señaló, mientras él preparaba su cámara con tranquilidad, cautela y precisión. —Recuerda que cada emoción nos va a transportar al momento en donde más feliz te sentiste, al que más enojado te sentiste y así sucesivamente. Esto es como... terapia, por así decirlo, con la diferencia de que tanto tú como yo puede morir dependiendo de lo que hayas o no hecho, ¿no es así?— Rió un poco al último, pero fue más una risa de nervios que otra cosa. —En fin... ¿con cuál emoción quisieras comenzar?
    —¡Sea bienvenido a nuestra empresa "5F"! Agradecemos que haya venido de manera voluntaria y si no fue así, lamentamos si nuestro personal ha sido muy rudo. A continuación, le acompañará el fotógrafo asignado, su nombre es Nain Sademetrio, aunque es mejor llamarle Nabro. Él será su guía en todo el recorrido, esperemos que esta experiencia le cambie la vida... o al menos que haga que no se arrepienta de vivirla.— Dijo una voz un poco chillona, pero no tan desagradable por medio de una de las bocinas que estaban en la sala. Esta era completamente blanca. Tanto las paredes como el suelo era de un mármol blanco y en medio de la sala estaba una silla. Poco después, por medio de una puerta que por el momento había parecido no haber estado ahí se abrió y dentro de esta salió un hombre. Sus ropas eran una combinación perfecta entre casual y elegante, combinándolo con un toque desaliñado por cabello un poco largo. Su mirar era tranquilo, ya curtido por su trabajo. —Buen día.— Su voz no era grave, pero tampoco dulce. Era un término medio que se quedaba muy en medio, como si buscara no destacar. —Bien, te diré las reglas de nuevo. No sé si viniste aquí de mala gana o porque nos buscaste, pero ya estás aquí y ahora la única forma de salir de aquí es tomándote cinco fotos. Lamentablemente, en cada una de estas debe predominar una emoción. Felicidad, ira, deseo, miedo y... la última es sorpresa. Siéntate en la silla de ahí, por favor...— Señaló, mientras él preparaba su cámara con tranquilidad, cautela y precisión. —Recuerda que cada emoción nos va a transportar al momento en donde más feliz te sentiste, al que más enojado te sentiste y así sucesivamente. Esto es como... terapia, por así decirlo, con la diferencia de que tanto tú como yo puede morir dependiendo de lo que hayas o no hecho, ¿no es así?— Rió un poco al último, pero fue más una risa de nervios que otra cosa. —En fin... ¿con cuál emoción quisieras comenzar?
    Tipo
    Individual
    Líneas
    40
    Estado
    Disponible
    Me gusta
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • La bruma flotaba sobre la superficie del lago, difuminando la línea entre el agua y el cielo. La luz de la luna se reflejaba en las aguas tranquilas, creando destellos dorados que parecían danzar al ritmo de una música silenciosa. Allí, sobre una roca cercana a la orilla, se encontraba Lysander Elion Veyrith, conocido entre mortales como Lysander, aunque su verdadero nombre resonaba como un eco celestial: Elion.

    Sus alas negras con reflejos dorados descansaban parcialmente plegadas, y un suspiro del viento hizo ondear su cabello azabache con reflejos plateados. Sus ojos dorados captaban cada movimiento a su alrededor, percibiendo presencias invisibles y ecos de emociones que el agua misma parecía reflejar. La corriente susurraba secretos que sólo él podía entender, y sus labios se movieron apenas, murmurando:
    “바람이言하는 것을 들을 수 있어야 한다.”
    "Debes escuchar lo que el viento susurra."

    Elion no estaba allí por casualidad. Cada piedra, cada brisa, cada reflejo sobre la superficie del lago era parte de su estudio y su vigilancia. Los artefactos antiguos y reliquias que recolectaba tenían que permanecer protegidos, y el mundo humano necesitaba que él observara desde la distancia, sin intervenir… al menos por ahora.

    Se inclinó ligeramente sobre el agua, sus dedos rozando la superficie, creando ondas que se extendían suavemente. Allí, entre el reflejo de la luna y la bruma que abrazaba el lago, Lysander parecía suspendido entre mundos: humano y divino, luz y sombra, visible y etéreo. La tranquilidad del lugar contrastaba con el poder que emanaba de su figura, un recordatorio silencioso de que incluso el viento más suave puede ocultar una tormenta devastadora.

    Y mientras la noche continuaba, Lysander permaneció allí, observando, escuchando, esperando. Un guardián en silencio, el hermano menor de Viktor y Noah, cuya influencia se extendía más allá de lo que los ojos mortales podían comprender. El río sagrado no solo reflejaba la luz de la luna; reflejaba la presencia de un ser cuya historia apenas comenzaba a desplegarse entre la bruma y el viento.
    La bruma flotaba sobre la superficie del lago, difuminando la línea entre el agua y el cielo. La luz de la luna se reflejaba en las aguas tranquilas, creando destellos dorados que parecían danzar al ritmo de una música silenciosa. Allí, sobre una roca cercana a la orilla, se encontraba Lysander Elion Veyrith, conocido entre mortales como Lysander, aunque su verdadero nombre resonaba como un eco celestial: Elion. Sus alas negras con reflejos dorados descansaban parcialmente plegadas, y un suspiro del viento hizo ondear su cabello azabache con reflejos plateados. Sus ojos dorados captaban cada movimiento a su alrededor, percibiendo presencias invisibles y ecos de emociones que el agua misma parecía reflejar. La corriente susurraba secretos que sólo él podía entender, y sus labios se movieron apenas, murmurando: “바람이言하는 것을 들을 수 있어야 한다.” "Debes escuchar lo que el viento susurra." Elion no estaba allí por casualidad. Cada piedra, cada brisa, cada reflejo sobre la superficie del lago era parte de su estudio y su vigilancia. Los artefactos antiguos y reliquias que recolectaba tenían que permanecer protegidos, y el mundo humano necesitaba que él observara desde la distancia, sin intervenir… al menos por ahora. Se inclinó ligeramente sobre el agua, sus dedos rozando la superficie, creando ondas que se extendían suavemente. Allí, entre el reflejo de la luna y la bruma que abrazaba el lago, Lysander parecía suspendido entre mundos: humano y divino, luz y sombra, visible y etéreo. La tranquilidad del lugar contrastaba con el poder que emanaba de su figura, un recordatorio silencioso de que incluso el viento más suave puede ocultar una tormenta devastadora. Y mientras la noche continuaba, Lysander permaneció allí, observando, escuchando, esperando. Un guardián en silencio, el hermano menor de Viktor y Noah, cuya influencia se extendía más allá de lo que los ojos mortales podían comprender. El río sagrado no solo reflejaba la luz de la luna; reflejaba la presencia de un ser cuya historia apenas comenzaba a desplegarse entre la bruma y el viento.
    Me gusta
    3
    0 turnos 0 maullidos
  • Había desplegado sobre el suelo húmedo los documentos del nuevo contrato. Sus dedos enguantados pasaban las páginas con precisión militar: fotografías borrosas, un mapa del muelle, registros de movimientos nocturnos. Y allí, entre informes aparentemente técnicos, el nombre que la había inquietado la noche anterior. Otra vez. Connor Rowan.

    Cerró los ojos un segundo, aspirando el humo de su cigarro como si fuera aire suficiente para mantener la calma. Sabía que ese nombre era una herida abierta, pero también una trampa.

    El muelle estaba casi desierto a esas horas. Isla Rowan avanzaba entre las sombras con una calma calculada, la capucha negra ocultándole gran parte del rostro.

    Se detuvo detrás de un contenedor y observó. A unos metros, dos hombres armados vigilaban la entrada de un almacén iluminado con luces fluorescentes. Nada fuera de lo común. Pero Isla no se fiaba. Había aprendido que lo evidente rara vez era lo importante.

    Sacó un pequeño visor térmico y lo enfocó hacia el edificio. En el interior, al menos seis figuras más, distribuidas como si esperaran algo… o a alguien. Y entre las cajas, volvió a aparecer ese sello en un documento apilado sobre una mesa metálica: Rowan Industries.

    Isla apretó la mandíbula, sin apartar la mirada. No era casualidad. Nada en su vida lo había sido.

    Guardó el visor y ajustó la pistola en la funda bajo su chaqueta. No necesitaba un plan maestro; su cuerpo se movía por instinto, como siempre. Se deslizó hacia otro ángulo, subiendo a la escalera lateral de un contenedor oxidado para ganar perspectiva. Desde allí, el muelle entero parecía un tablero de ajedrez donde las piezas no sabían que ya estaban condenadas.
    Había desplegado sobre el suelo húmedo los documentos del nuevo contrato. Sus dedos enguantados pasaban las páginas con precisión militar: fotografías borrosas, un mapa del muelle, registros de movimientos nocturnos. Y allí, entre informes aparentemente técnicos, el nombre que la había inquietado la noche anterior. Otra vez. Connor Rowan. Cerró los ojos un segundo, aspirando el humo de su cigarro como si fuera aire suficiente para mantener la calma. Sabía que ese nombre era una herida abierta, pero también una trampa. El muelle estaba casi desierto a esas horas. Isla Rowan avanzaba entre las sombras con una calma calculada, la capucha negra ocultándole gran parte del rostro. Se detuvo detrás de un contenedor y observó. A unos metros, dos hombres armados vigilaban la entrada de un almacén iluminado con luces fluorescentes. Nada fuera de lo común. Pero Isla no se fiaba. Había aprendido que lo evidente rara vez era lo importante. Sacó un pequeño visor térmico y lo enfocó hacia el edificio. En el interior, al menos seis figuras más, distribuidas como si esperaran algo… o a alguien. Y entre las cajas, volvió a aparecer ese sello en un documento apilado sobre una mesa metálica: Rowan Industries. Isla apretó la mandíbula, sin apartar la mirada. No era casualidad. Nada en su vida lo había sido. Guardó el visor y ajustó la pistola en la funda bajo su chaqueta. No necesitaba un plan maestro; su cuerpo se movía por instinto, como siempre. Se deslizó hacia otro ángulo, subiendo a la escalera lateral de un contenedor oxidado para ganar perspectiva. Desde allí, el muelle entero parecía un tablero de ajedrez donde las piezas no sabían que ya estaban condenadas.
    Me gusta
    4
    0 turnos 0 maullidos
  • La sala estaba llena de humo y murmullos apagados. Isla Rowan permanecía en un rincón, con la chaqueta negra ajustada al cuerpo y los brazos cruzados. Frente a ella, hombres de trajes oscuros discutían contratos, entregas y pagos, sin percibir que ella no estaba allí para negociar. Solo escuchaba, calculaba, anotaba mentalmente cada dato que pudiera ser útil más adelante.

    El contrato que le habían dejado sobre la mesa parecía ordinario: un objetivo, un lugar, una fecha. Pero había algo extraño en los documentos que hizo que sus ojos azules se estrecharan: un nombre conocido. No era una casualidad, y tampoco un error. Guardó la carpeta bajo la chaqueta y se levantó con la misma calma silenciosa que la caracterizaba.

    Cuando salió del edificio, la lluvia recién comenzaba a humedecer las calles. Sus botas negras resonaban contra el pavimento mientras avanzaba entre el neón y los charcos. No miraba a nadie, no saludaba, no percibía los gritos ni los coches que pasaban. Para cualquier transeúnte era solo una sombra más entre luces y humo.

    Sin embargo, la forma en que sus ojos se movían, midiendo cada reflejo y cada esquina, el ritmo seguro de su paso y el silencio absoluto que la rodeaba, dejaban claro que ella no era alguien a quien ignorar. Cualquier persona con ojos suficientes podría notar que Isla Rowan no estaba sola, aunque estuviera sola.

    Y en ese instante, cualquier figura que quisiera acercarse, seguir o simplemente observarla tenía toda la libertad de hacerlo… pero el riesgo de cruzarse con ella sería suyo, no de ella.
    La sala estaba llena de humo y murmullos apagados. Isla Rowan permanecía en un rincón, con la chaqueta negra ajustada al cuerpo y los brazos cruzados. Frente a ella, hombres de trajes oscuros discutían contratos, entregas y pagos, sin percibir que ella no estaba allí para negociar. Solo escuchaba, calculaba, anotaba mentalmente cada dato que pudiera ser útil más adelante. El contrato que le habían dejado sobre la mesa parecía ordinario: un objetivo, un lugar, una fecha. Pero había algo extraño en los documentos que hizo que sus ojos azules se estrecharan: un nombre conocido. No era una casualidad, y tampoco un error. Guardó la carpeta bajo la chaqueta y se levantó con la misma calma silenciosa que la caracterizaba. Cuando salió del edificio, la lluvia recién comenzaba a humedecer las calles. Sus botas negras resonaban contra el pavimento mientras avanzaba entre el neón y los charcos. No miraba a nadie, no saludaba, no percibía los gritos ni los coches que pasaban. Para cualquier transeúnte era solo una sombra más entre luces y humo. Sin embargo, la forma en que sus ojos se movían, midiendo cada reflejo y cada esquina, el ritmo seguro de su paso y el silencio absoluto que la rodeaba, dejaban claro que ella no era alguien a quien ignorar. Cualquier persona con ojos suficientes podría notar que Isla Rowan no estaba sola, aunque estuviera sola. Y en ese instante, cualquier figura que quisiera acercarse, seguir o simplemente observarla tenía toda la libertad de hacerlo… pero el riesgo de cruzarse con ella sería suyo, no de ella.
    0 turnos 0 maullidos
Ver más resultados
Patrocinados