• 𝟓 𝐟𝐨𝐭𝐨𝐬
    Fandom OC/El tuyo
    Categoría Original
    —¡Sea bienvenido a nuestra empresa "5F"! Agradecemos que haya venido de manera voluntaria y si no fue así, lamentamos si nuestro personal ha sido muy rudo. A continuación, le acompañará el fotógrafo asignado, su nombre es Nain Sademetrio, aunque es mejor llamarle Nabro. Él será su guía en todo el recorrido, esperemos que esta experiencia le cambie la vida... o al menos que haga que no se arrepienta de vivirla.— Dijo una voz un poco chillona, pero no tan desagradable por medio de una de las bocinas que estaban en la sala.

    Esta era completamente blanca. Tanto las paredes como el suelo era de un mármol blanco y en medio de la sala estaba una silla. Poco después, por medio de una puerta que por el momento había parecido no haber estado ahí se abrió y dentro de esta salió un hombre. Sus ropas eran una combinación perfecta entre casual y elegante, combinándolo con un toque desaliñado por cabello un poco largo. Su mirar era tranquilo, ya curtido por su trabajo.

    —Buen día.— Su voz no era grave, pero tampoco dulce. Era un término medio que se quedaba muy en medio, como si buscara no destacar. —Bien, te diré las reglas de nuevo. No sé si viniste aquí de mala gana o porque nos buscaste, pero ya estás aquí y ahora la única forma de salir de aquí es tomándote cinco fotos. Lamentablemente, en cada una de estas debe predominar una emoción. Felicidad, ira, deseo, miedo y... la última es sorpresa. Siéntate en la silla de ahí, por favor...— Señaló, mientras él preparaba su cámara con tranquilidad, cautela y precisión. —Recuerda que cada emoción nos va a transportar al momento en donde más feliz te sentiste, al que más enojado te sentiste y así sucesivamente. Esto es como... terapia, por así decirlo, con la diferencia de que tanto tú como yo puede morir dependiendo de lo que hayas o no hecho, ¿no es así?— Rió un poco al último, pero fue más una risa de nervios que otra cosa. —En fin... ¿con cuál emoción quisieras comenzar?
    —¡Sea bienvenido a nuestra empresa "5F"! Agradecemos que haya venido de manera voluntaria y si no fue así, lamentamos si nuestro personal ha sido muy rudo. A continuación, le acompañará el fotógrafo asignado, su nombre es Nain Sademetrio, aunque es mejor llamarle Nabro. Él será su guía en todo el recorrido, esperemos que esta experiencia le cambie la vida... o al menos que haga que no se arrepienta de vivirla.— Dijo una voz un poco chillona, pero no tan desagradable por medio de una de las bocinas que estaban en la sala. Esta era completamente blanca. Tanto las paredes como el suelo era de un mármol blanco y en medio de la sala estaba una silla. Poco después, por medio de una puerta que por el momento había parecido no haber estado ahí se abrió y dentro de esta salió un hombre. Sus ropas eran una combinación perfecta entre casual y elegante, combinándolo con un toque desaliñado por cabello un poco largo. Su mirar era tranquilo, ya curtido por su trabajo. —Buen día.— Su voz no era grave, pero tampoco dulce. Era un término medio que se quedaba muy en medio, como si buscara no destacar. —Bien, te diré las reglas de nuevo. No sé si viniste aquí de mala gana o porque nos buscaste, pero ya estás aquí y ahora la única forma de salir de aquí es tomándote cinco fotos. Lamentablemente, en cada una de estas debe predominar una emoción. Felicidad, ira, deseo, miedo y... la última es sorpresa. Siéntate en la silla de ahí, por favor...— Señaló, mientras él preparaba su cámara con tranquilidad, cautela y precisión. —Recuerda que cada emoción nos va a transportar al momento en donde más feliz te sentiste, al que más enojado te sentiste y así sucesivamente. Esto es como... terapia, por así decirlo, con la diferencia de que tanto tú como yo puede morir dependiendo de lo que hayas o no hecho, ¿no es así?— Rió un poco al último, pero fue más una risa de nervios que otra cosa. —En fin... ¿con cuál emoción quisieras comenzar?
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  • La bruma flotaba sobre la superficie del lago, difuminando la línea entre el agua y el cielo. La luz de la luna se reflejaba en las aguas tranquilas, creando destellos dorados que parecían danzar al ritmo de una música silenciosa. Allí, sobre una roca cercana a la orilla, se encontraba Lysander Elion Veyrith, conocido entre mortales como Lysander, aunque su verdadero nombre resonaba como un eco celestial: Elion.

    Sus alas negras con reflejos dorados descansaban parcialmente plegadas, y un suspiro del viento hizo ondear su cabello azabache con reflejos plateados. Sus ojos dorados captaban cada movimiento a su alrededor, percibiendo presencias invisibles y ecos de emociones que el agua misma parecía reflejar. La corriente susurraba secretos que sólo él podía entender, y sus labios se movieron apenas, murmurando:
    “바람이言하는 것을 들을 수 있어야 한다.”
    "Debes escuchar lo que el viento susurra."

    Elion no estaba allí por casualidad. Cada piedra, cada brisa, cada reflejo sobre la superficie del lago era parte de su estudio y su vigilancia. Los artefactos antiguos y reliquias que recolectaba tenían que permanecer protegidos, y el mundo humano necesitaba que él observara desde la distancia, sin intervenir… al menos por ahora.

    Se inclinó ligeramente sobre el agua, sus dedos rozando la superficie, creando ondas que se extendían suavemente. Allí, entre el reflejo de la luna y la bruma que abrazaba el lago, Lysander parecía suspendido entre mundos: humano y divino, luz y sombra, visible y etéreo. La tranquilidad del lugar contrastaba con el poder que emanaba de su figura, un recordatorio silencioso de que incluso el viento más suave puede ocultar una tormenta devastadora.

    Y mientras la noche continuaba, Lysander permaneció allí, observando, escuchando, esperando. Un guardián en silencio, el hermano menor de Viktor y Noah, cuya influencia se extendía más allá de lo que los ojos mortales podían comprender. El río sagrado no solo reflejaba la luz de la luna; reflejaba la presencia de un ser cuya historia apenas comenzaba a desplegarse entre la bruma y el viento.
    La bruma flotaba sobre la superficie del lago, difuminando la línea entre el agua y el cielo. La luz de la luna se reflejaba en las aguas tranquilas, creando destellos dorados que parecían danzar al ritmo de una música silenciosa. Allí, sobre una roca cercana a la orilla, se encontraba Lysander Elion Veyrith, conocido entre mortales como Lysander, aunque su verdadero nombre resonaba como un eco celestial: Elion. Sus alas negras con reflejos dorados descansaban parcialmente plegadas, y un suspiro del viento hizo ondear su cabello azabache con reflejos plateados. Sus ojos dorados captaban cada movimiento a su alrededor, percibiendo presencias invisibles y ecos de emociones que el agua misma parecía reflejar. La corriente susurraba secretos que sólo él podía entender, y sus labios se movieron apenas, murmurando: “바람이言하는 것을 들을 수 있어야 한다.” "Debes escuchar lo que el viento susurra." Elion no estaba allí por casualidad. Cada piedra, cada brisa, cada reflejo sobre la superficie del lago era parte de su estudio y su vigilancia. Los artefactos antiguos y reliquias que recolectaba tenían que permanecer protegidos, y el mundo humano necesitaba que él observara desde la distancia, sin intervenir… al menos por ahora. Se inclinó ligeramente sobre el agua, sus dedos rozando la superficie, creando ondas que se extendían suavemente. Allí, entre el reflejo de la luna y la bruma que abrazaba el lago, Lysander parecía suspendido entre mundos: humano y divino, luz y sombra, visible y etéreo. La tranquilidad del lugar contrastaba con el poder que emanaba de su figura, un recordatorio silencioso de que incluso el viento más suave puede ocultar una tormenta devastadora. Y mientras la noche continuaba, Lysander permaneció allí, observando, escuchando, esperando. Un guardián en silencio, el hermano menor de Viktor y Noah, cuya influencia se extendía más allá de lo que los ojos mortales podían comprender. El río sagrado no solo reflejaba la luz de la luna; reflejaba la presencia de un ser cuya historia apenas comenzaba a desplegarse entre la bruma y el viento.
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  • Había desplegado sobre el suelo húmedo los documentos del nuevo contrato. Sus dedos enguantados pasaban las páginas con precisión militar: fotografías borrosas, un mapa del muelle, registros de movimientos nocturnos. Y allí, entre informes aparentemente técnicos, el nombre que la había inquietado la noche anterior. Otra vez. Connor Rowan.

    Cerró los ojos un segundo, aspirando el humo de su cigarro como si fuera aire suficiente para mantener la calma. Sabía que ese nombre era una herida abierta, pero también una trampa.

    El muelle estaba casi desierto a esas horas. Isla Rowan avanzaba entre las sombras con una calma calculada, la capucha negra ocultándole gran parte del rostro.

    Se detuvo detrás de un contenedor y observó. A unos metros, dos hombres armados vigilaban la entrada de un almacén iluminado con luces fluorescentes. Nada fuera de lo común. Pero Isla no se fiaba. Había aprendido que lo evidente rara vez era lo importante.

    Sacó un pequeño visor térmico y lo enfocó hacia el edificio. En el interior, al menos seis figuras más, distribuidas como si esperaran algo… o a alguien. Y entre las cajas, volvió a aparecer ese sello en un documento apilado sobre una mesa metálica: Rowan Industries.

    Isla apretó la mandíbula, sin apartar la mirada. No era casualidad. Nada en su vida lo había sido.

    Guardó el visor y ajustó la pistola en la funda bajo su chaqueta. No necesitaba un plan maestro; su cuerpo se movía por instinto, como siempre. Se deslizó hacia otro ángulo, subiendo a la escalera lateral de un contenedor oxidado para ganar perspectiva. Desde allí, el muelle entero parecía un tablero de ajedrez donde las piezas no sabían que ya estaban condenadas.
    Había desplegado sobre el suelo húmedo los documentos del nuevo contrato. Sus dedos enguantados pasaban las páginas con precisión militar: fotografías borrosas, un mapa del muelle, registros de movimientos nocturnos. Y allí, entre informes aparentemente técnicos, el nombre que la había inquietado la noche anterior. Otra vez. Connor Rowan. Cerró los ojos un segundo, aspirando el humo de su cigarro como si fuera aire suficiente para mantener la calma. Sabía que ese nombre era una herida abierta, pero también una trampa. El muelle estaba casi desierto a esas horas. Isla Rowan avanzaba entre las sombras con una calma calculada, la capucha negra ocultándole gran parte del rostro. Se detuvo detrás de un contenedor y observó. A unos metros, dos hombres armados vigilaban la entrada de un almacén iluminado con luces fluorescentes. Nada fuera de lo común. Pero Isla no se fiaba. Había aprendido que lo evidente rara vez era lo importante. Sacó un pequeño visor térmico y lo enfocó hacia el edificio. En el interior, al menos seis figuras más, distribuidas como si esperaran algo… o a alguien. Y entre las cajas, volvió a aparecer ese sello en un documento apilado sobre una mesa metálica: Rowan Industries. Isla apretó la mandíbula, sin apartar la mirada. No era casualidad. Nada en su vida lo había sido. Guardó el visor y ajustó la pistola en la funda bajo su chaqueta. No necesitaba un plan maestro; su cuerpo se movía por instinto, como siempre. Se deslizó hacia otro ángulo, subiendo a la escalera lateral de un contenedor oxidado para ganar perspectiva. Desde allí, el muelle entero parecía un tablero de ajedrez donde las piezas no sabían que ya estaban condenadas.
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  • La sala estaba llena de humo y murmullos apagados. Isla Rowan permanecía en un rincón, con la chaqueta negra ajustada al cuerpo y los brazos cruzados. Frente a ella, hombres de trajes oscuros discutían contratos, entregas y pagos, sin percibir que ella no estaba allí para negociar. Solo escuchaba, calculaba, anotaba mentalmente cada dato que pudiera ser útil más adelante.

    El contrato que le habían dejado sobre la mesa parecía ordinario: un objetivo, un lugar, una fecha. Pero había algo extraño en los documentos que hizo que sus ojos azules se estrecharan: un nombre conocido. No era una casualidad, y tampoco un error. Guardó la carpeta bajo la chaqueta y se levantó con la misma calma silenciosa que la caracterizaba.

    Cuando salió del edificio, la lluvia recién comenzaba a humedecer las calles. Sus botas negras resonaban contra el pavimento mientras avanzaba entre el neón y los charcos. No miraba a nadie, no saludaba, no percibía los gritos ni los coches que pasaban. Para cualquier transeúnte era solo una sombra más entre luces y humo.

    Sin embargo, la forma en que sus ojos se movían, midiendo cada reflejo y cada esquina, el ritmo seguro de su paso y el silencio absoluto que la rodeaba, dejaban claro que ella no era alguien a quien ignorar. Cualquier persona con ojos suficientes podría notar que Isla Rowan no estaba sola, aunque estuviera sola.

    Y en ese instante, cualquier figura que quisiera acercarse, seguir o simplemente observarla tenía toda la libertad de hacerlo… pero el riesgo de cruzarse con ella sería suyo, no de ella.
    La sala estaba llena de humo y murmullos apagados. Isla Rowan permanecía en un rincón, con la chaqueta negra ajustada al cuerpo y los brazos cruzados. Frente a ella, hombres de trajes oscuros discutían contratos, entregas y pagos, sin percibir que ella no estaba allí para negociar. Solo escuchaba, calculaba, anotaba mentalmente cada dato que pudiera ser útil más adelante. El contrato que le habían dejado sobre la mesa parecía ordinario: un objetivo, un lugar, una fecha. Pero había algo extraño en los documentos que hizo que sus ojos azules se estrecharan: un nombre conocido. No era una casualidad, y tampoco un error. Guardó la carpeta bajo la chaqueta y se levantó con la misma calma silenciosa que la caracterizaba. Cuando salió del edificio, la lluvia recién comenzaba a humedecer las calles. Sus botas negras resonaban contra el pavimento mientras avanzaba entre el neón y los charcos. No miraba a nadie, no saludaba, no percibía los gritos ni los coches que pasaban. Para cualquier transeúnte era solo una sombra más entre luces y humo. Sin embargo, la forma en que sus ojos se movían, midiendo cada reflejo y cada esquina, el ritmo seguro de su paso y el silencio absoluto que la rodeaba, dejaban claro que ella no era alguien a quien ignorar. Cualquier persona con ojos suficientes podría notar que Isla Rowan no estaba sola, aunque estuviera sola. Y en ese instante, cualquier figura que quisiera acercarse, seguir o simplemente observarla tenía toda la libertad de hacerlo… pero el riesgo de cruzarse con ella sería suyo, no de ella.
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  • —Estoy listo para enfrentar a quien se meta en mi camino, nada impedirá que conquiste este lugar — Se encontraba imponente, su cara demostraba confianza en si mismo, su poder que provenía de las sombras brotaba por su cuerpo y la espada que sostenía con su mano derecha, ese poder parecía una nube de oscuridad que se transformaba en un brillo morado al disiparse

    Se encontraba en guardia esperando cualquier movimiento, usualmente no suele bajar su guardia, a menos de que se trate de esa pelirroja que revolvía sus pensamientos

    || Abierto al rol que prefieran, pelea o charla casual
    —Estoy listo para enfrentar a quien se meta en mi camino, nada impedirá que conquiste este lugar — Se encontraba imponente, su cara demostraba confianza en si mismo, su poder que provenía de las sombras brotaba por su cuerpo y la espada que sostenía con su mano derecha, ese poder parecía una nube de oscuridad que se transformaba en un brillo morado al disiparse Se encontraba en guardia esperando cualquier movimiento, usualmente no suele bajar su guardia, a menos de que se trate de esa pelirroja que revolvía sus pensamientos || Abierto al rol que prefieran, pelea o charla casual
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  • El parque estaba casi vacío, bañado por la luz dorada del atardecer. Lilith Blackwood se había instalado en una banca de hierro forjado, cruzando una pierna sobre la otra con elegancia casual.

    Con el celular entre las manos, Lilith deslizaba lentamente por su perfil de Instagram. Las fotos brillaban en la pantalla: poses calculadas, miradas intensas, escenarios urbanos y editoriales. Todo impecable… pero algo no le terminaba de convencer.

    —“¿Demasiado frío? ¿Demasiado perfecto?” —pensó, frunciendo levemente el ceño.

    Amplió una imagen en blanco y negro donde su silueta se recortaba contra un ventanal lluvioso. Era hermosa, sí, pero distante. Cerró los ojos un segundo, dejando que el aire fresco le despeinara un mechón rebelde.

    —“Tal vez necesito algo más crudo… más real. ¿Y si muestro algo de mí fuera del lente? Un detrás de cámaras, una risa espontánea, un momento sin filtro…”

    Feliz y con ideas en la cabeza abrió la app de notas y escribió:
    > “Nueva sesión: luz natural, sin maquillaje. Café, libros, piel real. Mostrarme sin escudos.” <

    Sonrió apenas. No era una decisión definitiva, pero era un comienzo. Guardó el teléfono, se recostó hacia atrás y dejó que el cielo se tiñera sobre su blanco cabello dándole un color dorado mientras cerraba los ojos suavemente.
    El parque estaba casi vacío, bañado por la luz dorada del atardecer. Lilith Blackwood se había instalado en una banca de hierro forjado, cruzando una pierna sobre la otra con elegancia casual. Con el celular entre las manos, Lilith deslizaba lentamente por su perfil de Instagram. Las fotos brillaban en la pantalla: poses calculadas, miradas intensas, escenarios urbanos y editoriales. Todo impecable… pero algo no le terminaba de convencer. —“¿Demasiado frío? ¿Demasiado perfecto?” —pensó, frunciendo levemente el ceño. Amplió una imagen en blanco y negro donde su silueta se recortaba contra un ventanal lluvioso. Era hermosa, sí, pero distante. Cerró los ojos un segundo, dejando que el aire fresco le despeinara un mechón rebelde. —“Tal vez necesito algo más crudo… más real. ¿Y si muestro algo de mí fuera del lente? Un detrás de cámaras, una risa espontánea, un momento sin filtro…” Feliz y con ideas en la cabeza abrió la app de notas y escribió: > “Nueva sesión: luz natural, sin maquillaje. Café, libros, piel real. Mostrarme sin escudos.” < Sonrió apenas. No era una decisión definitiva, pero era un comienzo. Guardó el teléfono, se recostó hacia atrás y dejó que el cielo se tiñera sobre su blanco cabello dándole un color dorado mientras cerraba los ojos suavemente.
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  • La vida había seguido sin él, había dejado Japón, le daba miedo que alguien lo identificara por el contenido que hizo.
    Estaba recién mudado a Corea del Sur, más exactamente Busan.

    Había vendido el departamento que su mamá le dejó en la herencia, también vendió toda su ropa, cerró todas sus redes sociales y comenzó a utilizar el apellido de su papá "Jeon"

    Estaba perdido, bien perdido, pero....¿le daba miedo?
    No. Para nada. Nadie lo reconocía, nadie lo acosaba.

    Ya no era esa pequeña figura afeminada de, había crecido igual que sus hermanos mayores, aún tenía rasgos muy delicados, pero de estatura ya no era lo mismo , ahora estaba en casi el 1.70m.

    Con calma, sacó su cámara profesional, aprovechó que no había ningún auto y corrió a tomar una fotografía.

    Volvió a la banqueta, viendo las fotos con una sonrisa, pero derrepente, la sonrisa se borró. El deseo de desear tener a alguien a quien mostrarle aquello volvió.

    Suspiró, se resignó y comenzó a caminar con la camara en mano, congelando en fotos la vida casual de Busan.
    La vida había seguido sin él, había dejado Japón, le daba miedo que alguien lo identificara por el contenido que hizo. Estaba recién mudado a Corea del Sur, más exactamente Busan. Había vendido el departamento que su mamá le dejó en la herencia, también vendió toda su ropa, cerró todas sus redes sociales y comenzó a utilizar el apellido de su papá "Jeon" Estaba perdido, bien perdido, pero....¿le daba miedo? No. Para nada. Nadie lo reconocía, nadie lo acosaba. Ya no era esa pequeña figura afeminada de, había crecido igual que sus hermanos mayores, aún tenía rasgos muy delicados, pero de estatura ya no era lo mismo , ahora estaba en casi el 1.70m. Con calma, sacó su cámara profesional, aprovechó que no había ningún auto y corrió a tomar una fotografía. Volvió a la banqueta, viendo las fotos con una sonrisa, pero derrepente, la sonrisa se borró. El deseo de desear tener a alguien a quien mostrarle aquello volvió. Suspiró, se resignó y comenzó a caminar con la camara en mano, congelando en fotos la vida casual de Busan.
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  • ¿Qué hacer cuando te enfrentas al némesis, que casualmente ocupa la cabeza, del vampiro milenario que conociste semanas atrás en Italia?

    Un consejo: no os burléis
    ¿Qué hacer cuando te enfrentas al némesis, que casualmente ocupa la cabeza, del vampiro milenario que conociste semanas atrás en Italia? Un consejo: no os burléis
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  • ꧁⚜𝔾𝕣𝕒𝕟 ℝ𝕖-𝕚𝕟𝕒𝕦𝕘𝕦𝕣𝕒𝕔𝕚ó𝕟⚜꧂
    Fandom Hellaverse/Crossover
    Categoría Crossover
    🇱​​🇺​​🇬​​🇦​​🇷​: 𝓗𝓪𝔃𝓫𝓲𝓷 𝓗𝓸𝓽𝓮𝓵

    ʀᴏʟ ɢʀᴜᴘᴀʟ (Se etiquetará a los interesados en comentarios)


    El día llegó finalmente, el gran baile para reinaugurar el hotel Hazbin parecía que sería un completo éxito esa noche pues, muy a diferencia de sus bajas expectativas, muchos invitados se mostraron interesados.

    El salón principal brillaba en todo su esplendor, una recepción digna para la misma realeza pero, a su vez, lo suficientemente casual para no limitar o intimidar a aquellos que quisieran pasar un momento ameno, con la música más variada que pudiera armonizar con todos los gustos, bocadillos desde lo dulce, salado y picante hasta gran variedad de bebidas.

    Revisaba los últimos detalles, sonriendo satisfecho por su trabajo y, más aún, por el apoyo que tuvo para lograr todo en tiempo record.

    —Las invitaciones no tardarán en llegarles.
    Es hora del show~
    🇱​​🇺​​🇬​​🇦​​🇷​: 𝓗𝓪𝔃𝓫𝓲𝓷 𝓗𝓸𝓽𝓮𝓵 ʀᴏʟ ɢʀᴜᴘᴀʟ (Se etiquetará a los interesados en comentarios) El día llegó finalmente, el gran baile para reinaugurar el hotel Hazbin parecía que sería un completo éxito esa noche pues, muy a diferencia de sus bajas expectativas, muchos invitados se mostraron interesados. El salón principal brillaba en todo su esplendor, una recepción digna para la misma realeza pero, a su vez, lo suficientemente casual para no limitar o intimidar a aquellos que quisieran pasar un momento ameno, con la música más variada que pudiera armonizar con todos los gustos, bocadillos desde lo dulce, salado y picante hasta gran variedad de bebidas. Revisaba los últimos detalles, sonriendo satisfecho por su trabajo y, más aún, por el apoyo que tuvo para lograr todo en tiempo record. —Las invitaciones no tardarán en llegarles. Es hora del show~
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    Grupal
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    //Disculpa me banearon la cuenta por una imagen de Klee, ya te he agregado aunque no puedo responderte por que borraron toda la interacción con el ban, pero si te apetece estaré encantada de mencionarte en algo más casual
    //Disculpa me banearon la cuenta por una imagen de Klee, ya te he agregado aunque no puedo responderte por que borraron toda la interacción con el ban, pero si te apetece estaré encantada de mencionarte en algo más casual
    Había derrotado y robado el atuendo a un mago del abismo que rondaba por el bosque. Se paseaba con el atuendo por Mondstadt llegando con Sara al Gran Cazador pidiendo comida.
    Me shockea
    Me entristece
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