• -Enfundada en su kimono Rosa de toda la vida, iba bien abrigada mientras andaba por el bosque de camino a su domicilio en las afueras. Ese año el invierno estaba llegando con un poco más de fuerza de lo habitual, el aire frío le pesaba en los pulmones; pero llevaba buen ritmo...,y esta vez no iba sola.-

    —...ya casi llegamos. No te preocupes

    -En su espalda llevaba a un niño pequeño. Era de las personas más queridas en el pueblo, y gozaba de la valia suficiente para que de vez en cuando algunos padres le confiaran a sus hijos por un día o dos cuando tenían que viajar... Tal fue el caso del pequeño, Roku. Acordaron que irían por el al día siguiente-
    -Enfundada en su kimono Rosa de toda la vida, iba bien abrigada mientras andaba por el bosque de camino a su domicilio en las afueras. Ese año el invierno estaba llegando con un poco más de fuerza de lo habitual, el aire frío le pesaba en los pulmones; pero llevaba buen ritmo...,y esta vez no iba sola.- —...ya casi llegamos. No te preocupes -En su espalda llevaba a un niño pequeño. Era de las personas más queridas en el pueblo, y gozaba de la valia suficiente para que de vez en cuando algunos padres le confiaran a sus hijos por un día o dos cuando tenían que viajar... Tal fue el caso del pequeño, Roku. Acordaron que irían por el al día siguiente-
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  • Encuentro a orillas del Lago
    Fandom Varios
    Categoría Fantasía
    El bosque estaba en silencio.
    Solo el murmullo del viento entre las hojas y el leve crujir de la tierra bajo mis garras rompían la quietud. La luna colgaba alta, filtrando su luz plateada entre las ramas, dibujando sombras que se movían con cada respiración del bosque.

    Tenía hambre.
    Podía sentir el vacío quemando en mi estómago y el pulso acelerado de la presa más cercana, débil, distante... insuficiente. Necesitaba algo más grande, algo que saciara el instinto que rugía en mi interior desde hacía horas.

    Mis alas se abrieron apenas, dejando escapar un susurro áspero entre las membranas al rozar el aire húmedo. La cola se movía lentamente detrás de mí, equilibrando mi paso mientras avanzaba hacia el claro donde el olor del agua era más fuerte. Tal vez un ciervo bajaría al lago.

    La superficie del agua reflejaba el brillo esmeralda de mis ojos cuando me incliné sobre la orilla. Pude ver mis propios rasgos distorsionados: las escamas rojizas en mis brazos, los cuernos que enmarcaban mi cabeza, y la respiración que levantaba leves ondas sobre el agua.

    Y entonces, algo cambió.
    En la distancia, un sonido distinto, un corazón humano, vibrante, vivo, atravesó el aire.
    El bosque estaba en silencio. Solo el murmullo del viento entre las hojas y el leve crujir de la tierra bajo mis garras rompían la quietud. La luna colgaba alta, filtrando su luz plateada entre las ramas, dibujando sombras que se movían con cada respiración del bosque. Tenía hambre. Podía sentir el vacío quemando en mi estómago y el pulso acelerado de la presa más cercana, débil, distante... insuficiente. Necesitaba algo más grande, algo que saciara el instinto que rugía en mi interior desde hacía horas. Mis alas se abrieron apenas, dejando escapar un susurro áspero entre las membranas al rozar el aire húmedo. La cola se movía lentamente detrás de mí, equilibrando mi paso mientras avanzaba hacia el claro donde el olor del agua era más fuerte. Tal vez un ciervo bajaría al lago. La superficie del agua reflejaba el brillo esmeralda de mis ojos cuando me incliné sobre la orilla. Pude ver mis propios rasgos distorsionados: las escamas rojizas en mis brazos, los cuernos que enmarcaban mi cabeza, y la respiración que levantaba leves ondas sobre el agua. Y entonces, algo cambió. En la distancia, un sonido distinto, un corazón humano, vibrante, vivo, atravesó el aire.
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  • el joven cantante se encontraba sentado sobre el tejado de un monasterio observando las tumabs y sus visitantes con atencion -me pregunto cuanto faltara para que yo tambien necesite una lapida- ladeo la cabeza imaginando su propia sepultura -la verdad no quisiera que me enterraran en un cementerio, me gustaria que mi cuerpo fuera enterrado en un valle lleno de flores o en un bosque asi alimentar a la vegetacion con mis restos... cunauq epodria donar mi cuerpo a alguna secta canibal tambien al final ya no lo voy a necesitar estando muerto no?-
    el joven cantante se encontraba sentado sobre el tejado de un monasterio observando las tumabs y sus visitantes con atencion -me pregunto cuanto faltara para que yo tambien necesite una lapida- ladeo la cabeza imaginando su propia sepultura -la verdad no quisiera que me enterraran en un cementerio, me gustaria que mi cuerpo fuera enterrado en un valle lleno de flores o en un bosque asi alimentar a la vegetacion con mis restos... cunauq epodria donar mi cuerpo a alguna secta canibal tambien al final ya no lo voy a necesitar estando muerto no?-
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  • Últimamente los casos me tienen tan absorbido que apenas tengo tiempo para mí, pero hoy he tomado la decisión de tomarme la tarde libre y me he ido con tanatos se paseo por el bosque hace mucho que no lo hacía y me sentido tan bien.
    Últimamente los casos me tienen tan absorbido que apenas tengo tiempo para mí, pero hoy he tomado la decisión de tomarme la tarde libre y me he ido con tanatos se paseo por el bosque hace mucho que no lo hacía y me sentido tan bien.
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  • Silencio en el bosque
    Fandom Oc
    Categoría Suspenso
    -Aquel detective fue llamado nuevamente a una escena. El humo del cigarrillo danzaba entre sus dedos, mientras el aroma amargo del tabaco se mezclaba con el aire húmedo del amanecer. Inhaló profundo, sintiendo cómo la calidez del humo se instalaba en sus pulmones,buscando tal vez calmar una parte inquieta dentro de el. Con cada paso, liberaba una delgada estela gris que se desvanecía a su espalda. Se detuvo al borde del perímetro acordonado, lo bastante cerca para observar cada detalle sin alterar la escena del crimen.-

    Pensé que este sería uno de esos días tranquilos…

    -murmuró con voz baja, un tono entre cansancio y resignación, mientras apagaba el cigarro contra su vieja cigarrera metálica, aquella con iniciales grabadas que solo él entendía, guardandola con la precisión de un ritual, sin dejar rastro alguno más que aquel aroma en su ropa -

    Supongo que me equivoqué.

    -El suelo estaba húmedo, la tierra cediendo bajo sus botas con cada paso que daba, El frío del bosque le calaba los huesos, sin embargo parecía no reaccionar casi como si solo se dedicará a observar la escena, De reojo veía los destellos de las cámaras que capturaban el caos detenido: huellas enlodadas, ramas rotas, una cinta amarilla temblando al ritmo del viento, un par de zapatos dispersos y, junto a un árbol, el cuerpo sin vida de un hombre. El cuello mostraba señales de lucha y a unos metros, un arma junto a lo que parecían ser 2 casquillos a medio enterrar en el lodo-

    ¿Tenemos algún sospechoso? ¿Testigos, tal vez?

    -preguntó sin levantar la voz, mientras ocultaba sus manos en los bolsillos de la gabardina. La forma en que lo dijo no sonó a protocolo, sino a costumbre, a alguien que ya conocía las respuestas antes de oírlas-

    -mientras tanto su mirada recorria la escena con esa mezcla de precisión y melancolía que lo caracterizaba, como si cada cadáver le recordara algo que prefería mantener enterrado. El aroma del último cigarro aún parecía flotar a su alrededor, como una sombra persistente, como si nunca se extinguiera del todo-
    -Aquel detective fue llamado nuevamente a una escena. El humo del cigarrillo danzaba entre sus dedos, mientras el aroma amargo del tabaco se mezclaba con el aire húmedo del amanecer. Inhaló profundo, sintiendo cómo la calidez del humo se instalaba en sus pulmones,buscando tal vez calmar una parte inquieta dentro de el. Con cada paso, liberaba una delgada estela gris que se desvanecía a su espalda. Se detuvo al borde del perímetro acordonado, lo bastante cerca para observar cada detalle sin alterar la escena del crimen.- Pensé que este sería uno de esos días tranquilos… -murmuró con voz baja, un tono entre cansancio y resignación, mientras apagaba el cigarro contra su vieja cigarrera metálica, aquella con iniciales grabadas que solo él entendía, guardandola con la precisión de un ritual, sin dejar rastro alguno más que aquel aroma en su ropa - Supongo que me equivoqué. -El suelo estaba húmedo, la tierra cediendo bajo sus botas con cada paso que daba, El frío del bosque le calaba los huesos, sin embargo parecía no reaccionar casi como si solo se dedicará a observar la escena, De reojo veía los destellos de las cámaras que capturaban el caos detenido: huellas enlodadas, ramas rotas, una cinta amarilla temblando al ritmo del viento, un par de zapatos dispersos y, junto a un árbol, el cuerpo sin vida de un hombre. El cuello mostraba señales de lucha y a unos metros, un arma junto a lo que parecían ser 2 casquillos a medio enterrar en el lodo- ¿Tenemos algún sospechoso? ¿Testigos, tal vez? -preguntó sin levantar la voz, mientras ocultaba sus manos en los bolsillos de la gabardina. La forma en que lo dijo no sonó a protocolo, sino a costumbre, a alguien que ya conocía las respuestas antes de oírlas- -mientras tanto su mirada recorria la escena con esa mezcla de precisión y melancolía que lo caracterizaba, como si cada cadáver le recordara algo que prefería mantener enterrado. El aroma del último cigarro aún parecía flotar a su alrededor, como una sombra persistente, como si nunca se extinguiera del todo-
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  • ATENCION: Contenido sensible. No apto paro todos los lectores.

    "Dónde cesa el dolor"

    Bajo la tenue luz de una lámpara de bombilla desnuda, la sombra de Elisa se proyectaba, temblorosa, contra la pared desconchada de su habitación. Tenía once años, y el miedo era la única compañía que reconocía desde que tenía uso de razón. Fuera, tras la delgada puerta de madera, resonaban los pasos pesados de su padre. Cada talonazo contra el suelo de cemento era el redoble de un tambor que anunciaba una nueva sesión de tormento.

    Esa noche, la furia del hombre había sido peor que de costumbre. La culpa fue un plato de sopa derramado, un accidente infantil que para él fue una afrenta imperdonable. Los golpes, primero puños cerrados, luego las patas de una silla, llovieron sobre su frágil cuerpo con una metódica crueldad. Elisa ya no lloraba. Había aprendido que las lágrimas avivaban la ira, no la apagaban. Se encogió, como un animalito herido, intentando que su mente se fugara lejos de allí, a un campo de flores que una vez vio en un libro de la escuela.

    Pero el cuerpo tiene un límite. Un último e injusto golpe en la cabeza, seco y sordo, apagó la luz de sus ojos. Ya no sintió el dolor. Solo una frialdad repentina que trepó por sus extremidades. Y entonces, dejó de respirar.

    Su pequeña forma yacía inmóvil en el suelo, un cuadro de una tragedia doméstica y silenciosa. Pero Elisa no estaba allí. O sí, pero ya no en ese cuerpo roto. Flotaba, ingrávida, observando la escena con una tranquilidad que nunca antes había conocido. No había miedo. No había tristeza. Solo una paz vasta y profunda, como un océano en calma después de una tormenta eterna.

    Fue entonces cuando Cillian llegó.

    No entró por la puerta. Simplemente estaba allí. No era un espectro con capa y guadaña, ni una figura esquelética y terrorífica. Se manifestó como una silueta serena, envuelta en una penumbra que no era oscuridad, sino la ausencia total de luz y ruido. No tenía rostro definido, pero Elisa sintió una atención inmensa y antigua posarse sobre ella.

    "¿Eres... el final?" preguntó la voz de Elisa, que ya no salía de sus labios, sino de la esencia misma de lo que ahora era.

    La figura se inclinó ligeramente. Su voz no era un sonido, sino un concepto que se implantó directamente en la conciencia de la niña. Era suave como la seda y firme como el granito.

    Soy el fin del dolor, Elisa. Soy el silencio después del grito.

    Una oleada de alivio, tan intensa que casi era tangible, inundó a la niña. Por primera vez en su vida, alguien —o algo— hablaba con una verdad que no hería.

    "¿Vas a llevarme lejos?"

    Sí. A un lugar donde los golpes no existen. Donde las voces no gritan. Donde el miedo se disuelve como el azúcar en la leche.

    Elisa miró hacia su cuerpo, pequeño y quebrado en el suelo. No sentía apego por él. Era la cárcel de la que por fin escapaba. Sintió lástima por la criatura que había estado atrapada allí dentro, pero no era ella ya.

    "Estoy lista", susurró su esencia. "Por favor, llévame. No quiero volver. Nunca más."

    Cillian extendió lo que podría ser una mano, una elongación de la penumbra. Elisa, sin vacilar, se acercó. No había frío en ese contacto, sino una neutralidad perfecta, el equilibrio absoluto.

    Tu vida fue corta y llena de sombras, prosiguió la voz en su mente. Lo siento. No es justo. Pero el viaje ha terminado. Descansarás.

    "¿Habrá luz?" preguntó Elisa, con un atisbo de la curiosidad infantil que la violencia nunca logró arrebatarle del todo. "En los libros... siempre hablan de una luz."

    La figura pareció contemplarla. Para ti, sí. Porque es lo que anhelas. Para otros, es la quietud de un bosque, el abrazo de un ser querido, o simplemente... el sueño eterno. Tú mereces la luz, pequeña guerrera.

    Elisa sintió cómo su esencia comenzaba a desprenderse por completo de la habitación, del olor a alcohol y enfado, del sonido de los ronquidos que ahora emanaban del salón. La figura de la Muerte la envolvía, no como un verdugo, sino como la nodriza más gentil, la madre que nunca tuvo.

    Miró hacia atrás por última vez. Vio su cuerpo, ya solo un cascarón vacío, y supo que la justicia en ese mundo era un concepto falaz. Pero la justicia de lo que venía después era perfecta. Era la cesación de todo sufrimiento.

    "Gracias", dijo Elisa, y fueron las palabras más sinceras que jamás había pronunciado. "Gracias por venir."

    Cillian no respondió con palabras. Solo transmitió una emoción: una aceptación infinita, un "de nada" que abarcaba eones.

    Y entonces, se fueron.

    La habitación quedó en silencio, solo roto por el tic-tac de un reloj viejo. El cuerpo de Elisa estaba en paz, pero la paz verdadera, la que ella anhelaba, no estaba en esa casa. Se la llevaba consigo, de la mano de la única entidad que, en toda su corta y difícil vida, le había ofrecido consuelo y una promesa de quietud. Por fin, por fin, se iba a un lugar donde nadie podría volver a hacerle daño. Y esa partida no era una tragedia, sino la bienvenida a un merecido y eterno descanso.
    ATENCION: Contenido sensible. No apto paro todos los lectores. "Dónde cesa el dolor" Bajo la tenue luz de una lámpara de bombilla desnuda, la sombra de Elisa se proyectaba, temblorosa, contra la pared desconchada de su habitación. Tenía once años, y el miedo era la única compañía que reconocía desde que tenía uso de razón. Fuera, tras la delgada puerta de madera, resonaban los pasos pesados de su padre. Cada talonazo contra el suelo de cemento era el redoble de un tambor que anunciaba una nueva sesión de tormento. Esa noche, la furia del hombre había sido peor que de costumbre. La culpa fue un plato de sopa derramado, un accidente infantil que para él fue una afrenta imperdonable. Los golpes, primero puños cerrados, luego las patas de una silla, llovieron sobre su frágil cuerpo con una metódica crueldad. Elisa ya no lloraba. Había aprendido que las lágrimas avivaban la ira, no la apagaban. Se encogió, como un animalito herido, intentando que su mente se fugara lejos de allí, a un campo de flores que una vez vio en un libro de la escuela. Pero el cuerpo tiene un límite. Un último e injusto golpe en la cabeza, seco y sordo, apagó la luz de sus ojos. Ya no sintió el dolor. Solo una frialdad repentina que trepó por sus extremidades. Y entonces, dejó de respirar. Su pequeña forma yacía inmóvil en el suelo, un cuadro de una tragedia doméstica y silenciosa. Pero Elisa no estaba allí. O sí, pero ya no en ese cuerpo roto. Flotaba, ingrávida, observando la escena con una tranquilidad que nunca antes había conocido. No había miedo. No había tristeza. Solo una paz vasta y profunda, como un océano en calma después de una tormenta eterna. Fue entonces cuando Cillian llegó. No entró por la puerta. Simplemente estaba allí. No era un espectro con capa y guadaña, ni una figura esquelética y terrorífica. Se manifestó como una silueta serena, envuelta en una penumbra que no era oscuridad, sino la ausencia total de luz y ruido. No tenía rostro definido, pero Elisa sintió una atención inmensa y antigua posarse sobre ella. "¿Eres... el final?" preguntó la voz de Elisa, que ya no salía de sus labios, sino de la esencia misma de lo que ahora era. La figura se inclinó ligeramente. Su voz no era un sonido, sino un concepto que se implantó directamente en la conciencia de la niña. Era suave como la seda y firme como el granito. Soy el fin del dolor, Elisa. Soy el silencio después del grito. Una oleada de alivio, tan intensa que casi era tangible, inundó a la niña. Por primera vez en su vida, alguien —o algo— hablaba con una verdad que no hería. "¿Vas a llevarme lejos?" Sí. A un lugar donde los golpes no existen. Donde las voces no gritan. Donde el miedo se disuelve como el azúcar en la leche. Elisa miró hacia su cuerpo, pequeño y quebrado en el suelo. No sentía apego por él. Era la cárcel de la que por fin escapaba. Sintió lástima por la criatura que había estado atrapada allí dentro, pero no era ella ya. "Estoy lista", susurró su esencia. "Por favor, llévame. No quiero volver. Nunca más." Cillian extendió lo que podría ser una mano, una elongación de la penumbra. Elisa, sin vacilar, se acercó. No había frío en ese contacto, sino una neutralidad perfecta, el equilibrio absoluto. Tu vida fue corta y llena de sombras, prosiguió la voz en su mente. Lo siento. No es justo. Pero el viaje ha terminado. Descansarás. "¿Habrá luz?" preguntó Elisa, con un atisbo de la curiosidad infantil que la violencia nunca logró arrebatarle del todo. "En los libros... siempre hablan de una luz." La figura pareció contemplarla. Para ti, sí. Porque es lo que anhelas. Para otros, es la quietud de un bosque, el abrazo de un ser querido, o simplemente... el sueño eterno. Tú mereces la luz, pequeña guerrera. Elisa sintió cómo su esencia comenzaba a desprenderse por completo de la habitación, del olor a alcohol y enfado, del sonido de los ronquidos que ahora emanaban del salón. La figura de la Muerte la envolvía, no como un verdugo, sino como la nodriza más gentil, la madre que nunca tuvo. Miró hacia atrás por última vez. Vio su cuerpo, ya solo un cascarón vacío, y supo que la justicia en ese mundo era un concepto falaz. Pero la justicia de lo que venía después era perfecta. Era la cesación de todo sufrimiento. "Gracias", dijo Elisa, y fueron las palabras más sinceras que jamás había pronunciado. "Gracias por venir." Cillian no respondió con palabras. Solo transmitió una emoción: una aceptación infinita, un "de nada" que abarcaba eones. Y entonces, se fueron. La habitación quedó en silencio, solo roto por el tic-tac de un reloj viejo. El cuerpo de Elisa estaba en paz, pero la paz verdadera, la que ella anhelaba, no estaba en esa casa. Se la llevaba consigo, de la mano de la única entidad que, en toda su corta y difícil vida, le había ofrecido consuelo y una promesa de quietud. Por fin, por fin, se iba a un lugar donde nadie podría volver a hacerle daño. Y esa partida no era una tragedia, sino la bienvenida a un merecido y eterno descanso.
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  • Que lindo cuando el bosque está nevado

    Pensamientos internos: Andaría sin ropa si fuera posible

    Digo- no para nada, soy una joven bien portada, pero a lo que voy, me encanta la nieve y los días fríos aunque cuando son muy fríos me enfermo mucho ;-;

    Pero da igual, me recupero rápido
    Que lindo cuando el bosque está nevado Pensamientos internos: Andaría sin ropa si fuera posible Digo- no para nada, soy una joven bien portada, pero a lo que voy, me encanta la nieve y los días fríos aunque cuando son muy fríos me enfermo mucho ;-; Pero da igual, me recupero rápido
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  • Crónicas del Olvido - Epilogo: El Último Portador

    El Corazón del Vacío colapsó. El Señor de las Sombras no explotó ni se desintegró. Simplemente… dejó de existir. Como si nunca hubiera estado allí.
    Kael, de pie en el centro, con el Amuleto del Destino completo en sus manos, cayó de rodillas.
    No por dolor. Por todo lo que había perdido.

    El Templo del Viento – En honor a Sira
    Cada año, Kael regresa al Templo del Viento. No entra. Se sienta en la entrada, donde la corriente aún canta.
    Saca la daga de Sira, la coloca sobre una piedra pulida por el tiempo, y espera.

    Kael (en voz baja): “El viento no se detiene. Solo cambia de dirección.”

    Las hojas giran. El aire se arremolina. Y Kael escucha, sin buscar respuestas. Solo presencia.

    El Templo de Ceniza – En honor a Tharos
    En Aeloria, Kael camina entre campos que florecen con fuego controlado. En el altar del templo, coloca la piedra incandescente.
    El calor no quema. Abraza.

    Kael: “Tu fuego no destruyó. Iluminó lo que no queríamos ver.”

    El templo vibra. Las llamas bailan sin consumir. Y Kael se queda hasta que el sol se oculta.

    El Templo del Bosque – En honor a Elen

    En el corazón del Bosque de los Ancestros, Kael encuentra el árbol que creció donde Elen cayó. En sus ramas, flores que solo brotan en primavera.

    Kael coloca la flor que recogió aquel día en una raíz expuesta, y se sienta.

    Kael: “Tu memoria no se perdió. Se convirtió en raíz.”

    El árbol susurra. Las criaturas mágicas se acercan. Y Kael permanece, sin magia. Solo con manos temblorosas.

    Kael no fundó academias. No lideró reinos. Viajó solo, llevando el Amuleto en una caja tallada por él mismo, sin hechizos. Solo con intención.
    En el Templo de la Luz Silente, dejó el Amuleto y su libro: Crónicas del Olvido.

    “No somos el final. Somos el comienzo.”


    Kael desapareció. Nadie lo buscó. Porque sabían que su historia… ya estaba completa.

    Pero en cada rincón, en cada flor, en cada corriente de viento, se siente el eco de una promesa:

    “La luz no muere. Solo espera.”



    Crónicas del Olvido - Epilogo: El Último Portador El Corazón del Vacío colapsó. El Señor de las Sombras no explotó ni se desintegró. Simplemente… dejó de existir. Como si nunca hubiera estado allí. Kael, de pie en el centro, con el Amuleto del Destino completo en sus manos, cayó de rodillas. No por dolor. Por todo lo que había perdido. El Templo del Viento – En honor a Sira Cada año, Kael regresa al Templo del Viento. No entra. Se sienta en la entrada, donde la corriente aún canta. Saca la daga de Sira, la coloca sobre una piedra pulida por el tiempo, y espera. Kael (en voz baja): “El viento no se detiene. Solo cambia de dirección.” Las hojas giran. El aire se arremolina. Y Kael escucha, sin buscar respuestas. Solo presencia. El Templo de Ceniza – En honor a Tharos En Aeloria, Kael camina entre campos que florecen con fuego controlado. En el altar del templo, coloca la piedra incandescente. El calor no quema. Abraza. Kael: “Tu fuego no destruyó. Iluminó lo que no queríamos ver.” El templo vibra. Las llamas bailan sin consumir. Y Kael se queda hasta que el sol se oculta. El Templo del Bosque – En honor a Elen En el corazón del Bosque de los Ancestros, Kael encuentra el árbol que creció donde Elen cayó. En sus ramas, flores que solo brotan en primavera. Kael coloca la flor que recogió aquel día en una raíz expuesta, y se sienta. Kael: “Tu memoria no se perdió. Se convirtió en raíz.” El árbol susurra. Las criaturas mágicas se acercan. Y Kael permanece, sin magia. Solo con manos temblorosas. Kael no fundó academias. No lideró reinos. Viajó solo, llevando el Amuleto en una caja tallada por él mismo, sin hechizos. Solo con intención. En el Templo de la Luz Silente, dejó el Amuleto y su libro: Crónicas del Olvido. “No somos el final. Somos el comienzo.” Kael desapareció. Nadie lo buscó. Porque sabían que su historia… ya estaba completa. Pero en cada rincón, en cada flor, en cada corriente de viento, se siente el eco de una promesa: “La luz no muere. Solo espera.”
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    ¡HEY, FICROLERS 3D!
    ¡Hoy tenemos una gran llegada de nuevos personajes 3D a la comunidad!

    Denle una cálida bienvenida a...

    ㅤㅤㅤㅤㅤ Conde Vlad

    ㅤㅤㅤㅤㅤ Raza: Vampiro
    ㅤㅤㅤㅤㅤ Fandom: Dracula A Love Tale
    ㅤㅤㅤㅤㅤ Conde


    ㅤㅤㅤㅤㅤ Visenya Targaryen



    ㅤㅤㅤㅤㅤ ꧁༺ Lʏssᴀrᴀ Vᴀᴇʟᴛʜᴏʀɴ ༻꧂

    ㅤㅤㅤㅤㅤ Raza: Mujer loba mitad vampira
    ㅤㅤㅤㅤㅤ Fandom: OC
    ㅤㅤㅤㅤㅤ Fotografa y dueña de un santuario
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤde animales en el bosque


    ㅤㅤㅤㅤㅤ Logan

    ㅤㅤㅤㅤㅤ Raza: Mutsnte
    ㅤㅤㅤㅤㅤ Fandom: Marvel
    ㅤㅤㅤㅤㅤ Miembro de los Xmen


    ¡Bienvenid@s a FicRol! Nos alegra muchísimo teneros por aquí. Esta comunidad está llena de historias por descubrir, personajes con los que conectar y mucho espacio para que desarrolléis los vuestros a vuestro ritmo.


    Yo soy Caroline, vuestra RolSage, algo así como una guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada!


    Antes de lanzaros al rol, os dejo por aquí algunos enlaces útiles que os harán la vida más fácil:


    Normas básicas de la plataforma:
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    Guías y miniguías para no perderse:
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    https://ficrol.com/pages/RinconEscritor 


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    #RolSage3D #Bienvenida3D #NuevosPersonajes3D #ComunidadFicRol
    ✨ ¡HEY, FICROLERS 3D! ✨ ¡Hoy tenemos una gran llegada de nuevos personajes 3D a la comunidad! 🎉 Denle una cálida bienvenida a... ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [orbit_yellow_goat_502] ㅤㅤㅤㅤㅤ 🧬 Raza: Vampiro ㅤㅤㅤㅤㅤ 👾 Fandom: Dracula A Love Tale ㅤㅤㅤㅤㅤ 💼 Conde ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [cyclone_emerald_lizard_955] ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [haze_salmon_frog_321] ㅤㅤㅤㅤㅤ 🧬 Raza: Mujer loba mitad vampira ㅤㅤㅤㅤㅤ 👾 Fandom: OC ㅤㅤㅤㅤㅤ 💼 Fotografa y dueña de un santuario ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤde animales en el bosque ㅤㅤㅤㅤㅤ ✨ [tempest_aqua_panda_883] ㅤㅤㅤㅤㅤ 🧬Raza: Mutsnte ㅤㅤㅤㅤㅤ 👾 Fandom: Marvel ㅤㅤㅤㅤㅤ 💼 Miembro de los Xmen 👋 ¡Bienvenid@s a FicRol! Nos alegra muchísimo teneros por aquí. Esta comunidad está llena de historias por descubrir, personajes con los que conectar y mucho espacio para que desarrolléis los vuestros a vuestro ritmo. 🧙‍♀️ Yo soy Caroline, vuestra RolSage, algo así como una guía en el mundo de los Personajes 3D. Si tienes dudas, necesitas ayuda o simplemente quieres charlar, mis DMs están abiertos. Además, en mi fanpage encontrarás guías súper detalladas sobre el funcionamiento de FicRol. ¡Dale like para no perderte nada! 🧭 Antes de lanzaros al rol, os dejo por aquí algunos enlaces útiles que os harán la vida más fácil: 📌 Normas básicas de la plataforma: 🔗 https://ficrol.com/static/guidelines  📖 Guías y miniguías para no perderse: 🔗 https://ficrol.com/blogs/147711/ÍNDICE-DE-GUIAS-Y-MINIGUIAS  🌍 Grupo exclusivo para Personajes 3D: 🔗 https://ficrol.com/groups/Personajes3D 📚 Directorios para encontrar rol y fandoms afines 🔗 Directorio de Personajes 3D: https://ficrol.com/blogs/181793/DIRECTORIO-PERSONAJES-3D-Y-FANDOMS   🔗 Fandoms 3D en FicRol: https://ficrol.com/blogs/151304/FANDOMS-PERSONAJES-3D-EN-FICROL  ✍️ Consejos para mejorar escritura y narración 🔗 https://ficrol.com/pages/RinconEscritor  ¡Estamos deseando ver a vuestros personajes en acción! 🚀🔥 #RolSage3D #Bienvenida3D #NuevosPersonajes3D #ComunidadFicRol
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  • La lobezna se encontraba en el bosque, para ella esos lugares eran su hogar, le encantaba observar el pequeño lago que había cerca de su santuario pero siempre estaba alerta, nunca podía despegar su preocupación a que la estuvieran acechando, después de todo era una loba sin manada, una loba que huía siempre y que no tenía hogar

    - Debería volver al santuario...

    Suspiró, sus ojos color ámbar volvieron a ser ojos normales, se levantó y partió hasta el santuario el cual cuidaba y era dueña
    La lobezna se encontraba en el bosque, para ella esos lugares eran su hogar, le encantaba observar el pequeño lago que había cerca de su santuario pero siempre estaba alerta, nunca podía despegar su preocupación a que la estuvieran acechando, después de todo era una loba sin manada, una loba que huía siempre y que no tenía hogar - Debería volver al santuario... Suspiró, sus ojos color ámbar volvieron a ser ojos normales, se levantó y partió hasta el santuario el cual cuidaba y era dueña
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