• —Se notaba a la legua que Ruto estaba disgustada, y que solo se portaba así para molestarle. Aún así... Está se la iba a guardar a Sidón . Ya podía tener una buena excusa o se le iban a caer las escamas—
    —Se notaba a la legua que Ruto estaba disgustada, y que solo se portaba así para molestarle. Aún así... Está se la iba a guardar a [shimmer_sapphire_monkey_595]. Ya podía tener una buena excusa o se le iban a caer las escamas—
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  • Little Stranger
    Fandom The legend of Zelda
    Categoría Slice of Life
    Rol privado con: Sidón

    —Obviamente, pudo volver poner los arreos a Epona y montar sobre ella, por supuesto con la princesa detrás. La verdad no le molestaba cabalgar con Ruto y de hecho, se lo habría propuesto por mera cortesía. Así, llegaron pronto al palacio. Aún así, siguió igual de vengativa, comportándose de aquel modo caprichoso, lo peor es que ella lo estaba haciendo totalmente a drede, la verdad es que no la culpaba por estar tan enfadada. Había visitado a la mayor parte de sus amigos o al menos a los que seguían vivos, pero nunca logró sacar un hueco para ella.

    Cenaron juntos y excepto por aquellas pequeñas puyitas y el cínico acoso, fue divertido ¿El problema? es que a Ruto era impulsiva. Al parecer eso era habitual en los gobernantes zora y Mipha fue la excepción a la regla, y a esta se le fue la mano celebrando con el vino y… bueno, el acoso dejó de ser tan sarcástico para volverse algo un poco más preocupante. Así que, como pudo la dejó en su habitacion y remarcamos el como pudo por que la princesa parecía tener garras de halcón para quererlo arrastrar a los aposentos con ella… Que ojo, estaba claro que nada iba a pasar, más de una vez entre conversaciones se habían quedado dormidos abrazados como buenos amigos. Pero, tanto con ella, como con Zelda, Saria, Malon, obviamente con Sidón también y con cualquier amigo que anduviera charlando hasta tarde. En eso no hacía distinciones. Pero, teniendo en cuenta que era una princesa y no estaba en pleno uso de sus facultades, decidió usar uno de los pasadizos secretos del castillo y dejarla durmiendo la mona.

    Ya habría tiempo al día siguiente para disculparse. Tanto por haberla dejado a parte como por haberse ido por un pasadizo secreto.

    En este caso, la salida dio a la entrada a uno de los bosques cercanos a la ciudad. Tentado estuvo de sacar su ocarina y tocar la canción de Epona, para volverse cabalgando a la posada. Aunque… a decir verdad, había luna llena y se veía enorme y clara. Tampoco quería despertar a nadie, así que sencillamente, se echó a andar pues tampoco tenía sueño como para irse a dormir, a fin de cuentas, tampoco era muy tarde. Gracioso fue que, aunque sabía que no había peligro alguno tan cerca de la ciudad, tenía tan interiorizado el estar vagando siempre por lugares inhóspitos lejos de la civilización, que automáticamente ya se había acostumbrado a que su paso normal, por el bosque no hiciera ruido alguno.

    Pese a que caminaba muy distraído, ni si quiera viendo realmente que habia delante y que no. Se encontraba demasiado ocupado dándole vueltas a todo el asunto de Sidón y a que, estaba más que claro que algo escondía. Preocupado, pensando en cómo podría ayudarle aún sin saber lo que sucedía, siguió andando sin rumbo alguno, hasta que chocó contra una espalda. Una robusta y más alta que él—
    Rol privado con: [shimmer_sapphire_monkey_595] —Obviamente, pudo volver poner los arreos a Epona y montar sobre ella, por supuesto con la princesa detrás. La verdad no le molestaba cabalgar con Ruto y de hecho, se lo habría propuesto por mera cortesía. Así, llegaron pronto al palacio. Aún así, siguió igual de vengativa, comportándose de aquel modo caprichoso, lo peor es que ella lo estaba haciendo totalmente a drede, la verdad es que no la culpaba por estar tan enfadada. Había visitado a la mayor parte de sus amigos o al menos a los que seguían vivos, pero nunca logró sacar un hueco para ella. Cenaron juntos y excepto por aquellas pequeñas puyitas y el cínico acoso, fue divertido ¿El problema? es que a Ruto era impulsiva. Al parecer eso era habitual en los gobernantes zora y Mipha fue la excepción a la regla, y a esta se le fue la mano celebrando con el vino y… bueno, el acoso dejó de ser tan sarcástico para volverse algo un poco más preocupante. Así que, como pudo la dejó en su habitacion y remarcamos el como pudo por que la princesa parecía tener garras de halcón para quererlo arrastrar a los aposentos con ella… Que ojo, estaba claro que nada iba a pasar, más de una vez entre conversaciones se habían quedado dormidos abrazados como buenos amigos. Pero, tanto con ella, como con Zelda, Saria, Malon, obviamente con Sidón también y con cualquier amigo que anduviera charlando hasta tarde. En eso no hacía distinciones. Pero, teniendo en cuenta que era una princesa y no estaba en pleno uso de sus facultades, decidió usar uno de los pasadizos secretos del castillo y dejarla durmiendo la mona. Ya habría tiempo al día siguiente para disculparse. Tanto por haberla dejado a parte como por haberse ido por un pasadizo secreto. En este caso, la salida dio a la entrada a uno de los bosques cercanos a la ciudad. Tentado estuvo de sacar su ocarina y tocar la canción de Epona, para volverse cabalgando a la posada. Aunque… a decir verdad, había luna llena y se veía enorme y clara. Tampoco quería despertar a nadie, así que sencillamente, se echó a andar pues tampoco tenía sueño como para irse a dormir, a fin de cuentas, tampoco era muy tarde. Gracioso fue que, aunque sabía que no había peligro alguno tan cerca de la ciudad, tenía tan interiorizado el estar vagando siempre por lugares inhóspitos lejos de la civilización, que automáticamente ya se había acostumbrado a que su paso normal, por el bosque no hiciera ruido alguno. Pese a que caminaba muy distraído, ni si quiera viendo realmente que habia delante y que no. Se encontraba demasiado ocupado dándole vueltas a todo el asunto de Sidón y a que, estaba más que claro que algo escondía. Preocupado, pensando en cómo podría ayudarle aún sin saber lo que sucedía, siguió andando sin rumbo alguno, hasta que chocó contra una espalda. Una robusta y más alta que él—
    Tipo
    Individual
    Líneas
    Cualquier línea
    Estado
    Disponible
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  • Mira que bonito... Me abandonas con la loca de Ruto y ahora me abrazas...

    Sidón
    Mira que bonito... Me abandonas con la loca de Ruto y ahora me abrazas... [shimmer_sapphire_monkey_595]
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  • .
    Cho abrió la puerta de la enorme casa, sintiendo cómo el eco del cerrojo resonaba en el vacío. Un silencio profundo la recibió, denso pero familiar. Se quitó los zapatos junto a la entrada, empujándolos con el pie hacia un rincón del mueble zapatero. Sus pasos descalzos resonaron ligeros en el suelo de mármol mientras recorría el pasillo iluminado con luces cálidas.

    La sala estaba impecable, como siempre. No había rastros de vida reciente: los cojines perfectamente colocados en el sofá, ni una taza en la mesa, ni el sonido de risas o de la televisión encendida. La ausencia era evidente.

    Dejó caer su mochila sobre el sillón más cercano, dejándose hundir en la suavidad del cuero mientras suspiraba. Su padre debía haber salido con su esposa y el niño. Era típico de él organizar cenas espontáneas para pasar tiempo con ellos, aunque rara vez le preguntaba si quería unirse.

    "Supongo que no le pasó por la cabeza invitarme…" murmuró, encogiéndose de hombros. No estaba molesta, al menos no mucho. Había aprendido a no esperar demasiado de estas dinámicas familiares. Su madrastra siempre parecía incómoda cuando Cho estaba cerca, y su medio hermano, aunque simpático, era un niño pequeño que solía cansarla rápido.

    Se levantó del sofá y caminó hacia la cocina, el espacio más amplio y frío de la casa. Abrió el refrigerador, revisando el contenido sin mucho entusiasmo. Sobras de alguna cena anterior, ensaladas perfectamente ordenadas en recipientes de vidrio, pero nada que realmente se le antojara. Cerró la puerta con un golpe suave y apoyó la frente contra ella, exhalando un largo suspiro.

    Después de un momento de contemplación, sacó su teléfono y abrió la app de comida a domicilio. Era más sencillo pedir algo con la tarjeta que su papá le había dado para evitar que le estuviera pidiendo dinero a cada rato. Elegir entre tantas opciones fue el único dilema. Finalmente, decidió por una hamburguesa doble con papas y un batido de chocolate. Algo reconfortante y lleno de calorías, justo lo que necesitaba esa noche.

    Mientras esperaba su pedido, subió a su habitación en el segundo piso, dejando el eco de sus pasos en la escalera de madera. Cerró la puerta detrás de ella y encendió las luces, observando su espacio. A diferencia del resto de la casa, su habitación tenía vida: pósters en las paredes, libros apilados en el escritorio, y una manta desordenada sobre la cama.

    Se dejó caer sobre el colchón, agarrando su tablet para ponerse al día con la serie que había dejado a medias. Aunque la casa era enorme, se sentía cómoda en la burbuja que había creado en su habitación. No necesitaba más esa noche.

    Cuando el timbre sonó, bajó corriendo las escaleras, casi tropezando en el último peldaño. Firmó el recibo y tomó la bolsa con la comida, agradeciendo al repartidor antes de cerrar la puerta. Regresó a su habitación con su botín, dispuesta a disfrutar de su pequeña cena para uno mientras el resto de la casa seguía vacía.

    Al menos, en ese enorme espacio que a veces se sentía demasiado grande para ella, había aprendido a encontrar consuelo en su soledad.

    . Cho abrió la puerta de la enorme casa, sintiendo cómo el eco del cerrojo resonaba en el vacío. Un silencio profundo la recibió, denso pero familiar. Se quitó los zapatos junto a la entrada, empujándolos con el pie hacia un rincón del mueble zapatero. Sus pasos descalzos resonaron ligeros en el suelo de mármol mientras recorría el pasillo iluminado con luces cálidas. La sala estaba impecable, como siempre. No había rastros de vida reciente: los cojines perfectamente colocados en el sofá, ni una taza en la mesa, ni el sonido de risas o de la televisión encendida. La ausencia era evidente. Dejó caer su mochila sobre el sillón más cercano, dejándose hundir en la suavidad del cuero mientras suspiraba. Su padre debía haber salido con su esposa y el niño. Era típico de él organizar cenas espontáneas para pasar tiempo con ellos, aunque rara vez le preguntaba si quería unirse. "Supongo que no le pasó por la cabeza invitarme…" murmuró, encogiéndose de hombros. No estaba molesta, al menos no mucho. Había aprendido a no esperar demasiado de estas dinámicas familiares. Su madrastra siempre parecía incómoda cuando Cho estaba cerca, y su medio hermano, aunque simpático, era un niño pequeño que solía cansarla rápido. Se levantó del sofá y caminó hacia la cocina, el espacio más amplio y frío de la casa. Abrió el refrigerador, revisando el contenido sin mucho entusiasmo. Sobras de alguna cena anterior, ensaladas perfectamente ordenadas en recipientes de vidrio, pero nada que realmente se le antojara. Cerró la puerta con un golpe suave y apoyó la frente contra ella, exhalando un largo suspiro. Después de un momento de contemplación, sacó su teléfono y abrió la app de comida a domicilio. Era más sencillo pedir algo con la tarjeta que su papá le había dado para evitar que le estuviera pidiendo dinero a cada rato. Elegir entre tantas opciones fue el único dilema. Finalmente, decidió por una hamburguesa doble con papas y un batido de chocolate. Algo reconfortante y lleno de calorías, justo lo que necesitaba esa noche. Mientras esperaba su pedido, subió a su habitación en el segundo piso, dejando el eco de sus pasos en la escalera de madera. Cerró la puerta detrás de ella y encendió las luces, observando su espacio. A diferencia del resto de la casa, su habitación tenía vida: pósters en las paredes, libros apilados en el escritorio, y una manta desordenada sobre la cama. Se dejó caer sobre el colchón, agarrando su tablet para ponerse al día con la serie que había dejado a medias. Aunque la casa era enorme, se sentía cómoda en la burbuja que había creado en su habitación. No necesitaba más esa noche. Cuando el timbre sonó, bajó corriendo las escaleras, casi tropezando en el último peldaño. Firmó el recibo y tomó la bolsa con la comida, agradeciendo al repartidor antes de cerrar la puerta. Regresó a su habitación con su botín, dispuesta a disfrutar de su pequeña cena para uno mientras el resto de la casa seguía vacía. Al menos, en ese enorme espacio que a veces se sentía demasiado grande para ella, había aprendido a encontrar consuelo en su soledad.
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    Ya no tengo la ficha de mi elfo..
    La perdí junto a los chat de WhatsApp...

    Llora..* //
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    Me entristece
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    𝐆𝐑𝐀𝐘𝐒𝐎𝐍 𝐀𝐑𝐆𝐄𝐍𝐓 Muchas gracias por la rosa, te quiero
    WhatsApp [ThxArgent91] 💬Muchas gracias por la rosa, te quiero ❤️
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    I will be so happy to feel so free,
    Knowing that you know me
    I will be so happy to feel so free, Knowing that you know me 🎵
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    //Me encanta por que Sidón no comenta nada, pero si le da corazón a todo. No puedo evitar imaginarme al personaje, espiando a Link todo escondidito crusheado (?)
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    Me enjaja
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  • — I can be your sugar when you're fiendin' for that sweet spot
    Put me in your mouth, baby, and eat it 'til your teeth rot
    I can be your cherry, apple, pecan, or your key lime
    Baby, I got everything and so much more than she's got

    — I can be your sugar when you're fiendin' for that sweet spot Put me in your mouth, baby, and eat it 'til your teeth rot I can be your cherry, apple, pecan, or your key lime Baby, I got everything and so much more than she's got 🎤 —
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