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Emmeline Bletchley
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¤Paseaba nervioso por el pequeño salón de su modesto apartamento -y eso que llamarlo apartamento era decir mucho-. Su mirada intentaba evitar por completo la portada de El Profeta donde la bonachona cara de Florean Bones sonreía a cámara en una de esas fotos de archivo que guarda el Ministerio de Magia para las fotos del carné profesional. Debía de ser el único mago que habia dedicado una sonrisa ingenua a cámara en la historia de la creación del propio Ministerio como institución. Y ahora el muy gilipollas estaba… ¿qué? ¿Muerto? No.
Eso era lo que El Profeta intentaba hacer creer, como siempre. Tapándolo todo. Incapaces de ver una conspiración aunque se llevase a cabo delante de sus propias narices. No. Allí debía de haber algo más. Habia mucho más…
Una semana antes, la ultima vez que Acheron habia visto a Bones este ultimo le habia insinuado que tenia conocimiento de un secreto, uno que podía poner en riesgo a muchas personas del mundo mágico. Un secreto que podía hacer tambalear y resquebrajar los, ya de por sí, débiles cimientos de la comunidad mágica británica. Decía que estaba cerca de desentrañar toda aquella maraña, que no podía compartirlo con nadie y… de pronto… puf.
Desapareció.
De él solo quedaba esa estúpida foto que Acheron estaba seguro el camarógrafo del Ministerio habia desistido de repetir una y otra vez…
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-Vamos, preciosa… ¿Dónde estás? -canturreaba Acheron en bajito
Habia pasado cuatro años colaborando con Florean Bones y, tras su desaparición, todos sus casos abiertos habían pasado a manos de la joven, brillante y audaz Emmeline Bletchley. Una auror preciosa capaz de desentrañar cualquier misterio. Si ella habia hecho sus deberes cuando encontró el nombre del mago en la lista de informantes de Bones, Acheron tambien habia estado recopilando información acerca de la rubia. Y su expediente era… asombroso para una bruja de tan corta edad.
Hasta el momento lo único que Acheron habia estado haciendo para Emmeline era… mero trabajo de campo, información “para niños”, nada difícil… Intentando poner a prueba a la rubia, intentando descubrir si era de confianza. Tanto como lo fue Florean. Y no habia decepcionado a Acheron. Para nada.
Y ahora… Ahora… Acheron la necesitaba. Y puede que aquella decisión cambiase su vida. Sus vidas. Para siempre. Porque Acheron acababa de darse cuenta de algo… No podía seguir investigando solo. Era el momento de dejar de actuar como un zorro solitario. Si habia confiado en Florean… Ahora debía confiar en Emmeline….
Ella era la única opción que Florean Bones tenía.
El Ravenclaw habia pasado las ultimas semanas investigando en cada rincón del país, en cada esquina, en cada bar, cantina o callejuela. Habia reunido informes, testimonios y, no podemos revelar como lo hizo, tenia los archivos del propio Florean.
Y habia encontrado… patrones sospechosos en todos estos casos… Los informes habían sido manipulados… Varias hojas, archivos y datos habían desaparecido… Se habían esfumado. Sin más.
La única opción que tenia Acheron era que alguien lo colase en el Ministerio. Y ella era su única opción. Sabía que tendría que trabajar con Emmeline, que tendría que confiar en ella, y que ella tendría que confiar en él…
Aquella era la razon por la cual habia enviado un patronus, la noche anterior, al despacho de la rubia citándola en aquella cantina de un pueblecito perdido al oeste de Gales, sabiendo que allí seria menos probable que alguien pudiera escucharlos. Y, por si acaso habia creado un hechizo burbuja que haría que ningún ser mágico pudiera verlos sentados a aquella mesa. Aquello tenía que servir..
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¤Paseaba nervioso por el pequeño salón de su modesto apartamento -y eso que llamarlo apartamento era decir mucho-. Su mirada intentaba evitar por completo la portada de El Profeta donde la bonachona cara de Florean Bones sonreía a cámara en una de esas fotos de archivo que guarda el Ministerio de Magia para las fotos del carné profesional. Debía de ser el único mago que habia dedicado una sonrisa ingenua a cámara en la historia de la creación del propio Ministerio como institución. Y ahora el muy gilipollas estaba… ¿qué? ¿Muerto? No.
Eso era lo que El Profeta intentaba hacer creer, como siempre. Tapándolo todo. Incapaces de ver una conspiración aunque se llevase a cabo delante de sus propias narices. No. Allí debía de haber algo más. Habia mucho más…
Una semana antes, la ultima vez que Acheron habia visto a Bones este ultimo le habia insinuado que tenia conocimiento de un secreto, uno que podía poner en riesgo a muchas personas del mundo mágico. Un secreto que podía hacer tambalear y resquebrajar los, ya de por sí, débiles cimientos de la comunidad mágica británica. Decía que estaba cerca de desentrañar toda aquella maraña, que no podía compartirlo con nadie y… de pronto… puf.
Desapareció.
De él solo quedaba esa estúpida foto que Acheron estaba seguro el camarógrafo del Ministerio habia desistido de repetir una y otra vez…
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Hasta el momento lo único que Acheron habia estado haciendo para Emmeline era… mero trabajo de campo, información “para niños”, nada difícil… Intentando poner a prueba a la rubia, intentando descubrir si era de confianza. Tanto como lo fue Florean. Y no habia decepcionado a Acheron. Para nada.
Y ahora… Ahora… Acheron la necesitaba. Y puede que aquella decisión cambiase su vida. Sus vidas. Para siempre. Porque Acheron acababa de darse cuenta de algo… No podía seguir investigando solo. Era el momento de dejar de actuar como un zorro solitario. Si habia confiado en Florean… Ahora debía confiar en Emmeline….
Ella era la única opción que Florean Bones tenía.
El Ravenclaw habia pasado las ultimas semanas investigando en cada rincón del país, en cada esquina, en cada bar, cantina o callejuela. Habia reunido informes, testimonios y, no podemos revelar como lo hizo, tenia los archivos del propio Florean.
Y habia encontrado… patrones sospechosos en todos estos casos… Los informes habían sido manipulados… Varias hojas, archivos y datos habían desaparecido… Se habían esfumado. Sin más.
La única opción que tenia Acheron era que alguien lo colase en el Ministerio. Y ella era su única opción. Sabía que tendría que trabajar con Emmeline, que tendría que confiar en ella, y que ella tendría que confiar en él…
Aquella era la razon por la cual habia enviado un patronus, la noche anterior, al despacho de la rubia citándola en aquella cantina de un pueblecito perdido al oeste de Gales, sabiendo que allí seria menos probable que alguien pudiera escucharlos. Y, por si acaso habia creado un hechizo burbuja que haría que ningún ser mágico pudiera verlos sentados a aquella mesa. Aquello tenía que servir..