• {Haku avanzaba con pasos sigilosos, y ligeros. Desde que había dejado de usar los hechizos del libro para disfrazar su apariencia con la de una humana, esa sensación no la abandonaba. La constante presión de ser observada, acechada… cazada. Aquella noche solo había querido caminar, respirar el aire frío de la ciudad vacía. La luna se alzaba más llena con cada noche.}

    {El viento nocturno la envolvió de pronto, obligándola a abrazarse a sí misma, como si quisiera proteger su cuerpo del escalofrío que la atravesó. Entonces escuchó pasos. Lentos. Pesados. No eran humanos. Su piel se erizó por completo. Sabía que estaba en peligro. No pensó demasiado, simplemente echó a correr hacia el único sitio cercano que ofrecía refugio: un callejón angosto, oscuro y apestoso. Un error.}

    {El callejón terminaba en muros altos, sin salida. Maldijo en voz baja, con la respiración agitada, girándose de golpe para retroceder. Pero ya era demasiado tarde. La cosa que la había seguido estaba allí, bloqueando la entrada.}

    {Un monstruo apareció de las sombras, arrastrando su repulsivo cuerpo. Era descomunal, con el torso alargado como una gigantesca escolopendra, y en su extremo, una cabeza monstruosa semejante a la de una mantis. De su garganta escapó un chillido insoportable, mezcla entre el alarido de un cerdo degollado y el frenazo de un camión oxidado. El sonido le desgarró los oídos, obligándola a cubrirse un instante.}

    {La criatura abrió sus mandíbulas dentadas, largas y afiladas como cuchillas, en una mueca de amenaza, como si quisiera disfrutar del pánico de su presa antes de devorarla. Su cuerpo se incorporó lentamente, elevándose sobre sí mismo; la mitad superior se alzó hacia el cielo, mientras la inferior se mantenía firme en el suelo.}

    {Haku retrocedió hasta sentir la pared fría contra su espalda. No tenía su espada. Esta vez no habría nada que la protegiera. Su única opción era la magia, su propia fuerza. Debía actuar con rapidez, porque el monstruo no dudaría, si se dejaba atrapar por el miedo, en cuestión de segundos sería desgarrada y devorada.}

    {Sus dedos temblaron al extender las manos, trazando en el aire los símbolos que conocía de memoria. El monstruo dio un paso. La sombra del cuerpo inmenso la envolvía por completo.}

    {Una esfera luminosa y palpitante, creció entre sus manos. El aire a su alrededor se cargó de energía, levantando polvo y papeles viejos del callejón. El monstruo pareció resentir la fuerza de esa luz, y un crujido ensordecedor salió de su garganta. Se abalanzó, veloz, con sus fauces abiertas.}

    {Haku lanzó el hechizo. Un rayo violeta rasgó la oscuridad, impactando de lleno contra el rostro de la criatura. El aire explotó con un estallido que sacudió los muros. El monstruo se retorció, chillando con furia y dolor, golpeando los muros con tanta fuerza que cayeron fragmentos de piedra.}

    {Solo se enfureció. Y, aunque su piel se había abierto en una herida ardiente que chisporroteaba con magia, seguía avanzando, más rápido, con rabia descontrolada. Haku volvió a alzar sus manos, aunque sabía que un solo error sería suficiente para que aquella bestia la partiera en dos.}

    "Si no lo detengo aquí… nadie podrá hacerlo."

    {La criatura golpeó con una de sus patas delanteras, largas como lanzas, contra el muro a su lado. La piedra estallo y una de ellas rozó el brazo de Haku, abriéndole un corte. Ella contuvo un grito, apretando los dientes, y canalizó ese dolor hacia el círculo de energía que formaba entre sus manos.}

    —¡No pienso convertirme en tu cena!

    {Un segundo círculo mágico apareció bajo sus pies, girando lentamente como una constelación en movimiento.}

    {El monstruo, al percibir la magnitud de lo que estaba a punto de ocurrir, abrió sus fauces en un chillido ensordecedor, y embistió, movido por puro instinto. Sus patas retumbaron contra el suelo como martillos.}

    {Haku alzó sus manos hacia adelante y gritó el conjuro final. La esfera de energía explotó en una lluvia de relámpagos violetas que envolvieron al monstruo de pies a cabeza. El aire se incendió con el fulgor del hechizo. La criatura se agitó con violencia, golpeando muros y suelo, hasta que finalmente, con un crujido, se desplomó en el suelo.}

    {Haku jadeaba, sus rodillas temblaban bajo el peso de la magia gastada. Su cuerpo entero estaba empapado en sudor frío. Finalmente, sin fuerzas, se desplomó en el suelo perdiendo el conocimiento.}
    {Haku avanzaba con pasos sigilosos, y ligeros. Desde que había dejado de usar los hechizos del libro para disfrazar su apariencia con la de una humana, esa sensación no la abandonaba. La constante presión de ser observada, acechada… cazada. Aquella noche solo había querido caminar, respirar el aire frío de la ciudad vacía. La luna se alzaba más llena con cada noche.} {El viento nocturno la envolvió de pronto, obligándola a abrazarse a sí misma, como si quisiera proteger su cuerpo del escalofrío que la atravesó. Entonces escuchó pasos. Lentos. Pesados. No eran humanos. Su piel se erizó por completo. Sabía que estaba en peligro. No pensó demasiado, simplemente echó a correr hacia el único sitio cercano que ofrecía refugio: un callejón angosto, oscuro y apestoso. Un error.} {El callejón terminaba en muros altos, sin salida. Maldijo en voz baja, con la respiración agitada, girándose de golpe para retroceder. Pero ya era demasiado tarde. La cosa que la había seguido estaba allí, bloqueando la entrada.} {Un monstruo apareció de las sombras, arrastrando su repulsivo cuerpo. Era descomunal, con el torso alargado como una gigantesca escolopendra, y en su extremo, una cabeza monstruosa semejante a la de una mantis. De su garganta escapó un chillido insoportable, mezcla entre el alarido de un cerdo degollado y el frenazo de un camión oxidado. El sonido le desgarró los oídos, obligándola a cubrirse un instante.} {La criatura abrió sus mandíbulas dentadas, largas y afiladas como cuchillas, en una mueca de amenaza, como si quisiera disfrutar del pánico de su presa antes de devorarla. Su cuerpo se incorporó lentamente, elevándose sobre sí mismo; la mitad superior se alzó hacia el cielo, mientras la inferior se mantenía firme en el suelo.} {Haku retrocedió hasta sentir la pared fría contra su espalda. No tenía su espada. Esta vez no habría nada que la protegiera. Su única opción era la magia, su propia fuerza. Debía actuar con rapidez, porque el monstruo no dudaría, si se dejaba atrapar por el miedo, en cuestión de segundos sería desgarrada y devorada.} {Sus dedos temblaron al extender las manos, trazando en el aire los símbolos que conocía de memoria. El monstruo dio un paso. La sombra del cuerpo inmenso la envolvía por completo.} {Una esfera luminosa y palpitante, creció entre sus manos. El aire a su alrededor se cargó de energía, levantando polvo y papeles viejos del callejón. El monstruo pareció resentir la fuerza de esa luz, y un crujido ensordecedor salió de su garganta. Se abalanzó, veloz, con sus fauces abiertas.} {Haku lanzó el hechizo. Un rayo violeta rasgó la oscuridad, impactando de lleno contra el rostro de la criatura. El aire explotó con un estallido que sacudió los muros. El monstruo se retorció, chillando con furia y dolor, golpeando los muros con tanta fuerza que cayeron fragmentos de piedra.} {Solo se enfureció. Y, aunque su piel se había abierto en una herida ardiente que chisporroteaba con magia, seguía avanzando, más rápido, con rabia descontrolada. Haku volvió a alzar sus manos, aunque sabía que un solo error sería suficiente para que aquella bestia la partiera en dos.} "Si no lo detengo aquí… nadie podrá hacerlo." {La criatura golpeó con una de sus patas delanteras, largas como lanzas, contra el muro a su lado. La piedra estallo y una de ellas rozó el brazo de Haku, abriéndole un corte. Ella contuvo un grito, apretando los dientes, y canalizó ese dolor hacia el círculo de energía que formaba entre sus manos.} —¡No pienso convertirme en tu cena! {Un segundo círculo mágico apareció bajo sus pies, girando lentamente como una constelación en movimiento.} {El monstruo, al percibir la magnitud de lo que estaba a punto de ocurrir, abrió sus fauces en un chillido ensordecedor, y embistió, movido por puro instinto. Sus patas retumbaron contra el suelo como martillos.} {Haku alzó sus manos hacia adelante y gritó el conjuro final. La esfera de energía explotó en una lluvia de relámpagos violetas que envolvieron al monstruo de pies a cabeza. El aire se incendió con el fulgor del hechizo. La criatura se agitó con violencia, golpeando muros y suelo, hasta que finalmente, con un crujido, se desplomó en el suelo.} {Haku jadeaba, sus rodillas temblaban bajo el peso de la magia gastada. Su cuerpo entero estaba empapado en sudor frío. Finalmente, sin fuerzas, se desplomó en el suelo perdiendo el conocimiento.}
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  • En el cumpleaños de la persona que lo hacía sentir humano, Bucky se atrevió a dar un paso que había estado posponiendo durante mucho tiempo. Un ramo de rosas, símbolo de pasión y amor, fue el preludio de ese siguiente beso que selló su conexión de manera irreversible. En ese momento, la coraza que lo protegía, forjada por años de dolor y lucha, se derrumbó, y James Buchanan Barnes volvió a sentir. Volvió a ser el hombre que una vez fue, antes de que la guerra y el trauma lo cambiaran para siempre.

    Encontró la libertad de ser él mismo, de dejar atrás el pasado y abrazar el presente. La persona que tanto amaba lo miró a los ojos y vio más allá de la máscara de soldado, vio al hombre vulnerable y sensible que se escondía detrás. Bucky supo que había encontrado su hogar, su refugio, su lugar en el mundo. Ya no quería avanzar, quería estar ahí dentro de esas cuatro paredes.

    La conexión entre ellos fue como una llama que ardía con intensidad, una llama que iluminaba el camino y calentaba el corazón. Se sentía más que vivo, se sentía completo, humano de nuevo. Y en ese momento, supo que nunca la dejaría ir, que haría cualquier cosa para protegerla y hacerla feliz.

    𝐄𝐯𝐞 𝐒𝐡𝐞𝐟𝐟𝐢𝐞𝐥𝐝
    ㅤㅤ
    En el cumpleaños de la persona que lo hacía sentir humano, Bucky se atrevió a dar un paso que había estado posponiendo durante mucho tiempo. Un ramo de rosas, símbolo de pasión y amor, fue el preludio de ese siguiente beso que selló su conexión de manera irreversible. En ese momento, la coraza que lo protegía, forjada por años de dolor y lucha, se derrumbó, y James Buchanan Barnes volvió a sentir. Volvió a ser el hombre que una vez fue, antes de que la guerra y el trauma lo cambiaran para siempre. Encontró la libertad de ser él mismo, de dejar atrás el pasado y abrazar el presente. La persona que tanto amaba lo miró a los ojos y vio más allá de la máscara de soldado, vio al hombre vulnerable y sensible que se escondía detrás. Bucky supo que había encontrado su hogar, su refugio, su lugar en el mundo. Ya no quería avanzar, quería estar ahí dentro de esas cuatro paredes. La conexión entre ellos fue como una llama que ardía con intensidad, una llama que iluminaba el camino y calentaba el corazón. Se sentía más que vivo, se sentía completo, humano de nuevo. Y en ese momento, supo que nunca la dejaría ir, que haría cualquier cosa para protegerla y hacerla feliz. [Sheffield_Eve] ㅤㅤ
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  • 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑟 𝑡𝑢 𝑣𝑜𝑧. 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒
    Fandom Harry Potter
    Categoría Acción
    𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝓙𝑒𝑠𝑠 𝓦𝑖𝑙𝑙𝑜𝑤𝑠

    Hubiera querido llorar. Hubiera querido poder gritar, hacerla entender, rogarle, abrazarla, ponerse de rodillas y suplicarle, hubiera bebido litros y litros de veritaserum, hubiera hecho lo que fuera para no perderla.
    Haber matado a un hombre, haber destrozado el Ministerio de Gran Bretaña, haber sido traicionado por Barnabas, perder su trabajo, ser encarcelado, la suerte que quisiera depararle el Wizengamot… Todo aquello le daba igual, nada era tan importante para él como Jessica, estaba dispuesto a perderlo todo, sabía lo que arriesgaba entrando en el plan de aquel hombre, pero no podia soportar esa mirada que pretendía ser fría, pero que había aprendido a leer tan bien durante aquel tiempo que podia ver todo el dolor, la traición, y el daño que él mismo le había causado a través de su muro helado.

    Jessica no le había convertido en un hombre nuevo. No. Ella había sido la primera y la única que había sabido ver quien era realmente él, le había enseñado un mundo, su mundo, uno feliz junto a ella y como vivirlo. Había reído a carcajadas, había derribado barreras internas, había crecido personal y profesionalmente.
    Y ahora sin ella a su lado había caído en un pozo, en un vacío del que no podia salir.

    Aún podia rememorar con escalofriante detalle las palabras de Jessica aquel terrible día en que ella había descubierto todo, "[...] 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑟 𝑡𝑢 𝑣𝑜𝑧. 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒 [...] 𝑌𝑜 𝑦𝑎 𝑛𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑖."
    Todo lo que había ocurrido después de aquello estaba borroso en su mente, era un barullo de voces, y presencias mientras él era desarmado y maniatado por Jessica.
    Le habían trasladado a las celdas de MACUSA desde donde esperaba el juicio que decidiría su suerte. Desde allí recordaba, rememoraba. Casi siempre se decantaba por los últimos momentos, por aquellos que le habían llevado allí, porque entrarse en aquellos momentos de su relación en los que habían sido felices, dolía mucho más.

    Había preguntado por ella, esperaba poder verla, aún, aunque fuera una necedad, esperaba que pasadas aquellas semanas Jessica hubiera recapacitado, hubiera visto algo de verdad en sus palabras, en su mirada. Pero jamás nadie le dio una respuesta, y ella jamás había bajado a aquellas lúgubres celdas a visitarlo.

    Los días, largos en aquella pequeña celda, se convierten en semanas, y las semanas en meses.
    Casi cuando está a punto de cumplirse su segundo mes allí, la cita con el tribunal mágico es celebrada.
    Sabía que aquella vez sí, volvería a ver a Jessica, y esa expectativa junto con la esperanza de que aquello acabara de una vez por todas, era su mayor motivación en esos momentos.
    El elegante Marcus Byrne hace su aparición en la sala del tribunal con un aspecto mucho más desmejorado, sus rizos despeinados, una suave sombra de barba en su rostro, con una apariencia más delgada, los hombros hundidos por el desánimo, y unos ojos tristes que habían perdido su brillo y que solo buscaban los de la auror que había sido llamada como testigo.

    Las declaraciones de todos los testigos son dilapidarías. Sabía que no tenía mucho que hacer, o más bien dicho nada. No era esperanza en una sentencia favorable lo que vibraba en su pecho, era el miedo que da el saber que tu futuro está en manos de otras personas, que ya no eres dueño de tu vida.

    La sentencia había sido dura y clara, pero su abogado, las vidas salvadas de aquellos niños y su colaboración sobre Barnabas le habían librado de un destino mucho más aciago que el que se le había impuesto.
    Sabía que no iba a recuperar su placa de auror, aquella que le habían arrebatado antes de encerrarlo, sabía que su nombre iría marcado para siempre con aquella terrible mancha. Que no podría dedicarse a lo que había nacido para ser, sabía que aunque no le habían impuesto esa condena, el Marcus Byrne que había sido hasta ese momento había muerto.
    Sabía todo aquello, sabía que ahora debería aprender a vivir como otra persona diferente, que había sido repudiado, expulsado, deshonrado y desterrado. Sabía todo aquello, pero…

    Esa era su última oportunidad, la última vez que podría intentarlo. No la buscaría, no iría tras ella, no la iba a molestar más, no llenaría su vida de dolor, la dejaría ir, desaparecería del mundo, pero tenía que intentarlo, una sola vez más.
    Así por primera vez después de su largo testimonio, cuando ella pasa por su lado, sus labios se despegan, y con voz algo temblorosa, pronuncia su nombre, pero es como un susurro en el viento frente a un paisaje desierto. Se pierde ascendiendo hacia los altos tejados de la sala mientras él sin obtener respuesta ve desaparecer a Jessica por la puerta.

    UN AÑO DESPUES

    Valdora está anclado en las montañas laurentinas de Quebec, aislado del mundo, rodeado de pinos y niebla perpetua.
    Las leyendas cuentan que el pueblo mágico de Valdora, fue fundado en 1674 por magos franco-canadienses que huyendo de la persecución en Europa, siguieron las increíbles luces de la aurora hasta el punto donde estas se encontraban con el suelo, en un bosque de pinos bendecido y protegido por espíritus guardianes de la naturaleza.
    Como rezan los cuentos, aquel pueblo es el lugar donde los terrenal y lo sobrenatural conviven en armonía.

    En aquel emplazamiento idílico y aislado era donde Marcus Byrne había intentado reconstruir su vida.
    Había llegado allí buscando dejar atrás su pasado, tanto física como mentalmente. La primera parte del plan era sencilla, el problema radicaba en la segunda.
    Se había presentado como Connor, dejando atrás su nombre de pila, y nadie conocía su apellido. Tenía una modesta casita y trabajaba en la única taberna del pueblo.

    Ya no era el auror elegante y orgulloso que había sido. Ahora era un camarero, al que nadie había visto sonreír, era un hombre serio y reservado, pero también un vecino tranquilo y amable con todo el mundo, que jamás había provocado o estado involucrado en un solo problema.
    En tan solo un año había conseguido formar parte de la vida y comunidad de aquel pequeño pueblo, sin llegar a exponerse demasiado pero ganándose la confianza de sus parroquianos.

    Marcus… Connor, a pesar de no ser su vocación, era un buen dueño de la barra, conocía a su público, sus horas, gustos y rutinas, aplaudía sus chistes, preguntaba por la familia y el trabajo, y esperaba con interés la respuesta. Él controlaba todo cuanto ocurría entre aquellas paredes, de esa forma cualquier cosa inusual era fácilmente reconocible para él.

    Pero si había algo que jamás hubiera esperado, no allí, no en los confines del mundo, no con él limpiando una jarra de hidromiel de espaldas a la puerta, no fuera de sus sueños, era el volver a escuchar aquella voz, que ella se dirigiera a él de forma directa, que ni si quiera le reconociera, y por supuesto no se esperaba el tener el valor como para girarse y enfrentarla, como para volver a mirarla a los ojos cuando hace un año era todo lo que le había pedido al universo, pero ya no era el mismo hombre que hacía un año.

    — En este pueblo no ocurre nada tan interesante como para llamar la atención de un auror, señorita.


    [𝑓𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟: Hope Mikaelson ]
    𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟 𝑝𝑎𝑟𝑎 [FIGHTERAUR0R] Hubiera querido llorar. Hubiera querido poder gritar, hacerla entender, rogarle, abrazarla, ponerse de rodillas y suplicarle, hubiera bebido litros y litros de veritaserum, hubiera hecho lo que fuera para no perderla. Haber matado a un hombre, haber destrozado el Ministerio de Gran Bretaña, haber sido traicionado por Barnabas, perder su trabajo, ser encarcelado, la suerte que quisiera depararle el Wizengamot… Todo aquello le daba igual, nada era tan importante para él como Jessica, estaba dispuesto a perderlo todo, sabía lo que arriesgaba entrando en el plan de aquel hombre, pero no podia soportar esa mirada que pretendía ser fría, pero que había aprendido a leer tan bien durante aquel tiempo que podia ver todo el dolor, la traición, y el daño que él mismo le había causado a través de su muro helado. Jessica no le había convertido en un hombre nuevo. No. Ella había sido la primera y la única que había sabido ver quien era realmente él, le había enseñado un mundo, su mundo, uno feliz junto a ella y como vivirlo. Había reído a carcajadas, había derribado barreras internas, había crecido personal y profesionalmente. Y ahora sin ella a su lado había caído en un pozo, en un vacío del que no podia salir. Aún podia rememorar con escalofriante detalle las palabras de Jessica aquel terrible día en que ella había descubierto todo, "[...] 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑎𝑟 𝑡𝑢 𝑣𝑜𝑧. 𝑁𝑜 𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑜 𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟 𝑎 𝑣𝑒𝑟𝑡𝑒 [...] 𝑌𝑜 𝑦𝑎 𝑛𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑛𝑡𝑜 𝑛𝑎𝑑𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑡𝑖." Todo lo que había ocurrido después de aquello estaba borroso en su mente, era un barullo de voces, y presencias mientras él era desarmado y maniatado por Jessica. Le habían trasladado a las celdas de MACUSA desde donde esperaba el juicio que decidiría su suerte. Desde allí recordaba, rememoraba. Casi siempre se decantaba por los últimos momentos, por aquellos que le habían llevado allí, porque entrarse en aquellos momentos de su relación en los que habían sido felices, dolía mucho más. Había preguntado por ella, esperaba poder verla, aún, aunque fuera una necedad, esperaba que pasadas aquellas semanas Jessica hubiera recapacitado, hubiera visto algo de verdad en sus palabras, en su mirada. Pero jamás nadie le dio una respuesta, y ella jamás había bajado a aquellas lúgubres celdas a visitarlo. Los días, largos en aquella pequeña celda, se convierten en semanas, y las semanas en meses. Casi cuando está a punto de cumplirse su segundo mes allí, la cita con el tribunal mágico es celebrada. Sabía que aquella vez sí, volvería a ver a Jessica, y esa expectativa junto con la esperanza de que aquello acabara de una vez por todas, era su mayor motivación en esos momentos. El elegante Marcus Byrne hace su aparición en la sala del tribunal con un aspecto mucho más desmejorado, sus rizos despeinados, una suave sombra de barba en su rostro, con una apariencia más delgada, los hombros hundidos por el desánimo, y unos ojos tristes que habían perdido su brillo y que solo buscaban los de la auror que había sido llamada como testigo. Las declaraciones de todos los testigos son dilapidarías. Sabía que no tenía mucho que hacer, o más bien dicho nada. No era esperanza en una sentencia favorable lo que vibraba en su pecho, era el miedo que da el saber que tu futuro está en manos de otras personas, que ya no eres dueño de tu vida. La sentencia había sido dura y clara, pero su abogado, las vidas salvadas de aquellos niños y su colaboración sobre Barnabas le habían librado de un destino mucho más aciago que el que se le había impuesto. Sabía que no iba a recuperar su placa de auror, aquella que le habían arrebatado antes de encerrarlo, sabía que su nombre iría marcado para siempre con aquella terrible mancha. Que no podría dedicarse a lo que había nacido para ser, sabía que aunque no le habían impuesto esa condena, el Marcus Byrne que había sido hasta ese momento había muerto. Sabía todo aquello, sabía que ahora debería aprender a vivir como otra persona diferente, que había sido repudiado, expulsado, deshonrado y desterrado. Sabía todo aquello, pero… Esa era su última oportunidad, la última vez que podría intentarlo. No la buscaría, no iría tras ella, no la iba a molestar más, no llenaría su vida de dolor, la dejaría ir, desaparecería del mundo, pero tenía que intentarlo, una sola vez más. Así por primera vez después de su largo testimonio, cuando ella pasa por su lado, sus labios se despegan, y con voz algo temblorosa, pronuncia su nombre, pero es como un susurro en el viento frente a un paisaje desierto. Se pierde ascendiendo hacia los altos tejados de la sala mientras él sin obtener respuesta ve desaparecer a Jessica por la puerta. UN AÑO DESPUES Valdora está anclado en las montañas laurentinas de Quebec, aislado del mundo, rodeado de pinos y niebla perpetua. Las leyendas cuentan que el pueblo mágico de Valdora, fue fundado en 1674 por magos franco-canadienses que huyendo de la persecución en Europa, siguieron las increíbles luces de la aurora hasta el punto donde estas se encontraban con el suelo, en un bosque de pinos bendecido y protegido por espíritus guardianes de la naturaleza. Como rezan los cuentos, aquel pueblo es el lugar donde los terrenal y lo sobrenatural conviven en armonía. En aquel emplazamiento idílico y aislado era donde Marcus Byrne había intentado reconstruir su vida. Había llegado allí buscando dejar atrás su pasado, tanto física como mentalmente. La primera parte del plan era sencilla, el problema radicaba en la segunda. Se había presentado como Connor, dejando atrás su nombre de pila, y nadie conocía su apellido. Tenía una modesta casita y trabajaba en la única taberna del pueblo. Ya no era el auror elegante y orgulloso que había sido. Ahora era un camarero, al que nadie había visto sonreír, era un hombre serio y reservado, pero también un vecino tranquilo y amable con todo el mundo, que jamás había provocado o estado involucrado en un solo problema. En tan solo un año había conseguido formar parte de la vida y comunidad de aquel pequeño pueblo, sin llegar a exponerse demasiado pero ganándose la confianza de sus parroquianos. Marcus… Connor, a pesar de no ser su vocación, era un buen dueño de la barra, conocía a su público, sus horas, gustos y rutinas, aplaudía sus chistes, preguntaba por la familia y el trabajo, y esperaba con interés la respuesta. Él controlaba todo cuanto ocurría entre aquellas paredes, de esa forma cualquier cosa inusual era fácilmente reconocible para él. Pero si había algo que jamás hubiera esperado, no allí, no en los confines del mundo, no con él limpiando una jarra de hidromiel de espaldas a la puerta, no fuera de sus sueños, era el volver a escuchar aquella voz, que ella se dirigiera a él de forma directa, que ni si quiera le reconociera, y por supuesto no se esperaba el tener el valor como para girarse y enfrentarla, como para volver a mirarla a los ojos cuando hace un año era todo lo que le había pedido al universo, pero ya no era el mismo hombre que hacía un año. — En este pueblo no ocurre nada tan interesante como para llamar la atención de un auror, señorita. [𝑓𝑜𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑠𝑡𝑎𝑟𝑡𝑒𝑟: [thetribrid] ]
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
    Esto se ha publicado como Out Of Character.
    Tenlo en cuenta al responder.
    Espero que el destino me dé la oportunidad de volver a abrazarte, Phainon.
    https://youtu.be/8GUsT3Bu840?si=9PQl0c4Ozq5kkhxg
    Espero que el destino me dé la oportunidad de volver a abrazarte, Phainon.💫 https://youtu.be/8GUsT3Bu840?si=9PQl0c4Ozq5kkhxg
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  • Hoy combatí a una gran rival. Bueno yo combatí, ella sólo bailó desarmada.
    No logré tocarla ni una sola vez.
    Creo.

    Digo “creo” porque hubo un momento en el que dejé de ser yo. La ira, la frustración, la impotencia, todas las sombras que una puede albergar y aún más, sombras que no me pertenecen… todo se fundió y me convirtió en algo distinto. Un ente aterrador. Un reflejo de mí misma, pero deformado, hambriento, incontrolable.

    Y entonces comprendí. Ese ser no era nuevo. Ese ser ya lo había sentido antes, en las pesadillas.
    El devorador de miedos.
    El creador de pesadillas.
    La jaula invisible que mantiene a los soñadores atrapados, que los hace despertar empapados en sudor, temblando, orinados en su propia cama.

    Un monstruo que solo necesita una cosa: más sombras.
    Las sombras que la gente esconde.
    Las sombras que deben abrazar para conocerse a sí mismos, para superar sus miedos y traumas.
    Esas son su alimento.

    Y al pensarlo me recorre un escalofrío. Porque es triste. Sí. Pero también es poderoso.
    ¿Qué pasaría si pudiera controlarlo?

    Los demonios se regocijarian: las almas heridas son fáciles de poseer, y yo, al devorar sus sombras, las dejaría desnudas, expuestas.

    ¿Me importa?
    No.

    Ese ser me promete poder. Y sé que el riesgo es claro:
    o me consume él…
    o lo consumo yo.

    Ahora lo escucho llamarme, rugiendo en mi interior, reclamando más alimento.
    Camino hacia la ciudad, transformada en terror, con pasos que no son del todo míos.
    Acecharé en la oscuridad a aquellos que han perdido la voluntad de luchar, a los que han abandonado sus sombras porque ya no tienen fuerzas para cargarlas.

    Quizás allí encuentre el poder que busco…
    O quizás, en el intento, sea yo quien los arrastre conmigo a un destino mucho peor.
    Hoy combatí a una gran rival. Bueno yo combatí, ella sólo bailó desarmada. No logré tocarla ni una sola vez. Creo. Digo “creo” porque hubo un momento en el que dejé de ser yo. La ira, la frustración, la impotencia, todas las sombras que una puede albergar y aún más, sombras que no me pertenecen… todo se fundió y me convirtió en algo distinto. Un ente aterrador. Un reflejo de mí misma, pero deformado, hambriento, incontrolable. Y entonces comprendí. Ese ser no era nuevo. Ese ser ya lo había sentido antes, en las pesadillas. El devorador de miedos. El creador de pesadillas. La jaula invisible que mantiene a los soñadores atrapados, que los hace despertar empapados en sudor, temblando, orinados en su propia cama. Un monstruo que solo necesita una cosa: más sombras. Las sombras que la gente esconde. Las sombras que deben abrazar para conocerse a sí mismos, para superar sus miedos y traumas. Esas son su alimento. Y al pensarlo me recorre un escalofrío. Porque es triste. Sí. Pero también es poderoso. ¿Qué pasaría si pudiera controlarlo? Los demonios se regocijarian: las almas heridas son fáciles de poseer, y yo, al devorar sus sombras, las dejaría desnudas, expuestas. ¿Me importa? No. Ese ser me promete poder. Y sé que el riesgo es claro: o me consume él… o lo consumo yo. Ahora lo escucho llamarme, rugiendo en mi interior, reclamando más alimento. Camino hacia la ciudad, transformada en terror, con pasos que no son del todo míos. Acecharé en la oscuridad a aquellos que han perdido la voluntad de luchar, a los que han abandonado sus sombras porque ya no tienen fuerzas para cargarlas. Quizás allí encuentre el poder que busco… O quizás, en el intento, sea yo quien los arrastre conmigo a un destino mucho peor.
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  • ---

    ** “Donde la luna no brilla”**

    La noche estaba tan silenciosa que el tic tac del viejo reloj en la pared parecía un latido ajeno, prestado de algún corazón que ya no existía. Luna dormitaba, atrapada en un sueño que no había pedido, pero que la encontraba una y otra vez.

    Todo comenzó con un susurro.
    Un eco familiar, profundo, que parecía pronunciar su nombre:
    —Luna…

    La voz era cálida, casi viva. El aire alrededor se volvió espeso, y cuando abrió los ojos dentro del sueño, estaba de pie en un bosque que jamás había visto, pero que se sentía inquietantemente conocido. La luna, su eterna compañera, no estaba en el cielo; en su lugar, una neblina espesa devoraba cualquier rastro de luz.

    Y allí, entre los árboles deformes, lo vio.
    Eidan.
    El hombre al que amó, el que le arrancaron sin piedad de las manos, estaba de pie, esperándola. Sus facciones eran las mismas, pero había algo extraño… sus ojos parecían más oscuros, y su sonrisa estaba manchada de tristeza.

    —Sabía que vendrías —dijo, y el sonido de su voz le atravesó como un cuchillo.

    Ella corrió hacia él, con las lágrimas punzando sus ojos, pero con cada paso el suelo se volvía más blando, como si caminara sobre agua negra que intentaba tragársela. Aun así, siguió avanzando.

    Cuando finalmente estuvo cerca, él extendió su mano. Era fría, más de lo que un cuerpo vivo debería estar, pero Luna no soltó su agarre. Su corazón temblaba.
    —Eidan… ¿por qué? ¿Por qué me dejaste? —su voz se quebró.

    Él bajó la mirada.
    —No quise dejarte… pero aquí no hay caminos de regreso.

    Luna sintió que el viento helado le arrebataba el aliento. El bosque empezó a cambiar: los árboles se retorcían, sus ramas se convertían en manos huesudas que intentaban alcanzarlos, y el cielo se tornaba de un rojo opaco.
    Eidan la miró, y en sus ojos vio destellos de los momentos que habían compartido: la primera vez que la abrazó, las noches bajo la lluvia, su risa… y luego, el instante en que él cayó, cubierto de sangre.

    —No… no quiero volver a verlo —susurró ella, apretando los párpados.

    Pero el sueño era cruel. La escena de su muerte se repitió frente a ella como si fuera la primera vez: el grito, el disparo, la mirada final. Eidan, arrodillado, con las manos temblando antes de desplomarse.

    Cuando volvió a abrir los ojos, él estaba deshaciéndose. Su piel se quebraba como vidrio roto, y trozos de su ser se convertían en polvo que el viento arrastraba.
    —¡No! ¡No me dejes otra vez! —Luna gritó, desesperada, intentando abrazarlo, pero sus brazos atravesaron su cuerpo como si fuera humo.

    Eidan le sonrió una última vez.
    —Cuida tu corazón, Luna… o terminarás aquí conmigo.

    El bosque entero se vino abajo, y ella cayó en un vacío sin fin, ahogándose en su propio llanto. Despertó de golpe, con el pecho ardiendo y las lágrimas empapando la almohada. La oscuridad de su habitación parecía más fría que nunca… y en el silencio, aún juraría escuchar su voz susurrando su nombre.

    ---


    --- **🌙 “Donde la luna no brilla”** La noche estaba tan silenciosa que el tic tac del viejo reloj en la pared parecía un latido ajeno, prestado de algún corazón que ya no existía. Luna dormitaba, atrapada en un sueño que no había pedido, pero que la encontraba una y otra vez. Todo comenzó con un susurro. Un eco familiar, profundo, que parecía pronunciar su nombre: —Luna… La voz era cálida, casi viva. El aire alrededor se volvió espeso, y cuando abrió los ojos dentro del sueño, estaba de pie en un bosque que jamás había visto, pero que se sentía inquietantemente conocido. La luna, su eterna compañera, no estaba en el cielo; en su lugar, una neblina espesa devoraba cualquier rastro de luz. Y allí, entre los árboles deformes, lo vio. Eidan. El hombre al que amó, el que le arrancaron sin piedad de las manos, estaba de pie, esperándola. Sus facciones eran las mismas, pero había algo extraño… sus ojos parecían más oscuros, y su sonrisa estaba manchada de tristeza. —Sabía que vendrías —dijo, y el sonido de su voz le atravesó como un cuchillo. Ella corrió hacia él, con las lágrimas punzando sus ojos, pero con cada paso el suelo se volvía más blando, como si caminara sobre agua negra que intentaba tragársela. Aun así, siguió avanzando. Cuando finalmente estuvo cerca, él extendió su mano. Era fría, más de lo que un cuerpo vivo debería estar, pero Luna no soltó su agarre. Su corazón temblaba. —Eidan… ¿por qué? ¿Por qué me dejaste? —su voz se quebró. Él bajó la mirada. —No quise dejarte… pero aquí no hay caminos de regreso. Luna sintió que el viento helado le arrebataba el aliento. El bosque empezó a cambiar: los árboles se retorcían, sus ramas se convertían en manos huesudas que intentaban alcanzarlos, y el cielo se tornaba de un rojo opaco. Eidan la miró, y en sus ojos vio destellos de los momentos que habían compartido: la primera vez que la abrazó, las noches bajo la lluvia, su risa… y luego, el instante en que él cayó, cubierto de sangre. —No… no quiero volver a verlo —susurró ella, apretando los párpados. Pero el sueño era cruel. La escena de su muerte se repitió frente a ella como si fuera la primera vez: el grito, el disparo, la mirada final. Eidan, arrodillado, con las manos temblando antes de desplomarse. Cuando volvió a abrir los ojos, él estaba deshaciéndose. Su piel se quebraba como vidrio roto, y trozos de su ser se convertían en polvo que el viento arrastraba. —¡No! ¡No me dejes otra vez! —Luna gritó, desesperada, intentando abrazarlo, pero sus brazos atravesaron su cuerpo como si fuera humo. Eidan le sonrió una última vez. —Cuida tu corazón, Luna… o terminarás aquí conmigo. El bosque entero se vino abajo, y ella cayó en un vacío sin fin, ahogándose en su propio llanto. Despertó de golpe, con el pecho ardiendo y las lágrimas empapando la almohada. La oscuridad de su habitación parecía más fría que nunca… y en el silencio, aún juraría escuchar su voz susurrando su nombre. ---
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    El corazón que no sabía amar

    -Akane abrió el cajón inferior del escritorio, ese que no tocaba desde hacía meses. Lo abrió en una página en blanco, justo después de una entrada escrita con rabia. Tomó el bolígrafo, lo giró entre los dedos, y escribió:

    -Miercoles 6, agosto 2025-

    No sé si esto cuenta como una historia de amor. Pero hubo alguien… Y para que nadie sepa quién fue, la llamaré Liria.

    Ella apareció en mi vida como una brisa cálida. Tenía una sonrisa que parecía esconder muchas cosas, y unos ojos que me miraban como si yo fuera algo que no se debía romper.

    Me dijo que venía de una relación difícil. Que antes el amor le dolía. ̶Y̶ ̶q̶u̶e̶ ̶c̶o̶n̶m̶i̶g̶o̶…̶ ̶s̶e̶ ̶s̶e̶n̶t̶í̶a̶ ̶s̶e̶g̶u̶r̶a̶.̶

    Yo no entendía del todo qué significaba eso. Pero me gustaba abrazarla. Besarla en la frente, en la mejilla, en la nariz. Decirle que su voz era linda. Que me gustaba estar cerca.

    Así que acepté ser su pareja. Porque pensé que eso era lo que se hacía cuando alguien te quiere. Y yo quería entender.

    Pero con el tiempo, algo cambió. Ella se volvía más silenciosa. Más distante. Y yo… no sabía qué hacer.

    No me salía preguntar si estaba bien. No entendía por qué lloraba cuando yo me quedaba callada. No sabía cómo consolarla, porque no sentía que algo estuviera mal.

    A veces, sin querer, me volvía fría. No porque quisiera herirla. Sino porque no sabía cómo ser cálida de otra forma. Y un día… se fue.

    Me dejó una nota. No decía su nombre. Solo decía:

    “No puedo quedarme esperando que aprendas a quererme. No porque no seas capaz… sino porque tu forma de amar aún no existe. Y yo… necesito algo que ya esté vivo.”

    La guardé. No lloré. No entendí...

    Solo pensé: “Supongo que se aburrió de mí.”

    Pero esa noche, mientras dormía, sentí algo raro, una punzada en el pecho. Como si algo faltara. Como si algo que no sabía que tenía… se hubiera ido con ella.

    No sé si eso era tristeza o amor; O simplemente confusión.

    Pero desde entonces, a veces me pregunto: ¿Y si ese pequeño dolor… era el comienzo de algo? ¿Y si algún día… aprendo a querer como ella quería que lo hiciera?

    No lo sé. Solo sé que hubo alguien. Y que la llamaré Liria.
    El corazón que no sabía amar -Akane abrió el cajón inferior del escritorio, ese que no tocaba desde hacía meses. Lo abrió en una página en blanco, justo después de una entrada escrita con rabia. Tomó el bolígrafo, lo giró entre los dedos, y escribió: -Miercoles 6, agosto 2025- No sé si esto cuenta como una historia de amor. Pero hubo alguien… Y para que nadie sepa quién fue, la llamaré Liria. Ella apareció en mi vida como una brisa cálida. Tenía una sonrisa que parecía esconder muchas cosas, y unos ojos que me miraban como si yo fuera algo que no se debía romper. Me dijo que venía de una relación difícil. Que antes el amor le dolía. ̶Y̶ ̶q̶u̶e̶ ̶c̶o̶n̶m̶i̶g̶o̶…̶ ̶s̶e̶ ̶s̶e̶n̶t̶í̶a̶ ̶s̶e̶g̶u̶r̶a̶.̶ Yo no entendía del todo qué significaba eso. Pero me gustaba abrazarla. Besarla en la frente, en la mejilla, en la nariz. Decirle que su voz era linda. Que me gustaba estar cerca. Así que acepté ser su pareja. Porque pensé que eso era lo que se hacía cuando alguien te quiere. Y yo quería entender. Pero con el tiempo, algo cambió. Ella se volvía más silenciosa. Más distante. Y yo… no sabía qué hacer. No me salía preguntar si estaba bien. No entendía por qué lloraba cuando yo me quedaba callada. No sabía cómo consolarla, porque no sentía que algo estuviera mal. A veces, sin querer, me volvía fría. No porque quisiera herirla. Sino porque no sabía cómo ser cálida de otra forma. Y un día… se fue. Me dejó una nota. No decía su nombre. Solo decía: “No puedo quedarme esperando que aprendas a quererme. No porque no seas capaz… sino porque tu forma de amar aún no existe. Y yo… necesito algo que ya esté vivo.” La guardé. No lloré. No entendí... Solo pensé: “Supongo que se aburrió de mí.” Pero esa noche, mientras dormía, sentí algo raro, una punzada en el pecho. Como si algo faltara. Como si algo que no sabía que tenía… se hubiera ido con ella. No sé si eso era tristeza o amor; O simplemente confusión. Pero desde entonces, a veces me pregunto: ¿Y si ese pequeño dolor… era el comienzo de algo? ¿Y si algún día… aprendo a querer como ella quería que lo hiciera? No lo sé. Solo sé que hubo alguien. Y que la llamaré Liria.
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  • -Desolado y temible, es como ahora se ve aquel lugar donde residia la armonía, el cielo perdió sus vividos colores, el mismo castillo se cubrió de penumbras, el silbido del viento frío, es lo que inrrumpe el silencio de aquel lugar que parecía desolado.

    Parecía que toda vida, había sido obsorvida, no había ruidos de animales, los árboles había perdido su verde follaje, siendo solo eco de lo que alguna vez fueron.

    La calidez de aquel lugar ya solo es un triste y pasajero sueño, sueño distante que se desvanece con el paso del tiempo.

    En ese triste y solitario Castillo, se vio una silueta la cual procede asomarse al salir al balcón.

    Una chica cuyos colores ahora son opacos, su cabello se volvió rojizo, mientras sus ojos brilla de una intenso color escarlata, sus alas se había vuelto grises, la sonrisa que adoraba su rostro, se esfumo como espuma en el mar, camino paso a paso con pies descalzo, llegado hasta la barranda de altar.

    El viento comenzó a soplar, moviendo su cabello suavemente, cerro los ojos al sentir la dulce caricia de ese viento, dejando escapar un leve suspiro. -

    Y aquí vuelvo a abrazar la soledad.

    -Comentó llena de un gran pesar en su corazón.
    Abrió las manos dejando que algunos pétalos de flor fueran llevadas con el viento como si fuera algún mensaje que nunca llegaría a su remitente. -
    -Desolado y temible, es como ahora se ve aquel lugar donde residia la armonía, el cielo perdió sus vividos colores, el mismo castillo se cubrió de penumbras, el silbido del viento frío, es lo que inrrumpe el silencio de aquel lugar que parecía desolado. Parecía que toda vida, había sido obsorvida, no había ruidos de animales, los árboles había perdido su verde follaje, siendo solo eco de lo que alguna vez fueron. La calidez de aquel lugar ya solo es un triste y pasajero sueño, sueño distante que se desvanece con el paso del tiempo. En ese triste y solitario Castillo, se vio una silueta la cual procede asomarse al salir al balcón. Una chica cuyos colores ahora son opacos, su cabello se volvió rojizo, mientras sus ojos brilla de una intenso color escarlata, sus alas se había vuelto grises, la sonrisa que adoraba su rostro, se esfumo como espuma en el mar, camino paso a paso con pies descalzo, llegado hasta la barranda de altar. El viento comenzó a soplar, moviendo su cabello suavemente, cerro los ojos al sentir la dulce caricia de ese viento, dejando escapar un leve suspiro. - Y aquí vuelvo a abrazar la soledad. -Comentó llena de un gran pesar en su corazón. Abrió las manos dejando que algunos pétalos de flor fueran llevadas con el viento como si fuera algún mensaje que nunca llegaría a su remitente. -
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  • @ʍօʀքɦɛʊֆ

    —Me siguen las sombras, y no por rencor… sino porque son yo. En ellas arden mi dolor, mis pérdidas, mis miedos, mi orgullo. Un hilo azul de energía nos ata, y en ese hilo se enredan también espíritus antiguos: nacidos de guerras sin gloria, del llanto de la tierra, del silencio de los bosques muertos. Llegan con garras lilas, buscando arrancar de mí lo que jamás les pertenecerá.
    Ahora puedo verlos… porque Morpheo abrió ante mí un sendero que corta la niebla y muestra lo oculto. He caminado por él y he mirado en los ojos del mundo espiritual sin apartar la vista.
    Entiendo que negar a mis sombras sería arrancarme el alma, convertirme en un espectro sin luz, un fantasma errante de Jonia.
    Por eso, esta noche, podaré el árbol. Mis hojas caerán sobre los enemigos invisibles, y mis raíces abrazarán las sombras que son mías. Que los espíritus huyan… pues en este jardín, sólo lo verdadero florecerá.
    @[Oneiros_88] —Me siguen las sombras, y no por rencor… sino porque son yo. En ellas arden mi dolor, mis pérdidas, mis miedos, mi orgullo. Un hilo azul de energía nos ata, y en ese hilo se enredan también espíritus antiguos: nacidos de guerras sin gloria, del llanto de la tierra, del silencio de los bosques muertos. Llegan con garras lilas, buscando arrancar de mí lo que jamás les pertenecerá. Ahora puedo verlos… porque Morpheo abrió ante mí un sendero que corta la niebla y muestra lo oculto. He caminado por él y he mirado en los ojos del mundo espiritual sin apartar la vista. Entiendo que negar a mis sombras sería arrancarme el alma, convertirme en un espectro sin luz, un fantasma errante de Jonia. Por eso, esta noche, podaré el árbol. Mis hojas caerán sobre los enemigos invisibles, y mis raíces abrazarán las sombras que son mías. Que los espíritus huyan… pues en este jardín, sólo lo verdadero florecerá.
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  • Jejej.. Me trajo recuerdos de mi Zorrito cuando quería jugar.. Fue extraño no poder ver pero de repente sentí el resto de mis sentidos encendiéndome mucho más... ¿Que será? No me molesta estar amarrado... Siempre y cuando pueda abrazarte con mis piernas.
    Jejej.. Me trajo recuerdos de mi Zorrito cuando quería jugar.. Fue extraño no poder ver pero de repente sentí el resto de mis sentidos encendiéndome mucho más... ¿Que será? No me molesta estar amarrado... Siempre y cuando pueda abrazarte con mis piernas.
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