• @SilverStC | Metropolis | #WaitingGame

    Hay invitaciones que no se rechazan, aunque una sepa que esconden tanto riesgo como promesas.

    Esta noche no es sobre la cena, ni sobre el vino. Es sobre la partida que empieza en cuanto se abra la puerta del coche.

    La pregunta no es qué puede ofrecerme él… sino cuánto está dispuesto a pagar por mi atención.

    Y, entre nosotros: nadie gana apostando contra mí.

    S.


    Silver se miró una última vez en el espejo del recibidor. El vestido caía con perfección medida, sin una arruga fuera de lugar. El collar que había elegido no era el más caro, pero sí el más insinuante. En la mesita de entrada reposaba la pequeña caja con el diamante regalado por el ladrón, cerrada y olvidada… al menos por ahora.

    El sonido de un motor impecablemente afinado rompió la calma de la calle. Silver se acercó a la ventana: el coche negro, blindado, esperaba con discreción letal. Ella sabía que el estaba dentro, aguardando con esa paciencia que es otra forma de poder.

    Respiró hondo, tomó su clutch de seda y cerró la puerta tras de sí. Cada paso hasta la vereda era un movimiento de ajedrez en sí mismo. Y esta noche, ella jugaba como reina.
    📸 @SilverStC | Metropolis | #WaitingGame Hay invitaciones que no se rechazan, aunque una sepa que esconden tanto riesgo como promesas. Esta noche no es sobre la cena, ni sobre el vino. Es sobre la partida que empieza en cuanto se abra la puerta del coche. La pregunta no es qué puede ofrecerme él… sino cuánto está dispuesto a pagar por mi atención. Y, entre nosotros: nadie gana apostando contra mí. —🖤 S. Silver se miró una última vez en el espejo del recibidor. El vestido caía con perfección medida, sin una arruga fuera de lugar. El collar que había elegido no era el más caro, pero sí el más insinuante. En la mesita de entrada reposaba la pequeña caja con el diamante regalado por el ladrón, cerrada y olvidada… al menos por ahora. El sonido de un motor impecablemente afinado rompió la calma de la calle. Silver se acercó a la ventana: el coche negro, blindado, esperaba con discreción letal. Ella sabía que el estaba dentro, aguardando con esa paciencia que es otra forma de poder. Respiró hondo, tomó su clutch de seda y cerró la puerta tras de sí. Cada paso hasta la vereda era un movimiento de ajedrez en sí mismo. Y esta noche, ella jugaba como reina.
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