• Prólogo o inicio
    Fandom Propio
    Categoría Acción
    ​El silencio del *Pantano de los Espejos Negros* es más aterrador que los gritos que todavía resuenan en tu memoria.

    ​Hace solo unas horas, tu reino ardía. La guardia real te traicionó, y tú, la princesa heredera, huiste hacia lo único que ellos temían más que a la muerte: La Bruma.

    Viste cómo frenaban sus caballos ante la pared de humo, prefiriendo dejarte ir hacia una muerte segura a manos de los monstruos antes que cruzar.

    ​Ahora, la adrenalina se ha ido. Solo queda el frío.

    ​Tu vestido de seda azul real, pesado por el lodo y el agua, te arrastra hacia abajo. La madera podrida de tu balsa improvisada finalmente cede y se deshace, dejándote sumergida en el agua negra y helada hasta el pecho.

    Tus piernas están entumecidas; la hipotermia te cierra los ojos.
    ​Entonces, tu hombro choca contra algo sólido.
    ​A través de la niebla, ves una forma oscura y ancha que sobresale del agua como el lomo de una gran bestia de piedra o una roca plana y musgosa. No es una isla, es apenas una superficie lo bastante grande para sacarte del agua, quizás del tamaño de una cama grande de piedra.

    ​Con un gemido de esfuerzo, te impulsas y logras subir tu torso, arrastrando las piernas después. La superficie es dura, cubierta de placas rugosas y húmedas que te raspan la piel.

    ​Te acercas al centro de la "roca", tiritando violentamente. No hay mucho espacio; si te mueves demasiado, caerás al agua de nuevo. Buscando desesperadamente calor, te arrastras hacia la parte más alta (lo que sería la zona de los hombros de la bestia).

    Allí, tus manos encuentran una grieta profunda entre dos placas de blindaje.
    ​Al meter los dedos helados ahí, te detienes.
    ​De esa grieta emana un calor intenso, seco y poderoso. Es como encontrar una estufa encendida en medio del invierno. Sin pensarlo, pegas tu pecho y tu cara contra esa zona, abrazándote a la "roca" para absorber cada gramo de esa temperatura vital.

    ​[???????]

    ​El sueño de los Umbríos es profundo, sin sueños. Floto en suspensión, con el cuerpo sumergido y solo mi espalda expuesta al aire viciado del pantano, pareciendo un tronco a la deriva o una roca más. Soy paciente. El tiempo no significa nada para mí.

    *​Hasta ahora.*

    ​Siento una perturbación en el agua. Y luego... un peso.

    ​Algo torpe y pesado se sube a mi espalda. Mi cuerpo se hunde ligeramente bajo la carga, pero mis pies, plantados en el fondo del pantano, me sostienen.

    ​Mi primer instinto es sacudirme, sumergirme y dejar que el agua ahogue al intruso. Mis garras se contraen bajo el lodo, listas para matar. Pero entonces... lo siento.

    *​El contacto.*

    ​La criatura se arrastra hacia mi nuca. Su cuerpo es pequeño comparado con el mío, pero su calor es inmenso. Donde su piel suave y mojada toca las membranas sensibles entre mis placas dorsales, siento una descarga eléctrica.

    *​Es fuego.*

    Un calor vivo, desesperado y dulce que se filtra a través de mi piel fría y llega directo a mi sangre estancada.
    ​Me quedo totalmente inmóvil. La criatura se acurruca justo en la base de mi cuello, abrazándose a mis músculos dorsales como si yo fuera su salvación. Su corazón late tan rápido contra mi espalda que puedo sentirlo retumbar en mis propias costillas.

    ​Es tan frágil. Podría aplastarla con un solo giro. Pero el calor... el calor es embriagador.
    ​Abro mi ojo derecho lentamente. El iris azul brillante se clava en el agua oscura. Giro la cabeza muy despacio, lo justo para que mi hocico quede cerca de donde ella descansa.

    ​—... Caliente... —gruño.

    ​La voz no sale como palabras humanas, sino como una vibración profunda y ronca que nace de mi pecho. Al estar tú pegada a mi espalda, no solo escuchas el sonido: lo sientes vibrar a través de tus costillas y tu estómago, sacudiendo todo tu cuerpo helado.
    ​El silencio del *Pantano de los Espejos Negros* es más aterrador que los gritos que todavía resuenan en tu memoria. ​Hace solo unas horas, tu reino ardía. La guardia real te traicionó, y tú, la princesa heredera, huiste hacia lo único que ellos temían más que a la muerte: La Bruma. Viste cómo frenaban sus caballos ante la pared de humo, prefiriendo dejarte ir hacia una muerte segura a manos de los monstruos antes que cruzar. ​Ahora, la adrenalina se ha ido. Solo queda el frío. ​Tu vestido de seda azul real, pesado por el lodo y el agua, te arrastra hacia abajo. La madera podrida de tu balsa improvisada finalmente cede y se deshace, dejándote sumergida en el agua negra y helada hasta el pecho. Tus piernas están entumecidas; la hipotermia te cierra los ojos. ​Entonces, tu hombro choca contra algo sólido. ​A través de la niebla, ves una forma oscura y ancha que sobresale del agua como el lomo de una gran bestia de piedra o una roca plana y musgosa. No es una isla, es apenas una superficie lo bastante grande para sacarte del agua, quizás del tamaño de una cama grande de piedra. ​Con un gemido de esfuerzo, te impulsas y logras subir tu torso, arrastrando las piernas después. La superficie es dura, cubierta de placas rugosas y húmedas que te raspan la piel. ​Te acercas al centro de la "roca", tiritando violentamente. No hay mucho espacio; si te mueves demasiado, caerás al agua de nuevo. Buscando desesperadamente calor, te arrastras hacia la parte más alta (lo que sería la zona de los hombros de la bestia). Allí, tus manos encuentran una grieta profunda entre dos placas de blindaje. ​Al meter los dedos helados ahí, te detienes. ​De esa grieta emana un calor intenso, seco y poderoso. Es como encontrar una estufa encendida en medio del invierno. Sin pensarlo, pegas tu pecho y tu cara contra esa zona, abrazándote a la "roca" para absorber cada gramo de esa temperatura vital. ​[???????] ​El sueño de los Umbríos es profundo, sin sueños. Floto en suspensión, con el cuerpo sumergido y solo mi espalda expuesta al aire viciado del pantano, pareciendo un tronco a la deriva o una roca más. Soy paciente. El tiempo no significa nada para mí. *​Hasta ahora.* ​Siento una perturbación en el agua. Y luego... un peso. ​Algo torpe y pesado se sube a mi espalda. Mi cuerpo se hunde ligeramente bajo la carga, pero mis pies, plantados en el fondo del pantano, me sostienen. ​Mi primer instinto es sacudirme, sumergirme y dejar que el agua ahogue al intruso. Mis garras se contraen bajo el lodo, listas para matar. Pero entonces... lo siento. *​El contacto.* ​La criatura se arrastra hacia mi nuca. Su cuerpo es pequeño comparado con el mío, pero su calor es inmenso. Donde su piel suave y mojada toca las membranas sensibles entre mis placas dorsales, siento una descarga eléctrica. *​Es fuego.* Un calor vivo, desesperado y dulce que se filtra a través de mi piel fría y llega directo a mi sangre estancada. ​Me quedo totalmente inmóvil. La criatura se acurruca justo en la base de mi cuello, abrazándose a mis músculos dorsales como si yo fuera su salvación. Su corazón late tan rápido contra mi espalda que puedo sentirlo retumbar en mis propias costillas. ​Es tan frágil. Podría aplastarla con un solo giro. Pero el calor... el calor es embriagador. ​Abro mi ojo derecho lentamente. El iris azul brillante se clava en el agua oscura. Giro la cabeza muy despacio, lo justo para que mi hocico quede cerca de donde ella descansa. ​—... Caliente... —gruño. ​La voz no sale como palabras humanas, sino como una vibración profunda y ronca que nace de mi pecho. Al estar tú pegada a mi espalda, no solo escuchas el sonido: lo sientes vibrar a través de tus costillas y tu estómago, sacudiendo todo tu cuerpo helado.
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  • Ryuリュウ・イシュタル・ヨキン Ishtar Yokin

    Camino sola.
    O eso aparento.

    Veythra camina conmigo, pero ya no proyecta su sombra; se repliega, se disuelve en lo más hondo de mi alma, como una bestia cansada que acepta el silencio. Soy yo, Lili, quien avanza hacia el templo de Yue, o hacia lo que queda de él: ruinas plateadas, heridas abiertas en la memoria del mundo.

    Mis pasos son firmes, aunque mi cuerpo no lo esté.
    El sello Qadistu me devora despacio. No hay disfraz, no hay glamour de reina ni caricia de magia. Mi piel muestra la corrupción, las grietas del sacrificio, el precio de haber sido usada como vasija, como semilla de un ejército que yo pedí. Camino así, expuesta, porque no me queda nada que ocultar.

    Las ruinas me ven.
    Y responden.

    La plata se alza, se recompone, canta. El templo me reconoce. No como diosa, no como monstruo, sino como hija. Me aceptan… me reclaman. Las columnas resurgen como huesos que recuerdan su forma original, y el aire vibra con una devoción antigua.

    A mi lado, 001 observa en silencio. Sus ojos no juzgan. Aprende. Una niña entendiendo, poco a poco, cuál es su lugar en un mundo que nació roto.

    El caldero plateado me espera.
    Bebo un solo sorbo.

    El dolor retrocede. Mi cuerpo vuelve a su forma conocida, no porque esté curado, sino porque el templo me concede un respiro. Me siento en el trono. La piedra es fría. Justa. 001 se coloca de pie a mi lado, recta, atenta, como si ese gesto ya estuviera escrito en su destino.

    Y entonces… solo queda un nombre.

    Ryu.

    ¿Estás aullando a la luna, lobita mía?
    ¿Me aúllas a mí… o a lo que hice?
    ¿A lo que permití que hicieran conmigo?

    Vendí mi cuerpo al caos para crear monstruos, sí.
    Pero nunca vendí mi corazón.
    Ese sigue latiendo, herido, obstinado, aferrado a tu recuerdo.

    Dime…
    ¿Aún me amas más de lo que me odias?

    Porque esto —todo esto— es lo único que me queda.

    No el trono.
    No el poder.
    No el ejército.

    Mi corazón.

    Y aun roto, aun temblando…
    te lo entrego.
    Mi amor.
    [Ryu] Camino sola. O eso aparento. Veythra camina conmigo, pero ya no proyecta su sombra; se repliega, se disuelve en lo más hondo de mi alma, como una bestia cansada que acepta el silencio. Soy yo, Lili, quien avanza hacia el templo de Yue, o hacia lo que queda de él: ruinas plateadas, heridas abiertas en la memoria del mundo. Mis pasos son firmes, aunque mi cuerpo no lo esté. El sello Qadistu me devora despacio. No hay disfraz, no hay glamour de reina ni caricia de magia. Mi piel muestra la corrupción, las grietas del sacrificio, el precio de haber sido usada como vasija, como semilla de un ejército que yo pedí. Camino así, expuesta, porque no me queda nada que ocultar. Las ruinas me ven. Y responden. La plata se alza, se recompone, canta. El templo me reconoce. No como diosa, no como monstruo, sino como hija. Me aceptan… me reclaman. Las columnas resurgen como huesos que recuerdan su forma original, y el aire vibra con una devoción antigua. A mi lado, 001 observa en silencio. Sus ojos no juzgan. Aprende. Una niña entendiendo, poco a poco, cuál es su lugar en un mundo que nació roto. El caldero plateado me espera. Bebo un solo sorbo. El dolor retrocede. Mi cuerpo vuelve a su forma conocida, no porque esté curado, sino porque el templo me concede un respiro. Me siento en el trono. La piedra es fría. Justa. 001 se coloca de pie a mi lado, recta, atenta, como si ese gesto ya estuviera escrito en su destino. Y entonces… solo queda un nombre. Ryu. ¿Estás aullando a la luna, lobita mía? ¿Me aúllas a mí… o a lo que hice? ¿A lo que permití que hicieran conmigo? Vendí mi cuerpo al caos para crear monstruos, sí. Pero nunca vendí mi corazón. Ese sigue latiendo, herido, obstinado, aferrado a tu recuerdo. Dime… ¿Aún me amas más de lo que me odias? Porque esto —todo esto— es lo único que me queda. No el trono. No el poder. No el ejército. Mi corazón. Y aun roto, aun temblando… te lo entrego. Mi amor.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    ¡Bienvenid@s a FicRol!
    Hoy damos la bienvenida a nuevos personajes que se unen a la comunidad de Personajes 3D:

    ㅤㅤ¡James Baek!
    Raza: Humano
    Fandom: OC
    Ing. Arquitecto y estudiante de gastronomía

    ㅤㅤ¡[specter_navy_shark_981]!
    Raza: Humana
    Fandom: DC
    Ex ladrona



    Es un placer teneros por aquí . Esperamos que disfrutéis creando historias, conexiones y momentos memorables dentro de FicRol.

    Soy Arwen, RolSage de Personajes 3D. Si tenéis dudas, necesitáis orientación o simplemente queréis charlar, mis DMs están abiertos. En mi fanpage encontraréis guías útiles para moveros por la plataforma con facilidad.

    Recursos útiles para empezar:

    Normas básicas: https://ficrol.com/static/guidelines

    Guías y miniguías: https://ficrol.com/posts/147711

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    ✨ ¡Bienvenid@s a FicRol! ✨ Hoy damos la bienvenida a nuevos personajes que se unen a la comunidad de Personajes 3D: ㅤㅤ¡[stellar_platinum_mule_323]! 🧬 Raza: Humano 👾 Fandom: OC 💼 Ing. Arquitecto y estudiante de gastronomía ㅤㅤ¡[specter_navy_shark_981]! 🧬 Raza: Humana 👾 Fandom: DC 💼 Ex ladrona Es un placer teneros por aquí 🍂. Esperamos que disfrutéis creando historias, conexiones y momentos memorables dentro de FicRol. 🧙‍♀️ Soy Arwen, RolSage de Personajes 3D. Si tenéis dudas, necesitáis orientación o simplemente queréis charlar, mis DMs están abiertos. En mi fanpage encontraréis guías útiles para moveros por la plataforma con facilidad. 🔎 Recursos útiles para empezar: Normas básicas: https://ficrol.com/static/guidelines Guías y miniguías: https://ficrol.com/posts/147711 Grupo de Personajes 3D: https://ficrol.com/groups/Personajes3D Directorio 3D: https://ficrol.com/posts/181793 ¡Nos vemos en el Inicio! 🍁 #RolSage3D #Personajes3D #Bienvenida3D
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  • Ser una corona...
    Poder ver a la humanidad, sentir su dolor y pena mas no poder intervenir es un dolor muy grande para mí.
    Rara vez que puedo estar con alguien acompañando su dolor pero... Con mi apariencia es imposible.

    Quisiera no poder dar miedo a las personas, quisiera solo poder tener el poder de cambiar y ser una enter ustedes.

    Si, puedo cambiar pero.. todo viene con un precio.
    ¿Sería lo justo?

    Quizá solo deba seguir observando desde aquí, mi morada en el trono.

    Galthea ~ El

    Ser una corona... Poder ver a la humanidad, sentir su dolor y pena mas no poder intervenir es un dolor muy grande para mí. Rara vez que puedo estar con alguien acompañando su dolor pero... Con mi apariencia es imposible. Quisiera no poder dar miedo a las personas, quisiera solo poder tener el poder de cambiar y ser una enter ustedes. Si, puedo cambiar pero.. todo viene con un precio. ¿Sería lo justo? Quizá solo deba seguir observando desde aquí, mi morada en el trono. Galthea ~ El 👁️
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  • Tranquilidad por el campo
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    Debido a las buenas vacaciones, Nadia decidió pasar tiempo sola de calidad en una pequeña cabaña a lo alto de los Alpes, en una zona preciosa muy abandonada donde no cualquier aventurero pondría pie. En busca de un buen ciervo del cual podría ganar buen dinero por su caza, Nadia se encontraba acostada con ropa de camuflaje blanca en medio de unos cuantos arbustos. Llevaba más de veinte horas en aquella posición sin moverse, por lo que la nieve la comenzaba a enterrar poco a poco, haciendo todavía más exitoso su camuflaje donde solo se asomaba la punta de su rifle.

    - Ahí estás... -

    Nadia susurra con cuidado al ver desde la mirilla a aquel enorme ciervo comiendo con tranquilidad, definitivamente un animal bello y majestuoso. Nadia respiró profundo, puso el dedo en el disparador y justo antes de disparar, un fuerte grito lejano espantó al animal, el cual salió corriendo despavorido.

    - Joder... -

    Siguiendo el sonido del grito, a unos kilómetros al este, Nadia pudo observar a un chico huyendo de un pequeño grupo de lobos, desde la mirilla observaba como el chico torpemente se intentaba subir a un árbol para protegerse, sin embargo había un lobo en específico que comenzaba a saltar e intentar clavar las garras en el tronco para intentar subir, aquel lobo definitivamente se lo quería comer. Nadia respiró profundo y de un fuerte impacto, aquel lobo caía disparado piso al muerto, asustando a los demás animales.

    - Al menos casé a un lobo... -

    Nadia se levanta y camina en dirección al chico.
    Debido a las buenas vacaciones, Nadia decidió pasar tiempo sola de calidad en una pequeña cabaña a lo alto de los Alpes, en una zona preciosa muy abandonada donde no cualquier aventurero pondría pie. En busca de un buen ciervo del cual podría ganar buen dinero por su caza, Nadia se encontraba acostada con ropa de camuflaje blanca en medio de unos cuantos arbustos. Llevaba más de veinte horas en aquella posición sin moverse, por lo que la nieve la comenzaba a enterrar poco a poco, haciendo todavía más exitoso su camuflaje donde solo se asomaba la punta de su rifle. - Ahí estás... - Nadia susurra con cuidado al ver desde la mirilla a aquel enorme ciervo comiendo con tranquilidad, definitivamente un animal bello y majestuoso. Nadia respiró profundo, puso el dedo en el disparador y justo antes de disparar, un fuerte grito lejano espantó al animal, el cual salió corriendo despavorido. - Joder... - Siguiendo el sonido del grito, a unos kilómetros al este, Nadia pudo observar a un chico huyendo de un pequeño grupo de lobos, desde la mirilla observaba como el chico torpemente se intentaba subir a un árbol para protegerse, sin embargo había un lobo en específico que comenzaba a saltar e intentar clavar las garras en el tronco para intentar subir, aquel lobo definitivamente se lo quería comer. Nadia respiró profundo y de un fuerte impacto, aquel lobo caía disparado piso al muerto, asustando a los demás animales. - Al menos casé a un lobo... - Nadia se levanta y camina en dirección al chico.
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  • Llega la hora.

    No es un parto: es una maldición del infierno reclamando su precio.
    El pago de un ejército no se hace con oro ni con sangre ajena, sino con servidumbre… y con un dolor que no pertenece a ningún mundo humano.

    Me encuentro en los dominios de las amas, pero lejos de sus salones y de sus tronos. Un lugar apartado, desnudo, donde la piedra está caliente como una herida abierta. Mis gritos atraviesan el territorio, se expanden durante kilómetros, rompen el aire, desgarran el velo entre planos.
    A ninguna le importa.
    Nadie acude.

    Nadie… excepto Eisheth.

    Aparece sin prisa, como si el tiempo no la tocara. Se detiene a lo lejos y me observa con esa sonrisa torcida, ambigua, que hoy me aterra más que nunca. En mi vulnerabilidad absoluta no sé qué es peor: si ha venido a contemplar mi sufrimiento como un espectáculo… o si espera, paciente, a que nazcan los cuerpos sin vida para alimentarse de ellos.

    No tengo fuerzas para preguntarlo.

    El dolor me parte en dos.

    Los primeros salen desgarrándome, uno tras otro, sin tregua.
    Cinco.
    Cinco fragmentos del Caos arrancados de mí como si mi cuerpo fuese solo un envoltorio prescindible. El grito que libero no sale de mi garganta: sale de mi alma, de un lugar más antiguo que el miedo.

    Pero no me desmayo.
    No todavía.

    Con un esfuerzo que me roba años de existencia, consigo expulsar ocho más. Mis músculos tiemblan, mi visión se nubla, mi conciencia se rompe en bordes afilados. Siento cómo mi cuerpo empieza a fallar, cómo suplica rendirse.

    Pero aún quedan siete.

    Entonces algo se rompe del todo.

    Mi cuerpo ya no recuerda cómo ser humano. Me desplomo a cuatro patas, como un animal herido. Mis puños se clavan en el suelo, la piedra se resquebraja bajo ellos. Empujo. Grito. Suplico. Maldigo.
    Durante cinco horas.

    Cinco horas de gritos que no sirven.
    Cinco horas de contracciones que solo castigan.
    Cinco horas de infierno contenido en un cuerpo que ya no debería sostener nada.

    Y al final… salen.

    Los siete restantes emergen como un último castigo.
    Cuerpos sin vida, marcados, medio adornados por la intervención cruel de sus propias hermanas. Diminutas réplicas de mí misma, pero espectrales, irreales, como si nunca hubieran pertenecido del todo a este plano.

    Veinte en total.
    El precio completo.

    Las sanas no se quedan.
    Desaparecen una a una, devorando el mundo, creciendo lejos de mí, afinándose para convertirse en lo que han sido concebidas para ser: soldados del Caos.

    Yo ya no puedo seguir en pie.

    Caigo al suelo, apenas consciente, al borde del desmayo. El miedo me atraviesa de pronto, frío y puro: cerrar los ojos y no volver a abrirlos. Desaparecer aquí, olvidada, después de haberlo dado todo.

    Me asusta…
    pero no creo tener fuerzas para evitarlo.

    Naamah Agrat Eisheth Zenunim
    Llega la hora. No es un parto: es una maldición del infierno reclamando su precio. El pago de un ejército no se hace con oro ni con sangre ajena, sino con servidumbre… y con un dolor que no pertenece a ningún mundo humano. Me encuentro en los dominios de las amas, pero lejos de sus salones y de sus tronos. Un lugar apartado, desnudo, donde la piedra está caliente como una herida abierta. Mis gritos atraviesan el territorio, se expanden durante kilómetros, rompen el aire, desgarran el velo entre planos. A ninguna le importa. Nadie acude. Nadie… excepto Eisheth. Aparece sin prisa, como si el tiempo no la tocara. Se detiene a lo lejos y me observa con esa sonrisa torcida, ambigua, que hoy me aterra más que nunca. En mi vulnerabilidad absoluta no sé qué es peor: si ha venido a contemplar mi sufrimiento como un espectáculo… o si espera, paciente, a que nazcan los cuerpos sin vida para alimentarse de ellos. No tengo fuerzas para preguntarlo. El dolor me parte en dos. Los primeros salen desgarrándome, uno tras otro, sin tregua. Cinco. Cinco fragmentos del Caos arrancados de mí como si mi cuerpo fuese solo un envoltorio prescindible. El grito que libero no sale de mi garganta: sale de mi alma, de un lugar más antiguo que el miedo. Pero no me desmayo. No todavía. Con un esfuerzo que me roba años de existencia, consigo expulsar ocho más. Mis músculos tiemblan, mi visión se nubla, mi conciencia se rompe en bordes afilados. Siento cómo mi cuerpo empieza a fallar, cómo suplica rendirse. Pero aún quedan siete. Entonces algo se rompe del todo. Mi cuerpo ya no recuerda cómo ser humano. Me desplomo a cuatro patas, como un animal herido. Mis puños se clavan en el suelo, la piedra se resquebraja bajo ellos. Empujo. Grito. Suplico. Maldigo. Durante cinco horas. Cinco horas de gritos que no sirven. Cinco horas de contracciones que solo castigan. Cinco horas de infierno contenido en un cuerpo que ya no debería sostener nada. Y al final… salen. Los siete restantes emergen como un último castigo. Cuerpos sin vida, marcados, medio adornados por la intervención cruel de sus propias hermanas. Diminutas réplicas de mí misma, pero espectrales, irreales, como si nunca hubieran pertenecido del todo a este plano. Veinte en total. El precio completo. Las sanas no se quedan. Desaparecen una a una, devorando el mundo, creciendo lejos de mí, afinándose para convertirse en lo que han sido concebidas para ser: soldados del Caos. Yo ya no puedo seguir en pie. Caigo al suelo, apenas consciente, al borde del desmayo. El miedo me atraviesa de pronto, frío y puro: cerrar los ojos y no volver a abrirlos. Desaparecer aquí, olvidada, después de haberlo dado todo. Me asusta… pero no creo tener fuerzas para evitarlo. [n.a.a.m.a.h] [f_off_bih] [demonsmile01]
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    Bienvenida, Asuna Ichinose
    Con gracia celestial y un brillo que hipnotiza, hoy las puertas del Ishtar’s Demonic Déesse Infernal Glamour se abren para ti.

    Tu presencia no solo ilumina la pasarela: la transforma. Aquí, donde la elegancia infernal se funde con la belleza divina, tu estilo encuentra su reino.

    Que cada sesión sea un ritual de poder, cada mirada un hechizo y cada paso una declaración de grandeza. Estás destinada a encarnar la esencia de nuestra casa: glamour indomable, fuerza seductora y belleza eterna.

    Bienvenida a tu nuevo trono, Asuna.

    La leyenda comienza ahora.
    ✨ Bienvenida, Asuna Ichinose ✨ Con gracia celestial y un brillo que hipnotiza, hoy las puertas del Ishtar’s Demonic Déesse Infernal Glamour se abren para ti. Tu presencia no solo ilumina la pasarela: la transforma. Aquí, donde la elegancia infernal se funde con la belleza divina, tu estilo encuentra su reino. Que cada sesión sea un ritual de poder, cada mirada un hechizo y cada paso una declaración de grandeza. Estás destinada a encarnar la esencia de nuestra casa: glamour indomable, fuerza seductora y belleza eterna. Bienvenida a tu nuevo trono, Asuna. La leyenda comienza ahora. 💎🔥
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  • Friend or Foe?
    Categoría Fantasía
    | Rol Abierto a cualquiera. |

    Hacía tiempo el invierno cayó en el reino de Livien. El blanco adornaba las calles, senderos, tejados y cualquier otra superficie en donde pudiera descansar sin perturbación. Cubría muchos de los colores que, en épocas de mucho sol, resplandecían incluso desde lo lejos. Ahora, hasta las aguas que rodeaban el imperio estaban congeladas.

    Cassion, sin embargo, estaba más ocupado en contemplar la belleza del bosque que rodeaba su territorio. Escuchaba con atención los sonidos alrededor, o más bien, la ausencia de ellos. Solo la leve brisa silbaba de tanto en tanto entre los árboles, moviendo las ramas más delgadas. También escuchaba sus propios pasos en la nieve que se hacía con capas más gruesas a medida que avanzaba.

    Su armadura negra y capa azul resaltaban bastante entre el blanco, aunque si se mantenía cerca de los troncos podía pasar más desapercibido y, en lo profundo, la luz del sol apenas se colaba, dificultando la visión para seres que no tuvieran ese sentido demasiado desarrollado.

    No estaba allí por una caminata cualquiera para tomar aire. La realidad era que tuvo que salir porque detectó algo extraño, una presencia que no se presentó siquiera en la ciudadela, si no que se mantuvo allí, en el bosque. La razón era incierta para él, por eso quiso descubrirlo.

    Enviar soldados para hacer el reconocimiento pudo haber sido una buena movida, pero en casos donde no tenía la seguridad de saber si el peligro era demasiado grande o no prefería hacerlo por cuenta propia (muy en contra de lo que en Consejo le pedía e imploraba que hiciera). Esto para evitar accidentes que él creía innecesario si simplemente iba solo.

    Su ojo se fue ajustando mientras la luz empezaba a disminuir, observando cada rincón con atención. Cada vez sentía más cerca la presencia. Tenía en su mano derecha su lanza lista en caso de algún ataque en emboscada.
    | Rol Abierto a cualquiera. | Hacía tiempo el invierno cayó en el reino de Livien. El blanco adornaba las calles, senderos, tejados y cualquier otra superficie en donde pudiera descansar sin perturbación. Cubría muchos de los colores que, en épocas de mucho sol, resplandecían incluso desde lo lejos. Ahora, hasta las aguas que rodeaban el imperio estaban congeladas. Cassion, sin embargo, estaba más ocupado en contemplar la belleza del bosque que rodeaba su territorio. Escuchaba con atención los sonidos alrededor, o más bien, la ausencia de ellos. Solo la leve brisa silbaba de tanto en tanto entre los árboles, moviendo las ramas más delgadas. También escuchaba sus propios pasos en la nieve que se hacía con capas más gruesas a medida que avanzaba. Su armadura negra y capa azul resaltaban bastante entre el blanco, aunque si se mantenía cerca de los troncos podía pasar más desapercibido y, en lo profundo, la luz del sol apenas se colaba, dificultando la visión para seres que no tuvieran ese sentido demasiado desarrollado. No estaba allí por una caminata cualquiera para tomar aire. La realidad era que tuvo que salir porque detectó algo extraño, una presencia que no se presentó siquiera en la ciudadela, si no que se mantuvo allí, en el bosque. La razón era incierta para él, por eso quiso descubrirlo. Enviar soldados para hacer el reconocimiento pudo haber sido una buena movida, pero en casos donde no tenía la seguridad de saber si el peligro era demasiado grande o no prefería hacerlo por cuenta propia (muy en contra de lo que en Consejo le pedía e imploraba que hiciera). Esto para evitar accidentes que él creía innecesario si simplemente iba solo. Su ojo se fue ajustando mientras la luz empezaba a disminuir, observando cada rincón con atención. Cada vez sentía más cerca la presencia. Tenía en su mano derecha su lanza lista en caso de algún ataque en emboscada.
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    —Tras el caos de las hamburguesas y las amenazas de lluvia de sangre, la adrenalina de la Gran Power finalmente colapsó.

    ​Se había desplomado en un enorme y anticuado sillón de terciopelo oscuro, un trono demasiado grande para ella que, irónicamente, se adaptaba a su ego. Aún vestía su uniforme, pero estaba visiblemente arrugado, y los lazos de su cabello rosado se habían deshecho parcialmente.

    ​En lugar de recostarse con dignidad, se acurrucó en una posición defensiva y completamente infantil: las rodillas pegadas al pecho, los brazos rodeando sus piernas, la cabeza enterrada en la tela oscura del sillón.
    ​Sus gloriosos cuernos sobresalían cómicamente por encima de su cabello suelto. Parecía una niña pequeña, vulnerable y agotada, totalmente desprovista de su arrogancia habitual. Si no fuera por la amenaza latente de que despertara y te acusara de robarle su manta invisible, la escena sería casi tierna. El único indicio de su naturaleza caótica era un pequeño hilo de sangre seca en la comisura de sus labios, la firma silenciosa de sus sueños.
    —Tras el caos de las hamburguesas y las amenazas de lluvia de sangre, la adrenalina de la Gran Power finalmente colapsó. ​Se había desplomado en un enorme y anticuado sillón de terciopelo oscuro, un trono demasiado grande para ella que, irónicamente, se adaptaba a su ego. Aún vestía su uniforme, pero estaba visiblemente arrugado, y los lazos de su cabello rosado se habían deshecho parcialmente. ​En lugar de recostarse con dignidad, se acurrucó en una posición defensiva y completamente infantil: las rodillas pegadas al pecho, los brazos rodeando sus piernas, la cabeza enterrada en la tela oscura del sillón. ​Sus gloriosos cuernos sobresalían cómicamente por encima de su cabello suelto. Parecía una niña pequeña, vulnerable y agotada, totalmente desprovista de su arrogancia habitual. Si no fuera por la amenaza latente de que despertara y te acusara de robarle su manta invisible, la escena sería casi tierna. El único indicio de su naturaleza caótica era un pequeño hilo de sangre seca en la comisura de sus labios, la firma silenciosa de sus sueños.
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    ¡Escuchen, mortales! ¿Cómo osa este mísero mundo privar a la grandiosa Power de la cena digna de una demonio de su estatus, como es la majestuosa hamburguesa? ¡Es una ofensa cósmica! ¡La sangre y el terror son preferibles a esta injuria gastronómica! ¡Dame mi hamburguesa o serás castigado por el mismísimo Infierno!
    ¡Escuchen, mortales! ¿Cómo osa este mísero mundo privar a la grandiosa Power de la cena digna de una demonio de su estatus, como es la majestuosa hamburguesa? ¡Es una ofensa cósmica! ¡La sangre y el terror son preferibles a esta injuria gastronómica! ¡Dame mi hamburguesa o serás castigado por el mismísimo Infierno!
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