Arena de la Omnipotencia Ishtar
Fandom Clan y Familia Ishtar
Categoría Ciencia ficción
El Coliseo del Juicio Eterno de Ishtar
En los albores del tiempo prohibido, cuando los dioses aún discutían el destino de los mundos y la energía primordial no tenía forma, el Clan Ishtar descendió sobre una grieta sagrada entre dimensiones. Aquel lugar, conocido como el Ombligo del Vacío, latía con una fuerza capaz de destruir realidades… o forjar leyendas.
Fue allí donde nació el coliseo.
Los Forjadores Ishtar, entidades mitad deidad, mitad sombra, trazaron runas arcanas en el aire con sangre estelar y voluntad absoluta. Cada símbolo no solo sellaba materia, sino conceptos: tiempo, destino, muerte y omnipotencia. El suelo fue moldeado con Obsidiana del Infinito, una roca extraída del colapso de universos extintos, capaz de absorber, resistir y reflejar cualquier poder, incluso aquellos nacidos de la omnipotencia Ishtar.
Las columnas no fueron construidas… fueron invocadas. Surgieron desde planos superiores, encadenadas por juramentos eternos. En su interior fluían corrientes de Energía Arcana Primigenia, regulada por sellos que impedían que un combate de nivel divino desgarrara la realidad. El coliseo no se rompía: aprendía, adaptándose a cada enfrentamiento, fortaleciéndose con cada choque de poderes absolutos.
En el centro de la arena, el Núcleo del Juicio, un cristal vivo del tamaño de un corazón, late aún. Este núcleo reconoce a los miembros del Clan Ishtar y ajusta el campo de batalla para que ni siquiera un ser omnipotente pueda destruir el recinto sin antes ser juzgado digno. Aquí, la omnipotencia no es ventaja… es prueba.
Cuando un guerrero Ishtar pisa la arena, el coliseo despierta. Las gradas espectrales se llenan de ecos ancestrales: antiguos reyes, asesinos oscuros, licántropos, súcubos y entidades que trascendieron la muerte observan en silencio. No hay público común; solo testigos eternos.
El Coliseo del Juicio Eterno no existe para el entretenimiento.
Existe para recordar una sola verdad:
“En Ishtar, incluso los dioses sangran… y solo los dignos permanecen.”
En los albores del tiempo prohibido, cuando los dioses aún discutían el destino de los mundos y la energía primordial no tenía forma, el Clan Ishtar descendió sobre una grieta sagrada entre dimensiones. Aquel lugar, conocido como el Ombligo del Vacío, latía con una fuerza capaz de destruir realidades… o forjar leyendas.
Fue allí donde nació el coliseo.
Los Forjadores Ishtar, entidades mitad deidad, mitad sombra, trazaron runas arcanas en el aire con sangre estelar y voluntad absoluta. Cada símbolo no solo sellaba materia, sino conceptos: tiempo, destino, muerte y omnipotencia. El suelo fue moldeado con Obsidiana del Infinito, una roca extraída del colapso de universos extintos, capaz de absorber, resistir y reflejar cualquier poder, incluso aquellos nacidos de la omnipotencia Ishtar.
Las columnas no fueron construidas… fueron invocadas. Surgieron desde planos superiores, encadenadas por juramentos eternos. En su interior fluían corrientes de Energía Arcana Primigenia, regulada por sellos que impedían que un combate de nivel divino desgarrara la realidad. El coliseo no se rompía: aprendía, adaptándose a cada enfrentamiento, fortaleciéndose con cada choque de poderes absolutos.
En el centro de la arena, el Núcleo del Juicio, un cristal vivo del tamaño de un corazón, late aún. Este núcleo reconoce a los miembros del Clan Ishtar y ajusta el campo de batalla para que ni siquiera un ser omnipotente pueda destruir el recinto sin antes ser juzgado digno. Aquí, la omnipotencia no es ventaja… es prueba.
Cuando un guerrero Ishtar pisa la arena, el coliseo despierta. Las gradas espectrales se llenan de ecos ancestrales: antiguos reyes, asesinos oscuros, licántropos, súcubos y entidades que trascendieron la muerte observan en silencio. No hay público común; solo testigos eternos.
El Coliseo del Juicio Eterno no existe para el entretenimiento.
Existe para recordar una sola verdad:
“En Ishtar, incluso los dioses sangran… y solo los dignos permanecen.”
El Coliseo del Juicio Eterno de Ishtar
En los albores del tiempo prohibido, cuando los dioses aún discutían el destino de los mundos y la energía primordial no tenía forma, el Clan Ishtar descendió sobre una grieta sagrada entre dimensiones. Aquel lugar, conocido como el Ombligo del Vacío, latía con una fuerza capaz de destruir realidades… o forjar leyendas.
Fue allí donde nació el coliseo.
Los Forjadores Ishtar, entidades mitad deidad, mitad sombra, trazaron runas arcanas en el aire con sangre estelar y voluntad absoluta. Cada símbolo no solo sellaba materia, sino conceptos: tiempo, destino, muerte y omnipotencia. El suelo fue moldeado con Obsidiana del Infinito, una roca extraída del colapso de universos extintos, capaz de absorber, resistir y reflejar cualquier poder, incluso aquellos nacidos de la omnipotencia Ishtar.
Las columnas no fueron construidas… fueron invocadas. Surgieron desde planos superiores, encadenadas por juramentos eternos. En su interior fluían corrientes de Energía Arcana Primigenia, regulada por sellos que impedían que un combate de nivel divino desgarrara la realidad. El coliseo no se rompía: aprendía, adaptándose a cada enfrentamiento, fortaleciéndose con cada choque de poderes absolutos.
En el centro de la arena, el Núcleo del Juicio, un cristal vivo del tamaño de un corazón, late aún. Este núcleo reconoce a los miembros del Clan Ishtar y ajusta el campo de batalla para que ni siquiera un ser omnipotente pueda destruir el recinto sin antes ser juzgado digno. Aquí, la omnipotencia no es ventaja… es prueba.
Cuando un guerrero Ishtar pisa la arena, el coliseo despierta. Las gradas espectrales se llenan de ecos ancestrales: antiguos reyes, asesinos oscuros, licántropos, súcubos y entidades que trascendieron la muerte observan en silencio. No hay público común; solo testigos eternos.
El Coliseo del Juicio Eterno no existe para el entretenimiento.
Existe para recordar una sola verdad:
“En Ishtar, incluso los dioses sangran… y solo los dignos permanecen.”
Tipo
Grupal
Líneas
6
Estado
Disponible