• Diario 27 de agosto

    Encuentro con mis tías
    Ryu リュウ・イシュタル Ishtar Lisesharte Freya Ishtar

    Hoy conocí oficialmente a mi tía Lisesharte… y descubrí que es la versión más descarada y lujuriosa de todo el árbol familiar. Soltando comentarios que casi me hacen sangrar la nariz del susto.

    Por suerte mi tía Ryu estuvo ahí, medio entre protectora y avergonzada, poniéndome detrás de ella cada dos minutos mientras discutía con Lis para que “no me corrompiera”. La escena fue una mezcla entre comedia, vergüenza ajena y un poquito de terror psicológico.

    Yo, claro, intentando sobrevivir entre comentarios de fertilidad, insinuaciones y besos casi robados. Al final salí corriendo a ponerme hielo (con orden expresa de Ryu) mientras ellas dos seguían con sus discusiones absurdas sobre… bueno, cosas de adultos.

    Conclusión:

    Mi tía Lisesharte = peligro andante.

    Mi tía Ryu = ángel guardián (aunque también con sus secretos).


    Pero bueno, admito que fue divertido. Ahora ya sé lo que me espera en esta familia: caos, risas y un poquito de miedo. 🩷
    Diario 27 de agosto Encuentro con mis tías [Ryu] [Freya_Ishtar] Hoy conocí oficialmente a mi tía Lisesharte… y descubrí que es la versión más descarada y lujuriosa de todo el árbol familiar. Soltando comentarios que casi me hacen sangrar la nariz del susto. Por suerte mi tía Ryu estuvo ahí, medio entre protectora y avergonzada, poniéndome detrás de ella cada dos minutos mientras discutía con Lis para que “no me corrompiera”. La escena fue una mezcla entre comedia, vergüenza ajena y un poquito de terror psicológico. Yo, claro, intentando sobrevivir entre comentarios de fertilidad, insinuaciones y besos casi robados. Al final salí corriendo a ponerme hielo (con orden expresa de Ryu) mientras ellas dos seguían con sus discusiones absurdas sobre… bueno, cosas de adultos. Conclusión: Mi tía Lisesharte = peligro andante. Mi tía Ryu = ángel guardián (aunque también con sus secretos). Pero bueno, admito que fue divertido. Ahora ya sé lo que me espera en esta familia: caos, risas y un poquito de miedo. 🩷
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  • [Vuelvo a publicar porque la app no me deja subir imágenes de mnres]



    •Recuerdos de Haku•


    {Desde pequeña siempre sentí que no pertenecía del todo a este mundo. Como si el suelo bajo mis pies no terminara de aceptarme. Un espíritu que sólo yo podía ver, Para otros era un juego de niña, un amigo imaginario, un delirio infantil… hasta que empezaron a murmurar que quizá estaba loca.}

    {Pero en la casa de mis padres todo era distinto. Ellos jamás me miraron con ese juicio en los ojos. Con ellos podía reír, correr, jugar… sentir que pertenecía. Fue mi padre quien me enseñó a no temer a los espectros que se aferrarían a mí hasta el final, fruto de mi magia nigromante.}

    —No todos los espíritus son enemigos. Algunos son terror puro, pero también pueden ser maravillas misteriosas ocultas del mundo. Aprende a verlos con los dos ojos, no sólo con el del miedo.

    {La primera vez que vi al mío… no lo negaré, quise gritar, quise huir. Era sólo una sombra informe, costrosa, cubierta de un velo fantasmal, grotesco. Su sola presencia me inquietaba. Y, sin embargo, con cada aparición, esa figura iba cambiando. Su silueta se volvía menos amenazante, menos monstruosa, como si respondiera a lo que veía en mí. Jamás entendí por qué, pero mi padre me explicó que los espíritus también eligen: él estaba esforzándose por no parecerme un monstruo.}

    —Papá… dile que se vaya… por favor… yo ya no quiero verlo…

    {Mis lágrimas caían, el miedo me ahogaba. Mi padre, paciente, me sostuvo contra su pecho, acunándome. Sentí cómo sus labios besaban mi frente y sus dedos acariciaban suavemente en mi cabello. Su voz dulce, me susurró:}

    —Cuando tengas miedo, recuerda esto, Haku: tú tienes el poder de dominarlo. Hazlo tuyo, somételo, no dejes que te gobierne. El miedo no es dueño de ti, tú eres su dueña. Nadie, ni siquiera yo, puede luchar esa batalla por ti. Sólo tú puedes enfrentarlo y vencerlo.

    {Levanté mis ojos hacia él. Su mirada estaba cargada de ternura infinita, como si en mí viera el tesoro más preciado de su vida. Y, por un instante, creí que eso era suficiente. Que bastaba con estar en sus brazos para que nada malo pudiera tocarme. Pero la sombra seguía ahí… inmóvil, agazapada en la esquina de mi habitación, pegada al reflejo oscuro de la ventana. Alta, oscura, fría. Sólo sus ojos brillantes, fijos en mí, me recordaban su existencia.}

    {Con un gesto suave, mi padre limpió mis lágrimas. Solté un pequeño respiro, luego un impulso infantil me hizo saltar de la cama. Agarré una almohada… y se la arrojé. Luego otra. Y otra más.}

    —¡Vete! ¡Vete de aquí! ¡Ya no quiero verte nunca más!

    Mis pies descalzos tocaron el suelo al acercarme más y más a esa sombra. El corazón me golpeaba con tanta fuerza que pensé que se me saldría del pecho, pero la presencia de mi padre me daba valor. Nada me haría daño mientras él estuviera a mi lado. Finalmente, me planté frente a esa silueta. Levanté mi rostro, alzando la barbilla desafiante, hasta encontrar esos ojos incandescentes.}

    —Ya no te tengo miedo. ¡Vete!

    {El espíritu me observó en un silencio eterno. Ese silencio que oprime. Lo odiaba. Lo detestaba. Pero cuando ya estaba segura de que jamás desaparecería, ocurrió lo impensado. Mis ojos se abrieron de par en par: la sombra se fragmentó, se quebró como humo en el viento… y con un leve puff, simplemente se desvaneció.}
    ⚠️[Vuelvo a publicar porque la app no me deja subir imágenes de mnres⚠️] •Recuerdos de Haku•📖 {Desde pequeña siempre sentí que no pertenecía del todo a este mundo. Como si el suelo bajo mis pies no terminara de aceptarme. Un espíritu que sólo yo podía ver, Para otros era un juego de niña, un amigo imaginario, un delirio infantil… hasta que empezaron a murmurar que quizá estaba loca.} {Pero en la casa de mis padres todo era distinto. Ellos jamás me miraron con ese juicio en los ojos. Con ellos podía reír, correr, jugar… sentir que pertenecía. Fue mi padre quien me enseñó a no temer a los espectros que se aferrarían a mí hasta el final, fruto de mi magia nigromante.} —No todos los espíritus son enemigos. Algunos son terror puro, pero también pueden ser maravillas misteriosas ocultas del mundo. Aprende a verlos con los dos ojos, no sólo con el del miedo. {La primera vez que vi al mío… no lo negaré, quise gritar, quise huir. Era sólo una sombra informe, costrosa, cubierta de un velo fantasmal, grotesco. Su sola presencia me inquietaba. Y, sin embargo, con cada aparición, esa figura iba cambiando. Su silueta se volvía menos amenazante, menos monstruosa, como si respondiera a lo que veía en mí. Jamás entendí por qué, pero mi padre me explicó que los espíritus también eligen: él estaba esforzándose por no parecerme un monstruo.} —Papá… dile que se vaya… por favor… yo ya no quiero verlo… {Mis lágrimas caían, el miedo me ahogaba. Mi padre, paciente, me sostuvo contra su pecho, acunándome. Sentí cómo sus labios besaban mi frente y sus dedos acariciaban suavemente en mi cabello. Su voz dulce, me susurró:} —Cuando tengas miedo, recuerda esto, Haku: tú tienes el poder de dominarlo. Hazlo tuyo, somételo, no dejes que te gobierne. El miedo no es dueño de ti, tú eres su dueña. Nadie, ni siquiera yo, puede luchar esa batalla por ti. Sólo tú puedes enfrentarlo y vencerlo. {Levanté mis ojos hacia él. Su mirada estaba cargada de ternura infinita, como si en mí viera el tesoro más preciado de su vida. Y, por un instante, creí que eso era suficiente. Que bastaba con estar en sus brazos para que nada malo pudiera tocarme. Pero la sombra seguía ahí… inmóvil, agazapada en la esquina de mi habitación, pegada al reflejo oscuro de la ventana. Alta, oscura, fría. Sólo sus ojos brillantes, fijos en mí, me recordaban su existencia.} {Con un gesto suave, mi padre limpió mis lágrimas. Solté un pequeño respiro, luego un impulso infantil me hizo saltar de la cama. Agarré una almohada… y se la arrojé. Luego otra. Y otra más.} —¡Vete! ¡Vete de aquí! ¡Ya no quiero verte nunca más! Mis pies descalzos tocaron el suelo al acercarme más y más a esa sombra. El corazón me golpeaba con tanta fuerza que pensé que se me saldría del pecho, pero la presencia de mi padre me daba valor. Nada me haría daño mientras él estuviera a mi lado. Finalmente, me planté frente a esa silueta. Levanté mi rostro, alzando la barbilla desafiante, hasta encontrar esos ojos incandescentes.} —Ya no te tengo miedo. ¡Vete! {El espíritu me observó en un silencio eterno. Ese silencio que oprime. Lo odiaba. Lo detestaba. Pero cuando ya estaba segura de que jamás desaparecería, ocurrió lo impensado. Mis ojos se abrieron de par en par: la sombra se fragmentó, se quebró como humo en el viento… y con un leve puff, simplemente se desvaneció.}
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  • — ¿En serio? ¿Tanto te gusta Superman?

    — Me gusta tanto como tú me gustas a mi.

    — Pensé que íbamos a ver una de terror.

    — ¿Por qué? ¿para que cada vez que pase una escena fuerte te abraces a mi?

    — Esa es la idea...

    #Picasso
    — ¿En serio? ¿Tanto te gusta Superman? — Me gusta tanto como tú me gustas a mi. — Pensé que íbamos a ver una de terror. — ¿Por qué? ¿para que cada vez que pase una escena fuerte te abraces a mi? — Esa es la idea... #Picasso
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  • Hoy combatí a una gran rival. Bueno yo combatí, ella sólo bailó desarmada.
    No logré tocarla ni una sola vez.
    Creo.

    Digo “creo” porque hubo un momento en el que dejé de ser yo. La ira, la frustración, la impotencia, todas las sombras que una puede albergar y aún más, sombras que no me pertenecen… todo se fundió y me convirtió en algo distinto. Un ente aterrador. Un reflejo de mí misma, pero deformado, hambriento, incontrolable.

    Y entonces comprendí. Ese ser no era nuevo. Ese ser ya lo había sentido antes, en las pesadillas.
    El devorador de miedos.
    El creador de pesadillas.
    La jaula invisible que mantiene a los soñadores atrapados, que los hace despertar empapados en sudor, temblando, orinados en su propia cama.

    Un monstruo que solo necesita una cosa: más sombras.
    Las sombras que la gente esconde.
    Las sombras que deben abrazar para conocerse a sí mismos, para superar sus miedos y traumas.
    Esas son su alimento.

    Y al pensarlo me recorre un escalofrío. Porque es triste. Sí. Pero también es poderoso.
    ¿Qué pasaría si pudiera controlarlo?

    Los demonios se regocijarian: las almas heridas son fáciles de poseer, y yo, al devorar sus sombras, las dejaría desnudas, expuestas.

    ¿Me importa?
    No.

    Ese ser me promete poder. Y sé que el riesgo es claro:
    o me consume él…
    o lo consumo yo.

    Ahora lo escucho llamarme, rugiendo en mi interior, reclamando más alimento.
    Camino hacia la ciudad, transformada en terror, con pasos que no son del todo míos.
    Acecharé en la oscuridad a aquellos que han perdido la voluntad de luchar, a los que han abandonado sus sombras porque ya no tienen fuerzas para cargarlas.

    Quizás allí encuentre el poder que busco…
    O quizás, en el intento, sea yo quien los arrastre conmigo a un destino mucho peor.
    Hoy combatí a una gran rival. Bueno yo combatí, ella sólo bailó desarmada. No logré tocarla ni una sola vez. Creo. Digo “creo” porque hubo un momento en el que dejé de ser yo. La ira, la frustración, la impotencia, todas las sombras que una puede albergar y aún más, sombras que no me pertenecen… todo se fundió y me convirtió en algo distinto. Un ente aterrador. Un reflejo de mí misma, pero deformado, hambriento, incontrolable. Y entonces comprendí. Ese ser no era nuevo. Ese ser ya lo había sentido antes, en las pesadillas. El devorador de miedos. El creador de pesadillas. La jaula invisible que mantiene a los soñadores atrapados, que los hace despertar empapados en sudor, temblando, orinados en su propia cama. Un monstruo que solo necesita una cosa: más sombras. Las sombras que la gente esconde. Las sombras que deben abrazar para conocerse a sí mismos, para superar sus miedos y traumas. Esas son su alimento. Y al pensarlo me recorre un escalofrío. Porque es triste. Sí. Pero también es poderoso. ¿Qué pasaría si pudiera controlarlo? Los demonios se regocijarian: las almas heridas son fáciles de poseer, y yo, al devorar sus sombras, las dejaría desnudas, expuestas. ¿Me importa? No. Ese ser me promete poder. Y sé que el riesgo es claro: o me consume él… o lo consumo yo. Ahora lo escucho llamarme, rugiendo en mi interior, reclamando más alimento. Camino hacia la ciudad, transformada en terror, con pasos que no son del todo míos. Acecharé en la oscuridad a aquellos que han perdido la voluntad de luchar, a los que han abandonado sus sombras porque ya no tienen fuerzas para cargarlas. Quizás allí encuentre el poder que busco… O quizás, en el intento, sea yo quien los arrastre conmigo a un destino mucho peor.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    [ ¿Alguien interesado en un rol de misterio y terror? Me es indiferente si es hombre o mujer. Basta con qué tenga intenciones de un rol de varios turnos. ]
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  • "Lo tenés ahí... Lo tenés todo. ¡Viajaste hacia adelante, hacia atrás! ¡¡Diferentes líneas de tiempo!! ¿¡Me vas a decir que no sabés cómo arreglar esto?!"

    —¡NO SÉ! —gritó Ezequiel, harto y cansado, asustado también. La voz taladrando su cabeza no lo dejaba en paz y estaba llegando al punto de querer pegarse un tiro en la sien para poder haver que se callara. Estaba confundido, desbalanceado de tanta mierda en su cabeza. —No sé... ¡No lo sé!

    Su voz se quebró, los ojos empezaron a arderle y no tardó demasiado para empezar a sollozar antes de quebrarse en llanto.

    Frío. Un escalofrío inmenso recorrió su cuerpo a pesar de tener miles de capaz de ropa encima, a pesar de estar acurrucado contra una pared. A pesar qje ni siquiera habían bajas temperaturas en el ambiente... Ese frío era ppr el miedo. El terror de saber que algo faltaba, pero siempre iba a tener el mismo resultado sin importar cuánto lo intentara.

    Error.

    Sabía qué hacer. Solo no quería ejecutar ese plan. Quizás porque ya la había cagado tanto que no había forma de arreglar la bola gigante que se creó con cada línea temporal nueva.

    Sus ojos lo habían visto todo. El universo ahí mismo se estaba encasillando.

    "Sos un boludo", la voz le decía, "¡No podes hacer nada! ¡Gasto de vida humana!"

    Quizás era cierto.

    Lo que sea, quería dejarlo para otra ocasión. Ahora tenía que continuar su viaje, volver a intentar... a ver qué novedades le daban la bienvenida ahora.
    "Lo tenés ahí... Lo tenés todo. ¡Viajaste hacia adelante, hacia atrás! ¡¡Diferentes líneas de tiempo!! ¿¡Me vas a decir que no sabés cómo arreglar esto?!" —¡NO SÉ! —gritó Ezequiel, harto y cansado, asustado también. La voz taladrando su cabeza no lo dejaba en paz y estaba llegando al punto de querer pegarse un tiro en la sien para poder haver que se callara. Estaba confundido, desbalanceado de tanta mierda en su cabeza. —No sé... ¡No lo sé! Su voz se quebró, los ojos empezaron a arderle y no tardó demasiado para empezar a sollozar antes de quebrarse en llanto. Frío. Un escalofrío inmenso recorrió su cuerpo a pesar de tener miles de capaz de ropa encima, a pesar de estar acurrucado contra una pared. A pesar qje ni siquiera habían bajas temperaturas en el ambiente... Ese frío era ppr el miedo. El terror de saber que algo faltaba, pero siempre iba a tener el mismo resultado sin importar cuánto lo intentara. Error. Sabía qué hacer. Solo no quería ejecutar ese plan. Quizás porque ya la había cagado tanto que no había forma de arreglar la bola gigante que se creó con cada línea temporal nueva. Sus ojos lo habían visto todo. El universo ahí mismo se estaba encasillando. "Sos un boludo", la voz le decía, "¡No podes hacer nada! ¡Gasto de vida humana!" Quizás era cierto. Lo que sea, quería dejarlo para otra ocasión. Ahora tenía que continuar su viaje, volver a intentar... a ver qué novedades le daban la bienvenida ahora.
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  • Escena 2: El museo de sombras
    Fandom OC
    Categoría Original
    La noche envolvía el elegante Museo de Arte Contemporáneo de Seúl como un sudario de terciopelo. Dentro, bajo la tenue luz de emergencia que parpadeaba intermitentemente, el aire estaba cargado de polvo y un silencio casi palpable. Orion se movía con la familiar desenvoltura de un depredador en su territorio, su figura oscura fundiéndose con las sombras de las esculturas abstractas.

    Su objetivo, una marchante de arte de reputación dudosa llamada Madame Evangeline Dubois, se había refugiado en la sala de exposiciones temporales, creyendo que la seguridad del museo la protegería. Craso error. Orion había desactivado las alarmas con la facilidad de un fantasma deslizando los dedos por un teclado y ahora la seguía a través de las salas laberínticas.

    Madame Dubois, una mujer corpulenta vestida con un ostentoso abrigo de piel, jadeaba con dificultad mientras se escondía detrás de una instalación de metal retorcido. Su rostro, iluminado por el tembloroso haz de su teléfono móvil, estaba pálido de terror. Sabía que su tiempo se agotaba.

    Orion la encontró fácilmente. El tenue brillo del móvil la delató como una luciérnaga en la oscuridad. Se acercó en silencio, sus pasos amortiguados por la alfombra gruesa. Madame Dubois dejó escapar un grito ahogado al verlo emerger de las sombras, la silueta amenazante de su figura recortada contra la penumbra.

    —Por favor… —suplicó en un francés entrecortado, sus ojos llenos de lágrimas—. Tengo dinero… ¡Todo el que quieras!

    Orion no respondió. El dinero no significaba nada. Su trabajo era simple: eliminar una amenaza. Y Madame Dubois, con sus tratos turbios y los secretos que guardaba, era una amenaza para su cliente.

    Sin dudarlo, Orion extrajo un cable fino y resistente de un bolsillo interior de su abrigo. En un movimiento rápido y silencioso, lo lanzó hacia adelante, enlazando el cuello de la mujer. Madame Dubois se llevó las manos a la garganta, sus ojos inyectados en sangre mientras luchaba por respirar.

    La fuerza de Orion era implacable. Tiró del cable con firmeza, sintiendo la resistencia y luego el lento ceder. Los estertores de la mujer resonaron brevemente en el silencio del museo antes de ser sofocados. Su cuerpo cayó al suelo con un golpe sordo, el teléfono móvil rodando a su lado, la pantalla aún iluminada mostrando una llamada sin respuesta.

    Orion permaneció inmóvil durante unos segundos, asegurándose de que su objetivo estuviera neutralizado. Luego, con la misma eficiencia con la que había llegado, desapareció entre las sombras del museo, dejando tras de sí otra vida truncada en la oscuridad de la noche de Seúl.
    La noche envolvía el elegante Museo de Arte Contemporáneo de Seúl como un sudario de terciopelo. Dentro, bajo la tenue luz de emergencia que parpadeaba intermitentemente, el aire estaba cargado de polvo y un silencio casi palpable. Orion se movía con la familiar desenvoltura de un depredador en su territorio, su figura oscura fundiéndose con las sombras de las esculturas abstractas. Su objetivo, una marchante de arte de reputación dudosa llamada Madame Evangeline Dubois, se había refugiado en la sala de exposiciones temporales, creyendo que la seguridad del museo la protegería. Craso error. Orion había desactivado las alarmas con la facilidad de un fantasma deslizando los dedos por un teclado y ahora la seguía a través de las salas laberínticas. Madame Dubois, una mujer corpulenta vestida con un ostentoso abrigo de piel, jadeaba con dificultad mientras se escondía detrás de una instalación de metal retorcido. Su rostro, iluminado por el tembloroso haz de su teléfono móvil, estaba pálido de terror. Sabía que su tiempo se agotaba. Orion la encontró fácilmente. El tenue brillo del móvil la delató como una luciérnaga en la oscuridad. Se acercó en silencio, sus pasos amortiguados por la alfombra gruesa. Madame Dubois dejó escapar un grito ahogado al verlo emerger de las sombras, la silueta amenazante de su figura recortada contra la penumbra. —Por favor… —suplicó en un francés entrecortado, sus ojos llenos de lágrimas—. Tengo dinero… ¡Todo el que quieras! Orion no respondió. El dinero no significaba nada. Su trabajo era simple: eliminar una amenaza. Y Madame Dubois, con sus tratos turbios y los secretos que guardaba, era una amenaza para su cliente. Sin dudarlo, Orion extrajo un cable fino y resistente de un bolsillo interior de su abrigo. En un movimiento rápido y silencioso, lo lanzó hacia adelante, enlazando el cuello de la mujer. Madame Dubois se llevó las manos a la garganta, sus ojos inyectados en sangre mientras luchaba por respirar. La fuerza de Orion era implacable. Tiró del cable con firmeza, sintiendo la resistencia y luego el lento ceder. Los estertores de la mujer resonaron brevemente en el silencio del museo antes de ser sofocados. Su cuerpo cayó al suelo con un golpe sordo, el teléfono móvil rodando a su lado, la pantalla aún iluminada mostrando una llamada sin respuesta. Orion permaneció inmóvil durante unos segundos, asegurándose de que su objetivo estuviera neutralizado. Luego, con la misma eficiencia con la que había llegado, desapareció entre las sombras del museo, dejando tras de sí otra vida truncada en la oscuridad de la noche de Seúl.
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  • ---

    No sabes como aborrezco el espectro del perfume de tu rostro.

    Tu belleza perturba a mi espectro.

    Madre, terror de mi corazón.

    ¿Cuántas noches más desconoceré tu rostro?

    Tu retrato me sonríe.

    Como sonrío cada vez que pensamos en el futuro.

    De nuestra propiedad de providencias.
    --- No sabes como aborrezco el espectro del perfume de tu rostro. Tu belleza perturba a mi espectro. Madre, terror de mi corazón. ¿Cuántas noches más desconoceré tu rostro? Tu retrato me sonríe. Como sonrío cada vez que pensamos en el futuro. De nuestra propiedad de providencias.
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  • -Escondida, la puercoespín fue testigo terrible de un asesinato por parte de uno de sus amigos. Sentía mucho miedo y terror pero guarda silencio, se mantiene tranquila para no ser descubierta.-
    -Escondida, la puercoespín fue testigo terrible de un asesinato por parte de uno de sus amigos. Sentía mucho miedo y terror pero guarda silencio, se mantiene tranquila para no ser descubierta.-
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    He dado forma a los sueños de incontables almas, he paseado por pasillos forjados con esperanzas, terrores y anhelos profundos... pero hay momentos en los que me veo obligado a detenerme. Como ahora.

    Mis brazos rodean mi cuerpo, para no olvidar que aún existo, que no soy solo el reflejo de lo que otros necesitan soñar.

    (Suspiro pesado)

    ¿Acaso puede un dios sentirse solo?

    (Pausa breve)

    No es por la falta de compañía, sino por la ausencia de sentido.

    A veces, el deber de guiar los sueños se convierte en un exilio autoimpuesto. No puedo ser parte del mundo que construyo para otros. Solo observar. Cuidar. Proteger. Como una presencia que se desvanece antes del alba, olvidada por quienes más dependen de ella.

    Me pregunto si alguien soñará conmigo esta noche.

    Si alguna mente, siquiera por error, me imaginará sentado así: en silencio, sin armadura ni manto de noche, solo con la carga de una historia que aún no es contada.

    Y si acaso alguien lo hace, espero que al menos entienda que incluso las sombras que habitan los sueños… a veces desean descansar...
    He dado forma a los sueños de incontables almas, he paseado por pasillos forjados con esperanzas, terrores y anhelos profundos... pero hay momentos en los que me veo obligado a detenerme. Como ahora. Mis brazos rodean mi cuerpo, para no olvidar que aún existo, que no soy solo el reflejo de lo que otros necesitan soñar. (Suspiro pesado) ¿Acaso puede un dios sentirse solo? (Pausa breve) No es por la falta de compañía, sino por la ausencia de sentido. A veces, el deber de guiar los sueños se convierte en un exilio autoimpuesto. No puedo ser parte del mundo que construyo para otros. Solo observar. Cuidar. Proteger. Como una presencia que se desvanece antes del alba, olvidada por quienes más dependen de ella. Me pregunto si alguien soñará conmigo esta noche. Si alguna mente, siquiera por error, me imaginará sentado así: en silencio, sin armadura ni manto de noche, solo con la carga de una historia que aún no es contada. Y si acaso alguien lo hace, espero que al menos entienda que incluso las sombras que habitan los sueños… a veces desean descansar...
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