### **Cuando el reloj ya no decide**
Las calles estaban casi desiertas. **Solo el ruido lejano del tráfico y el parpadeo de las luces de neón** rompían la calma artificial de la madrugada. Alejandro avanzaba con paso firme, las manos en los bolsillos de su chaqueta, sintiendo el peso del viejo reloj de bolsillo.
**Solo quería llegar a su auto.**
Pero entonces, **escuchó los gritos**.
Voces ásperas, cargadas de burla. **Un golpe sordo.**
Aceleró el paso. **Giró la esquina y los vio.**
Cuatro tipos rodeaban a una joven en el suelo. **Su rostro estaba hinchado, la nariz rota, sangre escurriendo por la comisura de sus labios.** Uno de los agresores tenía un bate de madera; los otros tres reían, dándole patadas al cuerpo encogido de su víctima.
**Alejandro no sacó su reloj.**
Su mente ya cansada hizo click, por primera vez en un largo tiempo sus emociones lo dominaron.
Exhaló lentamente. **Lo que venía ya era decisión suya.**
Avanzó sin hacer ruido. El del bate fue el primero en notar su presencia, pero **cuando quiso reaccionar, Alejandro ya estaba sobre él.**
El puñetazo lo tomó de lleno en la mandíbula, haciendo que tropezara hacia atrás. **El bate cayó al suelo con un golpe seco.**
Los otros reaccionaron al instante. **No eran matones de poca monta; sabían pelear.**
El segundo intentó acuchillarlo. Alejandro logró esquivar el tajo, pero no del todo: **la hoja le rozó el costado, abriendo su chaqueta y la piel debajo.**
El ardor fue inmediato.
Ignorándolo, atrapó la muñeca del tipo y **le estampó la frente en la nariz con un golpe seco**. Sangre caliente le salpicó la cara, pero el tipo aún tenía fuerzas para forcejear.
**No tenía tiempo para una pelea larga.**
Alejandro metió la mano en su chaqueta y sacó su pistola.
El tercero intentó correr. **Disparo a la pierna.**
El tipo cayó de bruces en el pavimento, aullando de dolor.
El cuarto, que hasta ese momento solo había observado, se lanzó sobre él desde un costado. **El impacto fue brutal.** Alejandro sintió cómo el aire le abandonaba los pulmones cuando su espalda chocó contra un poste de luz.
Un puño se estrelló en su costado herido. **El dolor le arrancó un gruñido.**
Pero había peleado herido antes.
**Con la rabia impulsándolo, clavó el cañón de la pistola en el estómago del agresor y disparó.**
El cuerpo se desplomó sobre él, ensuciándole la chaqueta con sangre. **Alejandro lo empujó a un lado y se obligó a ponerse de pie.**
El que quedaba, el primero que golpeó, **había logrado recuperar el bate.**
Respirando con dificultad, Alejandro se obligó a mirar el reloj de nuevo. **Giró la corona.**
Las manecillas se detuvieron… **en la negra.**
El tipo temblaba, sosteniendo el bate con ambas manos.
Alejandro lo miró por un largo instante, el pulso aún acelerado, el cuerpo dolorido.
Luego, sin decir nada, disparo, exhalando giró sobre sus talones y comenzó a caminar.
El Mustang estaba donde lo había dejado. **Sus piernas protestaban con cada paso, pero no se detuvo.**
Abrió la puerta, se dejó caer en el asiento y cerró los ojos un momento. **La adrenalina empezaba a desvanecerse, dejando el cansancio en su lugar.**
**Y el dolor.**
La herida en su costado palpitaba. **Nada grave, pero jodidamente molesto.**
Apoyó la cabeza en el volante y exhaló lentamente.
La pelea había terminado. **Pero la sensación en su pecho no era alivio.**
Por primera vez en mucho tiempo, **se había dejado llevar antes de mirar el reloj.**
### **Cuando el reloj ya no decide**
Las calles estaban casi desiertas. **Solo el ruido lejano del tráfico y el parpadeo de las luces de neón** rompían la calma artificial de la madrugada. Alejandro avanzaba con paso firme, las manos en los bolsillos de su chaqueta, sintiendo el peso del viejo reloj de bolsillo.
**Solo quería llegar a su auto.**
Pero entonces, **escuchó los gritos**.
Voces ásperas, cargadas de burla. **Un golpe sordo.**
Aceleró el paso. **Giró la esquina y los vio.**
Cuatro tipos rodeaban a una joven en el suelo. **Su rostro estaba hinchado, la nariz rota, sangre escurriendo por la comisura de sus labios.** Uno de los agresores tenía un bate de madera; los otros tres reían, dándole patadas al cuerpo encogido de su víctima.
**Alejandro no sacó su reloj.**
Su mente ya cansada hizo click, por primera vez en un largo tiempo sus emociones lo dominaron.
Exhaló lentamente. **Lo que venía ya era decisión suya.**
Avanzó sin hacer ruido. El del bate fue el primero en notar su presencia, pero **cuando quiso reaccionar, Alejandro ya estaba sobre él.**
El puñetazo lo tomó de lleno en la mandíbula, haciendo que tropezara hacia atrás. **El bate cayó al suelo con un golpe seco.**
Los otros reaccionaron al instante. **No eran matones de poca monta; sabían pelear.**
El segundo intentó acuchillarlo. Alejandro logró esquivar el tajo, pero no del todo: **la hoja le rozó el costado, abriendo su chaqueta y la piel debajo.**
El ardor fue inmediato.
Ignorándolo, atrapó la muñeca del tipo y **le estampó la frente en la nariz con un golpe seco**. Sangre caliente le salpicó la cara, pero el tipo aún tenía fuerzas para forcejear.
**No tenía tiempo para una pelea larga.**
Alejandro metió la mano en su chaqueta y sacó su pistola.
El tercero intentó correr. **Disparo a la pierna.**
El tipo cayó de bruces en el pavimento, aullando de dolor.
El cuarto, que hasta ese momento solo había observado, se lanzó sobre él desde un costado. **El impacto fue brutal.** Alejandro sintió cómo el aire le abandonaba los pulmones cuando su espalda chocó contra un poste de luz.
Un puño se estrelló en su costado herido. **El dolor le arrancó un gruñido.**
Pero había peleado herido antes.
**Con la rabia impulsándolo, clavó el cañón de la pistola en el estómago del agresor y disparó.**
El cuerpo se desplomó sobre él, ensuciándole la chaqueta con sangre. **Alejandro lo empujó a un lado y se obligó a ponerse de pie.**
El que quedaba, el primero que golpeó, **había logrado recuperar el bate.**
Respirando con dificultad, Alejandro se obligó a mirar el reloj de nuevo. **Giró la corona.**
Las manecillas se detuvieron… **en la negra.**
El tipo temblaba, sosteniendo el bate con ambas manos.
Alejandro lo miró por un largo instante, el pulso aún acelerado, el cuerpo dolorido.
Luego, sin decir nada, disparo, exhalando giró sobre sus talones y comenzó a caminar.
El Mustang estaba donde lo había dejado. **Sus piernas protestaban con cada paso, pero no se detuvo.**
Abrió la puerta, se dejó caer en el asiento y cerró los ojos un momento. **La adrenalina empezaba a desvanecerse, dejando el cansancio en su lugar.**
**Y el dolor.**
La herida en su costado palpitaba. **Nada grave, pero jodidamente molesto.**
Apoyó la cabeza en el volante y exhaló lentamente.
La pelea había terminado. **Pero la sensación en su pecho no era alivio.**
Por primera vez en mucho tiempo, **se había dejado llevar antes de mirar el reloj.**