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    La Casa de Papel
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    ¡Hola! Estoy buscando gente interesada en llevar alguno de los personajes de esta búsqueda (info + abajo)

    IMPORTANTE, LEER ANTES DE SEGUIR LEYENDO:

    FICHA DE VARSOVIA: https://ficrol.com/blogs/301067/IRENE-D%C3%8DAZ-URRUTIKOETXEA-%F0%9D%9C%97%F0%9D%9C%9A

    Búsqueda de personajes:
    (TODOS ELLOS CON POSIBILIDAD PARA OTP [excepto Sergio] ; prioridad para: BERLÍN.)

    ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻


    🢒 EL PROFESOR / SERGIO MARQUINA

    𝄄 ↳ Con El Profesor la trama se construye desde la raíz, desde aquel pasillo del instituto en el que ella le defendió por primera vez. Sergio es el cerebro frío, el estratega que no se permite sentir, pero Irene es su punto ciego. Ella no es un simple plan B, es la única persona que conoce al verdadero Sergio: el chico vulnerable, no el genio que juega con la policía como si fueran piezas de ajedrez. Su relación abre un abanico de posibilidades: tensión entre la lealtad y el amor no correspondido, discusiones donde ella intenta que baje la máscara de líder y muestre al hombre que siempre protegió, momentos de ternura rotos por la presión del atraco (además de flashbacks de la adolescencia de ambos)

    ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻


    🢒 BERLÍN / ANDRÉS DE FONOLLOSA

    𝄄 ↳ La historia entre ellos es un juego sucio que empezó en la adolescencia: sexo, celos, rabia, obsesión. Andrés conoce cada punto débil de Irene porque él mismo los creó, y ella, por su parte, aprendió a devolver cada golpe con la misma violencia emocional.

    Sus escenas están cargadas de veneno y deseo, de pullas crueles. (También roleando flashbacks y momentos del pasado, cuando se conocieron, etc)

    En pleno atraco, cada mirada puede ser una amenaza o una invitación a repetir lo que nunca supieron dejar atrás.

    El rol con él es una montaña rusa: rivalidad, manipulación, sexo explosivo y un amor enfermizo que ni la muerte consigue apagar.

    Se odian, se desean, y siempre vuelven a caer uno en el otro, aunque sepan que acabarán destruyéndose.

    ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻


    🢒 LA INSPECTORA / RAQUEL MURILLO.

    𝄄 ↳ La inspectora es el recuerdo que Irene nunca pudo borrar. Lo suyo empezó lejos de los monos rojos y las máscaras de Dalí, en Varsovia, entre vodka barato y conversaciones íntimas.

    Al principio todo fue parte de un plan: seducirla, ganarse su confianza, entrar por donde nadie más podía. Pero lo que debía ser una manipulación terminó siendo una herida. Raquel descubrió a la mujer bajo la máscara: calculadora, sí, pero también capaz de ofrecer una intimidad que nadie más le había dado.

    Con ella, la trama se mueve entre el deseo prohibido y la traición inevitable. Son dos mujeres que deberían estar en lados opuestos, pero que se atraen como imanes.

    Con Raquel, Irene puede recuperar algo parecido a la humanidad o hundirse.

    ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻


    Qué busco:

    ⟡ Desarrollar la historia y el canon de mi personaje.

    ⟡ Respeto al canon.

    ⟡ Agilidad en las respuestas (valoro mucho que podamos responder seguido para que la trama avance con fluidez).

    ⟡ Escritura cuidada, con énfasis en subtexto, intriga política y emociones contenidas.

    ⟡ Compromiso para desarrollar tramas largas con evolución real de personajes.

    ⸻⸻⸻⸻⸻⸻

    Lo que ofrezco:

    ⟡ Escritura detallada, inmersiva y literaria (me inspiro en el estilo de la serie).

    ⟡ Desarrollo profundo de personajes, respetando tanto a los canon como a los originales.

    ⟡ Constancia y comunicación para planear giros y mantener coherencia narrativa.

    ⟡ Flexibilidad y creatividad para adaptar las tramas a las ideas de ambos.
    ¡Hola! Estoy buscando gente interesada en llevar alguno de los personajes de esta búsqueda (info + abajo) IMPORTANTE, LEER ANTES DE SEGUIR LEYENDO: FICHA DE VARSOVIA: https://ficrol.com/blogs/301067/IRENE-D%C3%8DAZ-URRUTIKOETXEA-%F0%9D%9C%97%F0%9D%9C%9A Búsqueda de personajes: (TODOS ELLOS CON POSIBILIDAD PARA OTP [excepto Sergio] ; prioridad para: BERLÍN.) ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ 🢒 EL PROFESOR / SERGIO MARQUINA 𝄄 ↳ Con El Profesor la trama se construye desde la raíz, desde aquel pasillo del instituto en el que ella le defendió por primera vez. Sergio es el cerebro frío, el estratega que no se permite sentir, pero Irene es su punto ciego. Ella no es un simple plan B, es la única persona que conoce al verdadero Sergio: el chico vulnerable, no el genio que juega con la policía como si fueran piezas de ajedrez. Su relación abre un abanico de posibilidades: tensión entre la lealtad y el amor no correspondido, discusiones donde ella intenta que baje la máscara de líder y muestre al hombre que siempre protegió, momentos de ternura rotos por la presión del atraco (además de flashbacks de la adolescencia de ambos) ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ 🢒 BERLÍN / ANDRÉS DE FONOLLOSA 𝄄 ↳ La historia entre ellos es un juego sucio que empezó en la adolescencia: sexo, celos, rabia, obsesión. Andrés conoce cada punto débil de Irene porque él mismo los creó, y ella, por su parte, aprendió a devolver cada golpe con la misma violencia emocional. Sus escenas están cargadas de veneno y deseo, de pullas crueles. (También roleando flashbacks y momentos del pasado, cuando se conocieron, etc) En pleno atraco, cada mirada puede ser una amenaza o una invitación a repetir lo que nunca supieron dejar atrás. El rol con él es una montaña rusa: rivalidad, manipulación, sexo explosivo y un amor enfermizo que ni la muerte consigue apagar. Se odian, se desean, y siempre vuelven a caer uno en el otro, aunque sepan que acabarán destruyéndose. ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ 🢒 LA INSPECTORA / RAQUEL MURILLO. 𝄄 ↳ La inspectora es el recuerdo que Irene nunca pudo borrar. Lo suyo empezó lejos de los monos rojos y las máscaras de Dalí, en Varsovia, entre vodka barato y conversaciones íntimas. Al principio todo fue parte de un plan: seducirla, ganarse su confianza, entrar por donde nadie más podía. Pero lo que debía ser una manipulación terminó siendo una herida. Raquel descubrió a la mujer bajo la máscara: calculadora, sí, pero también capaz de ofrecer una intimidad que nadie más le había dado. Con ella, la trama se mueve entre el deseo prohibido y la traición inevitable. Son dos mujeres que deberían estar en lados opuestos, pero que se atraen como imanes. Con Raquel, Irene puede recuperar algo parecido a la humanidad o hundirse. ⸻⸻⸻⸻⸻⸻⸻ ✨ Qué busco: ⟡ Desarrollar la historia y el canon de mi personaje. ⟡ Respeto al canon. ⟡ Agilidad en las respuestas (valoro mucho que podamos responder seguido para que la trama avance con fluidez). ⟡ Escritura cuidada, con énfasis en subtexto, intriga política y emociones contenidas. ⟡ Compromiso para desarrollar tramas largas con evolución real de personajes. ⸻⸻⸻⸻⸻⸻ ✨ Lo que ofrezco: ⟡ Escritura detallada, inmersiva y literaria (me inspiro en el estilo de la serie). ⟡ Desarrollo profundo de personajes, respetando tanto a los canon como a los originales. ⟡ Constancia y comunicación para planear giros y mantener coherencia narrativa. ⟡ Flexibilidad y creatividad para adaptar las tramas a las ideas de ambos.
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  • 𝑳𝒂 𝒑𝒓𝒊𝒏𝒄𝒆𝒔𝒂 ఌ︎

    El bar tenía esa atmósfera densa que solo Moscú podía ofrecer en invierno: humo de cigarro, luces rojas filtradas por cortinas de terciopelo, y música que parecía latir como un corazón herido. Lilith estaba sentada en la barra, con una copa de vino blanco entre los dedos. Su presencia era como una nota de piano en medio de un rugido: suave, pero imposible de ignorar.

    Una chica -excompañera de la escuela- apareció como una sombra ruidosa. Para Lilith no era nadie. No tenía apellido que importara, ni historia que pesara. Pero tenía lengua afilada, uñas largas pintadas de rojo barato, y ojos cargados de envidia. Se acercó con pasos torpes, como quien no teme porque no entiende el peligro.

    —¿Blackwood? —escupió con una sonrisa torcida— ante la escasa atención de Lilith a ella no hizo más que una mueca molesta y grego más molesta —¿Quien te cres tú? ¿Una princesa de cuento gótico que se cree especial porque nació con un apellido prestado?

    Lilith no giró la cabeza. Solo alzó la copa, la observó contra la luz, y espondió en una voz suave

    — eres ruidosa—

    La chica soltó una carcajada áspera, y se acercó más. Le rozó el hombro con el dedo, como si quisiera provocar una reacción. Lilith no se movió.

    —¿Y qué más? ¿Te crees peligrosa porque tienes cara de muñeca rota? —susurró con veneno—. Apuesto a que tus hermanos te protegen porque saben que tú sola no vales nada. ¿Qué haces aquí, jugando a ser adulta?

    Dorian, apoyado contra la pared como un lobo en descanso, tensó la mandíbula. Su mirada se volvió hielo. Dio un paso, pero Lilith levantó una mano sin mirarlo. No necesitaba palabras para detenerlo. Él entendió.

    La chica se rió otra vez, esta vez más cerca. Le empujó el brazo con el dorso de la mano, y luego, con descaro, tomó el tenedor que Lilith había dejado junto a su plato intacto.

    —¿Qué pasa, princesa? ¿Ni siquiera sabes usar esto? —dijo, alzándolo como si fuera un trofeo.

    Lilith se giró lentamente, como si el aire se congelara a su alrededor. Sus ojos azul cielo ya no brillaban: cortaban. Caminó hacia la chica con pasos tan silenciosos como una maldición bien pronunciada. La música pareció detenerse. El bar contuvo el aliento.

    Con una elegancia letal, Lilith tomó el tenedor de sus manos, sin violencia, solo con una firmeza que no admitía réplica. Lo giró entre sus dedos como si fuera parte de un ritual antiguo, y luego lo colocó justo bajo la mandíbula de la chica, apenas tocando la piel.

    —No soy una princesa —susurró, con voz de hielo—. Soy una Blackwood. Y si quisiera, este tenedor sería suficiente para que no volvieras a pronunciar mi nombre. No por falta de aire. Por falta de lengua.

    La chica tembló. Intentó hablar, pero su voz se había evaporado. Lilith se inclinó, su perfume envolviendo como un bosque encantado al amanecer, y habló al oído de la intrusa con una calma que dolía.

    —Tu nombre no pesa. Tu existencia no importa. Y tu arrogancia... es adorablemente suicida.

    Dorian sonrió desde la sombra, orgulloso. Lilith se alejó en dirección a su hermano, con la misma calma con la que había llegado, retomando su copa como si nada hubiera ocurrido. El bar volvió a respirar y ambos hermanos salieron, ni siquiera una copa de vino podía tomar tranquila.
    𝑳𝒂 𝒑𝒓𝒊𝒏𝒄𝒆𝒔𝒂 ఌ︎ El bar tenía esa atmósfera densa que solo Moscú podía ofrecer en invierno: humo de cigarro, luces rojas filtradas por cortinas de terciopelo, y música que parecía latir como un corazón herido. Lilith estaba sentada en la barra, con una copa de vino blanco entre los dedos. Su presencia era como una nota de piano en medio de un rugido: suave, pero imposible de ignorar. Una chica -excompañera de la escuela- apareció como una sombra ruidosa. Para Lilith no era nadie. No tenía apellido que importara, ni historia que pesara. Pero tenía lengua afilada, uñas largas pintadas de rojo barato, y ojos cargados de envidia. Se acercó con pasos torpes, como quien no teme porque no entiende el peligro. —¿Blackwood? —escupió con una sonrisa torcida— ante la escasa atención de Lilith a ella no hizo más que una mueca molesta y grego más molesta —¿Quien te cres tú? ¿Una princesa de cuento gótico que se cree especial porque nació con un apellido prestado? Lilith no giró la cabeza. Solo alzó la copa, la observó contra la luz, y espondió en una voz suave — eres ruidosa— La chica soltó una carcajada áspera, y se acercó más. Le rozó el hombro con el dedo, como si quisiera provocar una reacción. Lilith no se movió. —¿Y qué más? ¿Te crees peligrosa porque tienes cara de muñeca rota? —susurró con veneno—. Apuesto a que tus hermanos te protegen porque saben que tú sola no vales nada. ¿Qué haces aquí, jugando a ser adulta? Dorian, apoyado contra la pared como un lobo en descanso, tensó la mandíbula. Su mirada se volvió hielo. Dio un paso, pero Lilith levantó una mano sin mirarlo. No necesitaba palabras para detenerlo. Él entendió. La chica se rió otra vez, esta vez más cerca. Le empujó el brazo con el dorso de la mano, y luego, con descaro, tomó el tenedor que Lilith había dejado junto a su plato intacto. —¿Qué pasa, princesa? ¿Ni siquiera sabes usar esto? —dijo, alzándolo como si fuera un trofeo. Lilith se giró lentamente, como si el aire se congelara a su alrededor. Sus ojos azul cielo ya no brillaban: cortaban. Caminó hacia la chica con pasos tan silenciosos como una maldición bien pronunciada. La música pareció detenerse. El bar contuvo el aliento. Con una elegancia letal, Lilith tomó el tenedor de sus manos, sin violencia, solo con una firmeza que no admitía réplica. Lo giró entre sus dedos como si fuera parte de un ritual antiguo, y luego lo colocó justo bajo la mandíbula de la chica, apenas tocando la piel. —No soy una princesa —susurró, con voz de hielo—. Soy una Blackwood. Y si quisiera, este tenedor sería suficiente para que no volvieras a pronunciar mi nombre. No por falta de aire. Por falta de lengua. La chica tembló. Intentó hablar, pero su voz se había evaporado. Lilith se inclinó, su perfume envolviendo como un bosque encantado al amanecer, y habló al oído de la intrusa con una calma que dolía. —Tu nombre no pesa. Tu existencia no importa. Y tu arrogancia... es adorablemente suicida. Dorian sonrió desde la sombra, orgulloso. Lilith se alejó en dirección a su hermano, con la misma calma con la que había llegado, retomando su copa como si nada hubiera ocurrido. El bar volvió a respirar y ambos hermanos salieron, ni siquiera una copa de vino podía tomar tranquila.
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  • Zweihanherz: Rising Sun
    Fandom Zweihanherz
    Categoría Aventura
    ​Nuestra historia comienza en una humilde morada de Alexandria, Egipto en el año 2105, en ese hogar, el dolor ya había dejado su marca; años atrás, la familia había perdido a un hijo. La madre, con el corazón roto, se enfrentaba a un nuevo embarazo lleno de incertidumbre, pues parecía que su bebé tendría el mismo destino. Fue entonces cuando su padre, un hombre de profunda fe, se arrodilló para orar. Le prometió a los dioses antiguos que daría y haría todo con tal de que su esposa diera a luz a su primogénita. Días después de ayuno, su ruego fue concedido, y su esposa dio a luz a una bebé con una particularidad única: la piel tan oscura como un abismo sin fondo y un par de marcas doradas sobre los brazos y la espalda. Sumando un par de marcas doradas sobre los brazos y espalda, pero menor fue su importancia, pues todo lo que sentían fue la alegría de tener por fin, a un bebé. Se dice que esa misma noche, una sombra misteriosa le hizo una visita a la bebé, pero ella, durmiendo en paz, no se percató de la presencia de esa visita misteriosa.
    ​Con el tiempo, ella creció. Aceptó que era diferente a los demás, lo que le ganó burlas e incesante acoso de los demás niños y de su comunidad. Lo que hizo que se aislara en su habitación. Y, en su soledad, se enamoró de la literatura; su padre le leía cuento tras cuento cada noche. Ahora, con 17 años, su amor por las letras se había convertido en un ardiente deseo de conocer el mundo por sus propios ojos. Por ello, con mochila en mano y con su corazón cuan brújula, se embarcó en su viaje hacia Jerusalén, por orden de su padre.
    ​Nenet es una chica de complexión delgada, con cabello corte bob mediano color negro. Sus ojos se delinean con una sutil curva atractiva que atrapa con solo la mirada, y sus labios, que también se colorean de ese mismo tono, hacen brillar cada sonrisa que entrega. De carácter sonriente y amigable, con ganas de descubrir el mundo. Su vestimenta consta de un corset de batalla de cuero negro, que deja ver sus hombros, brazos y abdomen. En sus brazos y espalda, se pueden ver unos intrincados tatuajes dorados, pero nadie, hasta ahora, ha sabido su origen o su significado. En su cuello, se erige un collarín que eleva su cuello un poco. Un pantalón de tela con un encaje de fuego que sobresale desde el talón hasta la cintura. Por último, un par de sandalias. Siendo una guerrera, tiene muy arraigada la disciplina de combate con un temple indomable. Pero fuera de todo eso, es una chica amable, dulce y caritativa, que no duda en salir al peligro para ayudar a quienes lo necesiten.
    ​En la ciudad del Cairo, el calor era incesante. Los edificios se alzaban en una fila desigual, casi surrealista. Asombrandose por el caos citadino cuan niña que va conociendo el mundo por primera vez, ella iba caminando por las aceras con mochila al hombro a la espera de descubrir algo nuevo. En la esquina de la acera se detuvo para dar paso a los vehículos, mientras esperaba, notó las curiosas miradas de los transeúntes. Tanta era la gente que, al dar el tercer paso, fue empujada casi hasta caer pero el tráfico hizo que su mochila cayera perdiéndose entre la muchedumbre. En ese instante, su corazón se detuvo. No se podía dar el lujo de perderla, pues ahí tenía su bitácora, sus cosas de uso personal, su dinero, su pasaporte, y su identificación. De perderlo se quedaría literal en las calles. Un grupo de niños que se reían a carcajadas comenzaron a correr por entre los angostos callejones, alardeando sobre tener sus pertenencias. Nenet, molesta por la situación, solo esperó a que la luz del tráfico se pusiera en rojo para poder darles caza. "¡Oigan, eso es mío!", gritó con ahínco al otro lado de la acera, alzando las manos para que la vieran, pero estos se perdieron entre los callejones.
    ​La guerrera que habitaba en Nenet salió a flote. Con una agilidad felina, agudizó sus sentidos, logrando percibir el aroma de los niños y las calles que habían tomado. Se adentró en un callejón oscuro y estrecho, llegando a una casa abandonada. Sucia y empolvada, se adentró con pasos sigilosos, atenta a cualquier sonido que pudiera escuchar. De pronto, un barullo en un patio llamó su atención. A través de una manchada ventana, los encontró pensando en cómo darles un buen susto por haberle robado sus pertenencias. Para salir al patio, abrió una puerta vieja de madera que chirrió con un sonido que alertó a los niños. Del otro lado, no había nadie. Nenet, al ver que estaban distraídos, saltó de repente, con una mirada macabra en sus ojos que los hizo huir despavoridos. Al final, los niños huyeron dejando todo regado. Ella, con un suspiro de alivio, se cubrió los ojos y susurró para sí misma: "Debo dejar de ser tan distraída. No puedo quedarme así de nuevo". Acomodó todo en su lugar, cargó su mochila al hombro y retomó el camino hacia Jerusalén, con la convicción de que sería más precavida en lo que quedaba de su viaje.
    ​Nuestra historia comienza en una humilde morada de Alexandria, Egipto en el año 2105, en ese hogar, el dolor ya había dejado su marca; años atrás, la familia había perdido a un hijo. La madre, con el corazón roto, se enfrentaba a un nuevo embarazo lleno de incertidumbre, pues parecía que su bebé tendría el mismo destino. Fue entonces cuando su padre, un hombre de profunda fe, se arrodilló para orar. Le prometió a los dioses antiguos que daría y haría todo con tal de que su esposa diera a luz a su primogénita. Días después de ayuno, su ruego fue concedido, y su esposa dio a luz a una bebé con una particularidad única: la piel tan oscura como un abismo sin fondo y un par de marcas doradas sobre los brazos y la espalda. Sumando un par de marcas doradas sobre los brazos y espalda, pero menor fue su importancia, pues todo lo que sentían fue la alegría de tener por fin, a un bebé. Se dice que esa misma noche, una sombra misteriosa le hizo una visita a la bebé, pero ella, durmiendo en paz, no se percató de la presencia de esa visita misteriosa. ​Con el tiempo, ella creció. Aceptó que era diferente a los demás, lo que le ganó burlas e incesante acoso de los demás niños y de su comunidad. Lo que hizo que se aislara en su habitación. Y, en su soledad, se enamoró de la literatura; su padre le leía cuento tras cuento cada noche. Ahora, con 17 años, su amor por las letras se había convertido en un ardiente deseo de conocer el mundo por sus propios ojos. Por ello, con mochila en mano y con su corazón cuan brújula, se embarcó en su viaje hacia Jerusalén, por orden de su padre. ​Nenet es una chica de complexión delgada, con cabello corte bob mediano color negro. Sus ojos se delinean con una sutil curva atractiva que atrapa con solo la mirada, y sus labios, que también se colorean de ese mismo tono, hacen brillar cada sonrisa que entrega. De carácter sonriente y amigable, con ganas de descubrir el mundo. Su vestimenta consta de un corset de batalla de cuero negro, que deja ver sus hombros, brazos y abdomen. En sus brazos y espalda, se pueden ver unos intrincados tatuajes dorados, pero nadie, hasta ahora, ha sabido su origen o su significado. En su cuello, se erige un collarín que eleva su cuello un poco. Un pantalón de tela con un encaje de fuego que sobresale desde el talón hasta la cintura. Por último, un par de sandalias. Siendo una guerrera, tiene muy arraigada la disciplina de combate con un temple indomable. Pero fuera de todo eso, es una chica amable, dulce y caritativa, que no duda en salir al peligro para ayudar a quienes lo necesiten. ​En la ciudad del Cairo, el calor era incesante. Los edificios se alzaban en una fila desigual, casi surrealista. Asombrandose por el caos citadino cuan niña que va conociendo el mundo por primera vez, ella iba caminando por las aceras con mochila al hombro a la espera de descubrir algo nuevo. En la esquina de la acera se detuvo para dar paso a los vehículos, mientras esperaba, notó las curiosas miradas de los transeúntes. Tanta era la gente que, al dar el tercer paso, fue empujada casi hasta caer pero el tráfico hizo que su mochila cayera perdiéndose entre la muchedumbre. En ese instante, su corazón se detuvo. No se podía dar el lujo de perderla, pues ahí tenía su bitácora, sus cosas de uso personal, su dinero, su pasaporte, y su identificación. De perderlo se quedaría literal en las calles. Un grupo de niños que se reían a carcajadas comenzaron a correr por entre los angostos callejones, alardeando sobre tener sus pertenencias. Nenet, molesta por la situación, solo esperó a que la luz del tráfico se pusiera en rojo para poder darles caza. "¡Oigan, eso es mío!", gritó con ahínco al otro lado de la acera, alzando las manos para que la vieran, pero estos se perdieron entre los callejones. ​La guerrera que habitaba en Nenet salió a flote. Con una agilidad felina, agudizó sus sentidos, logrando percibir el aroma de los niños y las calles que habían tomado. Se adentró en un callejón oscuro y estrecho, llegando a una casa abandonada. Sucia y empolvada, se adentró con pasos sigilosos, atenta a cualquier sonido que pudiera escuchar. De pronto, un barullo en un patio llamó su atención. A través de una manchada ventana, los encontró pensando en cómo darles un buen susto por haberle robado sus pertenencias. Para salir al patio, abrió una puerta vieja de madera que chirrió con un sonido que alertó a los niños. Del otro lado, no había nadie. Nenet, al ver que estaban distraídos, saltó de repente, con una mirada macabra en sus ojos que los hizo huir despavoridos. Al final, los niños huyeron dejando todo regado. Ella, con un suspiro de alivio, se cubrió los ojos y susurró para sí misma: "Debo dejar de ser tan distraída. No puedo quedarme así de nuevo". Acomodó todo en su lugar, cargó su mochila al hombro y retomó el camino hacia Jerusalén, con la convicción de que sería más precavida en lo que quedaba de su viaje.
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    cario mío, ¡espérame!
    que está noche no me encuentro muy bien.

    de un momento a otro, de la tarde a la noche, sentí molestia... para nada emocional, solo corporal.

    tuve hoy montañas rusas de emociones, pasos apresurados que atender y nervios que controlar.

    Cariño mío, tú que esperas mi presencia.
    aguarda y recuerda...
    siéntete tranquilo, volveré lo mas rápido que pueda.

    sé paciente, sé impecable, sé... cariño mío, tranquilo a pesar de la situación pasable.
    cario mío, ¡espérame! que está noche no me encuentro muy bien. de un momento a otro, de la tarde a la noche, sentí molestia... para nada emocional, solo corporal. tuve hoy montañas rusas de emociones, pasos apresurados que atender y nervios que controlar. Cariño mío, tú que esperas mi presencia. aguarda y recuerda... siéntete tranquilo, volveré lo mas rápido que pueda. sé paciente, sé impecable, sé... cariño mío, tranquilo a pesar de la situación pasable.
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  • Llueve. Y las gotas golpean el cristal de la tienda como si quisieran entrar. No llueve lo suficiente como para justificar el silencio, pero si lo bastante como para alterar el patrón de los clientes. Hoy no vino el hombre del café sin azúcar que arrastra los pies en un ritmo de tres tiempos. La mujer que siempre pregunta por encendedores pero nunca compra ninguno tampoco apareció. Así que no tuvo que fingir interés. Tampoco tuvo que replicar gestos.

    Se arrodilló frente al refrigerador, dónde las latas brillaban bajo la luz fluorescente. Reorganizó las latas por saturación cromática. Verde esmeralda junto a verde bosque. Azul cian junto a azul marino. Notó un patrón imperfecto pero corregible.

    — El azul turquesa no pertenece aqui —dijo para sí, voz tan plana como el linóleo.

    Reubicó la lata intrusa en el lugar correcto, entre el azul rey y el añil. El orden volvió. El patrón se cerró. Todo estaba en su lugar. Y en su mundo, eso era lo más cercano a la paz.
    Llueve. Y las gotas golpean el cristal de la tienda como si quisieran entrar. No llueve lo suficiente como para justificar el silencio, pero si lo bastante como para alterar el patrón de los clientes. Hoy no vino el hombre del café sin azúcar que arrastra los pies en un ritmo de tres tiempos. La mujer que siempre pregunta por encendedores pero nunca compra ninguno tampoco apareció. Así que no tuvo que fingir interés. Tampoco tuvo que replicar gestos. Se arrodilló frente al refrigerador, dónde las latas brillaban bajo la luz fluorescente. Reorganizó las latas por saturación cromática. Verde esmeralda junto a verde bosque. Azul cian junto a azul marino. Notó un patrón imperfecto pero corregible. — El azul turquesa no pertenece aqui —dijo para sí, voz tan plana como el linóleo. Reubicó la lata intrusa en el lugar correcto, entre el azul rey y el añil. El orden volvió. El patrón se cerró. Todo estaba en su lugar. Y en su mundo, eso era lo más cercano a la paz.
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  • ❝ Мой мармеладный ❞ ──── 𝐀𝐧𝐨𝐭𝐡𝐞𝐫 𝐃𝐚𝐲 ~ 𝐌𝐨𝐬𝐜𝐨𝐰 — 𝐑𝐮𝐬𝐬𝐢𝐚. (𝟐𝟎𝟐𝟓)

    Tras pasar sus días de negocios y acuerdos en Rusia había aprendido a la perfección el idioma. Fue en ese entonces que en una noche fría y solitaria vagando por las calles de Moscú, podía oirse su voz cantando y tarareando una canción rusa que se le pegó en el momento que llegó.
    ❝ Мой мармеладный ❞ ──── 𝐀𝐧𝐨𝐭𝐡𝐞𝐫 𝐃𝐚𝐲 ~ 𝐌𝐨𝐬𝐜𝐨𝐰 — 𝐑𝐮𝐬𝐬𝐢𝐚. (𝟐𝟎𝟐𝟓) Tras pasar sus días de negocios y acuerdos en Rusia había aprendido a la perfección el idioma. Fue en ese entonces que en una noche fría y solitaria vagando por las calles de Moscú, podía oirse su voz cantando y tarareando una canción rusa que se le pegó en el momento que llegó.
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  • Decisiones:


    << Se econtraba sentado en la silla detrás del escritorio en su oficina, aún se encontraba en Cagliari resolviendo algunos asuntos en la tierra de su familia, si es que así se le podría llamar. Aunque no tenía queja alguna de su hermana Elisabetta, realmente había sido bastante cálida con él en todo este tiempo que se mantenía acoplandose al ritmo de la familia, lo cual era algo sutil aunque enérgico, totalmente diferente de lo distante y frívolo que podía ser en el territorio ruso. Ya habían tenido algunos asuntos que atender juntos, aunque no del todo directo ante la alianza que terminó recientemente. Una alianza que, superficialmente le era indiferente y , al igual que ellos, inútil pues no había mucho beneficio de ello para ambas familias.

    Pensaba las cosas mientras se mecía en aquella silla giratoria, de arriba a bajo en las posibilidades que resultarían de que su esposa tuviese aquella reliquia entre sus manos ¿Realmente sería de ayuda para ella? ¿Su memoria regresaría? ¿Cambiarían las cosas entre ellos?

    Por otra parte, estaban los asuntos internos, en los que tenía que continuar manejando el pequeño proyecto de expansión que estaba orquestando en las sombras. Los disturbios en Rusia por el control de territorio comenzaba a intensificarse desde que un sujeto llamado Kiev comenzó a manifestarse en La Mafia Roja, haciendose llamar heredero legítimo de todo lo que se había estipulado en la hermandad. Mientras que Giovanni había comenzado desde abajo, subiendo lentamente y cobrando algunos favores que todavía le debían a su abuelo, aún cuando fueran veteranos de guerra y retirados de la KGB.

    Tenía que regresar a Rusia antes de que su ausencia se notara y comenzaran las invasiones. Además parecía que aquel mencionado sujeto, estaba totalemente interesado en el territorio que el hijo de Niccólo había conseguido en tierras rusas. Seguramente una disputa entre padres que ahora los hijos heredarían. Eso le causaba cierta molestia, y paranoia al creer que en cualquier momento su territorio, todo el trabajo que había hecho hasta ahora le fuese arrebatado. Realmente no le importaba el legado de su padre, pero si el trabajo que había realizado.

    Su mente estaba hecha un caos, pero por fuera, mostraba una serenidad inquebrantable, una resiliencia que incluso se compararía con los mismo glaciares de Siberia y que esta misma se mostraba en el claro de su mirada, mirada que se mantenía fija y decidida.

    Buscaba la mejor manera de proceder hasta que, repentinamente, el timbre del teléfono fijo comenzó a sonar ¿Quién podría ser? Seguro alguno de sus hombres, pues sólo ellos tenían el número directo de aquella oficina. Hasta ahora recordaba que había mandado a Dimitri junto a Sergei de regreso a Rusia para encargarse de las operaciones allá. Si, seguro era alguno de ellos. Tomó el teléfono con pocos deseos para así contestar dicha llamada.

    — Привет... —

    Dijo secamente. Del otro lado era Dimitri, quien tras un par de días encargandose de todo en San Petersburgo comenzó a informar la situación. Todo se encontraba en orden. Sin embargo, la situación cambió cuando escuchó mencionar la confirmación de que Kiev estaba ascendiendo lentamente e invalidando a cada miembro de la "Hermandad", algo que sin duda se expresó en el rostro del hijo de Di Vincenzo, su entrecejo estaba ligeramente fruncido y con ello algo de ira comenzó a surgir desde la boca del estómago.

    La conversación continuó, o mejor dicho, el reporte, ya que Giovanni tan solo se limitaba a escuchar y asentir tenuemente.

    — Han surgido inconvenientes manteniendo el territorio, hemos encontrado algunos infiltrados de ciertos grupos... — informó Dimitri estando él en alguno de los almacenes de la propiedad del italoruso.
    — ¿Y qué estas esperando? Ya sabes qué hacer... — replicó Giovanni con indiferencia.
    — ¿Qué hacemos con los voluntarios que quieren unirse? — cuestionó su mano derecha.
    — No habrá ingresos hasta nuevo aviso. — dijo Giovanni determinante. — Somete a los nuevos reclutas a interrogatorio. Ya sabes lo demás. —
    — Llegó un pedido nuevo. — agregó Dimitri hacia su jefe.
    — выплюнь это... — comentó.
    — Solicitan la búsqueda de un desertor: Máxim Kusminov... abandonó su puesto como piloto llevando recursos a tropas Ucranianas... — informó el pedido.
    — Encuéntralo y mátalo. — Ordenó Gio mientras miraba por la ventana en dirección al acantilado donde había paseado alguna vez con su esposa. Tras ello la llamada terminó y éste continuó con su momento de reflexión.

    — Ya comenzó... — >>
    Decisiones: << Se econtraba sentado en la silla detrás del escritorio en su oficina, aún se encontraba en Cagliari resolviendo algunos asuntos en la tierra de su familia, si es que así se le podría llamar. Aunque no tenía queja alguna de su hermana Elisabetta, realmente había sido bastante cálida con él en todo este tiempo que se mantenía acoplandose al ritmo de la familia, lo cual era algo sutil aunque enérgico, totalmente diferente de lo distante y frívolo que podía ser en el territorio ruso. Ya habían tenido algunos asuntos que atender juntos, aunque no del todo directo ante la alianza que terminó recientemente. Una alianza que, superficialmente le era indiferente y , al igual que ellos, inútil pues no había mucho beneficio de ello para ambas familias. Pensaba las cosas mientras se mecía en aquella silla giratoria, de arriba a bajo en las posibilidades que resultarían de que su esposa tuviese aquella reliquia entre sus manos ¿Realmente sería de ayuda para ella? ¿Su memoria regresaría? ¿Cambiarían las cosas entre ellos? Por otra parte, estaban los asuntos internos, en los que tenía que continuar manejando el pequeño proyecto de expansión que estaba orquestando en las sombras. Los disturbios en Rusia por el control de territorio comenzaba a intensificarse desde que un sujeto llamado Kiev comenzó a manifestarse en La Mafia Roja, haciendose llamar heredero legítimo de todo lo que se había estipulado en la hermandad. Mientras que Giovanni había comenzado desde abajo, subiendo lentamente y cobrando algunos favores que todavía le debían a su abuelo, aún cuando fueran veteranos de guerra y retirados de la KGB. Tenía que regresar a Rusia antes de que su ausencia se notara y comenzaran las invasiones. Además parecía que aquel mencionado sujeto, estaba totalemente interesado en el territorio que el hijo de Niccólo había conseguido en tierras rusas. Seguramente una disputa entre padres que ahora los hijos heredarían. Eso le causaba cierta molestia, y paranoia al creer que en cualquier momento su territorio, todo el trabajo que había hecho hasta ahora le fuese arrebatado. Realmente no le importaba el legado de su padre, pero si el trabajo que había realizado. Su mente estaba hecha un caos, pero por fuera, mostraba una serenidad inquebrantable, una resiliencia que incluso se compararía con los mismo glaciares de Siberia y que esta misma se mostraba en el claro de su mirada, mirada que se mantenía fija y decidida. Buscaba la mejor manera de proceder hasta que, repentinamente, el timbre del teléfono fijo comenzó a sonar ¿Quién podría ser? Seguro alguno de sus hombres, pues sólo ellos tenían el número directo de aquella oficina. Hasta ahora recordaba que había mandado a Dimitri junto a Sergei de regreso a Rusia para encargarse de las operaciones allá. Si, seguro era alguno de ellos. Tomó el teléfono con pocos deseos para así contestar dicha llamada. — Привет... — Dijo secamente. Del otro lado era Dimitri, quien tras un par de días encargandose de todo en San Petersburgo comenzó a informar la situación. Todo se encontraba en orden. Sin embargo, la situación cambió cuando escuchó mencionar la confirmación de que Kiev estaba ascendiendo lentamente e invalidando a cada miembro de la "Hermandad", algo que sin duda se expresó en el rostro del hijo de Di Vincenzo, su entrecejo estaba ligeramente fruncido y con ello algo de ira comenzó a surgir desde la boca del estómago. La conversación continuó, o mejor dicho, el reporte, ya que Giovanni tan solo se limitaba a escuchar y asentir tenuemente. — Han surgido inconvenientes manteniendo el territorio, hemos encontrado algunos infiltrados de ciertos grupos... — informó Dimitri estando él en alguno de los almacenes de la propiedad del italoruso. — ¿Y qué estas esperando? Ya sabes qué hacer... — replicó Giovanni con indiferencia. — ¿Qué hacemos con los voluntarios que quieren unirse? — cuestionó su mano derecha. — No habrá ingresos hasta nuevo aviso. — dijo Giovanni determinante. — Somete a los nuevos reclutas a interrogatorio. Ya sabes lo demás. — — Llegó un pedido nuevo. — agregó Dimitri hacia su jefe. — выплюнь это... — comentó. — Solicitan la búsqueda de un desertor: Máxim Kusminov... abandonó su puesto como piloto llevando recursos a tropas Ucranianas... — informó el pedido. — Encuéntralo y mátalo. — Ordenó Gio mientras miraba por la ventana en dirección al acantilado donde había paseado alguna vez con su esposa. Tras ello la llamada terminó y éste continuó con su momento de reflexión. — Ya comenzó... — >>
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  • [𝑼𝒏 𝒑𝒐𝒄𝒐 𝒎á𝒔 𝒅𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒐, 𝒚 𝒗𝒐𝒚 𝒂 𝒅𝒊𝒔𝒑𝒂𝒓𝒂𝒓 𝒂 𝒂𝒍𝒈𝒖𝒊𝒆𝒏.── 𝐋𝐄𝐓 𝐌𝐄 𝐅𝐈𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔]






    Papeles.
    Montones de papeles.
    Tantos que parecían irreales, casi un mal chiste de oficina. Una tortura lenta disfrazada de burocracia.

    No solo llevaba semanas sin salir de la oficina, sino que además tenía que lidiar con los hijos de puta que el ruso había mandado. Dar un paso en falso significaba desatar una cadena de explosiones que ya no podía contener.
    Y enviarlos a matar... imposible. No eran hombres cualquiera. Eran entrenados por Kiev. No dejaban rastros. No seguían patrones. Y eso, justo eso, lo estaba volviendo loco.

    Malditos rusos.

    La vigilancia sobre sus movimientos se había intensificado. Por un momento temió que aquella carta enviada a Italia hubiera salido a la luz. Pero no... aún no.
    Aún respiraba.

    Y respiraba mal.

    Las reuniones lo drenaban. Como si cada palabra fuera un trago de veneno lento. Lo mantenía en pie solo la idea de que sus domingos eran sagrados. Los pocos días donde el silencio no era enemigo.

    Pero ni eso era suficiente. El cansancio le calaba en los huesos. La presión no solo pesaba en la espalda, sino que le nublaba el sueño.
    Pesadillas, sudor frío, esa voz…
    Esa maldita voz rusa repitiéndosele detrás del cráneo.

    —Un poco más… un poco más y me vuelo los sesos. —murmuró con la voz rasposa, tragándose la rabia que ya le ardía en el pecho.

    Estaba harto.
    Agotado.
    Y dejar todo atrás ya empezaba a parecer una opción razonable.

    Fue entonces cuando los pasos comenzaron.
    Rápidos, desordenados.
    Gritos afuera, su gente alterada. Algunas voces femeninas alzadas.

    Molestia. Otra vez. Otra interrupción. Otro intento, quizás, de clavarle un puñal.

    —¿Ahora quién mierda...? —susurró, los dientes apretados.

    Las puertas se abrieron de golpe. El viento estalló en la oficina y las pilas de papeles volaron por el aire, como si el mundo hubiera estornudado justo en su escritorio.

    Ya no lo pensó.
    Actuó.

    Abrió el cajón.
    Sacó el arma.
    Y disparó.

    Solo que…

    En el instante en que el sonido de la bala aún rebotaba en las paredes, sus ojos la reconocieron.
    Cabello rojo.
    Ojos dorados.
    La furia brillando en su expresión.

    Y entonces sí.
    Todo se detuvo.

    El humo del disparo flotó en el aire como una burla.

    —Merde... —escupió Ryan, sintiendo cómo el estómago se le hundía.

    La había cagado.

    [...3...]
    [𝑼𝒏 𝒑𝒐𝒄𝒐 𝒎á𝒔 𝒅𝒆 𝒆𝒔𝒕𝒐, 𝒚 𝒗𝒐𝒚 𝒂 𝒅𝒊𝒔𝒑𝒂𝒓𝒂𝒓 𝒂 𝒂𝒍𝒈𝒖𝒊𝒆𝒏.── 𝐋𝐄𝐓 𝐌𝐄 𝐅𝐈𝐍𝐃 𝐘𝐎𝐔] Papeles. Montones de papeles. Tantos que parecían irreales, casi un mal chiste de oficina. Una tortura lenta disfrazada de burocracia. No solo llevaba semanas sin salir de la oficina, sino que además tenía que lidiar con los hijos de puta que el ruso había mandado. Dar un paso en falso significaba desatar una cadena de explosiones que ya no podía contener. Y enviarlos a matar... imposible. No eran hombres cualquiera. Eran entrenados por Kiev. No dejaban rastros. No seguían patrones. Y eso, justo eso, lo estaba volviendo loco. Malditos rusos. La vigilancia sobre sus movimientos se había intensificado. Por un momento temió que aquella carta enviada a Italia hubiera salido a la luz. Pero no... aún no. Aún respiraba. Y respiraba mal. Las reuniones lo drenaban. Como si cada palabra fuera un trago de veneno lento. Lo mantenía en pie solo la idea de que sus domingos eran sagrados. Los pocos días donde el silencio no era enemigo. Pero ni eso era suficiente. El cansancio le calaba en los huesos. La presión no solo pesaba en la espalda, sino que le nublaba el sueño. Pesadillas, sudor frío, esa voz… Esa maldita voz rusa repitiéndosele detrás del cráneo. —Un poco más… un poco más y me vuelo los sesos. —murmuró con la voz rasposa, tragándose la rabia que ya le ardía en el pecho. Estaba harto. Agotado. Y dejar todo atrás ya empezaba a parecer una opción razonable. Fue entonces cuando los pasos comenzaron. Rápidos, desordenados. Gritos afuera, su gente alterada. Algunas voces femeninas alzadas. Molestia. Otra vez. Otra interrupción. Otro intento, quizás, de clavarle un puñal. —¿Ahora quién mierda...? —susurró, los dientes apretados. Las puertas se abrieron de golpe. El viento estalló en la oficina y las pilas de papeles volaron por el aire, como si el mundo hubiera estornudado justo en su escritorio. Ya no lo pensó. Actuó. Abrió el cajón. Sacó el arma. Y disparó. Solo que… En el instante en que el sonido de la bala aún rebotaba en las paredes, sus ojos la reconocieron. Cabello rojo. Ojos dorados. La furia brillando en su expresión. Y entonces sí. Todo se detuvo. El humo del disparo flotó en el aire como una burla. —Merde... —escupió Ryan, sintiendo cómo el estómago se le hundía. La había cagado. [...3...]
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  • - Está soñando que estaba a la orilla de un lago durmiendo boca abajo. Pero la luz del sol entro por la ventana asomándose como intrusa para despertarla.
    Abrió los ojos poco a poco hasta enfocar la imagen del lugar, Salem que estaba a su lado había despertado.-

    Salem: ¿te crecio el ala izquierda? Antes no la tenías....
    - dice el gato sacándole una pluma blanca y mostrandosela a la plateada, la mujer se levantó y noto, que tenía las alas desplegadas, suspiro pesadamente para comenzar a guardarlas -

    Tuve otro sueño, de mi vida pasada..

    Salem: más que un sueño eso me suena a qué recordaste algo cuando eras pájaro.. .
    - el gato se rió sarcásticamente -

    - la mujer alzó una ceja girandose en la cama quitándole el cobertor al gato haciendole caer, este aún se reía -

    Vuelve a dormir.. hay cosas mejor mantenerlas enterradas
    - Está soñando que estaba a la orilla de un lago durmiendo boca abajo. Pero la luz del sol entro por la ventana asomándose como intrusa para despertarla. Abrió los ojos poco a poco hasta enfocar la imagen del lugar, Salem que estaba a su lado había despertado.- Salem: ¿te crecio el ala izquierda? Antes no la tenías.... - dice el gato sacándole una pluma blanca y mostrandosela a la plateada, la mujer se levantó y noto, que tenía las alas desplegadas, suspiro pesadamente para comenzar a guardarlas - Tuve otro sueño, de mi vida pasada.. Salem: más que un sueño eso me suena a qué recordaste algo cuando eras pájaro.. . - el gato se rió sarcásticamente - - la mujer alzó una ceja girandose en la cama quitándole el cobertor al gato haciendole caer, este aún se reía - Vuelve a dormir.. hay cosas mejor mantenerlas enterradas
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  • 𝕭𝖊𝖓𝖊𝖆𝖙𝖍 𝖙𝖍𝖊 𝖗𝖆𝖎𝖓
    Fandom N/A
    Categoría Fantasía
    『 Rol Libre. 』

    — Ah... comenzó a llover... debemos buscar refugio Spark.... — agregó dirigiéndose al caballo que le hacía compañía para alzar su mirada hacia el cielo que, inevitable y evidentemente aquellas ligeras gotas caían en partículas tan delgadas que parecían pellizcar la piel al impactar.

    ¿Cuánto tiempo había pasado de haber dejado Jerusalem? No lo sabía, mucho menos la ruta a seguir. Aquel ataque de los sarracenos que les seguían habían logrado su cometido, separar aquel pequeño grupo. Galahad había tomado su propio camino con el Santo Grial en compañía de Sir Bors, pero él, tuvo que luchar usando la misma lanza para poder asegurar ambas: la Lanza del Destino y su vida.

    Quizás ya había llegado hasta las tierras galesas o germanas, no lo sabía. Lo único de lo que podía estar seguro era el que ya no le seguían.
    『 Rol Libre. 』 — Ah... comenzó a llover... debemos buscar refugio Spark.... — agregó dirigiéndose al caballo que le hacía compañía para alzar su mirada hacia el cielo que, inevitable y evidentemente aquellas ligeras gotas caían en partículas tan delgadas que parecían pellizcar la piel al impactar. ¿Cuánto tiempo había pasado de haber dejado Jerusalem? No lo sabía, mucho menos la ruta a seguir. Aquel ataque de los sarracenos que les seguían habían logrado su cometido, separar aquel pequeño grupo. Galahad había tomado su propio camino con el Santo Grial en compañía de Sir Bors, pero él, tuvo que luchar usando la misma lanza para poder asegurar ambas: la Lanza del Destino y su vida. Quizás ya había llegado hasta las tierras galesas o germanas, no lo sabía. Lo único de lo que podía estar seguro era el que ya no le seguían.
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