• Si algo podía llegar a atormentar al heredero de los Moonlight era aquel sensual fantasma femenino de cabellos platinados y dulces ojos azules...

    Amaba de un amanera devota a la mayor de los Selene, aun cuando sabia que esa mujer nunca aprobaría las cosas que un hombre como el podría hacer.

    Se encontraba en su oficina en aquella caballa del lado oscuro del bosque, lejos del reino Fae, esperaba a un hombre que lo ayudaba con sus oscuros negocios. Traficar creaturas, objetos y reliquias mágicas era el oscuro negocio de su familia, la razón por la que su padre habría conocido a su madre, una de sus tantas amantes, la única forma en que el habría podido nacer era así, de lo oscuro y prohibido.

    -Estoy empezando a hartarme de esperar a ese imbécil...
    Si algo podía llegar a atormentar al heredero de los Moonlight era aquel sensual fantasma femenino de cabellos platinados y dulces ojos azules... Amaba de un amanera devota a la mayor de los Selene, aun cuando sabia que esa mujer nunca aprobaría las cosas que un hombre como el podría hacer. Se encontraba en su oficina en aquella caballa del lado oscuro del bosque, lejos del reino Fae, esperaba a un hombre que lo ayudaba con sus oscuros negocios. Traficar creaturas, objetos y reliquias mágicas era el oscuro negocio de su familia, la razón por la que su padre habría conocido a su madre, una de sus tantas amantes, la única forma en que el habría podido nacer era así, de lo oscuro y prohibido. -Estoy empezando a hartarme de esperar a ese imbécil...
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  • Viaje al Mar de las Brujas
    Fandom Cualquiera
    Categoría Aventura
    Solo busco a personas interesadas en hacer un long roleplay para avanzar con la historia de mi personaje, no hay reglas sobre que tipo de personaje deben ser pues al final todos serán afectados de igual forma.

    Se trata de ir al mar de las brujas, una dimensión origen de dónde vienen las brujas (información mas específica en artículos en mi perfil) esto debido a que algo lo está dañando y esto está afectando a la raza de las brujas de forma realmente grave lo cual puede tener consecuencias sobre otros universos

    1.- todo personaje que entre al mar de las brujas perderá todo su poder exceptuando el poder físico dejándolo en un equivalente humano siendo recuperado al salir
    2.- la apariencia de sus personajes puede o no cambiar en base a la perdida de poder depende de ustedes
    3.- si se logra la misión principal sus personajes podrán pedirle un deseo a las brujas al cuál no podrán negarse pro más siniestro que sea
    4.- mi personaje también se verá limitado al tener que mantener a los demás con vida
    5.-todo objeto o reliquia que encuentren en el mar de las brujas se lo pueden quedar, estás reliquias están al mismo nivel o un poco por debajo que las reliquias de las brujas superioras (revisar los artículos hacerca de las brujas en mi perfil para ver este tipo de información)

    Si les interesa dejen una reacción o comentario por favor
    Solo busco a personas interesadas en hacer un long roleplay para avanzar con la historia de mi personaje, no hay reglas sobre que tipo de personaje deben ser pues al final todos serán afectados de igual forma. Se trata de ir al mar de las brujas, una dimensión origen de dónde vienen las brujas (información mas específica en artículos en mi perfil) esto debido a que algo lo está dañando y esto está afectando a la raza de las brujas de forma realmente grave lo cual puede tener consecuencias sobre otros universos 1.- todo personaje que entre al mar de las brujas perderá todo su poder exceptuando el poder físico dejándolo en un equivalente humano siendo recuperado al salir 2.- la apariencia de sus personajes puede o no cambiar en base a la perdida de poder depende de ustedes 3.- si se logra la misión principal sus personajes podrán pedirle un deseo a las brujas al cuál no podrán negarse pro más siniestro que sea 4.- mi personaje también se verá limitado al tener que mantener a los demás con vida 5.-todo objeto o reliquia que encuentren en el mar de las brujas se lo pueden quedar, estás reliquias están al mismo nivel o un poco por debajo que las reliquias de las brujas superioras (revisar los artículos hacerca de las brujas en mi perfil para ver este tipo de información) Si les interesa dejen una reacción o comentario por favor
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  • — Somos reliquias de un pasado lejano, tan lejano como el futuro, aveces solo quiero volver a casa… al bayou… a correr entre los pantanos…—
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  • -Parece que se fueron...

    Murmuró la Mayor Intendente de los Caballeros de Favonius. Había recibido un reporte de una banda de bandidos al este de lo que conocían como Valle Estelar y decidió tomar ella el asunto en lugar de encargarlo a sus capitanes o caballeros, ya era algo usual en ella tomar encargos. Cerca de lo que parecía ser un coliseo antiguo, la intendente se quedó dentro del arco de una de las estructuras observando el interior, podía ver fogatas, restos de comida, trapos, envases.

    -Si estuviera Amber le pediría un ojo desde los cielos, no hay nadie en Mondstadt con mejor ojo que ella cuando se trata de alturas y distancia.

    Decía para si misma mientras se adentraba al coliseo con un elegante, pero firme caminar, siempre en alerta. El sonido de sus botas hacían un ligero eco sobre el suelo de piedra agrietado por el tiempo.

    -El reporte decía que podrían ser de 10-12 bandidos...pero...A decir por los restos... 20 serían un número más cercano... Y poco les preocupa dejar rastros... No es una zona por donde pase alguien casualmente...pero si vienen arqueólogos a veces a buscar reliquias o estudiar.... Pero tampoco puedo tener a los caballeros mucho tiempo lejos de Mondstadt por un reporte a medias y sin rastro.

    La rubia flexionó sus piernas lentamente poniéndose en cuclillas colocando su diestra sobre las brasas de una de las fogatas. Como pensaba estaban frías, eran rastros de la noche anterior. Bien podrían haber cambiado de punto o, preparar trampas en los alrededores. Al ponerse nuevamente de pie algo llamó su atención, una pluma de un ave muy peculiar.

    -¿Oh?... -Se volvió a agachar para tomar aquella pluma entre sus dedos y cerró los ojos un momento- Creí que el Caballero Oscuro solo se involucraba cuando eran cosas sobre el abismo. Eso explica el desastre~.

    Murmuró sonriendo levemente, así como la leyenda de el Caballero Oscuro era un secreto a voces, pues nadie lo ha visto realmente, los cercanos se daban una idea de quien era dejándolo solo como leyenda. Nadie lo veía, nadie sabía.
    -Parece que se fueron... Murmuró la Mayor Intendente de los Caballeros de Favonius. Había recibido un reporte de una banda de bandidos al este de lo que conocían como Valle Estelar y decidió tomar ella el asunto en lugar de encargarlo a sus capitanes o caballeros, ya era algo usual en ella tomar encargos. Cerca de lo que parecía ser un coliseo antiguo, la intendente se quedó dentro del arco de una de las estructuras observando el interior, podía ver fogatas, restos de comida, trapos, envases. -Si estuviera Amber le pediría un ojo desde los cielos, no hay nadie en Mondstadt con mejor ojo que ella cuando se trata de alturas y distancia. Decía para si misma mientras se adentraba al coliseo con un elegante, pero firme caminar, siempre en alerta. El sonido de sus botas hacían un ligero eco sobre el suelo de piedra agrietado por el tiempo. -El reporte decía que podrían ser de 10-12 bandidos...pero...A decir por los restos... 20 serían un número más cercano... Y poco les preocupa dejar rastros... No es una zona por donde pase alguien casualmente...pero si vienen arqueólogos a veces a buscar reliquias o estudiar.... Pero tampoco puedo tener a los caballeros mucho tiempo lejos de Mondstadt por un reporte a medias y sin rastro. La rubia flexionó sus piernas lentamente poniéndose en cuclillas colocando su diestra sobre las brasas de una de las fogatas. Como pensaba estaban frías, eran rastros de la noche anterior. Bien podrían haber cambiado de punto o, preparar trampas en los alrededores. Al ponerse nuevamente de pie algo llamó su atención, una pluma de un ave muy peculiar. -¿Oh?... -Se volvió a agachar para tomar aquella pluma entre sus dedos y cerró los ojos un momento- Creí que el Caballero Oscuro solo se involucraba cuando eran cosas sobre el abismo. Eso explica el desastre~. Murmuró sonriendo levemente, así como la leyenda de el Caballero Oscuro era un secreto a voces, pues nadie lo ha visto realmente, los cercanos se daban una idea de quien era dejándolo solo como leyenda. Nadie lo veía, nadie sabía.
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    La Misericordia de la Noche Eterna
    Fondo musical: https://www.youtube.com/watch?v=3oSMuTvDHCM

    Los delirios son inmensos.

    Algunos siegan vidas, otros juzgan, otros callan pero bastan tres para entretenerme.

    Mis delirios, en cambio, guían ahora a todo mi organismo jorobado a pastar entre esta noche nueva y eterna. A pastar, entre los agónicos paisajes, en los que ahora perpetuo las siluetas de mis huellas.

    El desconchado bosque ante el que deambulo, me sonríe más allá, y, más acá, tejo el camino que me lleva de regreso a ti. Porque camino entre los imperios carcomidos que nos comprometen a ti y a mí, mi dulce desiderata, y en los que pinté todas mis edades. Pero, sábete que, desde nuestro escondite, me vislumbro cada tiempo como un recién nacido. No por eso temí perderte.

    Te recuerdo en el entremedio de mis delirios. Recuerdo tu rostro de medias cunas. Arrullado por la suerte. Ese del que manaron mundos mucho antes de que la miseria tocara las puertas de nuestras espaldas y cabezas. Ese rostro en el que doy rienda suelta muchas veces a mi arte.

    Pinto, pinto y pinto tu rostro con la música de mis dedos cada vez que nos vamos a dormir. Sin embargo, en ese hoy que no fue hoy sino mañanas, sollozaste sin recato cuando te sometí a la faena en la que nuevamente me vi delirar e intercambiaste alientos de matices siderales conmigo. Me bendijiste. A mí, tu verdugo de reyes de corazón a corazón.

    Intercambiaste el aliento del crudo frío que nacía en tus pulmones, y que, ahora, insulta a mis poderosos delirios. Por supuesto, sigo delirando, pero vuelvo a ti Musa-de-Sinceras-Estrellas. Regreso a ti, Espejo-de-mis-Sueños.

    Sopeso los recuerdos entre mis memorias, y me veo a mi mismo andar entre tropiezos por los caminos de arena que construiste. Me lo recuerdas siempre que puedes, que podemos perdernos o todo terminaría, y también, no sé qué sería de ellos si acaso llegáramos a faltar.

    Después de que me alejé de tu párvula estampa, de vírgenes aromas, sopesé con mis garras la colecta de la que te había despojado, entre dignificados tesoros de tesoros con los que fuimos bendecidos. No me juzgues todavía hasta escuchar mi versión, porque no recuerdo mucho, amor mío, pero necesitaban de ti o se morirían de hambre.

    Después de todo, después de que mis desusados impulsos hicieran aparición, perdiste tres de tus ojos. Tus ojos que descansaron, como una estación de sanguinaria etérea, entre mis dedos. Esos ojos que revelan pasados, presentes y futuros desde que somos unos niños, a quien lo pidiera. Eso sí lo recuerdo bien. Fuimos niños antes que todo cambiara de lugar, y, después que la crudeza de la guerra terminara, fuimos más que sólo niños. Crecimos al igual que creció nuestro cuerpo y el número de sueños que podíamos tener.

    Los sueños de las facciones de este universo en el que vivimos son tan distintos como indóciles, y, aun así, no acabamos por reconocer las apariencias de las cosas que nos rodean. Porque, aunque siempre hemos dado las gracias por lo que nos otorga la naturaleza, faltan muchos imperios vivientes por recorrer.

    Sobrevivimos al baile de la guerra, pero no, al hambre que nos retuerce las entrañas. Sobrevivimos, pero no vemos el día que todo cambie, la suerte de heraldos y de siniestro celaje, en los que nadamos y deambulamos con sigilos y misericordia de nocturnos amores. Esos que nos destruyen al pastar, siendo ellos nuestros únicos amantes.

    Desde que callaron los primeros nacidos en la facción del tacto, La-que-teje-el-porvenir, vislumbró en tus ojos la salvación para los demás dolientes y emisarios. No en vano nosotros somos los emperadores bajo plateadas arenas, de ese universo que-habla-con-venias-y-remansos, en el que reconoces apenas la suerte de nuestra suerte. Esa suerte en la que aspiras a que todo cambie, esa de matices y disfraces, desde el trono desde el que esperas dar a luz a nuevos huevecillos. A que todo deje de ser, para finalmente, y pueda, con una buena nueva, retoñar.

    No sé cuánto tiempo he estado dando vueltas, pero en todas ellas, siento que renazco como he renacido con las caricias de tus manos. Es una sensación indescriptible, cada una de ellas trae a mis nubladas memorias, el cosmos de tus níveos descansos.

    Recuerdo entonces, que conté tus ojos. Tres veces tres. Nueve veces nueve. Trece veces trece. Narré entre mis afiladas fauces tus historias de luz de dulce cuna. Conté tus ojos, los agito, porque cada uno de ellos son piedras preciosas. Espejos de osadías, una reverencia a los dioses que nos han denigrado al olvido, a esa guerra de esencias y de hongos en las que perecimos más de la mitad, después del después de estas tristes historias de crueles fantasías.

    Baqcañal, Seuro y Mejjzenaz; son los nombres que le diste a tus ojos; infantes que arranqué con mis afiladas fauces de bestia de cuentos de hadas. Esos globos confeccionados con el sonido de tu risa, en los ayeres desolados que nos salvarían de todos los infortunios que nos pudieron parir. Sometidos al decoro de tu beldad hecha una exaltación de cleros y reliquias. Doce de tus ojos son míos. Tres son sólo despojos. Intercambios hechos en la guerra, regalos de prisiones siniestras.

    Benigna gracia, amada mía, regreso a tus pies. Benigna gracia, amada mía, regreso a tus pies. Benigna gracia, amada mía, regreso a tus pies. Benigna gracia, amada mía, regreso a tus pies. Benigna gracia, amada mía, regreso a tus pies. Benigna gracia, amada mía, regreso a tus pies. Benigna gracia, amada mía, regreso a tus pies. Benigna gracia, amada mía, regreso a tus pies.

    Me pierdo en el encumbrar del antumbra que corona el firmamento, y sesgo tus ojos con mis garras, los abrigo con mi ponzoña de dédalos de incienso, de oro y de mirra. Los ofrendo a las altas gracias donadas por la causa de mi valía. Las ofrendo a los altares de saudades a los que acuden los que van a rezarle, a los desgraciados que nos han puesto en lo más bajo de la cadena alimenticia.

    Entonces, y sólo entonces, ubico los ojos en el templo principal y me aparto de tu recuerdo. El delirio me consume, ya no sé nada más. Susurran a mi oído palabras de amantes de mórbidos deseos y me cuentan lo que ocurrió, como ahora te lo contaré, a ti, mi amiga de imaginarios aromas a nieve vida, a cascadas, a madera y al sol que ya no cae más sobre nosotros.

    Tus ojos, con los retoques de mis delirios, riegan una savia vitae lechosa, también pus hediondo, coronado de brea. El pozo vuelve a llenarse con moribundas acuosidades y rastros de carne deliciosa, y las manos izquierdas vuelven a su lugar, donde antes hubiera existido un muñón bañado entre máscaras de plata. Porque son máscaras las que recubren a cada uno de los aparecidos entre glosolalias, y, sus rostros apenas se adivinan.

    Los recién aparecidos, cubiertos con las pieles de tu especie, esos que perdieron el rumbo y del vivir y la dicha, entretejen las penurias que habitan en tus ojos. Los veo danzar entre mis sueños. Ellos bañados con tu sangre. Ellos guiados por su locura. La locura que ciega a esta multitud herida, que es una enfermedad de inevitables enjundias y maneras.

    A ellos los veo avivar a las auroras boreales que me han guiado, hasta esta estación de gozos nucleares. Entonces recuerdo la marca de fuegos y de la lunas crecientes que dibujé en tu cuello, entre sidéreos amares, mucho antes de perderme entre esta multitud. Que ya no es una multitud sino una pesadilla. Una pesadilla que debería ser sepultada en el centro de tus cráneos. Lo recuerdo entre delirios.

    Porque los cráneos más amados por los dioses te rodean, los mismos que custodias entre umbras y ultratumbas. Soy tu favorito, pero hay tanta hambre, tanto por lo que luchar, que me veo deambular entre las mareas de gala siempreviva e imperios vivientes, a los que acudimos a morir. Ante nuestro escondite florezco. Soy una flor de violáceos porvenires.

    Y de nuevo te encuentro. Y de nuevo soy tuyo. Y de nuevo renazco. Perdido. Entre tus brazos.
    La Misericordia de la Noche Eterna Fondo musical: https://www.youtube.com/watch?v=3oSMuTvDHCM Los delirios son inmensos. Algunos siegan vidas, otros juzgan, otros callan pero bastan tres para entretenerme. Mis delirios, en cambio, guían ahora a todo mi organismo jorobado a pastar entre esta noche nueva y eterna. A pastar, entre los agónicos paisajes, en los que ahora perpetuo las siluetas de mis huellas. El desconchado bosque ante el que deambulo, me sonríe más allá, y, más acá, tejo el camino que me lleva de regreso a ti. Porque camino entre los imperios carcomidos que nos comprometen a ti y a mí, mi dulce desiderata, y en los que pinté todas mis edades. Pero, sábete que, desde nuestro escondite, me vislumbro cada tiempo como un recién nacido. No por eso temí perderte. Te recuerdo en el entremedio de mis delirios. Recuerdo tu rostro de medias cunas. Arrullado por la suerte. Ese del que manaron mundos mucho antes de que la miseria tocara las puertas de nuestras espaldas y cabezas. Ese rostro en el que doy rienda suelta muchas veces a mi arte. Pinto, pinto y pinto tu rostro con la música de mis dedos cada vez que nos vamos a dormir. Sin embargo, en ese hoy que no fue hoy sino mañanas, sollozaste sin recato cuando te sometí a la faena en la que nuevamente me vi delirar e intercambiaste alientos de matices siderales conmigo. Me bendijiste. A mí, tu verdugo de reyes de corazón a corazón. Intercambiaste el aliento del crudo frío que nacía en tus pulmones, y que, ahora, insulta a mis poderosos delirios. Por supuesto, sigo delirando, pero vuelvo a ti Musa-de-Sinceras-Estrellas. Regreso a ti, Espejo-de-mis-Sueños. Sopeso los recuerdos entre mis memorias, y me veo a mi mismo andar entre tropiezos por los caminos de arena que construiste. Me lo recuerdas siempre que puedes, que podemos perdernos o todo terminaría, y también, no sé qué sería de ellos si acaso llegáramos a faltar. Después de que me alejé de tu párvula estampa, de vírgenes aromas, sopesé con mis garras la colecta de la que te había despojado, entre dignificados tesoros de tesoros con los que fuimos bendecidos. No me juzgues todavía hasta escuchar mi versión, porque no recuerdo mucho, amor mío, pero necesitaban de ti o se morirían de hambre. Después de todo, después de que mis desusados impulsos hicieran aparición, perdiste tres de tus ojos. Tus ojos que descansaron, como una estación de sanguinaria etérea, entre mis dedos. Esos ojos que revelan pasados, presentes y futuros desde que somos unos niños, a quien lo pidiera. Eso sí lo recuerdo bien. Fuimos niños antes que todo cambiara de lugar, y, después que la crudeza de la guerra terminara, fuimos más que sólo niños. Crecimos al igual que creció nuestro cuerpo y el número de sueños que podíamos tener. Los sueños de las facciones de este universo en el que vivimos son tan distintos como indóciles, y, aun así, no acabamos por reconocer las apariencias de las cosas que nos rodean. Porque, aunque siempre hemos dado las gracias por lo que nos otorga la naturaleza, faltan muchos imperios vivientes por recorrer. Sobrevivimos al baile de la guerra, pero no, al hambre que nos retuerce las entrañas. Sobrevivimos, pero no vemos el día que todo cambie, la suerte de heraldos y de siniestro celaje, en los que nadamos y deambulamos con sigilos y misericordia de nocturnos amores. Esos que nos destruyen al pastar, siendo ellos nuestros únicos amantes. Desde que callaron los primeros nacidos en la facción del tacto, La-que-teje-el-porvenir, vislumbró en tus ojos la salvación para los demás dolientes y emisarios. No en vano nosotros somos los emperadores bajo plateadas arenas, de ese universo que-habla-con-venias-y-remansos, en el que reconoces apenas la suerte de nuestra suerte. Esa suerte en la que aspiras a que todo cambie, esa de matices y disfraces, desde el trono desde el que esperas dar a luz a nuevos huevecillos. A que todo deje de ser, para finalmente, y pueda, con una buena nueva, retoñar. No sé cuánto tiempo he estado dando vueltas, pero en todas ellas, siento que renazco como he renacido con las caricias de tus manos. Es una sensación indescriptible, cada una de ellas trae a mis nubladas memorias, el cosmos de tus níveos descansos. Recuerdo entonces, que conté tus ojos. Tres veces tres. Nueve veces nueve. Trece veces trece. Narré entre mis afiladas fauces tus historias de luz de dulce cuna. Conté tus ojos, los agito, porque cada uno de ellos son piedras preciosas. Espejos de osadías, una reverencia a los dioses que nos han denigrado al olvido, a esa guerra de esencias y de hongos en las que perecimos más de la mitad, después del después de estas tristes historias de crueles fantasías. Baqcañal, Seuro y Mejjzenaz; son los nombres que le diste a tus ojos; infantes que arranqué con mis afiladas fauces de bestia de cuentos de hadas. Esos globos confeccionados con el sonido de tu risa, en los ayeres desolados que nos salvarían de todos los infortunios que nos pudieron parir. Sometidos al decoro de tu beldad hecha una exaltación de cleros y reliquias. Doce de tus ojos son míos. Tres son sólo despojos. Intercambios hechos en la guerra, regalos de prisiones siniestras. Benigna gracia, amada mía, regreso a tus pies. Benigna gracia, amada mía, regreso a tus pies. Benigna gracia, amada mía, regreso a tus pies. Benigna gracia, amada mía, regreso a tus pies. Benigna gracia, amada mía, regreso a tus pies. Benigna gracia, amada mía, regreso a tus pies. Benigna gracia, amada mía, regreso a tus pies. Benigna gracia, amada mía, regreso a tus pies. Me pierdo en el encumbrar del antumbra que corona el firmamento, y sesgo tus ojos con mis garras, los abrigo con mi ponzoña de dédalos de incienso, de oro y de mirra. Los ofrendo a las altas gracias donadas por la causa de mi valía. Las ofrendo a los altares de saudades a los que acuden los que van a rezarle, a los desgraciados que nos han puesto en lo más bajo de la cadena alimenticia. Entonces, y sólo entonces, ubico los ojos en el templo principal y me aparto de tu recuerdo. El delirio me consume, ya no sé nada más. Susurran a mi oído palabras de amantes de mórbidos deseos y me cuentan lo que ocurrió, como ahora te lo contaré, a ti, mi amiga de imaginarios aromas a nieve vida, a cascadas, a madera y al sol que ya no cae más sobre nosotros. Tus ojos, con los retoques de mis delirios, riegan una savia vitae lechosa, también pus hediondo, coronado de brea. El pozo vuelve a llenarse con moribundas acuosidades y rastros de carne deliciosa, y las manos izquierdas vuelven a su lugar, donde antes hubiera existido un muñón bañado entre máscaras de plata. Porque son máscaras las que recubren a cada uno de los aparecidos entre glosolalias, y, sus rostros apenas se adivinan. Los recién aparecidos, cubiertos con las pieles de tu especie, esos que perdieron el rumbo y del vivir y la dicha, entretejen las penurias que habitan en tus ojos. Los veo danzar entre mis sueños. Ellos bañados con tu sangre. Ellos guiados por su locura. La locura que ciega a esta multitud herida, que es una enfermedad de inevitables enjundias y maneras. A ellos los veo avivar a las auroras boreales que me han guiado, hasta esta estación de gozos nucleares. Entonces recuerdo la marca de fuegos y de la lunas crecientes que dibujé en tu cuello, entre sidéreos amares, mucho antes de perderme entre esta multitud. Que ya no es una multitud sino una pesadilla. Una pesadilla que debería ser sepultada en el centro de tus cráneos. Lo recuerdo entre delirios. Porque los cráneos más amados por los dioses te rodean, los mismos que custodias entre umbras y ultratumbas. Soy tu favorito, pero hay tanta hambre, tanto por lo que luchar, que me veo deambular entre las mareas de gala siempreviva e imperios vivientes, a los que acudimos a morir. Ante nuestro escondite florezco. Soy una flor de violáceos porvenires. Y de nuevo te encuentro. Y de nuevo soy tuyo. Y de nuevo renazco. Perdido. Entre tus brazos.
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