• Promesas en papel
    Fandom Epoca Victoriana
    Categoría Romance
    El sol de la tarde se filtraba a través de los vitrales, bañando la habitación con un resplandor cálido y dorado. Me encontraba en mi rincón favorito del invernadero, rodeado del dulce aroma de las gardenias y camelias en flor. La brisa acariciaba mis cabellos, jugando con ellos como si intentara robarme los pensamientos que revoloteaban en mi mente. Pero hoy no se los permitiría. Hoy, mis pensamientos no se desvanecerán en el viento.

    Con una sonrisa que no podía ocultar, deslicé la pluma sobre el papel. La tinta negra danzaba en suaves líneas, dando vida a las palabras que hasta ahora había guardado solo para mí.

    "Mi querido..."

    Solo esas dos palabras y ya sentí mi corazón latir con fuerza. La emoción era embriagadora, como el primer brote de una flor en primavera. Había pasado noches enteras imaginando este momento, planeando cada frase, cada suspiro contenido entre las letras. Pero ahora que finalmente escribía, las palabras fluían como un río desbordado, incapaz de contener todo lo que deseaba decirle.

    "Cada día que pasa, encuentro mi mirada perdida en la ventana, buscando un atisbo de tu silueta entre la multitud. Sé que no debería, que es peligroso, que si alguien nos descubre... Pero, ¿cómo podría ignorar lo que mi corazón me grita? En cada vals, en cada paseo por los jardines, incluso en los momentos de absoluta soledad, tu presencia nunca me abandona. ¿Acaso sientes lo mismo?"

    Me detuve por un instante, presionando la pluma contra el papel mientras contenía la risa que amenazaba con escaparse de mis labios. Qué atrevida me había vuelto. Pero no importaba. Hoy no importaban las reglas, ni los murmullos de la corte, ni siquiera los ojos vigilantes de mi dama de compañía.

    Hoy, por primera vez, era yo quien daba el primer paso.

    Volví a la carta con renovado entusiasmo.

    "Tal vez pienses que es una locura, que no debería escribirte así, con el corazón desnudo sobre este papel. Pero dime, ¿acaso no es la vida en sí una locura maravillosa? Si este atrevimiento me condena, que así sea. No quiero pasar un solo día más callando lo que en mi pecho arde con fuerza. Así que, si el destino ha de reírse de mí, prefiero que lo haga sabiendo que al menos fui sincera."

    Mis mejillas ardían cuando terminé la última frase. ¿Realmente había escrito aquello? ¿Realmente le estaba enviando esta confesión sin saber siquiera si la respuesta que recibiría sería un eco de mis sentimientos o el filo de un adiós?

    Con sumo cuidado, dobla la carta y la introduce en un sobre marfil. Tomé el sello de lacre y dejé caer la cera roja, estampando sobre ella un pequeño ramillete de flores secas, aquellas que él solía admirar cuando paseábamos juntos por los jardines de la mansión.

    Me permití un último suspiro antes de levantar la carta y acercarla a mis labios en un beso fugaz, como si aquel gesto pudiera impregnarla con toda la ternura que mi alma contenía.

    —"Llévala con cuidado" —susurré mientras la depositaba en manos de mi doncella de confianza—. "Y no dejes que nadie te vea."

    Ella apuntando con una leve sonrisa antes de perderse por los pasillos de la mansión.

    El destino ya estaba echado. Ahora, sólo quedaba esperar.
    El sol de la tarde se filtraba a través de los vitrales, bañando la habitación con un resplandor cálido y dorado. Me encontraba en mi rincón favorito del invernadero, rodeado del dulce aroma de las gardenias y camelias en flor. La brisa acariciaba mis cabellos, jugando con ellos como si intentara robarme los pensamientos que revoloteaban en mi mente. Pero hoy no se los permitiría. Hoy, mis pensamientos no se desvanecerán en el viento. Con una sonrisa que no podía ocultar, deslicé la pluma sobre el papel. La tinta negra danzaba en suaves líneas, dando vida a las palabras que hasta ahora había guardado solo para mí. "Mi querido..." Solo esas dos palabras y ya sentí mi corazón latir con fuerza. La emoción era embriagadora, como el primer brote de una flor en primavera. Había pasado noches enteras imaginando este momento, planeando cada frase, cada suspiro contenido entre las letras. Pero ahora que finalmente escribía, las palabras fluían como un río desbordado, incapaz de contener todo lo que deseaba decirle. "Cada día que pasa, encuentro mi mirada perdida en la ventana, buscando un atisbo de tu silueta entre la multitud. Sé que no debería, que es peligroso, que si alguien nos descubre... Pero, ¿cómo podría ignorar lo que mi corazón me grita? En cada vals, en cada paseo por los jardines, incluso en los momentos de absoluta soledad, tu presencia nunca me abandona. ¿Acaso sientes lo mismo?" Me detuve por un instante, presionando la pluma contra el papel mientras contenía la risa que amenazaba con escaparse de mis labios. Qué atrevida me había vuelto. Pero no importaba. Hoy no importaban las reglas, ni los murmullos de la corte, ni siquiera los ojos vigilantes de mi dama de compañía. Hoy, por primera vez, era yo quien daba el primer paso. Volví a la carta con renovado entusiasmo. "Tal vez pienses que es una locura, que no debería escribirte así, con el corazón desnudo sobre este papel. Pero dime, ¿acaso no es la vida en sí una locura maravillosa? Si este atrevimiento me condena, que así sea. No quiero pasar un solo día más callando lo que en mi pecho arde con fuerza. Así que, si el destino ha de reírse de mí, prefiero que lo haga sabiendo que al menos fui sincera." Mis mejillas ardían cuando terminé la última frase. ¿Realmente había escrito aquello? ¿Realmente le estaba enviando esta confesión sin saber siquiera si la respuesta que recibiría sería un eco de mis sentimientos o el filo de un adiós? Con sumo cuidado, dobla la carta y la introduce en un sobre marfil. Tomé el sello de lacre y dejé caer la cera roja, estampando sobre ella un pequeño ramillete de flores secas, aquellas que él solía admirar cuando paseábamos juntos por los jardines de la mansión. Me permití un último suspiro antes de levantar la carta y acercarla a mis labios en un beso fugaz, como si aquel gesto pudiera impregnarla con toda la ternura que mi alma contenía. —"Llévala con cuidado" —susurré mientras la depositaba en manos de mi doncella de confianza—. "Y no dejes que nadie te vea." Ella apuntando con una leve sonrisa antes de perderse por los pasillos de la mansión. El destino ya estaba echado. Ahora, sólo quedaba esperar.
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  • ### **El Encuentro con Niko Tokita**

    El bosque se había convertido en su refugio. Durante días, Takeru entrenó sin descanso, endureciendo su cuerpo y despejando su mente. Sabía que una vez que el Torneo Kengan comenzara, no habría marcha atrás. Su destino se forjaría con cada golpe, con cada movimiento, y quizás… con cada vida que tomara.

    Pero el destino tenía otras pruebas para él antes de que llegara el día del torneo.

    Aquella tarde, mientras terminaba de hundir sus puños en una roca, escuchó pasos ligeros acercándose entre la maleza. Su instinto se afiló al instante. No había muchas razones para que alguien lo buscara aquí. Se giró rápidamente, adoptando una postura defensiva.

    Frente a él, de pie sobre una raíz gruesa, estaba un hombre de apariencia peculiar. Llevaba un poncho color arena que ondeaba ligeramente con la brisa, cubriendo gran parte de su cuerpo. Su cabello lacio y oscuro caía de forma desordenada, cubriendo su ojo derecho por completo, dándole un aire misterioso.

    —Vaya, pensé que me recibirías con menos hostilidad. —El hombre cruzó los brazos, evaluándolo con una mirada tranquila, pero afilada.

    Takeru no bajó la guardia.

    —¿Quién eres?

    El hombre dio un paso adelante, sin mostrar signos de amenaza.

    —Soy Niko Tokita. —Hizo una pausa, inclinando la cabeza ligeramente—. Y vengo a hacerte un favor.

    Takeru frunció el ceño.

    —¿Un favor?

    Tokita señaló sus puños con un leve movimiento de cabeza.

    —Vi tu pelea contra Harold Smith. Buen boxeo. Preciso, rápido… pero también incompleto. —Su tono se volvió más serio—. Si sigues peleando solo con eso, te van a matar.

    Takeru sintió una punzada de irritación.

    —No necesito patadas ni otras tonterías.

    Tokita soltó una leve carcajada.

    —No tienes que aprender a patear si no quieres. Pero dime… —Hizo una pausa, entrecerrando los ojos—. ¿Qué harás cuando te acorralen contra una pared? ¿O cuando alguien mucho más fuerte que tú te agarre y te estrelle contra el suelo?

    Takeru apretó los dientes.

    Tokita continuó.

    —El boxeo es hermoso, pero no es suficiente en este torneo. Aquí no hay reglas, no hay árbitros, no hay segundas oportunidades. —Dio un paso más cerca, mirándolo directo a los ojos—. Si no te adaptas, morirás.

    El silencio entre ambos pesó por un momento. Takeru quería responder, quería decir que no necesitaba ayuda, pero en el fondo sabía que Tokita tenía razón.

    —Entonces… ¿qué propones? —preguntó finalmente.

    Tokita sonrió.

    —El Estilo Niko.

    Takeru levantó una ceja.

    —¿Y qué diablos es eso?

    Tokita no respondió con palabras. En su lugar, inhaló profundamente y cambió su postura. Su expresión serena desapareció, dando paso a una mirada afilada, como la de un depredador que acaba de encontrar a su presa.

    Luego, se movió.

    En un abrir y cerrar de ojos, Tokita se deslizó hacia él con una velocidad aterradora. Takeru intentó reaccionar, pero antes de que pudiera siquiera levantar los puños, una ráfaga de movimientos cayó sobre él.

    Un golpe de palma dirigido a su rostro que desvió por puro instinto. Un giro fluido que lo desbalanceó con un barrido sutil. Un codazo que se detuvo a centímetros de su sien.

    Y en menos de dos segundos, estaba en el suelo.

    Tokita se quedó de pie, su poncho ondeando levemente con la brisa. Su sonrisa confiada no se había desvanecido.

    —Esto es el Estilo Niko. Una combinación de técnicas que te permitirá adaptarte a cualquier situación. —Extendió una mano para ayudarlo a levantarse—. No te pido que renuncies a tu boxeo… solo que amplíes tu arsenal.

    Takeru respiró hondo, su mente procesando lo que acababa de pasar.

    Sabía que ese hombre tenía razón. Si quería sobrevivir… tenía que evolucionar.

    Apretó la mano de Tokita y se puso de pie.

    —Está bien. Enséñame.
    ### **El Encuentro con Niko Tokita** El bosque se había convertido en su refugio. Durante días, Takeru entrenó sin descanso, endureciendo su cuerpo y despejando su mente. Sabía que una vez que el Torneo Kengan comenzara, no habría marcha atrás. Su destino se forjaría con cada golpe, con cada movimiento, y quizás… con cada vida que tomara. Pero el destino tenía otras pruebas para él antes de que llegara el día del torneo. Aquella tarde, mientras terminaba de hundir sus puños en una roca, escuchó pasos ligeros acercándose entre la maleza. Su instinto se afiló al instante. No había muchas razones para que alguien lo buscara aquí. Se giró rápidamente, adoptando una postura defensiva. Frente a él, de pie sobre una raíz gruesa, estaba un hombre de apariencia peculiar. Llevaba un poncho color arena que ondeaba ligeramente con la brisa, cubriendo gran parte de su cuerpo. Su cabello lacio y oscuro caía de forma desordenada, cubriendo su ojo derecho por completo, dándole un aire misterioso. —Vaya, pensé que me recibirías con menos hostilidad. —El hombre cruzó los brazos, evaluándolo con una mirada tranquila, pero afilada. Takeru no bajó la guardia. —¿Quién eres? El hombre dio un paso adelante, sin mostrar signos de amenaza. —Soy Niko Tokita. —Hizo una pausa, inclinando la cabeza ligeramente—. Y vengo a hacerte un favor. Takeru frunció el ceño. —¿Un favor? Tokita señaló sus puños con un leve movimiento de cabeza. —Vi tu pelea contra Harold Smith. Buen boxeo. Preciso, rápido… pero también incompleto. —Su tono se volvió más serio—. Si sigues peleando solo con eso, te van a matar. Takeru sintió una punzada de irritación. —No necesito patadas ni otras tonterías. Tokita soltó una leve carcajada. —No tienes que aprender a patear si no quieres. Pero dime… —Hizo una pausa, entrecerrando los ojos—. ¿Qué harás cuando te acorralen contra una pared? ¿O cuando alguien mucho más fuerte que tú te agarre y te estrelle contra el suelo? Takeru apretó los dientes. Tokita continuó. —El boxeo es hermoso, pero no es suficiente en este torneo. Aquí no hay reglas, no hay árbitros, no hay segundas oportunidades. —Dio un paso más cerca, mirándolo directo a los ojos—. Si no te adaptas, morirás. El silencio entre ambos pesó por un momento. Takeru quería responder, quería decir que no necesitaba ayuda, pero en el fondo sabía que Tokita tenía razón. —Entonces… ¿qué propones? —preguntó finalmente. Tokita sonrió. —El Estilo Niko. Takeru levantó una ceja. —¿Y qué diablos es eso? Tokita no respondió con palabras. En su lugar, inhaló profundamente y cambió su postura. Su expresión serena desapareció, dando paso a una mirada afilada, como la de un depredador que acaba de encontrar a su presa. Luego, se movió. En un abrir y cerrar de ojos, Tokita se deslizó hacia él con una velocidad aterradora. Takeru intentó reaccionar, pero antes de que pudiera siquiera levantar los puños, una ráfaga de movimientos cayó sobre él. Un golpe de palma dirigido a su rostro que desvió por puro instinto. Un giro fluido que lo desbalanceó con un barrido sutil. Un codazo que se detuvo a centímetros de su sien. Y en menos de dos segundos, estaba en el suelo. Tokita se quedó de pie, su poncho ondeando levemente con la brisa. Su sonrisa confiada no se había desvanecido. —Esto es el Estilo Niko. Una combinación de técnicas que te permitirá adaptarte a cualquier situación. —Extendió una mano para ayudarlo a levantarse—. No te pido que renuncies a tu boxeo… solo que amplíes tu arsenal. Takeru respiró hondo, su mente procesando lo que acababa de pasar. Sabía que ese hombre tenía razón. Si quería sobrevivir… tenía que evolucionar. Apretó la mano de Tokita y se puso de pie. —Está bien. Enséñame.
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  • ### **La Revelación de Takeru**

    El crujido aún resonaba en su cabeza.

    Takeru estaba de pie en medio del bosque, con el torso desnudo, el sudor escurriendo por su piel mientras su respiración aún se mantenía agitada tras una sesión intensa de entrenamiento. A su alrededor, los árboles se mecían suavemente con el viento, el río murmuraba en la distancia, y el aroma a tierra húmeda lo envolvía. Sin embargo, su mente estaba en otro lugar.

    **El golpe.**

    Ese último cross que había conectado en el rostro de Harold Smith, su oponente en la pelea de clasificación. Un movimiento limpio, preciso, ejecutado con la técnica impecable de un out-boxer. Pero lo que lo perturbaba no era su perfección… sino la sensación.

    Sintió los huesos rompiéndose bajo su puño.

    El canadiense había caído como un muñeco de trapo, su rostro deformado por el impacto. No se movía. Por un instante, Takeru había pensado que lo había matado.

    Se llevó la mano derecha al rostro y observó sus nudillos vendados, aún con rastros de la sangre seca de la pelea. Nunca antes había sentido algo así. Había golpeado cientos de veces en su vida, había lastimado a muchos hombres en el ring, pero jamás con esta brutalidad. Nunca había sentido que su puño tenía el poder de arrebatarle la vida a otro ser humano.

    —Si no hubiera frenado un poco… lo habría matado.

    El pensamiento le caló hondo.

    Recordó la mirada de su oponente. Harold Smith había entrado en ese almacén con una sola intención: matarlo. No había titubeado, no había mostrado piedad. Cada patada, cada movimiento, cada respiración suya estaba encaminada a la eliminación total de su rival.

    En este torneo no existía la compasión.

    Takeru tomó una piedra cercana y la apretó con fuerza. Sus dedos se hundieron en la superficie rugosa mientras la presión aumentaba. A su alrededor, la naturaleza seguía su curso, indiferente a su conflicto interno.

    **¿Podría hacerlo?**

    Si llegaba el momento… si un rival lo acorralaba, si la única opción era acabar con él antes de que lo hicieran con él… ¿Sería capaz de cruzar esa línea?

    Recordó el miedo en los ojos de Harold en ese último instante, cuando su puño se acercaba, cuando su destino ya estaba sellado.

    —Si dudo… moriré.

    Susurró para sí mismo.

    El Torneo Kengan no era un juego. No era un cuadrilátero con reglas y árbitros. Aquí, la única ley era la victoria, y la derrota podía significar la muerte.

    Inspiró hondo y dejó caer la piedra.

    Matar nunca había sido su propósito. Su boxeo no se trataba de asesinar, sino de superar. De demostrar que era el mejor, de pulir su técnica hasta la perfección. Pero este mundo no respetaba ideales. Si quería sobrevivir, si quería ganar, tenía que estar preparado para tomar la vida de su oponente.

    Y lo más inquietante…

    Es que ahora sabía que podía hacerlo.
    ### **La Revelación de Takeru** El crujido aún resonaba en su cabeza. Takeru estaba de pie en medio del bosque, con el torso desnudo, el sudor escurriendo por su piel mientras su respiración aún se mantenía agitada tras una sesión intensa de entrenamiento. A su alrededor, los árboles se mecían suavemente con el viento, el río murmuraba en la distancia, y el aroma a tierra húmeda lo envolvía. Sin embargo, su mente estaba en otro lugar. **El golpe.** Ese último cross que había conectado en el rostro de Harold Smith, su oponente en la pelea de clasificación. Un movimiento limpio, preciso, ejecutado con la técnica impecable de un out-boxer. Pero lo que lo perturbaba no era su perfección… sino la sensación. Sintió los huesos rompiéndose bajo su puño. El canadiense había caído como un muñeco de trapo, su rostro deformado por el impacto. No se movía. Por un instante, Takeru había pensado que lo había matado. Se llevó la mano derecha al rostro y observó sus nudillos vendados, aún con rastros de la sangre seca de la pelea. Nunca antes había sentido algo así. Había golpeado cientos de veces en su vida, había lastimado a muchos hombres en el ring, pero jamás con esta brutalidad. Nunca había sentido que su puño tenía el poder de arrebatarle la vida a otro ser humano. —Si no hubiera frenado un poco… lo habría matado. El pensamiento le caló hondo. Recordó la mirada de su oponente. Harold Smith había entrado en ese almacén con una sola intención: matarlo. No había titubeado, no había mostrado piedad. Cada patada, cada movimiento, cada respiración suya estaba encaminada a la eliminación total de su rival. En este torneo no existía la compasión. Takeru tomó una piedra cercana y la apretó con fuerza. Sus dedos se hundieron en la superficie rugosa mientras la presión aumentaba. A su alrededor, la naturaleza seguía su curso, indiferente a su conflicto interno. **¿Podría hacerlo?** Si llegaba el momento… si un rival lo acorralaba, si la única opción era acabar con él antes de que lo hicieran con él… ¿Sería capaz de cruzar esa línea? Recordó el miedo en los ojos de Harold en ese último instante, cuando su puño se acercaba, cuando su destino ya estaba sellado. —Si dudo… moriré. Susurró para sí mismo. El Torneo Kengan no era un juego. No era un cuadrilátero con reglas y árbitros. Aquí, la única ley era la victoria, y la derrota podía significar la muerte. Inspiró hondo y dejó caer la piedra. Matar nunca había sido su propósito. Su boxeo no se trataba de asesinar, sino de superar. De demostrar que era el mejor, de pulir su técnica hasta la perfección. Pero este mundo no respetaba ideales. Si quería sobrevivir, si quería ganar, tenía que estar preparado para tomar la vida de su oponente. Y lo más inquietante… Es que ahora sabía que podía hacerlo.
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  • ### **La Noche de los Titanes**

    El **Gran Hotel Imperial de Tokio** resplandecía bajo la luz de cientos de candelabros de cristal. En el salón principal, techos dorados reflejaban el resplandor de las lámparas de araña, mientras alfombras de terciopelo rojo amortiguaban los pasos de los magnates y combatientes que llenaban la estancia. Era una noche de lujo, pero también de tensión.

    Los empresarios más poderosos de Japón se paseaban con sus mejores trajes, acompañados de guardaespaldas y asistentes. Algunos intercambiaban sonrisas y brindaban con copas de champán, otros se observaban con miradas afiladas, midiendo a sus futuros rivales. Esta gala no era solo una celebración, era la antesala de la guerra.

    En el centro del salón, una enorme mesa de caoba estaba decorada con centros de flores exóticas y bandejas de los platillos más exclusivos. Wagyu de la más alta calidad, mariscos traídos del otro lado del mundo, caviar servido en pequeñas cucharas de oro. El vino fluía sin cesar, mientras los meseros, vestidos impecablemente de negro, se deslizaban entre los asistentes con la precisión de una coreografía bien ensayada.

    Takeru, vestido con un traje negro a la medida, ajustó su corbata con incomodidad. No estaba acostumbrado a este tipo de eventos. Se sentía fuera de lugar rodeado de multimillonarios y jefes de la yakuza, pero sabía que debía estar ahí.

    —Te ves como un maldito pingüino—murmuró Christopher, su entrenador, apoyado contra una columna con un cigarro entre los labios.

    Takeru resopló. —Y tú como si hubieras salido de un callejón.

    Christopher sonrió con sorna. A diferencia de los demás, él solo llevaba una camisa blanca abierta en el cuello y una chaqueta oscura algo arrugada.

    La conversación se interrumpió cuando un repique de copas llamó la atención de todos. En el estrado, un hombre mayor con un porte imponente alzó su copa de vino. Su cabello plateado estaba peinado con precisión y su mirada fría evaluaba a cada persona en la sala.

    —Bienvenidos—su voz resonó con autoridad—. Hoy damos inicio al **Torneo Kengan**, la batalla definitiva para decidir quién realmente controla la economía de Japón.

    Las conversaciones se apagaron.

    —Las reglas son simples—continuó—. Para ganar, el oponente debe **rendirse, quedar inconsciente o morir**. No hay límites de tiempo ni árbitros que detengan la pelea. Solo hay una restricción: **las armas están prohibidas**. Todo lo demás… es válido.

    Hubo un murmullo en la multitud. Algunos sonrieron con ambición, otros mantuvieron sus expresiones impasibles.

    —Así que disfruten esta velada—concluyó el hombre—. Bañémonos en el lujo antes de que comience el verdadero infierno.

    Con un leve movimiento de la muñeca, brindó y bebió un sorbo.

    El ambiente cambió de inmediato. Las apuestas comenzaron a hacerse entre murmullos, empresarios estrechaban manos sellando acuerdos en la sombra, y los combatientes se miraban unos a otros, evaluando a sus futuros oponentes.

    Takeru tomó una copa de vino, pero no bebió. En su interior, una sensación de adrenalina comenzaba a burbujear.

    La caza había comenzado.
    ### **La Noche de los Titanes** El **Gran Hotel Imperial de Tokio** resplandecía bajo la luz de cientos de candelabros de cristal. En el salón principal, techos dorados reflejaban el resplandor de las lámparas de araña, mientras alfombras de terciopelo rojo amortiguaban los pasos de los magnates y combatientes que llenaban la estancia. Era una noche de lujo, pero también de tensión. Los empresarios más poderosos de Japón se paseaban con sus mejores trajes, acompañados de guardaespaldas y asistentes. Algunos intercambiaban sonrisas y brindaban con copas de champán, otros se observaban con miradas afiladas, midiendo a sus futuros rivales. Esta gala no era solo una celebración, era la antesala de la guerra. En el centro del salón, una enorme mesa de caoba estaba decorada con centros de flores exóticas y bandejas de los platillos más exclusivos. Wagyu de la más alta calidad, mariscos traídos del otro lado del mundo, caviar servido en pequeñas cucharas de oro. El vino fluía sin cesar, mientras los meseros, vestidos impecablemente de negro, se deslizaban entre los asistentes con la precisión de una coreografía bien ensayada. Takeru, vestido con un traje negro a la medida, ajustó su corbata con incomodidad. No estaba acostumbrado a este tipo de eventos. Se sentía fuera de lugar rodeado de multimillonarios y jefes de la yakuza, pero sabía que debía estar ahí. —Te ves como un maldito pingüino—murmuró Christopher, su entrenador, apoyado contra una columna con un cigarro entre los labios. Takeru resopló. —Y tú como si hubieras salido de un callejón. Christopher sonrió con sorna. A diferencia de los demás, él solo llevaba una camisa blanca abierta en el cuello y una chaqueta oscura algo arrugada. La conversación se interrumpió cuando un repique de copas llamó la atención de todos. En el estrado, un hombre mayor con un porte imponente alzó su copa de vino. Su cabello plateado estaba peinado con precisión y su mirada fría evaluaba a cada persona en la sala. —Bienvenidos—su voz resonó con autoridad—. Hoy damos inicio al **Torneo Kengan**, la batalla definitiva para decidir quién realmente controla la economía de Japón. Las conversaciones se apagaron. —Las reglas son simples—continuó—. Para ganar, el oponente debe **rendirse, quedar inconsciente o morir**. No hay límites de tiempo ni árbitros que detengan la pelea. Solo hay una restricción: **las armas están prohibidas**. Todo lo demás… es válido. Hubo un murmullo en la multitud. Algunos sonrieron con ambición, otros mantuvieron sus expresiones impasibles. —Así que disfruten esta velada—concluyó el hombre—. Bañémonos en el lujo antes de que comience el verdadero infierno. Con un leve movimiento de la muñeca, brindó y bebió un sorbo. El ambiente cambió de inmediato. Las apuestas comenzaron a hacerse entre murmullos, empresarios estrechaban manos sellando acuerdos en la sombra, y los combatientes se miraban unos a otros, evaluando a sus futuros oponentes. Takeru tomó una copa de vino, pero no bebió. En su interior, una sensación de adrenalina comenzaba a burbujear. La caza había comenzado.
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  • ### **Prueba de Fuego**

    El viejo almacén industrial tenía un aire denso, cargado con el aroma de óxido, aceite y sudor. Estanterías metálicas cubiertas de polvo rodeaban la zona de combate, formando un círculo improvisado donde los empresarios y mafiosos observaban con atención. Algunos fumaban puros caros, otros bebían whisky en vasos de cristal mientras apostaban cifras obscenas por el resultado del combate.

    Takeru respiró hondo. Sus puños envueltos en vendas se cerraron con fuerza. No había árbitros, no había reglas. Solo victoria o aniquilación.

    Su oponente, Harold Smith, un canadiense alto y fibroso, vestía un dobok negro con detalles dorados. Su postura era ligera, flotante, la de un hombre que confiaba en sus piernas más que en sus brazos. Un especialista en Taekwondo.

    Desde el borde del círculo, Christopher, su entrenador, escupió el cigarro al suelo y pisó la colilla con desgana.

    —Mantén la distancia, chaval. Es un pateador, no dejes que te encierre en su ritmo. Usa tu jab y hazlo perseguirte.

    Takeru asintió sin apartar la vista de su rival.

    Un hombre trajeado levantó la mano y la bajó de golpe.

    **¡DING!**

    El combate comenzó.

    Harold se movió primero, desplazándose con agilidad. Su pierna derecha se alzó como un látigo.

    **¡WHAM!**

    Takeru apenas logró retroceder a tiempo, sintiendo el viento de la patada rozarle la barbilla. Respondió con un rápido **jab** directo al rostro, pero Harold inclinó la cabeza y giró en el aire.

    **¡BAM!**

    Una patada descendente cortó el aire donde Takeru había estado un segundo antes. El japonés se deslizó hacia atrás, manteniendo la distancia.

    **"No voy a jugar a su ritmo."**

    Takeru bailó sobre la punta de sus pies, lanzando jabs constantes. Harold intentó cerrarle el paso, pero cada vez que avanzaba, recibía un golpe en la nariz o en la sien.

    **¡BAM! ¡BAM!**

    El canadiense gruñó y giró con un **spinning heel kick**.

    **¡WHAM!**

    Takeru se inclinó hacia atrás, esquivando la patada por centímetros. La multitud rugió.

    Pero Harold no dejó que se escapara.

    Apretó los dientes y cargó hacia adelante, lanzando una patada lateral que impactó de lleno en el costado de Takeru.

    **¡THUD!**

    El dolor explotó en su torso. Takeru trastabilló, pero se forzó a girar y lanzar un **directo al hígado**.

    **¡BAM!**

    Harold gruñó y se dobló un poco, pero aún tenía fuerzas. Con un grito, levantó la pierna y la bajó como un martillo.

    —¡AXE KICK!

    **¡WHAM!**

    La patada descendente le golpeó el hombro, haciéndolo tambalearse.

    Takeru escupió saliva. Le ardía todo el cuerpo. Harold sonrió.

    —No eres nada mal—dijo con burla—. Pero eres un boxeador, no puedes ganarme en un combate sin reglas.

    Takeru jadeó, limpiándose el sudor de la frente. Luego, alzó la guardia de nuevo.

    —Dilo cuando aún puedas hablar.

    Harold frunció el ceño y cargó de nuevo, girando con una patada giratoria.

    Takeru sonrió.

    **"Te tengo."**

    En el momento exacto en que la pierna de Harold pasó frente a él, Takeru dio un paso lateral y golpeó con toda su fuerza.

    **¡BAM!**

    Un **cross** de derecha le impactó directamente en la mandíbula.

    **¡CRACK!**

    El canadiense se tambaleó. Sus piernas fallaron. Su cuerpo cayó de espaldas como un árbol derribado.

    Silencio.

    Luego, la multitud explotó en vítores y apuestas cerrándose de golpe.

    Takeru jadeó, con el puño aún en el aire. Apenas podía mantenerse de pie.

    Christopher chasqueó la lengua y encendió otro cigarro.

    —No fue bonito, pero lo lograste. Bienvenido al Torneo Kengan.
    ### **Prueba de Fuego** El viejo almacén industrial tenía un aire denso, cargado con el aroma de óxido, aceite y sudor. Estanterías metálicas cubiertas de polvo rodeaban la zona de combate, formando un círculo improvisado donde los empresarios y mafiosos observaban con atención. Algunos fumaban puros caros, otros bebían whisky en vasos de cristal mientras apostaban cifras obscenas por el resultado del combate. Takeru respiró hondo. Sus puños envueltos en vendas se cerraron con fuerza. No había árbitros, no había reglas. Solo victoria o aniquilación. Su oponente, Harold Smith, un canadiense alto y fibroso, vestía un dobok negro con detalles dorados. Su postura era ligera, flotante, la de un hombre que confiaba en sus piernas más que en sus brazos. Un especialista en Taekwondo. Desde el borde del círculo, Christopher, su entrenador, escupió el cigarro al suelo y pisó la colilla con desgana. —Mantén la distancia, chaval. Es un pateador, no dejes que te encierre en su ritmo. Usa tu jab y hazlo perseguirte. Takeru asintió sin apartar la vista de su rival. Un hombre trajeado levantó la mano y la bajó de golpe. **¡DING!** El combate comenzó. Harold se movió primero, desplazándose con agilidad. Su pierna derecha se alzó como un látigo. **¡WHAM!** Takeru apenas logró retroceder a tiempo, sintiendo el viento de la patada rozarle la barbilla. Respondió con un rápido **jab** directo al rostro, pero Harold inclinó la cabeza y giró en el aire. **¡BAM!** Una patada descendente cortó el aire donde Takeru había estado un segundo antes. El japonés se deslizó hacia atrás, manteniendo la distancia. **"No voy a jugar a su ritmo."** Takeru bailó sobre la punta de sus pies, lanzando jabs constantes. Harold intentó cerrarle el paso, pero cada vez que avanzaba, recibía un golpe en la nariz o en la sien. **¡BAM! ¡BAM!** El canadiense gruñó y giró con un **spinning heel kick**. **¡WHAM!** Takeru se inclinó hacia atrás, esquivando la patada por centímetros. La multitud rugió. Pero Harold no dejó que se escapara. Apretó los dientes y cargó hacia adelante, lanzando una patada lateral que impactó de lleno en el costado de Takeru. **¡THUD!** El dolor explotó en su torso. Takeru trastabilló, pero se forzó a girar y lanzar un **directo al hígado**. **¡BAM!** Harold gruñó y se dobló un poco, pero aún tenía fuerzas. Con un grito, levantó la pierna y la bajó como un martillo. —¡AXE KICK! **¡WHAM!** La patada descendente le golpeó el hombro, haciéndolo tambalearse. Takeru escupió saliva. Le ardía todo el cuerpo. Harold sonrió. —No eres nada mal—dijo con burla—. Pero eres un boxeador, no puedes ganarme en un combate sin reglas. Takeru jadeó, limpiándose el sudor de la frente. Luego, alzó la guardia de nuevo. —Dilo cuando aún puedas hablar. Harold frunció el ceño y cargó de nuevo, girando con una patada giratoria. Takeru sonrió. **"Te tengo."** En el momento exacto en que la pierna de Harold pasó frente a él, Takeru dio un paso lateral y golpeó con toda su fuerza. **¡BAM!** Un **cross** de derecha le impactó directamente en la mandíbula. **¡CRACK!** El canadiense se tambaleó. Sus piernas fallaron. Su cuerpo cayó de espaldas como un árbol derribado. Silencio. Luego, la multitud explotó en vítores y apuestas cerrándose de golpe. Takeru jadeó, con el puño aún en el aire. Apenas podía mantenerse de pie. Christopher chasqueó la lengua y encendió otro cigarro. —No fue bonito, pero lo lograste. Bienvenido al Torneo Kengan.
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  • **El Puño de Kengan**

    El sonido de los guantes golpeando el saco resonaba en el gimnasio, como un tambor marcando el ritmo de la guerra. Takeru lanzaba combinaciones rápidas, ganchos y jabs que partían el aire con precisión quirúrgica. Sus músculos tensos, su mirada fija. No había descanso, solo pelea.

    —¡Más rápido, carajo! —gruñó Christopher, su entrenador, mientras golpeaba el suelo con el zapato—. ¡Si te duermes, te arrancarán la cabeza en el Kengan!

    Takeru detuvo sus golpes, girando el rostro con el ceño fruncido.

    —¿El Kengan?

    Christopher sacó un cigarro del bolsillo y lo encendió con un encendedor de plata. Exhaló el humo lentamente antes de hablar.

    —El Torneo de Aniquilación Kengan. Un evento clandestino donde las empresas pelean por el control de la economía japonesa. Nada de jueces, nada de reglas, solo peleas a muerte para decidir quién manda.

    Takeru tomó una toalla, limpiándose el sudor del rostro.

    —¿Y qué tengo que ver yo con eso?

    Christopher sonrió con su expresión de lobo viejo.

    —Seiryu, la empresa de licores, necesita un luchador. Su CEO, Hideo Tanba, es un viejo amigo. Me pidió un peleador de confianza. Alguien que pueda ganar.

    El boxeador dejó escapar una risa seca.

    —¿Y tú crees que yo puedo?

    —No creo. Lo sé —respondió Christopher con un tono implacable—. Pero deja de pensar que esto es solo boxeo. Aquí pelearás contra asesinos, monstruos, gente que no tiene miedo de arrancarte los brazos si es necesario.

    Takeru pasó una mano por su cabello, sonriendo con confianza.

    —Suena divertido. ¿Cuándo empiezo?

    Christopher apagó el cigarro con la suela de su zapato.

    —en tres meses en la noche. No quiero que me hagas quedar como un idiota, así que asegúrate de no morir.

    Takeru cerró los puños. No tenía intenciones de perder. Si el destino le daba la oportunidad de pelear en el Kengan, haría que cada golpe suyo retumbara en toda la maldita economía de Japón.

    Paso el tiempo hasta que el momento llegó Takeru tenía un cambio físico completo y como el mismo decía, (No abandonaré mi estilo, les demostrare, LOS DESTRUIRE CON MI BOXEO).
    **El Puño de Kengan** El sonido de los guantes golpeando el saco resonaba en el gimnasio, como un tambor marcando el ritmo de la guerra. Takeru lanzaba combinaciones rápidas, ganchos y jabs que partían el aire con precisión quirúrgica. Sus músculos tensos, su mirada fija. No había descanso, solo pelea. —¡Más rápido, carajo! —gruñó Christopher, su entrenador, mientras golpeaba el suelo con el zapato—. ¡Si te duermes, te arrancarán la cabeza en el Kengan! Takeru detuvo sus golpes, girando el rostro con el ceño fruncido. —¿El Kengan? Christopher sacó un cigarro del bolsillo y lo encendió con un encendedor de plata. Exhaló el humo lentamente antes de hablar. —El Torneo de Aniquilación Kengan. Un evento clandestino donde las empresas pelean por el control de la economía japonesa. Nada de jueces, nada de reglas, solo peleas a muerte para decidir quién manda. Takeru tomó una toalla, limpiándose el sudor del rostro. —¿Y qué tengo que ver yo con eso? Christopher sonrió con su expresión de lobo viejo. —Seiryu, la empresa de licores, necesita un luchador. Su CEO, Hideo Tanba, es un viejo amigo. Me pidió un peleador de confianza. Alguien que pueda ganar. El boxeador dejó escapar una risa seca. —¿Y tú crees que yo puedo? —No creo. Lo sé —respondió Christopher con un tono implacable—. Pero deja de pensar que esto es solo boxeo. Aquí pelearás contra asesinos, monstruos, gente que no tiene miedo de arrancarte los brazos si es necesario. Takeru pasó una mano por su cabello, sonriendo con confianza. —Suena divertido. ¿Cuándo empiezo? Christopher apagó el cigarro con la suela de su zapato. —en tres meses en la noche. No quiero que me hagas quedar como un idiota, así que asegúrate de no morir. Takeru cerró los puños. No tenía intenciones de perder. Si el destino le daba la oportunidad de pelear en el Kengan, haría que cada golpe suyo retumbara en toda la maldita economía de Japón. Paso el tiempo hasta que el momento llegó Takeru tenía un cambio físico completo y como el mismo decía, (No abandonaré mi estilo, les demostrare, LOS DESTRUIRE CON MI BOXEO).
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  • 𝕷𝖆 𝕷𝖊𝖞 𝕰𝖙𝖊𝖗𝖓𝖆
    Fandom Original
    Categoría Acción
    Desde el alba de los tiempos, cuando la primera chispa de luz desgarró la oscuridad primordial, se escribieron normas inquebrantables.

    Reglas talladas en la esencia misma del universo, destinadas a preservar el equilibrio entre el Cielo, la Tierra y el Infierno.

    El orden no es una opción. Es la base de todas las cosas.

    Los demonios no deben alzar la mano contra la humanidad ni cruzar los umbrales dorados del Cielo. Son sombras al acecho, susurros de tentación, pruebas vivientes. Pero jamás deben ir más allá de su papel.

    Los ángeles existen para proteger, para guiar. Mas nunca pueden imponer su voluntad. Solo pueden ofrecer el camino, pero nunca forzar a un humano a tomarlo. El libre albedrío es la regla absoluta.

    Aun así, hay leyes que van más allá de su misión en la Tierra.

    𝟏. Las relaciones entre ángeles y demonios están estrictamente prohibidas. No puede haber lazos entre la luz y la sombra. No debe haberlos.
    𝟐. Quien ose desafiar esta norma sufrirá la furia del Cielo y el Infierno por igual. No habrá juicio. No habrá redención. Solo condena.
    𝟑. Los híbridos no deben existir. Son un error, una aberración. No tienen lugar ni en la gloria celestial ni en la condena infernal.

    Nunca ha habido excepciones. Nunca las habrá.

    Y sin embargo…

    Los ecos del tiempo susurran historias olvidadas. De miradas prohibidas entre la luz y la penumbra. De almas que nunca debieron encontrarse y, sin embargo, lo hicieron.

    Las normas fueron escritas en piedra, pero incluso la roca más fuerte se erosiona con el tiempo.

    Tal vez, en este preciso instante, algo está cambiando.

    Tal vez las estrellas han comenzado a moverse de formas que nadie esperaba.

    Tal vez... tú eres parte de este cambio.

    Y la verdadera pregunta ya no es si la ley se romperá.

    Sino quién será el primero en desafiarla.

    //rol de del odio al amor/amor prohibido jeje

    solo mujeres porfavor
    de preferencia en el privado
    Desde el alba de los tiempos, cuando la primera chispa de luz desgarró la oscuridad primordial, se escribieron normas inquebrantables. Reglas talladas en la esencia misma del universo, destinadas a preservar el equilibrio entre el Cielo, la Tierra y el Infierno. El orden no es una opción. Es la base de todas las cosas. 🔹 Los demonios no deben alzar la mano contra la humanidad ni cruzar los umbrales dorados del Cielo. Son sombras al acecho, susurros de tentación, pruebas vivientes. Pero jamás deben ir más allá de su papel. 🔹 Los ángeles existen para proteger, para guiar. Mas nunca pueden imponer su voluntad. Solo pueden ofrecer el camino, pero nunca forzar a un humano a tomarlo. El libre albedrío es la regla absoluta. Aun así, hay leyes que van más allá de su misión en la Tierra. 𝟏. Las relaciones entre ángeles y demonios están estrictamente prohibidas. No puede haber lazos entre la luz y la sombra. No debe haberlos. 𝟐. Quien ose desafiar esta norma sufrirá la furia del Cielo y el Infierno por igual. No habrá juicio. No habrá redención. Solo condena. 𝟑. Los híbridos no deben existir. Son un error, una aberración. No tienen lugar ni en la gloria celestial ni en la condena infernal. Nunca ha habido excepciones. Nunca las habrá. Y sin embargo… Los ecos del tiempo susurran historias olvidadas. De miradas prohibidas entre la luz y la penumbra. De almas que nunca debieron encontrarse y, sin embargo, lo hicieron. Las normas fueron escritas en piedra, pero incluso la roca más fuerte se erosiona con el tiempo. Tal vez, en este preciso instante, algo está cambiando. Tal vez las estrellas han comenzado a moverse de formas que nadie esperaba. Tal vez... tú eres parte de este cambio. Y la verdadera pregunta ya no es si la ley se romperá. Sino quién será el primero en desafiarla. //rol de del odio al amor/amor prohibido jeje solo mujeres porfavor de preferencia en el privado
    Tipo
    Grupal
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    Cualquier línea
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  • Klaus Mikaelson no era un hombre que se dejara llevar (al menos no demasiado) por las trivialidades de las festividades, mucho menos una tan empalagosa como San Valentín. Pero cuando se trataba de Caroline Forbes, las reglas parecían perder sentido.

    Esa noche, el internado Salvatore dormía bajo el resguardo de la niebla invernal cuando un coche negro se detuvo frente a la entrada principal. Klaus bajó con la misma elegancia depredadora de siempre, ignorando las miradas desconfiadas de los pocos que aún deambulaban por los pasillos. No le importaban. Su única intención estaba clara.

    Cuando Caroline abrió la puerta de su despacho, lo encontró ahí, apoyado con desenfado contra el marco, una media sonrisa curvando sus labios. En su mano sostenía un pequeño paquete envuelto con impecable precisión.

    —Dime, ¿quién podría considerarse tu San Valentín y estar a la altura? —preguntó Klaus, con esa mirada de quien ya conoce la respuesta- Feliz San Valentin, Caroline.

    Después, le tendió el paquete con una inclinación casi solemne de la cabeza.


    #Personajes3D #3D #Comunidad3D
    Klaus Mikaelson no era un hombre que se dejara llevar (al menos no demasiado) por las trivialidades de las festividades, mucho menos una tan empalagosa como San Valentín. Pero cuando se trataba de [BarbieBxtch], las reglas parecían perder sentido. Esa noche, el internado Salvatore dormía bajo el resguardo de la niebla invernal cuando un coche negro se detuvo frente a la entrada principal. Klaus bajó con la misma elegancia depredadora de siempre, ignorando las miradas desconfiadas de los pocos que aún deambulaban por los pasillos. No le importaban. Su única intención estaba clara. Cuando Caroline abrió la puerta de su despacho, lo encontró ahí, apoyado con desenfado contra el marco, una media sonrisa curvando sus labios. En su mano sostenía un pequeño paquete envuelto con impecable precisión. —Dime, ¿quién podría considerarse tu San Valentín y estar a la altura? —preguntó Klaus, con esa mirada de quien ya conoce la respuesta- Feliz San Valentin, Caroline. Después, le tendió el paquete con una inclinación casi solemne de la cabeza. #Personajes3D #3D #Comunidad3D
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  • — Cae el Sol y comienza la depravación. Por cierto, hoy reservaron el VIP, un grupillo del Inagawa-kai. —

    "¿Cómo sabes que son del Inagawa?"

    — Se supone que mi trabajo es tener los ojos bien abiertos e investigar a los clientes y eso hago. Aunque juzgando por tus nuevas reglas, creo que lo que tienes en mente ahora es que aparte de gerentear, también preste servicio aquí, ¿no? —

    "Jajaja..."

    La voz de Kenji al teléfono se quedó en silencio, como dando beneficio de la duda.

    "¿Por qué piensas eso?"

    — ¿Qué es esa tontería de que ahora yo también debo uniformarme? Sólo falta que me peguen etiquetas de precio en las nalgas. —

    " Pero te va eso de usar disfraces y uniformes, ¿no?"

    — Mira, eso da igual. Sólo te avisaba porque necesito que mandes a un grupo de tus chicos, por si todo se sale de control. —

    "En 40 minutos llegan." (...) "Quiero ver cómo luces, mándame una foto."

    Colgó, bufando. Y tras eso, se miró al espejo.

    — Me veo como siempre. Animal. —
    — Cae el Sol y comienza la depravación. Por cierto, hoy reservaron el VIP, un grupillo del Inagawa-kai. — "¿Cómo sabes que son del Inagawa?" — Se supone que mi trabajo es tener los ojos bien abiertos e investigar a los clientes y eso hago. Aunque juzgando por tus nuevas reglas, creo que lo que tienes en mente ahora es que aparte de gerentear, también preste servicio aquí, ¿no? — "Jajaja..." La voz de Kenji al teléfono se quedó en silencio, como dando beneficio de la duda. "¿Por qué piensas eso?" — ¿Qué es esa tontería de que ahora yo también debo uniformarme? Sólo falta que me peguen etiquetas de precio en las nalgas. — " Pero te va eso de usar disfraces y uniformes, ¿no?" — Mira, eso da igual. Sólo te avisaba porque necesito que mandes a un grupo de tus chicos, por si todo se sale de control. — "En 40 minutos llegan." (...) "Quiero ver cómo luces, mándame una foto." Colgó, bufando. Y tras eso, se miró al espejo. — Me veo como siempre. Animal. —
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  • 🔮✨Comunidad de hechiceros - Consejos y Estrategias Mágicas
    Fandom Original
    Categoría Fantasía
    Bienvenido/a a esta idea de Comunidad de Hechiceros, un espacio de apoyo, aprendizaje y debate donde magos y hechiceros de todo tipo pueden compartir conocimientos, resolver dudas y colaborar en soluciones para problemas mágicos.

    En esta ocasión, busco consejo y estrategias para lidiar con un "Alfa novato" y problemático que se transforma en un lobo sin lógica ni control. ¿Cómo podría estabilizarlo? ¿Existen conjuros, rituales o métodos de control mágico que puedan ayudar?

    Más allá de este caso, este started es un punto de encuentro para hechiceros, donde podemos debatir, criticar constructivamente y construir juntos una red de apoyo para futuros desafíos mágicos.

    ¿Qué tipo de hechiceros pueden unirse?
    →Magos y hechiceros de cualquier especialización.

    →Practicantes de magia ritual, alquimia, hechicería de batalla, druidas, médiums, etc.

    →Brujos, encantadores, magos oscuros con intenciones benévolas, exorcistas, etc.


    Reglas del Started:
    Solo para Hechiceros
    Este espacio es exclusivo para magos y hechiceros. No se permite la participación de otras criaturas sobrenaturales a menos que estén bajo la tutela de un hechicero.

    Comprensión y Ayuda Humanitaria
    Buscamos soluciones que no impliquen violencia extrema ni el daño innecesario a seres sintientes. La comunidad se basa en la empatía y la cooperación.

    Respeto y Cooperación Recíproca
    Todas las opiniones son válidas siempre que sean expresadas con respeto. Las críticas deben ser constructivas y enfocadas en mejorar el problema.

    Unión Mágica - Mini Comunidad de Hechiceros
    Más allá de este caso, este started busca crear una red estable de hechiceros para consultas futuras. Participar con intención de fortalecer la comunidad es clave.

    ¿Tienes ideas, conocimientos o experiencias que puedan ayudar? Únete a la discusión y ayuda a encontrar la mejor solución. ¡La magia se fortalece cuando se comparte!
    Bienvenido/a a esta idea de Comunidad de Hechiceros, un espacio de apoyo, aprendizaje y debate donde magos y hechiceros de todo tipo pueden compartir conocimientos, resolver dudas y colaborar en soluciones para problemas mágicos. En esta ocasión, busco consejo y estrategias para lidiar con un "Alfa novato" y problemático que se transforma en un lobo sin lógica ni control. ¿Cómo podría estabilizarlo? ¿Existen conjuros, rituales o métodos de control mágico que puedan ayudar? Más allá de este caso, este started es un punto de encuentro para hechiceros, donde podemos debatir, criticar constructivamente y construir juntos una red de apoyo para futuros desafíos mágicos. 🔹 ¿Qué tipo de hechiceros pueden unirse? →Magos y hechiceros de cualquier especialización. →Practicantes de magia ritual, alquimia, hechicería de batalla, druidas, médiums, etc. →Brujos, encantadores, magos oscuros con intenciones benévolas, exorcistas, etc. 📜 Reglas del Started: 1️⃣ Solo para Hechiceros 🔮 Este espacio es exclusivo para magos y hechiceros. No se permite la participación de otras criaturas sobrenaturales a menos que estén bajo la tutela de un hechicero. 2️⃣ Comprensión y Ayuda Humanitaria 🤝 Buscamos soluciones que no impliquen violencia extrema ni el daño innecesario a seres sintientes. La comunidad se basa en la empatía y la cooperación. 3️⃣ Respeto y Cooperación Recíproca ⚖️ Todas las opiniones son válidas siempre que sean expresadas con respeto. Las críticas deben ser constructivas y enfocadas en mejorar el problema. 4️⃣ Unión Mágica - Mini Comunidad de Hechiceros 🏰 Más allá de este caso, este started busca crear una red estable de hechiceros para consultas futuras. Participar con intención de fortalecer la comunidad es clave. 💬 ¿Tienes ideas, conocimientos o experiencias que puedan ayudar? Únete a la discusión y ayuda a encontrar la mejor solución. ¡La magia se fortalece cuando se comparte!
    Tipo
    Grupal
    Líneas
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    Estado
    Disponible
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