• El aire olía a hierro y a tierra húmeda. Todavía vibraba en el pecho el eco de los gritos y el choque de las hojas, pero el silencio posterior pesaba más que cualquier estruendo. El grupo avanzaba entre los árboles, respirando con dificultad, cubiertos de la sombra que llega después de haber sobrevivido. Los rayos sutiles y cálidos asomando.

    — "Por un momento creí que no salíamos" —murmuró uno de los cazadores, soltando un suspiro entre risas nerviosas—. "Y Kiyomi... se congeló, ¿no?".

    Sanemi giró de inmediato. Fue apenas un segundo, pero bastó para que el ambiente se tensara otra vez, como si el peligro aún estuviera allí. La mirada de él se clavó en ella con la misma fuerza con la que antes enfrentaba al enemigo: directa, filosa, sin espacio para el titubeo.

    —¿Qué dijiste? —preguntó, sin apartar los ojos de Kiyomi, aunque la pregunta no era para el otro.

    El pilar observaba a la jóven cazadora. Había algo en su postura, en ese leve temblor en los dedos, que lo encendía por dentro. No era rabia pura, era algo más denso: una incomodidad profunda, casi visceral. Habían peleado codo a codo, y pensar que uno de los suyos pudo vacilar, siquiera por un instante, le resultaba insoportable.

    —¿Es cierto? —su voz fue baja, pero cargada de filo— ¿Te detuviste?

    ... Gruñó, desatando lentamente su ira.

    —En medio de eso… ¿te congelaste? —repitió, apenas más alto, pero con la voz quebrándose entre los dientes—. ¿Tienes idea de lo que podría haber pasado? ¿Querías derramar más sangre?

    Sus palabras no eran solo reproche, eran un intento de entender. Pero bajo su tono cortante, había miedo disfrazado de ira: miedo a la pérdida, miedo a que alguien de los suyos fallara, miedo a que eso le recordara lo frágil que era todo. No le importaba el motivo que la hiciera congelarse, no. Le importaba fracasar, darle algún gusto a esa escoria llamada "demonios", le irritaba trabajar con extraños, porque cualquier error, —por más mínimo— él no lo perdonaba.

    Mucho menos en esa misión en la que por poco todos salieron casi ilesos.

    [ Kiyo ]
    El aire olía a hierro y a tierra húmeda. Todavía vibraba en el pecho el eco de los gritos y el choque de las hojas, pero el silencio posterior pesaba más que cualquier estruendo. El grupo avanzaba entre los árboles, respirando con dificultad, cubiertos de la sombra que llega después de haber sobrevivido. Los rayos sutiles y cálidos asomando. — "Por un momento creí que no salíamos" —murmuró uno de los cazadores, soltando un suspiro entre risas nerviosas—. "Y Kiyomi... se congeló, ¿no?". Sanemi giró de inmediato. Fue apenas un segundo, pero bastó para que el ambiente se tensara otra vez, como si el peligro aún estuviera allí. La mirada de él se clavó en ella con la misma fuerza con la que antes enfrentaba al enemigo: directa, filosa, sin espacio para el titubeo. —¿Qué dijiste? —preguntó, sin apartar los ojos de Kiyomi, aunque la pregunta no era para el otro. El pilar observaba a la jóven cazadora. Había algo en su postura, en ese leve temblor en los dedos, que lo encendía por dentro. No era rabia pura, era algo más denso: una incomodidad profunda, casi visceral. Habían peleado codo a codo, y pensar que uno de los suyos pudo vacilar, siquiera por un instante, le resultaba insoportable. —¿Es cierto? —su voz fue baja, pero cargada de filo— ¿Te detuviste? ... Gruñó, desatando lentamente su ira. —En medio de eso… ¿te congelaste? —repitió, apenas más alto, pero con la voz quebrándose entre los dientes—. ¿Tienes idea de lo que podría haber pasado? ¿Querías derramar más sangre? Sus palabras no eran solo reproche, eran un intento de entender. Pero bajo su tono cortante, había miedo disfrazado de ira: miedo a la pérdida, miedo a que alguien de los suyos fallara, miedo a que eso le recordara lo frágil que era todo. No le importaba el motivo que la hiciera congelarse, no. Le importaba fracasar, darle algún gusto a esa escoria llamada "demonios", le irritaba trabajar con extraños, porque cualquier error, —por más mínimo— él no lo perdonaba. Mucho menos en esa misión en la que por poco todos salieron casi ilesos. [ [cosmic_pink_monkey_781] ]
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  • 𝑳𝒂𝒔𝒕 𝑺𝒕𝒐𝒑 𝑻𝒐 𝑵𝒐𝒘𝒉𝒆𝒓𝒆
    Fandom Original
    Categoría Original
    ㅤㅤ 𝑺𝑻𝑨𝑹𝑻𝑬𝑹
    ㅤㅤㅤ➤ Lyra Dorne

    ㅤㅤㅤㅤEl anuncio de la última llegada resonó, en un sonido hueco, por los túneles. Los últimos pasos apresurados se desvanecieron escalera arriba, hacia la superficie. Las luces fluorescentes, en un ahorro de energía post-turno, se apagaron en varias secciones de la estación, durmiendo los andenes laterales en una penumbra que solo era interrumpida por los letreros iluminados en rojo con la palabra "EXIT".

    Fue en uno de esos andenes, el más alejado de las escaleras mecánicas, dónde la quietud parecía más profunda. El escenario resultaba ser siempre el mismo, independientemente de la localización: oscuridad, soledad y las consecuencias de una batalla perdida contra uno mismo.

    Allí, yacía semiinconsciente, apoyado contra una pared fría. Su respiración era un ruido áspero e irregular. No eran solo las heridas físicas, aquel profundo corte en el costado que manchaba su camisa de un rojo oscuro, lo que lo tenía al borde del abismo.

    𝘌𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘨𝘳𝘪𝘦𝘵𝘢 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘰𝘭.

    Porque dentro de él, La Entidad se revolvía, eufórica, celebrando su momentánea libertad. La sombra que debería estar quieta a sus pies se retorcía de forma autónoma, alargándose y contrayéndose como un animal recién liberado.

    No había sido solo una pelea cualquiera. Había sido una contención en los túneles de servicio, contra algo que se alimentaba del miedo. Lo había sellado, pero el contraataque le había costado caro, demasiado caro, dejando abierta una brecha en sus defensas.

    Un susurro áspero, un eco de una voz que no era la suya, salía de entre sus labios, súperponiéndose a su propia voz.

    «... 𝘈𝘭 𝘧𝘪𝘯...»
    ───... 𝘼𝙡 𝙛𝙞𝙣...

    «... 𝘛𝘢𝘯 𝘥𝘶𝘭𝘤𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥...»
    ───... 𝙏𝙖𝙣 𝙙𝙪𝙡𝙘𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙖 𝙡𝙞𝙗𝙚𝙧𝙩𝙖𝙙... cállate.

    Con un último esfuerzo, Salvatore entreabrió los ojos. El color café de su mirada estaba velado por un fulgor plateado, el gris de un cielo tormentoso. ¿Era dolor lo que sentía? No. No sentía dolor. Era mucho peor que eso. Era la sensación de que cada latido en su pecho, era una explosión de agonia, un recordatorio de que él parasito que llevaba dentro estaba a un suspiro de tomar el control total.

    «... 𝘛𝘢𝘯 𝘥𝘦𝘣𝘪𝘭 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰...»
    ───... 𝙏𝙖𝙣 𝙙𝙚𝙗𝙞𝙡 𝙚𝙨𝙩𝙚 𝙘𝙪𝙚𝙧𝙥𝙤 … que te calles.

    ¿Estaba susurrando en su mente, como habitualmente lo hacía? No, está vez no era ese el caso. La voz de La Entidad ya no estaba hablando solo en su mente; estaba hablando a través de él. Ambas voces, distorsionadas, superponiéndose por momentos una sobre la otra.

    «... 𝘋𝘦𝘫𝘢𝘮𝘦... 𝘠𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘰... 𝘴𝘢𝘯𝘢𝘳 𝘦𝘴𝘵𝘰...»
    ───... 𝘿𝙚𝙟𝙖𝙢𝙚... 𝙔𝙤 𝙥𝙪𝙚𝙙... ¡BASTA!...

    Su mano, temblorosa, se aferró a la pared en búsqueda de un ancla a una realidad que se le escapaba entre los dedos. Estaba solo, en un espacio público a merced de la cosa que llevaba dentro, y del primer transeúnte desprevenido que se aventurara en la penumbra de aquel andén.
    ㅤㅤ 𝑺𝑻𝑨𝑹𝑻𝑬𝑹 ㅤㅤㅤ➤ [THE.LIGHTWITCH] ㅤㅤㅤㅤEl anuncio de la última llegada resonó, en un sonido hueco, por los túneles. Los últimos pasos apresurados se desvanecieron escalera arriba, hacia la superficie. Las luces fluorescentes, en un ahorro de energía post-turno, se apagaron en varias secciones de la estación, durmiendo los andenes laterales en una penumbra que solo era interrumpida por los letreros iluminados en rojo con la palabra "EXIT". Fue en uno de esos andenes, el más alejado de las escaleras mecánicas, dónde la quietud parecía más profunda. El escenario resultaba ser siempre el mismo, independientemente de la localización: oscuridad, soledad y las consecuencias de una batalla perdida contra uno mismo. Allí, yacía semiinconsciente, apoyado contra una pared fría. Su respiración era un ruido áspero e irregular. No eran solo las heridas físicas, aquel profundo corte en el costado que manchaba su camisa de un rojo oscuro, lo que lo tenía al borde del abismo. 𝘌𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘨𝘳𝘪𝘦𝘵𝘢 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘰𝘭. Porque dentro de él, La Entidad se revolvía, eufórica, celebrando su momentánea libertad. La sombra que debería estar quieta a sus pies se retorcía de forma autónoma, alargándose y contrayéndose como un animal recién liberado. No había sido solo una pelea cualquiera. Había sido una contención en los túneles de servicio, contra algo que se alimentaba del miedo. Lo había sellado, pero el contraataque le había costado caro, demasiado caro, dejando abierta una brecha en sus defensas. Un susurro áspero, un eco de una voz que no era la suya, salía de entre sus labios, súperponiéndose a su propia voz. «... 𝘈𝘭 𝘧𝘪𝘯...» ───... 𝘼𝙡 𝙛𝙞𝙣... «... 𝘛𝘢𝘯 𝘥𝘶𝘭𝘤𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘭𝘪𝘣𝘦𝘳𝘵𝘢𝘥...» ───... 𝙏𝙖𝙣 𝙙𝙪𝙡𝙘𝙚 𝙚𝙨𝙩𝙖 𝙡𝙞𝙗𝙚𝙧𝙩𝙖𝙙... cállate. Con un último esfuerzo, Salvatore entreabrió los ojos. El color café de su mirada estaba velado por un fulgor plateado, el gris de un cielo tormentoso. ¿Era dolor lo que sentía? No. No sentía dolor. Era mucho peor que eso. Era la sensación de que cada latido en su pecho, era una explosión de agonia, un recordatorio de que él parasito que llevaba dentro estaba a un suspiro de tomar el control total. «... 𝘛𝘢𝘯 𝘥𝘦𝘣𝘪𝘭 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰...» ───... 𝙏𝙖𝙣 𝙙𝙚𝙗𝙞𝙡 𝙚𝙨𝙩𝙚 𝙘𝙪𝙚𝙧𝙥𝙤 … que te calles. ¿Estaba susurrando en su mente, como habitualmente lo hacía? No, está vez no era ese el caso. La voz de La Entidad ya no estaba hablando solo en su mente; estaba hablando a través de él. Ambas voces, distorsionadas, superponiéndose por momentos una sobre la otra. «... 𝘋𝘦𝘫𝘢𝘮𝘦... 𝘠𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘰... 𝘴𝘢𝘯𝘢𝘳 𝘦𝘴𝘵𝘰...» ───... 𝘿𝙚𝙟𝙖𝙢𝙚... 𝙔𝙤 𝙥𝙪𝙚𝙙... ¡BASTA!... Su mano, temblorosa, se aferró a la pared en búsqueda de un ancla a una realidad que se le escapaba entre los dedos. Estaba solo, en un espacio público a merced de la cosa que llevaba dentro, y del primer transeúnte desprevenido que se aventurara en la penumbra de aquel andén.
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  • -probando nuevos vestuarios, este me hace ver nalgon, que vivan las rayas que me quitan lo plano visualmente-
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Sesión de Modelaje – Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour

    ▴Modelo: Lisesharte Freya Ishtar
    ▴Título de la Sesión: “Chrome Seduction: La Reina del Asfalto”
    ▴Estilo: High-Fashion Dark Motor Glam / Fetish Luxurious
    ▴Locación: Jardines urbanos de la Academia Imperial de Vahlkir, bajo la producción de Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour

    Descripción Artística:
    Lisesharte Freya Ishtar irrumpe con su presencia imponente, fusionando el magnetismo gélido de una diosa nórdica con la rebeldía de una reina del asfalto. Vestida con un traje de cuero negro ajustado, la modelo encarna la estética “Infernal Glamour” en su máxima expresión: elegancia, peligro y deseo.

    El contraste entre su figura esculpida y la moto de acero cromado representa el equilibrio entre el poder femenino y la maquinaria moderna — un símbolo recurrente en la línea visual de la agencia. Su cabello dorado fluye como fuego celestial, mientras su mirada, oculta tras gafas oscuras, proyecta control absoluto sobre la escena.


    Concepto Visual:
    ● Temática central: Dominio, libertad y lujo infernal.
    ● Iluminación: Reflejos cálidos sobre el cuero brillante, con haces de sol que subrayan el contraste entre luz divina y tentación terrenal.
    ● Paleta de colores: Negros metálicos, dorados luminosos y tonos ámbar crepusculares.
    ● Actitud: Firme, provocadora, pero con una sutileza de realeza silenciosa.

    Nota de Producción:
    Esta sesión celebra el lado “Déesse du Contrôle” de Lisesharte, destacando su papel como musa de la línea Infernal Mechanica — una colección exclusiva de la agencia Ishtar’s para campañas de lujo, motocicletas y moda vanguardista.

    Cada toma captura la esencia de una mujer Ishtar: belleza divina, mente estratégica y un aura capaz de doblar la realidad a su encanto.

    📸 Sesión de Modelaje – Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour ▴Modelo: Lisesharte Freya Ishtar ▴Título de la Sesión: “Chrome Seduction: La Reina del Asfalto” ▴Estilo: High-Fashion Dark Motor Glam / Fetish Luxurious ▴Locación: Jardines urbanos de la Academia Imperial de Vahlkir, bajo la producción de Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour 🖤 Descripción Artística: Lisesharte Freya Ishtar irrumpe con su presencia imponente, fusionando el magnetismo gélido de una diosa nórdica con la rebeldía de una reina del asfalto. Vestida con un traje de cuero negro ajustado, la modelo encarna la estética “Infernal Glamour” en su máxima expresión: elegancia, peligro y deseo. El contraste entre su figura esculpida y la moto de acero cromado representa el equilibrio entre el poder femenino y la maquinaria moderna — un símbolo recurrente en la línea visual de la agencia. Su cabello dorado fluye como fuego celestial, mientras su mirada, oculta tras gafas oscuras, proyecta control absoluto sobre la escena. ⚙️ Concepto Visual: ● Temática central: Dominio, libertad y lujo infernal. ● Iluminación: Reflejos cálidos sobre el cuero brillante, con haces de sol que subrayan el contraste entre luz divina y tentación terrenal. ● Paleta de colores: Negros metálicos, dorados luminosos y tonos ámbar crepusculares. ● Actitud: Firme, provocadora, pero con una sutileza de realeza silenciosa. 💋 Nota de Producción: Esta sesión celebra el lado “Déesse du Contrôle” de Lisesharte, destacando su papel como musa de la línea Infernal Mechanica — una colección exclusiva de la agencia Ishtar’s para campañas de lujo, motocicletas y moda vanguardista. Cada toma captura la esencia de una mujer Ishtar: belleza divina, mente estratégica y un aura capaz de doblar la realidad a su encanto.
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  • Ayer por la tarde después de relajarme dándome un baño de espuma y luego la Skincare de noche, me la pase cocinando para toda la semana y también me dio
    tiempo a elaborar la tarta de calabaza, casualmente es la favorita de mi madre.
    Desde que me confesó la existencia de Dafne, toda mi vida pensando que era hija única y resulta que soy hermana mayor; estos últimos meses han sido una
    aútentica montaña rusa repleta de diferentes emociones y sentimientos.
    Estado bastante distanciada de ella nunca habíamos estado tanto tiempo separadas, necesitaba poner distancia entre las dos.

    Por la tarde no tengo cita con ningún paciente por lo cuál pude cerrar mi despacho, una vez llego a casa saludo a Tánatos y Salem, Grayson continúa en el trabajo
    llegará como siempre muy tarde.
    Cambió mis deportivas por unas botas altas negras con tacón, cojo el bolso más grande que tengo para poder guardar el taper donde guardé la tarta y me dirijo a
    su casa, para hacer las paces.
    Ayer por la tarde después de relajarme dándome un baño de espuma y luego la Skincare de noche, me la pase cocinando para toda la semana y también me dio tiempo a elaborar la tarta de calabaza, casualmente es la favorita de mi madre. Desde que me confesó la existencia de Dafne, toda mi vida pensando que era hija única y resulta que soy hermana mayor; estos últimos meses han sido una aútentica montaña rusa repleta de diferentes emociones y sentimientos. Estado bastante distanciada de ella nunca habíamos estado tanto tiempo separadas, necesitaba poner distancia entre las dos. Por la tarde no tengo cita con ningún paciente por lo cuál pude cerrar mi despacho, una vez llego a casa saludo a Tánatos y Salem, Grayson continúa en el trabajo llegará como siempre muy tarde. Cambió mis deportivas por unas botas altas negras con tacón, cojo el bolso más grande que tengo para poder guardar el taper donde guardé la tarta y me dirijo a su casa, para hacer las paces.
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  • El agua apenas se mueve.
    La penumbra se curva a su alrededor, obediente, como si el aire mismo temiera perturbarlo.

    Apoya un brazo en el borde del estanque. La piel, pálida bajo la luz azul, deja ver las líneas que alguna vez fueron alas; ahora parecen cicatrices dibujadas por un dios que se arrepintió a medio trazo.

    Exhala el humo del cigarrillo que sostiene entre los dedos. No hay prisa en su gesto. Ni siquiera hay intención. El humo asciende despacio, se disuelve, y en ese instante, el mundo parece recordar lo que significa desaparecer.

    No necesita moverse.
    No necesita hablar.
    Las cosas simplemente se acomodan a su alrededor, como si cada átomo supiera que ha encontrado su lugar final.

    Su mirada, gris y profunda, se dirige hacia la puerta abierta. Una brisa entra, trayendo consigo un sonido leve: pasos.
    Vivos.

    No sonríe.
    Pero algo, muy en el fondo, parece despertar.
    Una sombra de curiosidad.
    Un susurro que apenas podría llamarse emoción.

    —Entrá —dice con voz fuerte pero serena.
    No hay amenaza. No hay promesa. Solo una verdad que cae con el peso del destino.

    Y el silencio vuelve a extenderse, expectante, esperando que alguien tenga el valor de cruzar el umbral.
    El agua apenas se mueve. La penumbra se curva a su alrededor, obediente, como si el aire mismo temiera perturbarlo. Apoya un brazo en el borde del estanque. La piel, pálida bajo la luz azul, deja ver las líneas que alguna vez fueron alas; ahora parecen cicatrices dibujadas por un dios que se arrepintió a medio trazo. Exhala el humo del cigarrillo que sostiene entre los dedos. No hay prisa en su gesto. Ni siquiera hay intención. El humo asciende despacio, se disuelve, y en ese instante, el mundo parece recordar lo que significa desaparecer. No necesita moverse. No necesita hablar. Las cosas simplemente se acomodan a su alrededor, como si cada átomo supiera que ha encontrado su lugar final. Su mirada, gris y profunda, se dirige hacia la puerta abierta. Una brisa entra, trayendo consigo un sonido leve: pasos. Vivos. No sonríe. Pero algo, muy en el fondo, parece despertar. Una sombra de curiosidad. Un susurro que apenas podría llamarse emoción. —Entrá —dice con voz fuerte pero serena. No hay amenaza. No hay promesa. Solo una verdad que cae con el peso del destino. Y el silencio vuelve a extenderse, expectante, esperando que alguien tenga el valor de cruzar el umbral.
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  • Resultaba incluso irónico creer que, a pesar de los años, había hábitos no perdidos. Desde aquella vez, hacia unos años, cuando conoció a Rayla... Que su musa e inspiración habían cambiado.
    En algún momento sus pensamientos habían vagado hacia una maga oscura. Los lienzos en su cuaderno muchas veces convirtiéndose en bocetos de quien admiraba desde la distancia...

    Casi le resultaba gracioso ver cómo eso había cambiado y que no era ahora una humana, una maga oscura, a quien muchas veces se encontraba dibujando distraídamente.
    Recordando sus rasgos, sus facciones... Plasmando en un dibujo la belleza que él apreciaba en silencio. Ya no era una humana, sino una elfa. Una elfa que le arrancaba suspiros que se había ganado una confianza ciega y un amor incondicional. Aquella por quien daría la vida y sacrificaría sus propias creencias y límites con tal de salvarla si estaba en peligro.

    Y ese día, no era excepción. Antes de que pudiera percatarse, de nuevo se encontró dibujandola a ella; Rayla. Una elfa que no sólo había sido una asesina. Ahora sabía que también era una ladrona, pues se había robado su corazón incluso antes de que se diera cuenta
    Resultaba incluso irónico creer que, a pesar de los años, había hábitos no perdidos. Desde aquella vez, hacia unos años, cuando conoció a Rayla... Que su musa e inspiración habían cambiado. En algún momento sus pensamientos habían vagado hacia una maga oscura. Los lienzos en su cuaderno muchas veces convirtiéndose en bocetos de quien admiraba desde la distancia... Casi le resultaba gracioso ver cómo eso había cambiado y que no era ahora una humana, una maga oscura, a quien muchas veces se encontraba dibujando distraídamente. Recordando sus rasgos, sus facciones... Plasmando en un dibujo la belleza que él apreciaba en silencio. Ya no era una humana, sino una elfa. Una elfa que le arrancaba suspiros que se había ganado una confianza ciega y un amor incondicional. Aquella por quien daría la vida y sacrificaría sus propias creencias y límites con tal de salvarla si estaba en peligro. Y ese día, no era excepción. Antes de que pudiera percatarse, de nuevo se encontró dibujandola a ella; Rayla. Una elfa que no sólo había sido una asesina. Ahora sabía que también era una ladrona, pues se había robado su corazón incluso antes de que se diera cuenta
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  • ⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ 》ᴿᵒˡ ᵃᵇⁱᵉʳᵗᵒ
    El sol de media mañana inunda el vagón de tren, cálido y sorprendentemente brillante, como si el cielo quisiera compensar la furia del día anterior. Un día antes, la ciudad había estado sumida en un diluvio gris, ahora la luz baila sobre el terciopelo desgastado de los asientos.

    Irina está sentada sola en un compartimento, su silueta recortada contra el paisaje que se desenfoca, a su lado, una pequeña mochila.

    ​Afuera, la ciudad ha quedado atrás hace ya un buen rato. Los edificios han sido reemplazados por colinas suaves que se elevan a montañas escarpadas, pequeñas casas de pobladores que viven más alejados y por supuesto campos de un verde tan intenso que casi duele a la vista. El aire que entra por la ventanilla, ligeramente abierta, huele a tierra húmeda y a pino.

    ​Irina observa los árboles pasar una y otra vez.
    ​La última misión aún fresca revive en sus pensamientos.

    La sonrisa falsa en el rostro de la duquesa de Borgoña mientras un artefacto desaparecía de su tocador, la tensión en la voz del agente que le daba las "gracias" por haber evitado una paradoja temporal que habría reescrito la Revolución Francesa. El sudor frío que corrió por su espalda cuando se dio cuenta de que había estado a segundos de ser descubierta en el año 1789.
    ​Se lleva una mano a la sien, un ligero temblor apenas perceptible.

    Demasiado. Ha sido demasiado.

    Los anacronismos en su cabeza, las voces de diferentes épocas, el miedo constante de un desliz, un error que podría borrar existencias.
    ​Cierra los ojos. Las imágenes tintinean detrás de sus párpados: un salón rococó, una calle adoquinada bajo la lluvia, el olor a pólvora de un campo de batalla del siglo XVII. Y luego, el flash blanquecino de un salto, una sensación de vacío estomacal, y el aterrizaje en otro ahora, en otro lugar.

    ​El tren traquetea sobre un puente de acero, y el sonido metálico la devuelve al presente. Abre los ojos. Un río cristalino fluye debajo, arrastrando ramas y hojas. Agua que sigue su curso, sin importar lo que el tiempo le depare.

    Este sentido de ser un fantasma en su propia época, siempre un paso fuera de sincronía, siempre una espectadora, nunca una participante plena, la sensación de no pertenecer del todo a este tiempo la persigue.​

    Su don, que le permite deslizarse entre los siglos, es también su jaula. Siempre observando, nunca echando raíces lo suficientemente profundas

    ​Siente una familiar opresión en el pecho, no es tristeza, es más bien una fatiga de la esencia ... Ha visto el ascenso y la caída de imperios, la evolución del arte, la brutalidad y la belleza de la humanidad a través de los siglos. Y en cada era, ella ha sido la misma, una constante que no cambia, mientras todo a su alrededor se transforma.

    Aún quedan un par de horas para su destino, su mente no deja de pensar... Irina busca desesperadamente como calmarse antes de rayar en la locura. Por fuera se ve implacable, con la mirada fija en el paisaje, sólo un pequeño temblor de su pierna la delataría bajo un ojo observador
    ⠀⠀ ⠀⠀ ⠀⠀ ⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀ ⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀⠀ 》ᴿᵒˡ ᵃᵇⁱᵉʳᵗᵒ El sol de media mañana inunda el vagón de tren, cálido y sorprendentemente brillante, como si el cielo quisiera compensar la furia del día anterior. Un día antes, la ciudad había estado sumida en un diluvio gris, ahora la luz baila sobre el terciopelo desgastado de los asientos. Irina está sentada sola en un compartimento, su silueta recortada contra el paisaje que se desenfoca, a su lado, una pequeña mochila. ​Afuera, la ciudad ha quedado atrás hace ya un buen rato. Los edificios han sido reemplazados por colinas suaves que se elevan a montañas escarpadas, pequeñas casas de pobladores que viven más alejados y por supuesto campos de un verde tan intenso que casi duele a la vista. El aire que entra por la ventanilla, ligeramente abierta, huele a tierra húmeda y a pino. ​Irina observa los árboles pasar una y otra vez. ​La última misión aún fresca revive en sus pensamientos. La sonrisa falsa en el rostro de la duquesa de Borgoña mientras un artefacto desaparecía de su tocador, la tensión en la voz del agente que le daba las "gracias" por haber evitado una paradoja temporal que habría reescrito la Revolución Francesa. El sudor frío que corrió por su espalda cuando se dio cuenta de que había estado a segundos de ser descubierta en el año 1789. ​Se lleva una mano a la sien, un ligero temblor apenas perceptible. Demasiado. Ha sido demasiado. Los anacronismos en su cabeza, las voces de diferentes épocas, el miedo constante de un desliz, un error que podría borrar existencias. ​Cierra los ojos. Las imágenes tintinean detrás de sus párpados: un salón rococó, una calle adoquinada bajo la lluvia, el olor a pólvora de un campo de batalla del siglo XVII. Y luego, el flash blanquecino de un salto, una sensación de vacío estomacal, y el aterrizaje en otro ahora, en otro lugar. ​El tren traquetea sobre un puente de acero, y el sonido metálico la devuelve al presente. Abre los ojos. Un río cristalino fluye debajo, arrastrando ramas y hojas. Agua que sigue su curso, sin importar lo que el tiempo le depare. Este sentido de ser un fantasma en su propia época, siempre un paso fuera de sincronía, siempre una espectadora, nunca una participante plena, la sensación de no pertenecer del todo a este tiempo la persigue.​ Su don, que le permite deslizarse entre los siglos, es también su jaula. Siempre observando, nunca echando raíces lo suficientemente profundas ​Siente una familiar opresión en el pecho, no es tristeza, es más bien una fatiga de la esencia ... Ha visto el ascenso y la caída de imperios, la evolución del arte, la brutalidad y la belleza de la humanidad a través de los siglos. Y en cada era, ella ha sido la misma, una constante que no cambia, mientras todo a su alrededor se transforma. Aún quedan un par de horas para su destino, su mente no deja de pensar... Irina busca desesperadamente como calmarse antes de rayar en la locura. Por fuera se ve implacable, con la mirada fija en el paisaje, sólo un pequeño temblor de su pierna la delataría bajo un ojo observador
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  • Alguién me susto por la espalda y... sin querer dispare con mucha potencia de mis rayos caloríficos que hice dos agujeros en el techo... Soy un desastre...
    Alguién me susto por la espalda y... sin querer dispare con mucha potencia de mis rayos caloríficos que hice dos agujeros en el techo... Soy un desastre...
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  • ROL ABIERTO -China antigua
    Es un día muy tranquilo..no es así?

    -Los primeros rayos de sol iluminaban las montaña y con ellas traía nuevas esperanzas a todo habitante en la villa.

    Se trataba de un viejo monasterio dónde años atrás había sido invadido por bárbaros en y ahora no eran más que vestigios de lo que iba ve existió.

    Aún se conservaban algunas imágenes, esculturas y viejos muebles, tanto el taoísta como su joven acompañante se instalaron hacia tiempo en ese lugar para poder fundar su hogar, en compañía de sus discípulos que eran pequeños huérfanos que llegaban y deseaban aprender sobre el cultivo y seguir las enseñanzas del joven monje.

    Último discípulo de la gran maestra Baoshan Sanren que vivía en la montaña celestial, el joven Xiao era una persona sencilla, sin deseos de cargos importantes, simplemente ayudar al prójimo.-

    Fue esa mañana que bebia un poco de te en casa de te mientras esperaba que cargaran la mercancía en la carreta que tenía -
    ROL ABIERTO -China antigua Es un día muy tranquilo..no es así? -Los primeros rayos de sol iluminaban las montaña y con ellas traía nuevas esperanzas a todo habitante en la villa. Se trataba de un viejo monasterio dónde años atrás había sido invadido por bárbaros en y ahora no eran más que vestigios de lo que iba ve existió. Aún se conservaban algunas imágenes, esculturas y viejos muebles, tanto el taoísta como su joven acompañante se instalaron hacia tiempo en ese lugar para poder fundar su hogar, en compañía de sus discípulos que eran pequeños huérfanos que llegaban y deseaban aprender sobre el cultivo y seguir las enseñanzas del joven monje. Último discípulo de la gran maestra Baoshan Sanren que vivía en la montaña celestial, el joven Xiao era una persona sencilla, sin deseos de cargos importantes, simplemente ayudar al prójimo.- Fue esa mañana que bebia un poco de te en casa de te mientras esperaba que cargaran la mercancía en la carreta que tenía -
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