• **la chica pelirrosa estaba rondando por Trhiller Bark, esperando a la siguiente persona para espantar y así divertir su noche un rato**

    —esto será divertido horo-horo~
    **la chica pelirrosa estaba rondando por Trhiller Bark, esperando a la siguiente persona para espantar y así divertir su noche un rato** —esto será divertido horo-horo~
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  • De camino a Nueva Orleans,
    una lluvia de estrellas iluminó la pantalla
    mientras el décimo impacto centelleaba.
    Las velas prohibidas brillaban, oh.
    De camino a Nueva Orleans, una lluvia de estrellas iluminó la pantalla mientras el décimo impacto centelleaba. Las velas prohibidas brillaban, oh.
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  • "No sé cómo existe gente que me odia, si fui la primera y última persona más genial que conocieron en sus vidas."

    #Soyunángelcaídodelcielo
    #PandeDios
    #Cuandosalgoacaminarelsolsecalienta







    Efectivamente, la cordura no existe aquí(?
    "No sé cómo existe gente que me odia, si fui la primera y última persona más genial que conocieron en sus vidas." #Soyunángelcaídodelcielo #PandeDios #Cuandosalgoacaminarelsolsecalienta Efectivamente, la cordura no existe aquí(?
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    Off: me tienen en duda... Porque vienen preguntando si quieren rol en una página web dedicada al rol.

    ¿Acaso venden empanadas aquí y no estaba enterado?.

    Entiendo que hay distracciones pero la página web por algo lleva el "rol" dentro de su nombre.
    Off: me tienen en duda... Porque vienen preguntando si quieren rol en una página web dedicada al rol. ¿Acaso venden empanadas aquí y no estaba enterado?. Entiendo que hay distracciones pero la página web por algo lleva el "rol" dentro de su nombre.
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  • ┉ Se repite una, otra y otra vez; continuo, el mismo panel, con los mismos colores y aunque al inicio resultaba impresionante hoy día era predecible. ┉
    ┉ Se repite una, otra y otra vez; continuo, el mismo panel, con los mismos colores y aunque al inicio resultaba impresionante hoy día era predecible. ┉
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  • -Oooh… ¡qué bonito atardecer!

    *Sus ojos dorados brillan igual que las constelaciones que giran a su alrededor, mientras pasa una página del libro con suavidad.*

    -Jejeje~… ¿Sabes? Cada vez que miro el cielo así, siento como si todo el universo estuviera cantando. No una canción perfecta, ¡pero una muy muy grande! Y… um… un poco desordenada también, pero eso la hace especial.

    *Cierra el libro con una sonrisa cálida, inclinando un poco la cabeza.*

    -¿Y tú? ¿También puedes sentirlo? Esa sensación de que el espacio entero quiere abrazarte… como si fueras una estrella más.

    *Da un paso hacia ti, su energía suave y expansiva a la vez.*

    -Ahh, pero no te preocupes. No voy a dejar que explotes~. ¡Prometo mantener todo estable! Sana puede ser enorme, pero también sabe ser cuidadosa.

    *Ríe bajito, dulce, mientras pequeñas órbitas luminosas giran en torno a ella.*

    -Vamos, cuéntame… ¿qué galaxia ha estado brillando en tu corazón últimamente?
    -Oooh… ¡qué bonito atardecer! *Sus ojos dorados brillan igual que las constelaciones que giran a su alrededor, mientras pasa una página del libro con suavidad.* -Jejeje~… ¿Sabes? Cada vez que miro el cielo así, siento como si todo el universo estuviera cantando. No una canción perfecta, ¡pero una muy muy grande! Y… um… un poco desordenada también, pero eso la hace especial. *Cierra el libro con una sonrisa cálida, inclinando un poco la cabeza.* -¿Y tú? ¿También puedes sentirlo? Esa sensación de que el espacio entero quiere abrazarte… como si fueras una estrella más. *Da un paso hacia ti, su energía suave y expansiva a la vez.* -Ahh, pero no te preocupes. No voy a dejar que explotes~. ¡Prometo mantener todo estable! Sana puede ser enorme, pero también sabe ser cuidadosa. *Ríe bajito, dulce, mientras pequeñas órbitas luminosas giran en torno a ella.* -Vamos, cuéntame… ¿qué galaxia ha estado brillando en tu corazón últimamente?
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  • Al amanecer, la pequeña campana sobre la puerta de la Bottega Valenti tintinea débilmente con la primera corriente fría del día. Carmina ya está despierta desde mucho antes: abre las persianas metálicas mientras el aire otoñal le eriza la piel, ese tipo de frío que no duele, pero sí avisa que el verano ya es un recuerdo.

    La calle huele a leña húmeda, a pan recién horneado en la panadería de la esquina y a hojas secas que el viento arrastra sin prisa. Carmina se frota las manos para calentárselas y entra a la tienda, donde el silencio es tan acogedor como una cobija vieja. Enciende las luces cálidas, que contra las sombras parecen pequeñas fogatas repartidas entre los estantes.

    Lo primero es preparar el café. La máquina antigua resopla con su gruñido familiar, y el aroma empieza a llenar la tienda. Carmina siempre guarda la primera taza para su abuela, quien baja las escaleras unos minutos después, envuelta en un suéter grueso de color mostaza.

    —Fa freddo oggi… —murmura Lucia, frotándose los brazos.
    Carmina sonríe.
    —Te lo dije, nonna, ya viene el invierno escondido entre las hojas.

    Mientras la abuela se sienta detrás del mostrador, Carmina revisa los productos recién llegados: mermeladas caseras, galletas de avellana, jabones artesanales que la gente empieza a comprar porque “huelen a hogar”. Organiza las manzanas rojas en una pequeña cesta de madera; algunas aún conservan esa frescura crujiente típica de octubre.

    A media mañana, los clientes habituales empiezan a entrar, sacudiéndose hojas del cabello, comentando el clima, pidiendo un café caliente para el camino. La campana de la puerta no deja de sonar. Carmina reconoce cada voz, cada paso.

    —¿Ya pusiste las decoraciones de otoño? —pregunta la señora Fiorini.
    Carmina señala el ventanal: unas guirnaldas de hojas secas y pequeñas calabazas pintadas a mano.
    —Las hice anoche —responde.
    —Se siente más acogedor aquí que en mi propia casa —ríe la señora.

    Por la tarde, el cielo se vuelve gris, y el viento trae el olor a lluvia. Carmina sale un momento a sujetar el cartel de ofertas para que no se lo lleve el aire. El clima cambia rápido: el viento helado le enrojece las mejillas y hace que su bufanda se infle como un pequeño paracaídas. Sin embargo, ella disfruta de esa sensación: el otoño siempre la ha hecho sentir acompañada, como si el mundo se encogiera un poco hacia adentro, volviéndose más íntimo.

    De vuelta en la tienda, ve a su abuela adormecida en la silla, las manos tibias alrededor de una taza de té ya frío. Carmina se acerca, le coloca suavemente una bufanda sobre los hombros y baja las luces, dejando solo las necesarias para que el lugar permanezca cálido y vivo.

    La tarde se disuelve despacio, y la Bottega Valenti respira con ella: crujidos de madera, olor a café, susurro de hojas al chocar contra la puerta. Carmina cierra los ojos un segundo, escuchando.
    Otoño siempre les sienta bien.
    Al amanecer, la pequeña campana sobre la puerta de la Bottega Valenti tintinea débilmente con la primera corriente fría del día. Carmina ya está despierta desde mucho antes: abre las persianas metálicas mientras el aire otoñal le eriza la piel, ese tipo de frío que no duele, pero sí avisa que el verano ya es un recuerdo. La calle huele a leña húmeda, a pan recién horneado en la panadería de la esquina y a hojas secas que el viento arrastra sin prisa. Carmina se frota las manos para calentárselas y entra a la tienda, donde el silencio es tan acogedor como una cobija vieja. Enciende las luces cálidas, que contra las sombras parecen pequeñas fogatas repartidas entre los estantes. Lo primero es preparar el café. La máquina antigua resopla con su gruñido familiar, y el aroma empieza a llenar la tienda. Carmina siempre guarda la primera taza para su abuela, quien baja las escaleras unos minutos después, envuelta en un suéter grueso de color mostaza. —Fa freddo oggi… —murmura Lucia, frotándose los brazos. Carmina sonríe. —Te lo dije, nonna, ya viene el invierno escondido entre las hojas. Mientras la abuela se sienta detrás del mostrador, Carmina revisa los productos recién llegados: mermeladas caseras, galletas de avellana, jabones artesanales que la gente empieza a comprar porque “huelen a hogar”. Organiza las manzanas rojas en una pequeña cesta de madera; algunas aún conservan esa frescura crujiente típica de octubre. A media mañana, los clientes habituales empiezan a entrar, sacudiéndose hojas del cabello, comentando el clima, pidiendo un café caliente para el camino. La campana de la puerta no deja de sonar. Carmina reconoce cada voz, cada paso. —¿Ya pusiste las decoraciones de otoño? —pregunta la señora Fiorini. Carmina señala el ventanal: unas guirnaldas de hojas secas y pequeñas calabazas pintadas a mano. —Las hice anoche —responde. —Se siente más acogedor aquí que en mi propia casa —ríe la señora. Por la tarde, el cielo se vuelve gris, y el viento trae el olor a lluvia. Carmina sale un momento a sujetar el cartel de ofertas para que no se lo lleve el aire. El clima cambia rápido: el viento helado le enrojece las mejillas y hace que su bufanda se infle como un pequeño paracaídas. Sin embargo, ella disfruta de esa sensación: el otoño siempre la ha hecho sentir acompañada, como si el mundo se encogiera un poco hacia adentro, volviéndose más íntimo. De vuelta en la tienda, ve a su abuela adormecida en la silla, las manos tibias alrededor de una taza de té ya frío. Carmina se acerca, le coloca suavemente una bufanda sobre los hombros y baja las luces, dejando solo las necesarias para que el lugar permanezca cálido y vivo. La tarde se disuelve despacio, y la Bottega Valenti respira con ella: crujidos de madera, olor a café, susurro de hojas al chocar contra la puerta. Carmina cierra los ojos un segundo, escuchando. Otoño siempre les sienta bien.
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  • Un extraño árbol en el bosque.
    Fandom Libre
    Categoría Fantasía
    Tras una exploración amena por los bosques y lagos pantanosos, un inusual árbol se apareció ante ellos, aquel pino tenía una forma que, a falta de una mejor descripción, era grotesca; como si no fuera un árbol natural.
    Tras una exploración amena por los bosques y lagos pantanosos, un inusual árbol se apareció ante ellos, aquel pino tenía una forma que, a falta de una mejor descripción, era grotesca; como si no fuera un árbol natural.
    Tipo
    Grupal
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    Estado
    Disponible
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  • ɪ ᴛʜᴏᴜɢʜᴛ ɪᴛ ᴡᴀs ᴊᴜsᴛ ᴀ ɴɪɢʜᴛᴍᴀʀᴇ.
    Fandom The walking dead
    Categoría Acción
    Le cayo una gota en la frente, luego una segunda, hasta que la tercera consiguio despertarlo. Abrió los ojos despacio, tratando de encontrar el lugar del que provenían.

    Caían desde el aire acondicionado en el marco en la ventana, parecía estar averiado; no emitía sonido, tampoco tenía algun número para indicar la temperatura o una luz al costado de la pantalla led. Estaba apagado y perdía agua de la manguera que iba al exterior, solo esperaba que no quisieran hacerle pagar por ese desperfecto.

    Aparto las sábanas y entrecerro los párpados al recibir de lleno la luz solar en la cara.

    ──Solo fue una pesadilla, que alivio ── Murmuro refiriendose lo ocurrido hace minutos, estaba confundiendo su muerte con un sueño pero no tenía idea de eso.

    Se sentó en el colchón. Se rasco los ojos para espabilarse y le echo un vistazo a la habitación. No estaba en el bunker, estaba en una habitación de motel normal; de los más baratos, con dos camas individuales y con un bolso que descansaba sobre la segunda cama vacía.

    Lo último que recordaba, quitando los sucesos de lo que creía había sido un mal sueño, era que iba cazar vampiros junto a Sam pero no había rastro de su hermano por ahí.

    No le dio demasiada importancia, penso que el menor de los Winchester había cambiado de opinión por alguna razón y que se había quedado en el Bunker. Después de todo, ambos estaban preparados para eliminar cualquier criatura y a juzgar por el reloj en la pared, faltaba poco para el mediodía; exterminar un nido de vampiros en ese horario era pan comido, estaría de vuelta en menos de una hora.

    Se ducho y cambio en tiempo record. En menos de veinte minutos estaba en el estacionamiento del motel buscando su auto pero el impala no estaba por ninguna parte. Sintió una punzada en el pecho, no era para menos, su bebé había desaparecido un infarto era lo mínimo que podía sentir.

    Corrió hacia la recepción del motel con arma en mano y comenzó a tocar desesperadamente el timbre en el recibidor pero nadie acudio a su llamado.

    ──¿Hola? ¡Necesito ver las cámaras del estacionamiento, robaron mi coche! ── insistió, pero la repuesta fue la misma.

    Regreso a la calle, dispuesto a recorrer manzanas enteras a pie con la esperanza de encontrar el impala estacionado por algún lugar y darle su merecido a quien se le ocurrio la brillante idea de llevárselo. Caminaba con prisa, sumergido en sus propios pensamientos que no se percato que no había nadie más en la calle, estaba completamente vacía.

    A un par de metros diviso una patrulla de policía, corrio hacia ella y se detuvo del lado del acompañante, tenía la ventanilla entre abierta. En el interior encontro a un oficial con la cabeza apoyada sobre el volante y con el cinturón de seguridad puesto.

    ──¡Oiga oficial. Lamento interrumpir su siesta pero necesito que-... ── Mientras hablaba, abrió la puerta con la intención de subirse para que juntos rastillaran la zona pero tan rápido como la abrió tuvo que cerrarla de golpe. El conductor profirió un alarido espantoso que no se parecía a nada que hubiese oído antes y comenzó a retorcerse en su asiento, prisionero de un cinturón de seguridad que no intento quitarse como si hubiese olvidado como hacerlo.

    El hombre tenía el rostro hinchado y la piel rosada, probablemente por estar tanto tiempo debajo del sol dentro del coche pero lo que más le sorprendio fue la forma en la que chasqueaba los dientes, lo hacía con tanta fuerza que parece imitar el sonido de cáscaras de nueces abriendose.

    Por un momento, hicieron contacto visual. Los ojos verdes se encontraron con un par de ojos blancos que carecían de vida, lo primero que cruzo por su mente fue que estaba frente a una 𝗦𝗵𝘁𝗿𝗶𝗴𝗮. Retrocedio de un salto maldiciendo su suerte, comenzó a buscar en su bolso una cuchilla de hierro consagrado aunque dudaba de la efectividad porque la criatura no estaba alimentandose, y ese momento de vulnerabilidad era el único en el que tenia oportunidad de matarla.

    Sabiendo eso, quiso de intentarlo de todos modos. Abrió la puerta una vez más, pero antes de que pudiera acercarse a lo que creía era una criatura sobrenatural, alguien lo sujeto del brazo. Dean se soltó del agarre con un movimiento brusco y cuando se giro para hacer frente a quien lo había sujetado, se encontro con otra de esas cosas que se avalanzo sobre él; el cazador se defendió dándole un puñetazo en el rostro y enviandolo al suelo de inmediato.

    No supo porqué levanto la mirada en lugar de terminar de darle una paliza al que estaba en el suelo, pero agradecio haberlo hecho. Más de esas cosas se acercaban, arrastrando los pies y con los brazos extendidos. No eran dos o tres más, eran seis sin contar el que estaba dentro de la patrulla ni el que estaba en el suelo y que ahora lo sujetaba por el talón.

    ──No me toques, Freddy Krueger ── lo aparto de una patada en la cabeza y sin saber que más hacer, desenfundo su arma y comenzó a disparar. Primero le dio al que estaba en el suelo, luego al oficial dentro de la patrulla hasta que vacío el cargador con los que estaban acercándose, pero al no darles en la cabeza, volvieron a ponerse de pie y trataron de acercarse de nuevo.

    El sonido atrajo a más, salían de todas partes. Variaban en tamaño y en edades pero todos se veían igual, como salidos del videoclip de la canción thriller.

    Se abrió paso empujandolos, repartiendo puñetazos a diestra y siniestra hasta que se percato de que lo superaban en número. Comenzó a correr sin rumbo fijo, unicamente con la idea de alejarse de esas cosas y llamar a Sam para pedir refuerzos.

    En el camino se rompió la correa del bolso con sus cosas, tuvo que dejarlo atrás. Dobló a la izquierda al ver de frente otro grupo de muertos vivientes y no le dejaron más opción que meterse por el primer hueco que encontró: un callejón sin salida. A mitad del callejón se dio cuenta que el alambre que le cerraba el paso era más alto de lo que había pensado y que además, habían más zombies esperándolo del otro lado.

    Frenó en seco y giro sobre los talones para regresar pero ya era tarde, lo tenían acorralado. Atino a subirse sobre un contenedor de basura y comenzo a brincar en el para alcanzar la escalera de incendios de uno de los apartamentos, apenas rozaba el hierro del último escalón con las yemas de los dedos pero no conseguía alcanzarlo, lo único que estaba haciendo era más y más ruido.

    𝒎𝙖𝒈𝙜𝒊𝙚 𝙧𝒉𝙚𝒆
    Le cayo una gota en la frente, luego una segunda, hasta que la tercera consiguio despertarlo. Abrió los ojos despacio, tratando de encontrar el lugar del que provenían. Caían desde el aire acondicionado en el marco en la ventana, parecía estar averiado; no emitía sonido, tampoco tenía algun número para indicar la temperatura o una luz al costado de la pantalla led. Estaba apagado y perdía agua de la manguera que iba al exterior, solo esperaba que no quisieran hacerle pagar por ese desperfecto. Aparto las sábanas y entrecerro los párpados al recibir de lleno la luz solar en la cara. ──Solo fue una pesadilla, que alivio ── Murmuro refiriendose lo ocurrido hace minutos, estaba confundiendo su muerte con un sueño pero no tenía idea de eso. Se sentó en el colchón. Se rasco los ojos para espabilarse y le echo un vistazo a la habitación. No estaba en el bunker, estaba en una habitación de motel normal; de los más baratos, con dos camas individuales y con un bolso que descansaba sobre la segunda cama vacía. Lo último que recordaba, quitando los sucesos de lo que creía había sido un mal sueño, era que iba cazar vampiros junto a Sam pero no había rastro de su hermano por ahí. No le dio demasiada importancia, penso que el menor de los Winchester había cambiado de opinión por alguna razón y que se había quedado en el Bunker. Después de todo, ambos estaban preparados para eliminar cualquier criatura y a juzgar por el reloj en la pared, faltaba poco para el mediodía; exterminar un nido de vampiros en ese horario era pan comido, estaría de vuelta en menos de una hora. Se ducho y cambio en tiempo record. En menos de veinte minutos estaba en el estacionamiento del motel buscando su auto pero el impala no estaba por ninguna parte. Sintió una punzada en el pecho, no era para menos, su bebé había desaparecido un infarto era lo mínimo que podía sentir. Corrió hacia la recepción del motel con arma en mano y comenzó a tocar desesperadamente el timbre en el recibidor pero nadie acudio a su llamado. ──¿Hola? ¡Necesito ver las cámaras del estacionamiento, robaron mi coche! ── insistió, pero la repuesta fue la misma. Regreso a la calle, dispuesto a recorrer manzanas enteras a pie con la esperanza de encontrar el impala estacionado por algún lugar y darle su merecido a quien se le ocurrio la brillante idea de llevárselo. Caminaba con prisa, sumergido en sus propios pensamientos que no se percato que no había nadie más en la calle, estaba completamente vacía. A un par de metros diviso una patrulla de policía, corrio hacia ella y se detuvo del lado del acompañante, tenía la ventanilla entre abierta. En el interior encontro a un oficial con la cabeza apoyada sobre el volante y con el cinturón de seguridad puesto. ──¡Oiga oficial. Lamento interrumpir su siesta pero necesito que-... ── Mientras hablaba, abrió la puerta con la intención de subirse para que juntos rastillaran la zona pero tan rápido como la abrió tuvo que cerrarla de golpe. El conductor profirió un alarido espantoso que no se parecía a nada que hubiese oído antes y comenzó a retorcerse en su asiento, prisionero de un cinturón de seguridad que no intento quitarse como si hubiese olvidado como hacerlo. El hombre tenía el rostro hinchado y la piel rosada, probablemente por estar tanto tiempo debajo del sol dentro del coche pero lo que más le sorprendio fue la forma en la que chasqueaba los dientes, lo hacía con tanta fuerza que parece imitar el sonido de cáscaras de nueces abriendose. Por un momento, hicieron contacto visual. Los ojos verdes se encontraron con un par de ojos blancos que carecían de vida, lo primero que cruzo por su mente fue que estaba frente a una 𝗦𝗵𝘁𝗿𝗶𝗴𝗮. Retrocedio de un salto maldiciendo su suerte, comenzó a buscar en su bolso una cuchilla de hierro consagrado aunque dudaba de la efectividad porque la criatura no estaba alimentandose, y ese momento de vulnerabilidad era el único en el que tenia oportunidad de matarla. Sabiendo eso, quiso de intentarlo de todos modos. Abrió la puerta una vez más, pero antes de que pudiera acercarse a lo que creía era una criatura sobrenatural, alguien lo sujeto del brazo. Dean se soltó del agarre con un movimiento brusco y cuando se giro para hacer frente a quien lo había sujetado, se encontro con otra de esas cosas que se avalanzo sobre él; el cazador se defendió dándole un puñetazo en el rostro y enviandolo al suelo de inmediato. No supo porqué levanto la mirada en lugar de terminar de darle una paliza al que estaba en el suelo, pero agradecio haberlo hecho. Más de esas cosas se acercaban, arrastrando los pies y con los brazos extendidos. No eran dos o tres más, eran seis sin contar el que estaba dentro de la patrulla ni el que estaba en el suelo y que ahora lo sujetaba por el talón. ──No me toques, Freddy Krueger ── lo aparto de una patada en la cabeza y sin saber que más hacer, desenfundo su arma y comenzó a disparar. Primero le dio al que estaba en el suelo, luego al oficial dentro de la patrulla hasta que vacío el cargador con los que estaban acercándose, pero al no darles en la cabeza, volvieron a ponerse de pie y trataron de acercarse de nuevo. El sonido atrajo a más, salían de todas partes. Variaban en tamaño y en edades pero todos se veían igual, como salidos del videoclip de la canción thriller. Se abrió paso empujandolos, repartiendo puñetazos a diestra y siniestra hasta que se percato de que lo superaban en número. Comenzó a correr sin rumbo fijo, unicamente con la idea de alejarse de esas cosas y llamar a Sam para pedir refuerzos. En el camino se rompió la correa del bolso con sus cosas, tuvo que dejarlo atrás. Dobló a la izquierda al ver de frente otro grupo de muertos vivientes y no le dejaron más opción que meterse por el primer hueco que encontró: un callejón sin salida. A mitad del callejón se dio cuenta que el alambre que le cerraba el paso era más alto de lo que había pensado y que además, habían más zombies esperándolo del otro lado. Frenó en seco y giro sobre los talones para regresar pero ya era tarde, lo tenían acorralado. Atino a subirse sobre un contenedor de basura y comenzo a brincar en el para alcanzar la escalera de incendios de uno de los apartamentos, apenas rozaba el hierro del último escalón con las yemas de los dedos pero no conseguía alcanzarlo, lo único que estaba haciendo era más y más ruido. [HILLT0PLEADER]
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  • 𝙞𝙛 𝙬𝙚 𝙙𝙤𝙣'𝙩 𝙚𝙣𝙙 𝙬𝙖𝙧, 𝙬𝙖𝙧 𝙬𝙞𝙡𝙡 𝙚𝙣𝙙 𝙪𝙨.
    Fandom The Boys
    Categoría Acción
    El sol de mediodía iluminaba la enorme bandera estadounidense pulcramente estirada y anclada en el escenario con el fin de ser el fondo en una de las últimas presentaciones del soldado favorito de América en ese lugar.

    Estados Unidos se proclamaba vencedor de la guerra, confiados en que Alemania aun estaba intentado componerse de la paliza que habían recibido. El hecho de que su mejor arma humana estuviese en Bayeux, no solo tranquilizaba a las personas de ese lugar, también dejaba una buena imagen del gobierno ante el mundo, con tal de hacerles creer que ellos eran los buenos del cuento cuando en realidad eran iguales o peores que sus enemigos.

    La prueba viviente de ello, estaba conformado por Ben a la cabeza y sus bailarinas, sin contar con el despilfarro de miles de dólares en sonido, iluminación, confeti y fuegos artificiales que bien podrían haber sido utilizados para ayudar a quienes decían proteger.

    Detrás de la imponente estructura de hierros ensamblados, montaron un par de carpas para uso exclusivo. Seis en total contando la del super, su equipo y la de las enfermeras. En esos eventos nunca faltaban los que se desmayaban, los que se golpeaban un ojo por accidente al tratar de descorchar una botella por cual utinselio no apto para esa tarea. Sin contar la cantidad de niños que se golpeaban entre ellos o se raspaban las rodillas tratando de imitar las piruetas que hacía su héroe favorito sobre el escenario a pesar que por contrato tuviera que decir la clásica frase: No intenten hacer esto en casa.

    Vought decidio ser lo más precavido posible y poner a disposición un lugar en el que tratar los accidentes tontos antes de que pudieran costarles la imagen que tanto se esforzaban por cuidar.

    Pese a ser temprano, ese sector en la plaza principal era el más caótico del pueblo. Todo mundo tenía prisa, todo el personal del evento corría de un lado a otro buscando y trayendo cosas mientras que otros se abocaban a una única tarea. El nuevo asistente de Ben entro en la carpa del super y le dejo el informe en el perchero junto a una segunda opción de vestuario para que escogiera cual usar aunque cambiar de uniforme en ese momento era algo osado cuando todos en ese lugar ya estaban acostumbrados a su uniforme clásico.

    El hombre se acerco hasta el tocador y le entrego una copia del programa del evento, lo dejo sobre la superficie de madera. El super bajo la mirada hacia el papel y sin mucho ánimo busco su horario, era quien cerraba el evento, lo cual le daba exactamente igual. Sus presentaciones no varíaban mucho entre si, lo único que importaba era lo que decía, el mensaje esperanzador que les daba.

    Su trabajo era mantener fuerte la mente de quienes habían elegido dar la vida por su país y para quienes habían esperado su regreso. Abuelas, madres, hermanas, esposas, hijas; hijos, padres, abuelos, hermanos, tíos... Todos ellos habían aportado su grano de arena en la guerra, no era un trabajo fácil convencer a las masas de que lo peor ya había pasado y Ben comenzaba a sospechar el motivo por el cual permanecía en ese lugar, no era por agradar a la prensa o al público en general, deseaba equivocarse pero algo le decía que esperaban un contrataque.

    Sin embargo, no pensaba demasiado en eso. Creía que su nombre artístico era suficiente para mantener al enemigo alejado, nadie es su sano juicio enviaría a sus soldados a darle pelea a un hombre con una fuerza descomunal, no por nada la prensa lo llamaban el Sansón moderno.

    Por otro lado, se sentía egoísta al no pensar en todas esas personas que creían y confiaban en él. Lo único en lo que pensaba era en una mujer, en Vanya, era su primer pensamiento al despertar y el último antes de dormir, todo giraba alredor de ella y era el único motivo porque el cual estaba feliz de permanecer en Bayeux porque si la guerra terminaba, ambos tendrían que tomar caminos diferentes y era probable que no volvieran a verse jamás.

    Quito la vista del papel cuando se dio cuenta de que lo había pasado demasiado tiempo mirándolo, aunque había dejado de lado las drogas, no quería que su asistente pensara que había desayunado un coctel de polvos blancos en la previa del show.

    ──¿Necesitas algo más? ¿Quieres que te traiga algo de comer o beber? ── Pregunto el hombre mirando a soldier boy en el reflejo del espejo.

    Ben estaba harto de los asistentes. Y si, era su culpa que los cambiaran rápido aunque este le caía un poco mejor que los anteriores. Hacía lo que le pedía, hablaba poco, no hacía preguntas estúpidas, no le cuestionaba nada; solo cumplía con los caprichos del super y eso, ya era ganancia.

    ──Ahora que lo preguntas, si... Necesito algo más. ¿Larry, verdad? ── Giro el cuerpo sobre la silla y apoyo el brazo sobre el respaldo, mirándolo directo a los ojos.

    ──Soy... Harry... Pero no importa, dime que necesitas ── Avanzo un paso más, sosteniendo una libreta que le quedaba minúscula en sus manos regordetas, evitando el contacto visual.

    En el rostro del super se dibujo una pequeña sonrisa, bien disimulada. Siempre que veía a su nuevo asistente no podía evitar imaginarlo como Gus, el ratón panzon de la película Cenicienta pero no lo decía en voz alta, gracias a Vanya había dejado de ser tan cruel con los demás.

    Harry apoyo el lápiz sobre la hoja en blanco, listo para apuntar lo que saliera de los labios del héroe.

    ──Desperte con un incómodo dolor de muelas, Harry. ¿Podrías pedirle a una de las enfermeras que me revise? Quiero estar comodo para el show ── El asiente asintió varias veces, escribiendo quien sabe que.

    Ben prosiguió, procurando hacerse el desentendido para tratar de traer a Vanya a su carpa pero cuidando de no exponerla, de no exponerlos a los dos, pero su deseo por verla antes del show era mayor que cualquier otra necesidad.

    Recurrio a una táctica ya aplicada antes y que funcionaba bien, pedir a las enfermeras que eran amigas de Vanya para que ellas enviaran a la pelirroja en su lugar; una regla no impuesta, como una especie de pacto entre ellas y él para que pudiera ver a su amada.

    ──Pregunta por Mona en la enfermería, es quien me revisa a veces. Tiene conocimiento en estas cosas de supers, pero si no me crees puedes hablar con alguien de vought ── Dejo esa última propuesta en el aire y giro de nuevo hacia el espejo, acercando al centro de la mesa lo que iba a utilizar para afeitarse.

    Por supuesto que Ben no era idiota, sabía que Harry no iba a preguntarle nada a nadie. En ese lugar, pedir hablar directamente con alguien de vought por algo sin relevancia, era un sinónimo de despido inmediato y al parecer el sujeto quería mucho ese empleo.

    El asistente no dijo nada, se marcho de la carpa decidido a cumplir con la petición del super soldado. No tuvo problemas en dar con la enfermería, era la única carpa de color blanco con una cruz roja en un costado.

    Al entrar, vio a un grupo de mujeres alistando algunas camillas y acomodando en una mesa lo necesario para curar heridas.

    ──Buenas tardes, disculpen las interrupción pero... ── Levanto la voz mientras se adentraba en la carpa, leyó una vez más el nombre que tenía anotado en el papel y clavo la vista en el grupo de enfermeras, tratando de dar con la mujer que le habían enviado a buscar. ──Soldier boy necesita que Mona lo revise y si es necesario, que le de alguna medicación para que pueda actuar en unas horas. Si no es ninguna de ustedes, por favor, díganle que se acerque a la carpa principal lo más rápido posible.

    El hombre no espero respuesta, dio media vuelta y se dirigió a revisar otros sectores en el predio.

    Mientras tanto, Ben había terminado de afeitarse y se encontraba contemplando el par de uniformes en el perchero. El nuevo y el viejo, sin poder decidirse por uno de los dos. Optó por esperar a Vanya para que le ayudara a elegir, pero antes, guardo en el bolsillo del pantalón un obsequio; incapaz de contener la alegría por verla antes del show.

    Para él no era cualquier día, era un día especial, un día que marcaría un antes y un después en su relación. No tenía idea que les deparaba el futuro pero al menos el presente parecía prometedor.
    Vanya Starkova
    El sol de mediodía iluminaba la enorme bandera estadounidense pulcramente estirada y anclada en el escenario con el fin de ser el fondo en una de las últimas presentaciones del soldado favorito de América en ese lugar. Estados Unidos se proclamaba vencedor de la guerra, confiados en que Alemania aun estaba intentado componerse de la paliza que habían recibido. El hecho de que su mejor arma humana estuviese en Bayeux, no solo tranquilizaba a las personas de ese lugar, también dejaba una buena imagen del gobierno ante el mundo, con tal de hacerles creer que ellos eran los buenos del cuento cuando en realidad eran iguales o peores que sus enemigos. La prueba viviente de ello, estaba conformado por Ben a la cabeza y sus bailarinas, sin contar con el despilfarro de miles de dólares en sonido, iluminación, confeti y fuegos artificiales que bien podrían haber sido utilizados para ayudar a quienes decían proteger. Detrás de la imponente estructura de hierros ensamblados, montaron un par de carpas para uso exclusivo. Seis en total contando la del super, su equipo y la de las enfermeras. En esos eventos nunca faltaban los que se desmayaban, los que se golpeaban un ojo por accidente al tratar de descorchar una botella por cual utinselio no apto para esa tarea. Sin contar la cantidad de niños que se golpeaban entre ellos o se raspaban las rodillas tratando de imitar las piruetas que hacía su héroe favorito sobre el escenario a pesar que por contrato tuviera que decir la clásica frase: No intenten hacer esto en casa. Vought decidio ser lo más precavido posible y poner a disposición un lugar en el que tratar los accidentes tontos antes de que pudieran costarles la imagen que tanto se esforzaban por cuidar. Pese a ser temprano, ese sector en la plaza principal era el más caótico del pueblo. Todo mundo tenía prisa, todo el personal del evento corría de un lado a otro buscando y trayendo cosas mientras que otros se abocaban a una única tarea. El nuevo asistente de Ben entro en la carpa del super y le dejo el informe en el perchero junto a una segunda opción de vestuario para que escogiera cual usar aunque cambiar de uniforme en ese momento era algo osado cuando todos en ese lugar ya estaban acostumbrados a su uniforme clásico. El hombre se acerco hasta el tocador y le entrego una copia del programa del evento, lo dejo sobre la superficie de madera. El super bajo la mirada hacia el papel y sin mucho ánimo busco su horario, era quien cerraba el evento, lo cual le daba exactamente igual. Sus presentaciones no varíaban mucho entre si, lo único que importaba era lo que decía, el mensaje esperanzador que les daba. Su trabajo era mantener fuerte la mente de quienes habían elegido dar la vida por su país y para quienes habían esperado su regreso. Abuelas, madres, hermanas, esposas, hijas; hijos, padres, abuelos, hermanos, tíos... Todos ellos habían aportado su grano de arena en la guerra, no era un trabajo fácil convencer a las masas de que lo peor ya había pasado y Ben comenzaba a sospechar el motivo por el cual permanecía en ese lugar, no era por agradar a la prensa o al público en general, deseaba equivocarse pero algo le decía que esperaban un contrataque. Sin embargo, no pensaba demasiado en eso. Creía que su nombre artístico era suficiente para mantener al enemigo alejado, nadie es su sano juicio enviaría a sus soldados a darle pelea a un hombre con una fuerza descomunal, no por nada la prensa lo llamaban el Sansón moderno. Por otro lado, se sentía egoísta al no pensar en todas esas personas que creían y confiaban en él. Lo único en lo que pensaba era en una mujer, en Vanya, era su primer pensamiento al despertar y el último antes de dormir, todo giraba alredor de ella y era el único motivo porque el cual estaba feliz de permanecer en Bayeux porque si la guerra terminaba, ambos tendrían que tomar caminos diferentes y era probable que no volvieran a verse jamás. Quito la vista del papel cuando se dio cuenta de que lo había pasado demasiado tiempo mirándolo, aunque había dejado de lado las drogas, no quería que su asistente pensara que había desayunado un coctel de polvos blancos en la previa del show. ──¿Necesitas algo más? ¿Quieres que te traiga algo de comer o beber? ── Pregunto el hombre mirando a soldier boy en el reflejo del espejo. Ben estaba harto de los asistentes. Y si, era su culpa que los cambiaran rápido aunque este le caía un poco mejor que los anteriores. Hacía lo que le pedía, hablaba poco, no hacía preguntas estúpidas, no le cuestionaba nada; solo cumplía con los caprichos del super y eso, ya era ganancia. ──Ahora que lo preguntas, si... Necesito algo más. ¿Larry, verdad? ── Giro el cuerpo sobre la silla y apoyo el brazo sobre el respaldo, mirándolo directo a los ojos. ──Soy... Harry... Pero no importa, dime que necesitas ── Avanzo un paso más, sosteniendo una libreta que le quedaba minúscula en sus manos regordetas, evitando el contacto visual. En el rostro del super se dibujo una pequeña sonrisa, bien disimulada. Siempre que veía a su nuevo asistente no podía evitar imaginarlo como Gus, el ratón panzon de la película Cenicienta pero no lo decía en voz alta, gracias a Vanya había dejado de ser tan cruel con los demás. Harry apoyo el lápiz sobre la hoja en blanco, listo para apuntar lo que saliera de los labios del héroe. ──Desperte con un incómodo dolor de muelas, Harry. ¿Podrías pedirle a una de las enfermeras que me revise? Quiero estar comodo para el show ── El asiente asintió varias veces, escribiendo quien sabe que. Ben prosiguió, procurando hacerse el desentendido para tratar de traer a Vanya a su carpa pero cuidando de no exponerla, de no exponerlos a los dos, pero su deseo por verla antes del show era mayor que cualquier otra necesidad. Recurrio a una táctica ya aplicada antes y que funcionaba bien, pedir a las enfermeras que eran amigas de Vanya para que ellas enviaran a la pelirroja en su lugar; una regla no impuesta, como una especie de pacto entre ellas y él para que pudiera ver a su amada. ──Pregunta por Mona en la enfermería, es quien me revisa a veces. Tiene conocimiento en estas cosas de supers, pero si no me crees puedes hablar con alguien de vought ── Dejo esa última propuesta en el aire y giro de nuevo hacia el espejo, acercando al centro de la mesa lo que iba a utilizar para afeitarse. Por supuesto que Ben no era idiota, sabía que Harry no iba a preguntarle nada a nadie. En ese lugar, pedir hablar directamente con alguien de vought por algo sin relevancia, era un sinónimo de despido inmediato y al parecer el sujeto quería mucho ese empleo. El asistente no dijo nada, se marcho de la carpa decidido a cumplir con la petición del super soldado. No tuvo problemas en dar con la enfermería, era la única carpa de color blanco con una cruz roja en un costado. Al entrar, vio a un grupo de mujeres alistando algunas camillas y acomodando en una mesa lo necesario para curar heridas. ──Buenas tardes, disculpen las interrupción pero... ── Levanto la voz mientras se adentraba en la carpa, leyó una vez más el nombre que tenía anotado en el papel y clavo la vista en el grupo de enfermeras, tratando de dar con la mujer que le habían enviado a buscar. ──Soldier boy necesita que Mona lo revise y si es necesario, que le de alguna medicación para que pueda actuar en unas horas. Si no es ninguna de ustedes, por favor, díganle que se acerque a la carpa principal lo más rápido posible. El hombre no espero respuesta, dio media vuelta y se dirigió a revisar otros sectores en el predio. Mientras tanto, Ben había terminado de afeitarse y se encontraba contemplando el par de uniformes en el perchero. El nuevo y el viejo, sin poder decidirse por uno de los dos. Optó por esperar a Vanya para que le ayudara a elegir, pero antes, guardo en el bolsillo del pantalón un obsequio; incapaz de contener la alegría por verla antes del show. Para él no era cualquier día, era un día especial, un día que marcaría un antes y un después en su relación. No tenía idea que les deparaba el futuro pero al menos el presente parecía prometedor. [THE.REDSUPER]
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