• ~•~•~•~
    Las manos que estoy viendo, las que apenas muevo por su antinatural rigidez, son las mías, a centímetros de mi rostro, las que se supone que son mías. Pero no, no recuerdo que fueran tan negras como el carbón, y mucho menos recuerdo que las puntas de mis dedos sean tan puntiagudas. Sin embargo están ahí, conectadas a mis brazos que son igual de oscuros, respondiendo a mis órdenes, rechinan como si mis tendones y músculos estuvieran oxidados. No me duelen, ni física o mentalmente, solo me desconciertan. Habrán acabado con tantas vidas, mis manos, pero nunca sentí el peso de la culpa, por más ruin que haya sido el acto. Nunca me tomé la molestia de recordar nombres, rostros, ni detalles irrelevantes. Solo debía presionar el gatillo, machacar la carne con mis puños o hacer rodar las cabezas lejos de sus cuellos. Con la mirada recorrí la oscuridad de mi piel, pasando de la palma de mi mano derecha hasta los principios de las mangas de un saco negro y una camisa lisa de color blanco. Jamás había vestido con tanta formalidad. ¿Me habrían sacado de un ataúd, desde lo profundo de la tierra? Era imposible, impensable, porque a los "malparidos" como yo se les quema o abandona a merced de los coyotes. Vuelvo a mis manos, a su negrura, y más allá de ellas distingo una mesa de madera, llena de tanto polvo que seguramente se esconde hasta en lo más profundo de sus sobresalientes astillas.

    Al mirar a mi al rededor noto que cuatro paredes me encierran, me aislan de un exterior desconocido, bajo una luz intensa que no proviene de una vela, sino de una cosa redonda y brillante como el sol. Mirarla fijamente debería cegarme, pero mi ojo parece incapaz de sentir irritación sin importar cuánto tiempo me quedase mirando. Con la mirada puesta en la luz, en medio del silencio del cuarto, fui capaz de entender que ya no podía negar un hecho tan impactante; mi cuerpo no tiene tacto, ni temperatura y desde que desperté tengo los pulmones totalmente vacíos.

    —Estoy muerto...

    Mi último recuerdo fue frente al público, con la soga al cuello y los pies lejos del suelo. El silencio me consumió en la habitación, volviendome parte de él en una existencia bizarra.
    •~•~•~•

    Pequeño fragmento de lo que vendría siendo el lore de Cormac. La verdad es que es algo improvisado, y una prueba para ver que tal se me da con las narraciones en primera persona.
    Esto también puede tomarse como un pseudo starter, no tengo drama si se te antoja continuar lo escrito con una acción de rol.

    ¡Gracias por tomarte las molestias leer! Ojalá sea de tu agrado. Y estoy abierto a recibir críticas, ya sean constructivas o insultos.
    ~•~•~•~ Las manos que estoy viendo, las que apenas muevo por su antinatural rigidez, son las mías, a centímetros de mi rostro, las que se supone que son mías. Pero no, no recuerdo que fueran tan negras como el carbón, y mucho menos recuerdo que las puntas de mis dedos sean tan puntiagudas. Sin embargo están ahí, conectadas a mis brazos que son igual de oscuros, respondiendo a mis órdenes, rechinan como si mis tendones y músculos estuvieran oxidados. No me duelen, ni física o mentalmente, solo me desconciertan. Habrán acabado con tantas vidas, mis manos, pero nunca sentí el peso de la culpa, por más ruin que haya sido el acto. Nunca me tomé la molestia de recordar nombres, rostros, ni detalles irrelevantes. Solo debía presionar el gatillo, machacar la carne con mis puños o hacer rodar las cabezas lejos de sus cuellos. Con la mirada recorrí la oscuridad de mi piel, pasando de la palma de mi mano derecha hasta los principios de las mangas de un saco negro y una camisa lisa de color blanco. Jamás había vestido con tanta formalidad. ¿Me habrían sacado de un ataúd, desde lo profundo de la tierra? Era imposible, impensable, porque a los "malparidos" como yo se les quema o abandona a merced de los coyotes. Vuelvo a mis manos, a su negrura, y más allá de ellas distingo una mesa de madera, llena de tanto polvo que seguramente se esconde hasta en lo más profundo de sus sobresalientes astillas. Al mirar a mi al rededor noto que cuatro paredes me encierran, me aislan de un exterior desconocido, bajo una luz intensa que no proviene de una vela, sino de una cosa redonda y brillante como el sol. Mirarla fijamente debería cegarme, pero mi ojo parece incapaz de sentir irritación sin importar cuánto tiempo me quedase mirando. Con la mirada puesta en la luz, en medio del silencio del cuarto, fui capaz de entender que ya no podía negar un hecho tan impactante; mi cuerpo no tiene tacto, ni temperatura y desde que desperté tengo los pulmones totalmente vacíos. —Estoy muerto... Mi último recuerdo fue frente al público, con la soga al cuello y los pies lejos del suelo. El silencio me consumió en la habitación, volviendome parte de él en una existencia bizarra. •~•~•~• Pequeño fragmento de lo que vendría siendo el lore de Cormac. La verdad es que es algo improvisado, y una prueba para ver que tal se me da con las narraciones en primera persona. Esto también puede tomarse como un pseudo starter, no tengo drama si se te antoja continuar lo escrito con una acción de rol. ¡Gracias por tomarte las molestias leer! Ojalá sea de tu agrado. Y estoy abierto a recibir críticas, ya sean constructivas o insultos.
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  • O, locus ille
    Olim benedictus, nunc imminutus
    Nos, destinatae esse matres
    Nunc pudore avertimus
    Flevimus et flevimus
    Sed nemo nos consolatur
    Dea, cui irata eras?

    -Canta la joven diosa en su susurro suave y dulce por los pasillos largos y oscuros del Hades. Su voz, como un arroyo cristalino, se desliza entre las sombras, trayendo consigo un rayo de luz a aquel mundo sombrío. -
    O, locus ille Olim benedictus, nunc imminutus Nos, destinatae esse matres Nunc pudore avertimus Flevimus et flevimus Sed nemo nos consolatur Dea, cui irata eras? -Canta la joven diosa en su susurro suave y dulce por los pasillos largos y oscuros del Hades. Su voz, como un arroyo cristalino, se desliza entre las sombras, trayendo consigo un rayo de luz a aquel mundo sombrío. -
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  • ¿Me buscabas? , estaba aquí en está flores .... La e visto muy pocas veces por aquí y su color me llama

    - comento con una flor en la mano aún allí -

    No crees que nacieron un lugar frío y oscuro , Hasta el más frío y oscuro puede nacer algo así de bello ¿No?
    ¿Me buscabas? , estaba aquí en está flores .... La e visto muy pocas veces por aquí y su color me llama - comento con una flor en la mano aún allí - No crees que nacieron un lugar frío y oscuro , Hasta el más frío y oscuro puede nacer algo así de bello ¿No?
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  • {Haku avanzaba con pasos sigilosos, y ligeros. Desde que había dejado de usar los hechizos del libro para disfrazar su apariencia con la de una humana, esa sensación no la abandonaba. La constante presión de ser observada, acechada… cazada. Aquella noche solo había querido caminar, respirar el aire frío de la ciudad vacía. La luna se alzaba más llena con cada noche.}

    {El viento nocturno la envolvió de pronto, obligándola a abrazarse a sí misma, como si quisiera proteger su cuerpo del escalofrío que la atravesó. Entonces escuchó pasos. Lentos. Pesados. No eran humanos. Su piel se erizó por completo. Sabía que estaba en peligro. No pensó demasiado, simplemente echó a correr hacia el único sitio cercano que ofrecía refugio: un callejón angosto, oscuro y apestoso. Un error.}

    {El callejón terminaba en muros altos, sin salida. Maldijo en voz baja, con la respiración agitada, girándose de golpe para retroceder. Pero ya era demasiado tarde. La cosa que la había seguido estaba allí, bloqueando la entrada.}

    {Un monstruo apareció de las sombras, arrastrando su repulsivo cuerpo. Era descomunal, con el torso alargado como una gigantesca escolopendra, y en su extremo, una cabeza monstruosa semejante a la de una mantis. De su garganta escapó un chillido insoportable, mezcla entre el alarido de un cerdo degollado y el frenazo de un camión oxidado. El sonido le desgarró los oídos, obligándola a cubrirse un instante.}

    {La criatura abrió sus mandíbulas dentadas, largas y afiladas como cuchillas, en una mueca de amenaza, como si quisiera disfrutar del pánico de su presa antes de devorarla. Su cuerpo se incorporó lentamente, elevándose sobre sí mismo; la mitad superior se alzó hacia el cielo, mientras la inferior se mantenía firme en el suelo.}

    {Haku retrocedió hasta sentir la pared fría contra su espalda. No tenía su espada. Esta vez no habría nada que la protegiera. Su única opción era la magia, su propia fuerza. Debía actuar con rapidez, porque el monstruo no dudaría, si se dejaba atrapar por el miedo, en cuestión de segundos sería desgarrada y devorada.}

    {Sus dedos temblaron al extender las manos, trazando en el aire los símbolos que conocía de memoria. El monstruo dio un paso. La sombra del cuerpo inmenso la envolvía por completo.}

    {Una esfera luminosa y palpitante, creció entre sus manos. El aire a su alrededor se cargó de energía, levantando polvo y papeles viejos del callejón. El monstruo pareció resentir la fuerza de esa luz, y un crujido ensordecedor salió de su garganta. Se abalanzó, veloz, con sus fauces abiertas.}

    {Haku lanzó el hechizo. Un rayo violeta rasgó la oscuridad, impactando de lleno contra el rostro de la criatura. El aire explotó con un estallido que sacudió los muros. El monstruo se retorció, chillando con furia y dolor, golpeando los muros con tanta fuerza que cayeron fragmentos de piedra.}

    {Solo se enfureció. Y, aunque su piel se había abierto en una herida ardiente que chisporroteaba con magia, seguía avanzando, más rápido, con rabia descontrolada. Haku volvió a alzar sus manos, aunque sabía que un solo error sería suficiente para que aquella bestia la partiera en dos.}

    "Si no lo detengo aquí… nadie podrá hacerlo."

    {La criatura golpeó con una de sus patas delanteras, largas como lanzas, contra el muro a su lado. La piedra estallo y una de ellas rozó el brazo de Haku, abriéndole un corte. Ella contuvo un grito, apretando los dientes, y canalizó ese dolor hacia el círculo de energía que formaba entre sus manos.}

    —¡No pienso convertirme en tu cena!

    {Un segundo círculo mágico apareció bajo sus pies, girando lentamente como una constelación en movimiento.}

    {El monstruo, al percibir la magnitud de lo que estaba a punto de ocurrir, abrió sus fauces en un chillido ensordecedor, y embistió, movido por puro instinto. Sus patas retumbaron contra el suelo como martillos.}

    {Haku alzó sus manos hacia adelante y gritó el conjuro final. La esfera de energía explotó en una lluvia de relámpagos violetas que envolvieron al monstruo de pies a cabeza. El aire se incendió con el fulgor del hechizo. La criatura se agitó con violencia, golpeando muros y suelo, hasta que finalmente, con un crujido, se desplomó en el suelo.}

    {Haku jadeaba, sus rodillas temblaban bajo el peso de la magia gastada. Su cuerpo entero estaba empapado en sudor frío. Finalmente, sin fuerzas, se desplomó en el suelo perdiendo el conocimiento.}
    {Haku avanzaba con pasos sigilosos, y ligeros. Desde que había dejado de usar los hechizos del libro para disfrazar su apariencia con la de una humana, esa sensación no la abandonaba. La constante presión de ser observada, acechada… cazada. Aquella noche solo había querido caminar, respirar el aire frío de la ciudad vacía. La luna se alzaba más llena con cada noche.} {El viento nocturno la envolvió de pronto, obligándola a abrazarse a sí misma, como si quisiera proteger su cuerpo del escalofrío que la atravesó. Entonces escuchó pasos. Lentos. Pesados. No eran humanos. Su piel se erizó por completo. Sabía que estaba en peligro. No pensó demasiado, simplemente echó a correr hacia el único sitio cercano que ofrecía refugio: un callejón angosto, oscuro y apestoso. Un error.} {El callejón terminaba en muros altos, sin salida. Maldijo en voz baja, con la respiración agitada, girándose de golpe para retroceder. Pero ya era demasiado tarde. La cosa que la había seguido estaba allí, bloqueando la entrada.} {Un monstruo apareció de las sombras, arrastrando su repulsivo cuerpo. Era descomunal, con el torso alargado como una gigantesca escolopendra, y en su extremo, una cabeza monstruosa semejante a la de una mantis. De su garganta escapó un chillido insoportable, mezcla entre el alarido de un cerdo degollado y el frenazo de un camión oxidado. El sonido le desgarró los oídos, obligándola a cubrirse un instante.} {La criatura abrió sus mandíbulas dentadas, largas y afiladas como cuchillas, en una mueca de amenaza, como si quisiera disfrutar del pánico de su presa antes de devorarla. Su cuerpo se incorporó lentamente, elevándose sobre sí mismo; la mitad superior se alzó hacia el cielo, mientras la inferior se mantenía firme en el suelo.} {Haku retrocedió hasta sentir la pared fría contra su espalda. No tenía su espada. Esta vez no habría nada que la protegiera. Su única opción era la magia, su propia fuerza. Debía actuar con rapidez, porque el monstruo no dudaría, si se dejaba atrapar por el miedo, en cuestión de segundos sería desgarrada y devorada.} {Sus dedos temblaron al extender las manos, trazando en el aire los símbolos que conocía de memoria. El monstruo dio un paso. La sombra del cuerpo inmenso la envolvía por completo.} {Una esfera luminosa y palpitante, creció entre sus manos. El aire a su alrededor se cargó de energía, levantando polvo y papeles viejos del callejón. El monstruo pareció resentir la fuerza de esa luz, y un crujido ensordecedor salió de su garganta. Se abalanzó, veloz, con sus fauces abiertas.} {Haku lanzó el hechizo. Un rayo violeta rasgó la oscuridad, impactando de lleno contra el rostro de la criatura. El aire explotó con un estallido que sacudió los muros. El monstruo se retorció, chillando con furia y dolor, golpeando los muros con tanta fuerza que cayeron fragmentos de piedra.} {Solo se enfureció. Y, aunque su piel se había abierto en una herida ardiente que chisporroteaba con magia, seguía avanzando, más rápido, con rabia descontrolada. Haku volvió a alzar sus manos, aunque sabía que un solo error sería suficiente para que aquella bestia la partiera en dos.} "Si no lo detengo aquí… nadie podrá hacerlo." {La criatura golpeó con una de sus patas delanteras, largas como lanzas, contra el muro a su lado. La piedra estallo y una de ellas rozó el brazo de Haku, abriéndole un corte. Ella contuvo un grito, apretando los dientes, y canalizó ese dolor hacia el círculo de energía que formaba entre sus manos.} —¡No pienso convertirme en tu cena! {Un segundo círculo mágico apareció bajo sus pies, girando lentamente como una constelación en movimiento.} {El monstruo, al percibir la magnitud de lo que estaba a punto de ocurrir, abrió sus fauces en un chillido ensordecedor, y embistió, movido por puro instinto. Sus patas retumbaron contra el suelo como martillos.} {Haku alzó sus manos hacia adelante y gritó el conjuro final. La esfera de energía explotó en una lluvia de relámpagos violetas que envolvieron al monstruo de pies a cabeza. El aire se incendió con el fulgor del hechizo. La criatura se agitó con violencia, golpeando muros y suelo, hasta que finalmente, con un crujido, se desplomó en el suelo.} {Haku jadeaba, sus rodillas temblaban bajo el peso de la magia gastada. Su cuerpo entero estaba empapado en sudor frío. Finalmente, sin fuerzas, se desplomó en el suelo perdiendo el conocimiento.}
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    ༒︎-La noche había caído como un manto oscuro sobre el campo. Las estrellas titilaban en el cielo, pero el único brillo que importaba era el de la hoja de Excalibur, que relucía con un fulgor casi místico. La joven Rey se encontraba en medio de su ritual nocturno, golpeando el aire con la espada. Cada movimiento era una danza, cada golpe un grito de desafío.

    "El peso de mi espada es el peso de mi orgullo"

    - Murmuró, sintiendo la energía fluir a través de su cuerpo. Cada vez que la hoja cortaba el aire, recordaba las historias de su linaje, de los héroes que habían luchado antes que ella. —

    "La herida de mi batalla contigo es un honor, no un impedimento."

    —Esa frase resonaba en su mente, recordándole que cada cicatriz era una medalla de superación.
    ༒︎-La noche había caído como un manto oscuro sobre el campo. Las estrellas titilaban en el cielo, pero el único brillo que importaba era el de la hoja de Excalibur, que relucía con un fulgor casi místico. La joven Rey se encontraba en medio de su ritual nocturno, golpeando el aire con la espada. Cada movimiento era una danza, cada golpe un grito de desafío. "El peso de mi espada es el peso de mi orgullo" - Murmuró, sintiendo la energía fluir a través de su cuerpo. Cada vez que la hoja cortaba el aire, recordaba las historias de su linaje, de los héroes que habían luchado antes que ella. — "La herida de mi batalla contigo es un honor, no un impedimento." —Esa frase resonaba en su mente, recordándole que cada cicatriz era una medalla de superación.
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    Agencia de Modelaje: Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour

    • Modelo: Ryu リュウ・イシュタル Ishtar
    • Ficha Extendida – “Potra Salvaje, Corazón Secreto”

    Nombre Completo:
    • Ryu リュウ・イシュタル Ishtar

    Alias en la Agencia:
    • La Potra Salvaje
    • La Amazona del Glamour Oscuro
    • Corazón Secreto de los Ishtar

    Linaje:
    Descendiente directa del Clan Ishtar, heredera de la fuerza indomable y del magnetismo demoníaco que caracteriza a su estirpe.

    Perfil Físico:
    ⁜ Altura: 1.78 m
    ⁜ Complexión: Atlética, curvilínea y poderosa; silueta que mezcla la sensualidad de una musa con la presencia imponente de una diosa.
    ⁜ Cabello: Negro violáceo, largo, brillante y salvaje.
    ⁜ Ojos: Rosados incandescentes, con un brillo que oscila entre el deseo y la ternura oculta.
    ⁜ Detalles icónicos: Cuernos estilizados, cola demoníaca y su inseparable cencerro dorado, símbolo de su rebeldía.

    Descripción General:
    Ryu Ishtar es un torbellino de energía, un ícono dentro de la agencia Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour. Para el público, es la encarnación de la libertad indómita: una potra salvaje que corre sin riendas, desafiante, provocadora y magnética en cada sesión fotográfica. Su estilo mezcla lo fetichista, lo salvaje y lo elegante, siendo musa de colecciones irreverentes que buscan romper las normas de la moda infernal.

    Sin embargo, bajo esa piel desafiante existe otra Ryu: la mujer que abraza con ternura, la hermana mayor que protege y acompaña, la confidente que guarda secretos y la amiga que siempre está. Esa dualidad la hace única: fuerza y ternura que conviven en equilibrio perfecto.

    Personalidad Profesional:
    Rebelde, apasionada, magnética. Una mujer que no se disculpa por ser quien es. Tras su aire atrevido y su fuego incontrolable, se esconde un corazón enorme, capaz de conmover y sostener a quienes la rodean.

    Menciones Honoríficas:
    ❥ Premio Potra Salvaje – Reconocida como la modelo más indómita en la Gala Infernale 2024.

    ❥ Trofeo Alma Rebelde – Por su impacto en la moda alternativa y oscura.

    ❥ Sello de Confidente de Oro – Reconocimiento interno de la agencia por su apoyo humano a sus compañeras y colegas.

    ❥ Corona de Fuego y Ternura – Distinción única de Metphies Jaegerjaquez Yokin Ishtar por ser el reflejo perfecto de la dualidad Ishtar: fuerza y dulzura.

    Frase Emblemática:
    "No soy monja, soy una Ishtar… y una potra salvaje que nadie podrá domar."


    ✨ Agencia de Modelaje: Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour ✨ • Modelo: Ryu リュウ・イシュタル Ishtar • Ficha Extendida – “Potra Salvaje, Corazón Secreto” 📛 Nombre Completo: • Ryu リュウ・イシュタル Ishtar 🌑 Alias en la Agencia: • La Potra Salvaje • La Amazona del Glamour Oscuro • Corazón Secreto de los Ishtar 🩸 Linaje: Descendiente directa del Clan Ishtar, heredera de la fuerza indomable y del magnetismo demoníaco que caracteriza a su estirpe. ⚜️ Perfil Físico: ⁜ Altura: 1.78 m ⁜ Complexión: Atlética, curvilínea y poderosa; silueta que mezcla la sensualidad de una musa con la presencia imponente de una diosa. ⁜ Cabello: Negro violáceo, largo, brillante y salvaje. ⁜ Ojos: Rosados incandescentes, con un brillo que oscila entre el deseo y la ternura oculta. ⁜ Detalles icónicos: Cuernos estilizados, cola demoníaca y su inseparable cencerro dorado, símbolo de su rebeldía. 🌹 Descripción General: Ryu Ishtar es un torbellino de energía, un ícono dentro de la agencia Ishtar’s Demonic Dèesse Infernal Glamour. Para el público, es la encarnación de la libertad indómita: una potra salvaje que corre sin riendas, desafiante, provocadora y magnética en cada sesión fotográfica. Su estilo mezcla lo fetichista, lo salvaje y lo elegante, siendo musa de colecciones irreverentes que buscan romper las normas de la moda infernal. Sin embargo, bajo esa piel desafiante existe otra Ryu: la mujer que abraza con ternura, la hermana mayor que protege y acompaña, la confidente que guarda secretos y la amiga que siempre está. Esa dualidad la hace única: fuerza y ternura que conviven en equilibrio perfecto. 🕯️ Personalidad Profesional: Rebelde, apasionada, magnética. Una mujer que no se disculpa por ser quien es. Tras su aire atrevido y su fuego incontrolable, se esconde un corazón enorme, capaz de conmover y sostener a quienes la rodean. 🏅 Menciones Honoríficas: ❥ Premio Potra Salvaje – Reconocida como la modelo más indómita en la Gala Infernale 2024. ❥ Trofeo Alma Rebelde – Por su impacto en la moda alternativa y oscura. ❥ Sello de Confidente de Oro – Reconocimiento interno de la agencia por su apoyo humano a sus compañeras y colegas. ❥ Corona de Fuego y Ternura – Distinción única de Metphies Jaegerjaquez Yokin Ishtar por ser el reflejo perfecto de la dualidad Ishtar: fuerza y dulzura. ✨ Frase Emblemática: "No soy monja, soy una Ishtar… y una potra salvaje que nadie podrá domar."
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  • [Vuelvo a publicar porque la app no me deja subir imágenes de mnres]



    •Recuerdos de Haku•


    {Desde pequeña siempre sentí que no pertenecía del todo a este mundo. Como si el suelo bajo mis pies no terminara de aceptarme. Un espíritu que sólo yo podía ver, Para otros era un juego de niña, un amigo imaginario, un delirio infantil… hasta que empezaron a murmurar que quizá estaba loca.}

    {Pero en la casa de mis padres todo era distinto. Ellos jamás me miraron con ese juicio en los ojos. Con ellos podía reír, correr, jugar… sentir que pertenecía. Fue mi padre quien me enseñó a no temer a los espectros que se aferrarían a mí hasta el final, fruto de mi magia nigromante.}

    —No todos los espíritus son enemigos. Algunos son terror puro, pero también pueden ser maravillas misteriosas ocultas del mundo. Aprende a verlos con los dos ojos, no sólo con el del miedo.

    {La primera vez que vi al mío… no lo negaré, quise gritar, quise huir. Era sólo una sombra informe, costrosa, cubierta de un velo fantasmal, grotesco. Su sola presencia me inquietaba. Y, sin embargo, con cada aparición, esa figura iba cambiando. Su silueta se volvía menos amenazante, menos monstruosa, como si respondiera a lo que veía en mí. Jamás entendí por qué, pero mi padre me explicó que los espíritus también eligen: él estaba esforzándose por no parecerme un monstruo.}

    —Papá… dile que se vaya… por favor… yo ya no quiero verlo…

    {Mis lágrimas caían, el miedo me ahogaba. Mi padre, paciente, me sostuvo contra su pecho, acunándome. Sentí cómo sus labios besaban mi frente y sus dedos acariciaban suavemente en mi cabello. Su voz dulce, me susurró:}

    —Cuando tengas miedo, recuerda esto, Haku: tú tienes el poder de dominarlo. Hazlo tuyo, somételo, no dejes que te gobierne. El miedo no es dueño de ti, tú eres su dueña. Nadie, ni siquiera yo, puede luchar esa batalla por ti. Sólo tú puedes enfrentarlo y vencerlo.

    {Levanté mis ojos hacia él. Su mirada estaba cargada de ternura infinita, como si en mí viera el tesoro más preciado de su vida. Y, por un instante, creí que eso era suficiente. Que bastaba con estar en sus brazos para que nada malo pudiera tocarme. Pero la sombra seguía ahí… inmóvil, agazapada en la esquina de mi habitación, pegada al reflejo oscuro de la ventana. Alta, oscura, fría. Sólo sus ojos brillantes, fijos en mí, me recordaban su existencia.}

    {Con un gesto suave, mi padre limpió mis lágrimas. Solté un pequeño respiro, luego un impulso infantil me hizo saltar de la cama. Agarré una almohada… y se la arrojé. Luego otra. Y otra más.}

    —¡Vete! ¡Vete de aquí! ¡Ya no quiero verte nunca más!

    Mis pies descalzos tocaron el suelo al acercarme más y más a esa sombra. El corazón me golpeaba con tanta fuerza que pensé que se me saldría del pecho, pero la presencia de mi padre me daba valor. Nada me haría daño mientras él estuviera a mi lado. Finalmente, me planté frente a esa silueta. Levanté mi rostro, alzando la barbilla desafiante, hasta encontrar esos ojos incandescentes.}

    —Ya no te tengo miedo. ¡Vete!

    {El espíritu me observó en un silencio eterno. Ese silencio que oprime. Lo odiaba. Lo detestaba. Pero cuando ya estaba segura de que jamás desaparecería, ocurrió lo impensado. Mis ojos se abrieron de par en par: la sombra se fragmentó, se quebró como humo en el viento… y con un leve puff, simplemente se desvaneció.}
    ⚠️[Vuelvo a publicar porque la app no me deja subir imágenes de mnres⚠️] •Recuerdos de Haku•📖 {Desde pequeña siempre sentí que no pertenecía del todo a este mundo. Como si el suelo bajo mis pies no terminara de aceptarme. Un espíritu que sólo yo podía ver, Para otros era un juego de niña, un amigo imaginario, un delirio infantil… hasta que empezaron a murmurar que quizá estaba loca.} {Pero en la casa de mis padres todo era distinto. Ellos jamás me miraron con ese juicio en los ojos. Con ellos podía reír, correr, jugar… sentir que pertenecía. Fue mi padre quien me enseñó a no temer a los espectros que se aferrarían a mí hasta el final, fruto de mi magia nigromante.} —No todos los espíritus son enemigos. Algunos son terror puro, pero también pueden ser maravillas misteriosas ocultas del mundo. Aprende a verlos con los dos ojos, no sólo con el del miedo. {La primera vez que vi al mío… no lo negaré, quise gritar, quise huir. Era sólo una sombra informe, costrosa, cubierta de un velo fantasmal, grotesco. Su sola presencia me inquietaba. Y, sin embargo, con cada aparición, esa figura iba cambiando. Su silueta se volvía menos amenazante, menos monstruosa, como si respondiera a lo que veía en mí. Jamás entendí por qué, pero mi padre me explicó que los espíritus también eligen: él estaba esforzándose por no parecerme un monstruo.} —Papá… dile que se vaya… por favor… yo ya no quiero verlo… {Mis lágrimas caían, el miedo me ahogaba. Mi padre, paciente, me sostuvo contra su pecho, acunándome. Sentí cómo sus labios besaban mi frente y sus dedos acariciaban suavemente en mi cabello. Su voz dulce, me susurró:} —Cuando tengas miedo, recuerda esto, Haku: tú tienes el poder de dominarlo. Hazlo tuyo, somételo, no dejes que te gobierne. El miedo no es dueño de ti, tú eres su dueña. Nadie, ni siquiera yo, puede luchar esa batalla por ti. Sólo tú puedes enfrentarlo y vencerlo. {Levanté mis ojos hacia él. Su mirada estaba cargada de ternura infinita, como si en mí viera el tesoro más preciado de su vida. Y, por un instante, creí que eso era suficiente. Que bastaba con estar en sus brazos para que nada malo pudiera tocarme. Pero la sombra seguía ahí… inmóvil, agazapada en la esquina de mi habitación, pegada al reflejo oscuro de la ventana. Alta, oscura, fría. Sólo sus ojos brillantes, fijos en mí, me recordaban su existencia.} {Con un gesto suave, mi padre limpió mis lágrimas. Solté un pequeño respiro, luego un impulso infantil me hizo saltar de la cama. Agarré una almohada… y se la arrojé. Luego otra. Y otra más.} —¡Vete! ¡Vete de aquí! ¡Ya no quiero verte nunca más! Mis pies descalzos tocaron el suelo al acercarme más y más a esa sombra. El corazón me golpeaba con tanta fuerza que pensé que se me saldría del pecho, pero la presencia de mi padre me daba valor. Nada me haría daño mientras él estuviera a mi lado. Finalmente, me planté frente a esa silueta. Levanté mi rostro, alzando la barbilla desafiante, hasta encontrar esos ojos incandescentes.} —Ya no te tengo miedo. ¡Vete! {El espíritu me observó en un silencio eterno. Ese silencio que oprime. Lo odiaba. Lo detestaba. Pero cuando ya estaba segura de que jamás desaparecería, ocurrió lo impensado. Mis ojos se abrieron de par en par: la sombra se fragmentó, se quebró como humo en el viento… y con un leve puff, simplemente se desvaneció.}
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  • El café de la esquina olía a croissants y a rutina, justo lo que Isla más odiaba. Se sentó en la mesa del fondo, como siempre, con la espalda pegada a la pared para tener toda la sala a la vista. Vestía vaqueros oscuros, botas militares y una chaqueta de cuero desgastada; nada llamativo, pero imposible no notar la seguridad con la que se movía.

    La camarera dejó el café sobre la mesa.
    —¿Lo de siempre? —preguntó con una sonrisa nerviosa.
    —Si algún día cambio, sabrás que algo va mal —respondió Isla sin levantar la vista del móvil.

    Un chico joven, traje barato, entró apresurado y se sentó frente a ella sin preguntar.
    —¿Tú eres Rowan? —balbuceó.
    —Depende. ¿Eres de los que pagan o de los que hablan demasiado?

    El chico tragó saliva y deslizó un sobre por la mesa. Isla ni lo miró; se limitó a moverlo con el dedo índice hasta su lado.
    —Perfecto. Y ahora —dijo, tomando un sorbo de café— desaparece antes de que alguien piense que somos amigos.

    El chico se levantó tan rápido que casi tiró la silla. Isla lo siguió con la mirada, apenas divertida. Luego dejó unos billetes sobre la mesa y salió, como si fuera solo otra mañana cualquiera. Nadie en ese café sabía que acababa de aceptar un trabajo que terminaría en pólvora y sangre.
    El café de la esquina olía a croissants y a rutina, justo lo que Isla más odiaba. Se sentó en la mesa del fondo, como siempre, con la espalda pegada a la pared para tener toda la sala a la vista. Vestía vaqueros oscuros, botas militares y una chaqueta de cuero desgastada; nada llamativo, pero imposible no notar la seguridad con la que se movía. La camarera dejó el café sobre la mesa. —¿Lo de siempre? —preguntó con una sonrisa nerviosa. —Si algún día cambio, sabrás que algo va mal —respondió Isla sin levantar la vista del móvil. Un chico joven, traje barato, entró apresurado y se sentó frente a ella sin preguntar. —¿Tú eres Rowan? —balbuceó. —Depende. ¿Eres de los que pagan o de los que hablan demasiado? El chico tragó saliva y deslizó un sobre por la mesa. Isla ni lo miró; se limitó a moverlo con el dedo índice hasta su lado. —Perfecto. Y ahora —dijo, tomando un sorbo de café— desaparece antes de que alguien piense que somos amigos. El chico se levantó tan rápido que casi tiró la silla. Isla lo siguió con la mirada, apenas divertida. Luego dejó unos billetes sobre la mesa y salió, como si fuera solo otra mañana cualquiera. Nadie en ese café sabía que acababa de aceptar un trabajo que terminaría en pólvora y sangre.
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  • El Bartender de La Rapsodia
    Fandom OC
    Categoría Original
    ||Rol libre, únase el que quiera||

    El aire en La Rapsodia Carmesí vibraba con una energía palpable, una mezcla embriagadora de sudor, luces estroboscópicas carmesíes y el latido profundo de la música electrónica que Alexander mismo había compuesto. El club, escondido tras una fachada anodina en una calle lateral de Hongdae, era su santuario secreto, un lugar donde las convenciones se desvanecían y la gente se entregaba al ritmo primal.

    Esta noche, sin embargo, Alexander no estaba en la cabina del DJ ni guiando los movimientos de sus bailarines. Vestido con una camiseta negra ajustada que dejaba entrever los músculos tensos de sus brazos y un delantal de cuero oscuro, se movía con una eficiencia silenciosa detrás de la barra. Su cabello azabache, generalmente impecable, estaba ligeramente revuelto, y su intensa mirada café observaba la pista de baile como un halcón acechando a su presa.

    Fingir ser un simple bartender era una estrategia. Le permitía observar, sentir el pulso del club, identificar cualquier amenaza potencial sin levantar sospechas. Su aroma, usualmente una mezcla embriagadora de cedro y metal, estaba sutilmente reprimido, mezclándose con los efluvios de alcohol y feromonas que flotaban en el aire.

    Una joven con cabello de color fantasía y ojos delineados con glitter se acercó a la barra. Su aroma dulce y ligeramente ansioso la delataba como una Omega nerviosa.

    "Un 'Sangre de Demonio', por favor," pidió, su voz apenas audible por encima del ritmo palpitante.

    Alexander asintió con una cortesía fría y profesional, sus movimientos al preparar el cóctel eran precisos y rápidos, producto de años de disciplina militar. Mientras vertía el licor carmesí, sus sentidos agudizados captaron una conversación cerca de la entrada. Dos hombres con auras ásperas y un aroma familiar a Alfa estaban hablando en voz baja, sus miradas recorriendo el club con una intensidad que no era de simples curiosos.

    Su instinto licántropo se encendió, una punzada de alerta recorriéndole la espalda. Eran Alfas desconocidos, y su presencia en su territorio era una nota discordante en la sinfonía de la noche.

    Entregó el cóctel a la joven, sus dedos rozando brevemente los de ella. Pudo sentir una ligera descarga de excitación nerviosa, un testimonio de la energía que emanaba incluso de su fachada de bartender.

    "Aquí tienes," dijo, su voz un murmullo grave que apenas superaba la música. Sus ojos, por un instante, se encontraron con los de ella, transmitiendo una calma inusual en medio del caos.

    Mientras la Omega se alejaba hacia la pista de baile, Alexander apoyó los antebrazos en la barra, su mirada fija en los dos Alfas de la entrada. Su fachada de bartender tranquilo no reflejaba la tensión que se acumulaba bajo su piel. Su lado demoníaco disfrutaba del peligro, la anticipación del conflicto. Su lado licántropo, en cambio, sentía la necesidad de proteger su territorio, su manada de bailarines que se movían ajenos a la potencial amenaza.

    Una leve sonrisa, fría y depredadora, curvó sus labios por un instante. Fingir ser alguien que no era tenía sus ventajas. Subestimarlo sería su mayor error. La noche en La Rapsodia Carmesí aún era joven, y Alexander Wolfen estaba listo para cualquier melodía que tuviera que bailar.
    ||Rol libre, únase el que quiera|| El aire en La Rapsodia Carmesí vibraba con una energía palpable, una mezcla embriagadora de sudor, luces estroboscópicas carmesíes y el latido profundo de la música electrónica que Alexander mismo había compuesto. El club, escondido tras una fachada anodina en una calle lateral de Hongdae, era su santuario secreto, un lugar donde las convenciones se desvanecían y la gente se entregaba al ritmo primal. Esta noche, sin embargo, Alexander no estaba en la cabina del DJ ni guiando los movimientos de sus bailarines. Vestido con una camiseta negra ajustada que dejaba entrever los músculos tensos de sus brazos y un delantal de cuero oscuro, se movía con una eficiencia silenciosa detrás de la barra. Su cabello azabache, generalmente impecable, estaba ligeramente revuelto, y su intensa mirada café observaba la pista de baile como un halcón acechando a su presa. Fingir ser un simple bartender era una estrategia. Le permitía observar, sentir el pulso del club, identificar cualquier amenaza potencial sin levantar sospechas. Su aroma, usualmente una mezcla embriagadora de cedro y metal, estaba sutilmente reprimido, mezclándose con los efluvios de alcohol y feromonas que flotaban en el aire. Una joven con cabello de color fantasía y ojos delineados con glitter se acercó a la barra. Su aroma dulce y ligeramente ansioso la delataba como una Omega nerviosa. "Un 'Sangre de Demonio', por favor," pidió, su voz apenas audible por encima del ritmo palpitante. Alexander asintió con una cortesía fría y profesional, sus movimientos al preparar el cóctel eran precisos y rápidos, producto de años de disciplina militar. Mientras vertía el licor carmesí, sus sentidos agudizados captaron una conversación cerca de la entrada. Dos hombres con auras ásperas y un aroma familiar a Alfa estaban hablando en voz baja, sus miradas recorriendo el club con una intensidad que no era de simples curiosos. Su instinto licántropo se encendió, una punzada de alerta recorriéndole la espalda. Eran Alfas desconocidos, y su presencia en su territorio era una nota discordante en la sinfonía de la noche. Entregó el cóctel a la joven, sus dedos rozando brevemente los de ella. Pudo sentir una ligera descarga de excitación nerviosa, un testimonio de la energía que emanaba incluso de su fachada de bartender. "Aquí tienes," dijo, su voz un murmullo grave que apenas superaba la música. Sus ojos, por un instante, se encontraron con los de ella, transmitiendo una calma inusual en medio del caos. Mientras la Omega se alejaba hacia la pista de baile, Alexander apoyó los antebrazos en la barra, su mirada fija en los dos Alfas de la entrada. Su fachada de bartender tranquilo no reflejaba la tensión que se acumulaba bajo su piel. Su lado demoníaco disfrutaba del peligro, la anticipación del conflicto. Su lado licántropo, en cambio, sentía la necesidad de proteger su territorio, su manada de bailarines que se movían ajenos a la potencial amenaza. Una leve sonrisa, fría y depredadora, curvó sus labios por un instante. Fingir ser alguien que no era tenía sus ventajas. Subestimarlo sería su mayor error. La noche en La Rapsodia Carmesí aún era joven, y Alexander Wolfen estaba listo para cualquier melodía que tuviera que bailar.
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  • •Recuerdos de Haku•



    {Una mano grande, fuerte y masculina sostenía la mía, tan pequeña que parecía perderse en su agarre. El paso de mi padre era rápido, casi desesperado, y yo apenas podía seguirle mientras nos internábamos cada vez más en el bosque. Los árboles, altos y retorcidos, parecían transformarse en figuras tenebrosas bajo la oscuridad de la noche. Me escondí ligeramente detrás de él, temblando, tratando de no soltarme.}

    {La situación se había salido de control. Todo era más peligroso de lo que jamás hubiésemos imaginado. Los pocos nekomatas que quedábamos corríamos el riesgo de desaparecer. Nos cazaban, nos convertían en esclavos, drenaban nuestra magia como si no fuéramos más que objetos. Ratas de laboratorio.}

    {Mi padre solía repetir que los seres más horrendos eran los humanos. Y aunque mi madre lo era, él la había amado. Nunca comprendí del todo sus palabras, pero aquella noche comprendí que lo que le aterraba no eran los humanos sino algo mucho más oscuro, algo más poderoso.}

    {Finalmente llegamos a una zona escondida entre los árboles. Donde cinco enormes rocas formaban un círculo, y en el centro se dibujaba un símbolo extraño, incomprensible para mí. Mis orejitas bajas delataban el miedo que sentía, pero aún no había sentido lo peor… hasta que un crujido de ramas quebradas resonó a nuestras espaldas.}

    {Unos pasos, pesados y feroces, se acercaban.
    Mi padre se arrodilló frente a mí. Su cabello oscuro se agitaba con el viento, y sus ojos violetas, brillantes y profundos, se posaron en los míos con una ternura mezclada con la preocupación.}

    —Mi preciosa hija… No puedes quedarte conmigo. Desde ahora debes huir… huir lejos y jamás regresar.

    {Luego de susurrar esto con la voz quebrada, colocó en mi cuello una joya que había pertenecido a mi madre, y acomodó con cuidado mi cabello hacia atrás para admirarla mejor.}

    —Tienes su cabello… y mis ojos…

    {Sus palabras eran suaves, pero en sus pupilas contenía lágrimas que se negaban a caer. De pronto, los pasos se detuvieron justo detrás de él. Mi padre se incorporó con firmeza, su voz endurecida, como si un instante antes no hubiese estado a punto de llorar frente a su hija.}

    —Llévala con los humanos. A la familia de su madre… Ellos la protegerán.

    {Sin girar a enfrentar al ser que había emergido de la oscuridad, desenfundó su espada y comenzó a alejarse, sin despedirse.}

    {Fue entonces cuando lo vi. Un espíritu de aspecto humanoide, pero con la cabeza de un ave, me observaba con unos ojos vacíos y perturbadores. Levantó una de sus manos, y de la palma brotó un polvo luminoso, que comenzó a danzar a mi alrededor.}

    {Lo miré fascinada, mis miedos cediendo a la extraña belleza de aquel espectáculo. Pero pronto el polvo me envolvió por completo, filtrándose en mi respiración, llenándome por dentro. Y mis párpados se cerraron pesados.}

    {El mundo desapareció, y caí en un profundo sueño.}
    •Recuerdos de Haku•📖 {Una mano grande, fuerte y masculina sostenía la mía, tan pequeña que parecía perderse en su agarre. El paso de mi padre era rápido, casi desesperado, y yo apenas podía seguirle mientras nos internábamos cada vez más en el bosque. Los árboles, altos y retorcidos, parecían transformarse en figuras tenebrosas bajo la oscuridad de la noche. Me escondí ligeramente detrás de él, temblando, tratando de no soltarme.} {La situación se había salido de control. Todo era más peligroso de lo que jamás hubiésemos imaginado. Los pocos nekomatas que quedábamos corríamos el riesgo de desaparecer. Nos cazaban, nos convertían en esclavos, drenaban nuestra magia como si no fuéramos más que objetos. Ratas de laboratorio.} {Mi padre solía repetir que los seres más horrendos eran los humanos. Y aunque mi madre lo era, él la había amado. Nunca comprendí del todo sus palabras, pero aquella noche comprendí que lo que le aterraba no eran los humanos sino algo mucho más oscuro, algo más poderoso.} {Finalmente llegamos a una zona escondida entre los árboles. Donde cinco enormes rocas formaban un círculo, y en el centro se dibujaba un símbolo extraño, incomprensible para mí. Mis orejitas bajas delataban el miedo que sentía, pero aún no había sentido lo peor… hasta que un crujido de ramas quebradas resonó a nuestras espaldas.} {Unos pasos, pesados y feroces, se acercaban. Mi padre se arrodilló frente a mí. Su cabello oscuro se agitaba con el viento, y sus ojos violetas, brillantes y profundos, se posaron en los míos con una ternura mezclada con la preocupación.} —Mi preciosa hija… No puedes quedarte conmigo. Desde ahora debes huir… huir lejos y jamás regresar. {Luego de susurrar esto con la voz quebrada, colocó en mi cuello una joya que había pertenecido a mi madre, y acomodó con cuidado mi cabello hacia atrás para admirarla mejor.} —Tienes su cabello… y mis ojos… {Sus palabras eran suaves, pero en sus pupilas contenía lágrimas que se negaban a caer. De pronto, los pasos se detuvieron justo detrás de él. Mi padre se incorporó con firmeza, su voz endurecida, como si un instante antes no hubiese estado a punto de llorar frente a su hija.} —Llévala con los humanos. A la familia de su madre… Ellos la protegerán. {Sin girar a enfrentar al ser que había emergido de la oscuridad, desenfundó su espada y comenzó a alejarse, sin despedirse.} {Fue entonces cuando lo vi. Un espíritu de aspecto humanoide, pero con la cabeza de un ave, me observaba con unos ojos vacíos y perturbadores. Levantó una de sus manos, y de la palma brotó un polvo luminoso, que comenzó a danzar a mi alrededor.} {Lo miré fascinada, mis miedos cediendo a la extraña belleza de aquel espectáculo. Pero pronto el polvo me envolvió por completo, filtrándose en mi respiración, llenándome por dentro. Y mis párpados se cerraron pesados.} {El mundo desapareció, y caí en un profundo sueño.}
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