• *Aburrida del aspecto de aquella mujer de cabellos oscuros y cuerpo curvilíneo, se miró al espejo, después de una ducha caliente, frente al espejo que dejaba ver su pálida y tersa pie. *

    -Rubia. - Dijo al cambiar su aspecto radicalmente, una figura más estética, tal vez 1.90, cualquier empresa de modelaje o farándula pelearían por ella. - No, es demasiada...  Vanidad.

    *Volví a chasquear los dedos, una piel oscura, con cabello rizado, modeló frente a aquel cristal que la reflejaba, una figura que cualquier mortal desearía.- Mmm, no está mal, pero lo dejaré para después.- Cuando ya estaba a punto de volver al primer aspecto, recordó el color de cabello de una aldeana, la cual conoció hace un par de semanas, aquel cabello rizado y oscuro se enrojeció, su largo tapo las hermosas montañas que poseía, sus ojos esmeralda se mantuvieron intactos, las características físicas se forjaron más atléticas y su estatura igual. *

    -Si, esto, está perfecto. 
    *Aburrida del aspecto de aquella mujer de cabellos oscuros y cuerpo curvilíneo, se miró al espejo, después de una ducha caliente, frente al espejo que dejaba ver su pálida y tersa pie. * -Rubia. - Dijo al cambiar su aspecto radicalmente, una figura más estética, tal vez 1.90, cualquier empresa de modelaje o farándula pelearían por ella. - No, es demasiada...  Vanidad. *Volví a chasquear los dedos, una piel oscura, con cabello rizado, modeló frente a aquel cristal que la reflejaba, una figura que cualquier mortal desearía.- Mmm, no está mal, pero lo dejaré para después.- Cuando ya estaba a punto de volver al primer aspecto, recordó el color de cabello de una aldeana, la cual conoció hace un par de semanas, aquel cabello rizado y oscuro se enrojeció, su largo tapo las hermosas montañas que poseía, sus ojos esmeralda se mantuvieron intactos, las características físicas se forjaron más atléticas y su estatura igual. * -Si, esto, está perfecto. 
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    (bajo mi oscuro escondite te veo no me muevo no hago ruidos solo observo en espera de tu siguiente movimiento a dónde vallas yo ya estoy ahí)
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  • El Vampiro


    El día había sido largo para Sana. Después de horas de práctica de baile y grabaciones, lo único que quería era derrumbarse en su cama y perderse en el mundo de los sueños. Con un suspiro de alivio, se arropó y cerró los ojos, el cansancio llevándola rápidamente a un profundo sueño.


    De repente, se encontró de pie en un lugar que no reconocía. El aire era frío y la luz de la luna, inusualmente grande y plateada, bañaba un antiguo castillo gótico. No había nadie alrededor, solo el susurro del viento entre los árboles oscuros. Sana, conocida por su personalidad burbujeante y su tendencia a ser un poco torpe, sintió un escalofrío que no era del viento.
    Una figura alta y elegante emergió de las sombras del castillo. Llevaba una capa de terciopelo y tenía una mirada hipnótica. No era una figura aterradora, sino extrañamente cautivadora.
    "Minatozaki Sana", dijo la figura con una voz suave y melodiosa. "Te he estado esperando".
    Sana, que en el fondo era valiente, aunque un poco confusa, preguntó: "¿Esperándome? ¿Quién eres?".
    La figura sonrió, revelando un destello de colmillos nacarados. "Soy tu destino... en este sueño, al menos". Extendió una mano pálida. "Hechicera de los escenarios, bailarina de la luz. Te ofrezco una nueva forma de ver la noche".
    Antes de que Sana pudiera reaccionar, la figura le dio un suave, casi imperceptible, mordisco en el cuello. No dolió; de hecho, sintió un hormigueo agradable, como si miles de pequeñas burbujas de energía recorrieran su cuerpo. Una nueva sensación la invadió: sus sentidos se agudizaron, los colores de la noche se volvieron más intensos, y sintió un inusual anhelo... no de sangre, sino de algo emocionante y nuevo.

    Sana se miró en un espejo que milagrosamente apareció. Su reflejo era el mismo, pero sus ojos brillaban con un matiz carmesí, y tenía unos pequeños colmillos que le daban un aire de glamour misterioso. "¡Oh, Dios mío!", exclamó, tocándose la boca con asombro. "¡Soy una vampira!".


    ..... continuará.


    El Vampiro ♡ El día había sido largo para Sana. Después de horas de práctica de baile y grabaciones, lo único que quería era derrumbarse en su cama y perderse en el mundo de los sueños. Con un suspiro de alivio, se arropó y cerró los ojos, el cansancio llevándola rápidamente a un profundo sueño. De repente, se encontró de pie en un lugar que no reconocía. El aire era frío y la luz de la luna, inusualmente grande y plateada, bañaba un antiguo castillo gótico. No había nadie alrededor, solo el susurro del viento entre los árboles oscuros. Sana, conocida por su personalidad burbujeante y su tendencia a ser un poco torpe, sintió un escalofrío que no era del viento. Una figura alta y elegante emergió de las sombras del castillo. Llevaba una capa de terciopelo y tenía una mirada hipnótica. No era una figura aterradora, sino extrañamente cautivadora. "Minatozaki Sana", dijo la figura con una voz suave y melodiosa. "Te he estado esperando". Sana, que en el fondo era valiente, aunque un poco confusa, preguntó: "¿Esperándome? ¿Quién eres?". La figura sonrió, revelando un destello de colmillos nacarados. "Soy tu destino... en este sueño, al menos". Extendió una mano pálida. "Hechicera de los escenarios, bailarina de la luz. Te ofrezco una nueva forma de ver la noche". Antes de que Sana pudiera reaccionar, la figura le dio un suave, casi imperceptible, mordisco en el cuello. No dolió; de hecho, sintió un hormigueo agradable, como si miles de pequeñas burbujas de energía recorrieran su cuerpo. Una nueva sensación la invadió: sus sentidos se agudizaron, los colores de la noche se volvieron más intensos, y sintió un inusual anhelo... no de sangre, sino de algo emocionante y nuevo. Sana se miró en un espejo que milagrosamente apareció. Su reflejo era el mismo, pero sus ojos brillaban con un matiz carmesí, y tenía unos pequeños colmillos que le daban un aire de glamour misterioso. "¡Oh, Dios mío!", exclamó, tocándose la boca con asombro. "¡Soy una vampira!". ..... continuará.
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  • Después de enfrentarse a dos elfos oscuros que se atrevieron a invadir su bosque, ella salió tambaleante entre los árboles. Tenía los brazos cubiertos de raspones y la piel marcada por cortes que aún goteaban sangre. El sudor y el polvo se mezclaban en su rostro, y una herida más profunda en el costado le hacía difícil respirar. Aun así, sus ojos mantenían un brillo desafiante; estaba herida, pero no vencida.

    —Quizas muera aquí...—dice con voz entre cortada—pero será dónde nací y moriré por mi amado bosque.

    #rol
    Después de enfrentarse a dos elfos oscuros que se atrevieron a invadir su bosque, ella salió tambaleante entre los árboles. Tenía los brazos cubiertos de raspones y la piel marcada por cortes que aún goteaban sangre. El sudor y el polvo se mezclaban en su rostro, y una herida más profunda en el costado le hacía difícil respirar. Aun así, sus ojos mantenían un brillo desafiante; estaba herida, pero no vencida. —Quizas muera aquí...—dice con voz entre cortada—pero será dónde nací y moriré por mi amado bosque. #rol
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    Ryuリュウ・イシュタル・ヨキン Ishtar Yokin

    La Cachorrita y la Loba

    Ryu y el Primer Encuentro**

    A la mañana siguiente, después del desayuno,
    salgo disparada hacia el castillo Ishtar.

    Tengo una misión:
    demostrarle a Akane lo fuerte que soy.

    En mi mente sigo escuchando la voz de ese hombre misterioso
    diciendo “eres una florecilla indestructible”.
    Lo creo.
    Lo siento.
    Y pienso probarlo.

    He oído que Akane ha luchado contra su hermana Azuka,
    así que yo voy a hacer lo mismo: retar a Akane y vencerla.
    Así de sencilla soy.

    Pero al llegar al jardín Ishtar,
    en lugar de encontrarme con Akane…

    me estrello contra alguien
    y caigo al suelo de culo.

    Una voz ronca, peligrosa y cómoda como un abrazo oscuro dice:

    Ryu:
    —¿A dónde vas tan rápido, cachorrita?

    La reconozco al instante.

    En la presentación familiar, cuando todos me miraban
    como sangre fresca, relamiéndose,
    ella fue la única que dio un paso al frente.
    Dijo exactamente:

    “Nadie va a tocar a la cachorrita.”

    Aquello me calmó más que cualquier hechizo.

    Ella me da una paz indescriptible,
    como si su presencia fuera un refugio.
    Así que, sin pensar, le cuento mi plan:

    Lili:
    —¡Voy a buscar a Akane!
    ¡La retaré a un combate y la venceré!

    Ryu abre los ojos con diversión y chispas ferales.

    Ryu:
    —Uuuhh pero qué chica más peligrosa…

    Saca los colmillos y se relame.

    Yo doy un pequeño paso atrás,
    pero intento ponerme firme:

    Lili:
    —¡Así es!
    Voy a ser la Queen y la Ishtar más poderosa de todas,
    ¡lo llevo en la sangre!

    Ryu ladea la cabeza,
    y de pronto su expresión cambia a una sonrisa cruel,
    lenta, predadora.

    Ryu:
    —Entonces… ¿vas a ser más poderosa que yo?
    En ese caso debería eliminarte cuanto antes.

    Mi corazón se me cae a los pies.
    Su cara es macabra,
    sus labios negros y afilados parecen hechos para devorar,
    y sus garras podrían abrirme en canal.
    Me mira como si pudiera ver mis huesos moverse bajo la piel.

    Lili:
    —P-pero… ¡e-eso es trampa! ¡No-no—!

    Retrocedo, casi llorando,
    mientras ella avanza con pasos lentos.

    Y de pronto,
    cuando creo que va a arrancarme la vida…

    se agacha, me toma de la cara,
    y me besa la frente.

    Caigo sentada de nuevo,
    y Ryu se ríe con ganas.

    Mi cara se vuelve roja como un tomate.
    Cruzo los brazos con un puchero monumental,
    indignada como la cría malcriada que soy.

    Lili:
    —¡No te rías!

    Eso solo hace que se ría más.
    Mucho más.

    Me levanto de golpe
    y me voy andando con un paso exagerado,
    como si desfilara indignada ante el universo.

    A mis espaldas escucho su voz:

    Ryu:
    —Oye… cachorrita.
    Ten cuidado.

    Lo dice con una seriedad
    que no encaja con la burla anterior.
    Es un aviso real.
    Un cuidado sincero.
    Pero también…
    una promesa.

    Mientras sigo andando pienso:

    Se ríe de mí…
    se preocupa por mí…
    ¿Será esta la loca de la familia?

    Y sin saberlo,
    ese fue el primer hilo que unió mi destino al de ella.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 [Ryu] La Cachorrita y la Loba Ryu y el Primer Encuentro** A la mañana siguiente, después del desayuno, salgo disparada hacia el castillo Ishtar. Tengo una misión: demostrarle a Akane lo fuerte que soy. En mi mente sigo escuchando la voz de ese hombre misterioso diciendo “eres una florecilla indestructible”. Lo creo. Lo siento. Y pienso probarlo. He oído que Akane ha luchado contra su hermana Azuka, así que yo voy a hacer lo mismo: retar a Akane y vencerla. Así de sencilla soy. Pero al llegar al jardín Ishtar, en lugar de encontrarme con Akane… me estrello contra alguien y caigo al suelo de culo. Una voz ronca, peligrosa y cómoda como un abrazo oscuro dice: Ryu: —¿A dónde vas tan rápido, cachorrita? La reconozco al instante. En la presentación familiar, cuando todos me miraban como sangre fresca, relamiéndose, ella fue la única que dio un paso al frente. Dijo exactamente: “Nadie va a tocar a la cachorrita.” Aquello me calmó más que cualquier hechizo. Ella me da una paz indescriptible, como si su presencia fuera un refugio. Así que, sin pensar, le cuento mi plan: Lili: —¡Voy a buscar a Akane! ¡La retaré a un combate y la venceré! Ryu abre los ojos con diversión y chispas ferales. Ryu: —Uuuhh pero qué chica más peligrosa… Saca los colmillos y se relame. Yo doy un pequeño paso atrás, pero intento ponerme firme: Lili: —¡Así es! Voy a ser la Queen y la Ishtar más poderosa de todas, ¡lo llevo en la sangre! Ryu ladea la cabeza, y de pronto su expresión cambia a una sonrisa cruel, lenta, predadora. Ryu: —Entonces… ¿vas a ser más poderosa que yo? En ese caso debería eliminarte cuanto antes. Mi corazón se me cae a los pies. Su cara es macabra, sus labios negros y afilados parecen hechos para devorar, y sus garras podrían abrirme en canal. Me mira como si pudiera ver mis huesos moverse bajo la piel. Lili: —P-pero… ¡e-eso es trampa! ¡No-no—! Retrocedo, casi llorando, mientras ella avanza con pasos lentos. Y de pronto, cuando creo que va a arrancarme la vida… se agacha, me toma de la cara, y me besa la frente. Caigo sentada de nuevo, y Ryu se ríe con ganas. Mi cara se vuelve roja como un tomate. Cruzo los brazos con un puchero monumental, indignada como la cría malcriada que soy. Lili: —¡No te rías! Eso solo hace que se ría más. Mucho más. Me levanto de golpe y me voy andando con un paso exagerado, como si desfilara indignada ante el universo. A mis espaldas escucho su voz: Ryu: —Oye… cachorrita. Ten cuidado. Lo dice con una seriedad que no encaja con la burla anterior. Es un aviso real. Un cuidado sincero. Pero también… una promesa. Mientras sigo andando pienso: Se ríe de mí… se preocupa por mí… ¿Será esta la loca de la familia? Y sin saberlo, ese fue el primer hilo que unió mi destino al de ella.
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    La Cachorrita y la Loba

    Ryu y el Primer Encuentro**

    A la mañana siguiente, después del desayuno,
    salgo disparada hacia el castillo Ishtar.

    Tengo una misión:
    demostrarle a Akane lo fuerte que soy.

    En mi mente sigo escuchando la voz de ese hombre misterioso
    diciendo “eres una florecilla indestructible”.
    Lo creo.
    Lo siento.
    Y pienso probarlo.

    He oído que Akane ha luchado contra su hermana Azuka,
    así que yo voy a hacer lo mismo: retar a Akane y vencerla.
    Así de sencilla soy.

    Pero al llegar al jardín Ishtar,
    en lugar de encontrarme con Akane…

    me estrello contra alguien
    y caigo al suelo de culo.

    Una voz ronca, peligrosa y cómoda como un abrazo oscuro dice:

    Ryu:
    —¿A dónde vas tan rápido, cachorrita?

    La reconozco al instante.

    En la presentación familiar, cuando todos me miraban
    como sangre fresca, relamiéndose,
    ella fue la única que dio un paso al frente.
    Dijo exactamente:

    “Nadie va a tocar a la cachorrita.”

    Aquello me calmó más que cualquier hechizo.

    Ella me da una paz indescriptible,
    como si su presencia fuera un refugio.
    Así que, sin pensar, le cuento mi plan:

    Lili:
    —¡Voy a buscar a Akane!
    ¡La retaré a un combate y la venceré!

    Ryu abre los ojos con diversión y chispas ferales.

    Ryu:
    —Uuuhh pero qué chica más peligrosa…

    Saca los colmillos y se relame.

    Yo doy un pequeño paso atrás,
    pero intento ponerme firme:

    Lili:
    —¡Así es!
    Voy a ser la Queen y la Ishtar más poderosa de todas,
    ¡lo llevo en la sangre!

    Ryu ladea la cabeza,
    y de pronto su expresión cambia a una sonrisa cruel,
    lenta, predadora.

    Ryu:
    —Entonces… ¿vas a ser más poderosa que yo?
    En ese caso debería eliminarte cuanto antes.

    Mi corazón se me cae a los pies.
    Su cara es macabra,
    sus labios negros y afilados parecen hechos para devorar,
    y sus garras podrían abrirme en canal.
    Me mira como si pudiera ver mis huesos moverse bajo la piel.

    Lili:
    —P-pero… ¡e-eso es trampa! ¡No-no—!

    Retrocedo, casi llorando,
    mientras ella avanza con pasos lentos.

    Y de pronto,
    cuando creo que va a arrancarme la vida…

    se agacha, me toma de la cara,
    y me besa la frente.

    Caigo sentada de nuevo,
    y Ryu se ríe con ganas.

    Mi cara se vuelve roja como un tomate.
    Cruzo los brazos con un puchero monumental,
    indignada como la cría malcriada que soy.

    Lili:
    —¡No te rías!

    Eso solo hace que se ría más.
    Mucho más.

    Me levanto de golpe
    y me voy andando con un paso exagerado,
    como si desfilara indignada ante el universo.

    A mis espaldas escucho su voz:

    Ryu:
    —Oye… cachorrita.
    Ten cuidado.

    Lo dice con una seriedad
    que no encaja con la burla anterior.
    Es un aviso real.
    Un cuidado sincero.
    Pero también…
    una promesa.

    Mientras sigo andando pienso:

    Se ríe de mí…
    se preocupa por mí…
    ¿Será esta la loca de la familia?

    Y sin saberlo,
    ese fue el primer hilo que unió mi destino al de ella.
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    Ryu y el Primer Encuentro**

    A la mañana siguiente, después del desayuno,
    salgo disparada hacia el castillo Ishtar.

    Tengo una misión:
    demostrarle a Akane lo fuerte que soy.

    En mi mente sigo escuchando la voz de ese hombre misterioso
    diciendo “eres una florecilla indestructible”.
    Lo creo.
    Lo siento.
    Y pienso probarlo.

    He oído que Akane ha luchado contra su hermana Azuka,
    así que yo voy a hacer lo mismo: retar a Akane y vencerla.
    Así de sencilla soy.

    Pero al llegar al jardín Ishtar,
    en lugar de encontrarme con Akane…

    me estrello contra alguien
    y caigo al suelo de culo.

    Una voz ronca, peligrosa y cómoda como un abrazo oscuro dice:

    Ryu:
    —¿A dónde vas tan rápido, cachorrita?

    La reconozco al instante.

    En la presentación familiar, cuando todos me miraban
    como sangre fresca, relamiéndose,
    ella fue la única que dio un paso al frente.
    Dijo exactamente:

    “Nadie va a tocar a la cachorrita.”

    Aquello me calmó más que cualquier hechizo.

    Ella me da una paz indescriptible,
    como si su presencia fuera un refugio.
    Así que, sin pensar, le cuento mi plan:

    Lili:
    —¡Voy a buscar a Akane!
    ¡La retaré a un combate y la venceré!

    Ryu abre los ojos con diversión y chispas ferales.

    Ryu:
    —Uuuhh pero qué chica más peligrosa…

    Saca los colmillos y se relame.

    Yo doy un pequeño paso atrás,
    pero intento ponerme firme:

    Lili:
    —¡Así es!
    Voy a ser la Queen y la Ishtar más poderosa de todas,
    ¡lo llevo en la sangre!

    Ryu ladea la cabeza,
    y de pronto su expresión cambia a una sonrisa cruel,
    lenta, predadora.

    Ryu:
    —Entonces… ¿vas a ser más poderosa que yo?
    En ese caso debería eliminarte cuanto antes.

    Mi corazón se me cae a los pies.
    Su cara es macabra,
    sus labios negros y afilados parecen hechos para devorar,
    y sus garras podrían abrirme en canal.
    Me mira como si pudiera ver mis huesos moverse bajo la piel.

    Lili:
    —P-pero… ¡e-eso es trampa! ¡No-no—!

    Retrocedo, casi llorando,
    mientras ella avanza con pasos lentos.

    Y de pronto,
    cuando creo que va a arrancarme la vida…

    se agacha, me toma de la cara,
    y me besa la frente.

    Caigo sentada de nuevo,
    y Ryu se ríe con ganas.

    Mi cara se vuelve roja como un tomate.
    Cruzo los brazos con un puchero monumental,
    indignada como la cría malcriada que soy.

    Lili:
    —¡No te rías!

    Eso solo hace que se ría más.
    Mucho más.

    Me levanto de golpe
    y me voy andando con un paso exagerado,
    como si desfilara indignada ante el universo.

    A mis espaldas escucho su voz:

    Ryu:
    —Oye… cachorrita.
    Ten cuidado.

    Lo dice con una seriedad
    que no encaja con la burla anterior.
    Es un aviso real.
    Un cuidado sincero.
    Pero también…
    una promesa.

    Mientras sigo andando pienso:

    Se ríe de mí…
    se preocupa por mí…
    ¿Será esta la loca de la familia?

    Y sin saberlo,
    ese fue el primer hilo que unió mi destino al de ella.
    Relato en Post y comentario de la imagen 🩷 La Cachorrita y la Loba Ryu y el Primer Encuentro** A la mañana siguiente, después del desayuno, salgo disparada hacia el castillo Ishtar. Tengo una misión: demostrarle a Akane lo fuerte que soy. En mi mente sigo escuchando la voz de ese hombre misterioso diciendo “eres una florecilla indestructible”. Lo creo. Lo siento. Y pienso probarlo. He oído que Akane ha luchado contra su hermana Azuka, así que yo voy a hacer lo mismo: retar a Akane y vencerla. Así de sencilla soy. Pero al llegar al jardín Ishtar, en lugar de encontrarme con Akane… me estrello contra alguien y caigo al suelo de culo. Una voz ronca, peligrosa y cómoda como un abrazo oscuro dice: Ryu: —¿A dónde vas tan rápido, cachorrita? La reconozco al instante. En la presentación familiar, cuando todos me miraban como sangre fresca, relamiéndose, ella fue la única que dio un paso al frente. Dijo exactamente: “Nadie va a tocar a la cachorrita.” Aquello me calmó más que cualquier hechizo. Ella me da una paz indescriptible, como si su presencia fuera un refugio. Así que, sin pensar, le cuento mi plan: Lili: —¡Voy a buscar a Akane! ¡La retaré a un combate y la venceré! Ryu abre los ojos con diversión y chispas ferales. Ryu: —Uuuhh pero qué chica más peligrosa… Saca los colmillos y se relame. Yo doy un pequeño paso atrás, pero intento ponerme firme: Lili: —¡Así es! Voy a ser la Queen y la Ishtar más poderosa de todas, ¡lo llevo en la sangre! Ryu ladea la cabeza, y de pronto su expresión cambia a una sonrisa cruel, lenta, predadora. Ryu: —Entonces… ¿vas a ser más poderosa que yo? En ese caso debería eliminarte cuanto antes. Mi corazón se me cae a los pies. Su cara es macabra, sus labios negros y afilados parecen hechos para devorar, y sus garras podrían abrirme en canal. Me mira como si pudiera ver mis huesos moverse bajo la piel. Lili: —P-pero… ¡e-eso es trampa! ¡No-no—! Retrocedo, casi llorando, mientras ella avanza con pasos lentos. Y de pronto, cuando creo que va a arrancarme la vida… se agacha, me toma de la cara, y me besa la frente. Caigo sentada de nuevo, y Ryu se ríe con ganas. Mi cara se vuelve roja como un tomate. Cruzo los brazos con un puchero monumental, indignada como la cría malcriada que soy. Lili: —¡No te rías! Eso solo hace que se ría más. Mucho más. Me levanto de golpe y me voy andando con un paso exagerado, como si desfilara indignada ante el universo. A mis espaldas escucho su voz: Ryu: —Oye… cachorrita. Ten cuidado. Lo dice con una seriedad que no encaja con la burla anterior. Es un aviso real. Un cuidado sincero. Pero también… una promesa. Mientras sigo andando pienso: Se ríe de mí… se preocupa por mí… ¿Será esta la loca de la familia? Y sin saberlo, ese fue el primer hilo que unió mi destino al de ella.
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  • La nueva gerente de relaciones públicas, había escogido dar la conferencia en un espacio abierto, los flashes de las cámaras reflejaban la seriedad del evento corporativo y a su vez señalaba lo esperado del anuncio. Elsbeth Vaughan se posicionó detrás del podio, impecable en su traje oscuro, con una gabardina beige, su cabello negro azabache cayendo con ondas suaves sobre los hombros. La multitud de periodistas, cámaras y grabadoras no hizo que su calma titubeara; por el contrario, parecía absorber la energía de todos ellos, ordenando la sala con solo su presencia.

    Tomó el micrófono con delicadeza, inclinando apenas la cabeza, y una sonrisa sutil se dibujó en sus labios. Su mirada azul verdosa, tan profunda que algunos jurarían ver un destello plateado, barrió la sala. Cada palabra que salió de su boca fue medida, calculada, cargada de un magnetismo silencioso que obligaba a todos a escuchar:

    —Gracias por asistir hoy. Estoy aquí para presentar nuestra nueva iniciativa de responsabilidad social y transparencia corporativa, un proyecto que refleja no solo compromiso con la innovación, sino con la ética y el respeto hacia nuestra comunidad.

    Elsbeth pausó apenas, dejando que sus palabras calaran, que cada cámara captara no solo su rostro, sino la autoridad natural que emanaba de ella. Cada gesto, cada inclinación de cabeza, cada parpadeo parecía tener un propósito más allá del humano: la precisión de la cazadora, la paciencia de quien observa y analiza antes de actuar.

    Mientras respondía preguntas con cortesía y firmeza, un murmullo recorría la sala. Nadie se atrevía a interrumpirla; incluso los más experimentados reporteros sentían una presión invisible, un respeto que no se podía fingir. Ella no solo hablaba, estaba evaluando. Cada intención, cada emoción, cada gesto era un mapa que Elsbeth leía con claridad.

    Al terminar, retiró el micrófono con suavidad, dejando un silencio cargado de atención detrás de ella. La conferencia había terminado, pero la presencia de Elsbeth Vaughan continuaba en la sala, imborrable, como si cada asistente se llevara consigo un recuerdo que no podría olvidar.
    La nueva gerente de relaciones públicas, había escogido dar la conferencia en un espacio abierto, los flashes de las cámaras reflejaban la seriedad del evento corporativo y a su vez señalaba lo esperado del anuncio. Elsbeth Vaughan se posicionó detrás del podio, impecable en su traje oscuro, con una gabardina beige, su cabello negro azabache cayendo con ondas suaves sobre los hombros. La multitud de periodistas, cámaras y grabadoras no hizo que su calma titubeara; por el contrario, parecía absorber la energía de todos ellos, ordenando la sala con solo su presencia. Tomó el micrófono con delicadeza, inclinando apenas la cabeza, y una sonrisa sutil se dibujó en sus labios. Su mirada azul verdosa, tan profunda que algunos jurarían ver un destello plateado, barrió la sala. Cada palabra que salió de su boca fue medida, calculada, cargada de un magnetismo silencioso que obligaba a todos a escuchar: —Gracias por asistir hoy. Estoy aquí para presentar nuestra nueva iniciativa de responsabilidad social y transparencia corporativa, un proyecto que refleja no solo compromiso con la innovación, sino con la ética y el respeto hacia nuestra comunidad. Elsbeth pausó apenas, dejando que sus palabras calaran, que cada cámara captara no solo su rostro, sino la autoridad natural que emanaba de ella. Cada gesto, cada inclinación de cabeza, cada parpadeo parecía tener un propósito más allá del humano: la precisión de la cazadora, la paciencia de quien observa y analiza antes de actuar. Mientras respondía preguntas con cortesía y firmeza, un murmullo recorría la sala. Nadie se atrevía a interrumpirla; incluso los más experimentados reporteros sentían una presión invisible, un respeto que no se podía fingir. Ella no solo hablaba, estaba evaluando. Cada intención, cada emoción, cada gesto era un mapa que Elsbeth leía con claridad. Al terminar, retiró el micrófono con suavidad, dejando un silencio cargado de atención detrás de ella. La conferencia había terminado, pero la presencia de Elsbeth Vaughan continuaba en la sala, imborrable, como si cada asistente se llevara consigo un recuerdo que no podría olvidar.
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    El campo de entrenamiento

    El campo es enorme.
    Solitario.
    Las sombras se estiran largas sobre la tierra.

    Hay pesas gigantescas, imposibles,
    como si hubiesen sido creadas para monstruos o dioses,
    no para una recién nacida con cuerpo adolescente.

    Armas de todo tipo relucen bajo la luz que se va apagando.

    Las tomo, una por una,
    blandiéndolas torpemente, sin fuerza, sin técnica.

    Y entonces las veo:
    los postes.

    Negros.
    De un metal más oscuro que el carbón.
    Cuando me acerco, siento algo que vibra dentro de mí.

    Caos.
    Un latido familiar.
    Me llaman.
    Me retan.

    Sonrío.
    Agarro una guadaña.
    Cargo con todas mis fuerzas
    y golpeo.

    El arma rebota.
    El poste no vibra.
    Ni un suspiro.
    Ni un arañazo.

    Miro mis manos.
    Aprieto los puños.
    Y recuerdo las palabras de mi madre Jennifer:

    "El poder que late en ti."

    Mi pecho se contrae.

    Mentirosa…
    no soy nada…

    Le doy un puñetazo al poste.
    Luego otro.
    Y otro.
    Y otro.

    Hasta que siento cómo mis nudillos crujen
    y la piel se abre
    y la sangre cae en gotas silenciosas sobre la tierra.

    Miro alrededor.
    El cielo está oscureciendo.
    Mi madre no ha venido.
    Ni vendrá.

    Me beso las manos heridas, inútil consuelo,
    y sin pensarlo dos veces
    sigo golpeando.

    Golpeo por rabia.
    Golpeo por abandono.
    Golpeo por no ser como Akane.
    Golpeo por no ser suficiente.
    Golpeo porque algo dentro de mí —algo oscuro—
    despierta cada vez que me hiero.

    Golpeo.
    Golpeo.
    Golpeo.

    Como un mantra:
    no soy fuerte
    no soy ella
    no soy suficiente
    no tengo poder
    no soy nada

    Hasta que un susurro extraño corta el aire.
    Frío, elegante, desconocido.

    Un susurro que hace que
    todos mis golpes se detengan.

    Un susurro que no pertenece ni a Ayane,
    ni a Akane,
    ni a Jennifer.

    Un susurro que viene…
    del poste mismo.
    Relato en el post y en comentarios de la imagen 🩷 El campo de entrenamiento El campo es enorme. Solitario. Las sombras se estiran largas sobre la tierra. Hay pesas gigantescas, imposibles, como si hubiesen sido creadas para monstruos o dioses, no para una recién nacida con cuerpo adolescente. Armas de todo tipo relucen bajo la luz que se va apagando. Las tomo, una por una, blandiéndolas torpemente, sin fuerza, sin técnica. Y entonces las veo: los postes. Negros. De un metal más oscuro que el carbón. Cuando me acerco, siento algo que vibra dentro de mí. Caos. Un latido familiar. Me llaman. Me retan. Sonrío. Agarro una guadaña. Cargo con todas mis fuerzas y golpeo. El arma rebota. El poste no vibra. Ni un suspiro. Ni un arañazo. Miro mis manos. Aprieto los puños. Y recuerdo las palabras de mi madre Jennifer: "El poder que late en ti." Mi pecho se contrae. Mentirosa… no soy nada… Le doy un puñetazo al poste. Luego otro. Y otro. Y otro. Hasta que siento cómo mis nudillos crujen y la piel se abre y la sangre cae en gotas silenciosas sobre la tierra. Miro alrededor. El cielo está oscureciendo. Mi madre no ha venido. Ni vendrá. Me beso las manos heridas, inútil consuelo, y sin pensarlo dos veces sigo golpeando. Golpeo por rabia. Golpeo por abandono. Golpeo por no ser como Akane. Golpeo por no ser suficiente. Golpeo porque algo dentro de mí —algo oscuro— despierta cada vez que me hiero. Golpeo. Golpeo. Golpeo. Como un mantra: no soy fuerte no soy ella no soy suficiente no tengo poder no soy nada Hasta que un susurro extraño corta el aire. Frío, elegante, desconocido. Un susurro que hace que todos mis golpes se detengan. Un susurro que no pertenece ni a Ayane, ni a Akane, ni a Jennifer. Un susurro que viene… del poste mismo.
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    El campo de entrenamiento

    El campo es enorme.
    Solitario.
    Las sombras se estiran largas sobre la tierra.

    Hay pesas gigantescas, imposibles,
    como si hubiesen sido creadas para monstruos o dioses,
    no para una recién nacida con cuerpo adolescente.

    Armas de todo tipo relucen bajo la luz que se va apagando.

    Las tomo, una por una,
    blandiéndolas torpemente, sin fuerza, sin técnica.

    Y entonces las veo:
    los postes.

    Negros.
    De un metal más oscuro que el carbón.
    Cuando me acerco, siento algo que vibra dentro de mí.

    Caos.
    Un latido familiar.
    Me llaman.
    Me retan.

    Sonrío.
    Agarro una guadaña.
    Cargo con todas mis fuerzas
    y golpeo.

    El arma rebota.
    El poste no vibra.
    Ni un suspiro.
    Ni un arañazo.

    Miro mis manos.
    Aprieto los puños.
    Y recuerdo las palabras de mi madre Jennifer:

    "El poder que late en ti."

    Mi pecho se contrae.

    Mentirosa…
    no soy nada…

    Le doy un puñetazo al poste.
    Luego otro.
    Y otro.
    Y otro.

    Hasta que siento cómo mis nudillos crujen
    y la piel se abre
    y la sangre cae en gotas silenciosas sobre la tierra.

    Miro alrededor.
    El cielo está oscureciendo.
    Mi madre no ha venido.
    Ni vendrá.

    Me beso las manos heridas, inútil consuelo,
    y sin pensarlo dos veces
    sigo golpeando.

    Golpeo por rabia.
    Golpeo por abandono.
    Golpeo por no ser como Akane.
    Golpeo por no ser suficiente.
    Golpeo porque algo dentro de mí —algo oscuro—
    despierta cada vez que me hiero.

    Golpeo.
    Golpeo.
    Golpeo.

    Como un mantra:
    no soy fuerte
    no soy ella
    no soy suficiente
    no tengo poder
    no soy nada

    Hasta que un susurro extraño corta el aire.
    Frío, elegante, desconocido.

    Un susurro que hace que
    todos mis golpes se detengan.

    Un susurro que no pertenece ni a Ayane,
    ni a Akane,
    ni a Jennifer.

    Un susurro que viene…
    del poste mismo.
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    El campo de entrenamiento

    El campo es enorme.
    Solitario.
    Las sombras se estiran largas sobre la tierra.

    Hay pesas gigantescas, imposibles,
    como si hubiesen sido creadas para monstruos o dioses,
    no para una recién nacida con cuerpo adolescente.

    Armas de todo tipo relucen bajo la luz que se va apagando.

    Las tomo, una por una,
    blandiéndolas torpemente, sin fuerza, sin técnica.

    Y entonces las veo:
    los postes.

    Negros.
    De un metal más oscuro que el carbón.
    Cuando me acerco, siento algo que vibra dentro de mí.

    Caos.
    Un latido familiar.
    Me llaman.
    Me retan.

    Sonrío.
    Agarro una guadaña.
    Cargo con todas mis fuerzas
    y golpeo.

    El arma rebota.
    El poste no vibra.
    Ni un suspiro.
    Ni un arañazo.

    Miro mis manos.
    Aprieto los puños.
    Y recuerdo las palabras de mi madre Jennifer:

    "El poder que late en ti."

    Mi pecho se contrae.

    Mentirosa…
    no soy nada…

    Le doy un puñetazo al poste.
    Luego otro.
    Y otro.
    Y otro.

    Hasta que siento cómo mis nudillos crujen
    y la piel se abre
    y la sangre cae en gotas silenciosas sobre la tierra.

    Miro alrededor.
    El cielo está oscureciendo.
    Mi madre no ha venido.
    Ni vendrá.

    Me beso las manos heridas, inútil consuelo,
    y sin pensarlo dos veces
    sigo golpeando.

    Golpeo por rabia.
    Golpeo por abandono.
    Golpeo por no ser como Akane.
    Golpeo por no ser suficiente.
    Golpeo porque algo dentro de mí —algo oscuro—
    despierta cada vez que me hiero.

    Golpeo.
    Golpeo.
    Golpeo.

    Como un mantra:
    no soy fuerte
    no soy ella
    no soy suficiente
    no tengo poder
    no soy nada

    Hasta que un susurro extraño corta el aire.
    Frío, elegante, desconocido.

    Un susurro que hace que
    todos mis golpes se detengan.

    Un susurro que no pertenece ni a Ayane,
    ni a Akane,
    ni a Jennifer.

    Un susurro que viene…
    del poste mismo.
    Relato en el post y en comentarios de la imagen 🩷 El campo de entrenamiento El campo es enorme. Solitario. Las sombras se estiran largas sobre la tierra. Hay pesas gigantescas, imposibles, como si hubiesen sido creadas para monstruos o dioses, no para una recién nacida con cuerpo adolescente. Armas de todo tipo relucen bajo la luz que se va apagando. Las tomo, una por una, blandiéndolas torpemente, sin fuerza, sin técnica. Y entonces las veo: los postes. Negros. De un metal más oscuro que el carbón. Cuando me acerco, siento algo que vibra dentro de mí. Caos. Un latido familiar. Me llaman. Me retan. Sonrío. Agarro una guadaña. Cargo con todas mis fuerzas y golpeo. El arma rebota. El poste no vibra. Ni un suspiro. Ni un arañazo. Miro mis manos. Aprieto los puños. Y recuerdo las palabras de mi madre Jennifer: "El poder que late en ti." Mi pecho se contrae. Mentirosa… no soy nada… Le doy un puñetazo al poste. Luego otro. Y otro. Y otro. Hasta que siento cómo mis nudillos crujen y la piel se abre y la sangre cae en gotas silenciosas sobre la tierra. Miro alrededor. El cielo está oscureciendo. Mi madre no ha venido. Ni vendrá. Me beso las manos heridas, inútil consuelo, y sin pensarlo dos veces sigo golpeando. Golpeo por rabia. Golpeo por abandono. Golpeo por no ser como Akane. Golpeo por no ser suficiente. Golpeo porque algo dentro de mí —algo oscuro— despierta cada vez que me hiero. Golpeo. Golpeo. Golpeo. Como un mantra: no soy fuerte no soy ella no soy suficiente no tengo poder no soy nada Hasta que un susurro extraño corta el aire. Frío, elegante, desconocido. Un susurro que hace que todos mis golpes se detengan. Un susurro que no pertenece ni a Ayane, ni a Akane, ni a Jennifer. Un susurro que viene… del poste mismo.
    Me shockea
    Me entristece
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  • [whisper_maroon_octopus_915]

    +Hace poco en uno de sus viajes de exploracion se habia topado con lo que ella pensaba eran unas ruinas. Examinando lo que lucia como un cementerio abandonado. Para su sorpresa termino logrando abrir la puerta de una crypta, encontrando escaleras que descendian hacia abajo. Esto captaba su atencion de inmediato y sin dudarlo un momento comenzaba a descender para explorar el lugar*

    *No traia ningun tipo de iluminacion con ella, y sin embargo mientras mas oscuro era el lugar mas destellaban sus pupilas doradas permitiendole observar el entorno con completa claridad. Con una pequeña sonrisa en su rostro comenzaba a investigar preguntandose que podria encontrar ahi*

    [whisper_maroon_octopus_915] +Hace poco en uno de sus viajes de exploracion se habia topado con lo que ella pensaba eran unas ruinas. Examinando lo que lucia como un cementerio abandonado. Para su sorpresa termino logrando abrir la puerta de una crypta, encontrando escaleras que descendian hacia abajo. Esto captaba su atencion de inmediato y sin dudarlo un momento comenzaba a descender para explorar el lugar* *No traia ningun tipo de iluminacion con ella, y sin embargo mientras mas oscuro era el lugar mas destellaban sus pupilas doradas permitiendole observar el entorno con completa claridad. Con una pequeña sonrisa en su rostro comenzaba a investigar preguntandose que podria encontrar ahi*
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