• Off: oigan, ¿Que IA usan para generar imágenes? , quizá deba pagarle a alguien para que dibuje :P
    (Y si, se que existe el botón de "off" pero creo que no muestra los mensajes en el global)
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  • 𝕰𝖑 𝕺𝖘𝖆𝖗𝖎𝖔
    Categoría Suspenso
    ‎["Vallis Sanctorum" pueblo fronterizo de Aviñón - 6:03 p.m.]



    — El equipo de dieciocho cazadores se movía cautelosamente por las calles empedradas de aquel pueblo. El ambiente era tenso, pues ya se empazaba a hacer tarde y tampoco teníamos a nuestro "protector" acompañándonos. El sujeto que estaba dos hombres por delante de mí lideraba un flanco; se veía confiado en su entrenamiento, todos lo estábamos... Una vez que nos acercamos a la ubicación designada en el reporte, allí fue cuando todo se empezó a tornar complicado. Fuimos recibidos por un profundo olor a azufre y carne quemada, pero no flaqueamos; nos recordamos que teníamos la orden de "limpiar y asegurar", y eso íbamos a hacer. El caballero que nos había acompañado, Caspian, se había separado del grupo principal (24 cazadores en total) llevándoce a cinco con el (Dejando a los 18 actuales) apenas entramos al pueblo; no dijo su razón para hacerlo, pero sí que nos encomendó a los demás que nos encargáramos de la misión... Al parecer no iba a reagruparse con nosotros pronto, por lo que nos preparamos lo mejor que podíamos. Aunque, supongo que tampoco estábamos tan preocupados; después de todo, se supone que Aviñón no es un lugar tan grande como para perderse, pero lo que no entendíamos era que sus callejones son traicioneros...



    ‎  Con poca delicadeza entramos a la casa. Todo estaba despejado, pero uno de mis compañeros descubrió que había un pasadizo bajo una de las camas; aquello parecía dar al sótano de la casa donde seguramente el nigromante operaba. Todos nos detuvimos a evaluar la situación, pero no había suficiente tiempo como para hacer advertencias, así que fuimos allí. Después de unos minutos caminando entre la oscuridad, únicamente iluminados por las linternas en nuestros chalecos, lo encontramos. Dimos con el nigromante y su laboratorio: era un hombre caucásico, flaco, y su actitud era la de un completo fanático. Gritaba palabras en lo que me pareció un dialecto olvidado. Uno de mis compañeros le gritaba que se detuviera, pero no lo hizo; y justo en el momento en que abrimos fuego, el círculo a sus pies estalló en llamas azules. La onda expansiva nos lanzó a todos por los alrededores; yo choqué contra una pared. El que estaba más cerca del bastardo salió disparado contra el techo y, por increíble que parezca, aquel impacto hizo que este colapsara... Para cuando el polvo se disipaba, noté que dos de mis compañeros habían sido empalados por vigas de madera. Los demás estábamos aún aturdidos, pero aun así levantamos nuestras armas y evaluamos el lugar. Pasaron ocho minutos sin señal de vida del nigromante; había muchos montones de escombros en los cuales buscar, pero todo parecía indicar que el infeliz había muerto... Y en parte lo hizo, pero no del todo. De una de las pilas de escombros salió, pero no un hombre. Salió algo que desafiaba cualquier anatomía sagrada. Los cuerpos sin vida que estuvieron colgando en el techo del laboratorio antes de colapsar, ahora se empezaban a ser arrastrados hacia el centro, como si se tratara de un metal siendo atraido por un gran imán y así fue, hasta que estos acabaron fusionándose con el cuerpo del nigromante.



    ‎  Esa cosa... esa "Abominación" empezó a rugir con diez gargantas diferentes al mismo tiempo. El nigromante se había convertido en una masa amorfa de unos tres metros de altura. No tenía una piel definida; era una combinación de cadáveres fusionados por una energía necrótica inestable, con rostros deformados pero humanos sobresaliendo de su espalda y torso, gritando en un silencio eterno. Usando sus "piernas" pateó unos escombros que alcanzaron la velocidad de un misil; por suerte no apuntaba a ninguno de los nuestros, pero aquello nos demostró que no solo era más fuerte que antes. En cuanto comenzó a moverse, desprendía un gas denso y fétido que no solo nos ralentizaba; eso parecía incluso oxidar el metal de nuestras armas. Ante una amenaza así, todos abrimos fuego al unísono, pero parecía que las balas solo se perdían en su masa sin llegar a tocar los órganos vitales, suponiendo que tuviera alguno... Todos éramos conscientes de nuestro final si peleábamos contra esa cosa en un lugar tan cerrado. Como pudimos, escapamos de la casa, pero afuera no era muy diferente: salimos de la jaula para caer en la ratonera. Esa criatura no era lenta; se desplazaba como una marea de carne que se arrastra por las paredes de los callejones. El líder del flanco nos dio la orden de dividirnos en dos grupos: A y B. El A estaba conformado por los más heridos y el B por aquellos con heridas menores. Se supone que los del grupo B nos encargábamos de retrasar a la bestia mientras dejábamos que el grupo A tomara distancia para que luego nos cubrieran mientras nos movilizabamos. Durante un tiempo corto todo parecía funcionar bien: la bestia comenzaba a volverse más lenta y cada vez sus capas de carne se reducían a un montón de agujeros de carne. Pero mientras el grupo B intentaba sellar un callejón para ganar tiempo, una de las manos desproporcionadas de la abominación —formada por tres brazos humanos trenzados— aplastó a uno de los nuestros. Aquel sujeto no tuvo tiempo de gritar; la masa de carne lo envolvió y lo succionó hacia el interior de su cuerpo.



    ‎  Yo vi cómo el rostro de mi compañero intentaba emerger de la espalda del monstruo, integrándose a la masa necrótica, volviéndose parte del motor que movía a la criatura. Pero eso no nos detuvo. El plan seguía siendo el mismo, pero mientras más hombres perdíamos, peor era la situación. Había dos gemelos en mi equipo que servían como escudo; ellos estaban en la retaguardia. Nos dieron más tiempo que nadie, pero para cuando llegamos a la plaza del pueblo, solo pudimos ver cómo el gas fétido de la Abominación rodeaba todo a su alrededor. No pudimos ver a los gemelos, pero escuchar el grito desgarrador desde donde estaban dejaba en claro qué les ocurrió. Sus pulmones empezaron a arder; tirados en el suelo, sus movimientos se volvieron erráticos hasta que solo se escuchó el crujido de sus armaduras tácticas siendo aplastadas y el sonido de sus armas disparando hasta que solo quedó el silencio y el chapoteo de la carne avanzando. Ahora, en un lugar más abierto como aquella plaza, los que quedábamos no desaprovechamos el sacrificio de los caídos y nos resguardamos. Algunos tenían las bombas incendiarias listas; otros preparaban su mira láser esperando que el monstruo saliera de la jodida niebla que dejaba aquel gas. Para cuando lo hizo, los disparos no se hicieron esperar. El sol ya estaba cayendo, pero la plaza estaba totalmente iluminada por el flash de los proyectiles saliendo de los cañónes junto con una luz naranja que se hacía cada vez más grande. Resultó ser que las bombas incendiarias eran las más efectivas, pero aun así la criatura se rehusaba a morir. En un descuido dejamos que la abominación se acercara demasiado, y yo en un intento por evitar que golpearan por completo a uno de mis compañeros, intenté jalarlo del chaleco, pero al final ese monstruo solo estiró su brazo y así nos golpeó a ambos. Recorrimos una gran distancia; yo terminé atravesando la ventana de una catedral abandonada. Para cuando me pude levantar, podía sentir que el aire de aquella habitación donde caí era extremadamente denso  —pero estaba seguro de que se debía a que mis costillas fracturadas me dificultaban la respiración—  intenté buscar con la vista a mi compañero, pero no parecía haber caído en el mismo lugar que yo



    ‎  Aprovechando aquellos segundos de calma mientras caminaba para salir del lugar, me puse a pensar en todo lo que había salido mal... Nosotros corrimos de esa cosa, y no por valentía, sino por puro instinto de supervivencia. Justo ahora mis hermanos y hermanas estaban afuera, luchando contra esa abominación sin tener la certeza de ganar, pero lo hacían, y yo iba a volver para luchar con ellos. Aunque podía sentir la sangre en mi uniforme y los gritos de los gemelos aún me perforaban los oídos, yo estaba decidido a volver... Hasta que me detuve. Recordé al Gladius Dei que nos había acompañado, Caspian; pensé en aprovechar ese momento e irlo a buscar o contactarlo, pero aquel golpe me había quitado muchas cosas, e incluso si quisiera salir a buscarlo, no sabía ni siquiera por dónde empezar. Esto era frustrante, pero lo que más me molestaba era esa sensación de no poder respirar adecuadamente. Ese malestar que se intensificaba a medida que me acercaba a la puerta para salir de aquella habitación; era como si al otro lado de la catedral hubiera un umbral que me impedía permanecer en el lugar. Seguramente esa sensación de asfixia solo era una de las muchas cosas que transmitía aquel lugar... Y ahora que lo pienso, seguramente la adrenalina y la euforia me mantenían en un estado de relativa insensibilidad; no sabía que mi cuerpo me gritaba que huyera en cuanto tomé el pomo de la puerta y lo giré para encontrarme con lo que había al otro lado. Fue en ese momento cuando me llegó un escalofrío tan fuerte que me hizo temblar como si tuviera fiebre. Inconsientemente busque el hacha que colgaba a mi costado, pues sentía la necesidad vital de sostener un arma con la mano izquierda mientras que con la derecha sostenía mi torso, ya que sentía como si aquel temblor fuera a romper aún más costillas... Justo delante de mí estaba aquella escena que no sabría describir, pero sí que puedo decir algo con claridad: allí se encontraba esa cosa de apariencia femenina, pero yo lo sabía, eso era todo menos una simple y hermosa mujer...
    ‎["Vallis Sanctorum" pueblo fronterizo de Aviñón - 6:03 p.m.] — El equipo de dieciocho cazadores se movía cautelosamente por las calles empedradas de aquel pueblo. El ambiente era tenso, pues ya se empazaba a hacer tarde y tampoco teníamos a nuestro "protector" acompañándonos. El sujeto que estaba dos hombres por delante de mí lideraba un flanco; se veía confiado en su entrenamiento, todos lo estábamos... Una vez que nos acercamos a la ubicación designada en el reporte, allí fue cuando todo se empezó a tornar complicado. Fuimos recibidos por un profundo olor a azufre y carne quemada, pero no flaqueamos; nos recordamos que teníamos la orden de "limpiar y asegurar", y eso íbamos a hacer. El caballero que nos había acompañado, Caspian, se había separado del grupo principal (24 cazadores en total) llevándoce a cinco con el (Dejando a los 18 actuales) apenas entramos al pueblo; no dijo su razón para hacerlo, pero sí que nos encomendó a los demás que nos encargáramos de la misión... Al parecer no iba a reagruparse con nosotros pronto, por lo que nos preparamos lo mejor que podíamos. Aunque, supongo que tampoco estábamos tan preocupados; después de todo, se supone que Aviñón no es un lugar tan grande como para perderse, pero lo que no entendíamos era que sus callejones son traicioneros... ‎ ‎ ‎ ‎  Con poca delicadeza entramos a la casa. Todo estaba despejado, pero uno de mis compañeros descubrió que había un pasadizo bajo una de las camas; aquello parecía dar al sótano de la casa donde seguramente el nigromante operaba. Todos nos detuvimos a evaluar la situación, pero no había suficiente tiempo como para hacer advertencias, así que fuimos allí. Después de unos minutos caminando entre la oscuridad, únicamente iluminados por las linternas en nuestros chalecos, lo encontramos. Dimos con el nigromante y su laboratorio: era un hombre caucásico, flaco, y su actitud era la de un completo fanático. Gritaba palabras en lo que me pareció un dialecto olvidado. Uno de mis compañeros le gritaba que se detuviera, pero no lo hizo; y justo en el momento en que abrimos fuego, el círculo a sus pies estalló en llamas azules. La onda expansiva nos lanzó a todos por los alrededores; yo choqué contra una pared. El que estaba más cerca del bastardo salió disparado contra el techo y, por increíble que parezca, aquel impacto hizo que este colapsara... Para cuando el polvo se disipaba, noté que dos de mis compañeros habían sido empalados por vigas de madera. Los demás estábamos aún aturdidos, pero aun así levantamos nuestras armas y evaluamos el lugar. Pasaron ocho minutos sin señal de vida del nigromante; había muchos montones de escombros en los cuales buscar, pero todo parecía indicar que el infeliz había muerto... Y en parte lo hizo, pero no del todo. De una de las pilas de escombros salió, pero no un hombre. Salió algo que desafiaba cualquier anatomía sagrada. Los cuerpos sin vida que estuvieron colgando en el techo del laboratorio antes de colapsar, ahora se empezaban a ser arrastrados hacia el centro, como si se tratara de un metal siendo atraido por un gran imán y así fue, hasta que estos acabaron fusionándose con el cuerpo del nigromante. ‎ ‎ ‎ ‎  Esa cosa... esa "Abominación" empezó a rugir con diez gargantas diferentes al mismo tiempo. El nigromante se había convertido en una masa amorfa de unos tres metros de altura. No tenía una piel definida; era una combinación de cadáveres fusionados por una energía necrótica inestable, con rostros deformados pero humanos sobresaliendo de su espalda y torso, gritando en un silencio eterno. Usando sus "piernas" pateó unos escombros que alcanzaron la velocidad de un misil; por suerte no apuntaba a ninguno de los nuestros, pero aquello nos demostró que no solo era más fuerte que antes. En cuanto comenzó a moverse, desprendía un gas denso y fétido que no solo nos ralentizaba; eso parecía incluso oxidar el metal de nuestras armas. Ante una amenaza así, todos abrimos fuego al unísono, pero parecía que las balas solo se perdían en su masa sin llegar a tocar los órganos vitales, suponiendo que tuviera alguno... Todos éramos conscientes de nuestro final si peleábamos contra esa cosa en un lugar tan cerrado. Como pudimos, escapamos de la casa, pero afuera no era muy diferente: salimos de la jaula para caer en la ratonera. Esa criatura no era lenta; se desplazaba como una marea de carne que se arrastra por las paredes de los callejones. El líder del flanco nos dio la orden de dividirnos en dos grupos: A y B. El A estaba conformado por los más heridos y el B por aquellos con heridas menores. Se supone que los del grupo B nos encargábamos de retrasar a la bestia mientras dejábamos que el grupo A tomara distancia para que luego nos cubrieran mientras nos movilizabamos. Durante un tiempo corto todo parecía funcionar bien: la bestia comenzaba a volverse más lenta y cada vez sus capas de carne se reducían a un montón de agujeros de carne. Pero mientras el grupo B intentaba sellar un callejón para ganar tiempo, una de las manos desproporcionadas de la abominación —formada por tres brazos humanos trenzados— aplastó a uno de los nuestros. Aquel sujeto no tuvo tiempo de gritar; la masa de carne lo envolvió y lo succionó hacia el interior de su cuerpo. ‎ ‎ ‎ ‎  Yo vi cómo el rostro de mi compañero intentaba emerger de la espalda del monstruo, integrándose a la masa necrótica, volviéndose parte del motor que movía a la criatura. Pero eso no nos detuvo. El plan seguía siendo el mismo, pero mientras más hombres perdíamos, peor era la situación. Había dos gemelos en mi equipo que servían como escudo; ellos estaban en la retaguardia. Nos dieron más tiempo que nadie, pero para cuando llegamos a la plaza del pueblo, solo pudimos ver cómo el gas fétido de la Abominación rodeaba todo a su alrededor. No pudimos ver a los gemelos, pero escuchar el grito desgarrador desde donde estaban dejaba en claro qué les ocurrió. Sus pulmones empezaron a arder; tirados en el suelo, sus movimientos se volvieron erráticos hasta que solo se escuchó el crujido de sus armaduras tácticas siendo aplastadas y el sonido de sus armas disparando hasta que solo quedó el silencio y el chapoteo de la carne avanzando. Ahora, en un lugar más abierto como aquella plaza, los que quedábamos no desaprovechamos el sacrificio de los caídos y nos resguardamos. Algunos tenían las bombas incendiarias listas; otros preparaban su mira láser esperando que el monstruo saliera de la jodida niebla que dejaba aquel gas. Para cuando lo hizo, los disparos no se hicieron esperar. El sol ya estaba cayendo, pero la plaza estaba totalmente iluminada por el flash de los proyectiles saliendo de los cañónes junto con una luz naranja que se hacía cada vez más grande. Resultó ser que las bombas incendiarias eran las más efectivas, pero aun así la criatura se rehusaba a morir. En un descuido dejamos que la abominación se acercara demasiado, y yo en un intento por evitar que golpearan por completo a uno de mis compañeros, intenté jalarlo del chaleco, pero al final ese monstruo solo estiró su brazo y así nos golpeó a ambos. Recorrimos una gran distancia; yo terminé atravesando la ventana de una catedral abandonada. Para cuando me pude levantar, podía sentir que el aire de aquella habitación donde caí era extremadamente denso  —pero estaba seguro de que se debía a que mis costillas fracturadas me dificultaban la respiración—  intenté buscar con la vista a mi compañero, pero no parecía haber caído en el mismo lugar que yo ‎ ‎ ‎ ‎  Aprovechando aquellos segundos de calma mientras caminaba para salir del lugar, me puse a pensar en todo lo que había salido mal... Nosotros corrimos de esa cosa, y no por valentía, sino por puro instinto de supervivencia. Justo ahora mis hermanos y hermanas estaban afuera, luchando contra esa abominación sin tener la certeza de ganar, pero lo hacían, y yo iba a volver para luchar con ellos. Aunque podía sentir la sangre en mi uniforme y los gritos de los gemelos aún me perforaban los oídos, yo estaba decidido a volver... Hasta que me detuve. Recordé al Gladius Dei que nos había acompañado, Caspian; pensé en aprovechar ese momento e irlo a buscar o contactarlo, pero aquel golpe me había quitado muchas cosas, e incluso si quisiera salir a buscarlo, no sabía ni siquiera por dónde empezar. Esto era frustrante, pero lo que más me molestaba era esa sensación de no poder respirar adecuadamente. Ese malestar que se intensificaba a medida que me acercaba a la puerta para salir de aquella habitación; era como si al otro lado de la catedral hubiera un umbral que me impedía permanecer en el lugar. Seguramente esa sensación de asfixia solo era una de las muchas cosas que transmitía aquel lugar... Y ahora que lo pienso, seguramente la adrenalina y la euforia me mantenían en un estado de relativa insensibilidad; no sabía que mi cuerpo me gritaba que huyera en cuanto tomé el pomo de la puerta y lo giré para encontrarme con lo que había al otro lado. Fue en ese momento cuando me llegó un escalofrío tan fuerte que me hizo temblar como si tuviera fiebre. Inconsientemente busque el hacha que colgaba a mi costado, pues sentía la necesidad vital de sostener un arma con la mano izquierda mientras que con la derecha sostenía mi torso, ya que sentía como si aquel temblor fuera a romper aún más costillas... Justo delante de mí estaba aquella escena que no sabría describir, pero sí que puedo decir algo con claridad: allí se encontraba esa cosa de apariencia femenina, pero yo lo sabía, eso era todo menos una simple y hermosa mujer...
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  • ‎ — ¿Hmm? —El joven pelirrojo apenas abría los ojos por... ¿tercera vez en las doce horas transcurridas? No estaba seguro.



    ‎***Plic... Plic... Plic... Plic...***



    ‎ * El tenue sonido del suero goteando era lo único que se escuchaba en aquella sala de piedra. Aquel ruido era como un metrónomo, uno que le recordaba a Elijah que ya no estaba en el caos del campo de batalla que hace unas cuantas horas le parecía su perdición. Vítkov se mantenía sentado con los ojos entreabiertos, mirando la lámpara que iluminaba fuertemente aquel lugar, pero principalmente el sitio donde él se encontraba. Sus manos se hallaban débilmente apoyadas en la mesa, boca arriba; sus nudillos, enrojecidos, estaban destrozados y aún quedaban restos de esa ceniza grisácea que no parecía humana en el pantalón de su uniforme.
    ‎Su mirada descendió hasta su brazo derecho, que tenía aquella intravenosa que lo conectaba al suero; luego pasó a la de la otra persona presente en el lugar. No era cualquiera... Era un inquisidor, cuya silueta apenas se recortaba contra la puerta. El hombre golpeó la mesa con una carpeta que llevaba el sello de cera roja del Vaticano *



    ‎ — Veo que volviste a abrir los ojos, Vítkov... Vamos a repetirlo una vez más. El activo del Gladius Dei, Caspian, fue reportado como desaparecido en combate. Tú eres el único que hasta ahora se mantiene consciente de los otros siete que regresaron conti... — Elijah veía al inquisidor con una seriedad absoluta. No le importaba si sus palabras intentaban sonar como un halago; él no estaba dispuesto a continuar con esto y se lo iba a dejar en claro interrumpiéndolo de forma respetuosa:



    ‎ — Sí, eso ya me lo dejó en claro, monseñor. Pero me temo que, sin importar cuántas veces venga a mí con las mismas preguntas, yo no puedo decirle lo que quiere; pues todo lo que he hablado y repetido hasta ahora es todo lo que sé, señor...



    ‎ * El inquisidor miraba con reproche al joven que le había interrumpido. Si las circunstancias fueran diferentes, seguro que le habría reprendido por su osadía, pero esta vez era distinto; tenía que ser cuidadoso con lo que hacía. Por eso, a pesar de lo que sabía, optó por mencionarle al joven eslovaco algo que podría refrescar su memoria: *



    ‎ — Está bien, joven Vítkov. Yo no te pido que te inventes una historia alterna de todos los acontecimientos que me contaste desde que tuvieron contacto con el objetivo hasta que llegaron a los sótanos de esta catedral. No; ahora te pido algo más simple que, de hecho, has omitido... Cuéntame sobre la mujer que encontraron.



    ‎ * La voz del inquisidor se tornaba más seria al hablar de "la mujer". Los ojos de Elijah se abrieron un poco ante la mención de esa cosa como si fuera humana siquiera. Una sonrisa cínica, pero adolorida se hizo presente en el rostro magullado del joven eslovaco mientras acercaba lentamente su torso vendado —que hasta ahora se había mantenido cuidadosamente recostado del espaldar de la silla— a la mesa para contestarle *



    ‎ — Oh... Discúlpeme, monseñor, pero no sé de qué "mujer" me habla. En aquel maldito lugar solo nos encontramos con monstruos, no hubo mujer alguna. Y si se refiere a esa cosa de aspecto femenino pues... sí, la he omitido pues no estaba seguro de qué decir al respecto. Esa cosa no estaba relacionada con la misión. ¿Y es por eso que está aquí, no? Quiere saber por qué se jodió toda la misión, ¿cierto



    ‎* Elijah miraba fijamente a los ojos del inquisidor. Su tono, aunque pudiera considerarse rebelde, en realidad no tenía intención de serlo; realmente hacía aquella pregunta con profundo interés y sin motivos ocultos. Si no fuera porque aquel inquisidor era consciente de su actitud, esto ya sería un problema aún más complicado; así que, por el momento, decidió seguirle la corriente para no levantar sospechas *



    ‎ — Exactamente, Elijah. La Santa Iglesia me envió aquí para descubrir qué ocurrió exactamente con la misión y nada más. Pero me llamó la atención que uno de tus compañeros, que se encuentra en estado de shock, no deja de mencionar a cierta "mujer". Ya si lo era o no, solo tú puedes decírmelo. Incluso si no tiene mucho que ver con la misión, lo cierto es que aquella presencia tuvo algo que ver con lo catastrófica que resultó la situación... ¿o me equivoco?



    ‎ * Elijah bajaba la mirada mientras apretaba los dientes al recordar cómo todo pasó de un reconocimiento a un desorden de sombra y sangre. De repente, sintió una punzada de dolor en su nuca, justo en el lugar donde recibió aquel golpe que lo dejó inconsciente. En su mente, todavía veía con recelo la misteriosa presencia y la mirada de Caspian que, por un segundo antes del desastre, no pareció de fe... sino de terror puro *



    ‎ — Ah... Está bien, voy a contarle. Pero le digo de una vez que todo eso me es confuso incluso a mí, pues para cuando nos encontramos con esa cosa, el caballero ya se encontraba en el lugar, por lo que la mayor interacción con esa cosa la tuvo el mismísimo Caspian...



    ‎ * Elijah procedió a contar nuevamente los acontecimientos de la misión, pero esta vez incluyendo a cierto individuo que, para su desconocimiento, tenía mucho más que ver con lo ocurrido de lo que dejaba pensar *
    ‎ — ¿Hmm? —El joven pelirrojo apenas abría los ojos por... ¿tercera vez en las doce horas transcurridas? No estaba seguro. ‎ ‎ ‎ ‎***Plic... Plic... Plic... Plic...*** ‎ ‎ ‎ ‎ * El tenue sonido del suero goteando era lo único que se escuchaba en aquella sala de piedra. Aquel ruido era como un metrónomo, uno que le recordaba a Elijah que ya no estaba en el caos del campo de batalla que hace unas cuantas horas le parecía su perdición. Vítkov se mantenía sentado con los ojos entreabiertos, mirando la lámpara que iluminaba fuertemente aquel lugar, pero principalmente el sitio donde él se encontraba. Sus manos se hallaban débilmente apoyadas en la mesa, boca arriba; sus nudillos, enrojecidos, estaban destrozados y aún quedaban restos de esa ceniza grisácea que no parecía humana en el pantalón de su uniforme. ‎Su mirada descendió hasta su brazo derecho, que tenía aquella intravenosa que lo conectaba al suero; luego pasó a la de la otra persona presente en el lugar. No era cualquiera... Era un inquisidor, cuya silueta apenas se recortaba contra la puerta. El hombre golpeó la mesa con una carpeta que llevaba el sello de cera roja del Vaticano * ‎ ‎ ‎ ‎ — Veo que volviste a abrir los ojos, Vítkov... Vamos a repetirlo una vez más. El activo del Gladius Dei, Caspian, fue reportado como desaparecido en combate. Tú eres el único que hasta ahora se mantiene consciente de los otros siete que regresaron conti... — Elijah veía al inquisidor con una seriedad absoluta. No le importaba si sus palabras intentaban sonar como un halago; él no estaba dispuesto a continuar con esto y se lo iba a dejar en claro interrumpiéndolo de forma respetuosa: ‎ ‎ ‎ ‎ — Sí, eso ya me lo dejó en claro, monseñor. Pero me temo que, sin importar cuántas veces venga a mí con las mismas preguntas, yo no puedo decirle lo que quiere; pues todo lo que he hablado y repetido hasta ahora es todo lo que sé, señor... ‎ ‎ ‎ ‎ * El inquisidor miraba con reproche al joven que le había interrumpido. Si las circunstancias fueran diferentes, seguro que le habría reprendido por su osadía, pero esta vez era distinto; tenía que ser cuidadoso con lo que hacía. Por eso, a pesar de lo que sabía, optó por mencionarle al joven eslovaco algo que podría refrescar su memoria: * ‎ ‎ ‎ ‎ — Está bien, joven Vítkov. Yo no te pido que te inventes una historia alterna de todos los acontecimientos que me contaste desde que tuvieron contacto con el objetivo hasta que llegaron a los sótanos de esta catedral. No; ahora te pido algo más simple que, de hecho, has omitido... Cuéntame sobre la mujer que encontraron. ‎ ‎ ‎ ‎ * La voz del inquisidor se tornaba más seria al hablar de "la mujer". Los ojos de Elijah se abrieron un poco ante la mención de esa cosa como si fuera humana siquiera. Una sonrisa cínica, pero adolorida se hizo presente en el rostro magullado del joven eslovaco mientras acercaba lentamente su torso vendado —que hasta ahora se había mantenido cuidadosamente recostado del espaldar de la silla— a la mesa para contestarle * ‎ ‎ ‎ ‎ — Oh... Discúlpeme, monseñor, pero no sé de qué "mujer" me habla. En aquel maldito lugar solo nos encontramos con monstruos, no hubo mujer alguna. Y si se refiere a esa cosa de aspecto femenino pues... sí, la he omitido pues no estaba seguro de qué decir al respecto. Esa cosa no estaba relacionada con la misión. ¿Y es por eso que está aquí, no? Quiere saber por qué se jodió toda la misión, ¿cierto ‎ ‎ ‎ ‎* Elijah miraba fijamente a los ojos del inquisidor. Su tono, aunque pudiera considerarse rebelde, en realidad no tenía intención de serlo; realmente hacía aquella pregunta con profundo interés y sin motivos ocultos. Si no fuera porque aquel inquisidor era consciente de su actitud, esto ya sería un problema aún más complicado; así que, por el momento, decidió seguirle la corriente para no levantar sospechas * ‎ ‎ ‎ ‎ — Exactamente, Elijah. La Santa Iglesia me envió aquí para descubrir qué ocurrió exactamente con la misión y nada más. Pero me llamó la atención que uno de tus compañeros, que se encuentra en estado de shock, no deja de mencionar a cierta "mujer". Ya si lo era o no, solo tú puedes decírmelo. Incluso si no tiene mucho que ver con la misión, lo cierto es que aquella presencia tuvo algo que ver con lo catastrófica que resultó la situación... ¿o me equivoco? ‎ ‎ ‎ ‎ * Elijah bajaba la mirada mientras apretaba los dientes al recordar cómo todo pasó de un reconocimiento a un desorden de sombra y sangre. De repente, sintió una punzada de dolor en su nuca, justo en el lugar donde recibió aquel golpe que lo dejó inconsciente. En su mente, todavía veía con recelo la misteriosa presencia y la mirada de Caspian que, por un segundo antes del desastre, no pareció de fe... sino de terror puro * ‎ ‎ ‎ ‎ — Ah... Está bien, voy a contarle. Pero le digo de una vez que todo eso me es confuso incluso a mí, pues para cuando nos encontramos con esa cosa, el caballero ya se encontraba en el lugar, por lo que la mayor interacción con esa cosa la tuvo el mismísimo Caspian... ‎ ‎ ‎ ‎ * Elijah procedió a contar nuevamente los acontecimientos de la misión, pero esta vez incluyendo a cierto individuo que, para su desconocimiento, tenía mucho más que ver con lo ocurrido de lo que dejaba pensar *
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  • "La salida"
    Fandom Supernatural
    Categoría Drama
    ㅤㅤㅤ
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ∽『𝗦𝗧𝗔𝗥𝗧𝗘𝗥』∽
    ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ ˛‍ ‍𝐃𝐄𝐀𝐍 𝐖𝐈𝐍𝐂𝐇𝐄𝐒𝐓𝐄𝐑



    ㅤㅤㅤㅤㅤYa no recordaba como era el mundo antes de que se desatara el apocalipsis. No recordaba la sensación de la luz del sol sobre la piel, o el olor del aire puro. Los recuerdos de aquella vida se iban disipando poco a poco cada día a pesar de que Holly Singer se esforzaba por mantenerlos vivos en sus recuerdos. “Mamá, Daniel, la pizza los sábados, el Roadhouse de los Harvelle, la tarta de manzana de mamá, gofres, cumpleaños”. Cada día intentaba variar esa lista. Cada día intentaba recordar algo distinto. Pero día tras día, año tras año, era más y más difícil.

    El mundo no era el mismo, su pueblo ya no existía, su casa apenas era un cascarón vacío. Y ella era diferente. Había aprendido tantas cosas que una chica de su edad no debería de haber aprendido: armas, mitología, enoquiano, el cielo, el infierno… Al principio su padre había intentado protegerla, mantenerla al margen pero fue un amigo de la familia, Gideon (a quien Holly llamaba cariñosamente “tío Gideon”, quien le dio un rapapolvo a Bobby y le hizo ver que el único modo de proteger a Holly era enseñarla a sobrevivir.

    No había sido fácil y apenas divertido. Huesos rotos, esguinces y magulladuras fueron su bandera durante aquellos primeros años. Pero mejoró. Holly dejó de ser una simple aprendiz que limpiaba pistolas y dagas para ser una rastreadora. Después su puntería la hizo destacar entre los cazadores y supervivientes. Y más tarde era de las primeras en vanguardia en los enfrentamientos contra las huestes de Miguel.

    ¿Quién iba a decir que los demonios serian el menor de los problemas de cazadores y humanos? ¿Quién iba a decir que Miguel, después de vencer a su hermano Lucifer, provocaría un genocidio en masa y esclavizaría a todos los humanos que se le pusieran a tiro?

    El mundo se había echado a perder tan rapido que costaba creer que todo aquello podría tener un final o luz después de un túnel demasiado largo.

    Los rostros nuevos no eran habituales, por eso cuando su padre regresó un día, meses atrás, con dos personas tras él, se convirtieron en novedad. Mary Winchester y Jack Kline. Aparentemente normales, con el paso de las semanas terminaron confesando la realidad. Venían de otro mundo, por loco y desquiciado que sonase. Y Jack era un nefilim. Contra todo pronóstico, lo único que resonaba extraño para Holly en todo aquello era que existieran mundos paralelos. En cuanto a la realidad de Jack… Lo cierto era que los nefilim eran algo a lo que Holly y Bobby estaban acostumbrados. Y es que meses atrás habían acogido en su grupo al grupo de supervivientes al cual pertenecían Gideon y su novia, Elle. Y Elle guardaban un secreto enorme…

    -Mis hijos vendrán a buscarme

    Eso era lo que repetía Mary una y otra vez. Y, con el paso del tiempo con mayor preocupación a medida que todos eran conscientes del peligro que todos enfrentaban en aquel planeta. Miguel buscaba a Mary y al chico y para ellos sus medidas eran cada vez más y más sanguinarias y muy poco humanitarias. Tortura física. Dolor psicológico…

    Poco después de Mary y Jack llegó un hombre llamado Arthur Ketch quien, al parecer compartía un pasado con la propia Mary. Aunque ninguno hablaba de aquello. Era educado, serio y frustrantemente inglés. Y había algo en él que a Holly no terminaba de gustarle del todo. Puede que por esa razon, el británico se ofreciera voluntario para las tareas más complicadas: misiones de rescate, de reconocimiento…

    Cuando, aquella mañana, las protecciones y los hechizos advirtieron de la presencia de ángeles en la frontera del campamento todos se temían lo peor. No podían imaginar, por supuesto, que quienes habían llegado a sus “puertas” eran hombres y ángeles llegados de otro mundo. Dean Winchester, Castiel (quien nada tenía que ver con el Castiel que era mano derecha de Miguel, su torturador de primera), Gabriel…



    #Personajes3D #3D #Comunidad3D #NuevoStarter #Supernatural
    ㅤㅤㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ∽『𝗦𝗧𝗔𝗥𝗧𝗘𝗥』∽ ㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤㅤ [IMPALA67] ㅤ ㅤ ㅤ ㅤㅤㅤㅤㅤYa no recordaba como era el mundo antes de que se desatara el apocalipsis. No recordaba la sensación de la luz del sol sobre la piel, o el olor del aire puro. Los recuerdos de aquella vida se iban disipando poco a poco cada día a pesar de que Holly Singer se esforzaba por mantenerlos vivos en sus recuerdos. “Mamá, Daniel, la pizza los sábados, el Roadhouse de los Harvelle, la tarta de manzana de mamá, gofres, cumpleaños”. Cada día intentaba variar esa lista. Cada día intentaba recordar algo distinto. Pero día tras día, año tras año, era más y más difícil. El mundo no era el mismo, su pueblo ya no existía, su casa apenas era un cascarón vacío. Y ella era diferente. Había aprendido tantas cosas que una chica de su edad no debería de haber aprendido: armas, mitología, enoquiano, el cielo, el infierno… Al principio su padre había intentado protegerla, mantenerla al margen pero fue un amigo de la familia, Gideon (a quien Holly llamaba cariñosamente “tío Gideon”, quien le dio un rapapolvo a Bobby y le hizo ver que el único modo de proteger a Holly era enseñarla a sobrevivir. No había sido fácil y apenas divertido. Huesos rotos, esguinces y magulladuras fueron su bandera durante aquellos primeros años. Pero mejoró. Holly dejó de ser una simple aprendiz que limpiaba pistolas y dagas para ser una rastreadora. Después su puntería la hizo destacar entre los cazadores y supervivientes. Y más tarde era de las primeras en vanguardia en los enfrentamientos contra las huestes de Miguel. ¿Quién iba a decir que los demonios serian el menor de los problemas de cazadores y humanos? ¿Quién iba a decir que Miguel, después de vencer a su hermano Lucifer, provocaría un genocidio en masa y esclavizaría a todos los humanos que se le pusieran a tiro? El mundo se había echado a perder tan rapido que costaba creer que todo aquello podría tener un final o luz después de un túnel demasiado largo. Los rostros nuevos no eran habituales, por eso cuando su padre regresó un día, meses atrás, con dos personas tras él, se convirtieron en novedad. Mary Winchester y Jack Kline. Aparentemente normales, con el paso de las semanas terminaron confesando la realidad. Venían de otro mundo, por loco y desquiciado que sonase. Y Jack era un nefilim. Contra todo pronóstico, lo único que resonaba extraño para Holly en todo aquello era que existieran mundos paralelos. En cuanto a la realidad de Jack… Lo cierto era que los nefilim eran algo a lo que Holly y Bobby estaban acostumbrados. Y es que meses atrás habían acogido en su grupo al grupo de supervivientes al cual pertenecían Gideon y su novia, Elle. Y Elle guardaban un secreto enorme… -Mis hijos vendrán a buscarme Eso era lo que repetía Mary una y otra vez. Y, con el paso del tiempo con mayor preocupación a medida que todos eran conscientes del peligro que todos enfrentaban en aquel planeta. Miguel buscaba a Mary y al chico y para ellos sus medidas eran cada vez más y más sanguinarias y muy poco humanitarias. Tortura física. Dolor psicológico… Poco después de Mary y Jack llegó un hombre llamado Arthur Ketch quien, al parecer compartía un pasado con la propia Mary. Aunque ninguno hablaba de aquello. Era educado, serio y frustrantemente inglés. Y había algo en él que a Holly no terminaba de gustarle del todo. Puede que por esa razon, el británico se ofreciera voluntario para las tareas más complicadas: misiones de rescate, de reconocimiento… Cuando, aquella mañana, las protecciones y los hechizos advirtieron de la presencia de ángeles en la frontera del campamento todos se temían lo peor. No podían imaginar, por supuesto, que quienes habían llegado a sus “puertas” eran hombres y ángeles llegados de otro mundo. Dean Winchester, Castiel (quien nada tenía que ver con el Castiel que era mano derecha de Miguel, su torturador de primera), Gabriel… ㅤ #Personajes3D #3D #Comunidad3D #NuevoStarter #Supernatural
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  • Axel Koroved Ekaterina Smirnova Dr Sniffles Stuart ᴬⁿᵗᵉᵃᵗᵉʳ

    El puerto huele a sal vieja, gasóleo y metal caliente.

    De esos lugares donde los barcos no preguntan por qué, solo cuándo.
    He alquilado un navío militar retirado del servicio activo.

    Demasiado grande para una excursión. Demasiado armado para un viaje turístico. Lo he pagado con dinero que, técnicamente, no debería existir: regalos robados en Navidad junto a mi hija 001. El espíritu festivo tiene usos más prácticos de lo que la gente cree.

    El casco del barco lleva cicatrices reales. No decorativas.
    Eso me tranquiliza.

    Extiendo el mapa infantil sobre una caja de suministros, sujetándolo con una llave inglesa para que el viento no lo doble. Los colores siguen siendo absurdamente vivos bajo la luz gris del amanecer. Barcos sonrientes. Pulpos felices. Un camino de puntos rojos que parece burlarse de cualquiera con estudios.

    No me burlo.

    La profesora Faust lo cotejó durante semanas. Cartografía antigua, corrientes imposibles, rutas descartadas por “fenómenos no reproducibles”. Cuando terminó, solo dijo una cosa:

    —Si ese mapa pertenece al mundo real… el único lugar donde puede existir es el Triángulo de las Bermudas.

    No lo dijo con miedo.
    Lo dijo con respeto.

    Guardo el mapa con cuidado, como si pudiera escucharme. El barco responde con un crujido grave, casi impaciente. En el muelle, las gaviotas observan demasiado quietas. El mar está calmado, pero no es una calma honesta: es la de algo que espera.
    Reviso el cargamento.

    Combustible. Provisiones. Equipo de navegación. Armamento justo para no parecer una amenaza… y suficiente para no ser una víctima.
    Levanto la vista hacia el puerto y hablo, clara, sin elevar la voz:

    —No prometo tesoros.
    —No prometo seguridad.
    —Prometo una historia que nadie más se atrevería a comprobar.

    El barco está listo.
    El mapa también.
    Y el mar…
    el mar ya sabe que vamos hacia él.

    El Dr. Sniffles nos espera a bordo.
    [Akly_5] [soviet_experiment] [Sn1ffles] El puerto huele a sal vieja, gasóleo y metal caliente. De esos lugares donde los barcos no preguntan por qué, solo cuándo. He alquilado un navío militar retirado del servicio activo. Demasiado grande para una excursión. Demasiado armado para un viaje turístico. Lo he pagado con dinero que, técnicamente, no debería existir: regalos robados en Navidad junto a mi hija 001. El espíritu festivo tiene usos más prácticos de lo que la gente cree. El casco del barco lleva cicatrices reales. No decorativas. Eso me tranquiliza. Extiendo el mapa infantil sobre una caja de suministros, sujetándolo con una llave inglesa para que el viento no lo doble. Los colores siguen siendo absurdamente vivos bajo la luz gris del amanecer. Barcos sonrientes. Pulpos felices. Un camino de puntos rojos que parece burlarse de cualquiera con estudios. No me burlo. La profesora Faust lo cotejó durante semanas. Cartografía antigua, corrientes imposibles, rutas descartadas por “fenómenos no reproducibles”. Cuando terminó, solo dijo una cosa: —Si ese mapa pertenece al mundo real… el único lugar donde puede existir es el Triángulo de las Bermudas. No lo dijo con miedo. Lo dijo con respeto. Guardo el mapa con cuidado, como si pudiera escucharme. El barco responde con un crujido grave, casi impaciente. En el muelle, las gaviotas observan demasiado quietas. El mar está calmado, pero no es una calma honesta: es la de algo que espera. Reviso el cargamento. Combustible. Provisiones. Equipo de navegación. Armamento justo para no parecer una amenaza… y suficiente para no ser una víctima. Levanto la vista hacia el puerto y hablo, clara, sin elevar la voz: —No prometo tesoros. —No prometo seguridad. —Prometo una historia que nadie más se atrevería a comprobar. El barco está listo. El mapa también. Y el mar… el mar ya sabe que vamos hacia él. El Dr. Sniffles nos espera a bordo.
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  • Too much of the past for one to memorize

    Too many words remained for one to read through the lines

    Every living soul in the fray, striving for their own safe place

    Too much of the past for one to memorize Too many words remained for one to read through the lines Every living soul in the fray, striving for their own safe place
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  • Esto se ha publicado como Out Of Character. Tenlo en cuenta al responder.
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    // aun se busca personajes de fandom de Record Of Ragnarok ay pesonajes libres .
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  • Bueno mi querido Daozhang... Comencemos con este pequeño trato.. "Ayudarte en lo que quieras sin comerte.. ~"

    Yo lo encuentro difícil pero soy esposo de palabra... Intentaremos con una semana. . Pero si no funciona tenle compasión a tu esposo coff cofr..


    Daozhang Xiao Xingchen
    Bueno mi querido Daozhang... Comencemos con este pequeño trato.. "Ayudarte en lo que quieras sin comerte.. ~" Yo lo encuentro difícil pero soy esposo de palabra... Intentaremos con una semana. . Pero si no funciona tenle compasión a tu esposo coff cofr.. [Daozhang_XiaoXingchen]
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  • 𝐋𝐚 𝐩𝐢𝐳𝐳𝐚 𝑺𝑰𝑵 𝑨𝑪𝑬𝑰𝑻𝑼𝑵𝑨𝑺 𝐩𝐨𝐫 𝐟𝐚𝐯𝐨𝐫.
    Fandom DMC
    Categoría Acción
    Dante estaba dormido en su asiento, frente al escritorio de su despacho, con los pies sobre el escritorio y una revista de modelos ligeras de ropa sobre la cara.

    Respiraba tan profundamente que casi parecía que estaba roncando ¡Pero no!

    Sobre el escritorio había papeleo, más concretamente facturas por pagar, en una de ellas había un aviso de embargo, pronto cortarían la luz, también había una foto de una mujer rubia vestida de rojo, y un teléfono. Aquel teléfono era la razón por la que Dante estaba atravesando algunos problemas financieros, ya no llamaban al cazador de Demonios, estaba teniendo una muy mala racha.

    ¡PLAF! La luz se apagó de repente y el suave zumbido de la electricidad que recorría el despacho había desaparecido, pero había algo... algo más...

    Casi como un resorte Dante se levantó de un salto y de una patada lanzó el escritorio por los aire chocando contra algo que pareció morir al instante, un ser grotesco y horrible, un demonio.

    — ¿Ni echarme la siesta? ¿Enserio?

    Se quejó Dante que desenfundaba sus dos pistolas para apuntar a un nuevo demonio que había aparecido en la sala, no dudó ni un solo segundo en soltar una ráfaga de disparos que dejó al demonio quieto en el aire, en un movimiento elegante y extremadamente "Dante", hizo que su gabardina ondease al viento mientras desenvainaba su espada, Rebelion.

    — ¡Bailemos!

    Dijo el hombre de níveos cabellos que se disponía a saltar contra el demonio y partirlo por la mitad, y de hecho así lo hizo. Aquella vez había sido fácil, acabar con dos demonios a cambio de un escritorio de roble macizo, iba a tener que buscar dinero de donde fuera, pero entonces la puerta de su despacho se abrió, alguien necesitaba a Dante y a sus habilidades de cazador de demonios.

    — ¡Aguarda! Sea lo que sea, me lo cuentas con una pizza sin aceitunas, por favor.

    Una sonrisa socarrona se dibujó en los labios de Dante para seguidamente guiñarle el ojo a su interlocutor.
    Dante estaba dormido en su asiento, frente al escritorio de su despacho, con los pies sobre el escritorio y una revista de modelos ligeras de ropa sobre la cara. Respiraba tan profundamente que casi parecía que estaba roncando ¡Pero no! Sobre el escritorio había papeleo, más concretamente facturas por pagar, en una de ellas había un aviso de embargo, pronto cortarían la luz, también había una foto de una mujer rubia vestida de rojo, y un teléfono. Aquel teléfono era la razón por la que Dante estaba atravesando algunos problemas financieros, ya no llamaban al cazador de Demonios, estaba teniendo una muy mala racha. ¡PLAF! La luz se apagó de repente y el suave zumbido de la electricidad que recorría el despacho había desaparecido, pero había algo... algo más... Casi como un resorte Dante se levantó de un salto y de una patada lanzó el escritorio por los aire chocando contra algo que pareció morir al instante, un ser grotesco y horrible, un demonio. — ¿Ni echarme la siesta? ¿Enserio? Se quejó Dante que desenfundaba sus dos pistolas para apuntar a un nuevo demonio que había aparecido en la sala, no dudó ni un solo segundo en soltar una ráfaga de disparos que dejó al demonio quieto en el aire, en un movimiento elegante y extremadamente "Dante", hizo que su gabardina ondease al viento mientras desenvainaba su espada, Rebelion. — ¡Bailemos! Dijo el hombre de níveos cabellos que se disponía a saltar contra el demonio y partirlo por la mitad, y de hecho así lo hizo. Aquella vez había sido fácil, acabar con dos demonios a cambio de un escritorio de roble macizo, iba a tener que buscar dinero de donde fuera, pero entonces la puerta de su despacho se abrió, alguien necesitaba a Dante y a sus habilidades de cazador de demonios. — ¡Aguarda! Sea lo que sea, me lo cuentas con una pizza sin aceitunas, por favor. Una sonrisa socarrona se dibujó en los labios de Dante para seguidamente guiñarle el ojo a su interlocutor.
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