⤹ Rol con
Belial
—Arthur llevaba noches sin dormir. Rara vez lo hacía sin Nyx acurrucado en la cama con él y, lo cierto es, que nunca lo hacía solo, ya fuera con su familiar o con otra persona, siempre dormía acompañado. Eso, normalmente, mantenía las pesadillas a raya. Pero llevaba unas cuantas noches que ni eso ayudaba. Se despertaba en mitad de la noche, sudores fríos recorriendo su espalda, susurros que se filtraban entre los muros, que parecían seguir escuchándose a pesar de haber despertado ya de su sueño.
Se frotó los ojos, antes de bufar, cansado ya de aquella situación. Se levantó de golpe, poniéndose su bata de seda para salir de la habitación. Nyx, para no variar, se fue detrás de él. Su primera parada fue en la cocina. No iba a poder pegar ojo, así que tampoco iba a intentarlo ya. Se hizo un buen café, cargado, con bastante leche y azúcar, aunque acabó cogiendo tanto la cafetera, como el cartón de leche y el tarro del azúcar; y se fue con este a la biblioteca. Tomó asiento, un libro, y comenzó a leer. Por supuesto era todo sobre magia, y temas bastante específicos.
Tenía la sensación de que aquellas pesadillas y aquellos susurros no eran solo eso, que había algo detrás de todo aquello. El zorro lo notaba también, pues siempre que se despertaba lo veía mirando a todos lados, con el pelaje del lomo erizado y enseñando los dientes. Algo o alguien era responsable de aquel tormento y el brujo estaba más que dispuesto a averiguar de qué se trataba y ponerle fin. Y, aunque sabía mucho por los años que había pasado leyendo cada libro, tomo y manual de aquella biblioteca, aún había cosas que se le escapaban. Aquello parecía ser una de ellas.
Poco a poco, la mesa que tenía delante se iba llenando de libros y la cafetera se iba vaciando poco a poco. Pero Arthur seguía despierto y sin averiguar nada sustancial. Ya había leído sobre todo tipo de casas encantadas, espíritus vengativos y demás, nada que no supiera ya, y nada que encajase del todo con lo que estaba pasando. Había algún detalle que desconocía, una pieza sin la cual no podía completar el rompecabezas. Y no la iba a encontrar en aquellos libros, eso estaba claro—
⤹ Rol con [999Belial666]
—Arthur llevaba noches sin dormir. Rara vez lo hacía sin Nyx acurrucado en la cama con él y, lo cierto es, que nunca lo hacía solo, ya fuera con su familiar o con otra persona, siempre dormía acompañado. Eso, normalmente, mantenía las pesadillas a raya. Pero llevaba unas cuantas noches que ni eso ayudaba. Se despertaba en mitad de la noche, sudores fríos recorriendo su espalda, susurros que se filtraban entre los muros, que parecían seguir escuchándose a pesar de haber despertado ya de su sueño.
Se frotó los ojos, antes de bufar, cansado ya de aquella situación. Se levantó de golpe, poniéndose su bata de seda para salir de la habitación. Nyx, para no variar, se fue detrás de él. Su primera parada fue en la cocina. No iba a poder pegar ojo, así que tampoco iba a intentarlo ya. Se hizo un buen café, cargado, con bastante leche y azúcar, aunque acabó cogiendo tanto la cafetera, como el cartón de leche y el tarro del azúcar; y se fue con este a la biblioteca. Tomó asiento, un libro, y comenzó a leer. Por supuesto era todo sobre magia, y temas bastante específicos.
Tenía la sensación de que aquellas pesadillas y aquellos susurros no eran solo eso, que había algo detrás de todo aquello. El zorro lo notaba también, pues siempre que se despertaba lo veía mirando a todos lados, con el pelaje del lomo erizado y enseñando los dientes. Algo o alguien era responsable de aquel tormento y el brujo estaba más que dispuesto a averiguar de qué se trataba y ponerle fin. Y, aunque sabía mucho por los años que había pasado leyendo cada libro, tomo y manual de aquella biblioteca, aún había cosas que se le escapaban. Aquello parecía ser una de ellas.
Poco a poco, la mesa que tenía delante se iba llenando de libros y la cafetera se iba vaciando poco a poco. Pero Arthur seguía despierto y sin averiguar nada sustancial. Ya había leído sobre todo tipo de casas encantadas, espíritus vengativos y demás, nada que no supiera ya, y nada que encajase del todo con lo que estaba pasando. Había algún detalle que desconocía, una pieza sin la cual no podía completar el rompecabezas. Y no la iba a encontrar en aquellos libros, eso estaba claro—