"Desde pequeño siempre se sintió atraído por la naturaleza. Estaba maravillado por la gran cantidad de colores que las islas podían ofrecer, el frío nunca fue un impedimento para la diversidad.
En los días soleados pasaba horas jugando después de terminar sus estudios. Ni siquiera nosotros somos capaces de imaginar cuántas historias inventó, cuántas veces salvó al mundo o a cuántos villanos derrotó. Incluso desde pequeño se esforzó por no decepcionarnos jamás, aunque nunca dejó de salir a explorar y conocer toda la belleza que el mundo tiene para ofrecer.
¿Qué más podríamos desear que su felicidad? Aún no somos capaces de hablarle de las maldades de este mundo, de que no todo esfuerzo obtiene recompensa y de que la justicia puede ser tan escasa como los girasoles en nuestras tierras.
Aun así, creemos que algo sospecha. ¿Será por eso que a veces observa el cielo? Justo allí parece olvidar las risas. Creo que sería bueno preguntarle en qué piensa en esos momentos."
…
No es el mismo campo; el mar ya no está tan cerca y los fríos escandinavos son más calmos. Las heladas ahuyentan almas curiosas y melancólicas por igual. Está bien: no estaba esperando a nadie, tampoco estaba trabajando en ese momento.
Ya había pasado el mediodía. Quizá sentarse en el pequeño local era una buena idea: un café, alguna comida caliente y dejarse llevar por otros pensamientos antes de la llegada del atardecer.
«El frío no es bueno para los girasoles, pero son perennes…»
"Desde pequeño siempre se sintió atraído por la naturaleza. Estaba maravillado por la gran cantidad de colores que las islas podían ofrecer, el frío nunca fue un impedimento para la diversidad.
En los días soleados pasaba horas jugando después de terminar sus estudios. Ni siquiera nosotros somos capaces de imaginar cuántas historias inventó, cuántas veces salvó al mundo o a cuántos villanos derrotó. Incluso desde pequeño se esforzó por no decepcionarnos jamás, aunque nunca dejó de salir a explorar y conocer toda la belleza que el mundo tiene para ofrecer.
¿Qué más podríamos desear que su felicidad? Aún no somos capaces de hablarle de las maldades de este mundo, de que no todo esfuerzo obtiene recompensa y de que la justicia puede ser tan escasa como los girasoles en nuestras tierras.
Aun así, creemos que algo sospecha. ¿Será por eso que a veces observa el cielo? Justo allí parece olvidar las risas. Creo que sería bueno preguntarle en qué piensa en esos momentos."
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No es el mismo campo; el mar ya no está tan cerca y los fríos escandinavos son más calmos. Las heladas ahuyentan almas curiosas y melancólicas por igual. Está bien: no estaba esperando a nadie, tampoco estaba trabajando en ese momento.
Ya había pasado el mediodía. Quizá sentarse en el pequeño local era una buena idea: un café, alguna comida caliente y dejarse llevar por otros pensamientos antes de la llegada del atardecer.
«El frío no es bueno para los girasoles, pero son perennes…»