• Hm..
    Debería entrar en casa — susurro, observando la nieve del alrededor, soportando el frío.—
    Está tan bonito..
    Hm.. Debería entrar en casa — susurro, observando la nieve del alrededor, soportando el frío.— Está tan bonito..
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  • La luna teñida de carmesí.
    Fandom OC
    Categoría Fantasía
    (( Rol cerrado con Dark Urge ))

    Kazuo caminaba lentamente por el bosque, el crepúsculo envolviendo el paisaje en tonos cálidos de dorado y rojo. Su cabello negro caía en mechones suaves sobre su cuello, moviéndose al compás de la brisa, mientras sus ojos azules, brillantes como el reflejo del cielo en un lago profundo, se mantenían atentos a los detalles de su entorno. Cada rincón del bosque era suyo, y el kitsune lo consideraba un santuario que vigilaba con devoción y diligencia.

    Sin embargo, esa tarde el aire se sintió distinto. Un aroma espeso, metálico, flotaba entre los árboles, opacando los perfumes de la tierra y las flores. Kazuo detuvo su andar, frunciendo el ceño. Su conexión con el bosque le advertía de un desequilibrio. El origen de esa sensación no tardó en revelarse.

    Siguiendo el hedor de la sangre, Kazuo llegó a un claro donde la luz del atardecer se mezclaba con el rojo vivo de un espectáculo grotesco. Cadáveres de animales, mutilados y desechados como juguetes rotos, decoraban el suelo. Las sombras de los árboles parecían intensificar la brutalidad del panorama, creando una escena tan repulsiva como inquietante.

    En el centro del caos, un joven de largos cabellos blancos descansaba sobre la hierba teñida de carmesí. Su piel, pálida como la nieve, contrastaba con las manchas de sangre que cubrían sus manos, su ropa ligera y su rostro inexpresivo. En sus manos aún sostenía una liebre, su cuello en un ángulo extraño incompatible con la vida,

    Kazuo salió de entre los árboles con pasos silenciosos, como los de un felino, observando la escena en silencio. No era raro que los mortales perturbasen su bosque, pero este individuo era diferente. Su aura era ponzoñosa, antigua, arcana. Los ojos del joven, de un color rosado apagado, reflejaban un vacío desconcertante. No había ira, ni tristeza, ni siquiera placer en su expresión. Solo un tedio inquietante, como si la destrucción a su alrededor no fuera más que un pasatiempo pasajero.

    El kitsune dio un ultimo paso.

    —¿Ya te aburriste de usar mi bosque como tu lienzo? —preguntó Kazuo con un tono inquietanteme

    Las auras de ambos eran poderosas, tan similares como contrarias. Kazuo: un demonio, hijo de la deidad Inari, un kitsune en la cúspide de su poder con sus nueve colas. Su aura era pura, como el agua virgen de la montaña. Y aquel joven: de belleza etérea, casi irreal como la de Kazuo. Su aura evocaba un miasma desagradable que contrastaba con la del zorro. Era como si la antítesis del otro estuviese cara a cara.
    (( Rol cerrado con [darkurge13] )) Kazuo caminaba lentamente por el bosque, el crepúsculo envolviendo el paisaje en tonos cálidos de dorado y rojo. Su cabello negro caía en mechones suaves sobre su cuello, moviéndose al compás de la brisa, mientras sus ojos azules, brillantes como el reflejo del cielo en un lago profundo, se mantenían atentos a los detalles de su entorno. Cada rincón del bosque era suyo, y el kitsune lo consideraba un santuario que vigilaba con devoción y diligencia. Sin embargo, esa tarde el aire se sintió distinto. Un aroma espeso, metálico, flotaba entre los árboles, opacando los perfumes de la tierra y las flores. Kazuo detuvo su andar, frunciendo el ceño. Su conexión con el bosque le advertía de un desequilibrio. El origen de esa sensación no tardó en revelarse. Siguiendo el hedor de la sangre, Kazuo llegó a un claro donde la luz del atardecer se mezclaba con el rojo vivo de un espectáculo grotesco. Cadáveres de animales, mutilados y desechados como juguetes rotos, decoraban el suelo. Las sombras de los árboles parecían intensificar la brutalidad del panorama, creando una escena tan repulsiva como inquietante. En el centro del caos, un joven de largos cabellos blancos descansaba sobre la hierba teñida de carmesí. Su piel, pálida como la nieve, contrastaba con las manchas de sangre que cubrían sus manos, su ropa ligera y su rostro inexpresivo. En sus manos aún sostenía una liebre, su cuello en un ángulo extraño incompatible con la vida, Kazuo salió de entre los árboles con pasos silenciosos, como los de un felino, observando la escena en silencio. No era raro que los mortales perturbasen su bosque, pero este individuo era diferente. Su aura era ponzoñosa, antigua, arcana. Los ojos del joven, de un color rosado apagado, reflejaban un vacío desconcertante. No había ira, ni tristeza, ni siquiera placer en su expresión. Solo un tedio inquietante, como si la destrucción a su alrededor no fuera más que un pasatiempo pasajero. El kitsune dio un ultimo paso. —¿Ya te aburriste de usar mi bosque como tu lienzo? —preguntó Kazuo con un tono inquietanteme Las auras de ambos eran poderosas, tan similares como contrarias. Kazuo: un demonio, hijo de la deidad Inari, un kitsune en la cúspide de su poder con sus nueve colas. Su aura era pura, como el agua virgen de la montaña. Y aquel joven: de belleza etérea, casi irreal como la de Kazuo. Su aura evocaba un miasma desagradable que contrastaba con la del zorro. Era como si la antítesis del otro estuviese cara a cara.
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  • Las flores son mucho más bellas , de noche así de blancas como la nieve ¿Aunque nunca ví la nieve?
    Las flores son mucho más bellas , de noche así de blancas como la nieve ¿Aunque nunca ví la nieve?
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  • 𝓐𝑡𝑎𝑟𝑎𝑥𝑖𝑎: 𝑡𝑟𝑎𝑛𝑞𝑢𝑖𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑑𝑒𝑙 𝑎𝑙𝑚𝑎 𝑦 𝑎𝑢𝑠𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑑𝑒 𝑝𝑎𝑠𝑖𝑜𝑛𝑒𝑠
    Fandom ACOTAR
    Categoría Slice of Life
    Había copas de zinc y de cristal tiradas por toda la cocina, era como si hubiera habido una fiesta de adolescentes en la casa del Viento, pero lo único que había pasado era Nesta Archeron.

    Rhysand una vez dijo que Velaris no estaba preparada para Nesta Archeron, y era cierto, realmente nadie estaba preparada para Lady Death afrontando sus errores y luchando por ellos, nadie estaba preparado para el renacimiento de las Valkyrias, ni para una fae que luchó contra el interior del caldero y salió de allí con sentencias de muerte por delante.

    Feyre era el corazón de La Corte Noche, era algo que estaba más que a la vista, Feyre era un Nexo entre todos, una unión perfecta de amor y entendimiento pero Nesta Archeron era una espada ejecutora, cortaría, decapitaría y laceraría a todo aquel que se propusiera dañar a sus hermanas, no solo a Elain y a Feyre, si no a Emerie y a Gwyn, a su nueva familia, La Corte Noche y por supuesto... a-

    Nesta abrió los ojos, había sido una noche dura de desgarrarse las cuerdas vocales entre gritos de frustración, entre bebidas y meditaciones, había hablado largo y tendido con aquella casa que parecía cuidarla y con su soledad.

    La soledad... aquella que tanto le dolía y le había dolido, aquella que la empujó a un error fatal.

    Nesta sabía bastante bien que toda su vida la habían hecho caminar por senderos que ni si quiera deseaba recorrer, su madre, su padre... que le robaran a su hermana y tener el valor de ir en busca de ella para recuperarla de vuelta, que terceras personas decidieran convertirla en una inmortal, uno o dos lazos de apareamiento no pedidos ni deseados, incluso un poder de pura muerte arrebatado con uñas y dientes de un poder superior.

    Había llegado a una conclusión, solo se debía lealtad a ella misma, y tal vez un poco a su Alta Lady y a su Alto Lord, pero sobre todo, primero iba ella, siempre ella. No iba a doblegarse ante nadie, no iba a romperse ante nadie y lo que había estado haciendo hasta aquel preciso momento era dejar que los demás la movieran en una marea incontrolable de ira, sufrimiento y desazón. Como si fuerran niños de trece años enfadados por haber jugado con juguetes ajenos. Azriel no tenía derecho a exigirle nada, tampoco Cassian, y de la misma forma ella tampoco tenía derecho a exigirle nada a ninguno de los dos, y aunque en parte lo entendía, la hipocresía del dolor se mantenía, por que en el fondo le dolía que Azriel se hubiera marchado o que Cassian no fuera ni capaz de mirarle a la cara, y que le doliera... ¿No era lo más humano del mundo?

    Poniéndose en pie para colocarse su uniforme invernal de Valkyria, a la vez que la Casa se deshacía de aquel estropicio que se había formado la noche anterior, a cada paso más se afianzaba en sus palabras y más segura estaba de su opinión.
    "Nesta Archeron, eres tuya y solo tuya, no eres de madre, no eres de Feyre, no eres de las Valkyrias, ni eres de Azriel, eres tuya".

    Se miró fijamente al espejo, y se sorprendió de la imagen que el espejo le devolvió. Nesta de humana había sido hermosa, pero de fae era devastadora, eso era un hecho, pero lo que vio fue a una mujer fuerte que lucharía con garras y colmillos, vio a una conquistadora y se sonrió a si misma, a su reflejo. Tal vez, por primera vez en años no deseaba morir, tal vez por primera vez en años sabía lo que quería hacer, tal vez por primera vez en años no se sintió rota. Se tenía a si misma.

    Su mente había hecho "Click", no había que huir, no debía de huir pues no había ningún peligro, ella /era/ el peligro.

    Se peinó los cabellos, recogiéndoselos y trenzándoselos, sus ojos azules grisáceos brillaron con el reflejo de las luces de la casa del viento, la casa la estaba halagando a su manera. Nesta colocó a Ataraxia en su funda y colgó esta en su cintura.

    La vida seguía como las cosas que no tenían mucho sentido, y tal vez las cosas que no tenían mucho sentido eran las que debían ser protegidas.

    Nesta salió de casa y dejó que la fría brisa invernal le acariciase las mejillas, pronto llegaría el solsticio de Invierno, y con ello la nieve sería permanente en las calles y las montañas.

    Nesta sonrió por la ironía de su pensamiento, toda su vida se la había pasado escalando montañas, y esta vez, volvería a escapar esa maldita montaña que tenía delante.

    Aquello lo pensó mirando fijamente el pico de la montaña Ramiel.
    Había copas de zinc y de cristal tiradas por toda la cocina, era como si hubiera habido una fiesta de adolescentes en la casa del Viento, pero lo único que había pasado era Nesta Archeron. Rhysand una vez dijo que Velaris no estaba preparada para Nesta Archeron, y era cierto, realmente nadie estaba preparada para Lady Death afrontando sus errores y luchando por ellos, nadie estaba preparado para el renacimiento de las Valkyrias, ni para una fae que luchó contra el interior del caldero y salió de allí con sentencias de muerte por delante. Feyre era el corazón de La Corte Noche, era algo que estaba más que a la vista, Feyre era un Nexo entre todos, una unión perfecta de amor y entendimiento pero Nesta Archeron era una espada ejecutora, cortaría, decapitaría y laceraría a todo aquel que se propusiera dañar a sus hermanas, no solo a Elain y a Feyre, si no a Emerie y a Gwyn, a su nueva familia, La Corte Noche y por supuesto... a- Nesta abrió los ojos, había sido una noche dura de desgarrarse las cuerdas vocales entre gritos de frustración, entre bebidas y meditaciones, había hablado largo y tendido con aquella casa que parecía cuidarla y con su soledad. La soledad... aquella que tanto le dolía y le había dolido, aquella que la empujó a un error fatal. Nesta sabía bastante bien que toda su vida la habían hecho caminar por senderos que ni si quiera deseaba recorrer, su madre, su padre... que le robaran a su hermana y tener el valor de ir en busca de ella para recuperarla de vuelta, que terceras personas decidieran convertirla en una inmortal, uno o dos lazos de apareamiento no pedidos ni deseados, incluso un poder de pura muerte arrebatado con uñas y dientes de un poder superior. Había llegado a una conclusión, solo se debía lealtad a ella misma, y tal vez un poco a su Alta Lady y a su Alto Lord, pero sobre todo, primero iba ella, siempre ella. No iba a doblegarse ante nadie, no iba a romperse ante nadie y lo que había estado haciendo hasta aquel preciso momento era dejar que los demás la movieran en una marea incontrolable de ira, sufrimiento y desazón. Como si fuerran niños de trece años enfadados por haber jugado con juguetes ajenos. Azriel no tenía derecho a exigirle nada, tampoco Cassian, y de la misma forma ella tampoco tenía derecho a exigirle nada a ninguno de los dos, y aunque en parte lo entendía, la hipocresía del dolor se mantenía, por que en el fondo le dolía que Azriel se hubiera marchado o que Cassian no fuera ni capaz de mirarle a la cara, y que le doliera... ¿No era lo más humano del mundo? Poniéndose en pie para colocarse su uniforme invernal de Valkyria, a la vez que la Casa se deshacía de aquel estropicio que se había formado la noche anterior, a cada paso más se afianzaba en sus palabras y más segura estaba de su opinión. "Nesta Archeron, eres tuya y solo tuya, no eres de madre, no eres de Feyre, no eres de las Valkyrias, ni eres de Azriel, eres tuya". Se miró fijamente al espejo, y se sorprendió de la imagen que el espejo le devolvió. Nesta de humana había sido hermosa, pero de fae era devastadora, eso era un hecho, pero lo que vio fue a una mujer fuerte que lucharía con garras y colmillos, vio a una conquistadora y se sonrió a si misma, a su reflejo. Tal vez, por primera vez en años no deseaba morir, tal vez por primera vez en años sabía lo que quería hacer, tal vez por primera vez en años no se sintió rota. Se tenía a si misma. Su mente había hecho "Click", no había que huir, no debía de huir pues no había ningún peligro, ella /era/ el peligro. Se peinó los cabellos, recogiéndoselos y trenzándoselos, sus ojos azules grisáceos brillaron con el reflejo de las luces de la casa del viento, la casa la estaba halagando a su manera. Nesta colocó a Ataraxia en su funda y colgó esta en su cintura. La vida seguía como las cosas que no tenían mucho sentido, y tal vez las cosas que no tenían mucho sentido eran las que debían ser protegidas. Nesta salió de casa y dejó que la fría brisa invernal le acariciase las mejillas, pronto llegaría el solsticio de Invierno, y con ello la nieve sería permanente en las calles y las montañas. Nesta sonrió por la ironía de su pensamiento, toda su vida se la había pasado escalando montañas, y esta vez, volvería a escapar esa maldita montaña que tenía delante. Aquello lo pensó mirando fijamente el pico de la montaña Ramiel.
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  • Había una vez una canción
    Categoría Acción
    https://youtu.be/IKmPci5VXz0?si=IP8Eax0FvKbWQjEh

    -en medio del acantilado en dónde un nido estaba siendo construido alejados de todo lo que tuviera contacto humano. El demonio de ropas negras que contrastaba ante el humano de luz se inclino para cantarle de sorpresa a su pajarillo en el oído -

    Sigo cruzando ríos
    Andando selvas, amando el Sol
    Cada día sigo sacando espinas
    De lo profundo del corazón
    En la noche, sigo encendiendo sueños
    Para limpiar con el humo sagrado cada recuerdo

    Cuando escriba tu nombre
    En la arena blanca con fondo azul
    Cuando mire al cielo
    En la forma cruel de una nube gris, aparezcas tú
    Una tarde suba una alta loma
    Mire el pasado, sabrás que no te he olvidado

    -salto del acantilado usando sus alas para mantenerse a vuelo rodeando al ser humano -

    Yo te llevo dentro, hasta la raíz
    Y por más que crezca, vas a estar aquí
    Aunque yo me oculte tras la montaña
    Y encuentre un campo lleno de caña
    No habrá manera, mi rayo de Luna
    Que tú te vayas

    -lo tomo de las manos para sacarlo del nido bailando un vals en el aire -

    Ouh, oh, ouh, oh
    Ouh, ooh, oh
    Ouh, oh, ouh, oh
    Ouh, ooh, oh

    Pienso que cada instante sobrevivido al caminar
    Y cada segundo de incertidumbre
    Cada momento de no saber
    Son la clave exacta de ese tejido
    Que ando cargando bajo la piel
    Así te protejo
    Aquí sigues dentro

    Yo te llevo dentro, hasta la raíz
    Y por más que crezca, vas a estar aquí
    Aunque yo me oculte tras la montaña
    Y encuentre un campo lleno de caña
    No habrá manera, mi rayo de Luna
    Que tú te vayas, que tú te vayas

    Yo te llevo dentro, hasta la raíz
    Y por más que crezca, vas a estar aquí
    Aunque yo me oculte tras la montaña
    Y encuentre un campo lleno de caña
    No habrá manera, mi rayo de Luna
    Que tú te vayas, que tú te vayas

    Oh, oh, oh, oh
    Oh, oh, oh
    Oh, oh, oh, oh
    Oh, oh, oh

    Oh, oh, oh, oh
    Oh, oh, oh
    Oh, oh, oh, oh
    Oh, oh, oh

    -lanzo a Adán al cielo solo para recibirlo como si del cielo cayera un delicado pétalo de nieve que está a punto de ser derretido por el abrasador sol-

    Yo te llevo dentro, hasta la raíz
    Y por más que crezca, vas a estar aquí
    Aunque yo me oculte tras la montaña
    Y encuentre un campo lleno de caña
    No habrá manera, mi rayo de Luna
    Que tú te vayas

    -termino la canción juntando sus labios en aquella promesa "no importa donde sea que este, jamás lo olvidará "-
    https://youtu.be/IKmPci5VXz0?si=IP8Eax0FvKbWQjEh -en medio del acantilado en dónde un nido estaba siendo construido alejados de todo lo que tuviera contacto humano. El demonio de ropas negras que contrastaba ante el humano de luz se inclino para cantarle de sorpresa a su pajarillo en el oído - Sigo cruzando ríos Andando selvas, amando el Sol Cada día sigo sacando espinas De lo profundo del corazón En la noche, sigo encendiendo sueños Para limpiar con el humo sagrado cada recuerdo Cuando escriba tu nombre En la arena blanca con fondo azul Cuando mire al cielo En la forma cruel de una nube gris, aparezcas tú Una tarde suba una alta loma Mire el pasado, sabrás que no te he olvidado -salto del acantilado usando sus alas para mantenerse a vuelo rodeando al ser humano - Yo te llevo dentro, hasta la raíz Y por más que crezca, vas a estar aquí Aunque yo me oculte tras la montaña Y encuentre un campo lleno de caña No habrá manera, mi rayo de Luna Que tú te vayas -lo tomo de las manos para sacarlo del nido bailando un vals en el aire - Ouh, oh, ouh, oh Ouh, ooh, oh Ouh, oh, ouh, oh Ouh, ooh, oh Pienso que cada instante sobrevivido al caminar Y cada segundo de incertidumbre Cada momento de no saber Son la clave exacta de ese tejido Que ando cargando bajo la piel Así te protejo Aquí sigues dentro Yo te llevo dentro, hasta la raíz Y por más que crezca, vas a estar aquí Aunque yo me oculte tras la montaña Y encuentre un campo lleno de caña No habrá manera, mi rayo de Luna Que tú te vayas, que tú te vayas Yo te llevo dentro, hasta la raíz Y por más que crezca, vas a estar aquí Aunque yo me oculte tras la montaña Y encuentre un campo lleno de caña No habrá manera, mi rayo de Luna Que tú te vayas, que tú te vayas Oh, oh, oh, oh Oh, oh, oh Oh, oh, oh, oh Oh, oh, oh Oh, oh, oh, oh Oh, oh, oh Oh, oh, oh, oh Oh, oh, oh -lanzo a Adán al cielo solo para recibirlo como si del cielo cayera un delicado pétalo de nieve que está a punto de ser derretido por el abrasador sol- Yo te llevo dentro, hasta la raíz Y por más que crezca, vas a estar aquí Aunque yo me oculte tras la montaña Y encuentre un campo lleno de caña No habrá manera, mi rayo de Luna Que tú te vayas -termino la canción juntando sus labios en aquella promesa "no importa donde sea que este, jamás lo olvidará "-
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  • -A Puro le gusta la nieve. Es divertida, no lo culpo-
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  • Esta version de Blancanieves ¿que os parece?
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  • No todo va a ser terror *Se sonroja al verse vestida de blancanieves*
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  • -Para poder apreciar la belleza de los copos de nieve, es necesario estar en medio del frío...
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  • -Coke permanecía arrodillado en la tierra árida, con la espada clavada en la tierra detrás de él como un recordatorio constante de lo que había dejado atrás. El peso de su armadura se sentía más pesado que nunca, como si cada pedazo de acero estuviera diseñado para contener las emociones que trataba de sofocar. El frío envolvía su cuerpo, aferrándose a él como una sombra inquebrantable. Sabía que esa frialdad no venía del aire, sino de algo mucho más profundo, un vacío que habitaba en su interior y que crecía con cada respiración.-

    ¿Sabes cuál es la peor debilidad del ser humano? —se dijo a sí mismo, en un murmullo apenas audible— Es el amor...

    -Recordar esas palabras le dejaba un sabor amargo en la boca. El amor no era un faro que lo guiara, sino una carga que arrastraba consigo a cada paso, una herida abierta que nunca dejaba de sangrar. No importaba cuánto intentara ignorarlo; siempre volvía. El amor era una trampa: te hacía vulnerable, te arrancaba las defensas y luego te dejaba solo, con el alma expuesta a la tormenta.-

    -Se inclinó hacia adelante, apoyando una mano enguantada en el suelo helado. La nieve se acumulaba lentamente sobre su capa, formando un manto blanco que se derretía al contacto con su cuerpo, solo para volverse a congelar al instante. Había algo cruel en esa sensación: un ciclo interminable de esperanza y desilusión. Eso era el amor, una batalla constante entre lo que pudo ser y lo que jamás sería.-

    -Su mirada, oculta bajo el yelmo, se posó en la nada frente a él. No quedaba nadie. Las voces que antes lo acompañaban, las promesas de compañía y las risas compartidas, todo se había desvanecido como humo en el viento. Y sin embargo, el peso de esos recuerdos seguía allí, apretándole el pecho como una armadura que nunca podría quitarse.-

    No importa... —susurró, dejando que el viento helado se llevara sus palabras—

    -Estaba solo. Y quizás siempre lo había estado. Pero había algo en esa soledad que lo mantenía de pie. Tal vez era la última chispa de orgullo, o quizás el simple hecho de que rendirse no era una opción. Se levantó lentamente, con la espada a su espalda temblando bajo el peso de su decisión. Cada movimiento dolía, pero el dolor era lo único que le recordaba que aún existía.-

    -El mundo a su alrededor era una extensión de su propio vacío: árboles sin hojas, suelo seco y quebradizo, y un cielo gris que parecía eterno. Pero, ¿qué importaba? No había nadie para compartir esa vista, nadie que lo detuviera o lo alentara. Era libre en su tristeza, un caballero perdido en un campo sin batallas.-

    -Caminó sin rumbo fijo, sintiendo el eco de sus pasos resonar en la nada, como si el mismo suelo lo reconociera pero no se atreviera a detenerlo. Las sombras se alargaban a su alrededor, intentando susurrarle secretos que ya no quería escuchar. El amor, esa debilidad maldita, había dejado su marca. Pero en esa marca también había fuerza. Una vez que lo pierdes todo, ya no hay nada más que temer.-

    -La espada descansaba tranquila a su espalda, como un juramento no pronunciado, esperando el momento en que tendría que ser levantada nuevamente. Porque incluso en la más profunda soledad, incluso cuando todo parecía perdido, Coke sabía una cosa: mientras pudiera seguir adelante, había un camino. Por oscuro que fuera, por vacío que pareciera, ese camino era suyo. Y con cada paso que daba, el amor que una vez lo rompió también lo empujaba a seguir caminando, un recordatorio silencioso de que aún estaba aquí, aunque nadie más lo estuviera.-

    ════════════════════════════════════════

    https://youtu.be/M3cUCNCJSbM?si=en3K2_VKqA8Gcbdp

    si yo lo estoy ustedes igual lo estaran alv, bye.//
    -Coke permanecía arrodillado en la tierra árida, con la espada clavada en la tierra detrás de él como un recordatorio constante de lo que había dejado atrás. El peso de su armadura se sentía más pesado que nunca, como si cada pedazo de acero estuviera diseñado para contener las emociones que trataba de sofocar. El frío envolvía su cuerpo, aferrándose a él como una sombra inquebrantable. Sabía que esa frialdad no venía del aire, sino de algo mucho más profundo, un vacío que habitaba en su interior y que crecía con cada respiración.- ¿Sabes cuál es la peor debilidad del ser humano? —se dijo a sí mismo, en un murmullo apenas audible— Es el amor... -Recordar esas palabras le dejaba un sabor amargo en la boca. El amor no era un faro que lo guiara, sino una carga que arrastraba consigo a cada paso, una herida abierta que nunca dejaba de sangrar. No importaba cuánto intentara ignorarlo; siempre volvía. El amor era una trampa: te hacía vulnerable, te arrancaba las defensas y luego te dejaba solo, con el alma expuesta a la tormenta.- -Se inclinó hacia adelante, apoyando una mano enguantada en el suelo helado. La nieve se acumulaba lentamente sobre su capa, formando un manto blanco que se derretía al contacto con su cuerpo, solo para volverse a congelar al instante. Había algo cruel en esa sensación: un ciclo interminable de esperanza y desilusión. Eso era el amor, una batalla constante entre lo que pudo ser y lo que jamás sería.- -Su mirada, oculta bajo el yelmo, se posó en la nada frente a él. No quedaba nadie. Las voces que antes lo acompañaban, las promesas de compañía y las risas compartidas, todo se había desvanecido como humo en el viento. Y sin embargo, el peso de esos recuerdos seguía allí, apretándole el pecho como una armadura que nunca podría quitarse.- No importa... —susurró, dejando que el viento helado se llevara sus palabras— -Estaba solo. Y quizás siempre lo había estado. Pero había algo en esa soledad que lo mantenía de pie. Tal vez era la última chispa de orgullo, o quizás el simple hecho de que rendirse no era una opción. Se levantó lentamente, con la espada a su espalda temblando bajo el peso de su decisión. Cada movimiento dolía, pero el dolor era lo único que le recordaba que aún existía.- -El mundo a su alrededor era una extensión de su propio vacío: árboles sin hojas, suelo seco y quebradizo, y un cielo gris que parecía eterno. Pero, ¿qué importaba? No había nadie para compartir esa vista, nadie que lo detuviera o lo alentara. Era libre en su tristeza, un caballero perdido en un campo sin batallas.- -Caminó sin rumbo fijo, sintiendo el eco de sus pasos resonar en la nada, como si el mismo suelo lo reconociera pero no se atreviera a detenerlo. Las sombras se alargaban a su alrededor, intentando susurrarle secretos que ya no quería escuchar. El amor, esa debilidad maldita, había dejado su marca. Pero en esa marca también había fuerza. Una vez que lo pierdes todo, ya no hay nada más que temer.- -La espada descansaba tranquila a su espalda, como un juramento no pronunciado, esperando el momento en que tendría que ser levantada nuevamente. Porque incluso en la más profunda soledad, incluso cuando todo parecía perdido, Coke sabía una cosa: mientras pudiera seguir adelante, había un camino. Por oscuro que fuera, por vacío que pareciera, ese camino era suyo. Y con cada paso que daba, el amor que una vez lo rompió también lo empujaba a seguir caminando, un recordatorio silencioso de que aún estaba aquí, aunque nadie más lo estuviera.- ════════════════════════════════════════ https://youtu.be/M3cUCNCJSbM?si=en3K2_VKqA8Gcbdp si yo lo estoy ustedes igual lo estaran alv, bye.//
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