Nica Dover miró su reloj por enésima vez mientras el conferencista continuaba hablando sobre sinapsis y neurotransmisores. Su mente ya había abandonado el salón hacía rato, pero su cuerpo seguía atrapado en esa silla incómoda. Se levantó discretamente, agradeciendo que el lugar estaba oscuro por las pantallas que proyectaban gráficos incomprensibles.
"¿En serio? ¿Científicos hablando de cerebros y yo aquí, atrapada?", pensó mientras caminaba hacia la puerta. La luz del pasillo la cegó por un momento, pero el aire fresco la llenó de alivio. Pasó por alto a un par de asistentes, que no parecían notar su fuga.
Casi había llegado a la salida cuando, de repente, alguien la llamó: “¿Nica? ¿Te vas?”. Un sudor frío recorrió su espalda, pero no se detuvo. Con una sonrisa tímida, murmuró: "Necesito un descanso... o un café. Nos vemos". Y, sin mirar atrás, escapó hacia la libertad.
"¿En serio? ¿Científicos hablando de cerebros y yo aquí, atrapada?", pensó mientras caminaba hacia la puerta. La luz del pasillo la cegó por un momento, pero el aire fresco la llenó de alivio. Pasó por alto a un par de asistentes, que no parecían notar su fuga.
Casi había llegado a la salida cuando, de repente, alguien la llamó: “¿Nica? ¿Te vas?”. Un sudor frío recorrió su espalda, pero no se detuvo. Con una sonrisa tímida, murmuró: "Necesito un descanso... o un café. Nos vemos". Y, sin mirar atrás, escapó hacia la libertad.
Nica Dover miró su reloj por enésima vez mientras el conferencista continuaba hablando sobre sinapsis y neurotransmisores. Su mente ya había abandonado el salón hacía rato, pero su cuerpo seguía atrapado en esa silla incómoda. Se levantó discretamente, agradeciendo que el lugar estaba oscuro por las pantallas que proyectaban gráficos incomprensibles.
"¿En serio? ¿Científicos hablando de cerebros y yo aquí, atrapada?", pensó mientras caminaba hacia la puerta. La luz del pasillo la cegó por un momento, pero el aire fresco la llenó de alivio. Pasó por alto a un par de asistentes, que no parecían notar su fuga.
Casi había llegado a la salida cuando, de repente, alguien la llamó: “¿Nica? ¿Te vas?”. Un sudor frío recorrió su espalda, pero no se detuvo. Con una sonrisa tímida, murmuró: "Necesito un descanso... o un café. Nos vemos". Y, sin mirar atrás, escapó hacia la libertad.
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