𝐂𝐮𝐞𝐧𝐭𝐨 #𝟐 𝐝𝐞 "𝐄𝐥 𝐜𝐨𝐟𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐚𝐬."
𝐄𝐥 𝐉𝐮𝐫𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐒𝐨𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐂𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬
Hace mucho tiempo, en un reino olvidado entre los pliegues del tiempo, vivía una joven llamada Lydia, conocida como la Sota de Corazones. Lydia no era una simple carta en la baraja del destino; era el alma de un reino dividido, una figura a la vez amada y temida.
Se decía que la Sota de Corazones portaba una promesa incumplida: proteger al Rey y a la Reina a cualquier precio. Pero, ¡ah!, el precio de la lealtad a veces puede ser más alto que el de la traición. En una noche de máscaras y cuchillos, Lydia descubrió un complot que amenazaba al reino. Aquellos que habían jurado proteger a la corona planeaban tomarla por la fuerza.
Sin embargo, Lydia, la fiel sota, tenía su propio secreto. Una vez, antes de ser parte del juego de la baraja real, había amado a alguien del otro lado del tablero. Un caballero exiliado, un peón caído en desgracia. Aquella noche fatídica, el caballero regresó, pero no para recuperar su lugar, sino para buscar venganza.
Entre susurros y sombras, Lydia enfrentó la decisión más difícil: ¿cumplir su juramento o salvar al hombre que había robado su corazón?
Los cuentos a veces no tienen finales felices, y este no es una excepción. Al final, Lydia tomó la espada y la clavó, pero no en su amor, ni en los traidores. No, se la clavó a sí misma, sellando el destino del reino y liberándose de la pesada carga de su juramento.
Desde entonces, la Sota de Corazones se convirtió en un símbolo de sacrificio, amor y tragedia. Así, cada vez que alguien baraja una baraja de cartas, Lydia sonríe desde el otro lado, recordándonos que incluso los corazones más nobles pueden quebrarse.
𝐄𝐥 𝐉𝐮𝐫𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐒𝐨𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐂𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬
Hace mucho tiempo, en un reino olvidado entre los pliegues del tiempo, vivía una joven llamada Lydia, conocida como la Sota de Corazones. Lydia no era una simple carta en la baraja del destino; era el alma de un reino dividido, una figura a la vez amada y temida.
Se decía que la Sota de Corazones portaba una promesa incumplida: proteger al Rey y a la Reina a cualquier precio. Pero, ¡ah!, el precio de la lealtad a veces puede ser más alto que el de la traición. En una noche de máscaras y cuchillos, Lydia descubrió un complot que amenazaba al reino. Aquellos que habían jurado proteger a la corona planeaban tomarla por la fuerza.
Sin embargo, Lydia, la fiel sota, tenía su propio secreto. Una vez, antes de ser parte del juego de la baraja real, había amado a alguien del otro lado del tablero. Un caballero exiliado, un peón caído en desgracia. Aquella noche fatídica, el caballero regresó, pero no para recuperar su lugar, sino para buscar venganza.
Entre susurros y sombras, Lydia enfrentó la decisión más difícil: ¿cumplir su juramento o salvar al hombre que había robado su corazón?
Los cuentos a veces no tienen finales felices, y este no es una excepción. Al final, Lydia tomó la espada y la clavó, pero no en su amor, ni en los traidores. No, se la clavó a sí misma, sellando el destino del reino y liberándose de la pesada carga de su juramento.
Desde entonces, la Sota de Corazones se convirtió en un símbolo de sacrificio, amor y tragedia. Así, cada vez que alguien baraja una baraja de cartas, Lydia sonríe desde el otro lado, recordándonos que incluso los corazones más nobles pueden quebrarse.
𝐂𝐮𝐞𝐧𝐭𝐨 #𝟐 𝐝𝐞 "𝐄𝐥 𝐜𝐨𝐟𝐫𝐞 𝐝𝐞 𝐡𝐢𝐬𝐭𝐨𝐫𝐢𝐚𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐡𝐢𝐛𝐢𝐝𝐚𝐬."
𝐄𝐥 𝐉𝐮𝐫𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐒𝐨𝐭𝐚 𝐝𝐞 𝐂𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨𝐧𝐞𝐬
Hace mucho tiempo, en un reino olvidado entre los pliegues del tiempo, vivía una joven llamada Lydia, conocida como la Sota de Corazones. Lydia no era una simple carta en la baraja del destino; era el alma de un reino dividido, una figura a la vez amada y temida.
Se decía que la Sota de Corazones portaba una promesa incumplida: proteger al Rey y a la Reina a cualquier precio. Pero, ¡ah!, el precio de la lealtad a veces puede ser más alto que el de la traición. En una noche de máscaras y cuchillos, Lydia descubrió un complot que amenazaba al reino. Aquellos que habían jurado proteger a la corona planeaban tomarla por la fuerza.
Sin embargo, Lydia, la fiel sota, tenía su propio secreto. Una vez, antes de ser parte del juego de la baraja real, había amado a alguien del otro lado del tablero. Un caballero exiliado, un peón caído en desgracia. Aquella noche fatídica, el caballero regresó, pero no para recuperar su lugar, sino para buscar venganza.
Entre susurros y sombras, Lydia enfrentó la decisión más difícil: ¿cumplir su juramento o salvar al hombre que había robado su corazón?
Los cuentos a veces no tienen finales felices, y este no es una excepción. Al final, Lydia tomó la espada y la clavó, pero no en su amor, ni en los traidores. No, se la clavó a sí misma, sellando el destino del reino y liberándose de la pesada carga de su juramento.
Desde entonces, la Sota de Corazones se convirtió en un símbolo de sacrificio, amor y tragedia. Así, cada vez que alguien baraja una baraja de cartas, Lydia sonríe desde el otro lado, recordándonos que incluso los corazones más nobles pueden quebrarse.
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